Administración del bautismo en situaciones
particulares
La primera pregunta es muy difícil, y ya trabajé en este tema cuando era
arzobispo de Munich, porque tuvimos casos como estos.
Ante todo, es necesario analizar caso por caso: si el obstáculo contra el
bautismo es tal que no se podría dar sin despilfarro del sacramento, o si la
situación permite decir, aunque sea en un contexto de problemas: este hombre se
ha convertido realmente, tiene toda la fe, quiere vivir la fe de la Iglesia,
quiere ser bautizado. Yo creo que dar ahora una fórmula general no respondería
a las diversas situaciones reales. Naturalmente, tratemos de hacer todo lo
posible para dar el bautismo a una persona que lo solicita con plena fe, pero
digamos que los detalles se deben estudiar caso por caso.
Si una persona da muestras de haberse convertido realmente y quiere recibir el
bautismo, dejarse incorporar en la comunión de Cristo y de la Iglesia, el deseo
de la Iglesia debe ser secundarla. La Iglesia debe estar abierta, si no hay
obstáculos que realmente hagan contradictorio el bautismo. Por tanto, hay que
buscar la posibilidad y, si la persona está realmente convencida, si cree con todo
su corazón, no estamos en el relativismo.
Actualización de la catequesis
Segundo punto: todos sabemos que, en la situación cultural e intelectual de
la que hablamos al inicio, la catequesis resulta mucho más difícil. Por una
parte, necesita nuevos contextos para que pueda entenderse; necesita ser
contextualizada para que se pueda ver que esto es verdad y que concierne al hoy
y al mañana; y, por otra, ya se ha hecho una contextualización necesaria en los
Catecismos de las diversas Conferencias episcopales.
Ahora bien, por otra parte, hacen falta respuestas claras para que se pueda
ver que esta es la fe y las otras son contextualizaciones, un simple modo de
ayudar a comprender. Así ha nacido un nuevo "conflicto" dentro del
mundo catequístico, entre catecismo en sentido clásico y los nuevos
instrumentos de catequesis. Por un lado - ahora hablo sólo de la experiencia
alemana - , es verdad que muchos de estos libros no han llegado hasta la meta:
siempre han preparado el terreno, pero estaban tan dedicados a preparar el
terreno para el camino por el que avanza la persona, que al final no han
llegado a la respuesta que se debía dar. Por otro, los catecismos clásicos
resultaban tan cerrados en sí mismos, que la respuesta verdadera ya no tocaba
la mente del catecúmeno de hoy.
Por fin, hemos llevado a cabo este compromiso pluridimensional: hemos
elaborado el Catecismo de la Iglesia católica, que, por una parte, da
las necesarias contextualizaciones culturales, pero también da respuestas
precisas. Lo hemos escrito conscientes de que desde ese Catecismo hasta
la catequesis concreta hay un trecho no fácil de recorrer. Pero también hemos
comprendido que las situaciones, tanto lingüísticas como culturales y sociales,
son tan diversas en los diferentes países e incluso, dentro de los mismos
países, en los diferentes estratos sociales, que allí corresponde al obispo o a
la Conferencia episcopal, y al catequista mismo, recorrer ese último trecho y,
por eso, nuestra posición fue: este es el punto de referencia para todos; aquí
se ve lo que cree la Iglesia.
Luego, las Conferencias episcopales deben crear los instrumentos para aplicarlo
a la situación cultural y deben recorrer el trecho que aún falta. Y, por
último, el catequista mismo debe dar los últimos pasos; tal vez también para
estos últimos pasos se ofrecen instrumentos adecuados.
Después de algunos años, celebramos una reunión, en la que catequistas de todo
el mundo nos dijeron que el Catecismo estaba muy bien, que era un libro
necesario, que ayuda brindando la belleza, la organicidad y la integridad de la
fe, pero que les hacía falta una síntesis. El Santo Padre Juan Pablo II acogió
el deseo manifestado en esa reunión y creó una comisión que elaborara ese Compendio,
es decir, una síntesis del Catecismo grande, al que se refiere,
recogiendo lo esencial.
Al inicio, en la redacción del Compendio queríamos ser aún más breves,
pero al final comprendimos que para decir realmente, en nuestro tiempo, lo
esencial, el material que necesitaba cada catequista era lo que habíamos dicho.
También añadimos oraciones. Y creo que es un libro realmente muy útil; en él se
recoge la "suma" de todo lo que se contiene en el gran Catecismo
y, en este sentido, me parece que puede corresponder hoy al Catecismo de
san Pío X.
Los obispos individualmente y las Conferencias episcopales tienen siempre el
deber de ayudar a los sacerdotes y a todos los catequistas en el trabajo con
este libro, y de servir de puente a un grupo determinado, porque el modo de
hablar, de pensar y de entender es muy diferente en Italia, en Francia, en
Alemania, en África...; incluso dentro de un mismo país es recibido de modo muy
diverso. Por tanto, el Catecismo de la Iglesia católica y el Compendio,
con lo esencial del Catecismo, siguen siendo instrumentos para la
Iglesia universal.
Además, también necesitamos siempre la colaboración de los obispos, los cuales,
en contacto con los sacerdotes y los catequistas, ayudan a encontrar todos los
instrumentos necesarios para poder trabajar bien en esta siembra de la Palabra.