Me alegra acogeros y os saludo
de corazón. Extiendo mi cordial saludo
a vuestros familiares y a los que cooperan
con vosotros en las diversas actividades del Círculo de San Pedro. En particular, saludo a vuestro presidente, el marqués Marcello Sacchetti, al que
agradezco las palabras que me
ha dirigido amablemente en nombre de todos vosotros, así como
a vuestro consiliario, monseñor Franco Camaldo, recientemente llamado a este encargo. La misión que cumplís
con admirable empeño es valiosa. Además
del servicio litúrgico, os preocupáis por ir al encuentro
de los pobres y llevar alivio a los enfermos y a los que sufren.
Al obrar así,
imitáis al "buen
samaritano" y testimoniáis de manera concreta el impulso misionero y el amor evangélico, que debe distinguir
a todo auténtico discípulo
de Cristo. Como cada año, habéis
venido hoy a entregar al Papa el óbolo de San Pedro, que constituye
un signo ulterior de vuestra generosa apertura a los hermanos en dificultades. Al mismo tiempo, es
una significativa participación
en el esfuerzo de la Sede apostólica por responder a las necesidades cada vez mayores de la Iglesia, especialmente en los países más
pobres.