No las damas, amor, no
gentilezas
|
|
de caballeros
canto enamorados;
|
|
ni las
muestras, regalos ni ternezas
|
|
de amorosos
afectos y cuidados:
|
|
mas el valor, los hechos, las
proezas
|
5
|
de aquellos
españoles esforzados,
|
|
que a la cerviz
de Arauco, no domada,
|
|
pusieron duro
yugo por la espada.
|
|
Cosas diré también harto
notables
|
|
de gente que a
ningún rey obedecen,
|
10
|
temerarias empresas memorables
|
|
que celebrarse
con razón merecen;
|
|
raras industrias, términos
loables
|
|
que más los
españoles engrandecen;
|
|
pues no es el vencedor más
estimado
|
15
|
de aquello en
que el vencido es reputado.
|
[10]
|
Suplícoos, gran
Felipe, que mirada
|
|
esta labor, de
vos sea recebida,
|
|
que,
de todo favor necesitada,
|
|
queda con darse
a vos favorecida:
|
20
|
es relación sin
corromper, sacada
|
|
de la verdad,
cortada a su medida;
|
|
no despreciéis
el don, aunque tan pobre,
|
|
para que
autoridad mi verso cobre.
|
|
Quiero a señor
tan alto dedicarlo,
|
25
|
porque este
atrevimiento lo sostenga,
|
|
tomando esta
manera de ilustrarlo,
|
|
para que quien
lo viere en más lo tenga:
|
|
y si esto no
bastare a no tacharlo,
|
|
a lo menos
confuso se detenga,
|
30
|
pensando que,
pues va a vos dirigido,
|
|
que debe de
llevar algo escondido.
|
|
Y haberme en vuestra
casa yo criado,
|
|
que crédito me
da por otra parte,
|
|
hará mi torpe
estilo delicado,
|
35
|
y lo que va sin
orden lleno de arte:
|
|
así, de tantas cosas animado,
|
|
la pluma entregaré
al furor de Marte;
|
|
dad orejas,
Señor, a lo que digo,
|
|
que soy de
parte de ello buen testigo.
|
40
|
Chile, fértil
provincia, y señalada
|
|
en la región
antártica famosa,
|
|
de remotas
naciones respetada
|
|
por fuerte,
principal y poderosa,
|
|
la gente que
produce es tan granada,
|
45
|
tan soberbia,
gallarda y belicosa,
|
|
que no ha sido
por rey jamás regida,
|
|
ni a extranjero
dominio sometida.
|
[11]
|
Es Chile Norte
Sur de gran longura,
|
|
costa del nuevo
mar del Sur llamado;
|
50
|
tendrá del Este
al Oeste de angostura
|
|
cien millas,
por lo más ancho tomado,
|
|
bajo del polo
Antártico en altura
|
|
de veinte y
siete grados, prolongado
|
|
hasta do el mar
Océano y Chileno
|
55
|
mezclan sus
aguas por angosto seno.
|
|
Y estos dos anchos mares, que
pretenden,
|
|
pasando de sus
términos, juntarse,
|
|
baten las rocas y sus olas
tienden;
|
|
mas esles
impedido el allegarse;
|
60
|
por esta parte
al fin la tierra hienden
|
|
y pueden por
aquí comunicarse:
|
|
Magallanes,
Señor, fue el primer hombre
|
|
que, abriendo
este camino, le dio nombre.
|
|
Por falta de
piloto, o encubierta
|
65
|
causa,
quizá importante y no sabida,
|
|
esta secreta
senda descubierta
|
|
quedó para
nosotros escondida:
|
|
ora sea yerro
de la altura cierta,
|
|
ora que alguna
isleta removida
|
70
|
del tempestuoso
mar y viento airado,
|
|
encallando en
la boca, la ha cerrado.
|
|
Digo que Norte
Sur corre la tierra,
|
|
y baña la del
Oeste la marina;
|
|
a la banda del
Este va una sierra
|
75
|
que el mismo
rumbo mil leguas camina:
|
|
en medio es
donde el punto de la guerra
|
|
por uso y
ejercicio más se afina:
|
|
Venus y Amor
aquí no alcanzan parte;
|
|
sólo domina el
iracundo Marte.
|
80 [12]
|
Pues en este
distrito demarcado,
|
|
por donde su
grandeza es manifiesta,
|
|
está a treinta
y seis grados el Estado
|
|
que tanta
sangre extraña y propia cuesta:
|
|
éste es el
fiero pueblo no domado
|
85
|
que tuvo a
Chile en tal estrecho puesta,
|
|
y aquel que por
valor y pura guerra
|
|
hace en torno
temblar toda la tierra.
|
|
Es Arauco, que
basta, el cual sujeto
|
|
lo más de este
gran término tenía,
|
90
|
con tanta fama,
crédito y conceto
|
|
que del un polo
al otro se extendía:
|
|
y puso al
español en tal aprieto
|
|
cual presto se
verá en la carta mía:
|
|
veinte leguas
contienen sus mojones,
|
95
|
poséenla
diez y seis fuertes varones.
|
|
De diez y seis caciques y
señores
|
|
es el soberbio
estado poseído,
|
|
en militar
estudio los mejores
|
|
que de bárbaras
madres han nacido:
|
100
|
reparo de su
patria y defensores,
|
|
ninguno en el
gobierno preferido;
|
|
otros caciques hay, mas por
valientes
|
|
son
éstos en mandar los preeminentes.
|
|
Sólo al señor
de imposición le viene
|
105
|
servicio
personal de sus vasallos,
|
|
y en cualquiera
ocasión cuando conviene
|
|
puede por
fuerza al débito apreamiallos;
|
|
pero así
obligación el señor tiene
|
|
en las cosas de
guerra doctrinallos,
|
110
|
con tal uso,
cuidado y diciplina,
|
|
que son
maestros después de esta doctrina.
|
[13]
|
En
lo que usan los niños, en teniendo
|
|
habilidad y
fuerza provechosa,
|
|
es que un
trecho seguido han de ir corriendo
|
115
|
por una áspera
cuesta pedregosa;
|
|
y al puesto y
fin del curso revolviendo
|
|
le dan al
vencedor alguna cosa:
|
|
vienen a ser
tan sueltos y alentados
|
|
que alcanzan
por aliento los venados.
|
120
|
Y desde la
niñez al ejercicio
|
|
los apremian por fuerza y los
incitan,
|
|
y en el bélico
estudio y duro oficio,
|
|
entrando en más
edad, los ejercitan:
|
|
si alguno de
flaqueza da un indicio,
|
125
|
del uso militar
lo inhabilitan;
|
|
y al que sale
en las armas señalado
|
|
conforme a su
valor le dan el grado.
|
|
Los cargos de
la guerra y preeminencia
|
|
no son por flacos medios
proveídos,
|
130
|
ni van por
calidad, ni por herencia,
|
|
ni por hacienda
y ser mejor nacidos;
|
|
mas la virtud
del brazo y la excelencia,
|
|
ésta hace los
hombres preferidos;
|
|
ésta ilustra,
habilita, perficiona
|
135
|
y quilata el
valor de la persona.
|
|
Los que están a
la guerra dedicados
|
|
no son a otro
servicio constreñidos,
|
|
del trabajo y
labranza reservados
|
|
y de la gente
baja mantenidos:
|
140
|
pero son por las leyes
obligados
|
|
de estar a
punto de armas proveídos,
|
|
y a saber
diestramente gobernallas
|
|
en las
lícitas guerras y batallas.
|
[14]
|
Las armas dellos más
ejercitadas
|
145
|
son picas,
alabardas y lanzones,
|
|
con otras
puntas largas enhastadas
|
|
de la fación y
forma de punzones:
|
|
hachas, martillos, mazas
barreadas,
|
|
dardos, sargentas, flechas y
bastones,
|
150
|
lazos de fuertes mimbres y
bejucos,
|
|
tiros
arrojadizos y trabucos.
|
|
Algunas destas armas han tomado
|
|
de los
cristianos nuevamente agora,
|
|
que el continuo
ejercicio y el cuidado
|
155
|
enseña y
aprovecha cada hora;
|
|
y otras, según los tiempos,
inventado,
|
|
que es la
necesidad grande inventora,
|
|
y el trabajo solícito en las
cosas,
|
|
maestro
de invenciones prodigiosas.
|
160
|
Tienen fuertes y dobles
coseletes,
|
|
arma común a todos
los soldados,
|
|
y otros a la
manera de sayetes,
|
|
que son, aunque
modernos, más usados:
|
|
grevas, brazales, golas,
capacetes
|
165
|
de diversas hechuras encajados,
|
|
hechos de piel
curtida y duro cuero,
|
|
que no basta
ofenderle el fino acero.
|
|
Cada soldado
una arma solamente
|
|
ha de aprender
y en ella ejercitarse,
|
170
|
y es aquella a
que más naturalmente
|
|
en la niñez
mostrare aficionarse:
|
|
desta sola
procura diestramente
|
|
saberse
aprovechar, y no empacharse
|
|
en jugar de la
pica el que es flechero,
|
175
|
ni de la maza y
flechas el piquero.
|
[15]
|
Hacen su campo,
y muéstranse en formados
|
|
escuadrones
distintos muy enteros,
|
|
cada hila de
más de cien soldados,
|
|
entre una pica
y otra los flecheros,
|
180
|
que de lejos
ofenden desmandados
|
|
bajo la
protección de los piqueros,
|
|
que van hombro
con hombro, como digo,
|
|
hasta medir a
pica al enemigo.
|
|
Si el escuadrón
primero que acomete
|
185
|
por fuerza viene
a ser desbaratado,
|
|
tan presto a
socorrerle otro se mete,
|
|
que casi no da
tiempo a ser notado;
|
|
si aquél se
desbarata, otro arremete,
|
|
y estando ya el
primero reformado,
|
190
|
moverse de su
término no puede
|
|
hasta ver lo
que al otro le sucede.
|
|
De pantanos
procuran guarnecerse
|
|
por el daño y temor de los
caballos,
|
|
donde suelen a
veces acogerse,
|
195
|
si viene a
suceder desbaratallos:
|
|
allí pueden
seguros rehacerse,
|
|
ofenden sin que
puedan enojallos;
|
|
que el falso
sitio y gran inconveniente
|
|
impide la
llegada a nuestra gente.
|
200
|
Del escuadrón
se van adelantando
|
|
los bárbaros
que son sobresalientes,
|
|
soberbios cielo
y tierra despreciando,
|
|
ganosos de
extremarse por valientes;
|
|
las picas por los cuentos arrastrando,
|
205
|
poniéndose en
posturas diferentes,
|
|
diciendo:
«Si hay valiente algún cristiano
|
|
salga luego
adelante mano a mano.»
|
[16]
|
Hasta treinta o
cuarenta en compañía,
|
|
ambiciosos de
crédito y loores,
|
210
|
vienen con
grande orgullo y bizarría
|
|
al son de
presurosos atambores:
|
|
las armas matizadas a porfía
|
|
con varias y
finísimas colores;
|
|
de poblados
penachos adornados
|
215
|
saltando acá y
allá por todos lados.
|
|
Hacen fuerzas o
fuertes cuando entienden
|
|
ser el lugar y
sitio en su provecho,
|
|
o si ocupar un
término pretenden,
|
|
o por algún
aprieto y grande estrecho,
|
220
|
de do más a su
salvo se defienden,
|
|
y salen de rebato a caso hecho,
|
|
recogiéndose a
tiempo al sitio fuerte,
|
|
que su forma y
hechura es desta suerte.
|
|
Señalado el
lugar, hecha la traza,
|
225
|
de poderosos
árboles labrados
|
|
cercan una
cuadrada y ancha plaza
|
|
en valientes
estacas afirmados,
|
|
que a los de
fuera impide y embaraza
|
|
la entrada y
combatir, porque, guardados
|
230
|
del muro los de
dentro, fácilmente
|
|
de mucha se
defiende poca gente.
|
|
Solían
antiguamente de tablones
|
|
hacer dentro
del fuerte otro apartado,
|
|
puestos de
trecho a trecho unos troncones
|
235
|
en los cuales
el muro iba fijado
|
|
con cuatro
levantados torreones
|
|
a caballero del
primer cercado,
|
|
de pequeñas
troneras lleno el muro,
|
|
para jugar sin
miedo y más seguro.
|
240 [17]
|
En torno desta
plaza poco trecho
|
|
cercan de
espesos hoyos por de fuera:
|
|
cual es largo, cual ancho, y
cual estrecho;
|
|
y así van, sin
faltar desta manera,
|
|
para el incauto
mozo que de hecho
|
245
|
apresura el
caballo en la carrera
|
|
tras el astuto
bárbaro engañoso,
|
|
que le mete en
el cerco peligroso.
|
|
También suelen hacer hoyos
mayores
|
|
con estacas
agudas en el suelo,
|
250
|
cubiertos de carrizo, yerba y
flores,
|
|
porque puedan
picar más sin recelo:
|
|
allí los
indiscretos corredores,
|
|
teniendo
sólo por remedio el cielo,
|
|
se sumen dentro
y quedan enterrados
|
255
|
en las
agudas puntas estacados.
|
|
De consejo y
acuerdo una manera
|
|
tienen de
tiempo antiguo acostumbrada;
|
|
que es hacer un
convite y borrachera
|
|
cuando sucede
cosa señalada:
|
260
|
y así cualquier
señor que la primera
|
|
nueva del tal
suceso le es llegada,
|
|
despacha con
presteza embajadores
|
|
a todos los caciques y señores;
|
|
haciéndoles
saber como se ofrece
|
265
|
necesidad y
tiempo de juntarse,
|
|
pues a todos les toca y
pertenece,
|
|
que es bien con
brevedad comunicarse:
|
|
según el caso,
así se lo encarece,
|
|
y el daño que
se sigue dilatarse;
|
270
|
lo cual, visto
que a todos les conviene,
|
|
ninguno venir
puede que no viene.
|
[18]
|
Juntos, pues, los caciques del senado
|
|
propóneles el
caso nuevamente;
|
|
el cual por
ellos visto y ponderado,
|
275
|
se trata del
remedio conveniente;
|
|
y resueltos en uno, y
decretado,
|
|
si alguno de
opinión es diferente,
|
|
no puede en
cuanto al débito eximirse,
|
|
que allí la
mayor voz ha de seguirse.
|
280
|
Después que
cosa en contra no se halla,
|
|
se va el nuevo
decreto declarando
|
|
por la gente
común y de canalla,
|
|
que alguna
novedad está aguardando:
|
|
si viene a
averiguarse por batalla,
|
285
|
con gran rumor
lo van manifestando
|
|
de trompas y
atambores altamente,
|
|
porque a
noticia venga de la gente.
|
|
Tienen un plazo
puesto y señalado
|
|
para se ver
sobre ello y remirarse,
|
290
|
tres días se han de haber
ratificado
|
|
en la
difinición sin retractarse:
|
|
y el franco y
libre término pasado,
|
|
es de ley
imposible revocarse;
|
|
y así como a
forzoso acaecimiento,
|
295
|
se disponen al
nuevo movimiento.
|
|
Hácese este
concilio en un gracioso
|
|
asiento en mil
florestas escogido,
|
|
donde se
muestra el campo más hermoso
|
|
de infinidad de flores
guarnecido;
|
300
|
allí
de un viento fresco y amoroso
|
|
los árboles se
mueven con ruïdo,
|
|
cruzando muchas veces por el
prado
|
|
un claro arroyo
limpio y sosegado,
|
[19]
|
do una fresca y
altísima alameda
|
305
|
por orden y
artificio tienen puesta
|
|
en torno de la
plaza, y ancha rueda
|
|
capaz de
cualquier junta y grande fiesta,
|
|
que convida a
descanso, y al Sol veda
|
|
la entrada y
paso en la enojosa siesta:
|
310
|
allí se oye la
dulce melodía
|
|
del canto de
las aves y armonía.
|
|
Gente es sin
Dios ni ley, aunque respeta
|
|
a aquel que fue
del cielo derribado,
|
|
que como a
poderoso y gran profeta
|
315
|
es siempre en
sus cantares celebrado:
|
|
invocan su
furor con falsa seta
|
|
y a todos sus negocios es
llamado,
|
|
teniendo cuanto
dice por seguro
|
|
del próspero
suceso o mal futuro.
|
320
|
Y cuando
quieren dar una batalla
|
|
con él lo
comunican en su rito,
|
|
si no responde
bien, dejan de dalla,
|
|
aunque más les
insista el apetito;
|
|
caso grave o
negocio no se halla
|
325
|
do no sea
convocado este maldito;
|
|
llámanle
Eponamón, y comúnmente
|
|
dan este nombre
a alguno si es valiente.
|
|
Usan el falso
oficio de hechiceros,
|
|
ciencia a que
naturalmente se inclinan,
|
330
|
en señales mirando y en
agüeros,
|
|
por las cuales sus cosas
determinan:
|
|
veneran a los
necios agoreros
|
|
que los casos
futuros adivinan;
|
|
el agüero
acrecienta su osadía,
|
335
|
y les infunde
miedo o cobardía.
|
[20]
|
Algunos de estos son
predicadores,
|
|
tenidos en
sagrada reverencia,
|
|
que sólo se
mantienen de loores,
|
|
y guardan vida
estrecha y abstinencia:
|
340
|
éstos son los que ponen en
errores
|
|
al liviano
común con su elocuencia,
|
|
teniendo por
tan cierta su locura
|
|
como nos la
evangélica escritura.
|
|
Y éstos que
guardan orden algo estrecha
|
345
|
no tienen ley,
ni Dios, ni que hay pecados;
|
|
mas sólo aquel
vivir les aprovecha
|
|
de
ser por sabios hombres reputados:
|
|
pero la espada,
lanza, el arco y flecha
|
|
tienen por
mejor ciencia otros soldados;
|
350
|
diciendo que el
agüero alegre o triste
|
|
en la fuerza y
el ánimo consiste.
|
|
En fin, el hado
y clima de esta tierra,
|
|
si su estrella
y pronóstico se miran,
|
|
es contienda,
furor, discordia, guerra,
|
355
|
y a sólo esto
los ánimos aspiran:
|
|
todo su bien y
mal aquí se encierra;
|
|
son hombres que
de súbito se aíran,
|
|
de condiciones
feroces, impacientes,
|
|
amigos de domar
extrañas gentes.
|
360
|
Son de gestos
robustos, desbarbados,
|
|
bien formados los cuerpos y
crecidos,
|
|
espaldas
grandes, pechos levantados,
|
|
recios
miembros, de nervios bien fornidos;
|
|
ágiles, desenvueltos,
alentados,
|
365
|
animosos,
valientes, atrevidos,
|
|
duros en el
trabajo, y sufridores
|
|
de fríos mortales, hambres y
calores.
|
[21]
|
No ha habido
rey jamás que sujetase
|
|
esta soberbia
gente libertada,
|
370
|
ni extranjera
nación que se jactase
|
|
de haber dado
en sus términos pisada;
|
|
ni comarcana
tierra que se osase
|
|
mover en contra
y levantar espada:
|
|
siempre fue
exenta, indómita, temida,
|
375
|
de leyes libre
y de cerviz erguida.
|
|
El potente rey
Inga, aventajado
|
|
en todas las antárticas
regiones,
|
|
fue un señor en
extremo aficionado
|
|
a ver y
conquistar nuevas naciones;
|
380
|
y por la gran
noticia del estado
|
|
a Chile despachó sus Orejones;
|
|
mas la parlera
fama de esta gente
|
|
la sangre les
templó y ánimo ardiente.
|
|
Pero los nobles
Ingas valerosos
|
385
|
los despoblados
ásperos rompieron,
|
|
y en Chile algunos pueblos belicosos
|
|
por fuerza a
servidumbre redujeron:
|
|
a do leyes y edictos trabajosos
|
|
con dura mano
armada introdujeron,
|
390
|
haciéndoles con
fueros disolutos
|
|
pagar grandes subsidios y
tributos.
|
|
Dado asiento en
la tierra y reformado
|
|
el campo con
ejército pujante,
|
|
en
demanda del reino deseado
|
395
|
movieron sus
escuadras adelante:
|
|
no hubieron muchas millas
caminado,
|
|
cuando
entendieron que era semejante
|
|
el valor a la
fama que alcanzada
|
|
tenía el pueblo
araucano por la espada.
|
400 [22]
|
Los Promaucaes
de Maule, que supieron
|
|
el vano intento
de los Ingas vanos,
|
|
al paso y duro
encuentro les salieron,
|
|
no menos en
buen orden que lozanos;
|
|
y las cosas de
suerte sucedieron
|
405
|
que, llegando
estas gentes a las manos,
|
|
murieron
infinitos Orejones,
|
|
perdiendo el
campo y todos los pendones.
|
|
Los indios
Promaucaes es una gente
|
|
que está cien
millas antes del estado,
|
410
|
brava,
soberbia, próspera y valiente,
|
|
que bien los
españoles la han probado:
|
|
pero con cuanto
digo, es diferente
|
|
de la fiera
nación, que, cotejado
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el valor de las armas y
excelencia,
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415
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es grande la
ventaja y diferencia.
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Los Ingas, que
la fuerza conocían
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que en la
provincia indómita se encierra,
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y cuán poco a
los brazos ganarían
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llegada al cabo
la empezada guerra;
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420
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visto el errado
intento que traían,
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desamparando la
ganada tierra,
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volvieron a los pueblos que
dejaron
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donde por algún
tiempo reposaron.
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Pues don Diego
de Almagro, Adelantado,
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425
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que en otras
mil conquistas se había visto,
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por sabio en todas ellas
reputado,
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animoso,
valiente, franco y quisto,
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a Chile caminó
determinado
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de extender y
ensanchar la fe de Cristo;
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430
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pero en
llegando al fin de este camino
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dar en breve la
vuelta le convino.
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[23]
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A sólo el de
Valdivia esta victoria
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con justa y
gran razón le fue otorgada,
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y es bien que
se celebre su memoria,
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435
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pues pudo
adelantar tanto su espada:
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éste alcanzó en
Arauco aquella gloria,
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que de nadie
hasta allí fuera alcanzada;
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la altiva gente
al grave yugo trujo,
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y en opresión
la libertad redujo.
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440
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Con una espada
y capa solamente,
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ayudado
de industria que tenía,
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hizo con
brevedad de buena gente
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una lucida y
gruesa compañía;
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y con designio
y ánimo valiente
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445
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toma de Chile
la derecha vía,
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resuelto en
acabar de esta salida
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la demanda
difícil o la vida.
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Viose en el
largo y áspero camino
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por la hambre,
sed y frío en gran estrecho;
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450
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pero con la
constancia que convino
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puso al trabajo
el animoso pecho:
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y el diestro
hado y próspero destino
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en Chile le
metieron, a despecho
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de cuantos
estorbarlo procuraron,
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455
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que en su daño
las armas levantaron.
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Tuvo a la
entrada con aquellas gentes
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batallas y rencuentros
peligrosos,
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en tiempos y
lugares diferentes,
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que estuvieron
los fines bien dudosos;
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460
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pero al cabo
por fuerza los valientes
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españoles, con
brazos valerosos,
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siguiendo el
hado y con rigor la guerra,
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ocuparon gran
parte de la tierra.
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[24]
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No sin gran
riesgo y pérdidas de vidas
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465
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asediados seis
años sostuvieron,
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y de incultas raíces desabridas
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los trabajados cuerpos
mantuvieron,
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do a las bárbaras armas
oprimidas
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a la española
devoción trujeron,
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470
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por ánimo
constante y raras pruebas
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criando en los
trabajos fuerzas nuevas.
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Después entró
Valdivia conquistando
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con esfuerzo y
espada rigurosa,
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los Promaucaes
por fuerza sujetando,
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475
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Curios,
Cauquenes, gente belicosa;
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y, el Maule y
raudo Itata atravesando,
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llegó al
Andaliën, do la famosa
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ciudad fundó de
muros levantada,
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felice en poco
tiempo y desdichada.
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480
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Una batalla
tuvo aquí sangrienta
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donde a punto
llegó de ser perdido:
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pero Dios le
acorrió en aquella afrenta;
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que en todas
las demás le había acorrido:
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otros dello
darán más larga cuenta,
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485
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que les está
este cargo cometido;
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allí fue preso
el bárbaro Ainavillo,
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honor de los Pencones y
caudillo.
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De
allí llegó al famoso Biobío,
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el cual divide
a Penco del estado,
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490
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que del
Nibequetén, copioso río,
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y de otros
viene al mar acompañado;
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de donde con
presteza y nuevo brío,
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en orden buena y escuadrón
formado
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pasó de
Andalicán la áspera sierra,
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495
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pisando la
araucana y fértil tierra.
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[25]
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No quiero
detenerme más en esto,
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pues que no es
mi intención dar pesadumbre;
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y así pienso
pasar por todo presto,
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huyendo de
importunos la costumbre:
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500
|
digo con tal
intento y presupuesto
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que antes que
los de Arauco a servidumbre
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viniesen, fueron tantas las
batallas,
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que dejo por
prolijas de contallas.
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Ayudó mucho el
ignorante engaño
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505
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de ver en
animales corregidos
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hombres que por
milagro y caso extraño
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de la región
celeste eran venidos:
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y del súbito
estruendo y grave daño
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de los tiros de
pólvora sentidos,
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510
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como a inmortales dioses los temían,
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que con
ardientes rayos combatían.
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Los españoles hechos hazañosos
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el error confirmaban de
inmortales,
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afirmando los
más supersticiosos,
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515
|
por los presentes los futuros
males:
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y así tibios, suspensos y
dudosos,
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viendo de su
opresión claras señales,
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debajo de hermandad y fe jurada
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dio Arauco la
obediencia jamás dada.
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520
|
Dejando allí el
seguro suficiente
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adelante los
nuestros caminaron;
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pero todas las
tierras llanamente,
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viendo Arauco
sujeta, se entregaron;
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y reduciendo a
su opinión gran gente,
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525
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siete ciudades prósperas fundaron,
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Coquimbo,
Penco, Angol y Santiago,
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La Imperial,
Villa-Rica, y la del Lago.
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[26]
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El felice
suceso, la victoria,
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la fama y
posesiones que adquirían
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530
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los trujo a tal soberbia y
vanagloria,
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que en mil
leguas diez hombres no cabían;
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sin pasarles
jamás por la memoria
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que en siete
pies de tierra al fin habían
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de venir a
caber sus hinchazones,
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535
|
su
gloria vana y vanas pretensiones.
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Crecían los
intereses y malicia,
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a costa del
sudor y daño ajeno,
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y la hambrienta
y mísera codicia
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con libertad
paciendo iba sin freno:
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540
|
la ley,
derecho, el fuero y la justicia
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era lo que
Valdivia había por bueno,
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remiso en graves culpas y
piadoso,
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|
y en los casos
livianos riguroso.
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Así el ingrato
pueblo Castellano,
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545
|
en mal y
estimación iba creciendo,
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y siguiendo el
soberbio intento vano
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tras su fortuna
próspera corriendo:
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pero el Padre
del cielo soberano
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atajó este
camino, permitiendo
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550
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que aquel a
quien él mismo puso el yugo
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fuese el
cuchillo y áspero verdugo.
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El estado
araucano acostumbrado
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a dar leyes,
mandar y ser temido,
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viéndose de su
trono derribado,
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555
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y de mortales
hombres oprimido;
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de adquirir libertad
determinado,
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reprobando el
subsidio padecido,
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acude al
ejercicio de la espada,
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ya por la paz
ociosa desusada.
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560 [27]
|
Dieron señal
primero y nuevo tiento
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(por ver con
qué rigor se tomaría)
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en dos soldados
nuestros, que a tormento
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mataron sin
razón y causa un día:
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disimulose
aquel atrevimiento,
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565
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y con esto
crecioles la osadía;
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no aguardando a
más tiempo, abiertamente
|
|
comienzan a
llamar y juntar gente.
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Principio fue
del daño no pensado
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el no tomar
Valdivia presta enmienda
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570
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con ejemplar
castigo del estado;
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pero nadie
castiga en su hacienda:
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el pueblo sin
temor desvergonzado
|
|
con nueva
libertad rompe la rienda
|
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del homenaje
hecho y la promesa,
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575
|
como el segundo
canto aquí lo expresa.
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