Virtud difícil y difícil prueba
|
|
es guardar el
secreto peligroso,
|
|
que la
dificultad bien clara prueba
|
|
cuánto es sano,
seguro y provechoso;
|
|
y el poco fruto
y mucho mal que lleva
|
5
|
el vicio inútil
del hablar dañoso:
|
|
ejemplo los de
Líbico homicidas,
|
|
y otros que les costó el hablar
las vidas.
|
|
Veranse por los
ojos y escrituras
|
|
en los presentes tiempos y
pasados
|
10
|
cruëldades, ruïnas,
desventuras,
|
|
infamias,
puniciones de pecados,
|
|
grandes yerros en grandes
coyunturas,
|
|
pérdidas de
personas y de estados:
|
|
todo por no
sufrir el indiscreto
|
15
|
la peligrosa
carga del secreto.
|
[232]
|
De los vicios
el menos de provecho
|
|
y por donde más
daño a veces viene,
|
|
es el no
retener el fácil pecho
|
|
el secreto
hasta el tiempo que conviene:
|
20
|
rompe y deshace
al fin todo lo hecho,
|
|
quita la fuerza
que la industria tiene,
|
|
guerra,
furor, discordia, fuego enciende:
|
|
al propio dueño
y al amigo vende.
|
|
Por esto el
sabio hijo de Pillano
|
25
|
la causa a sus
soldados encubría
|
|
de no dejar
salir gente a lo llano,
|
|
siguiendo la
vitoria de aquel día:
|
|
y el retirado
campo castellano,
|
|
seguro a paso
largo por la vía,
|
30
|
como dije, la
furia quebrantada,
|
|
toma de la
ciudad la vuelta usada.
|
|
Usar Lautaro
desta maña, entiendo
|
|
que fuese para
algún sagaz intento,
|
|
el cual, por
congeturas, comprehendo
|
35
|
ser de gran
importancia y fundamento.
|
|
Dejado esto a
su tiempo y revolviendo
|
|
a los nuestros,
que así del fuerte asiento
|
|
se alejan, a
tres leguas otro día
|
|
hicieron alto,
asiento y ranchería.
|
40
|
Dos días los
españoles estuvieron
|
|
haciendo de los
bravos aguardando;
|
|
pero jamás los bárbaros
vinieron,
|
|
ni gente
pareció del otro bando:
|
|
al fin dos de
los nuestros se atrevieron
|
45
|
a ver el fuerte
y cerca de él llegando,
|
|
oyeron una voz
alta del muro
|
|
diciéndoles:
«Llegaos, que os doy seguro.»
|
[233]
|
Al uno por su
nombre lo llamaba,
|
|
con el cierto
seguro prometido,
|
50
|
el cual,
dejando al otro, se llegaba
|
|
por conocer
quién era el atrevido:
|
|
Llegado el
español junto a la cava,
|
|
el de la voz
fue luego conocido,
|
|
que era el
gallardo hijo de Pillano,
|
55
|
tratado dél un
tiempo como hermano.
|
|
Estaba de un
lustroso peto armado
|
|
con sobrevista
de oro guarnecida,
|
|
en una gruesa
pica recostado
|
|
por el ferrado
regatón asida:
|
60
|
el ancho y duro
hierro colorado
|
|
y de sangre la
media asta teñida;
|
|
puesta de
limpio acero una celada
|
|
abierta por mil
partes y abollada.
|
|
Llegado el
español donde podía
|
65
|
hablarle y
entenderle claramente,
|
|
el bizarro
Lautaro le decía:
|
|
«Marcos, de ti
me espanto extrañamente
|
|
y de esa tu
ignorante compañía,
|
|
que
sin razón y seso, ciegamente
|
70
|
penséis así de
mi opinión mudarme
|
|
y ser bastantes
todos a enojarme.
|
|
»¿Qué intento
os mueve o qué furor insano,
|
|
que así queréis
tiranizar la tierra?
|
|
¿No veis que
todo agora está en mi mano,
|
75
|
el bien vuestro
y el mal, la paz, la guerra?
|
|
¿No veis que el
nombre y crédito araucano
|
|
los levantados
ánimos atierra?
|
|
¿Que sólo el
son al mundo pone miedo
|
|
y quebranta las
fuerzas y el denuedo?
|
80 [234]
|
»En los pueblos no fuistes
poderosos
|
|
de defender las propias
posesiones,
|
|
que es cosa que
aun los pájaros medrosos
|
|
hacen rostro en
su nido a los leones:
|
|
¿y en los
desiertos campos pedregosos
|
85
|
pensáis de
sustentar los pabellones,
|
|
en tiempo que
estáis más amedrentados,
|
|
y más vuestros
contrarios animados?
|
|
»Es, a mi
parecer, loca osadía
|
|
querer contra
nosotros sustentaros,
|
90
|
pues ni por
arte, maña ni otra vía
|
|
podéis en
nuestro daño aprovecharos:
|
|
si lo queréis
llevar por valentía,
|
|
baste el
presente estrago a escarmentaros;
|
|
que fresca
sangre aún vierten las heridas,
|
95
|
y della aquí
las yerbas veo teñidas.
|
|
»Pues dejar yo jamás de
perseguiros,
|
|
según que lo
juré, será excusado;
|
|
hasta dentro de
España he de seguiros,
|
|
que así lo he
prometido al gran senado;
|
100
|
mas si queréis
en tiempo reduciros,
|
|
haciendo lo que
aquí os será mandado,
|
|
saldré de la
promesa y juramento,
|
|
y vosotros
saldréis de perdimiento.
|
|
»Treinta mujeres vírgines
apuestas
|
105
|
por tal
concierto habéis de dar cada año,
|
|
blancas, rubias, hermosas, bien
dispuestas,
|
|
de quince años
a veinte, sin engaño:
|
|
Han de ser
españolas; y tras éstas,
|
|
treinta capas
de verde y fino paño,
|
110
|
y otras treinta
de púrpura, tejidas
|
|
con fino hilo
de oro guarnecidas:
|
[235]
|
»También doce
caballos poderosos
|
|
nuevos y
ricamente enjaezados,
|
|
domésticos,
ligeros y furiosos,
|
115
|
debajo de la
rienda concertados:
|
|
y seis diestros
lebreles animosos
|
|
en la caza me
habéis de dar cebados:
|
|
este solo
tributo estorbaría
|
|
lo que estorbar
el mundo no podría.»
|
120
|
Atento el
castellano le escuchaba,
|
|
estando de la
plática gustoso;
|
|
mas cuando a
estas razones allegaba
|
|
no pudo aquí
tener ya más reposo:
|
|
así impaciente
al bárbaro atajaba,
|
125
|
diciéndole: «No
estés tan orgulloso,
|
|
que las parias
que pides, ¡oh Lautaro!
|
|
te costarán, si
esperas, presto caro.
|
|
»En pago de tu
loco atrevimiento
|
|
te darán
españoles por tributo
|
130
|
cruda muerte,
con áspero tormento,
|
|
y Arauco
cubrirán de eterno luto.»
|
|
Lautaro dijo:
«Es eso hablar al viento;
|
|
sobre ello,
Marcos, más yo no disputo;
|
|
las armas, no
la lengua, han de tratarlo
|
135
|
y la fuerza y
valor determinarlo.
|
|
»Libre puedes
decir lo que quisieres,
|
|
como aquel que
seguro le está dado;
|
|
que tú después
harás lo que pudieres,
|
|
y yo podré
hacer lo que he jurado:
|
140
|
tratemos de otras cosas de
placeres,
|
|
quede para su
tiempo comenzado;
|
|
y quiérote mostrar,
pues tiempo hallo,
|
|
una lucida
escuadra de caballo.
|
[236]
|
»Que, para que
no andéis tan al seguro,
|
145
|
acuerdo de
tener también caballos,
|
|
y de imponer
mis súbditos procuro
|
|
a saberlos
tratar y gobernallos.»
|
|
Esto dijo
Lautaro y desde el muro
|
|
a seis
dispuestos mozos sus vasallos
|
150
|
mandó que en seis caballos
cabalgasen,
|
|
y por delante dél los paseasen.
|
|
Por las dos
puentes, a la vez caladas,
|
|
salieron a
caballo seis chilcanos,
|
|
pintadas y anchas dargas
embrazadas,
|
155
|
gruesas lanzas terciadas en las
manos;
|
|
vestidas fuertes cotas, y
tocadas
|
|
las cabezas al
modo de africanos,
|
|
mantos por las caderas
derribados,
|
|
los brazos
hasta el codo arremangados:
|
160
|
y con airosa
muestra, por delante
|
|
del atento español
dos vueltas dieron;
|
|
pero ni de su
puesto y buen semblante,
|
|
punto
que se notase le movieron:
|
|
antes con
muestra y ánimo arrogante,
|
165
|
en alta voz,
que todos lo entendieron,
|
|
(que el muro
estaba ya lleno de gente),
|
|
habló así con
Lautaro libremente.
|
|
«En vano, ¡oh
capitán! cierto trabaja
|
|
quien pretende
con fieros espantarme;
|
170
|
no estimo lo
que ves en una paja,
|
|
ni alardes
pueden punto amedrentarme:
|
|
y por mostrar
si temo la ventaja,
|
|
yo solo con los
seis quiero probarme,
|
|
do verás que a
seis mil seré bastante:
|
175
|
vengan luego a
la prueba aquí delante.»
|
[237]
|
Lautaro
respondió: «Marcos, si mueres
|
|
tanto por nos
mostrar tu fuerza y brío,
|
|
el mínimo que
de ellos escogieres
|
|
a pie vendrá
contigo en desafío
|
180
|
del modo y la
manera que quisieres:
|
|
elige armas y
campo a tu albedrío,
|
|
ora con ellas,
ora desarmados,
|
|
a puños, coces, uñas y a
bocados.»
|
|
El español le
dijo: «Yo te digo
|
185
|
que mi honor en
tal caso no consiente
|
|
darles uno por
uno su castigo,
|
|
porque jamás se
diga entre la gente
|
|
que cuerpo a
cuerpo bárbaro conmigo
|
|
en campo osase
entrar singularmente:
|
190
|
por tanto, si
no quieres lo que pido,
|
|
no quiero yo
aceptar otro partido.»
|
|
No vinieron en
esto a concertarse:
|
|
después por otras cosas
discurrieron;
|
|
pero, llegado el
tiempo de apartarse,
|
195
|
del bárbaro los
dos se despidieron.
|
|
Vueltos a su
camino, oyen llamarse,
|
|
y a la voz
conocida revolvieron,
|
|
que era el
mesmo Lautaro quien llamaba,
|
|
diciendo: «Una
razón se me olvidaba.
|
200
|
»Tengo mi gente
triste y afligida,
|
|
con gran
necesidad de bastimento,
|
|
que me falta
del todo la comida
|
|
por orden mala
y poco regimiento:
|
|
pues la tenéis
de sobra recogida,
|
205
|
haced un
liberal repartimiento
|
|
proveyéndonos
della, que a mi cuenta
|
|
más la gloria y
honor vuestro acrecienta:
|
[238]
|
»Que en el
ínclito Estado es uso antiguo,
|
|
y entre buenos
soldados ley guardada,
|
210
|
alimentar
la fuerza al enemigo
|
|
para sólo
oprimirle por la espada:
|
|
Estad, Marcos,
atento a lo que digo,
|
|
y entended que
será cosa loada,
|
|
que digan que
las fuerzas sojuzgastes
|
215
|
que para mayor
triunfo alimentastes.
|
|
»Que se llame
vitoria yo lo dudo
|
|
cuando el
contrario a tal extremo viene,
|
|
que, en aquello
que nunca el valor pudo,
|
|
la hambre
miserable poder tiene,
|
220
|
y al fuerte
brazo indómito y membrudo
|
|
lo debilita,
doma y lo detiene,
|
|
y así por bajo
modo y estrecheza,
|
|
viene a parecer
fuerte la flaqueza.»
|
|
Era, Señor, su
intento que pensase
|
225
|
ser la
necesidad, fingida, cierta,
|
|
para que
nuestra gente se animase,
|
|
de industria
abriendo aquella falsa puerta;
|
|
y con esto
inducirla a que esperase,
|
|
teniendo así su
astucia más cubierta,
|
230
|
hasta que el
fin llegase deseado
|
|
del cauteloso
engaño fabricado.
|
|
Marcos, de las
palabras conmovido,
|
|
le dice: «Yo
prometo de intentallo
|
|
por sólo esas razones que has
movido,
|
235
|
y hacer todo el
poder en procurallo.»
|
|
Habiéndose con
esto despedido,
|
|
revolviendo las
riendas al caballo,
|
|
él y su
compañero caminaron
|
|
hasta que al
español campo llegaron.
|
240 [239]
|
De todo al
punto Villagrá informado
|
|
cuanto a
Marcos, Lautaro dicho había,
|
|
sospechoso,
confuso y admirado
|
|
de ver que
bastimentos le pedía:
|
|
era sagaz,
celoso y recatado,
|
245
|
revolviendo la
presta fantasía,
|
|
los secretos designios
comprehende,
|
|
y el peligroso
estado y trance entiende;
|
|
y en el presto
remedio resoluto,
|
|
cuando el mundo
se muestra más escuro,
|
250
|
sin tocar
trompa, del peligro instruto,
|
|
toma el camino
a la ciudad seguro,
|
|
maravillado del
ardid astuto;
|
|
pero de nuestra
gente ahora no curo,
|
|
que quiero
antes decir el modo extraño
|
255
|
de la ingeniosa
astucia y nuevo engaño.
|
|
Aún no era bien
la nueva luz llegada,
|
|
cuando
luego los bárbaros supieron
|
|
la súbita
partida y retirada,
|
|
que no con poca
muestra lo sintieron,
|
260
|
viendo claro
que al fin de la jornada
|
|
por un espacio
breve no pudieron
|
|
hacer en los
cristianos tal matanza
|
|
que nadie
dellos más tomara lanza.
|
|
Que aquel sitio
cercado de montaña,
|
265
|
que es en un
bajo y recogido llano,
|
|
de acequias
copiosísimas se baña
|
|
por zanjas con
industria hechas a mano:
|
|
Rotas al
nacimiento, la campaña
|
|
se hace en
breve un lago y gran pantano;
|
270
|
la tierra es
honda, floja, anegadiza,
|
|
hueca, falsa,
esponjada y movediza.
|
[240]
|
Quedaran, si
las zanjas se rompieran,
|
|
en agua
aquellos campos empapados;
|
|
moverse los
caballos no pudieran
|
275
|
en pegajosos
lodos atascados,
|
|
adonde, si
aguardaran, los cogieran
|
|
como en liga a
los pájaros cebados:
|
|
que ya Lautaro,
con despacho presto,
|
|
había en ejecución el ardid
puesto.
|
280
|
Triste por la
partida y con despecho
|
|
la fuerza
desampara el mismo día,
|
|
y el camino de
Arauco más derecho,
|
|
marcha con su
escuadrón de infantería:
|
|
Revuelve y
traza en el cuidoso pecho
|
285
|
diversas cosas, y en ninguna
había
|
|
el consuelo y
disculpa que buscaba,
|
|
y entre sí
razonando sospiraba,
|
|
diciendo: «¿Qué
color puede bastarme
|
|
para ser de
esta culpa reservado?
|
290
|
¿No pretendí yo
mucho de encargarme
|
|
de cosa que me
deja bien cargado?
|
|
¿De quién sino
de mí puedo quejarme,
|
|
pues todo por
mi mano se ha guiado?
|
|
¿Soy yo quien
prometió en un año solo
|
295
|
de conquistar
del uno al otro polo?
|
|
»Mientras que
yo con tan lucida gente
|
|
ver el muro
español aún no he podido,
|
|
la luna ya tres
veces frente a frente
|
|
ha visto
nuestro campo mal regido:
|
300
|
y el carro de
Faetón resplandeciente
|
|
del Escorpio al
Acuario ha discurrido;
|
|
y al fin damos
la vuelta maltratados
|
|
con pérdida de
más de cien soldados.
|
[241]
|
»Si
con morir tuviese confianza
|
305
|
que una
vergüenza tal se colorase,
|
|
haría a mi
inútil brazo que esta lanza
|
|
el débil
corazón me atravesase;
|
|
pero daría de
mí mayor venganza
|
|
y gloria al
enemigo, si pensase
|
310
|
que temí más su
brazo poderoso
|
|
que el flaco
mío cobarde y temeroso;
|
|
»yo juro al
infernal poder eterno,
|
|
si la muerte en
un año no me atierra,
|
|
de echar de
Chile el español gobierno,
|
315
|
y de sangre
empapar toda la tierra:
|
|
ni mudanza,
calor, ni crudo invierno
|
|
podrán romper
el hilo de la guerra,
|
|
y dentro del
profundo reino escuro
|
|
no se verá
español de mí seguro.»
|
320
|
Hizo también
solemne juramento
|
|
de no volver
jamás al nido caro,
|
|
ni del agua,
del sol, sereno y viento
|
|
ponerse a la
defensa ni al reparo:
|
|
ni de tratar en
cosas de contento
|
325
|
hasta que el
mundo entienda de Lautaro
|
|
que cosa no
emprendió dificultosa
|
|
sin darla, con
valor, salida honrosa.
|
|
En esto le
parece que aflojaba
|
|
la cuerda del
dolor, que a veces tanto
|
330
|
con grave y
dura afrenta le apretaba
|
|
que de perder
el seso estuvo a canto:
|
|
así el feroz
Lautaro caminaba,
|
|
y al fin de
tres jornadas entretanto
|
|
que esperado
tiempo se avecina,
|
335
|
se aloja en una
vega a la marina;
|
[242]
|
junto adonde
con recio movimiento
|
|
baja de un
monte Itata caudaloso,
|
|
atravesando
aquel umbroso asiento
|
|
con sesgo
curso, grave y espacioso:
|
340
|
los árboles
provocan a contento,
|
|
el viento sopla
allí más amoroso,
|
|
burlando con
las tiernas florecillas,
|
|
rojas, azules, blancas y
amarillas.
|
|
Siete leguas de
Penco justamente
|
345
|
es esta
deleitosa y fértil tierra,
|
|
abundante,
capaz y suficiente
|
|
para poder sufrir
gente de guerra:
|
|
Tiene cerca a
la banda del Oriente
|
|
la grande
cordillera y alta sierra,
|
350
|
de donde el
raudo Itata apresurado
|
|
baja
a dar su tributo al mar salado.
|
|
Fue un tiempo
de españoles; pero había
|
|
la prometida fe
ya quebrantado,
|
|
viendo que la
fortuna parecía
|
355
|
declarada de
parte del Estado;
|
|
el cual veinte
y dos leguas contenía,
|
|
éste era su
distrito señalado;
|
|
pero tan grande
crédito alcanzaba
|
|
que toda la
nación le respetaba.
|
360
|
Los españoles
ánimos briosos
|
|
éste los puso humildes por el
suelo;
|
|
éste los bajos, tristes y
medrosos
|
|
hace que se
levanten contra el cielo,
|
|
y los extraños pueblos
poderosos
|
365
|
de miedo de
éste viven con recelo;
|
|
los remotos, vecinos y
extranjeros
|
|
se rinden y someten a sus
fueros.
|
[243]
|
Pues la flor
del Estado deseando
|
|
estaba al tardo
tiempo en esta vega,
|
370
|
tardo para
quien gusto está esperando;
|
|
que al que no
espera bien, bien presto llega:
|
|
pero, el tiempo
y sazón apresurando,
|
|
a sus valientes
bárbaros congrega,
|
|
y antes que se
metiesen en la vía,
|
375
|
estas breves razones les decía.
|
|
«Amigos, si
entendiese que el deseo
|
|
de combatir,
sin otro miramiento,
|
|
y la fogosa
gana, que en vos veo,
|
|
fuese de la
vitoria el fundamento,
|
380
|
hágoos saber de
mí que cierto creo
|
|
estar en
vuestra mano el vencimiento:
|
|
y un paso atrás
volver no me hiciera,
|
|
si el mundo
sobre mí todo viniera.
|
|
»Mas no es sólo
con ánimo adquirida
|
385
|
una cosa
difícil y pesada:
|
|
¿qué aprovecha
el esfuerzo sin medida,
|
|
si tenemos la
fuerza limitada?
|
|
Mas ésta,
aunque con límite, regida
|
|
por industrioso
ingenio y gobernada,
|
390
|
de duras y de
muy dificultosas
|
|
hace llanas y fáciles las
cosas.
|
|
»¿Cuántos vemos
el crédito perdido
|
|
en afrentoso y
mísero destierro
|
|
por sólo haber
sin término ofrecido
|
395
|
el pecho osado
al enemigo hierro?
|
|
Que no es valor, mas antes es
tenido
|
|
por loco,
temerario y torpe yerro;
|
|
valor
es ser al orden obediente,
|
|
y locura sin
orden ser valiente.
|
400 [244]
|
»Como en este
negocio y gran jornada
|
|
con tanto
esfuerzo así nos destruimos,
|
|
fue porque no
miramos jamás nada
|
|
sino al ciego
apetito a quién seguimos:
|
|
que a no
perder, por furia anticipada,
|
405
|
el tiempo y
coyuntura que tuvimos,
|
|
no quedara
español ni cosa alguna
|
|
a la
disposición de la fortuna.
|
|
»Si al entrar
de la fuerza reportados
|
|
allí algún
sufrimiento se tuviera,
|
410
|
fueran vuestros
esfuerzos celebrados,
|
|
pues ningún enemigo se nos
fuera:
|
|
en la ciudad
estaban descuidados:
|
|
con la gente
que andaba por de fuera
|
|
hiciéramos un
hecho y una suerte
|
415
|
que no la
consumieran tiempo y muerte.
|
|
»Pero quiero
poneros advertencia
|
|
que habéis por
la razón de gobernaros,
|
|
haciendo al
movimiento resistencia
|
|
hasta que la
sazón venga a llamaros:
|
420
|
y no salirme un
punto de obediencia,
|
|
ni a lo que no
os mandare adelantaros;
|
|
que en el
inobediente y atrevido
|
|
haré ejemplar
castigo nunca oído.
|
|
»Y, pues
volvemos ya donde se muestra
|
425
|
nuestro poco
valor, por mal regidos,
|
|
en fe que
habéis de ser, alzo la diestra,
|
|
en el primer honor restituidos,
|
|
o el campo
regará la sangre nuestra,
|
|
y habemos de
quedar en él tendidos
|
430
|
por pasto de las brutas bestias
fieras,
|
|
y de las sucias aves
carniceras.»
|
[245]
|
Con esto fue la
plática acabada
|
|
y la trompeta a
levantar tocando,
|
|
dieron nuevo
principio a su jornada,
|
435
|
con la usada
presteza caminando:
|
|
yendo así, al
descubrir de una ensenada,
|
|
por Mataquito a
la derecha entrando,
|
|
un bárbaro
encontraron por la vía,
|
|
que del pueblo
les dijo que venía.
|
440
|
Éste les afirmó
con juramento
|
|
que en Mapochó
se sabe su venida,
|
|
ora les dio la
nueva della el viento,
|
|
ora de espías solícitas
sabida:
|
|
también que de
copioso bastimento
|
445
|
estaba
la ciudad ya prevenida,
|
|
con defensas,
reparos, provisiones,
|
|
pertrechos, aparatos,
municiones.
|
|
Certificado bien
Lautaro desto,
|
|
muda el primer
intento que traía,
|
450
|
viendo ser
temerario presupuesto
|
|
seguirle con
tan poca compañía:
|
|
piensa juntar
más gentes, y de presto
|
|
un fuerte asiento,
que en el valle había,
|
|
con ingenio y
cuidado diligente
|
455
|
comienza a
reforzarle nuevamente.
|
|
Con la priesa
que dio, dentro metido,
|
|
y ser dispuesto
el sitio y reparado,
|
|
fue en breve
aquel lugar fortalecido,
|
|
de foso y
fuerte muro rodeado:
|
460
|
Gente a la fama
desto había acudido,
|
|
codiciosa del
robo deseado:
|
|
forzoso me es
pasar de aquí corriendo
|
|
que siento en
nuestro pueblo un gran estruendo.
|
[246]
|
Sábese en la
ciudad por cosa cierta
|
465
|
que a toda
furia el hijo de Pillano,
|
|
guiando un
escuadrón de gente experta,
|
|
viene sobre
ella con armada mano:
|
|
el súbito temor
puso en alerta
|
|
y confusión al
pueblo castellano;
|
470
|
mas la sangre,
que el miedo helado había,
|
|
de un ardiente
coraje se encendía.
|
|
A las armas acuden los briosos,
|
|
y aquellos que los años
agravaban,
|
|
con industrias
y avisos provechosos
|
475
|
la tierra y
partes flacas reparaban:
|
|
tras estos,
treinta mozos animosos
|
|
y un astuto
caudillo se aprestaban,
|
|
que con algunos
bárbaros amigos
|
|
fuesen a descubrir los
enemigos.
|
480
|
Villagrá a la
sazón no residía
|
|
en el pueblo
español alborotado,
|
|
que para la
Imperial partido había
|
|
por camino de
Arauco desviado:
|
|
mas ya con
nueva gente revolvía,
|
485
|
y junto de do
el bárbaro cercado
|
|
de gruesos
troncos y fagina estaba,
|
|
sin saberlo una
noche se alojaba.
|
|
Cuando la
alegre y fresca aurora vino,
|
|
y él la nueva
jornada comenzaba,
|
490
|
al calar de una
loma, en el camino
|
|
un comarcano
bárbaro encontraba,
|
|
el
cual le dio la nueva del vecino
|
|
campo y razón
de cuanto en él pasaba;
|
|
que todo bien
el mozo lo sabía,
|
495
|
como aquel que
a robar de allá venía.
|
[247]
|
Entendió el
español del indio cuanto
|
|
el bárbaro
enemigo determina,
|
|
y cómo allega
gentes, entretanto
|
|
que el oportuno
tiempo se avecina:
|
500
|
no puso a los
cautenes esto espanto,
|
|
y más cuando
supieron que vecina
|
|
venía también
la gente nuestra armada,
|
|
que dellos aún
no estaba una jornada.
|
|
Villagrán le
pregunta si podría
|
505
|
ganar al
araucano la albarrada:
|
|
sonriéndose el
indio respondía
|
|
ser cosa de
intentar bien excusada,
|
|
por el reparo y
sitio que tenía,
|
|
y estar por las espaldas
abrigada
|
510
|
de una tajada y
peñascosa sierra,
|
|
que por aquella
parte el fuerte cierra.
|
|
Díjole
Villagrán: «Yo determino
|
|
por esa
relación tuya guiarme,
|
|
y abrir por la
montaña alta el camino,
|
515
|
que quiero a
cualquier cosa aventurarme;
|
|
y si donde está
el campo lautarino
|
|
en una noche
puedes tú llevarme,
|
|
del trabajo
serás gratificado
|
|
y al fuego, si
me mientes, entregado.»
|
520
|
Sin temor dice
el bárbaro: «Yo juro
|
|
en menos de una
noche de llevarte
|
|
por difícil
camino, aunque seguro;
|
|
desta palabra
puedes confiarte:
|
|
de Lautaro
después no te aseguro,
|
525
|
ni tu gente y
amigos serán parte
|
|
a que, si vais
allá, no os coja a todos
|
|
y os dé civiles muertes de mil
modos.»
|
[248]
|
No le movió el
temor que le ponía
|
|
a Villagrán el
bárbaro guerrero
|
530
|
que, visto cuán
sin miedo se ofrecía,
|
|
le pareció de
trato verdadero;
|
|
y a la gente
del pueblo, que venía,
|
|
despacha un
diligente mensajero,
|
|
para que con la
priesa conveniente
|
535
|
con él venga a
juntarse brevemente.
|
|
Pues otro día
allí juntos, se dejaron
|
|
ir por do quiso
el bárbaro guiallos,
|
|
y en la cerrada
noche no cesaron
|
|
de
afligir con espuelas los caballos.
|
540
|
Después se
contará lo que pasaron,
|
|
que cumple por
agora aquí dejallos
|
|
por decir la
venida en esta tierra
|
|
de quien dio
nuevas fuerzas a la guerra.
|
|
Hasta aquí lo
que en suma he referido
|
545
|
yo no estuve,
Señor, presente a ello,
|
|
y así, de
sospechoso, no he querido
|
|
de parciales
intérpretes sabello;
|
|
de ambas las mismas partes lo
he aprendido,
|
|
y pongo
justamente sólo aquello
|
550
|
en que todos
concuerdan y confieren,
|
|
y en lo que en
general menos difieren.
|
|
Pues que, en
autoridad de lo que digo,
|
|
vemos que hay
tanta sangre derramada,
|
|
prosiguiendo
adelante, yo me obligo,
|
555
|
que irá la
historia más autorizada;
|
|
podré ya
discurrir como testigo,
|
|
que fui
presente a toda la jornada,
|
|
sin cegarme
pasión, de la cual huyo,
|
|
ni quitar a
ninguno lo que es suyo.
|
560 [249]
|
Pisada en esta
tierra no han pisado
|
|
que no haya por
mis pies sido medida;
|
|
golpe ni
cuchillada no se ha dado,
|
|
que no diga de
quién es la herida;
|
|
de las pocas
que di estoy disculpado,
|
565
|
pues tanto por mirar embebecida
|
|
truje la mente
en esto y ocupada,
|
|
que se olvidaba
el brazo de la espada.
|
|
Si causa me
incitó a que yo escribiese
|
|
con mi pobre
talento y torpe pluma,
|
570
|
fue que tanto
valor no pereciese,
|
|
ni el tiempo
injustamente lo consuma:
|
|
que el
mostrarme yo sabio me moviese,
|
|
ninguno que lo
fuere lo presuma;
|
|
que, cierto,
bien entiendo mi pobreza,
|
575
|
y de las flacas
sienes la estrecheza.
|
|
De mi poco
caudal bastante indicio
|
|
y testimonio
aquí patente queda;
|
|
va la verdad
desnuda de artificio,
|
|
para que más
segura pasar pueda;
|
580
|
pero, si fuera
desto lleva vicio,
|
|
pido que por
merced se me conceda
|
|
se mire en esta
parte el buen intento,
|
|
que es sólo de
acertar y dar contento.
|
|
Que aunque la
barba el rostro no ha ocupado,
|
585
|
y la pluma a
escrebir tanto se atreve
|
|
que
de crédito estoy necesitado,
|
|
pues tan poco a
mis años se le debe;
|
|
espero que
será, Señor, mirado
|
|
el celo justo y
causa que me mueve:
|
590
|
y esto y la
voluntad se tome en cuenta
|
|
para que algún
error se me consienta.
|
[250]
|
Quiero dejar a
Arauco por un rato;
|
|
que para mi
discurso es importante
|
|
lo que forzado
aquí del Perú trato,
|
595
|
aunque de su
comarca es bien distante:
|
|
y para que se
entienda más barato,
|
|
y con facilidad
lo de adelante,
|
|
si Lautaro me
deja, diré en breve
|
|
la gente que en
su daño ahora se mueve.
|
600
|
El marqués de
Cañete era llegado,
|
|
a la ciudad
insigne de Los Reyes,
|
|
de Carlos
Quinto Máximo enviado
|
|
a la guarda y
reparo de sus leyes:
|
|
éste fue por sus partes
señalado
|
605
|
para virey de
donde dos vireyes
|
|
por los rebeldes brazos
atrevidos
|
|
habían sido a
la muerte conducidos.
|
|
Oliendo el
virey nuevo las pasiones
|
|
y maldades por uso
introducidas,
|
610
|
el ánimo
dispuesto a alteraciones,
|
|
en leal
apariencia entretegidas;
|
|
los agravios,
insultos y traiciones,
|
|
con tanta
desvergüenza cometidas;
|
|
viendo, que aun
el tirano no hedía,
|
615
|
que, aunque
muerto, de fresco se bullía;
|
|
entró como
sagaz y receloso,
|
|
no mostrando el
cuchillo y duro hierro,
|
|
que fuera en
aquel tiempo peligroso,
|
|
y dar con
hierro en un notable yerro:
|
620
|
mostrándose
benigno y amoroso,
|
|
trayéndoles la
mano por el cerro,
|
|
hasta tomar el
paso a la malicia,
|
|
y dar más
fuerza y mano a la justicia.
|
[251]
|
En tanto que
las cosas disponía,
|
625
|
para limpiar
del todo las maldades,
|
|
quitando las justicias, las
ponía
|
|
de su mano por
todas las ciudades;
|
|
éstas eran
personas que entendía
|
|
haber en ellas justas
calidades,
|
630
|
de Dios, del
Rey, del mundo temerosas,
|
|
en semejantes cargos
provechosas.
|
|
Entretenía la
gente y sustentaba
|
|
con
son de un general repartimiento,
|
|
y el más
culpado más premio esperaba,
|
635
|
fundado en el
pasado regimiento.
|
|
El marqués
entretanto se informaba,
|
|
llevando deste
error diverso intento,
|
|
que no sólo dio
pena a los culpados;
|
|
mas renovó los yerros
perdonados;
|
640
|
pues cuando con
el tiempo ya pensaron
|
|
que estaban sus
insultos encubiertos,
|
|
en público
pregón se renovaron,
|
|
y fueron con
castigo descubiertos:
|
|
que casi en los
más pueblos que pecaron
|
645
|
amanecieron en
un tiempo muertos
|
|
aquellos que
con más poder y mano
|
|
habían seguido
el bando del tirano.
|
|
No condeno,
Señor, los que murieron,
|
|
pues fueron perdonados y
admitidos,
|
650
|
cuando a
vuestro servicio en sazón fueron
|
|
y en importante
tiempo reducidos,
|
|
quedando los
errores que tuvieron
|
|
a vuestra gran
clemencia remitidos,
|
|
de vos sólo,
Señor, es el juzgarlos,
|
655
|
y el poderlos
salvar o condenarlos.
|
[252]
|
Dar mi decreto
en esto yo no puedo,
|
|
que siempre en
casos de honra lo rehúso:
|
|
sólo digo el
terror y extraño miedo
|
|
que en la gente
soberbia el marqués puso
|
660
|
con el castigo,
a la sazón acedo,
|
|
dejando el
reino atónito y confuso,
|
|
del temerario
hecho tan dudoso,
|
|
que aun era
imaginarlo peligroso.
|
|
A quien hallaba
culpa conocida,
|
665
|
del Perú le
destierra en penitencia,
|
|
que es entre
ellos la afrenta más sentida
|
|
y que más
examina la paciencia:
|
|
el justo de ejemplar
y llana vida,
|
|
temeroso
escudriña la conciencia,
|
670
|
viendo el rigor
de la justicia airada,
|
|
que ya
desenvainado había la espada.
|
|
Y algunos capitanes y soldados,
|
|
que con lustre
sirvieron en la guerra
|
|
y esperaban de
ser gratificados,
|
675
|
conforme a los
humores de la tierra,
|
|
recelando
tenerlos agraviados,
|
|
del reino en
son de presos los destierra,
|
|
remitiendo las
pagas a la mano
|
|
de rey tan
poderoso y soberano.
|
680
|
Esto
puso suspensa más la gente;
|
|
la causa del
destierro no sabiendo,
|
|
no entiende si
es injusta o justamente;
|
|
sólo sabe
callar y estar tremiendo:
|
|
teme la furia y
el rigor presente
|
685
|
y a inquirir la
razón no se atreviendo,
|
|
tiende a
cualquier rumor atento oído;
|
|
mas no puede
sentir más del ruïdo.
|
[253]
|
Temor, silencio y confusión
andaba,
|
|
atónita la
gente discurría,
|
690
|
nadie la oculta
causa preguntaba,
|
|
que aun
preguntar error le parecía:
|
|
por saber, uno
a otro se miraba,
|
|
y el más sabio los hombros
encogía,
|
|
temiendo el
golpe del furor presente,
|
695
|
movido al
parecer por accidente.
|
|
Fue hecho tan
sagaz, grande y osado,
|
|
que pocos con
razón le van delante,
|
|
asaz en estos
tiempos celebrado,
|
|
y a los ánimos
sueltos importante;
|
700
|
por él quedó el
Perú atemorizado,
|
|
temerario,
rebelde y arrogante,
|
|
y a la justicia
el paso más seguro,
|
|
con mayor esperanza
en lo futuro.
|
|
Así enfrenó el
Perú con un bocado,
|
705
|
que no le
romperá jamás la rienda,
|
|
haciendo al
ambicioso y alterado
|
|
contentarse con
sola su hacienda;
|
|
y el bullicio y
deseo desordenado,
|
|
le redujo a
quietud y nueva emienda:
|
710
|
que poco lo mal
puesto permanece,
|
|
como por la
experiencia al fin parece.
|
|
Quien antes no
pensaba estar contento
|
|
con veinte o
treinta mil pesos de renta,
|
|
enfrena de tal
suerte el pensamiento
|
715
|
que sólo con la
vida se contenta:
|
|
después hizo el
marqués repartimiento
|
|
entre los
beneméritos de cuenta,
|
|
para esforzar
los ánimos caídos
|
|
y dar mayor tormento a los
perdidos.
|
720 [254]
|
Con ejemplos así y
acaecimientos,
|
|
¿cómo vemos que
tantos van errados,
|
|
que sobre arena
y frágiles cimientos
|
|
fabrican
edificios levantados?
|
|
Bien se muestran
sus flacos fundamentos;
|
725
|
pues por tierra
tan presto derribados
|
|
con afrentoso
nombre y voz los vemos,
|
|
huyendo
su infición cuanto podemos.
|
|
¡Oh vano error!
¡oh necio desconcierto,
|
|
del torpe que
con ánimo ignorante
|
730
|
no mira en el
peligro y paso incierto
|
|
las pisadas de
aquel que va delante,
|
|
teniendo, a costa
ajena, ejemplo cierto,
|
|
que el brazo
del amigo más constante
|
|
ha de esparcir
su sangre en su disculpa,
|
735
|
lavando allí la
espada de la culpa!
|
|
Quiero que esté
algún tiempo falsamente
|
|
sobre traidores
hombros sostenido,
|
|
que el viento
que se mueva de repente
|
|
le aflige,
altera y turba aquel ruïdo:
|
740
|
pues que cuando
la voz del rey se siente,
|
|
no hay son tan
duro y áspero al oído;
|
|
que tiene sólo
el nombre fuerza tanta
|
|
que los huesos
le oprime y le quebranta:
|
|
que le asome fortuna
algún contento,
|
745
|
¡con cuántos
sinsabores va mezclado!
|
|
aquel recelo,
aquel desabrimiento,
|
|
aquel triste
vivir tan recatado:
|
|
traga el duro
morir cada momento,
|
|
témese del que
está más confiado:
|
750
|
que la vida
antes libre y amparada
|
|
está sujeta ya
a cualquiera espada.
|
[255]
|
Negando al rey
la deuda y obediencia,
|
|
se somete al
más mínimo soldado,
|
|
poniendo en
contentarle diligencia,
|
755
|
con gran miedo
y solícito cuidado;
|
|
y aquellos más
amigos en presencia,
|
|
las lanzas le enderezan
al costado,
|
|
y sobre la
cabeza aparejadas
|
|
le están
amenazando mil espadas.
|
760
|
Cualquier
rumor, cualquiera voz le espanta,
|
|
cualquier
secreto piensa que es negarle:
|
|
si el brazo
mueve alguno y lo levanta
|
|
piensa el
triste que fue para matarle:
|
|
la soga
arrastra, el lazo a la garganta:
|
765
|
¿qué confianza
puede asegurarle?
|
|
pues mal el que
negar al rey procura
|
|
tendrá con un
tirano fe segura.
|
|
Si no bastare
verlos acabados
|
|
tan presto, y
que ninguno permanece,
|
770
|
y los rollos y términos
poblados
|
|
de quien tan
justamente lo merece;
|
|
bandos, casas,
linajes estragados,
|
|
con nombre que
los mancha y escurece;
|
|
baste
la obligación con que nacemos,
|
775
|
que a nuestro
rey y príncipe tenemos.
|
|
De un paso en
otro paso voy saliendo
|
|
del discurso y
materia que seguía;
|
|
pero aunque vaya
ciego discurriendo
|
|
por caminos más
ásperos sin guía,
|
780
|
del encendido
Marte el son horrendo
|
|
me hará que
atine a la derecha vía;
|
|
y así seguro
desto y confiado
|
|
me atrevo a
reposar, que estoy cansado.
|
|
|
|