El colmenero divino
Personas
que hablan en ella:
- El COLMENERO
- La ABEJA
- El OSO
- El PLACER
- El CUERPO
- El MUNDO
- PASTORES
- MÚSICA
- Un MANCEBO
Salen tres
SERRANAS y cinco PASTORES y cantan lo
siguiente
Contaros quiero las bodas
de
Cristóbal Salvador
con Olalla de la Igreja,
hija de
Pedro, pastor.
Lleva
el novio en casamiento
sus
naturalezas dos,
y en un
paramento branco
una
cruz con la pasión.
Lleva
en pratos de accidente,
un
cordero, que asó amor,
y sobre
él, para cobrille,
un
frutero de primor;
un
majuelo, en que la dota
la
tierra de promisión,
vino de treinta y tres años,
y una
eterna y fértil troj.
La
novia también le lleva
un
humilde corazón,
y en las niñas de sus ojos
dos huentes de
colación;
lleva
pensamientos castos,
y en
moneda de dolor
mil
escudos de firmeza,
de oro
sí, que cobre no.
Polidos
van novia y novia
a las
puertas del perdón,
do la
rosca los espera,
cuando
el sacristán canto:
"Come la rosca, novia bella,
come la
rosca y danos de ella;
come la
rosca, novia hermosa,
porque
te dure el pan de la boda;
que
aunque te la comas toda,
toda se
te queda entera.
Como la
rosca novia bella,
come la
rosca y danos de ella."
Aunque
le repartió el cura,
como de
antes se quedó,
y en
comiéndola la gente,
bailaron esta canción:
"Coman y gusten y
estimen las almas
este pan, mazapán de
amor,
que pues salva, es de Salvador
con ser
todo pan de fror."
Holgáronse los serranos,
y
echólos la bendición,
desde
las gradas, el cura,
contando de dos en dos:
"Pues a Olalla vella
a
Cristóbal dan,
coman y
gocen del pan de la boda
cuanto
en la villa están,
pues en
un bocado
para
todos hay,
y comido en gracia,
vida
eterna da.
Al
convite inmenso
de
Asuero real,
Mardoqueo se siente,
mas no
llegue Amán.
Para todos es,
pus la
puerta está
convidando a todos
a la
caridad.
Pues a
Olalla bella
a
Cristóbal dan,
coman y
gocen el pan de la boda
cuantos en la villa están."
[Sale un
gallardo MANCEBO quien dice la]
LOA
MANCEBO:
Estábase recreando,
antes
del tiempo y los siglos,
incomunicable Dios,
sin
lugar, sólo en sí mismo.
Contemplábase ab eterno,
cuyo
pensamiento vivo,
substancia en él, si accidente
en lo
humano intelectivo,
fecundo
siempre engendraba,
siendo
origen y principio
de
aquella especia, que expresa
es su
imagen, por ser su hijo.
Enamorado de verse
en su
retrato Narciso,
y al
concipiente el concepto
correspondiendo
recíproco,
producían un amor,
como
los dos, infinito,
inagotable, perenne,
que
saliendo del abismo
de la
eterna voluntad,
fuente
siempre, siempre río,
siempre
se está produciendo,
y
siempre se queda el mismo.
Así
aquel acto absoluto,
puro,
esencial, indiviso,
sólo se
comunicaba
al
trisagio relativo
de sí
mismo comprehensión,
deleitándose consigo,
todo
amor, deleite todo,
todo
gloria, todo alivio,
hasta
que llegó el decreto,
que
determinó ab inicio
la
voluntaria creación
de este
admirable prodigio.
Entonces con un fiat solo
produciendo lo finito,
cielos,
elementos, plantas,
aves, brutos, mares, ríos,
ángeles y hombres, cesó
el sábado, que
bendijo
por día
de su descanso,
de su
amoroso ejercicio.
Vio las
obras de sus dedos,
comenzadas en domingo,
y en el
viernes consumadas;
y en fe
que se satisfizo
de su
fábrica curiosa,
firmar
de su mano quiso
el Deus
me fecit, en muestra
de que
era Dios quien las hizo.
Viendo
su sabiduría
el
ingenioso artificio
de esta
máquina universa,
tanto a
deleitarse vino
con
ella, que en fe de ser
baraja, cuyos distinos
manjares forman sus cartas,
según el Rey Sabio, dijo,
juega
delante de Dios
todo el
tiempo sucesivo
de su duración mudable,
porque
el estar con los hijos
de los
hombres le entretiene.
¡Oh,
amor de Dios excesivo,
cómo
sabéis obligarnos
a seros
agradecidos!
Comenzó el fuego aquel ángel,
que en
su primero principio
fue
viador, y en otro instante
ocasionó su castigo.
La
carta de más valor,
sin dar
naipes, robar quiso,
y
mejorando de asiento,
quitar
de él a quien le hizo.
Entráronle puntos tales,
que
soberbio y presumido
imaginó
dar un todo.
¡Qué
bárbaro desatino!
Entrar
pretendió por rey
triunfando; pero entendido
que
jugaba tretas falsas,
Miguel,
del cielo caudillo,
la
espada le atravesó,
ganóle
la baza y dijo:
"¿Quién como Dios, rey de reyes?
¿Y tú, traidor, su
ministro?
Dióle
un todo la humildad
y al
primer lance perdido,
con
cuantos a él se atuvieron
bajó eterno a los abismos.
Bien
quisieran desquitarse,
mas su
natural maligno
es
incapaz de ganancia;
y así
intentan atrevidos,
que el
hombre pierda también,
porque
en el asiento rico,
que su
soberbia perdió,
no
suceda engrandecido.
Para
esto con tretas falsas,
tahur
aleve y fingido,
a todos
convida al juego,
y
envida restos de vicios.
Hizo
Dios que Adán fuese hombre,
y vióle
tan prevenido
el
tahur de buenas cartas
que no
quedó en el circuito
de la baraja, figura
que
debajo su dominio
no le
ofreciese la polla,
la
original gracia digo.
Sólo un
manjar le faltaba
que por
decreto y edicto
de
Dios, dueño del tablero,
quedó
Dios exento en el paraíso.
"Por ése he de derribarle,
-- el tahur rebelde dijo -- ,
ganaréle si acometo
por el
más flaco portillo."
Vio a la mujer, convidóla
a
jugar, cuando el marido
estaba
ausente, y perdió;
pero no
me maravillo,
que
mujeres que se emplean
en
juegos siempre nocivos
a su sexo, de ordinario
pierden
gracia y ganan vicios.
Prometiéronse ayudar
uno a
otro; y cuando vino
Adán, a
su persuasión
jugó
del palo prohibido.
Perdióse la polla; y él
de
suerte quedó fallido,
que no
paró el desgraciado
hasta
perder los vestidos.
Picado
y desnudo Adán,
los
ojos abrió al sentido,
el bien
y el mal conociendo;
éste
presente, aquél ido.
Sintió
a la justicia en casa,
y,
acusándole el delito,
buscó
en la culpa sagrado
y escondióle el árbol mismo
en que
pecó. En la opinión
que
afirman fueron los higos
el
manjar que le vedaron,
causa
de tanto castigo.
Averiguó el juez la causa,
y,
verificando indicios,
con la
baraja en las manos
le
cogió. ¿Qué más testigos?
Respondieron a los cargos
uno y
otro, mas tan tibios
que
cuando el juez no los viera,
bastara
sólo el oírlos.
Sentenciólos a destierro
perpetuo del paraíso,
pena
común en la corte
contra
los juegos prohibidos.
Y no contento
con esto,
ropas de pieles les dio,
con que cubiertos sacaron
los
primeros sambenitos.
¡Qué de
daños causa el juego!
Primero
el hombre servido,
reverenciado de todos,
general
su señorío,
ya
rústico, ya pechero,
al
tosco azadón asido,
comiendo pan de sudor,
bebiendo llanto en suspiros.
Ninguno desde aquel tiempo,
osó ser
hombre atrevido,
que la
gracia no perdiese,
cuando
menos, al principio.
Verdad
es que restauraban
su
pérdida los antiguos,
cuando
la circuncisión
atravesaba el cuchillo;
pero
costábales sangre,
penitencias, sacrificios,
y,
cuando mucho, ganaban
la
seguridad del limbo.
Perdió Caín envidioso
el
alma, con el martirio
del
santo proto-inocente,
perdióse el mundo en abismos
de
inundaciones mortales,
reservando en el asilo
del arca, nave primera,
limitados individuos.
Perdió
Esaú el mayorazgo,
perdióse en el mar Egipto,
perdió,
idólatra Israel
el
reino en sus doce tribus.
Con
tanta pérdida estaba
triste
el mundo y oprimido,
ufano
el tahur blasfemo,
lejos
el bien, no el peligro.
Tuvo
lástima el Amor
de que
a su hermano adoptivo
tan mal
el fuego tratase;
volver
por entrambos quiso;
salió
del padre, quedando
en él,
y quien in principio
erat
verbum, ya siendo hombre,
a ser Verbum caro vino.
Hecho hombre, Dios en efecto,
creyó el común enemigo,
como a
los demás ganarle;
tretas
y engaños previno.
Pero no
salió con ellas,
pues casi recién nacido,
tres reyes juntos le entraron,
a pesar del cuarto impío.
Tantos hace para el juego
Herodes vil, y deshizo
tantos tantos en pedazos,
que es su número infinito;
mas no
salió con ganancia,
porque
huyendo Dios a Egipto,
él por
grande se perdió
y ellos
ganaron por chicos.
Ganó
Simeón dichoso
tanto, aunque en años prolijos,
que dio
a la iglesia en barato
el nunc
dimitis, que dijo.
De
pérdida vi que andaban
María y
José benditos,
si
puede perder a Dios
quien
siempre le trae consigo,
mas
desquitáronse presto,
restaurando regocijos,
cuando
maestro le hallaron
de
viejos, puesto que niño.
Desafióle a jugar
al
desierto el fementido
tahur, tanteando piedras,
y, aceptando el desafío,
en tres envites de falso,
que se atrevió a hacer,
vencido
y rematado se fue
a su
oscuro domicilio.
Vendió
un jugador tramposo,
que se
atrevió como amigo
a
entrar también en docena
un agnus
dei de oro fino
todo esmaltado
de blanco
y
encarnado, de artificio
tan
excelente, que en él
puso el
aurífice primo
divina
iluminación
entre
viriles de vidrio
humanos, que transparentes,
mostraban que era divino.
Vendióle por treinta reales
al
usurero judío,
-- que fue cargo de conciencia --
y
después, de arrepentido
aunque
mal, perdió de modo
que a
despedazarse vino
para
daño suyo eterno
y bien
de los peregrinos.
Mateo,
que tablajero
barajaba humanos libros
y,
jugando siempre mal,
de
asiento estaba en el vicio
a una
voz de la justicia
el
juego puso en olvido,
llegando a ser secretario
de
quien antes fue enemigo.
Rematada Magdalena,
vino a
ganar apellido
de
pública pecadora;
mas
volviendo en su jüicio,
supo
que estaba en la mesa
del
leproso Simón, Cristo,
donde
alcanzó de barato
perdón
y amor excesivo;
lo que
perdió por los oros,
que en
él se pierden los ricos,
supo
ganar por la copa
del
ungüento, que a Dios vivo
pronosticó injusta muerte,
y en fe
de tanto prodigio
con la
copa, fino bote,
quedar
retratada quiso.
Pedro
de puro confiado,
entre
bárbaros ministros,
jugando se perjuró,
que el
jurar siempre fue amigo
del
juego, y perdió la polla,
por
otra polla, que vino
a
tentarle la paciencia;
pero
cantóle al oído
el
gallo y enmendó el juego
a puro
llanto y suspiro,
ganando
hasta la tiara
del
imperio pontificio.
Así
andaba el juego entonces,
cuando
el humano divino
reponiendo por el hombre
cuanto
perdió su delito,
en la
mesa de la cruz
compró
con precio infinito
las
cartas de su ganancia;
tripuló
al pueblo rabino,
y al
gentílico, admitiendo
con la
copa del bautismo,
y el
basto bastó a ganar
cuanto
el hombre había perdido.
Triunfó
entonces de la muerte
y el
demonio, y luego dijo:
"Yo me gano. Sirvan todos,
que
puesto que yo redimo
sin
otra ayuda, decreto
que
ayudándose a sí mismo
el
hombre, con buenas cartas
coopere
también conmigo.
Vale
infinito mi sangre;
pero
aunque no necesito
de
compañeros, intento
que se
ayuden mis amigos."
En
prueba de esta verdad
dijo el
célebre Agustino:
"Quien sin ti te redimió
omnipotente y benigno,
no te
salvará sin ti."
Cirineo
sea testigo
que
ayudándolo a la cruz
fue de este
misterio tipo.
Perdido
Dimas estaba,
pero en
un momento vino,
conociendo a Dios el juego,
a
ganarle el paraíso.
Jugaba
a su diestro lado,
vio en las cartas que era Cristo
su
gracia, el envite o polla,
llevósela de codillo.
Tras el
consumatum est
quedó
el juego conclüido,
porque
anocheciendo el sol
de día asombró a Dionisio.
Barato
dio su ganancia,
a su
Padre dio su espíritu
por
madre a Juan a su Madre,
perdón
a sus enemigos,
sacramentos a su iglesia,
libertad a los del limbo,
su
cuerpo al sepulcro santo,
tesoro
a muertos y vivos.
Y para
que si viere
el
hombre otra vez perdido,
tenga
resto con que torne
sobre
sí, quedarse quiso
sobre
la tabla del juego
sacrosanto e infinito
de
aquel incrüento altar,
donde
oculto y escondido
nuestras
pérdidas restaure.
Allí es
hombre aunque es divino,
carta
blanca en accidentes.
Si fue
figura lo antiguo,
allí
está lo figurado.
Llega,
hombre, al resto excesivo,
triunfen virtudes y amor,
descarta cartas de vicios.
Aquí el
bueno ganará,
quedando el malo perdido,
que
aquí malillas no valen,
antes
aumentan peligros.
Pues
Dios por ti se hizo hombre,
procura
reconocido
ganar
con su sangre el juego.
Quedarás dichoso y rico.
Canta la MÚSICA
"Que llamaba la tórtola madre
al
esposo dulcísimo suyo
con el pico, las alas, las plumas
y con arrullos, y con
arrullos.
Dulce esposo mío,
que
entre copos puros
de
nieve y de plata,
con la
fe te escucho;
tu
tórtola ausente,
sin
deleites tuyos,
ni
estima contentos,
ni
alivia disgustos.
Ven,
esposo caro,
do de rayos puros,
regalo
del cielo
remedio
del mundo.
Que
llamaba la tórtola madre
al
esposo dulcísimo suyo
con el pico, las alas, las plumas
y con arrullos, y con
arrullos.
En los accidentes
de es pan oscuro,
que está sin sustancia
gozarte
procuro.
No me
desampares
que, si amor es yugo,
quiero,
amado dueño,
que nos
ate un nudo.
Muérome
sin verte,
vivo si
te gusto,
lloro
si te pierdo,
canto
si te escucho.
Que
llamaba la tórtola madre
al
esposo dulcísimo suyo
con el pico, las alas, las plumas
y con arrullos, y con
arrullos.
[FIN
DE LA LOA]
Salen
el PLACER, de villano, y el Verbo Eterno, de
labrador
COLMENERO
PLACER: Mil veces en hora buena
a nueso valle bajéis,
donde sois tan deseado,
el polido montañés.
Pardiobre, que me regüila,
desque mis ojos vos ven,
de pracer el corazón,
por eso soy el Pracer.
Más ha de cinco mil años,
que no permite que esté
el primer hombre en el mundo,
Dios se lo perdone, amén.
Otros tantos ha que os llaman
para que los rescatéis,
los hidalgos de la cárcel
que tien cautivos Argel.
El garrido labrador,
mancilla os dará de ver
que están hechas vuestras hazas
salitre por no llover.
Procesión hacen por agua
hasta Joaquín desde Abel
los de vuesa parentela
mas ya regáis a Israel.
Huentes tienen nuesos ojos
que no dejan de correr
pero son de agua salada
y así no apagan la sed.
El valle donde vivimos
valle de lágrimas hué,
pero con vuesa venida
valle de contentos es.
No quepo de regocijo;
galán venís, a la hé,
¡qué justo que lo vestís
de la cabeza a los pies!
Tanto os metéis en pretina,
que en el saco no cabéis,
y se os rompe por el lado
el vestido sayagués.
Aunque es grosera la lana,
de una oveja virgen fue,
que Dios y ella la tejieron
soldamente en Nazaret.
El vestido de las fiestas
bajo de esotro os ponéis,
que diz que éste es de trabajo;
sois labrador, hacéis bien.
Mas pues traéis dos vestidos,
yo, zagal, apostaré
que os venís de vueso padre,
quedándoos allá con él.
Quillotrado estáis de amores.
En el pergeños se os ve;
que el fuego, amor y
dinero,
mal se pueden esconder.
El amor comunicado
suele ser menos crüel;
decidme a mí a quién amáis,
que el tercero quiero ser.
Con ella me iré a vivir,
que amándola vos, pardiez,
que es fuerza si el Pracer soy,
que no quepa de pracer.
COLMENERO: ¡Ay, Contento! Como sabes
el que traigo en padecer
por la ausente ingrata mía,
leal me sales a ver.
De las sierras de
mi padre
me vengo al mundo a romper;
pues no ha de haber parte en mí
que no se rompa después.
Al valle me traen amores
de la manera que ves;
y por gozarme con Lía,
traigo oculta a mi Raquel.
Sus colores me he vestido,
aunque en ella sea
buriel
lo que en mí blanco sayal,
que no hay mancha o mota en
él.
La villa de Montealegre,
donde alcalde mi padre es,
dejo, por bajar al valle
para darla de comer.
PLACER: Decidme, pues, ¿cómo quedan
los de allá, Pascual, Manuel?
¿Hay salud? ¿Viven en paz?
COLMENERO: ¡Oh, es otra Jerusalén!
Visión de paz es mi patria
que aunque hubo guerra una
vez,
sosegóse, echando al remo
los revoltosos Miguel.
Unos ángeles de Dios
son todos; y en parecer,
unos serafines de
oro.
Ni hay más que pedir, ni ver.
PLACER: ¿Cómo queda vueso padre?
COLMENERO: Triunfa, y vive como un rey.
Tan entero, fuerte y sano
que no pasa día por él.
Tan mozo está como yo.
PLACER: Tal es la vida que tién
no ha menester a nenguno
que enfraquece el menester.
¿Y el que tercia en vueso
amor?
COLMENERO: Ésa es persona de bien.
Una cosa somos todos,
que es mucho para ser tres.
Cuantos le han visto le llaman
una paloma sin hiel.
Quiere mucho a los del valle.
PLACER: ¿A fe que mos quiere bien?
COLMENERO: Hácese lenguas de todos;
díceme que os vendrá a ver
para pascua.
PLACER: ¿La de Flores?
COLMENERO: No, la de Pentecostés.
PLACER: ¿Y a qué os venís vos al valle?
COLMENERO: Vengo acá a buscar qué hacer,
porque allá todo es holgar.
Como Jacob serviré
al Labán de aqueste mundo
por Lía que es mi interés.
PLACER: ¿Que le serviréis siete años?
COLMENERO: ¿Qué son siete? Treinta y tres.
PLACER: ¿En qué oficio?
COLMENERO: Pastor soy.
Viñas y árboles planté,
huertos cultivo cerrados.
PLACER: Muchos oficios tenéis.
COLMENERO: Posee mi padre en el valle
recién plantado un vergel
que se llama Valdeiglesias,
porque de la iglesia es.
Quiero hacer un colmenar
donde puedan labrar miel
las almas,
que son abejas,
con las flores que nos
dé.
A ser colmenero bajo.
PLACER: Oficio dulce escogéis;
hacéos miel de puro bueno,
que a fe, que os han de
comer.
Mas, Colmenero polido,
miradlo primero bien,
que anda aquí un diabro de un
oso.
COLMENERO: ¿Es fiero?
PLACER: Es un Locifer;
y siendo oso colmenero,
echarávos a perder
cuantas colmenas topare.
COLMENERO: No importa; yo le pondré
una trampa de dos palos
en cruz, que en llegado el
pie,
tropiece y caiga en la hoya,
donde ya cayó otra vez.
PLACER: ¡Ah, del valle! Labradores,
salí a dar el parabién,
y bien venido al zagal
que nos anunció Gabriel.
Pero ya vienen cantando;
el Pracer soy, bailaré,
que ha enfenito que no saben
los hombre lo que es
pracer.
Sale
la ABEJA, vestida de felpa de diversos colores
y
coronada de rosas, con alas. MÚSICOS y PASTORES
cantando
UNOS: "Nora buena venga, venga
el colmenero a la tierra.
OTROS: Venga en horas buenas mil
como mayo y como abril.
UNO: El zagal polido.
TODOS: ¡Qué galán venís!
UNO: De cuerpo garrido.
TODOS: ¡Qué galán venís!
UNO: El capote y sayo.
TODOS: ¡Qué galán venís!
UNO: Branco y encarnado.
TODOS: ¡Qué galán venís!
UNO: Pues con él cobrís
el brocado y seda.
TODOS: Norabuena venga, venga,
el colmenero a la tierra.
Venga en horas buenas mil,
como mayo y como abril."
ABEJA: Encubierto zagal, que de los cielos
bajéis a nuestro valle de
dolores
a padecer trabajos y desvelos,
cosecha más común de labradores,
¿esperanzas sembráis? Cogeréis celos,
renta que siempre pagan los amores.
Seáis, mi labrador, muy bien
venido,
que ya sé que mi amor os ha
traído.
Éste, que siempre ha sido
invencionero,
os ocupa en humildes ejercicios,
y transforma en Divino Colmenero,
porque de dulce y recto dais
indicios.
Ya sé que, como amante
verdadero,
después que por canceles y resquicios
me habéis desde los cielos acechado,
bajáis, al fin, a verme
disfrazado.
El colmenar de vuestra
Iglesia tierno
comenzad a labrar, divino
amante;
plantad flores en él, sin que el
invierno
de la envidia a secarlas sea
bastante;
que, porque dure su edificio
eterno,
los santos de la Iglesia
militante
las abejas serán, que en sus colmenas
os labran miel mejor que
la de Atenas.
COLMENERO: Esposa mía, los desiertos deja
de Cedar, que aunque hermosa
estás morena.
Baja a mi huerto, si mi amor te
aqueja
que soy la flor del campo y la
azucena,
tu Colmenero soy, serás mi Abeja,
porque me labres, alma, la
colmena
cuyo panal de amor, dulce y
sabroso,
a la mesa se sirva de tu
esposo.
ABEJA: Si vos el Colmenero sois, amores,
el ser yo vuestra Abeja, es
dicha mía;
disponedle, empezad, cérqueme
flores,
que aunque enferma de amor,
alientos cría.
Volando seguiré vuestros
olores,
de donde os labre miel, si al
mediodía
me advertís dónde estáis para
que, cuerda,
por panales del mundo no me
pierda.
COLMENERO: No harás, si a la república imitares,
que fundan las abejas de la
tierra.
ABEJA: Si tú, labrador diestro, me industriares,
sabré lo que en sus fábricas se
encierra,
y el orden guardaré que me dejares;
que quien tus leyes sigue jamás
yerra.
COLMENERO: Escucha, pues conmigo te aconsejas,
los efectos sabrás de las
abejas.
Primeramente, cada
enjambre elige
de tres reyes que nacen uno
sólo,
y a los demás, matándolos, erige
de flor y yerba un Cario
Mauseolo;
porque así como un Dios el mundo rige,
un alma a un cuerpo, y una luz a
Apolo,
así que hay no más de un rey
conviene,
que sólo el monstruo dos cabezas
tiene.
Abeja mía, de la suerte
misma
el enjambre de la Iglesia, y su
belleza
señalada entre todos con mi
crisma,
sólo tendrá un pastor y una
cabeza;
que puesto que la inquiete tanto
cisma,
la monarquía de mayor
firmeza
gobierno la dará de eterno
espacio,
que del Democracio no, ni
Aristocracio.
Vive sin aguijón su rey, que
aspira
a regir con piedad su real
presencia,
que muchos cetros derribó la
ira,
mas ninguno el amor y la
clemencia;
armas traen las demás, y al que
conspira
contra su rey y plebe, la
experiencia
prueba de su rigor dando la
vida,
que por su ley y rey es bien
perdida.
Labran su mil, con abundancia
tanta,
en el tronco de un árbol, por el
modo
que las abejas de mi Iglesia
santa
cuyos ejemplos hasta aquí acomodo,
pues por virtud de la preciosa
planta
de mi cruz, que es quien da
valor a todo,
salutífera miel de obras fabrica
el alma, con mi sangre y amor
rica.
El propio instinto y
experiencia larga
-- que nunca s jubila el experiencia --
a su defensa la colmena encarga,
contra el común peligro y la
violencia.
Mojan n zumo de una yerba amarga
el vaso y su exterior
circunferencia,
dando con esto a su enemigo
espanto
que, aunque amargo, defiende al
alma el llanto.
Edifican sus casas, lo que
importa,
para vivir vacando de su oficio,
en cera frágil, cuyo ejemplo
exhorta
a la soberbia humana sin
jüicio;
que en decrépita edad y vida
corta,
no fabrique Babeles de edificio
casi inmortal; porque si mucho
dura
dure la fama más de su locura.
Vuelan por los jardines, donde hacen
tercios de flores, cuyas frescas
galas,
sus casas y dispensas
satisfacen,
prefiriendo las buenas a las
malas;
no andan por el suelo;
porque nacen
las abejas sin pies, pero con
alas;
símbolo que quien labra para el
cielo,
gustos de tierra ha de pasar de
vuelo.
Y mientras de jazmines y violetas
labran panales tiernos y
sabrosos,
o ya en sus celdas se recogen
quietas,
la miel les comen zánganos
ociosos;
enjambres hay de hipócritas profetas,
con piel de ovejas,
colmeneros osos,
perezosos al bien, al vicio
listos,
zánganos de mi Iglesia y pseudo
Cristos.
De aquesta suerte entre
virtudes tantas,
esposa mía, labran mis abejas;
alas tienes, con ellas te
levantas
hasta los cielos, cuando el
mundo dejas.
Contemplaciones y oraciones
santas
las plumas son, con que de ti te
alejas,
y a los jardines de mi patria acudes.
Labra panales, pues te doy
virtudes.
ABEJA: Símbolos son misteriosos y extraños
los que me habéis propuesto,
tierno amante,
ya no me espanto, que en cincuenta
años
no se canse Aristómaco constante
en la contemplación y desengaños
con que un animalejo semejante
enseña a las repúblicas y
reyes,
unas a obedecer, otros dar leyes.
Abeja quiero ser, desde hoy
pretendo
comenzar a labrar, esposo mío;
pero del Oso vil estoy temiendo,
que es infernal su furia y
desvarío.
COLMENERO: A mi temor divino te encomiendo,
y de su guarda tu remedio fío;
en el temor de Dios los tuyos deja,
porque, apartada de él,
muere la abeja.
También mi amor sabe labrar
panales,
dulce y sabrosa es, alma, mi
palabra;
salutífera miel contra tus males
en panales de pan mi fe te
labra.
Si con el fin de tu colmena
sales,
obligarásme a que las puertas abra
de mi poder.
ABEJA: Cantadle el bien venido,
al Colmenero de mi amor pulido.
Cantan
[dentro]
"Pastorcico nuevo,
de color de azor,
bueno sois, vida mía,
para labrador.
Pastor de la oveja,
que buscáis perdida,
y ya reducida
viles pastos deja;
aunque vuestra abeja
pace vuestras flores,
si sembráis amores
y cogéis dolor,
bueno sois, vida mía
para labrador."
Vanse
cantando y lleva el COLMENERO de la mano a la
ABEJA y salen el OSO y el MUNDO
OSO: ¿Qué nueva música y canto
es, Mundo, el de aqueste día?
¿En el valle hay alegría,
donde se avecina el llanto?
MUNDO: Del modo que tú, me espanto.
OSO: Mi envidia su mal sospecha
Mas, ¿si el Alma satisfecha
recibiese al labrador,
que sembrando con dolor,
viene a lograr su cosecha?
MUNDO: Presumo que de la sierra
bajó un mayoral al valle
cantando a su hermoso talle
gloria el cielo y paz la
tierra.
OSO: Ése nos viene a hacer guerra
y el reino, Mundo, nos quita.
MUNDO: Oye la música y grita
con que aumenta mi temor.
Cantan
de dentro
"Pastorcico nuevo
de color de azor,
bueno sois, vida mía,
para labrador."
Sale el PLACER
PLACER: En regocijos y fiestas
se entretiene el valle
entero,
soldemente al Colmenero
le echan el trabajo a cuestas.
Los tristes vengo a llamar;
que pues al Pracer asiste
aquí, nadie ha de haber
triste,
váyase al rollo el pesar.
Mas aquí hay gente.
OSO: ¿Quién eres
tú, que tan regocijado,
señales de loco has dado?
PLACER: Y tú, que saberlo quieres,
¿Quién serás? Que la fiereza
de tu brutal parecer,
si yo no huera el Pracer,
me provocara a tristeza.
OSO: El oso a quien los
Proverbios
llaman hambriento y rabioso.
PLACER: ¡Oxte, puto! ¡Guarda el oso!
OSO: Soy el rey de los soberbios.
La bestia que Daniel
vio, porque el temor aumentes,
con tres órdenes de dientes
en figura de oso crüel.
El que pudo hacerle a Dios
guerra y competirle el cielo.
PLACER: ¡Ya, ya! En el bellaco pelo
se os echa de ver quién sos.
¿Qué oficio tenéis?
OSO: El de oso,
que es destruir las colmenas
y panales de obras buenas.
PLACER: ¿Pues no sois de ellas goloso?
OSO: No las como; pero quiero
quemarlas como a enemigas.
PLACER: Ya sé que coméis hormigas,
porque sois oso hormiguero.
Mas no seáis atrevido,
ni al colmenar de la Igreja
toquéis, do el alma es abeja,
que un Colmenero ha
venido
del Cielo; mira si escampa.
OSO: Pues eso, ¿qué me ha de hacer?
PLACER: Allá lo echaréis de ver
cuando caigáis en la trampa.
¿Quién es el que está con
vos?
OSO: El Mundo.
PLACER: ¡Oh, casa de locos!
Manda potros, y da pocos.
Para en uno sois los dos.
Voyme a ver la miel divina
que me heis detenido mucho.
Quédate, negro avechucho,
cascos lucios, trementina.
Vase
MUNDO: ¡Que así nos trate un grosero!
OSO: Déjale, Mundo, a atiende
que nos agravia y ofende
este nuevo Colmenero.
Que yo, que en el Monte
Santo
la tercer parte de estrellas
derribé, dando con ellas
en el reino del espanto,
y al vice-Dios engañé
con el bocado costoso,
pues soy tigre,
león y oso,
el colmenar destruiré
que labra el Alma.
MUNDO: Pues él
es Colmenero, yo quiero
ser fingido colmenero.
Mis deleites serán de miel.
De mí mismo haré colmena,
siete pecados mortales
tengo, que serán panales.
OSO: La miel de la carne es buena.
MUNDO: Con ella engañar podremos
el alma Abeja los dos.
OSO: Guárdala el temor de Dios.
MUNDO: Al Cuerpo convidaremos,
que es un zángano
glotón,
y puede tanto con ella,
que será fácil traella
a comer su perdición.
OSO: Oso soy, y así me fundo
en quemarla el colmenar.
MUNDO: Al alma pienso cazar,
que es liga la miel del Mundo.
Vanse
y salen el CUERPO, de villano muy tosco, y la
ABEJA
ABEJA: ¡Alto, Cuerpo! ¡A trabajar!
Que habemos de hacer los dos
una miel para alabar
y dar mil gracias a Dios.
CUERPO: Siempre me hacéis reventar.
Dejadmos dormir.
ABEJA: Quien deja
la labor, luego se queja,
no dándole de comer.
CUERPO: ¿Por qué tengo yo de ser
el zángano y vos la abeja?
¿Por qué, con comida escasa
he de trabajar yo tanto,
que después que el día se
pasa,
sólo me dais pan de llanto,
y sois la mandona en casa?
Vos la curiosa y polida,
en el estrado asentada,
la regalada y servida,
del Colmenero estimada,
en su amor embebecida,
y yo cubierto de andrajos,
siempre con oficios bajos,
cargado de tierra y lodo,
cayendo sobre mí todo
el peso de los trabajos?
Dejaos de tantos respetos
y no andéis tan engreída,
formando siempre conceptos,
porque esta vida no es vida
para llegar, Alma, a nietos.
Trabajad, pues yo trabajo,
que no sois más noble.
ABEJA: ¿No?
CUERPO: No pues, aunque Dios os trajo.
ABEJA: ¿Soy hija del lodo yo
como tú, grosero bajo?
CUERPO: ¡Oh!
Luego saca una hestoria
de Calainos. ¿Memoria
mos queréis agora her
de que sois una mujer
de carta de ejecutoria?
Pues sabe, doña Entonada,
si queréis ser la señora,
que no sois más que criada;
y que el que os estima agora,
vos hizo...
ABEJA: ¿De qué?
CUERPO: De nada.
ABEJA: Y del polvo de la tierra
a ti.
CUERPO: ¡Verá qué engreída
está de que en mí se
encierra!
¡Por Dios, que mos dais la vida!
ABEJA: ¿Pues no te la doy? Destierra,
Cuerpo, esos humos villanos,
pues ser y valor te doy,
sentidos y actos humanos.
CUERPO: ¿Qué valéis sin mí, que soy,
Alma, vuestros pies y
manos?
ABEJA: Y
prisión donde me encierra
el
mismo que ser me ha dado.
¿Siempre hemos de estar de guerra?
Acaba, que eres pesado.
CUERPO: ¿Qué
mucho, si so de tierra?
ABEJA:
Cuerpo, Dios en su vergel
y
sagrado colmenar
nos
puso para que en él
vengamos a trabajar
y labremos dulce miel.
CUERPO: Pues
el trabajo reparta,
si a
trabajar mos envía;
que
nunca os veis, Alma, harta
de
contemplar con María,
reventando yo con Marta.
ABEJA: Yo
satisfaré tu queja;
el
colmenar, que es de Dios,
en
nuestra custodia deja
y en él
nos llama de los dos...
CUERPO: Zángano
a mí.
ABEJA:
Y a mi Abeja.
Entre tanto que yo vuelo,
elevándome hasta el cielo,
y en
sus prados celestiales
flores
espirituales
cojo,
con el mismo celo
tú, mi
compañero fiel,
has de
acarrear despojos
al
colmenar, porque en él
con el
agua de tus ojos
se
labre sabrosa miel.
La
cera, con la piedad
de tu
corazón, que tierno,
cera
será de humildad,
que
derrita el fuego eterno
de la
inmensa caridad.
Y
pues el ser de mí cobras,
mientras que conmigo labras,
por más que en las quejas
sobras,
con flor de buenas palabras
harás miel de buenas obras.
Mis si fueres
descuidado,
el
castigo te ha de hacer
diligente y avisado.
CUERPO: Y
cuando a Dios vais a ver,
¿os
dará el mijor bocado
a
vos, pasando los males
yo que
veis, por los panales
que
labramos en el suelo?
ABEJA: Gloria
tienen en el cielo
los
sentidos corporales
también. ¡Alto, a trabajar!
CUERPO: Si el
Oso viene, ida vos,
¿quién
le tiene de esperar?
ABEJA: El temor
santo de Dios
es
guarda del colmenar.
No
temas lo que te encarga.
Mi
conseja haz al momento.
Vase
CUERPO: ¿Vuesa
bestia soy de carga?
Pues si
me llamáis jumento,
quiero
echarme con la carga.
¿Todo ha de ser trabajar?
Siéntase
¿Piensa
que soy de guijarro?
Pudiera
considerar
que soy
un vaso de barro
y que me puedo quebrar.
¿El
zángano no me han hecho?
Pues si
los zánganos son
perezosos, aquí me echo.
trabaje
ella, que es razón;
pues
que se lleva el provecho.
Échase y duerme
Y no
viva con ventaja,
pues
que desfruta el enjambre,
sino
sepa, pues me ultraja,
que
matándome de hambre,
quien
no come, no trabaja.
Salen el MUNDO,
de colmenero, [y] el OSO, y
cantan
MÚSICA:
"A la miel de los deleites,
que el
Mundo da n su vergel!
A la
miel, a la miel!"
OSO: El
Cuerpo dormido está,
la razón y el alma ausente;
su
sueño ocasión nos da
a que
el colmenar presente
se
abrase. Acábese ya.
Cantad, mientras las colmenas
destruyo del Alma, llenas
de sus
propósitos santos.
Piérdanla vuestros encantos,
sed de
este golfo sirenas.
MUNDO: Si
al Cuerpo hechizas así,
al Alma
traerás tras ti.
OSO: Engaño,
vuelve a cantar.
MUNDO: Hoy al
alma he de gozar
pues
que durmiendo al Cuerpo vi.
MÚSICA:
"A la miel de los deleites,
que el
Mundo da en su vergel!
¡A la
miel, a la miel!"
Despierta
CUERPO:
¿Quién pregona miel aquí?
MUNDO: El
Mundo.
CUERPO:
Su mosca soy.
Hambre
tengo; a comer voy.
¿Sois
vos quien la vende?
MUNDO: Sí.
CUERPO: ¿A
cómo la dais?
MUNDO: A precio
del
alma.
CUERPO:
Caro vendéis.
El
Cuerpo soy. ¿No queréis
mis
sentidos?
MUNDO:
Quita necio.
Es
la miel por excelencia.
CUERPO: Por eso
la había de dar.
Si el
Alma me ha de costar,
será
cargo de conciencia.
¿Tién
buen sabor?
MUNDO: Exquisito.
CUERPO: El
deseo me estimula,
cosquillas me hace la gula,
brindis
dice el apetito.
Sacadme una cucharada.
De un vaso de
miel le saca una cucharada, y
come
MUNDO: ¿Qué te
dice?
CUERPO: Me quillotra
el
paladar. Dadme otra.
MUNDO: Mas no
nada.
CUERPO:
Todo es nada.
Paladeado me dejas;
el Alma
te pienso dar
porque
me venga a costar
lo que
a Esaú las lentejas.
Otra
miel el Alma come,
que
dice que es como almíbar,
siendo
para mí de acíbar.
Mijor es que de éste tome
y el hambre dejaré en
calma;
que no
es lo que como yo,
ni al
Cuerpo hizo buena pro
el
manjar que engorda al Alma.
Mas
héisla, que viene aquí,
y sin el temor de Dios.
OSO: Cantad, pues. Cantad los dos.
MUNDO: ¿Gusta
de música?
CUERPO: Sí.
MÚSICA:
"El mundo, huerto pensil,
as labrar colmenas llama,
y por el viento sutil
abejitas de mil en mil,
saltando y volando de
rama en rama,
pican las flores
de la retama
y las hojas del toronjil."
Sale la ABEJA
ABEJA: El
temor de Dios perdí.
Guióme
mi desconcierto
por un
áspero desierto.
¿Dónde
iré, triste de mí?
De los límites salí,
que mi
Colmenero santo
me
puso; todo es espanto,
todo
miedo torpe y vil.
CUERPO: Alma,
tu cuerpo gentil
para
darte miel te llama.
MÚSICA: "Y
por el viento sutil
abejitas de mil en mil,
saltando y volando de rama en rama
pican las flores
de la retama
y las hojas del torongil."
ABEJA:
Cuerpo, ¿es éste el colmenar
donde
te dejé?
CUERPO:
¿Pues no?
ABEJA: El
temor se me perdió
de
Dios, hallóme el pesar.
CUERPO: Aquí te
puedes holgar.
ABEJA: ¿Y mi
amante Colmenero?
MUNDO: Soy yo,
mi Abeja, que quiero
darte
miel de vanagloria.
ABEJA: Perdí
también la memoria
de mi
labrador primero.
No
sé si eres tú.
CUERPO: ¿No basta
que yo
te diga que sí?
ABEJA: Siempre
me llevas tras ti.
CUERPO: ¿Pues
no somos de una casta?
ABEJA: La
tristeza me contrasta,
aflígeme un miedo vil.
CUERPO: Ten
ánimo varonil.
Goza el
Mundo que te llama.
MÚSICA: "Y
por el viento sutil
abejitas de mil en mil,
saltando y volando de rama en rama
pican las flores
de la retama
y las hojas del torongil."
Vanse cantando
y sale el PLACER
PLACER: El
Oso ha bajado al valle.
Labradores, ganaderos,
guardáos del Oso infernal
que
cerca vuesos aperos.
Las colmenas que labraba
el
Alma, engañando al Cuerpo,
todas
las ha derribado.
Propósitos y deseos
que brotaron tan floridos,
flores
han sido de almendro
que sin llegar a las obras
las ha
marchitado el cierzo.
Robado
está el colmenar,
las
colmenas por el suelo,
los
jardines arrancados,
que el
Oso los puso fuego.
Dentro
VOZ: ¡Guarda
el Oso! ¡Guarda el Oso!
PLACER: ¡Ah,
divino Colmenero,
salid a
caza, matadle,
pues la
Abeja vos ha muerto!
Sale la ABEJA,
vestida de luto y sin alas
ABEJA: Hechizos me ha dado el Mundo.
¡Aquí
de Dios, que me enciendo!
¿Ésta
es miel? Ésta es ponzoña.
¡Agua,
que me abraso, cielos!
Miel es
esta de retama,
de adelfas, panal que han hecho
en vez de abejas, avispas.
¡Agua, que me abraso,
cielos!
Perdí
el camino. Engañóme
el
apetito del Cuerpo.
Llegué
al colmenar del Mundo.
Colmenas vi del infierno,
cayéronseme las alas
porque
no volase al cielo.
Hambrienta estoy porque el Mundo
no
satisface deseos.
¡Que me
abraso, divino Colmenero!
¡Dadme
agua de gracia que perezco!
PLACER: ¿Qué tenéis, buena mujer?
ABEJA: Rabia,
pena, rejalgar.
PLACER: Llena
os vi yo de pracer.
ABEJA: Después
que admití el pesar,
no le
puedo conocer.
Yo
soy la misma ignorancia,
siendo
el alma.
PLACER:
¿El alma? Negra
estáis. Ésa es la ganancia
del
Mundo, con quien se alegra
la
ambición y la arrogancia.
¡Qué
fraca estáis y roín!
El
zángano os ha vendido
y está
como un paladín,
gordo,
que no le ha venido
como a
vos su San Martín.
¿No
érades la Abeja hermosa
del
colmenar de la gracia?
ABEJA: Ya soy
avispa enfadosa,
araña,
toda desgracia,
víbora
soy ponzoñosa.
Una
mortal golosina,
desterrándome de Dios,
mis
potencias desatina.
PLACER: No lo comiérades vos;
mijor
huera una gallina.
Dios
de balde os dio en la venta
cuanto
su poder crió,
pero
hendo con vos la cuenta,
más la
manzana os costó
que al
corito la pimienta.
El
zángano, con moscones
triunfa.
ABEJA:
En su cárcel me encierra;
oprímeme en sus prisiones.
PLACER: Mal andáis. ¿Qué coméis?
ABEJA: Tierra.
PLACER: Pues tendréis opilaciones.
Vos estáis bien mal casada.
ABEJA: A un
villano me dio Dios,
que
cuanto estimo le enfada.
PLACER: Luego
diremos por vos,
"la bella malmaridada."
Mas
quien con villano se casa,
si es
noble, busca contienda,
que es
lo que en el mundo pasa.
¿Trajo
el Cuerpo mucha hacienda?
ABEJA: Sólo el
casco de la casa.
PLACER: ¿Y
vos?
ABEJA:
En dote le di
todo su
ser y riqueza.
PLACER: ¿Que tan rica érades?
ABEJA: Sí.
No
alzara el Cuerpo cabeza
jamás, a no ser por mí;
porque él es un hospital
en donde me humilla Dios.
PLACER: Fegura
tiene él de tal,
porque en dejándole vos,
luego
huele el Cuerpo mal.
Pero
pues enferma estáis,
abeja
descaminada,
aquí os
darán miel rosada,
con que
en vueso ser volváis
si con dolor os purgáis.
El
divino Colmenero
que
tanto os amó primero,
miel
saludable fabrica
que su
colmena es botica.
ABEJA: ¡Ay
Dios, que por él me muero!
PLACER: En
el jardín del amor
ha
labrado un colmenar
cuya
miel basta a sanar
la
lepra del pecador.
Su
divino labrador
curará vuesos dolores.
ABEJA: ¡Ay, que olvidé sus amores;
de mí tendrá justa
queja!
Llora
PLACER: Llorad,
llorad más, mi Abeja,
que estos llantos son sus flores.
ABEJA:
Jardinero, tú que labras
con industria
celestial
tu
cuerpo mismo en panal
con
solas cuatro palabras,
la
puerta te pido que abras
del
colmenar peregrino
donde
es el amor divino
la abeja que almíbar saca,
para
mis culpas triaca.
PLACER: Él
canta, a tu llanto vino.
Canta de dentro
COLMENERO:
"Que besóme en el colmenaruelo,
y yo
confieso,
que mi
paz le dio su beso."
ABEJA: ¡Ay,
voz dulce y amorosa!
Ese
beso en los Cantares,
para
aliviar mis pesares,
le está
pidiendo la esposa.
La
encarnación misteriosa
fue
el beso que tu grandeza
dio a
nuestra naturaleza.
vistiendo mi mortal velo.
Dentro
COLMENERO:
"Que besóme en el colmenaruelo,
y yo
confieso,
que mi
paz le dio su beso."
ABEJA: Abre
el colmenar divino,
que ya
por verle me muero.
Amoroso
Colmenero,
remedia
mi desatino.
Sale el
COLMENERO
COLMENERO: ¿Qué
es esto, Abeja perdida?
¿Cómo
vienes de esta suerte?
De rodillas
ABEJA:
Escapéme de la muerte
viéndoos a vos que sois vida.
COLMENERO:
Despreciaste mi temor,
y el
Oso infernal y ciego
puso a tus colmenas fuego,
mas téngote tanto amor
que, pues vuelves, no hago
cuenta
de que me hayas ofendido.
Daréte, pues has venido,
pan y miel; que estás
hambrienta.
Ese llanto me provoca.
ABEJA: ¡Oh,
qué dulces en mis labios
son
esos requiebros sabios!
¡Más que miel son en mi boca!
Salen el MUNDO,
el OSO, el CUERPO, y músicos
diversos que se pondrán unos al
lado del COLMENERO [1], y
otros al lado del MUNDO [2], y la
ABEJA se queda en medio sin
saber a quién seguir
MUNDO: Cantad
deleites profanos,
que el
alma se nos retira.
OSO: Cante
el engaño y mentira
que se
nos va de las manos.
COLMENERO:
Cantad, deleites divinos,
porque
el cielo gozo siente
cuando
un alma se arrepiente
y llora
sus desatinos.
MÚSICOS 1:
"Para el colmenar eterno
que
miel y manteca da,
por
aquí van allá.
MÚSICOS 2: Para
el colmenar del Mundo,
que se
enamora de ti,
ven por
aquí.
MÚSICOS 1: Ésta
sí que es miel del justo;
ésta sí
que es miel.
MÚSICOS 2: Aquí
está la miel del Mundo;
ésta sí
que es miel.
MÚSICOS 1: Aquí
Dios su cuerpo puso;
ésta sí
que es miel.
MÚSICOS 2: Aquí
el vicio ofrece gustos;
ésta sí que es miel.
MÚSICOS 1: Para
el divino vergel
donde
Dios oculto está
por
aquí van allá.
MÚSICOS 2: Para
el colmenar del Mundo,
donde
mil gustos comí,
van por
aquí."
CUERPO:
Alma, el Mundo es colmenero.
Con sus
gustos me va bien,
para ti
son todos, ven.
Descúbrese un
jardín al lado
izquierdo con tres colmenas
cerradas
MUNDO:
Regalarte, Abeja, quiero.
En
aquestas tres colmenas
hallarás dulces panales,
que satisfagan tus males,
y den alivio a tus penas.
Ésta es de la
carne. Aquí
la miel
del deleite ves,
del amor y el interés,
que hay honra y provecho en mí.
De almíbar sus vasos
llenos
tiene
el panal, come de él.
PLACER: Si es
de la carne esa miel
no es
miel virgen a lo menos.
OSO: Del
Príncipe de Aquilón
es la colmena
siguiente.
PLACER:
Príncipe será de ungüente
quien
se llame Diaquilón.
¿Vos
príncipe? ¡Doos al diablo!
OSO: La miel
de la idolatría
para ti
mi panal cría,
y en
ella tu gusto entablo.
PLACER: No
es miel, sino trementina
la que
el diablo puede dar;
que en
su amargo colmenar
no hay
más que pez y resina.
MUNDO: Esta
colmena es del Mundo
dedicada para ti;
llégate
y triunfa que aquí
tus
felicidades fundo.
Aquí
está el panal sabroso
de los
reinos, los estados,
honras,
coronas, ducados,
con el
laurel victorioso.
Aquí el juego, aquí el favor,
la privanza, la
hermosura,
la mocedad,
la ventura,
la
gentileza y valor;
el
panal dulce en que fundo
las
medras del lisonjero
y aquí
el panal del dinero,
que es el
que gobierna el mundo.
PLACER: Toda
esa miel empalaga.
COLMENERO: No lo
es más que en la apariencia.
Llega y
verás la experiencia
para
que te satisfaga,
su
fingida ostentación,
llena
de engaños y penas.
Haz
abrir esas colmenas
santa
consideración.
Ábrese la
primera y descubre una
muerte
MUNDO:
Llego a abrirlas. Ésta es
de la
carne.
PLACER:
¿Carne es eso?
Ahí no
hay carne, todo es hueso.
ABEJA: ¡Ay de
mí!
CUERPO:
¿Qué es lo que ves?
ABEJA: Veo
un cadáver inmundo
que me causa asco y horror.
COLMENERO: La miel
del lascivo amor
es ésta
que ofrece el Mundo.
Aquí
los deleites vanos
paran
de la carne infiel.
CUERPO: Bueno
es convidar a miel
y dar huesos y gusanos.
PLACER: No
voy yo a vueso pesebre.
Ábrese la
segunda y sale mucho heno y paja
CUERPO: ¿Los
panales eran esos?
¿pregonáis carne y dais huesos?
El gato vendéis por
liebre.
¡Huego en vos!
MUNDO: Este segundo
es
donde mis honras tengo;
aquí la
ambición mantengo
de los
príncipes del mundo.
CUERPO: Decí,
habrador de ventaja,
¿son
vuesos panales ricos
ésos? ¿O pensáis borricos
que mos
convidáis con paja?
PLACER: Mal
vos haga Dios. ¡Qué lleno,
Mundo,
andáis de vanagloria!
COLMENERO: Paja es
del Mundo la gloria.
Alma,
toda carne es heno.
¿Por prendas que son tan bajas
mis dichas quieres perder?
CUERPO: Albarda
debéis de ser
que
tién las tripas de pajas.
Ábrese la tercera y salen muchos
cohetes y fuego
COLMENERO: Abre
esotro corcho luego,
verás
qué se encierra en él.
ABEJA: ¡Ay,
cielo!
CUERPO:
¡Huego en tal miel!
PLACER: ¿Fuego dices? ¿Qué más fuego?
CUERPO:
¡Miren qué gentil convite
nos
hizo el Oso bestial!
¿De
miel es ese panal?
Llámole
yo de alcribite.
PLACER: Colmena
que es del infierno,
¿qué
puede dar sino chispas
siendo
diabros las avispas
y la
miel su fuego eterno?
CUERPO: No
más miel que amarga tanto.
Ya mis pasos reducidos
vos traen presos los sentidos.
¡Perdón, Colmenero
santo!
COLMENERO: Huid
de mi acatamiento
bienes que en males resumo;
huid, pues todos sois humo,
heno todos, todos viento.
TODOS:
¡Huyamos!
CUERPO:
¡Verá se escampa!
Húndese el
MUNDO, el OSO y sus
MÚSICOS, y
salen muchas llamas
Cayó el Mundo lisonjero,
y el Oso torpe
hormiguero,
como
lobos en la trampa.
En otro jardín
frontero muy curioso
esté una colmena dorada grande, y abierta, y dentro un
cáliz, y sobre él una hostia
COLMENERO: Otra colmena mejor
he
labrado para ti.
Ven,
Alma, acércate aquí.
Prueba
de mi amor la miel.
MÚSICOS 2:
"Vengan a comer
los
hijos de Adán
este pan de azúcar
que es
panal y es pan."
CUERPO: Todo
me duermo, Pracer.
Vase
PLACER: Haces bien, que los sentidos
y el Cuerpo han de estar
dormidos
cuando
el Alma ha de comer.
COLMENERO: Éste
es el maná mejor
que el
que en los campos desiertos
comieron los padres muertos,
que es
inmortal su sabor.
Come, porque te aproveche,
será la
paz de tu guerra.
Siéntate, que ésta es la tierra
que
produce miel y leche.
Soy león de Judá real.
Come, imitando a
Sansón,
que en
la boca del león
halló
el místico panal.
ABEJA:
Soberano Colmenero,
tu
Abeja llega rendida
a esa
miel que es pan de vida,
a ese
pan, tierno Cordero.
Que,
aunque el llegarme sea mengua
por ser yo tan pecadora,
tu dulzura me enamora
porque
es leche y miel tu lengua.
Enigmas de la Escritura
por ti,
mi Dios, he sabido,
pues que miel has producido,
del fuerte salió dulzura.
Sólo
en esta miel espero,
por ser
deleitoso abismo,
miel
que es pan, pan que es Dios mismo,
miel
sabrosa de romero,
miel
que por ser medicina,
y de
romero, es de Dios,
y
porque acerca de vos
soy
romera y peregrina.
Es
de romero divino,
pues
sois, dulce Colmenero,
un
peregrino y romero
que
haciendo vuestro camino
peregrinasteis un día
a una
ermita y devoción
en que
hicisteis estación
llamada
Santa María.
Cual peregrino venisteis,
pues
cubriendo la grandeza
de
vuestra naturaleza,
nuestra
esclavina vestisteis.
Y
peregrináis tan bien,
que del
uno al otro polo
sois
vos peregrino solo,
mi
Dios, en Jerusalén.
Pues
siendo humano y divino
la vida
disteis por mí,
mostrando, mi Dios, así,
ser
vuestro amor peregrino.
Y
así, dulce Colmenero,
con
humildad llegaré
y este
panal comeré
por ser
de miel de romero.
COLMENERO:
Llega, Abeja, en hora buena,
que
para fin de tu mal,
miel
virgen es el panal
y
virgen en la colmena.
Cifra es de mis gracias todas.
Llega a sus delicias sumas.
Renueva otra vez las plumas.
Desnúdase el
luto y pónela las alas y
queda como el principio
Vístete, Abeja, de bodas.
La
penitencia te dé
nueva vida, nuevas alas.
Mi amor
te vuelva las galas.
Aliméntete mi fe.
Deja
ese ropaje negro,
librea
vil del pecado.
ABEJA: ¡Ay, Colmenero
sagrado,
lo que
en serviros me alegro!
Vuestra gracia y mesa franca
ha de
eternizar mi vida.
COLMENERO: Denla a
mi Abeja querida
de mi
gracia pluma blanca;
que
mi cuerpo darla quiero
en la
miel del pan süave.
PLACER: Y la
metáfora acabe
aquí de
Dios Colmenero.
Éntranse con
música
FIN
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