Salen el ATREVIMIENTO a lo soldado, con mucha
plumas,
y la admiración, de HOMBRE
ATREVIMIENTO:
¡Otra vez me vuelve a dar
los brazos, Admiración!
ADMIRACIÓN: ¡Bien me la puedes causar,
bravo mozo! Con razón
te
puede el mundo llamar
honra suya, que contento
vienes;
y ¡que, a lo soldado!
¡Bravas
plumas das al viento!
ATREVIMIENTO: Por mi
valor lo he ganado
todo.
ADMIRACIÓN: Eres Atrevimiento.
¿A
qué no te atreverás?
¿De
dónde vienes?
ATREVIMIENTO: Del cielo;
donde
no pienso entrar más.
ADMIRACIÓN: Pues
¿nacido allá?
ATREVIMIENTO: En el suelo
desde
agora me verás;
que
aunque del querub nací,
que el
monte del testamento
intentó
asaltar por mí,
con ser
yo el Atrevimiento,
como mi
padre caí.
Echóme de allá la guerra,
y así
estoy determinado,
pues mi
patria me destierra,
dejarla.
ADMIRACIÓN:
No es estimado
ningún
valiente en su tierra.
Pero, pues al mundo bajas,
¿qué
oficio piensas tener?
Porque
si en él no trabajas,
mal
ganarás de comer.
ATREVIMIENTO: No son
mis prendas tan bajas
que,
para adquirir sustento,
me obligue a degenerar
de mi
altivo nacimiento.
¿Quién
me puede a mí estorbar,
si soy
el Atrevimiento,
cuanto produce la tierra,
cuanto
el mar inmenso cría
y el viento en su esfera encierra?
Yo he de poner algún día
sobre una tierra otra
tierra,
y, aunque les pese a las nubes,
he de cobrar el asiento
que perdieron los querubes.
ADMIRACIÓN: Pues, hermano Atrevimiento,
caerás si tan alto subes.
Mas ya que al mundo has
venido,
¿qué es lo que en él se
te ofrece,
o qué
ocasión te ha traído?
ATREVIMIENTO: La Fortuna favorece
al
osado y atrevido.
Nombró el Rey, nuestro señor,
al
hombre, por ser su hechura,
virrey
y gobernador
de este
mundo, que procura
hacerle
su coadjutor.
Puso
casa en su grandeza
augusta; pues, porque goce
de
estos orbes la belleza,
le
sirve y le reconoce
la
misma naturaleza.
Tanto imperio, en fin, le ha dado,
que hoy
entra, según oí,
bizarro
y acompañado
debajo
un palio turquí
de diez
altos de brocado,
sembrado todo de estrellas,
con tan
gallarda persona
que, aventajándose a ellas,
con su
vista perficiona
las
criaturas más bellas.
Yo,
que altas cosas codicio,
pretendo agora asentar
en su
casa y su servicio
y en ella solicitar
la
mejor plaza y oficio.
Tengo a su lado un pariente
que a
cuanto quiere le obliga,
y una
dama diligente
muy su
valida y amiga.
ADMIRACIÓN: Ansí harás buen pretendiente.
¿Y es el pariente?
ATREVIMIENTO: El deseo.
ADMIRACIÓN: ¿Y su
dama?
ATREVIMIENTO:
La irascible.
ADMIRACIÓN: Mucho puede con él.
ATREVIMIENTO: Creo
que, a
pedir un imposible,
le
alcanzara.
ADMIRACIÓN:
Yo bien veo
que
a los dos les está a cuento
que
entréis en palacio vos;
pues si
es el deseo violento,
e irascible, harán los dos
príncipe al Atrevimiento.
Mas ya han venido, y está
bien que seáis su
privado,
porque
si crédito os da,
de
suerte sois alentado,
que todo lo intentará.
ATREVIMIENTO: Por
mí tiene de alcanzar
cosas imposibles.
ADMIRACIÓN: ¡Fiesta
brava!
ATREVIMIENTO:
Ya debe de entrar
tiunfando el Hombre.
ADMIRACIÓN: Desde esta
parte
lo puedes gozar.
Descúbrese un mundo, que encierra en su centro
al HOMBRE, asentado en un trono, con corona y cetro, cuya parte
superior, en forma de dosel, será azul, sembrado de
estrellas, con el sol y la luna, y la inferior, pintada de llamas,
de nubes, de aguas,
árboles, peces, pájaros y brutos.
A las cuatro partes, dos a un lado y dos a otro, estén ASIA,
ÁFRICA, EUROPA y AMÉRICAdel modo que ordinariamente
se pintan, como que tienen el mundo en forma de palio; toquen
instrumentos y luego
canten los MÚSICOS
MÚSICOS: "Sea bien venido
por gobernador
el virrey del orbe,
el mundo menor,
el
retrato vivo
de su
mismo autor,
padre
de las gentes,
juguete
de Dios;
su
vicemonarca,
su
recreación,
blanco
de su gusto,
centro
de su amor.
Sea
bien venido
por gobernador
el virrey del orbe,
el mundo menor."
ASIA:
Epílogo de todo lo crïado,
cifra
de cuanto Dios por su contento
puso en
aqueste globo concertado
que toca su poder como instrumento;
suma
del mundo y como tal llamado
microcosmos, en cuyo noble asiento,
como
abreviado asombro y maravilla
el Rey
nuestro señor pondrá su silla.
Tú, en quien halla su ser toda
criatura,
la
piedra cuerpo, vegetar la planta,
sentir
el animal y la hermosura
del
ángel entender con gracia tanta;
tú, en fin, en cuya imagen y figura
puso la Trinidad inmensa y santa
su
retrato en quien ser humano tengas,
mil
veces para bien del mundo vengas.
Las
cuatro partes de esta esfera baja,
que es
tu jurisdicción, vienen a darte
la
obediencia debida, y la ventaja,
de
cuantas cosas cría en cada parte.
Toda
criatura la cerviz abaja
y tus
manos y pies llega a besarte
reconociendo
por señor al hombre
que,
conforme a su esencia, le dio nombre.
Y yo
la primer parte de estas cuatro,
la más
ilustre por antonomasia,
la
princesa y señora a quien el Batro
como oro pecha cinamomo y casia,
los
pies llego a besarte en el teatro
de esta
máquina hermosa. Yo soy Asia,
y el
campo damasceno en mí se encierra,
de
quien Dios al formarte tomó tierra.
Madre he de ser de toda la nobleza
de
Seth, tu mayorazgo, aunque tercero,
suceda
su progenie en mi riqueza
y
Europa en la corona que primero
honró mis sienes y por más grandeza
de la tierra en que
gozosa espero,
que
cuando asiento constituya a Roma
me
librará del pérfido Mahoma.
ÁFRICA:
África llega a dar, príncipe justo,
la
obediencia a tus plantas y el decoro
que
debe a tu poder y imperio augusto,
fértil en ámbar, perlas, marfil y
oro;
no menosprecies el color
adusto
de mi
morena cara que, aunque lloro
el cautiverio
de mi gente impía,
la ley
de Roma adoraré algún día.
EUROPA:
Europa, padre Adán, en quien el mundo
ha de
lograr en siglo venidero
el
trono universal sobre que fundo
el mayorazgo
que gozar espero,
la ley
del celestial Adán segundo
para
remedio del Adán primero
defenderá, pues, porque triunfe el mismo,
en mí
ha de estar el solio del bautismo.
AMÉRICA: Y yo
por tantos siglos escondida
a la
noticia oculta de la gente,
y
después por España reducida
a que
la cruz de amor honre mi frente,
mil
parabienes doy a tu venida,
mandándome mi fe que te presente,
pues América soy, parias bizarras,
la plata en cerros como
el oro en barras.
HOMBRE:
Hermoso ornato en variedad distinta,
de
tanta esfera célebre en que puedo,
pues el
dedo de Dios la esmalta y pinta,
decir
que es la sortija de su dedo;
el
soberano Rey que hizo la cinta
tachonada de estrellas donde el miedo
jamás
llegó, de donde el pesar huye,
por vuestro vicediós me constituye.
Mentras no quebrantare inobediente
una
ligera ley, solo un precepto
que me
intimó su imperio omnipotente,
al orbe todo he de tener sujeto;
el áspid venenoso, el león rugiente,
el
cocodrilo, me tendrán respeto;
todo
esto puede aquel que con Dios priva.
UNO: ¡Viva
nuestro Virrey!
TODOS: El hombre viva.
Toca la MÚSICA. Sale la VANIDAD muy bizarra,
y con ella el ENGAÑO y el DESEO; baja por una escala
levadiza el HOMBRE, y cúbrese el
trono
HOMBRE: A
verme viene mi querida esposa.
ATREVIMIENTO: Baje
vuestra excelencia a recibilla.
HOMBRE: ¡Oh,
hueso de mis huesos, carne hermosa
de mi
carne, del mundo maravilla,
compañera del hombre deliciosa,
cuya
materia ha sido mi costilla,
en fe
de que saliendo de mi lado
sepas
que me has costado mi costado;
¡dame esos brazos!
VANIDAD: Caro dueño mío,
después
de nuestro desposorio honesto,
acompañada fui de mi albedrío
a ver
la corte y casa que te ha puesto
el que
te encarga el pleno señorio
de todo
el globo esférico, compuesto
de criaturas tan bellas y bizarras,
joyas de amor que me
ofreciste en arras.
Vi a
un escritorio el mundo reducido,
labrado
de ingeniosa taracea,
donde
el poder de Dios tiene esculpido
todo
cuanto esta máquina desea,
con
diversas labores guarnecido
de
estrellas de oro que en su adorno emplea
y por
chapas al sol y luna solos,
si por
aldabas los opuestos polos.
Gavetas eran suyas las criaturas,
en géneros y especies divididas,
conservadas en ellas y seguras
y a obedecer tu imperio
reducidas.
No tienen las gavetas cerraduras
para nosotros, antes prevenidas
al apetito dan conservas bellas
para que escoja el gusto
en todas ellas.
Una
gaveta sola hallé con llave
y en
sus molduras, caro esposo, escrito
"ciencia del bien y el mal," precepto grave,
cerrar
la ciencia, Adán, que solicito.
Parecióme el manjar bello y süave,
porque
esto de saber causa apetito;
llegó
el engaño, que mi amor procura,
y con
él arranqué la cerradura.
Comí
el fruto más tierno, más sabroso
que ofreció a los sentidos la
apariencia;
repara
en la gaveta, caro esposo,
pruébale y le hallarás por
excelencia.
Saca una gaveta de manzanas muy curiosa
ATREVIMIENTO: Caso
es, señor, pesado y riguroso
que fruta que es del árbol de la
ciencia
del
bien y el mal te sea a ti vedada;
come la
fruta que a tu esposa agrada.
HOMBRE:
Ciencias tengo yo infusas y prudencia
si de
ellas me aprovecho con cuidado;
nombre
di a cuantas cosas la potencia
del Rey
nuestro señor me ha encomendado.
VANIDAD: Ésta es
ciencia de Dios y justa ciencia,
y pues
su majestad nos la ha vedado,
cuando
los dos podemos serle iguales,
dioses
debe envidiarnos inmortales.
Come, esposo y señor, o no me digas
que
amor me tienes.
HOMBRE: En mi mal repara;
mira,
querida esposa, que me obligas
a
indignar nuestro Rey.
VANIDAD: Justicia y vara
tienes;
rey eres solo como sigas
mi
gusto.
HOMBRE:
¿Ves cuán presto sales cara,
mujer formada de costilla aposta,
que en
ser de mi costado, fue a mi costa?
ATREVIMIENTO: ¿Qué
temes? ¿No eres hecho a semejanza
de Dios
cuanto a la parte intelectiva?
Tu alma
la unidad de Dios alcanza
por ser
similitud de su ser viva;
la Trinidad también para
alabanza
de lo
que tu valor con ella priva
te
retrató su copia peregrina
una en
esencia y en potencias trina.
También produce, Adán, tu entendimiento
el
verbo que el objeto representa
teniendo de ti el ser y nacimiento,
si bien
es accidente cuanto intenta,
y de
estos dos como de fundamento
produce
amor la voluntad exenta,
pues
por la voluntad amar pretendes
lo que
en la mente viva comprehendes.
Pues
si tu entendimiento al Padre imita
y el
concepto a su Hijo es parecido,
si el
Espíritu Santo te acredita
como su
amor el tuyo producido,
come de
aquesta fruta, que infinita
hará tu
dignidad.
VANIDAD: Dueño, marido,
señor, mi bien, mi gusto, come agora.
Llora
HOMBRE: ¿A qué
no obligará mujer que llora?
Si
he de ser como Dios y ésta es la ciencia
del
bien y el mal, comer quiero. ¿Qué
dudo?
Atrevimiento,
muestra.
ATREVIMIENTO: Tu excelencia
coma y
a Dios se iguale, pues que pudo.
Come
HOMBRE: Ésa fue
la primera inobediencia
del
ángel necio. Pero estoy desnudo.
¿Cómo,
cielos, es esto?
ADMIRACIÓN: Tu malicia
te
desnudó la original justicia.
HOMBRE:
Vergüenza tengo, abriéronse mis ojos,
ciencia
del bien perdí y al mal presente
me
condena el manjar, viles despojos;
será la
muerte herencia de mi gente,
la
tierra me dará espinas y abrojos,
fruto
debido al hombre inobediente;
Ícaro
soy, deshizo el sol mis alas.
ATREVIMIENTO: Ea, que
ya eres Dios, con él te igualas.
HOMBRE: El
temor de mis culpas se comienza
a
dilatar por mí. ¡Tristes congojas!
¡Que
una mujer con tanto imperio venza
a un
hombre sabio!
VANIDAD: ¿Contra quién te enojas?
HOMBRE: De mi
insulto ha nacido la vergüenza
de verme ansí.
VANIDAD: Pues vamos, que en las
hojas
de aquella higuera
nuestras galas fundo.
............................... [ -undo].
Vanse. Quédanse el ATREVIMIENTO, el
ENGAÑO y el DESEO
ATREVIMIENTO: Ea,
Deseo, ya tienes
satisfecha tu esperanza;
tú eres
sólo la privanza
del
hombre que a servir vienes;
en
tu mano está el empleo
de todo
cuanto heredó;
perdióse porque cumplió
en ti
su loco deseo.
Tú,
sin límite ni tasa,
gozas
su ciego favor;
su mayordomo mayor
eres,
pongámosle casa,
pues
que la que Dios le puso
desbaratan sus pecados.
DESEO:
Despedido ha los crïados
antiguos.
ENGAÑO:
No son al uso,
que
la prudencia y justicia,
la
cordura y el consejo
visten
y andan a lo viejo;
casas
hay a la malicia
y
crïados ha de haber
a la
malicia.
DESEO: El Engaño,
que
tiene donaire extraño,
truhán
suyo puede ser.
ATREVIMIENTO: ¡Oh!
Mal sabéis lo que puede
en el
palacio un truhán.
Ya los
cargos no se dan
sino a
quien se los concede
un
bufón que tira gajes
de
cuantos él aconseja,
porque es corredor de oreja
y habla en diversos lenguajes
en vituperio y favor,
y por él premian los reyes,
castigan y ponen leyes.
DESEO: El Engaño embustidor
hará ese oficio muy
bien.
ATREVIMIENTO: Casadle
con la Lisonja.
DESEO: Ésa
dicen que ya es monja.
ENGAÑO: ¿No era
buhonera?
ATREVIMIENTO: También.
ENGAÑO:
¡Monja!
ATREVIMIENTO:
Monja se ha metido
y trata
en ser conservera
después
que no sale fuera.
Luego
¿nunca habéis comido
lisonjas
de miel y azúcar,
que,
aunque tal vez empalagan,
entre
bizcochos halagan
desde
el estudiante al Fúcar?
DESEO:
Maestresala puede ser
la
soberbia Presunción,
hermano
de la Ambición
del
servir y el pretender;
paje
de copa el Contento.
ENGAÑO: Flojo
oficio le habéis dado,
porque
gasta el vino aguado.
ATREVIMIENTO: Pues
eso es lo que yo intento.
DESEO: Darále la Liviandad
de
vestir.
ENGAÑO:
¡Qué de invenciones
en
valonas y en valones
sacará
su vanidad!
¡Qué
de mangas por gregüescos,
qué de
gregüescos verán
por mangas en el galán
ya
ingleses y ya tudescos!
¡Qué
de golas y alzacuellos
diferentes del jubón!
¡Qué de
ninfos que a Absalón
compran
postizos cabellos
para solapar desnudos
cascos
de pelo y juicio!
¡Qué de
calvos, que por vicio
con
lazadas y con nudos
por
remediar sus flaquezas
nos han
de dar que reír!
ATREVIMIENTO: Mal se
podrán encubrir
remiendos en las cabezas.
Pero, dejándonos de eso,
¿no
advertís cuán triste está
el
príncipe?
ENGAÑO:
Sentirá,
como es
justo, tanto exceso.
ATREVIMIENTO: Pues
échese la Memoria
de casa
y entre el Olvido;
y
porque esté entretenido
llévele
la Vanagloria
a su
jardín, donde juegue
y se
divierta.
DESEO: Sea ansí;
mas él
mismo viene aquí;
convidadle cuando llegue
a
algún juego.
ENGAÑO:
Ansí se hará;
pero
¿qué juego ha de ser,
si no
tiene que perder
quien
la gracia perdió ya?
Salen el HOMBRE, la
VANIDAD, la
CODICIA y la
ENVIDIA
VANIDAD: ¿Qué
nueva melancolía
te
aflige estando aquí yo?
¿No
eres tú el rey a quien dio
su imperio
esta monarquía?
¿No
te estima y reverencia?
Pues
¿de qué tienes cuidado?
HOMBRE: Hízome
mal un bocado.
ENGAÑO: Ésa es
linda impertinencia.
Deja
la memoria loca,
que son
tristezas sin frutos;
anden,
príncipe, los brutos
con el
bocado en la boca;
juega, canta, triunfa, olvida
necedades.
HOMBRE:
¡Ay de mí!
ENGAÑO: ¿Yo no
soy tu truhán?
VANIDAD: Sí.
ENGAÑO: Pues
goza la buena vida.
HOMBRE:
¿Quién, Engaño, te ha vestido
tantos
colores?
ENGAÑO: Hogaño
se
metió sastre el Engaño,
yo me
cosí este vestido,
los
retazos del pendón
tantos
jirones me dan.
ATREVIMIENTO: El
Engaño y el truhán,
por
otro nombre bufón,
si
de diversas colores
no se
adornan, ¿de qué suerte
llegaran a entretenerte
ni
agradar a los señores?
ENGAÑO:
Bella dama te acompaña.
HOMBRE: ¿No es
del cielo su beldad?
DESEO: Hermosa
es la Vanidad.
ENGAÑO: Será
natural de España.
ENVIDIA: ¿Qué
la primera mujer
fue la Vanidad?
HOMBRE: ¿Pues no?
Por vanidad pequé yo,
y este nombre ha de
tener.
ENGAÑO: ¡Oh,
lleve el diablo el pecado!
No te
acuerdes de eso agora;
entretenedle, señora.
VANIDAD: Por el jardín le he llevado
de la Murmuración.
ENGAÑO: Bueno;
¿haste
divertido en él?
HOMBRE: Gusto me dio su vergel,
que es
variable y ameno;
de
todo trata, no deja
flor
que no tenga.
DESEO: Ni errara
si a la
araña no hospedara
y
desterrara a la abeja.
VANIDAD:
Riega la
Murmuración
sus
cuadros con una fuente
de
sangre fresca y reciente.
ATREVIMIENTO: Siempre
fue su inclinación;
sangre será de las venas
del Señor
que la derrama.
VANIDAD: Es
verdad, porque se llama
fuente
de famas ajenas.
HOMBRE: Sí,
mas todo cansa al fin.
ENGAÑO:
Juguemos un poco, pues,
divertiráste después
otro
rato en el jardín
de la Hipocresía.
HOMBRE: ¿A qué?
ENGAÑO: Al
ajedrez.
HOMBRE:
Da tristeza.
ENGAÑO: ¿Por
qué?
HOMBRE:
Comíle una pieza
a Dios,
que mi muerte fue;
era
rey, ya soy peón.
ENVIDIA: Así el
pecador se llama,
mas no
guardaste la dama.
Soplótela la ambición;
no
me espanto.
ATREVIMIENTO: A la pelota
jugarás.
HOMBRE:
Atrevimiento
pelota
soy yo de viento
derribada agora y rota.
Quísele ganar la chaza
a Dios;
cual Luzbel subí,
pero
volvióme y caí
donde el temor me amenaza.
Ya
mi dignidad pasada
lo
mismo que nada es,
que soy
Adán, y al revés
lo
mismo es Adán que nada.
ENGAÑO: Ea,
pon aquí una mesa,
saquen
naipes y al parar
juguemos.
HOMBRE:
Gané al pintar
y
perdíme por la presa.
Al
pintar Dios lo crïado
con su
divino pincel
gané
cuanto puse en él
con la gracia
y principado;
hice
presa cuando vi
el
árbol en que pequé,
y lo
que al pintar gané
por la
presa lo perdí.
ENGAÑO: Son suertes esas distintas.
CODICIA: Y vos
gran tahur, Engaño.
ENGAÑO: El
tabardillo de hogaño
con
todos juega a las pintas.
ENVIDIA: Vaya
al chilindrón.
HOMBRE: Son vanos
los
lances del chilindrón;
jugó mi
necia ambición
y cogióme Dios las manos;
diómela la suya
franca,
y
quebrantando su ley,
creí
que me entrara un rey
y
quedéme en carta blanca.
ENVIDIA: En
blanco diréis mejor,
que es de lo que yo me alegro.
HOMBRE: En
blanco no, porque en negro
queda
siempre el pecador.
Ponen una mesa, asientos y naipes
ATREVIMIENTO: Ea,
juguemos primera.
HOMBRE: No lo
será para mí;
pues que
la gracia perdí
primera.
ENGAÑO:
¡Pesares fuera;
vengan naipes!
HOMBRE: La baraja
que
tanto el Hombre procura,
parece
a la sepultura,
porque allí
no hace ventaja
el
Monarca a sus vasallos,
pues
iguala de una suerte
la
baraja de la muerte
los reyes y los caballos.
ATREVIMIENTO: Haced que traigan los tantos.
HOMBRE: Los hipócritas lo sean,
para que cuando los vean
los que los juzgan por santos,
en acabándose el juego
de la
vida al pecador
los
echen por sin valor
en la
basura del fuego.
Siéntanse a jugar el HOMBRE, la VANIDAD, la
CODICIA y la ENVIDIA
ENGAÑO:
Éstos son los naipes.
VANIDAD: Vengan
CODICIA: Dos
papeles traen pegados.
HOMBRE: Son
como amigos doblados.
ENVIDIA: ¿Quién
duda que arena tengan
porque presto se despeguen?
HOMBRE: Como
los gustos serán
del
mundo, que los traerán
rotos
primero que lleguen.
CODICIA: ¿Qué
habemos de hacer de resto?
VANIDAD: Las honras y dignidades.
HOMBRE: Vanidad
de vanidades.
VANIDAD: Ya yo
mi caudal he puesto.
CODICIA: Por
la mano llego a alzar.
HOMBRE: No vale
mano, es en vano.
CODICIA: ¿Por
qué?
HOMBRE:
Porque por la mano
perdió
el reino Baltasar.
ENGAÑO: Echó
por copas, fue un necio.
Alzan
ENVIDIA: Un tres
de bastos.
HOMBRE: A Amán
con él
donde le ahorcarán.
DESEO: ¡Qué privanza!
ATREVIMIENTO:
¡Y qué desprecio!
CODICIA: Alcé
un caballo de espadas.
HOMBRE: Si es
símbolo de la hidra,
sobre
ese caballo mira
a Saulo
ciego, humilladas
sus
bravatas y fiereza.
DESEO: ¿El
caballo perderá
la
espada? No, antes dará
por la
espada la cabeza.
HOMBRE: Alzo
un siete.
ATREVIMIENTO: A Madalena
se le
dad.
VANIDAD:
Siete pecados
tienen
de darla cuidados.
HOMBRE: Algún
dia será buena.
Juegan a la primera
ENVIDIA: No
tengo puntos, yo paso.
HOMBRE:
Mientras que la muerte envida
pasad
todos, que esta vida
se acaba al fin paso a paso.
ENVIDIA:
Envido un tanto. ¿En qué duda?
CODICIA: Quiero
un tanto y luego el resto.
VANIDAD: ¿Quién
ha querido todo esto?
ENVIDIA: ¿Quién?
la codicia de Judas.
HOMBRE:
¿Qué es el resto?
CODICIA: Mi conciencia.
VANIDAD:
Conciencia de despensero,
mala
cosa, no la quiero.
ENVIDIA: Yo sí;
eche cartas.
CODICIA: Paciencia;
a
flux voy.
ENVIDIA:
Y yo a primera;
hasta
ahora no he perdido.
CODICIA: Pues
mire.
ENVIDIA:
Dadme el partido;
¿qué
manjar es el que espera?
CODICIA:
Oros.
ENVIDIA:
¿Oros? no hago cuenta
de
partido; mire.
CODICIA: Miro;
no hice
nada; tire.
ENVIDIA: Tiro.
HOMBRE:
¿Cuántas hizo de oros?
CODICIA: Treinta.
HOMBRE: Ese número ha de ser
tu
muerte.
CODICIA:
Perdí el dinero
y
conciencia.
ENGAÑO:
Un despensero,
¿para
qué la ha menester?
CODICIA: ¡No
tuviera yo el ungüento
que en Cristo vertió María
Madalena!
HOMBRE:
¿Qué valdría?
CODICIA:
Trecientos reales que en viento
los
volvió su perdición.
¿No
fuera mejor vendello
para
remediar con ello
los
pobres?
HOMBRE:
Sana intención;
mas
cuando todos los cobres,
tu
piedad ¿qué es lo que intenta?
CODICIA:
Remediar pobres.
ATREVIMIENTO: ¿Qué cuenta
tiene Judas con los pobres?
ENVIDIA:
¿Queda más que jugar?
CODICIA: Tengo
un
Agnus Dei esmaltado
de oro
y plata.
Saca un Agnus de oro
HOMBRE:
Será hurtado.
CODICIA: No sé;
a vendérosle vengo.
DESEO:
Buena es la iluminación.
HOMBRE: Rayos
arroja que, ardientes,
alumbran todas las gentes.
DESEO: ¡Admirable encarnación!
VANIDAD: De
ver su hechura me espanto.
HOMBRE:
Encarnóle una doncella
rigiendo el pincel en ella
el
mismo Espíritu Santo.
CODICIA:
¿Quién le compra?
DESEO: El judaísmo.
ENVIDIA: ¿Cuánto
pedís?
CODICIA:
Treinta reales
no más,
y han de ser cabales.
HOMBRE: ¿Por
qué?
CODICIA:
Porque aqueso mismo
pensé yo hurtar del ungüento
de
Madalena.
ENVIDIA: Tomad
los dineros y jugad.
HOMBRE: ¿Qué no
hará el que es avariento?
CODICIA:
Perdonad, confusas dudas;
tomadle, pues le compráis.
Bésale y dale
ATREVIMIENTO: Pues
¿vendéisle y le besáis?
HOMBRE: Fïad en besos de Judas.
DESEO:
¡Bella joya!
HOMBRE: Puede dar
su
presencia vida y luz.
ENVIDIA:
¿Véisle? pues en una cruz
le
pienso hacer engastar,
aunque le tenéis por santo.
HOMBRE: Con su
luz eclipsará
la del
sol, si en ella está.
VANIDAD: Sois la Envidia, no me espanto.
CODICIA: ¿No
jugamos?
ENVIDIA: No con vos.
CODICIA: ¿Por
qué, si me habéis ganado?
HOMBRE: Ese
dinero es hurtado.
CODICIA:
Volvedme el Agnus de Dios,
o
vuelva el juego.
ENVIDIA: Ni gusto,
ni ya
dárosle podré,
porque
ofendiste su fe.
CODICIA: Vendí la sangre del Justo,
tomad allá el vil dinero,
que no
faltará un cordel.
Arroja el dinero y vase la
CODICIA
ENVIDIA: ¿El
dinero? Dad con él
en el
campo de un ollero,
que
si son vasos quebrados
los
hombres que a restaurar
viene
Dios, bueno es comprar
vasos
de tierra formados
con
el dinero que es precio
en que
a Dios Judas vendió.
HOMBRE: Ya el desdichado se ahorcó.
ENGAÑO: Él
murió como un gran necio.
Sale el TEMOR
TEMOR: Huye, señor, huye luego.
HOMBRE: Pues
¿quién viene?
TEMOR: La justicia
de
Dios, que tiene noticia
de
aquesta casa de juego,
y
tomarte residencia
quiere.
HOMBRE:
¡Ay, cielos! ¿Dónde iré?
¿Adónde
me esconderé?
Vase el HOMBRE
TEMOR: Como es
de Dios su presencia
y tú
quebraste el mandato
que te
puso, no sé adónde
huyas.
ENVIDIA:
El hombre se esconde
y huye
por no dar barato.
ATREVIMIENTO:
Vamos tras él.
DESEO: Es avaro.
ATREVIMIENTO: Barato
nos ha de dar
o el
alma le ha de costar.
ENVIDIA: Dirá,
lo barato es caro.
Vanse todos. Vuelve a salir por
otra puerta el
HOMBRE asombrado
HOMBRE: No
hay lugar donde me esconda,
que, con ser mudo el pecado,
después
que se ha cometido
voces a
Dios está dando.
¡Riscos, caed sobre mí!
¿Adónde
iré, si arrastrando
llevo
la soga infelice
que mis
insultos me ataron?
No hay
hierba que no recele
que es
el juez que está tomando
a mis
culpas residencia
donde
han de acusarme tantos;
parece
que en lo interior
del
alma me están llamando
a voces
que, con ser loco,
juicio
severo aguardo.
Pregúntase y respóndese a si mismo re-
presentando al juez y al reo
"¡Ah, del calabozo obscuro
de la
culpa y del pecado!"
"¿Quién llama?"
"Salga a la udiencia
el
hombre necio." "Ya salgo.
Grillos de hierro en mis yerros
y esposas de vicios saco,
que el
mundo que es cazador
trata
en prisiones y lazos.
En la
sala de la audiencia,
sobre
el trono soberano
del
rigor y del poder,
me
espera el juez asentado.
El
potro del pensamiento
vueltas
al alma está dando,
donde sirven de cordeles
mis pretéritos pecados.
Dios es el juez riguroso
que a
voces me está citando."
"¿Por qué viene este hombre preso?"
"Por
ladrón." "¿Qué es lo que ha
hurtado?"
"La jurisdicción al rey,
contra
quien ha conspirado
fiando
de él el gobierno
de este
mundo." "¡Oh, mal vasallo!
Digno
es de echarle a galeras,
y así
como tal, fallamos
que le
azoten y que vaya
por
eternidades de años
a la
galera infelice
donde
reman los forzados
en vez
de salobres golfos
piélagos de ardiente
espanto."
"Ya me sacan a azotar,
y pues
que soy comparado
al
jumento, iré en mí mismo
desnudo
y avergonzado
sin las
ropas de inocencia
que perdí. Ya voy pasando
las
calles de los insultos
que mis
locuras poblaron;
el
rigor y la vergüenza
pregones en voz van dando,
oid, "Ésta es la justicia
que manda hacer el Rey sacro.
Nuestro
Señor, de este hombre
por
ladrón desatinado
que
quiso ser como Dios,
mándale
que sea azotado
sin
cesar por la memoria
del
bien que perdió su engaño,
que
coma pan de sudor,
que
viva siempre en trabajos."
"¡Ay, qué azotes tan crueles!
Paso, memoria cruel,
paso."
"No hay paso; matalde y diga
el pregón en gritos altos,
ansí
castiga Dios a un desdichado,
del
cielo por soberbio desterrado.
Grave
es la culpa, denle pena grave.
¡Ay cielos! Quien tal hace que tal
pague.
Dicen de dentro
ATREVIMIENTO: Por
aquí va el pecador,
atajémosle los pasos.
HOMBRE: La
justicia es ésta. ¿Adónde
tendrá
mi desdicha amparo?
Despeñaréme.
Quiere despeñarse y detiénele CRISTO,
que saldrá vestido de la misma suerte que el
HOMBRE
CRISTO:
Detente.
HOMBRE: ¡Ay,
cielo! ¿No es mi retrato
el que
delante los ojos
tengo?
CRISTO:
Sí.
HOMBRE:
Nuevo milagro.
Hombre,
¿quién eres?
CRISTO: Soy hombre.
HOMBRE: Luego
pecador.
CRISTO:
Traslado
de la
culpa si más limpia
que
esos cielos que he crïado,
mi humana naturaleza
es impecable y yo santo.
HOMBRE: A mí
mismo en ti me veo.
¿Quién
eres, hombre?
CRISTO: Tu hermano.
HOMBRE: ¿Cuándo
tuve hermano yo?
CRISTO: Desde
que tu ser humano
me
vestí por tu remedio.
HOMBRE: ¿Tú mi
hermano!
CRISTO:
Y mayorazgo
de la
posesión eterna.
HOMBRE: De
oírte y verte me espanto.
¡Oh,
semejanza divina,
que porque yo fui crïado
a
semejanza de Dios
en mi
venturoso estado,
tú mi
semejanza tomas
por
parecerme en trabajos
si yo a
Dios me parecí
en el sosiego
y descanso!
¡Grande
amor!
CRISTO:
La semejanza
le
engendra; por ella te amo
de
suerte que a pagar vengo
deudas
que te ejecutaron.
HOMBRE: Los
hermanos parecidos
Somos.
CRISTO:
Serémoslo tanto,
que
hemos de ser una cosa.
HOMBRE: Pues,
piadosísimo hermano,
la
justicia en busca mía
el
mundo anda registrando,
y ya
que se acerca siento.
CRISTO: Pues
acógete al sagrado
del
hospital de la cruz,
que yo,
que a librarte bajo,
pagaré
por ti, pues tengo
caudal.
HOMBRE:
Por verme de él falto
y mis obras sin valor,
señor,
me escondo y no pago.
CRISTO: En
doblones de dos caras,
que
para esta deuda traigo
en mis
dos naturalezas,
cobraré
carta de pago
y la
fijaré en mi cruz.
HOMBRE: ¡Qué fiador tan abonado!
Mi Dios, la justicia
viene.
CRISTO: Pues vete y dame los brazos.
Éntrase el HOMBRE y salen el ATREVIMIENTO, el
ENGAÑO y otros
ENGAÑO: Que se
levantó del juego
y por no darnos barato
se fué.
ATREVIMIENTO:
¿De qué te ha de dar?
ENGAÑO: ¡De
qué! ¿No nos ha ganado
los pasatiempos, deleites,
dignidades, honras, cargos
y riquezas de este mundo?
ATREVIMIENTO: Pues de
eso ¿qué le ha quedado
sino
sola una mortaja
que,
como quien ha jugado
y
perdido, se congoja
con la
baraja en las manos?
Mas ¿no
es éste el hombre?
ENGAÑO: Él es.
ATREVIMIENTO:
Lleguemos.
ENGAÑO:
Señor hidalgo,
¿es él
el pródigo, el noble,
el
magnífico y el franco?
Pues ¿a
su bufón siquiera
no le
alcanzará el barato
de
alguna joya?
CRISTO:
¿Quién sois?
ATREVIMIENTO: ¿Quién?
ENGAÑO:
¡Linda pregunta, al cabo
de
todos nuestros servicios!
ATREVIMIENTO: ¡Gentil
medra interesamos!
ENGAÑO: ¿Al
Engaño desconoce?
CRISTO: Yo no
conozco al Engaño.
ATREVIMIENTO: Bueno;
el hombre se nos niega.
ENGAÑO: Mal
modo de tripularnos.
ATREVIMIENTO: ¿Vos
sois hombre de bien?
CRISTO: Sí.
ATREVIMIENTO:
Pues, ladrón disimulado
que a Dios le hurtastes el ser,
dadnos
barato.
CRISTO:
No he hurtado
el ser
yo a Dios. Su igual soy.
ENGAÑO: Este
viento le ha quedado
en la
cabeza.
ATREVIMIENTO: Es un loco.
ENGAÑO: Dad
barato, o en un palo,
ladrón,
entre dos ladrones
os
pondremos.
CRISTO:
Eso aguardo,
si bien
baratos prometo.
ATREVIMIENTO: ¿A
quién?
CRISTO: Al mundo, a quien amo,
de
suerte que le he de dar
a mí
mismo.
ENGAÑO:
Bien medrado
quedará
el mundo con vos.
CRISTO: No
conoce lo que valgo;
pero él
me conocerá
después de resucitado.
Sale la MADALENA
MADALENA: Dadme
barato, Señor.
CRISTO: ¿Quién
sois?
MADALENA:
Quien siete pecados
encerró
dentro del pecho.
CRISTO: Pues,
Madalena, yo os hago
libre de ellos, yo os perdono.
Vase MADALENA
ENGAÑO: Eso es
mejor. ¿Quién te ha dado
autoridad, que perdonas
casos a
Dios reservados?
Sale el Buen LADRÓN
LADRÓN: Un
ladrón barato os pide.
CRISTO: A feliz
tiempo has llegado.
Yo te
doy mi paraíso,
a Juan
mi pecho le he dado,
a Pedro
mi amada iglesia,
mi
doctrina doy a Pablo
y el
espíritu a mi Padre
cuando
le ponga en sus manos.
Sale la JUSTICIA
con una cruz en lugar de vara; salen
con ella el DESEO y la
ENVIDIA
ENVIDIA: Aquí
está el Hombre, Justicia,
que,
siendo primero hidalgo,
perdiendo la ejecutoria
de la gracia, es ya villano.
DESEO: Pues si
es villano, bien puede
ir
preso por deudas.
JUSTICIA: Alto;
llévele
luego la Envidia.
ENVIDIA: Hijo de
Dios se ha llamado,
líbrese agora a sí mismo.
JUSTICIA: Yo haré
ponerle en un palo
donde
pague puntualmente.
CRISTO: Pues me
tienen por mi hermano,
sus
culpas satisfaré.
Padre,
este cáliz amargo
bebo por
él, porque él beba
la
sangre de mi costado.
ENVIDIA: Ponedle
a cuestas la vara
de
vuestra justicia.
CRISTO: El cargo
me
derriba de su peso.
Pónele al hombro la vara, y cae con
ella
JUSTICIA: Es de
yerros, no me espanto.
ENVIDIA: Venga y
muera el hombre, o pague.
CRISTO: Muera
yo y viva mi hermano,
pues
esta es la justicia que ha mandado
hacer
por él en mí mi mismo agravio,
que,
pues siendo yo Dios quise fïarle,
justo
es que quien tal hizo que tal pague.
Llévanle con la cruz a cuestas y sale el
HOMBRE
HOMBRE: A mi
hermano llevan preso
porque
ha sido reputado
por
pecador, y yo estoy
suelto
y libre. ¡Oh amor raro!
¡Oh
similitud preciosa!
¡Oh
generoso retrato
del
Padre Eterno, en quien siempre
se está
fecundo mirando!
Mil
alabanzas te doy,
pues
del hombre enamorado
hombre
te quisiste hacer,
porque
el hombre no sea esclavo.
ATREVIMIENTO: ¿No es
éste el preso?
ENVIDIA: El mismo es.
ATREVIMIENTO: Si es
él, ¿cómo se ha librado
de la
divina justicia?
Vuelva
preso.
HOMBRE:
Eterno hermano,
que me
llevan a la cárcel.
Suena música. Aparécese un cáliz
muy grande y de en medio de él una cruz, y en ella CRISTO,
y al pie de ella fijado un pergamino escrito; salen cinco listones
carmesíes como caños de sangre de los pies, manos y
pecho de CRISTO, que dan en el cáliz grande y de él
en otro pequeño que esté en un altar con una
hostia
CRISTO: Dejad a
mi hermano caro,
pues
que tan caro me cuesta
que por
él la vida he dado.
Llega,
hermano parecido,
y si
del fruto vedado
comiste
por ser cual Dios,
éste es
de la vida el árbol,
como
Dios serás si comes;
dándote
antes agua manos
la
fuente de tu dolor,
más de
lo que debes pago
por ti,
mas porque también
el fruto de mis trabajos
te
aproveche, haz de la tuya
lo que
por mi ley te mando.
Tus
obras han de salvarte
valor
de mi cruz medrando;
fe con
obras, hombre, pido.
HOMBRE: Fe con
obras, Señor, mando.
CRISTO: Llega,
pues, come mi cuerpo,
que es
el fruto sacrosanto
de este
árbol de vida;
bebe la
sangre que te derramo,
que
para que de este modo
más los dos nos parezcamos,
yo en ti, tú en mí
viviremos.
HOMBRE: ¡Oh,
amor de asombroso espanto!
Clavada
miro en la cruz
la
obligación del pecado;
¿cómo
comerá seguro
quien debe si no ha pagado?
Tiemblo
de tan duro empeño.
CRISTO: Ya
fenecieron tus daños;
borrada
está, si lo adviertes,
yo soy
la carta de pago,
mis letras están heridas,
cinco mil renglones traigo.
HOMBRE: Cantad,
músicos eternos,
el amor
nunca imitado
de Dios al hombre, pues son
los parecidos hermanos.
Cantan
"Por la imagen del hombre
Dios y hombre paga.
¡Venturosa mil veces
tal
semejanza!
El
hombre terreno
comió
la manzana,
perdió
la inocencia,
costóle
la gracia.
El
hombre celeste
en él
se retrata,
pagóle
sus deudas,
llevóle
a su casa.
Por la
imagen del hombre
Dios y
hombre paga.
¡Venturosa mil veces
tal
semejanza!"
Encúbrese todo con mucha
música
FIN DEL AUTO
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