Salen ASER y
HERBEL, pobres
ASER:
¿Hasta cuándo ha de durar
el hambre de Palestina?
HERBEL:
Mientras no cesa el pecar
no cesa
la ira divina
que nos
quiere castigar.
Tres
años ha que olvidada
la
tierra que esteriliza
nuestra
suerte desdichada,
la
maldición profetiza
de
nuestro padre heredada.
Mete
el hambre el mundo a saco;
ni a
Ceres paga el agosto,
ni el
fértil otoño a Baco.
ASER: Herbel,
sin pan y sin mosto,
todo
estómago anda flaco.
Comíme el año primero
el
ganado que tenía,
sin
dejar macho o carnero;
los bueyes maté otro día,
comiéndome carne y cuero.
Mis
tierras después vendí
y comímelas también.
Por pan mis alhajas di,
y la casa que en Belén
tuve,
también me comí.
Ni
ya tengo qué vender,
ni el hambre su rigor doma,
pues de
suerte viene a ser,
que si
no que a mí me coma,
no
tengo ya que comer.
HERBEL:
¡Pobre de quien no ha dejado,
Aser,
jumento o rocín
que al hambre no haya guizado
Ayer me
comí el mastín,
alcaide
de mi ganado.
Por
tejados y rincones
ando a
caza todo el día,
sin ser
gato, de ratones;
gazapos,
que el hambre mía,
juzga
pavos y pichones.
Ya
no tengo qué comer
si Dios
su rigor no aplaca.
Cayéndome estoy, Aser.
ASER: Yo
anoche cené una urraca.
HERBEL: Yo un
jernicabo anteayer.
Sale GOMOR,
comiendo medio pan, y LISIS, pastora
LISIS:
Parte conmigo, Gomor,
la
mitad de aquese pan,
si es
que me tienes amor.
GOMOR: Hambre y amor mal cabrán
en el pecho de un pastor.
Diez
días ha que por cerros,
buscando hierbas perdido,
arroyos, valles, destierros
he espulgado, y no he comido
si solas setas y berros.
Mirad vos cómo os querré
comiendo regalos tales.
LISIS: ¡Si tú amaras bien!
GOMOR: Cené
anoche
unos mercuriales,
y todo
el amor purgué.
LISIS:
¿Quien la vida te entregó
merece tratarse ansí?
GOMOR: ¿Vuesa
vida tengo yo?
LISIS: Mi
vida, ingrato, te di;
que
quien firmemente amó
más
vive en la cosa amada
que en
sí mismo.
GOMOR: Bien, ¡por Dios!
El
trueco, Lisis, me agrada.
En fin,
que yo vivo en vos,
y vos en mí, transformada.
LISIS: Si
bien me quieres, no hay duda
que
vidas hemos trocado.
Mira si
es razón que acuda
a quien
yo mi vida he dado
y en mí
la que tiene muda.
GOMOR:
¡Alto! Pues que me da ser
vuesa
vida agradecida,
no
tengo que responder,
sin que
a quien me dió su vida
que yo
la dé de comer.
Medio pan me ha dado Dios,
y según
el hambre es fiera,
no hay
para empezar los dos;
mas
justo es que yo me muera
a
trueque que viváis vos.
Pues
tenéis mi vida allá,
no os
dé pena, muérase;
que,
mientras hambrienta está,
comiéndome el pan, podré
sustentar la vuesa acá.
Cómeselo
LISIS:
¿Respuesta tuya es aquésa,
bárbaro, ingrato, homicida?
GOMOR: ¿De
verme comer os pesa?
¿No se
lo quito a mi vida
para
dárselo a la vuesa?
LISIS: Yo
me vengaré de ti
si el
rigor del tiempo pasa.
ASER:
Elimelec vive aquí,
la
persona más escasa
y rica
que en Belén vi.
GOMOR: ¡A buenas puertas nos coge
el hambre!
HERBEL:
¡Fuego de Dios
que le destruya
y despoje
de
tanta hacienda!
ASER: Los dos,
aunque
de vernos se enoje,
a
pedirle hemos venido
limosna.
LISIS:
Que la dé dudo.
ASER: Por su deudo me ha tenido.
Más da
el duro que el desnudo,
y el
avaro que el perdido.
HERBEL: No
hay hombre en todo Efratá
tan
caudaloso.
LISIS:
¿Qué importa,
si a nadie empresta ni da?
Larga
hacienda y mano corta
mal
socorrer nos podrá.
Las
trojes, que el grano rojo
guardan, dejará comer
del
atrevido gorgojo,
y el vino,
que viene a ser
del año
el postrer despojo,
en
vinagre convertír
primero
que remediar
al
pobre.
ASER:
Yo he de pedir
a sus
puertas e incitar
su enojo antes que morir.
HERBEL: ¡Qué
mal que le cuadra el nombre
de
Elimelec!
ASER:
Significa
"Dios mío," porque os asombre.
GOMOR: Mal el
ser Dios se le aplica
a tan avariento
hombre,
que
Dios a todos mantiene,
y más
guardando su ley.
HERBEL:
"Rey" a interpretarse viene
Elimelec.
LISIS:
¡Qué mal rey
quien
guardado el trigo tiene
y a ningún pobre recibe!
ASER: Es alma
el rey, que del modo
que
vida al cuerpo apercibe,
y
estando toda en el todo,
toda en
cualquier parte vive;
así
el rey tiene de estar
dando a
todo el reino ser,
y en
cualquier parte o lugar
todo lo
ha de socorrer
y sus
miembros sustentar.
GOMOR: Id a
Elimelec con eso,
veréis
si lo cumple ansí.
LISIS: El
hambre os aviva el seso.
HERBEL: De su
mujer Nohemí
la
mucha virtud confieso.
GOMOR:
Basta empezar en Noé
su
nombre para ser buena,
que el
vino inventó.
ASER:
Yo sé
que la
avaricia condena
que el
pueblo en su esposo ve.
HERBEL:
Nohemí es lo mismo que hermosa.
LISIS: Fuélo mucho, mas los años
traen la vejez enfadosa,
envuelta en los desengaños
que
marchitan cualquier rosa.
ASER: Pues
no tiene tanta edad.
LISIS: Ha
parido ya dos veces.
GOMOR: Los hijos y años dejad,
juventudes y vejeces,
que con hambre es necedad
meteros en eso.
HERBEL: Ansí
el
tiempo y hambre se pasa.
GOMOR: El
hambre no, el tiempo sí.
Si
Elimelec no está en casa,
de la
virtud de Nohemí
remediar mi daño espero,
que es
generosa y honesta.
ASER: Llamar
a sus puertas quiero
y
pedirla. Mas ¿no es ésta?
HERBEL: Sí.
LISIS: Su
piedad considero.
Sale NOHEMÍ
NOHEMÍ: ¿Posible es que de Efratá,
que se interpreta
abundante,
os
olvidéis mi Dios ya?
No hay
comarca semejante
en la
tribu de Judá
en
frutos, pues de Israel
la troj
se solía llamar.
Vos, Señor, piadoso y fiel,
que a Jacob quisisteis
dar
esta
tierra, acordáos de él.
Mirad que estéril y seca
aflije
vuestra nación,
que
cierra el cielo quien peca.
No es
tierra de promisión,
ni ha
dado miel y manteca,
ni
aun hierba en estos tres años,
como
prometistes vos.
¿Qué
han de decir los extraños
sino imputaros,
mi Dios,
estos
trabajos y daños?
Culpará la providencia
de
vuestra mano infinita,
contra
vuestra omnipotencia,
el
idólatra moabita,
y dirá
con insolencia
que
es mejor dios su Dagón,
su
Astarot, su Baalín,
que no
vos, Dios de Sión;
que nos
trujistes, en fin,
no a
tierra de promision,
sino
de daño infinito,
y de Bersabé hasta Dan,
los que
aflije su delito,
otra
vez suspirarán
por las
cebollas de Egipto.
No
permitáis tal, señor;
vuestro
pueblo socorred,
y dando
fin al rigor,
no por nosotros volved,
mas volved por vuestro honor.
No está en casa mi
marido,
ojalá
pobres vinieran,
que
pues Dios me ha enriquecido,
con
abundancia comieran
lo que
les he prevenido.
Pero
aquí están. Pobres míos,
¿querreis comer?
HERBEL: Dios lo sabe.
NOHEMÍ: Pecados
y desvaríos
tienen
los cielos con llave.
GOMOR: Y los estómagos fríos.
ASER: Seis
meses ha que no sé
lo que
es pan.
GOMOR:
Una barriga
de buey
anoche cené;
duélase
de mi barriga,
que no
hallará, si la ve,
cosa
en ella que encomiende
a las
tripas, importante.
Por
pies mi estómago entiende
cual
bolsa de pleiteante,
o como
casa con duende,
como
robada maleta;
como
brasero en verano;
como
enfermo con dïeta;
como
lealtad de gitano
y
cerebro de poeta.
NOHEMÍ:
Entrad, mis pobres, que aquí
os
tengo puesta la mesa.
LISIS: Plegue a Dios, cuerda Nohemí,
que de la familia vuesa,
pues nos sustentáis ansí,
el Mesías deseado
nazca que a Israel dé
gloria,
ASER: Vueso
nombre celebrado
quede con
divina historia
en
nuestro libro sagrado.
NOHEMÍ: En
ese oculto aposento,
Asael,
la mesa está.
Dalos
en ella sustento,
pues
dicen que el ciclo da
por uno
al piadoso, ciento.
Entrad primero que venga
mi
esposo, que lleva mal
que de
su hacienda mantenga
de mi
tribu y natural
los
pobres, y antes que tenga
Masalón de esto noticia
y Quelión, mis dos hijos,
excusemos su malicia,
que los
trabajos prolijos
con que
de Dios la justicia
nos
aflige, los ha hecho
tan
cortos como a su padre.
Entrad, y hágaos buen provecho.
HERBEL: Pues de
pobres eres madre,
y con
tan piadoso pecho
acudes a nuestro daño,
tu casa
el cielo bendiga,
hónrete
el propio y extraño.
NOHEMÍ: Entrad.
GOMOR: Hoy, Lisis amiga,
saco el vientre de mal
año.
Vanse todos.
quedando NOHEMÍ
NOHEMÍ: Si
de Egipto el hambre fiera
nuestro
José socorrió,
aunque
extraña nación era,
y mi
casa enriqueció
el
cielo de esta manera,
¿por
qué en ella ha de faltar
a los
dé Israel sustento?
Ningún
pobre ha de llegar
que
vuelva a salir hambriento
mientras haya que les dar.
Salen ZEFARA y JALEEL
JALEEL:
Digo, Zefara, que yo
tengo
derecho a comer
el hijo
que nos quedó,
que el
padre sólo da el ser
al
hijo, y la madre no.
No
le escondas, si es que quieres
que
refrene mi rigor.
ZEFARA: Madre
soy, si tú padre eres,
y
siempre reina el amor
más que
el hambre en las mujeres.
El
ser como tú le he dado;
nueve
meses le he traído
de mi
sangre alimentado;
con
dolores le he parido;
mis
pechos le han sustentado.
En
vano Jaleel porfías
probar
que eres sólo el dueño
de
quien, no como yo crías,
de
noche a costa del sueño
y del
descanso los días.
Darle el ser, ¿de que sirviera?
si sin
forma se quedara
y antes
que vida tuviera
y del
alma se informara,
sin mi
amparo pereciera.
Vida
le dio mi calor,
en mis entrañas estuvo,
y Dios, como en obrador,
su cuerpo informe
entretuvo,
hasta
que siendo crïador
del
alma, que no le has dado,
en su
cuerpo la infundió,
por mi
sangre organizado
De mí
con vida salió,
hermoso
y perficionado;
mas de ti tan imperfecto,
que aun
hasta el ser de animal
no
sacó, sino respeto
sólo de
hombre virtüal,
siendo
de tu causa efecto.
¿Por
qué has de querer, ingrato,
cuando el ser de ti tuviera,
comer
tu mismo retrato?
Su
madre soy verdadera,
y así
escondértele trato.
Cómeme, tirano, a mí,
que su
misma carne soy.
NOHEMÍ: ¿Qué es
esto?
ZEFARA:
¡Oh, cuerda Nohemí!
Crueldades has de ver hoy
que te han de sacar de ti.
Este padrastro, no
padre,
al
mismo hijo que dió el ser,
sin que
ley ni amor le cuadre
quiere,
bárbaro, comer,
y yo,
que, en fin, soy su madre,
le
defiendo.
JALEEL:
Si se atreve
el
hambre a mi hijo ansí,
la
necesidad me mueve.
La vida
y el ser le di,
págueme
lo que me debe;
que
en trabajo tan urgente
no es
injusta mi demanda,
ni yo
soy padre inclemente,
pues el
Decálogo manda
que al padre el hijo sustente.
NOHEMÍ:
¿Vióse pleito más crüel?
¿Vióse
demanda más fiera?
¡Vive
el Señor de Israel!
que si
en mi casa no hubiera
más que
un pan, probara en él
la
piedad que me enternece.
¡Que el
hambre, mi Dios, horrenda
pueda
tanto cuando crece,
que a
su hijo comer pretenda
un
padre, si es que merece
este
nombre tal delito!
¿Qué
vuestro rigor no aplaca
esto,
Señor infinito?
Asael.
ASAEL:
Señora.
NOHEMÍ:
Saca
cuatro
panes y un cabrito.
Va el criado
por ello
Sustentáos con él los dos;
y volved por más después,
Jaleel, que no es bien
que vos
querais
comer a quien es
la
semejanza de Dios.
Venid si adelante pasa
del cielo el rigor prolijo,
que la
piedad que me abrasa,
por la
vida de vuestro hijo,
os daré
a saco mi casa.
Traedme acá la criatura,
que a
crïarla me provoco.
ZEFARA: Comerle un padre procura,
que en
fe de costarles poco
no
ponen más que la hechura.
Sale ASAEL
ASAEL: Aquí
está el cabrito y el pan.
A ASAEL
JALEEL: Y en tu
señora se ve
la
caridad de Abrahán,
su
amor, su piedad y fe.
NOHEMÍ: ¡Que la
maldición de Adán,
mi
Dios, tenga tal poder
que
llegue en un padre a tanto
que a
quien dió la vida y ser,
coma! Pero ¿qué me espanto
si a
vos os han de comer?
Salen ELIMELEC,
MASALÓN y QUELIÓN.
ELIMELEC habla solo
ELIMELEC: ¿Los
jueces mi pan a mí
para
dar a pobres? ¡Bueno!
¿Lo que
yo sembré y cogí?
¿yo mi trigo, mi centeno
a
pobres? Ponzoña sí.
Muera la gente villana
de
hambre, que yo no doy
a
quien, con vida holgazana,
se come
su hacienda hoy
sin
reparar que hay mañana.
Antes pegaré a mis trojes
fuego,
y vaciaré mi vino.
MASALÓN: Padre y
señor, no te enojes;
que
pues con tal desatino
lo que
a tanta costa coges
te
están pidiendo los jueces,
con negárselo has cumplido.
ELIMELEC: ¿A los pobres viles heces,
que siempre basura han
sido
del
mundo?
QUELIÓN:
Tú lo mereces,
pues
de este pueblo tirano
no has
impedido el gobierno.
ELIMELEC: ¿A
hormigas viles que el grano,
si no
trabajan de invierno,
vienen
a hurtar el verano?
Primero me ausentaré
de
Belén y de Efratá;
primero
a Moab me iré,
llevando mi hacienda allá,
que un
pan a los pobres dé.
Mas
¿quién son estos que aqui
me
causa enfado el mirarlos?
JALEEL: Tus deudos somos.
ELIMELEC: Nohemí,
¿mas qué para
sustentarlos
venir
los hiciste aquí?
NOHEMÍ: Es
verdad. Por excusar
que a
su hijo un padre no coma,
lo que
ves les mandé dar.
ELIMELEC:
¡Infernal furia me toma!
No mi
casa has de asolar.
¿Sabes que tienes dos hijos?
¿Sabes la esterilidad
que
anuncia en años prolijos
hambre,
peste y mortandad,
que los caudales más fijos
ha
deshecho ya el rigor
con que
el cielo nos provoca?
¿Ni a
mí me tienes amor,
pródiga, perdida, loca?
NOHEMÍ: A tus parientes, señor...
ELIMELEC: ¿Qué
parientes más cercanos
que tus
hijos y marido?
Soltad
el manjar, villanos;
comé el
hijo mal nacido
hechura
de vuestras manos.
Quítasele
Echalos de ahí, Masalón.
MASALÓN: Idos,
peste de Israel.
ZEFARA: ¿A los que tus deudos son
es justo, avaro, crüel,
tratar
ansí?
ELIMELEC:
Quelión,
mátalos todos a palos.
QUELIÓN: Salid,
infames, a coces.
JALEEL: De mal
árbol, frutos malos.
ZEFARA: Permita
Dios que no goces
tus avarientos regalos.
Púdranse tus viles mieses,
vinagre el vino se torne,
los lobos coman tus reses,
jamás tus techos adorne
el otoño en sus tres meses.
De tu hacienda despojado
patrias extrañas mendígues;
no halles hospicio en poblado,
y como al pobre persigues
del
rico seas mal tratado.
Fáltete el Dios en que esperas,
y ejecute sus castigos
en esas entrañas fieras;
entre tus más enemigos
fuera
de tu patria mueras.
No vuelvas más a Belén,
ni tus trabajos amansen,
ni sepultura te den
en que
tus huesos descansen
con los
de tu padre, ven.
Vanse ZAFARA y JALEEL
ELIMELEC: ¡Ah, infames! Dejadme entrar
por un
palo.
MASALÓN:
Ya se han ido.
NOHEMÍ: Mis padres han de encontrar.
QUELIÓN: Basta,
madre, que has querido
nuestra
hacienda disipar.
¡En
buenos graneros pones
nuestra
amada provisión!
¡En
mendigos y bribones!
MASALÓN: De la
república son
los
pobres viles ratones.
Si a
comer vienen el trigo
¿qué
habemos de hacer después?
NOHEMÍ: De Dios, hijos, el mendigo
es pupilo y menor es;
y el rico tutor y abrigo
de
los pequeños y hambrientos.
Si
menores nuestros son,
dejad
viles pensamientos,
que no es conforme a razón
negarles sus alimentos.
ELIMELEC, echando a palos a los
pobres
ELIMELEC: Salid, harpías monstruosas,
que mi mesa profanáis;
salid,
moscas enfadosas,
que en mi mesa os asentáis,
inútiles y asquerosas;
que
la mesa he de quemar,
que
dejáis contaminada
la que
os vino a convidar,
y la
casa que apestada
ya es
oprobio del lugar.
¿Qué aguardáis, reliquias bajas,
de Israel polillas crueles?
HERBEL: Guarda,
avaro, tus migajas.
Vanse
ELIMELEC: Estimad que los manteles
no os sirven hoy de mortajas.
Y tú, necia liberal,
que no
estimando el provecho
de mis frutos y caudal,
de andrajos torpes has hecho
mi casa noble, hospital,
ya
mi mujer no te llames,
pues no
lo merece ser
quien a
huéspedes infames
da en
mi mesa de comer,
ni es posible que me ames.
Dame las llaves dé todo
lo que tan mal
aprovechas,
que si
gastas de ese modo
mí
hacienda, diré que la echas
en
pobres, que es en el lodo.
Sale GOMOR con
un plato con carne y pan, comiendo,
y una servilleta al cuello
GOMOR: El
miedo que me provoca
me ha
escondido a la mitad
del
convite. ¡Ay, hambre loca!
Pues
que no hay seguridad
desde
la mano a la boca.
Dejadme acabar primero
de este
plato la tarea,
cifrada
en pan y en carnero,
y después más que me vea
y riña este avaro fiero.
ELIMELEC: ¿Aún
queda otro convidado?
Teneos.
GOMOR:
Déjenme que coma
esto
poco que ha quedado.
ELIMELEC: El plato y el pan le toma.
GOMOR:
Zampémelo de un bocado.
ELIMELEC:
¡Vive Dios, que lo has de echar,
villano, o has de morir!
GOMOR: ¿De qué
le ha de aprovechar
mascado
ya?
QUELIÓN:
No te has de ir,
mendigo, de este lugar
con
manjar que se convierta
en tu
vil sustancia y vida.
GOMOR: Señor,
que me ahoga advierta.
ELIMELEC: Echa,
infame, la comida.
GOMOR: ¿Por
dó, si cierra la puerta?
ELIMELEC:
Ahogadle, y con ella muera.
GOMOR: Ya, señores, lo despacho.
Suéltase
Id
mañana a la zaguera
por
ello, pelón, borracho,
y
podréis cobrarlo en cera.
Vase GOMOR
ELIMELEC: No he de estar más en Belén,
no ha de verme más Judá
adonde
enfado me den
holgazanes de Efratá.
A su hijo
Todo el
ganado prevén,
bestias, caballos, camellos;
mi
hacienda en los carros carga,
que a
Moab he de ir con ellos,
pues no
es la jornada larga
ni
hallaré pobres entre ellos.
Esta
noche he de partírme,
¡vive
Dios!
MASALÓN: Medio es prudente.
ELIMELEC:
Mendigos no han de afligirme;
maldiga
Dios tan ruin gente,
que
viven de perseguirme.
Aprestad nuestra partida
y
huyamos de esta langosta,
que
abrasa nuestra comida
y se
sustentan a costa
de mi
hacienda y de mi vida.
MASALÓN:
Vecino soy desde hoy más
de
Móab.
QUELIÓN:
Vamos, Masalón.
NOHEMÍ: ¿A
tierra idólatra vas?
ELIMELEC: Huyo de
la perdición
crüel
que a mis bienes das.
No
quiero que en tierra quedes
donde
gastas de ese modo
lo que
tú adquirir no puedes.
Cargadlo en los carros todo,
dejad solas las paredes.
NOHEMÍ: ¿Los pobres, qué comerán
en tan miserable estado?
¿Por qué en Belén, Dios de
Abrahán,
el pan les habéis negado,
si es Belén casa de pan?
ELIMELEC:
¡Fuego del cielo en nación
que me
ha puesto en este trance
por tu
necia condición!
NOHEMÍ: ¡Quiera
Dios que no te alcance
en Moab
su maldición!
Vanse. Salen TIMBREO, RUT, ORFÁ, NISIRO y
MÚSICOS. Siéntanse
TIMBREO: En
el teatro verde
de esta
alameda umbrosa,
y al
nacimiento de esta fuente fría,
vida
del alma mía,
Rut
discreta y hermosa,
por
quien mi amor, ganándose, se pierde,
duerman
pesares, para que recuerde
el
contento perdido
que en
tu rostro florido
la
primavera alegre retrataba,
y
acabándose en ti, mi vida acaba.
A
esta sombra te asienta,
que en tapices de flores
cojines de tabí borda Amaltea,
donde, aunque el sol
desea
hurtarle sus colores,
porque sus rayos en sus ojos vea,
no le dejan entrar, por
mas que sea
su luz
penetrativa,
los
árboles que arriba
verás
tejiendo y enlazando ramas,
son de las frescas flores
guardadamas.
De tus melancolías
el rigor, Rut, suspende;
divierte aquí los
cristalinos ojos.
Si el
campo olvida enojos,
por
este campo extiende
la
vista, asiento de las dichas mías,
que en
él mirar podrías
mi
amoroso cuidado
al vivo
retratado;
mas --¡ay!--que
si en las flores que diviso
las tuyas ves, te volverás Narciso.
Mira esta fuente clara
que en
líquidos rodeos,
amorosa
este prado besa y tiñe,
y
parece que riñe
mal
pagados deseos
de
quien yerba del sol es de tu cara.
En las
yedras repara,
que con eternos lazos
todas
se tornan brazos
hasta
que de su amante el cuello toca,
cada
cual por juntar boca con boca.
Pinten mi confïanza
los
troncos de estos olmos,
dando la mano a aquestas verdes
parras,
cuyas hojas bizarras,
con generosos colmos,
néctar a Baco dan, que
Amor alcanza;
y
envidia mi esperanza
ver en
lazos estrechos,
como hijos de los pechos,
colgar de los sarmientos
los racimos
que al
matrimonio dan frutos opimos.
Mira de galas ricos,
los pájaros traviesos
competir con las hierbas y las flores,
que en fe de sus amores,
se dan con dulces besos
plumas por brazos y por labios
picos,
cantando villancicos
a Apolo
cuando nace,
porque
lo nuevo aplace.
Mas --¡ay,
de mí!--que como amar ignoras,
cantas
si peno, y si me alegro lloras.
Todo
muestra alegría,
la
fuente, el monte, el prado,
los árboles, las aves y los peces;
sola tú te entristeces,
y de
luto has poblado
el río,
el prado, el monte, el sol, el día.
Llora
la fuente fría;
las
aves que enamoran,
por
verte llorar, lloran,
y yo, que todo a padecerlo vengo,
no se
qué tienes cuando amor te tengo.
RUT: Si
mañana, Timbreo,
me
esperas dar la mano
¿qué
sospechas contrastan tu firmeza?
No
guarda la tristeza
término
cortesano,
ni
corresponde amor siempre al deseo.
Lo que
me quieres veo,
lo que
padezco ignoro
sin
saber de qué lloro.
Si un
mal humor los gustos desazona,
mi amor
estima y mi rigor perdona.
TIMBREO: ¡Qué
compendiosa y breve
obligando lastimas
y en lastimosas dudas satisfaces!
Si en recíprocas paces
mi amor
mañana animas,
eternice el amor su yugo leve.
Pero
pues se atreve
la
pálida tristeza
que
envidia a tu belleza,
cantad;
mas nunca el canto el mal resiste,
que al
alegre da gusto, y pena al triste.
Cantan
MÚSICOS: "Florecitas
que Rut bella pisa,
mientras sus ojos regados os ven,
no os riáis, no os riáis,
que no viene bien
con
sus lágrimas vuestra risa."
TIMBREO: Del
rey, mi Rut, eres hija;
a Moab has de heredar,
contigo me he de casar;
deja la
pena prolija,
que
cuando el pesar te aflija,
para
que te alegres basta
la corona que contrasta
melancólicos humores
de tu
belleza divisa.
Cantan
MÚSICOS: "Florecitas
que Rut bella pisa,
mientras sus ojos regados os ven,
no os riáis, no os riáis,
que no viene bien
con
sus lágrimas vuestra risa."
RUT: La
tristeza que es violenta,
menos
su rigor perdona
a la
diadema y corona,
antes
con ella se aumenta,
en los palacios se asienta
debajo
del solio real,
y
perdonando al sayal,
vive en
artesones de oro.
Ría el
prado, que yo lloro
penas
que el pesar me avisa.
Cantan
MÚSICOS: "Florecitas que Rut bella pisa,
mientras sus ojos regados os ven,
no os riáis, no os riáis,
que no viene bien
con
sus lágrimas vuestra risa."
TIMBREO. Si a
entretener no estáis,
árboles, prados y fuentes
las tristezas inclementes
que en quien adoro
aumentáis,
ni con
el viento finjáis,
las unas risa en las hojas,
ni, entre las arenas rojas,
mováis de cristal los labios
las otras; llorad
agravios
de una
voluntad remisa.
Cantan
MÚSICOS: "Florecitas
que Rut bella pisa,
mientras sus ojos regados os ven,
no os riáis, no os riáis,
que no viene bien
con
sus lágrimas vuestra risa."
Quédase RUT
dormida
TIMBREO:
¿Durmióse mi esposa?
NISIRO: Sí.
TIMBREO:
Dejadla, que siempre el sueño
es de la
tristeza dueño.
ORFÁ: ¿Qué
tendrá que llora ansí?
TIMBREO: Poco
amor, porque la di
el
alma, que no se atreve
a
pagar, ingrata y leve,
si no
es con pena y rigor;
porque
aborrece el dendor
por no
pagar al que debe.
Mas
si mañana ha de ser
mi
esposa, mal conjeturo,
cuando
quejas dar procuro
en lugar de agradecer.
Muchas veces sin tener
causa la melancolía
crüeles
efectos cría,
como en
mi esposa se ve.
Tal vez
la tristeza fue
víspera
del alegría.
Yo
espero quererla tanto
que
otra vez la aurora fresca
en su
semblante amanezca,
y
trueque en contento el llanto.
Duerma
mi Rut, y entretanto
en fe
de lo que la adoro,
despojemos el tesoro
de este prado, y de su flor
coronas
rija mi amor
mientras se pone la de oro.
Vanse todos, y
quédase RUT dormida. Salen
MASALÓN y ASAEL
ASAEL: Esta
noche llegaremos
a Moab.
MASALÓN: Mientras la siesta
del sol
los cuerpos molesta,
Asael, descansaremos.
A las sombras deleitables
de este bosque has de asentar
las tiendas y apacentar
el ganado.
ASAEL:
¡Qué agradables
riberas! ¡Qué alegre río!
su
margen es un vergel,
MASALÓN: No se
echa de ver en él
la
sequedad del estío,
ni
el rigor de tantos años
con que hacen los cielos guerra
a la
israelítica tierra.
ASAEL:
Merecemos estos daños
porque nuestra gente ciega
mitigar
a Dios no sabe.
MASALÓN: Tiene
el pecado con llave
las nubes, y el cielo niega
el
agua a nuestras querellas,
que
como contra el pecamos,
mientras culpas no lloramos
no
quieren que lloren ellas.
ASAEL: En
Moab vive el hartura.
MASALÓN:
Mientras este rigor pasa
olvidaré patria y casa.
Brindando está la frescura
de
aquestos álamos bellos
al
sueño.
ASAEL:
Hacer la razón.
MASALÓN:
Entretanto que Quelión
hace
descargar camellos
y en las tiendas se defienden
del sol mis padres, aquí
cama de
campo escogí,
donde sus rayos no ofenden.
Vete, y diles donde quedo,
y
vuélveme a despertar
cuando
quieran caminar.
ASAEL: Voy,
pues.
Vase ASAEL
MASALÓN:
A esta sombra puedo
lo
que queda descansar
de la
siesta. ¡Bella fuente!
No hay
cosa que el sueño aumente
como es
el oír cantar;
y si
en las guijas templadas
de
estos risueños cristales
cantan
tonos naturales
sus
corrientes enlazadas,
¿qué
reyes hay que merezcan
en
camas que mullen flores
dormir
oyendo cantores
sin que
jamás se enronquezcan?
Échome, pues... Mas ¡ay, cielo!
una
mujer duerme aquí.
¿Mujer? Mal dije, ángel sí,
que con
las rosas del suelo
compiten las de su cara.
Si en
la ley que profesé
no me
enseñara la fe
que hay
sólo un Dios, afirmara
que
era la misma deidad
de la
madre del Amor.
¿Vióse
hermosura mejor?
No
durmáis, ojos, velad
mientras su amor me desvela
y el
alma en su vista hermosa,
imita a la mariposa
dando
vueltas a la vela,
Solía reirme yo
de que
afirmase un amante
que
haya amor que en un instante
se
engendre; pero, ya no,
pues
quiere que experimente
esta
hermosura divina
que
hay, cual muerte repentina,
también
amor de repente.
Instantáneamente abrasa
una
casa el rayo fiero;
rayo es amor más ligero;
mas --¡ay!--si yo fuera
casa
que
tal huésped mereciera
¡qué
bien que te aposentara!
Todas
las puertas cerrara
para
que no se me fuera.
Una
mano de cristal
la
hermosa mejilla apoya;
mas bien merece tal joya
tal engaste y basa tal.
A descansar vine aqui,
y hallé
por descanso, cielos,
amor,
temor y desvelos.
Escucha
Parece
que habla entre si.
RUT, entre
sueño
RUT: Hija
soy del rey moabita;
mas
¿qué importa el nombre real
si en
lo que es más principal
mi
padre el gusto me quita?
MASALÓN:
¡Válgame el Dios de Sión!
Hija
del rey dijo que era.
¡Ay, amor! volvéos, quimera.
RUT: ¿Amor no es inclinación?
¿Pues por qué contra
la mía
a
Timbreo me han de dar?
Yo no me quiero casar.
MASALÓN: ¿Celos
y amor en un día?
¿Dulce y amargo en un punto?
¿Pena y
gusto en un sujeto?
¿Amor,
sospecha y respeto?
¿Vivo,
cielos, y difunto?
¡Qué contradicciones tienes
voluntad desordenada!
RUT: A
Israel soy inclinada.
MASALÓN: De aquí
colijo mis bienes.
Israelita soy, prevén,
Amor,
mis venturas ya.
RUT: De la
tribu de Judá
y
vecino de Belén
ha
de ser sólo mi dueño.
MASALÓN: ¿Hay dicha, hay suerte mayor?
Despierto te cobré amor,
favorecióme tu sueño.
Si
me aborreces despierta
como me elijas dormida,
no
despiertes en tu vida.
RUT: La ley
aborrezco incierta
de
mi ciega idolatría;
al Dios
de Israel me inclino
de un
oráculo divino
que
estimo por profecía.
Sé
que un esposo me espera,
el más noble de Efratá,
que en mí sucesión tendrá
dilatada de manera
que
llegue su última rama
al
cielo más eminente,
para
que en su flor se asiente
un rey
Dios que a Israel ama.
Y si
esto ha de ser ansí,
no mi
padre ni Timbreo
impedirán mi deseo.
MASALÓN: No
duermes tú, mas yo sí,
profetisa sabia y cierta,
pues que tú durmiendo sabes
mucho más que las más graves.
Abre los ojos, despierta
Pero
duerme, que es razón
no
digas en despertando
si fé a
tu sueño estoy dando,
que los sueños sueños son.
Yo estoy muerto; yo
estoy ciego,
si la
recuerdo se irá,
y si
duerme no podrá
saber
mi amoroso fuego.
Si lo que durmiendo afirma,
despierta aprueba, dichoso
yo que
vengo a ser su esposo,
y mi
esperanza confirma.
¿Cómo saberlo podré?
La
industria me ha de ayudar.
A esta parte me he de echar,
y que
duermo fingiré,
para
que cuando despierte
averigüe la verdad
de su
amor y voluntad,
que
viéndome de esta suerte
algo
conforme dirá
con lo
que ha dicho dormida.
Échase
¡Ay,
libertad, ya perdida,
tarde
el alma os cobrará!
Despertarla agora quiero
para
que me vea dormido.
Despiértela
RUT:
¡Cielos, cielos, favor pido!
Morir
escojo primero
que
forzar mi inclinación
dando
la mano a Timbreo;
que aún
no estoy despierta creo.
¡Ay,
inquieto corazón!
¡Que aun durmiendo me tormente
Repara en
MASALÓN
Mas,
¡cielos! ¿quién está aquí?
¿Un
hombre junto de mí,
y mis vasallos ausentes?
Haréle matar; mas no,
que quien, viéndome
dormida,
pudiendo ofender mi vida,
mi
honestidad no injurió,
maltratarle no merece.
O es
bien nacido, o es loco,
o sabe
de amores poco,
quien
la ocasión que le ofrece
el
sueño y la soledad
pierde;
mas no hay ocasión
que en
el prudente varón
despierte a la voluntad.
Agradecida le estoy,
y si el
agradecimiento
del amor es fundamento,
aficionándome voy
a su
noble cortesía.
Parece
hebreo en el traje,
y para
que le aventaje
a
Timbreo el alma mía
basta sólo el parecello.
Seguro
a dormir se echó;
mas
quien tal fama cobró,
que sin
asir del cabello
a la
Ocasión, resistir
se
supo, duerma en tal cama,
que
quien cobra buena fama
bien
puede echarse a dormir.
¡Hermoso talle! Israel
bellezas notables cría.
De
aquesta suerte sería
Jacob
cuando vió a Raquel,
según en su historia he visto.
¡Ay! ¡Si fuera mi ventura
Raquel
de aquesta hermosura!
Mas
¿qué es esto? ¿Ansí resisto
el
primer encuentro, Amor,
de
vuestro fuego? Es hebreo;
la
inclinación y el deseo
le dan
cartas de favor.
¿Pero de mi honestidad
tan
presto, fiero tirano,
las aras limpias profano?
Volved en vos, libertad.
Mas si mañana Timbreo
tiene de tiranizaros,
¿cuánto es mejor emplearos
en este gallardo hebreo?
Pero ¿cómo sabré vo
que mi
amor querrá admitir
quien
viéndome aquí, a dormir
tan descuidado
se echó?
No
admite el israelita
mujer
de contraria ley,
aunque
sea hija de un rey.
Mi
suerte me hizo moabita;
huyamos, pues, pasión fiera.
Pero
¿cómo, si conmigo
llevó
celos mi enemigo?
Mas
resistiréle.
Fingiendo que
duerme
MASALÓN: Espera.
RUT:
Espera , dijo dormido.
Por
buen pronóstico alcanza
mi amor
que me da esperanza
cuando
el sosiego he perdido.
Pero
de sueños ¿qué espero
sino
quimeras y engaño?
Seré
ocasión de su daño,
si
hallando aquí este extranjero,
a Timbreo causo enojos,
pues mal encubrir podré
mi nuevo amor, cuando sé
que le
pregonan los ojos.
En
la amorosa violencia
el más
urgente remedio
es el
poner tierra en medio
quien
no tiene resistencia.
Honor, huyamos agora
de
quien dormido os maltrata.
MASALÓN: ¿Pues
ansí pagas, ingrata,
a quien
tu belleza adora?
RUT:
Soñando en quien ama está
para
aumentar mis desvelos.
Amor,
si venís con celos,
¿quién
resistiros podrá?
MASALÓN: Si
a mi nación quieres bien,
y
deseas que un hebreo
sea tu
esposo, efrateo
soy, y
mi patria es Belén;
en
la tribu de Judá
no
hallarás quien me aventaje
en
hacienda ni en linaje.
Contigo
dispensará
amor
que no guarda ley,
cuando la nuestra lo impida.
RUT: ¡Ay,
esperanza perdida!
perdone
mi padre, el ley,
y el
amor con que me ofusco
si lo
que escucho es verdad,
que el
hüir es necedad
de lo
que ha tanto que busco.
Pero
si viene Timbreo
y le
mata ¿qué he de hacer?
Dueño
tirano ha de ser
del
alma que yo poseo.
Huyamos de este imposible.
MASALÓN
despierta y tiénela
MASALÓN:
Mientras yo viva no harás.
Dame
muerte, y quedarás
libre,
tirana apacible;
paga
a quien te guardó el sueno
sin
ofender a tu honor,
con
desdén, si es el rigor
dádiva
de un noble dueño;
satisfaz el beneficio
con
ingratitud; quebranta
la ley
inviolable y santa
que al
extranjero da hospicio;
mátame y vete después,
cobrarás de ingrata nombre
crüel.
RUT:
¿Conócesme, hombre?
Sabes
que princesa es
de
Moab la que atrevido
osas
ofender ansí?
¿Sabes
que si llamo aquí
los que
en mi guarda han venido
la
vida puedo quitarte?
MASALÓN: Sé que
sola te dejaron
cuando
mis penas te hallaron,
y que
pudiera agraviarte
mi
amor, si el respeto nuevo
que
guardo a tu hermosa cara
mis
deseos no enfrenera.
RUT: Si pago
lo que te debo
no
soy desagradecida;
premie
el oro tu interés.
Dale una cadena
Si me
guardaste cortés,
para
guardarte la vida
es
bien que de ti me ausente,
porque
no vivirás más,
si no
me voy y aquí estás,
de lo
que tarda mi gente.
Riesgo corremos los dos,
que yo
tuviera dicha harta
si como
el cuerpo se aparta
se
apartara el alma. Adiós.
Vase RUT
MASALÓN:
Detén el ligero paso,
sol de
luz resplandeciente,
que
apenas gozo tu oriente
cuando
me aflige tu ocaso.
Pierdo a un tiempo lo que gano
como el
que el nido alcanzó
y el
pájaro que cogió
se le
voló de la mano;
como
el soñado deseo,
como el
que en sombras se ofusca
Rut, de dentro
a voces
RUT: El que
bien ama, bien busca.
Busca
si amas bien, hebreo.
MASALÓN: ¿Que
busque bien, si amo bien?
Dices
bien; por ti estoy loco;
nunca
mucho costó poco;
alas
mis penas me den;
que
en tu seguimiento irán
hasta
hallarte quien te adora,
como el
sol tras el aurora,
y tras
el norte el imán.
Sale al
encuentro NOHEMÍ, alborotada
NOHEMÍ: ¿A
dónde vas desdichado?
Huye el
encuentro a la muerte
que en
castigo de tus culpas
a
cortar tus años viene.
Los
bárbaros ismaelitas,
que en los desiertos silvestres
de
estos montes y estos valles
tiendas
por ciudades tienen,
cuando
al descuido y al sueño
tu
padre, ganado y bienes
rendidos buscaban sombras
que el
sol la furia impidiesen,
nuestras tiendas asaltaron,
y
primero que pudiesen
poner
defensa bastante
a sus
ímpetus crüeles,
tu
padre, hermano y crïados
de sus alfanges aleves
prueban los bárbaros filos
y las caras vidas pierden.
Su sangre tiñe estos
campos,
y el
cristal resplandeciente
de este
río y este arrovo
en líquido coral vuelven.
Nuestros ganados se llevan,
los pastores y mujeres
de su torpeza despojos,
que a sus apetitos venden.
El oro, joyas y galas
en que la avaricia tiene
cifrada
su frágil dicha,
ya son
males, que no bienes.
Castigo
del cielo justo,
con que
a los pobres pretende
vengar
de vuestra crueldad,
que es
Dios padre de inocentes.
Negásteisles el sustento
siendo
deudos y parientes,
¿qué
mucho si a los extraños
agora
el cielo enriquece?
Murió
Elimelec, mi esposo,
por los
que de hambre mueren
en
Judea y Efratá.
Imaginó
estando ausente,
conservar sus bienes rico,
mas
como son bienes muebles
los
bienes de la Fortuna,
no es
maravilla que rueden.
Por
guardar, hijo, lo poco,
todo el
avaro lo pierde.
Huye,
no pierdas la vida,
que
viene tras ti la muerte.
MASALÓN: A buen
tiempo, ciego Amor,
abrazándome pretendes,
pues
mirándote desnudo
imposibles loco intente.
Perdí a
mi padre, mi hermano,
perdí
mis crïados fieles,
mi
hacienda mi amada patria,
¿y
también que pierda quieres
la
libertad? Ya ¿qué vales
sin hacienda, Amor, pues hieres
las almas con flechas de oro.
y al plomo pobre
aborreces?
Pues la
esperanza me quitas,
pues despojado me ofendes,
pues que me dejas desnudo
justo será que me dejes
tú
también, que no es razón
que
extranjero y pobre intentes
imposibles de una infanta,
aunque
digas que los vendes.
Salen un
CAPITÁN ismaelita y tres SOLDADOS
SOLDADO 1: Aquí
están.
CAPITÁN: Matadlos todos
si
humildes no se rindieren
al
derecho de las armas.
Sacan preso a
QUELIÓN. NOHEMÍ se
pone de rodillas
NOHEMÍ: El
acero más valiente
del más
bárbaro enemigo
es
cortés con las mujeres,
con los
vencidos piadoso,
con los
humildes clemente.
Valeroso ismaelita,
hijo mío es el que ofreces
a los
filos de tu alfanje,
y
esotro que agora prendes
es
primogénito mío.
¿Qué
injurias te hacen que vengues?
¿Qué
gloria en matallos ganas?
¿Qué victoria ilustre adquieres?
Goza la
hacienda que llevas,
conténtate con la muerte
de la
mitad de mi vida,
del
dueño que esta alma tiene.
Muriá
mi esposo a tus manos;
deja estos retratos fieles
de su
noble original,
porque
mis penas consuelen.
CAPITÁN: ¿Tus
hijos son estos dos,
y tú la
señora eres
del
despojo que gozamos?
NOHEMÍ: Yo soy
la que a tus pies vierte
el
corazón por los ojos.
CAPITÁN: Tu
llanto a piedad me mueve.
Vida y libertad los doy,
el ser te deben dos
veces.
Quitadlos esos vestidos
entre
la espesura verde
de este
bosque reservado;
a esta
mujer solamente
no la
quitéis cosa alguna.
QUELIÓN: Quien los pobres aborrece,
y a Dios en ellos
maltrata,
razón es
que pobre quede.
NOHEMÍ: ¡Ay,
Elimelec querido!
Jamás
el consuelo espere
enjugar mis tristes ojos,
pues que los privan de verte.
MASALÓN:
Olvidad, alma afligida,
quimeras, que si los bienes
son las alas del amor,
¿como es posible que
vuelen
mis
esperanzas sin alas?
Pues no
es mucho que se seque
la
hiedra de Amor, faltando
interés
que la sustente.
|