Salen el REY de Moab, RUT, ORFÁ,
TIMBREO,
NISIRO y otros
REY: ¿Es posible, hija querida,
que cuando para consuelo
de mi
vejez afligida
en ti creí darme el cielo
un
báculo en que mi vida
sustentase al grave peso
de mi
edad y la grandeza
que con
el reino intereso,
quieres
con esa tristeza
quitarme
el descanso y seso?
¿No
me bastaba, el cuidado
que en
mi larga edad se ve?
¿Cómo
de un reino pesado
la
carga sustentaré
sobre
un báculo quebrado?
¿Qué
interior melancolía
eclipsa
la luz hermosa
de esa
cara que es mi día?
¿Qué
cierzo seca la rosa
de esa
primavera mia?
¿Qué
riguroso pirata,
hurtando al gusto el tesoro,
te
aflige y matarme trata,
cuando
tus cabellos de oro
daban
valor a mi plata?
Un
mes ha que en dilaciones
suspendo tu casamiento,
y
fingiendo ocupaciones
doy ziguroso tormento
a
enamoradas pasiones.
¿Cuándo tras la noche oscura
de ese
escondido pesar,
tirano
de tu hermosura,
volverá
el sol a alumbrar
de tu
cara mi ventura?
¿Cuándo del hermoso espejo
en que
mis penas engaño
y mi
amor cifrado dejo,
quitarás el triste paño
para
mirarse este viejo?
¿Cuándo en tu rostro gentil
cobrarán su resplandor
Rut, el coral y el marfil?
¿Cuándo poblará de flor
tus mejillas el Abril?
¿Y
cuándo, en fin, mi deseo
su
vejez remozará,
y en los brazos de Himeneo
seguro dormir podrá
el
firme amor de Timbreo?
TIMBREO: No
es digna mi suerte dura
que
goce sin contrapeso,
señor,
tan grande hermosura.
Quíteme su amor el seso,
y su
desdén la ventura,
seré
amante desdichado,
y
tendré que agradecer
menos
al amor vendado,
que el
pesar con el placer
de mis
bodas ha mezclado.
ORFÁ: ¿Es
posible, prima mía,
que no
sabremos el mal
que
destierra tu alegría,
la
enfermedad más mortal,
la
mayor melancolía?
Remedio buscar procura
y el
tormento que hay más grave,
conocido se asegura,
porque
el mal que no se sabe
con
dificultad se cura.
Habla, que quien comunica
su mal,
los dolores mengua,
porque
remedios aplica.
La
enfermedad toda es lengua
que sus
tormentos aplica.
Habla el pulso, la color,
hablan las manos, los ojos,
el destemplado calor,
los suspiros, los enojos,
los desvelos, el dolor.
Solamente en ti se muda
este
orden, pues del modo
que tu
vida has puesto en duda,
en ti
ha enmudecido todo
viendo que padeces muda.
REY: Por
mi vida, si es de estima
en ti
quien el ser te dió,
por la
de tu esposo y prima,
Rut
mía, que sepa yo
la
pasión que te lastima.
Aclara
la confusión
que mi
vejez atropella.
ORFÁ: Danos
de tu mal razón,
cara
prima.
TIMBREO:
Esposa bella,
si yo
he sido la ocasión
de
ese pesar, que tirano
a dos en uno atormenta,
y
sientes darme la mano,
a
trueque que estés contenta
quiero
perder lo que gano.
Piérdase el reino que espero
por ti
esperar; tu belleza
pierda mi amor verdadero,
la
esperanza que ya empieza
a secar
tu rigor fiero;
la
vida que en ti confía
y el
gusto que puse en ti;
que,
aunque es en ofensa mía,
más
quiero perderte a ti
que tú
pierdas la alegría.
REY: ¿Qué
callando, mi Rut, quieres
dar a
mi vejez enojos?
RUT: Padre, siempre en las mujeres
pueden livianos antojos
tiranizar sus placeres.
¿Quién, padre y señor,
creyera,
cuando de tus reinos soy
y
tesoros heredera,
que de
la pena en que estoy
la
causa una joya fuera?
El
día que a divertir
salí al
campo con Timbreo
penas
que suelo sufrir,
que en
el mundo no hay deseo
que
llegue el gusto a cumplir,
dormida al sonoro acento
de la
música süave,
di
treguas al pensamiento,
que
cerrar los ojos sabe
de un
Mercurio el instrumento.
Todos sola me dejaron,
y
apenas en varios sueños
mis
esperanzas pintaron
gustos agora pequeños,
que al
cielo entonces volaron,
cuando perdiendo el decoro
al
valor que en mí se ve,
a un
extranjero que ignoro
vi que
cuando desperté
con más codicia del oro
que
de mi cuello pendía
que de
mi honor, que temió
su
ofensa, mientras dormía
la
cadena me quitó
que en
más estima tenía.
Quise dar voces, temí
la
muerte que amenazaba;
dejésela en fin, y huí
adonde
mi gente estaba,
y tanto
ha podido en mí
su
atrevimiento y mi pena,
que
entretanto que el ladrón
darme
la suerte no ordena,
que me
robó el corazón,
quiero
decir la cadena,
no
hay, padre, para qué trates
que
cobre el gusto perdido
por más
que el tiempo dilates.
Mira lo
que en mí han podido
mujeriles disparates.
REY: Pues, Rut, ¿por causa tan poca
a perder la salud vienes?
¿Eso a
pesar te provoca,
cuando
mis tesoros tienes
haciendo ley de tu boca?
TIMBREO: ¿Una
cadena te agravia,
siendo
bastante a impedir
tu
alegría y eres sabia?
Traslada a Moab a Ofir;
pide a los montes de Arabia
de sus partos abundantes
el acendrado metal;
déte el Asia
sus diamantes,
y entre perlas y coral
sus crisólitos brillantes;
bálsamo Egipto
destile,
y de
ámbar te ofrezca pomas
con que
tu pena aniquile;
plata
Tarsis, Saba aromas,
seda el
persa gusano hile
que
teja el medo con oro,
y el múrice después tiña,
y en fe de lo que te
adoro
para
que tus sienes ciña,
el sol
te dé su tesoro,
que
una cadena es bajeza
que
eclipse el hermoso Oriente
de tu
divina belleza.
RUT: Luego
yo discretamente
os
callaba mi tristeza.
No
la materia, Timbreo,
cuando
sucedo a mi padre,
de la
cadena deseo,
sino el
dármela mi madre
y el
hurtármela un hebreo
de mi pena es la ocasión;
que soy
mujer te confieso,
cuya
leve inclinación
hace
que unas coman yeso,
y que
estimen el carbón
otras más que el néctar puro
que a Jove
da Ganimedes.
Venganza tomar procuro
de un
ladrón que buscar puedes,
y vive
en Moab seguro.
¿Qué
vellocino a Jasón?
¿qué
manzanas de oro pido,
si no
en fe de tu afición,
a mi
amor agradecido,
que me
busques un ladrón?
TIMBREO: Si
en eso no más estriba
tu
tristeza, alégrate,
que
aunque el vil hebreo viva
en los
cielos, subiré,
por servirte, más arriba.
Venid, y en Moab no quede
casa,
posada o mesón,
que si
hospicio le concede,
no
busquéis, pues mi pasión
y amor
a su industria excede.
Vase TIMBREO
REY: ¡Que
por cosa, hija, tan poca
te
entristeces siendo cuerda?
RUT:
Volveráme el pesar loca
de que
una joya se pierda
que a
venganza me provoca,
y
que un bárbaro robusto
me
lleve, padre, con ella
robada
el alma y el gusto,
fue de
mi madre, y perdella
sin que
lo sienta, ¿no es justo?
Si
como a hija me quieres
déjame
sola entretanto
que al
ladrón no me trujeres.
REY: Es niño
Amor, no me espanto
que le
imitéis las mujeres.
Vase el REY
ORFÁ: ¿Tú
lloras por niñerías?
RUT: La
soledad, prima Orfá,
alivia las penas mías.
ORFÁ: Mi amor
consolar podrá,
prima,
tus melancolías.
No
pienses; si eres discreta,
que
persuadirme podrás,
en la
pasión que te aprieta,
que de la
pena en que estás
no haya
otra causa secreta
más
que el oro, que no estimas.
Lo que
con la lengua callas
dicen los ojos, enigmas
que Amor sabe adivinallas,
aunque a ocultarlas te
animas.
Misterio tiene el ladrón.
que
tanto apeteces ver.
RUT: No
pienso que es discreción
ni
amistad querer saber
lo que
oculta el corazón.
No
acrecientes mi pesar.
ORFÁ: Músico
el amor parece,
que
haciéndose de rogar
para
que a cantar empiece,
después
no sabe acabar.
Voyme, que aunque agora estés
de esa
opinión, tu tristeza
me
buscará, si amor es,
y una
vez, si el canto empieza,
no sabrá acabar después.
Vase ORFÁ
RUT: ¿De
qué ha servido --¡ay de mí!--
el hüir
de mi enemigo,
pues que le truje conmigo?
¿Si en
el alma le admití,
para
qué mando que aquí
me le
vuelvan en prisión?
¿Si
vive en mi corazón,
cómo
con su ausencia pena?
y si le
di la cadena,
¿por
qué le llamo ladrón?
¿Cómo, Amor, te llaman ciego,
si te
engendras de mirar?
¿Por
qué tiemblas al hablar,
si te
dan nombre de fuego?
¿Par qué quitas el sosiego,
si el
mundo paz te ha llamado?
¿Cómo eres rey sin estado?
¿Cómo dios, y estás desnudo?
¿Cómo elocuente, si mudo?
¿Cómo
cobarde, si osado?
Si blasona tu poder
que
eres deidad atrevida,
¿cómo
acometes dormida
el
pecho de una mujer?
¿Quién
definirá tu ser,
si de
repugnancias nace;
ni de
ti quien caudal hace
que en
breve no se consuma,
si eres
nieto de la espuma
que el
viento en el mar deshace?
Pero
sin provecho empleo
injurias que en vano gasto,
pues a obligarte no basto
a que
alivies mi deseo.
¡Ay,
encantador hebreo!
Como yo
te vea presente,
para
que Amor no se afrente,
confesaremos los dos
que es
vida, que es rey, que es dios,
que es
luz, que es paz, que es clemente.
Sale MASALÓN,
vestido de sayal muy
pobre
MASALÓN:
Discreta necesidad,
después
que contigo estoy,
lo que
eres sé, y lo que soy.
Necia es la felicidad,
contigo
anda la verdad;
la
mentira y la abundancia
acompanan la arrogancia
con la
afectada belleza.
Mientras serví a la riqueza
fui
siervo de la ignorancia.
Mas
ya que pobre me veo,
como de
un confuso abismo,
conociéndome a mí mismo
a mí
mismo me poseo.
Libró
el cordel a Teseo
del
intrincado vergel,
y yo
también salgo de él
para
que librarme pueda,
que del
engaño que enreda
es la
verdad el cordel.
Mas,
pensamiento atrevido
¿dónde
entrando me desvelas?
¿Qué
tienen que ver las telas
con el sayal abatido?
Amor, aquí me has metido,
que abatiendo me
levantas;
mas
¿cómo osarán mis plantas
pisar
reales pavimentos,
ni mis pobres pensamientos
osar
pretender infantas?
Mas,
Amor, ella está aquí.
¡Ay,
imposibles quimeras!
¡Pluguiera a Dios que durmieras
como la
vez que te vi!
¿Habrá atrevimiento en mí
para
hablarla, cielos? No;
ella es
rica, y pobre yo.
¿Qué
osadía habrá que cobre
ánimo,
si siempre el pobre
delante
el rico tembló?
Vuélvome..., pero en el sueño
que
fingí ¿no supo Amor
el no
esperado favor
con que
me llamó su dueño?
De su
semblante risueño
mi
esperanza vi crecer;
pero si
me llega a ver
pobre
mendigo extranjero,
ya sin
hacienda ¿qué espero,
si es
mudanza la mujer?
Mas
¿no me dijo deseo,
por más
que el temor te ofusca,
"el que bien ama bien busca,
busca
si amas bien, hebreo?"
Si lo
que buscaba veo,
¿por
qué apartándome dudo?
Igualar
el Amor pudo
el
burel al real ornato;
del
mismo Amor soy retrato,
pues vengo como él desnudo.
Si
le engendra semejanza,
y su
semejanza soy,
Amor es rey, Amor soy,
no hay de qué tener
mudanza.
Rico
vengo de esperanza,
aunque
pobre de riqueza.
El
poder y la grandeza
al más
humilde levanta.
Ánimo,
pues, que la infanta
sublimará mi bajeza.
RUT:
Hombre, ¿qué buscas aquí?
¿Sabes
que estás en palacio,
y que
es prohibido este espacio
sino a
mi padre y a mí?
MASALÓN: Perdona
si te ofendí.
La
ignorancia en todo yerra.
Como no
soy de esta tierra
entré
donde no sabía;
aquí de
la patria mía
la
pobreza me destierra.
Mas
voyme por no ofenderte.
RUT: Espera.
MASALÓN:
Servirte trato.
RUT: (¿No es
éste, Amor, el retrato Aparte
que a mi honor hizo atreverte?
Sí;
¿mas pobre de esta suerte
un
príncipe de Efratá?
Disfraz
sin duda será
con que
a verme habrá venido,
que si
el pobre es atrevido,
¿en que parte no entrará?)
¿De dónde eres?
MASALÓN: De Belén.
RUT: ¿Qué
buscas?
MASALÓN:
Mi traje es lengua
y te
contará mi mengua,
que yo
no lo diré bien.
RUT: ¿Por
qué?
MASALÓN:
La necesidad
cuando
a combatir comienza
al
noble causa vergüenza,
y al plebeyo libertad.
RUT: ¿Pues tú eres noble?
MASALÓN:
Sí.
RUT: ¿Y tu
hacienda?
MASALÓN:
Hela perdido.
RUT:
¿Jugado?
MASALÓN: Yo el juego he sido.
RUT: ¿De
quién?
MASALÓN:
Del tiempo y de ti.
RUT: ¿Robáronte?
MASALÓN: Alarbes crueles.
RUT: ¿Nada vales?
MASALÓN: Es verdad.
RUT:
¿Quedóte algo?
MASALÓN:
Voluntad.
RUT: ¿Qué
más?
MASALÓN:
Pensamientos fieles.
RUT: ¿Y
eso tiene valor?
MASALÓN: Sí.
RUT: ¿Sin
hacienda?
MASALÓN:
Es pobre Amor.
RUT: En fin,
¿amas?
MASALÓN:
Con temor.
RUT: ¿Pues
de quién temes?
MASALÓN: De ti.
RUT: ¿Soy
fea que espanto?
MASALÓN: Obligas.
RUT: ¿A qué?
MASALÓN:
Al culto que mereces.
RUT: Piadosa
soy.
MASALÓN:
Favoreces.
RUT: Pero
hija de un rey.
MASALÓN: Castigas.
RUT: ¿Pides limosna?
MASALÓN: Sí pido.
Dale una cadena
RUT: Toma.
MASALÓN:
Con otra me has preso.
RUT: ¿Preso
yo?
MASALÓN:
La vida y seso.
RUT: ¿Tú eres pobre?
MASALÓN: Y atrevido.
RUT: ¿Qué
aguardas?
MASALÓn: Morir aguardo.
RUT: ¿Por
quién?
MASALÓN: Por quien me condena.
RUT: ¿Con
qué?
MASALÓN:
Con esta cadena.
RUT:
Guárdala allá.
MASALÓN:
Ya la guardo.
RUT: Otra vez te he visto yo.
MASALÓN: Y en
fortuna diferente.
RUT: ¿Dónde
fue?
MASALÓN:
Junto a una fuente
mi amor
dormida te halló.
RUT:
Cortés fuiste.
MASALÓN: No heredé
dicha
como cortesía.
RUT: Lo que
entonces te debía
mi
honor ya te lo pagué.
¿Una
joya no te di?
MASALÓN: Otra
cadena me diste.
Todo es
prision.
RUT: ¿Qué la hiciste?
MASALÓN: A una
madre socorrí
con
ella y a un pobre hermano,
que
dando a mi padre muerte
vivos
me dejó la suerte,
y del
despojo tirano
de
los bárbaros quedó
segura
por escondella,
que
solo, señora, en ella
nuestro
caudal se cifró.
Venderánla para hallar
con qué
vestir y comer,
y yo
viniéndote a ver
quise
atrevido probar
si
como ejecutas pagas.
RUT: ¿Pues yo qué ejecuto en ti?
MASALÓN: La
libertad que perdí;
¿a
quién no es bien satisfagas
siendo del alma tesoro,
con el
más rico metal,
pues
nunca fue paga igual
de la voluntad
el oro?
La
mía se llama a engaño.
RUT: ¿Yo qué
libertad te debo?
MASALÓN: Si ante
Amor el pleito llevo,
no
sentenciará en mi daño.
El
contrato se deshaga,
pues
soy pobre y acreedor;
amor te
di, dame amor,
que
amor con amor se paga.
RUT: ¡Hay
igual atrevimiento!
Loco,
¿aquí para eso entraste?
MASALÓN: Vine a
hacer lo que mandaste.
Testigo
el prado y el viento.
RUT: ¡Buenos testigos te abonan!
¿Yo qué te mandé jamás?
MASALÓN: Si en
vano las voces das
que tu
inconstancia pregonan,
mudable fue tu deseo
cuando
dijo, aunque te ofusca,
"El que bien ama, bien busca;
busca
si amas bien, hebreo."
Bien amé, mal he buscado,
pues hallándote te
pierdo.
RUT: ¿Loco
estás?
MASALÓN:
Mal seré cuerdo
si tal
deuda me has negado.
RUT: ¿A
dónde vas?
Hace que se va
MASALÓN
MASALÓN: A morir.
RUT: ¿Quién
te fuerza?
MASALÓN: Tu mudanza.
RUT: Espera.
MASALÓN:
No hay esperanza.
RUT: Yo te
la doy.
MASALÓN: Por fingir.
RUT: ¿Tú me injurias?
MASALÓN: Tengo celos.
RUT: ¿Pues
hete yo amado?
MASALÓN:
Sí.
RUT:
¿Cuando?
MASALÓN:
Soñando te vi.
RUT: ¿Qué
soñaba?
MASALÓN:
Mis desvelos.
RUT: ¿Yo
amarte?
MASALÓN:
Como a la vida.
RUT: Fue
sueño.
MASALÓN: Fue cosa cierta.
RUT:
¿Durmiendo?
MASALÓN:
Estando despierta,
RUT:
¿Enamorada?
MASALÓN:
Y perdida.
RUT: ¿Qué
hacías tú?
MASALÓN: Dormir fingía.
RUT: ¿Para
qué?
MASALÓN:
Para escucharte.
RUT: ¡Oh, traidor!
MASALÓN: Amor es arte.
RUT: Ya me
mudé.
MASALÓN:
Suerte es mía.
RUT:
Cásanme.
MASALÓN:
Mi muerte aguardo.
RUT: Vete.
MASALÓN:
Impídelo mi pena.
RUT: ¿Quién
te estorba?
MASALÓN: Esta cadena.
RUT:
Guárdala allá.
MASALÓN:
Ya la guardo.
RUT:
Hebreo, que hablando hechizas,
monstruo, que mirando matas,
pobre,
que reyes maltratas,
guerra,
que almas tiranizas,
¿de
qué conjuros te armas?
¿Sin
llamas, cómo me enciendes?
¿Desnudo, cómo me ofendes?
¿Cómo me vences sin armas;
Mas --¡ay!--que ignorante
dudo
de Amor las leyes discretas,
que trayendo armas
secretas
conquiste ciego y desnudo.
En
fin, ¿me tienes amor?
MASALÓN: Testigo
mi pena ha sido.
RUT: ¿Luego
serás atrevido?
MASALÓN: No sabe
Amor el temor.
RUT:
¿Pues osarás ser mi esposo?
MASALÓN: Imposibles de amor sigo.
RUT: Tienes
un fuerte enemigo.
MASALÓN: Amor es
más poderoso.
RUT: Eres
de contraria ley.
MASALÓN: No hay
ley que al Amor le cuadre.
RUT: Es rey
de Moab mi padre.
MASALÓN: Amor es Dios, si él es rey.
RUT:
Agraviaráse su corte.
MASALÓN: No
agravies tú mi firmeza.
RUT:
Cortaráte la cabeza.
MASALÓN: A todo
da el Amor corte.
RUT: ¿Si
te mata?
MASALÓN:
Muerto estoy.
RUT: Loco
estás.
MASALÓN:
Estoy sin seso.
RUT: ¿Si te
prenden?
MASALÓN:
¡Qué más
preso!
RUT: Extraño eres.
MASALÓN: Tuyo soy.
RUT: Teme
el peligro.
MASALÓN: Es en vano.
RUT: ¿Quién
lo impide?
MASALÓN:
Tu hermosura.
RUT: ¿Tu
vida?
MASALÓN:
Aquí está segura.
RUT: ¿En qué
amparo?
MASALÓN:
En esta mano.
Tómala y bésala
RUT:
Hombre, ¿qué haces?
MASALÓN: Adorarla.
RUT: ¿Estás
en tí?
MASALÓN:
Estoy en ella.
RUT: ¿Qué
intentas?
MASALÓN:
Vivir por ella.
RUT: ¿Vivir,
cómo?
MASALÓN:
Con besarla.
RUT:
Suelta.
MASALÓN:
Nieve es entre brasas.
RUT: Vete.
MASALÓN:
Inténtolo, y no acierto.
RUT: ¡Ay,
hebreo, que me has muerto!
MASALÓN: ¡Ay,
moabita, que me abrasas!
RUT:
¡Vive tu Dios soberano,
que
otro que tú no ha de ser
dueño a
quien pueda ofrecer
el alma
como la mano!
Si
Amor de tu parte está,
¿quien
impide mi deseo?
Adiós,
patria, rey Timbreo;
adiós, temores. ¡Ah, Orfá!
Sale ORFÁ
ORFÁ:
Llamas, prima?
RUT: Llamas fieras
del
alma a la lengua pasan
que te
llaman y me abrasan,
si
antes mudas, ya parleras.
ORFÁ: ¿Ves
como al músico imitas,
que
haciéndote de rogar,
agora
para cantar
me
ruegas y solicitas?
¿Qué
tenemos?
RUT: ¿El poder
de un príncipe, cara prima,
no es
de tal valor y estima,
que
mide con su querer
su
potencia?
ORFÁ:
Ley es ésa
que el
poder estableció.
RUT: ¿No soy
la primera yo?
ORFÁ: De Moab eres princesa.
RUT:
Luego ¿lo que quiero puedo?
ORFÁ: Puedes
todo lo que alcanza
de tu
poder la esperanza.
RUT: ¿Tener
un príncipe miedo
no
es bajeza?
ORFÁ: Sólo a Dios,
y a lo
que es contra lo justo
teme un
príncipe.
RUT: Mi gusto,
Amor,
sólo os teme a vos,
que
sois Dios a cuya llama
toda
deidad tiene miedo.
ORFÁ: Pues
bien.
RUT:
A mi padre heredo.
ORFÁ: Es
verdad.
RUT:
Qué ¿tanto me ama?
ORFÁ:
Cualquier encarecimiento
con su
amor no lo será.
RUT: Pues si
me ama, no querrá
mi
padre que en un tormento
viva
eterno, quien adora.
ORFÁ: Ésa es
cosa conocida.
RUT: ¿Y por
conservar la vida
de
quien es su sucesora
dará por bien hecho todo
lo que
a su conservación
conviniere?
ORFÁ:
En confusión
me
tienes de aquese modo.
RUT: ¿No
incumbe a la real grandeza,
para mostrar
su poder,
a lo
que no tiene ser
sublimar?
ORFÁ:
Naturaleza
hace
que con eso cobre
el
poder en que se ve.
RUT: Quién
hay que más cerca esté
de la
nada que el que es pobre?
ORFÁ:
Ninguno, a lo que sospecho;
porque,
en fin, el no tener
es,
prima, casi no ser.
RUT: Con eso me has satisfecho.
Si tú hallaras un
diamante
del valor más estimado
que vió
el sol, aunque engastado
del
lapidario ignorante
en
un anillo de plomo,
¿qué
hicieras?
ORFÁ:
¿Qué? le realzara,
y el
mejor oro buscara
para
él.
RUT:
Ese ejemplo tomo,
y en
fe de tu ostentación
tu mano
honrarás con él.
ORFÁ: No
fiara, si no es de él
el dedo
del corazón.
¿Qué intentas con las preguntas
que tan diversas me has hecho?
RUT:
Declararte mi provecho
en
ellas hoy si las juntas.
El
poder es un rey grande,
mi
padre es rey, yo le heredo.
Tener un príncipe miedo,
si no
es a los que le mande,
es
afrentosa bajeza,
y el
dar ser a lo que es nada
es
hazaña reservada
al rey
y a naturaleza.
Un
pobre casi no tiene
ser que
su humildad levante,
y si es
ilustre, es diamante
que
engastado en plomo viene.
El
diamante de Judá,
que á
enriquecer Moab basta,
es éste
que en plomo engasta
la
pobreza con que está.
Halléle y por lo que gano
en su
fineza y valor,
quiero
engastarle en mi amor
para
honrar con él mi mano,
que
si el temor es empresa
en el
príncipe culpada,
dando
ser a lo que es nada
no
temo, pues soy princesa;
ni
tienes que replicarme
con mi
padre o con Timbreo,
si
estimas lo que deseo
y te
precias de agradarme.
Lleva aqueste hebreo contigo,
y en la
recámara real
trueca
el humilde sayal,
del ser
que le doy testigo,
en
la púrpura que ensalza
a mi
padre y verás como
cuando
la saques del plomo
la
fineza se realza
de
este precioso diamante;
pues en
fe que suya soy
el alma
y mano le doy
por diamante y por amante.
Dale la mano
ORFÁ: ¿Qué
es lo que hace vuestra alteza?
RUT: Mostrar
ansí mi poder;
dar a
lo que es nada ser,
que es
propio de mi grandeza.
ORFÁ:
Mira, prima.
RUT:
Éste es mi esposo;
ya el
aconsejarme es vano.
Diamante es; que esté en mi mano
es mi
gusto, y es forzoso.
No
me repliques si estima,
Orfá,
mi vida tu amor.
ORFÁ: ¿No temes?
RUT: No es el temor
blasón de príncipes,
prima.
ORFÁ:
Alto, sigo tu quimera,
aunque
llena de recelos.
MASALÓN: Goce
yo, propicios cielos,
a Rut, aunque luego muera.
Vanse ORFÁ y
MASALÓN. Sale el REY
REY: No
puedo hallarme sin ti.
Ésa tu
melancolía,
hija de
la vida mía,
la ha
de acabar; vuelve en ti.
¿Cómo estás? ¿Cuándo podré
dar a
mi vejez prolija
albricias?
RUT:
Cuando una hija
que
tienes sola, y se ve
de
una tristeza afligida,
que ni
puedes remediar,
por ti vuelva a restaurar
con el
contento la vida.
De
estos extremos terribles
tú solo
el médico eres.
REY: Pide,
Rut, lo que quisieres,
que si
Amor hace imposibles,
y yo, sujeto a su ley,
te
adoro, por tu salud,
si es
necesario, mi Rut,
menospreciaré el ser rey.
RUT:
Padre amoroso, que el nombre
de
padre, siempre apacible,
es conjuro del Amor
bastante para que obligue
a
conservar en su imagen
el
noble ser que me diste,
en
quien la naturaleza
quiere
que te inmortalice,
si
tuvieras muchos hijos
en
quien vieras repartirse
la
voluntad que me tienes,
porque
en mí tu sangre vive,
no me
espanto que me amaras
menos;
que si se divide
en
muchos brazos un mar,
no son sus vados terribles.
Mas si una pequeña fuente
viene
en un lago a ceñirse
y con
corrientes eternas
le paga
censo, aunque humilde,
añadiendo siempre arroyos
hace su
paso imposible.
Si
muchos hijos tuvieras,
viendo
su amor dividirse
cupiérame poca parte.
Sola
soy, sólo en mí vives.
Siendo,
pues, esto verdad
¿qué mucho que deposites
en mí,
como en cifra tuya,
el
noble ser que me diste?
REY: Excusa,
mi Rut, rodeos
que al
corazón sólo sirven
de
tormentos dilatados,
que la
esperanza me afligen,
y
asegúrete mi amor
que la
corona sublime
de todo el orbe mortal,
las victorias más insignes,
las riquezas más copiosas,
con ser tan apetecibles,
con el amor que te tengo
son prendas bajas y viles.
Si es que no amas a
Timbreo
y los
cielos no permiten
que con
su amor te conformes,
ni a
ser su esposa te inclines,
antes que le des la mano,
y en lazadas apacibles
enrede Amor lazos tiernos,
cautiverio de armas
libres,
retrocediendo su curso,
el dios
amante de Elise
contradirá
al primer móvil
sin que
violentado gire.
Quéjese
de ti Timbreo
y del
Amor que consiste
en
conformarse las almas,
pues el
querer es unirse,
que
cuando a un pastor quisieras,
que es
el mayor imposible
que de
tu altivez conozco,
tosco,
extranjero y humilde,
la
voluntad que te adora
sobre
mi trono sublime
colocándole le diera
la
corona que a Moab rige.
RUT: Dame
esa mano, honrará
estos
labios en que imprimes
agradecimientos nobles
para
promesas felices,
y en fe
de esa real palabra,
que en ser tuya será firme,
oyes
sucesos que Amor
te
manda que facilites.
Entre
los muchos esclavos
que en
la guerra que tuviste
con las
tribus de Israel
tu
reino ilustran y sirven,
en fe
de lo que me quieres,
una
cautiva me diste
parienta del gran Bohoz,
juez
noble que a Belén rige:
Bohoz,
aquel patriarca
que,
según los hebreos dicen,
de la
mayor tribu es padre,
que
trae de Abrahán su origen.
Como
era discreta y moza,
y hace
el cielo que me incline
con
natural influencia
a
aquesta nación insigne,
recibíla en mi privanza,
que
cuando vienen a unirse
en conformidad los gustos
hace Amor sus lazos firmes.
Desde entonces juntas siempre,
ya de noche en los jardines,
ya de día en la labor,
mientras en hilos sutiles
desentrañábamos copos
de algodón y seda virgen,
para
emular sus colorse
en
bordados y matices,
ninguna conversación
nos era
tan apacible
como el
tratar de Israel,
de sus hijos varoniles
y los hechos de sus duques
bastantes a hacer que
quiten
la
posesión de sus reinos
a
tantos pueblos gentiles.
Siempre, pues, que en estas cosas
procuraba divertirme
de
pensamientos que al ocio
indigna
entrada aperciben,
mirándome atentamente,
tal vez
alegre, y tal vez triste,
de
misteriosos secretos
me daba
muestra infalible.
Una vez
que entre otras vi
con los
afectos decirme
lo que la lengua no osaba,
animándola la dije,
"Qué enigmas, Alba, son éstas?
¿qué
partos el alma oprimen
que por
los ojos pretenden
inobedientes salirse?
Si deseos
naturales de ver
tu
patria te afligen,
que no
hay feliz cautiverio
que se
iguale al vivir libre,
dímelo,
cautiva hermosa,
qué
aunque del gusto me prive
que de
tu apacible trato
mi amor
sociable consigue,
te
enviaré llena de joyas,
que
para que no me olvides
la
memoria que me debes
a mi
amor te necesiten."
"Mal," dijo, "señora, pagas
la
voluntad que en servirte
no en
el olvido se funda,
disculpa de pechos viles.
La
patria más natural
es
aquélla que recibe
amorosa
al extranjero,
que si
todos cuantos viven
son de
la vida correos,
la
posada donde asisten
con más
agasajo es patria
mas
digna de que se avise.
Si
tantas veces suspensa
con la
vista, Rut, te dije
lo que
nunca osó el temor,
freno
que la lengua oprime,
misterios son con que el cielo,
si no
es que Amor desatine,
en
historias y en estatuas
quiere
que te inmortalices.
Bohoz,
de quien prima soy,
para
que la dicha estimes
que de
tan ilustre deudo
a mi
valor se le sigue,
una
noche entre los brazos
del
sueño, sobre cojines
que el
alba borda de perlas
y flores que el mayo pise,
soñaba, si en los
profetas
merecen
atribuirse
a
sueños misterios altos
que Dios en ellos les dice
soñaba
que de una piedra,
que con
el cielo compite
y del
generoso tronco
que a Judá dió real estirpe,
con influencias celestes
vino un monte a producirse
tan
alto, que se igualaba
al
trono en que Dios asiste.
Bajó a
pacer de su hierba
un
cordero que se viste
de más
candidas guedejas
que las que adornan al cisne.
Despertó lleno de gozo,
y a los profetas les pide
que de este oculto
misterio
los
secretos profeticen.
Échanse
en oración todos,
y convienen en decirle
que del
tronco de Judá
el
sueño alegre predice
la caea
real de Bohoz;
y que
la piedra sublime
de
quien nacerá la vara
que el
más alto cielo humille,
será
una mujer gentil
de
Moab, bella y humilde,
que
casándose con él,
el
cordero amante obligue,
que de
los pastos sabrosos,
donde ab
aeterno reside,
al
monte de Judá baje
para
que a Dagón derribe.
Por una
idólatra, en fin,
y un
príncipe de la estirpe
de
Bohoz ha de gozar
el
mundo al que el cielo rige,
y
llamándose el Mesías
hará
hazañas que conquisten
desde
la cuna del sol
hasta
su túmulo triste.
Viendo
pues, princesa amada,
cuán
bien estas cosas dicen
con tu nombre, pues Rut es
cuando
en mi lengua le explique,
lo
mismo que piedra, siempre
que a
tu presencia me admites,
alborotándome el alma
viene
casi a persuadirse
que tú
has de ser esta piedra,
a quien
Amor apercibe
ramas
del ilustre tronco
de
Bohoz, cuyas raíces
el
monte pronosticado
producirá en que se críe
el Cordero que Israel
ha
tantos siglos que pide.
¡Ay,
Princesa generosa!
Si es
justo que te suplique
quien
desea que tu fama
los
tiempos inmortalicen,
que del
Amor que te debo
las
palabras acredites,
y al
cielo contigo franco
estos
favores supliques,
no te
cases si no fuere
con
quien no haga imposibles
las
esperanzas de ver
que
esta verdad salga firme."
Cesó,
al paso que crecieron
mis
deseos, porque siguen
la
inclinación que a Israel
me
obligue que ame y envidie;
y para
aumentarlos más,
si
crecen con imposibles,
a
casarme con Timbreo,
padre y
rey, me persuadiste.
Tu
sobrino es, no me espanto,
pero
siendo aborrecible,
¿quién
juntara voluntades
que la inclinación olvide?
De esto
nació mi tristeza,
Y si
quisiera decirte
hazañas
de Amor que el tiempo
a la
lengua no permite,
me
disculparas piadoso,
lastimándote
apacible
obligándote clemente
y
persuadiéndote libre.
Pero no
quiero cansarte,
sino
sólo persuadirte
que si
el amor que me tienes
es bien
que mi vida estime,
no
esperes que esposo llame,
mientras mis venas anime
el
corazón que te adora
y en quien tu imagen imprimes,
a quien no fuere efrateo
y del
escogido origen
de Judá no descendiere,
pues
cuando el cetro me quites
que
pienso heredar de ti,
y
matarme determines
¿qué
importa que el cuerpo muera,
mientras la libertad vive?
REY: Obligaran mi afición
tus
quimeras, Rut querida,
para
restaurar tu vida
y
alentar tu inclinación
si
con medios tan terribles
cosas
no me propusieras,
cuanto
menos verdaderas
más
livianas e imposibles.
De
Moab, mi Rut, soy rey,
tú mi
sola sucesora,
Israel
a un Dios adora
que
contradice mi ley;
pues
¿cómo, aunque yo permita
lo que
me pide tu amor,
consentirá por señor
Moab a
un israelita?
¿Esto cómo puede ser?
RUT: ¿Cuándo
halló dificultad
rebelde
a la voluntad
que no
venciese el poder?
Si
aquí un israelita hubiese
con
todas las condiciones
que yo
pido y tú propones,
y de
suerte me quisiese
que
su ley, por mí dejase,
y reducido
a la nuestra
por el
amor que me muestra,
su
sangre y patria olvidase,
¿mereciera sucederte?
REY: No se
verificaría
entonces la profecía
que te
inquieta de esa suerte.
RUT:
¿Pues por qué? Su condición,
si lo
adviertes, no me pide
que mi
ley deje y olvide
en daño
de mi nación.
REY: Pues
en tal caso con él,
por lo
mucho que interesa
nuestra
ley si la profesa
un
príncipe de Israel,
diera fin a tu tristeza
en fe
de lo que te adoro,
y con
mi diadema de oro
coronara su cabeza.
Mas siendo todo quimera,
¿qué es
lo que intentas con eso?
RUT: Porque
no culpes mi seso,
amoroso
padre, espera,
y
sin prevenir enojos,
aquí el
alma y vista pon,
que Amor
para esta elección
no es
ciego, que todo es ojos.
Tira una
cortina y descubre a MASALÓN de
reales ropas, junto a un bufete,
y sobre él en una fuente,
una corona, y a su lado ORFÁ
Mira
si iguala Timbreo
a la
ostentación gallarda
de
quien tu licencia aguarda
para
alegrar mi deseo.
Mira
el valor de Belén,
la
nobleza de Efratá,
el
hechizo de Judá,
el
objeto de mi bien;
el
que ser tu sucesor
sólo en
el mundo merece
y el
que por dueño me ofrece
el
siempre discreto Amor.
REY: Su
presencia y majestad
fuerza
a que tu amor apruebe,
ya que
robada me lleve
el alma
y la voluntad.
Alguna
oculta deidad
me
obliga, y vuelve por él
a ser
Apolo, el laurel
no se
transformara en planta.
¡Que
engendre belleza tanta,
cielo,
el reino de Israel!
Quien tal elección no abona
hace a
la justicia agravio.
La
hermosura, dijo un sabio,
ser
digna de la corona.
No
tiene Moab persona
tal que
se atreva a igualalle.
El
talle me inclina a amalle
y que
premie su valor,
que no hay cartas de favor
como buena cara y talle.
En
fin, ¿eres betlehemita?
MASALÓN: Aunque
tuyo ser pretendo,
del
mayorazgo deciendo
de
Jacob.
REY:
Él te acredita.
¿Y por
la ley moabita
pondrás
la tuya en olvido?
MASALÓN: El amor mi ley ha sido
y Rut
mi legisladora.
No
tengo otra ley agora
si no
es la de agradecido.
REY: Si
has de darme decendencia
no
menos que de tu Dios,
y ha de
alcanzar de los dos
mi
sangre tal excelencia,
el no
estimar tu presencia
fuera
no estimarme a mí.
Pues lo
ordena el cielo ansí,
será el
resistirle en vano.
Dale,
hebreo, a Rut la mano,
que
está idolatrando en ti.
Danse las manos
MASALÓN: Dame tú los pies primero.
REY: Los brazos y el corazón.
¿Cómo es tu nombre?
MASALÓN: Masalón.
REY: Desde hoy serás mi heredero.
MASALÓN: Sólo
ser tu esclavo quiero.
ORFÁ: Imposibles llego a ver;
mas ¿qué no hará una
mujer
y un
rey que hechiza, amorosa,
pues la
más difícil cosa
vencen
amor y poder?
REY: La
brevedad de este caso
importa
como el secreto;
no
intente el vulgo indiscreto
motines
viendo que os caso.
Tanto
te quiero, que paso
por
cualquier inconveniente.
Sitio a
tus bodas decente
es mi
casa de placer;
en ella
tienen de ser
sin
aparato y sin gente.
Es
mi sobrino Timbreo
en el
reino poderoso;
alborotará celoso
vuestro
amor y mi deseo.
En mi
quinta real, hebreo,
con aparatos mejores
serán padrinos sus flores,
y aunque murmuren,
madrinas
sus
fuentes, si cristalinas,
espejo en vuestros amores.
Vamos allá. Mas ¿qué
es esto?
RUT: Mi
ventura el cielo ordena.
Sacan NISIRO y
otros a NOHEMÍ y QUELIÓN, presos
NISIRO: El
ladrón de la cadena
que en
tal extremo te ha puesto
fue
aqueste hebreo dispuesto,
que con
aquesta mujer,
procurándola vender
prendimos. Restaura agora
tu
contento, gran señora,
pues
están en tu poder.
MASALÓN: Éste
es, gran señor, mi hermano
y ésta
mi madre Nohemí.
NOHEMÍ: Hijo
¿qué es esto?
MASALÓN: Perdí
mi
hacienda, y un reino gano.
Dame a
besar esa mano.
RUT: Y a mí los brazos me da.
MASALÓN: Pobre he sido, rey soy ya,
que así el cielo me
sublima.
A QUELIÓN
RUT: Y tú
esposo de mi prima
si su
bien conoce Orfá.
Padre y senor, es justo.
MASALÓN: Con mi
hermano Quelión
tendrás
en esta ocasión
esposo,
regalo y gusto.
ORFÁ: No
sabré yo dar disgusto
a mi
prima la princesa.
NOHEMÍ: Hijo
¿qué es esto?
MASALÓN: La priesa
no da
lugar para más.
Despacio, madre, sabrás
lo que
tu dicha interesa.
REY: Daos, pues, las manos los dos,
y venid.
Dánselas
QUELIÓN: Cielo ¿esto es sueño?
A RUT
MASALÓN: ¡Ay, mi
bien!
RUT:
¡Ay, dulce sueño!
MASALÓN: Muriera
el alma sin vos.
NOHEMÍ: ¿Pues,
hijo, tu ley, tu Dios?
MASALÓN: Mi ley,
mi dios y mi vida
es sola
mi Rut querida.
NOHEMÍ: Ya tu
perdicíón recelo,
que no
favorece el cielo
amor
que a su Dios olvida.
Sale TIMBREO
TIMBREO: Ya
los cosarios tiranos,
sol que
da luz a Timbreo,
están...
(mas ¡cielos! ¿qué veo? Aparte
¿Rut y
un hombre de las manos?
Celos
que como villanos
acometéis a traición;
no hay
guerra sin prevención
que no
condene la ley.)
Moabitas, princesa, ley,
aclarad
mi confusión.
REY:
Timbreo, conformidad
de
gustos se llama amor,
y entre
nobles es rigor
violentar la voluntad.
Supuesta aquesta verdad
y que
mi Rut tiene esposo
si
puede un desdén celoso
vencer
un pecho robusto,
busca
mejor a tu gusto,
y sufre
lo que es forzoso.
Vanse el REY, ORFÁ, RUT, MASALÓN,
QUELIÓN y NOHEMÍ
TIMBREO:
"¡Sufre lo que es forzoso!" ¿Esto consiento?
¿Al fin
de tantos años
me
remites, crüel, al sufrimiento
con
celos, mas no celos, desengaños?
¿Cuándo, tiranos cielos,
se hallaron juntos sufrimiento y celos?
Sufra
el amor que vive en esperanza,
que no
es tormento eterno
el más
prolijo si a la fin se alcanza;
¡mas
pedir sufrimiento en el infierno!
¿Cómo, decid desvelos,
se
compadecen sufrimiento y celos?
Pedir
que con el sol la noche viva;
la
quietud con la guerra;
que a
la salud la enfermedad reciba;
la liviandad
el peso de la tierra
y al
fuego aticen yelos,
es
pedir sufrimiento a amor con celos.
Quién
es, decid, moabitas, este hombre;
este
tirano fiero?
NISIRO: Ni su
patria sabemos, ni su nombre;
sólo
que es extranjero,
que el
reino hereda, la princesa le ama,
el rey
le casa y sucesor le llama;
en la
quinta del bosque Amor elige
el
tálamo amoroso
que a
Rut te usurpa y tu esperanza aflige.
TIMBREO: ¡Oh,
ingrata! ¡Oh, vil esposo!
¡Oh,
rey tirano! ¡Oh, bárbaro homicida!
¿Sueño?
¿He perdido el seso? ¿Tengo vida?
Mas
¿cómo viviré si Rut me mata?
Si loco, ¿cómo siento?
Si
duermo, ¿cómo el rey de veras trata
su
gusto y mi tormento?
Mas --¡ay,
de mí!--soñando estoy despierto;
soy
loco cuerdo, y tengo vida muerto.
Ábrase
el cielo los crüeles lazos
en quien mis penas fundas;
ciñan tu cuello áspides,
no brazos,
y en vez de las coyundas
de Amor. Porque me vengue y te desveles,
desdeñosa tirana, halles cordeles.
Presto
aborrezcas, pues tan presto adoras,
a quien
mis gustos priva,
juzgue
por siglos de tu amor las horas,
y aborrecido viva;
mas si perseverare en tus amores
en vez de bodas sus obsequias llores.
Pero ¿para qué pido a los
extraños
venganza cuando puedo
mi
injuria castigar y tus engaños?
Al rey
tirano heredo,
pues
soy ramo del tronco real moabita.
Pierda
la vida quien a Rut me quita.
Vasallos tengo, amigos y parientes
que por
esto no pasen,
y celos
que, atrevidos y valientes,
la
quinta vil abrasen;
pues es mejor, cuando en furor me enciendo,
morir matando que vivir
muriendo.
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