Música de todos
géneros y por una parte suben al tablado
(habiendo venido a caballo al son
de un clarín) en hábito de caza, JEZABEL,
RAQUEL, CRISELIA y cazadores, con
perros, ballestas y venablos. Por la otra
parte al mismo tiempo suben
también (al son de cajas y trompetas)
soldados marchando, y entre ellos NABOTG,
ABDÍAS y JEHÚ; detrás de todos,
a lo hebreo con corona y bastón,
el Rey ACAB. Tocan chirimías y en
estando todos arriba llega ACAB a
JEZABEL y dice:
ACAB Por más
que inmortalice,
eterna en
sus murallas
Babilonia, a Semíramis su Reina
y su fama
felice,
diosa de
las batallas;
lauros la
ciña cuando Ofires peina,
pues sin
cuidar prendellos,
causando al
Asia espantos
y ocasionando simulacros tantos,
opuesta al
sol, enarboló cabellos;
su fama en
vos admiro,
luz de
Sidón, Semíramis de Tiro.
Guerra
es también la caza,
estratagemas tiene,
inventa
ardides y emboscadas pone;
vos de la
misma traza
(cuando en
triunfo solene
mis sienes
manda Marte que corone
del árbol
fugitivo,
al dios
planeta esquivo)
porque Moab
postrado,
sujeto a
vuestro Acab, parias le ha dado,
divino
cazadora,
triunfos de
fieras blasonéis, Aurora.
Envidia
tengo al ave
que ejecutando
vuela
(rayo veloz
de pluma) altanerías;
si lo que
goza sabe
no ha
menester pigüelas
que en las alas repriman
osadías;
en cárcel generosa
alcándara
es hermosa
de cristal
transparente
vuestra
mano: si en ella favor siente
que mi
fortuna pueda hacer dichosa,
la garza
que hay más bella
renunciará
por no apartarse della.
Provincia es tributaria
Moab (por mí abatida)
de Israel,
porque en dichas trueque quejas;
su rey
pecha a Samaria,
en cambio
de su vida,
cada año
para vos cien mil ovejas:
vellocinos
de plata
daros en ellas
trata,
que se
blasonen dignos
como el de
Colcos, ser del cielo signos
y el múrice
convierta en escarlata,
porque
Jezabel pueda
anteponer
la púrpura a la seda.
Cargados mil camellos
de marfil y
oro puro,
espolios
son que os sirvan de tesoro,
con que
alcázares bellos
os labre
(que procuro
palacios de
marfil a deidad de oro).
Hónrenlos
vuestros ojos
y mezclando
despojos
de la caza
y la guerra,
yo valles
conquistando, vos la sierra,
vencedores los dos: lloren enojos
enemigos agravios,
mientras este cristal sellan
mis labios.
Bésale una mano
JEZABEL Ni la
mano, Rey, me pidas,
ni
vitorioso blasones
conquistas
de otras naciones
a tus
banderas rendidas,
mientras en
tu reino olvidas
tu desacato
y mis penas;
que en
balde triunfos ordenas
cuando
haces de hazañas copia,
rebelde tu nación propia
y obedientes las ajenas.
Mano que el cetro
interesa
(por tu
causa) de Israel,
y
menospreciada en él
tu reino
todo no besa,
no es digna
que en tal empresa
lisonjas tuyas
admita:
sírvate el
pueblo moabita,
y rebelde
tu nación
desprecie
mi religión,
si es bien
que tal se permita.
Hija
soy del rey sidonio,
por tu esposa
me eligió,
presumí
contigo yo
dar de mi
amor testimonio;
coyundas
del matrimonio
enlazan,
tal vez ardientes,
dos
corazones; no intentes
mostrar de
tu amor extremos
porque mal
nos uniremos
los dos en
ley diferentes.
Baal es
mi dios, Baal
satisface mis deseos;
dioses de los amorreos
tienen poder inmortal;
soberbio,
no admite igual
el que en
desprecio de Apolo
dice que de
polo a polo,
autor de la
noche y día,
gobierna
sin compañía
y dios se
intitula solo.
Ese
verdugo de Egipto
que, cruel,
tantos ha muerto;
ése que por
un desierto
llevó
número infinito
de hebreos
y sin delito
cuarenta
años desterrados
por
venïales pecados
(criminal
siempre con ellos,
cuchillo
para sus cuellos)
fueron
siempre castigados.
Por
adorar a un becerro
dio muerte
a una inmensidad.
¿Será de Dios tal crueldad,
tal castigo por tal yerro?
¿Para qué
tanto destierro,
si darles
luego podía
la tierra
que prometía?
¿Para qué
de Egipto huyendo,
si no fue
porque temiendo
sus dioses,
los perseguía?
Profeta
falso, Moisén,
ocasionó
tantos daños:
como brutos
cuarenta años
entre
páramos se ven.
Labróle en Jerusalén
templo después Salomón,
mas como su religión
juzgó por
cosa de risa,
los dioses
de la etiopisa
mudaron su
adoración.
Las
tres partes de la tierra
veneran
(sino unos pocos
hebreos,
ciegos y locos)
los dioses
que el cielo encierra.
¿Diremos
que el mundo yerra
y ellos solos
acertaron?
Sabios que
a Grecia ilustraron,
filósofos
que nos dieron
las
ciencias ¿todos mintieron?
¿todos, en
fin, se engañaron?
¿Qué
ceguedad, Rey, es ésta?
No dije
bien, que no es rey
quien,
defensor de su ley,
los
blasfemos no molesta.
Ten por
cosa manifiesta
que
entretanto que a Baal
con aplauso
general
no reverencie Israel,
no has de hallar en Jezabel
agrado a tu amor igual.
Llora
ACAB Antes
que el sol de tu cara
(hechizo
del alma mía)
eclipse la
luz al día
que mis tinieblas repara,
llore el
mundo en noche avara
obscuridades eternas;
enjugue
lágrimas tiernas
que el alba
envidie al llorarlas,
que es
lástima malograrlas
cuando mis
dichas gobiernas.
Adore
Jerusalén
su dios en
su templo de oro
que yo a
Jezabel adoro
y al sacro
Baal también.
Cuantos en
mi reino estén
reverencien
a Baal
por deidad
universal,
pues
Jezabel se le humilla;
quien no le
hinque la rodilla
tenga pena
capital.
De
pórfido y jaspe hermoso
le labre
templo sutil,
de alabastro y marfil,
del metal
más generoso,
y a su
culto religioso
consagre
profetas tantos
que causen
a Judá espantos
y a mi
inclinación empleos;
dioses de los amorreos
ilustren altares santos,
bosques a sus sacrificios
plante en sus montes Samaria;
quien fuere de ley contraria
prevenga
sus precipicios,
mi amor ha de dar indicios
de que soy
amante fiel.
La corona
de Israel
tiene en mi
esposa su esfera;
quien no
obedeciere, muera,
a mi
hermosa Jezabel.
Vase
JEZABEL La
jurisdición acepta
mi fe, que
el Rey me concede:
del Dios de
Sïón no quede
con vida
ningún profeta;
quien a
Baal se sujeta
venga a
medrar su privanza;
el que me
diere venganza
de cuantos
siguen a Elías,
espere en
promesas mías
y logrará
su esperanza.
Aras a
Baal levanten
cuantos en
Samaria están;
seguiré de Jeroboán
cultos que
a la fama espanten;
en selvas y bosques canten
himnos a la adoración
de los dioses de Sidón
y con festivos empleos
a cuantos los amorreos
consagran su adoración.
De mi mesa han de comer
sus sacerdotes manjares
dignos de
quien sirve altares
que
frecuenten mi poder.
Verá el mundo
(aunque mujer)
mi gobierno
en breves días;
honrad las deidades mías,
dejad leyes imperfetas.
¡Mueran los ciegos profetas
que siguen
al falso Elías!
Por
cada cabeza ofrezco,
que sirva
al Dios de Abrahán,
hacerle mi
capitán;
beber su
sangre apetezco.
Si
gobernaros merezco,
hijos
nobles de Israel,
servid a
Baal, que en él
todo
nuestro bien estriba.
Decid ¡viva
Baal!
TODOS ¡Viva!
JEZABEL ¿Quién más?
TODOS
¡Viva Jezabel!
Vanse con el
aparato que entraron. Quédanse RAQUEL
y NABOT
NABOT ¿Podrá darte los brazos
quien, tras
la ausencia que dilata plazos,
el premio
de esta guerra
cifra en la
vista que el pesar destierra
(hermosa
Raquel mía),
que el alma
sin tus ojos padecía?
RAQUEL Podrás
(esposo caro)
con ellos a
mis ansias dar reparo,
que en su
círculo espera
ser centro
el alma de tan dulce esfera.
¿Cómo en
Moab te ha ido?
¡Qué asustada en sus riesgos me has tenido!
Despierta te lloraba,
dormida mi
recelo te soñaba
lastimosos
despojos
de la Parca
fatal; todo era enojos
todo es ya
regocijo.
¡Qué gloria
causa el bien tras mal prolijo!
NABOT Peligros tu
memoria
atropelló,
cantando la vitoria.
Postró al
fiero moabita
Acab
blasfemo, que la gloria quita
al Dios
único y santo,
ingrato a
tanta dicha, a triunfo tanto.
RAQUEL Tiénele
loco y ciego,
rendido el
amoroso y torpe fuego
de esta
mujer lasciva,
que,
idólatra, le postra y le cautiva.
NABOT Si ella el gobierno goza
de las tribus hebreas y destroza
leales, ya la igualo
a Pasifé.
RAQUEL
Será Sardanapalo
rey que no
se aconseja,
y afeminado
su gobierno deja
a mujer
enemiga
de la
piadosa ley.
NABOT Dios nos castiga.
RAQUEL ¿Qué será,
Nabot mió,
la causa
que con tanto desvarío
Jezabel
arrogante
persiga a nuestro Dios, aras levante
al ídolo
sidonio
y a tanto
simulacro de demonio?
Discreta es
y no ignora
que quien
al verdadero Dios adora
peligros
asegura,
gozando en
paz riquezas y hermosura.
Bien sabe
los castigos
con que se
venga de sus enemigos,
desde el
sepulcro egipcio
(el mar
Bermejo digo), precipicio
de tantos guerreadores
(abriéndose a Israel jardín
de flores
por las doce carreras
más frescas
que esmaltaron primaveras)
hasta
Roboán, que necio
por hacer
de sus tribus menosprecio,
perdió en
los reinos doce
los diez y
medio; si esto, pues, se conoce
¿cómo se
precipita
y la debida
adoración nos quita?
NABOT No es
solamente tema
la que
enloquece a Jezabel blasfema,
sino la licenciosa
ley de
Baal, al orbe escandalosa.
Permite
(esposa mía)
de aquel
ídolo vil la idolatría,
que después
que la plebe
toda a su
templo sacrificios lleve
y entre incendios infaustos
le aplauda
en libaciones y holocaustos
en el
bosque (que junto
del
infierno en tinieblas es trasunto),
cuando el
planeta hermoso
ausente a
los trabajos da reposo,
con lasciva
licencia
se mezcle
el apetito y la insolencia
de todos,
de tal modo
que
privilegie el vicio sexo todo;
allí con lo
primero
que
encuentra, desde el noble al jornalero,
como si
fuera bruto,
paga al
deleite escandaloso fruto;
allí tal
vez la dama
de ilustre
sangre y generosa fama
con el
plebeyo pobre
(mezcla de
plata y abatido cobre)
porque
Venus instiga
bate moneda
amor, de infame liga.
Consiéntelo
el marido
más sabio,
más soberbio y presumido
sin que en
tales desvelos
quejas se admitan,
ni se pidan celos;
porque en
tan torpes modos
es la mujer
allí común de todos.
Como
Jezabel vence
(sin que el
solio y corona la avergüence)
en lascivos
regalos
a cuantos
se han preciado de ser malos,
debajo de
pretexto
de
religión, su trato deshonesto
de esta
suerte pretende
que admita
el reino cuanto en él se enciende,
porque en
tan infame hecho
a
cualquiera varón tenga derecho.
RAQUEL ¿A qué
Circe, a qué Lamia
no causó
horror tan inaudita infamia?
¡Ay, Nabot
de mi vida!
Primero
juzgaré por bien vertida
mi sangre que el respeto
púdico (con
que al tálamo sujeto
mi amorosa
limpieza)
ose
aplaudir tan bárbara torpeza.
Sale ABDÍAS
ABDÍAS Nabot, la
Reina os llama.
NABOT La Reina ¿a
mí?
ABDÍAS Merece vuestra fama
hacer de
vos empleo,
y para
honraros que os aguarda creo.
Al margen
de la risa
de esa
fuente os espera: andad aprisa.
Vase
RAQUEL ¿Qué es
esto, esposo mío?
¡La Reina a
vos, cuando tan poco fío
de su
apetito ciego;
cuando me
habéis contado el torpe fuego
con que su
honor abrasa!
¡Vos al
jardín llamado de su casa!
NABOT Pues ¿qué
temor, esposa,
en mi
agravio te tiene sospechosa?
¿Quién tu
quietud lastima?
Soy
ciudadano en Jezrael de estima,
está la
Reina en ella,
querrá que
vaya a consultar con ella
algún
negocio grave
que con el
pueblo en su servicio acabe.
RAQUEL Di que
querrá quererte.
NABOT No ofendas
mi constancia de esa suerte.
RAQUEL Querrá que
tú el primero,
a Dios ingrato,
a ella lisonjero,
a Baal sacrifiques;
porque después torpezas comuniques
(en el bosque que infamas)
del
sacrílego incendio de sus llamas.
NABOT Anda, que estás
hoy necia,
pues tu
temor, mi bien, me menosprecia;
con que la
fe de nuestro Dios me anima,
no ignoras,
en la estima
y por
conservarla
morir
sabré, mas no sabré violarla.
Vecinos de
palacio
somos los
dos; en el ameno espacio
de esa viña
(que opimos
joyeles
cuelga al pecho de racimos)
me aguarda,
pues su cerca
la quinta
real junto a la nuestra cerca,
que yo
espero que presto,
segura del
recelo en que se han puesto
tus livianos temores,
conviertas las sospechas en amores.
RAQUEL ¡Ay! No
quieran los Cielos
que
pronostiquen llantos mis recelos.
Vanse. Salen JEZABEL y CRISELIA
JEZABEL En
dando en contradecirme
será fuerza
aborrecerte.
CRISELIA Aconsejarte
es quererte.
JEZABEL Replicarme
es deservirme.
¿De cuándo
acá escrupulosa
vas de amor
contra la ley?
CRISELIA Eres esposa
del Rey.
JEZABEL Tengo amor
si soy su esposa.
Los preceptos he seguido
de Venus y de Baal.
CRISELIA Sólo el amor
conjugal
te puede
ser permitido.
JEZABEL Esposa
fue de Vulcano
Venus, y
aunque diosa fue,
de Marte
amante se ve
rendida a
su amor tirano.
CRISELIA Si esos
ejemplos imitas
¿por qué no temes en ellos
la red que
pudo cogellos
a los
dos? ¿Por qué acreditas
deleites de su amor sólo
que la
afrenta ocasionaron
en que los
dioses la hallaron,
descubriéndolos Apolo?
JEZABEL ¿Qué
castigo dio Vulcano
a Venus por
ese error?
La afrenta
fue de su honor,
pues hizo
público y llano
lo que
Venus, prevenida,
oculto
intentó lograr.
CRISELIA Venus se
pudo infamar
pero no
perder la vida,
que es
diosa. Mas tú, señora,
siendo
mortal ¿de qué suerte
podrás
excusar tu muerte
si sabe el
Rey, que te adora,
que con
un vasallo suyo
su tálamo
honesto ofendes?
JEZABEL Arguyes lo
que no entiendes.
CRISELIA Tu honor
defiendo si arguyo.
JEZABEL ¿Por
qué piensas tú que he muerto
tanto
profeta hablador
que,
contrarios de mi amor,
engaños han
descubierto,
sino
porque no limiten
deleites
con que se aumenta
la especie
humana, contenta
en que con
gustos la inciten?
¿Por
qué imaginas que quiero
que a Baal
mi reino adore
y con su
culto mejore
regalos que
considero,
sino
porque coyunturas
ofrece en
sus ejercicios
y acaban sus sacrificios
en que por las espesuras
dedicadas a su culto,
facilitando
ocasiones,
da a los
gustos permisiones,
gozando en
silencio oculto
el
amoroso apetito
cuanto el
deleite desea,
sin que
mientras dura sea
cualquier
liviandad delito?
¿Hay
gusto igual al que siente
el amor que
alcanza y calla
prendas que en los bosques halla,
sin que siendo pretendiente
pase
por las dilaciones
de melindres y de quejas,
de noche adorando rejas
y
examinando balcones,
y de
día entre desvelos
solicitando
un favor?
Aquí
solamente amor
gustos
feria y no da celos.
Aquí se
compra barato,
pues las
fiestas de Baal
con ocasión
liberal
a todo
gusto hacen plato.
Si es
lícito, pues, todo esto
¿por qué no
podré yo ser
de quien
gustare mujer,
cuando ocupare
aquel puesto?
¿Por
qué no podré yo amar
a Nabot,
gallardo hechizo
que mis
ojos satisfizo,
sin que se
pueda quejar
el Rey?
CRISELIA
Tu resolución
me asombra.
(¿Hay tal frenesí?) Aparte
JEZABEL Con mi
gusto cumplo ansí
y aumento
mi religión.
CRISELIA Ya está
en el jardín tu amante.
JEZABEL Pues
retírate tú dél.
Flores
brota este vergel,
viendo
entrar su abril delante.
Fingiré
que estoy dormida,
porque de
mi sueño advierta
lo que no
osaré despierta
decirle.
CRISELI
(¡Ay, mujer perdida!) Aparte
JEZABEL Que
aquí se acerque le avisa,
pero que no
me despierte,
mientras
que el cristal que vierte
esta fuente
toda risa
contempla. Esa silla acerca
y vete.
Siéntase en una
silla
CRISELIA
(Sin seso está.) Aparte
JEZABEL Que oírme
de ahí podrá,
pues la
fuente está tan cerca.
Finge que
duerme y sale NABOT
NABOT ¿Qué
puede su Majestad
quererme,
Criselia, a mí?
CRISELIA Según lo
que presumí,
cosas son
de calidad.
Llegad...pero, detenéos,
que
esperándoos se durmió.
NABOT Vuélvome,
pues.
CRISELIA Eso no.
Aquí,
Nabot, hay recreos
en que,
mientras que despierta,
entreteneros podáis.
Si oír
murmurar gustáis,
los pájaros
de esa huerta,
las hojas de aquesas plantas
y las aguas de estas fuentes
murmuran, mas no de ausentes.
Escuchaldas, pues son tantas
y el tiempo es más
oportuno
para que
contento os den,
que aunque murmurando estén,
no dicen
mal de ninguno.
Sentaos aquí.
NABOT Pues ¿os vais?
CRISELIA Tengo que
hacer.
NABOT
¿Si se enoja
la Reina?
CRISELIA No os dé congoja,
que solo, a
su gusto estáis.
Vase
NABOT
¡Válgame Dios! ¿A qué fin
me llamará
esta mujer?
Sale a una reja
Raquel.
RAQUEL (Desde aquí
lo puedo ver Aparte
a estas rejas del jardín.
Acechad, sospechas mías,
y averiguaréis desvelos
de mi pena,
pues los celos
inventaron
celosías.)
NABOT
Recostada la cabeza
en la mano Jezabel,
la azucena
y el clavel
compiten
con su belleza.
(Como que
duerme ella.)
¡Qué
peregrina beldad!
¡Si menos
crueldad tuvieras!
Mas siempre
son compañeras
la belleza
y la crueldad.
¡Qué
igual consorte tenía
Acab, si no
deslustrara
la
perfección de su cara
con manchas
de idolatría!
En uno
y otro es asombro.
Quitarme
quiero el sombrero,
(Quítaselo.)
que
descortés y grosero
cuando la
miro y la nombro
su
persona desacato.
La cama
real, los vestidos,
reverencian
bien nacidos;
el sello
real, el retrato,
en su
original su copia
goza la
Reina esculpida,
pues
mientras está dormida
es imagen de sí propia.
¡Quién pudiera reprendella
con
eficacia tan clara
que sus
costumbres mudara,
y al paso
que la hizo bella
el
Cielo, la hiciera santa!
Durmiendo
está: los sentidos
tal vez, aunque estén dormidos,
suelen
tener virtud tanta
que
escuchan a quien se llega
a
hablarlos. ¿Podré atreverme
a decirla,
mientras duerme,
lo que
despierta me niega
el temor de su crueldad?
¿Por qué
no? Casi no vive
quien
duerme; si me percibe
podrá ser
que mi lealtad
temple
el rigor de sus manos
y que mude
pareceres,
que idólatras y mujeres
dan crédito
a sueños vanos.
Sospechará que ha soñado
lo que
decirla pretendo.
A la
industria me encomiendo,
Dios ayude
mi cuidado.
Llego,
y las tres reverencias
que como a
Reina y señora
se le
deben, la hago agora.
Hace tres reverencias y llégasele al
oído
de rodillas.
RAQUEL (¿Qué es lo
que veis, impaciencias? Aparte
Sentada
la Reina está
y mi esposo
descubierto
que le
llega a hablar advierto.
¡Ay,
Cielos! ¿Qué la dirá?
¡Oh,
quién tuviera en los ojos
los oídos! Desde aquí
oírlos no, verlos sí,
pueden mis ansias y enojos.)
NABOT Hanme,
señora, avisado
que me
llama vuestra Alteza.
RAQUEL (¡Tan cerca
de su belleza Aparte
vasallo que
no es privado!
¡Los
labios junto a su oído!
¿Y
aseguraré yo agravios
de sus
oídos y labios?
¡Loca
estoy, pierdo el sentido!)
Todo esto dice
[JEZABEL] como entre sueños
JEZABEL A Nabot mandé llamar.
NABOT Serviros
humilde aguardo.
JEZABEL ¿Sois vos
Nabot, el gallardo?
NABOT Soy quien
os llega a besar
la
mano, por el blasón
que me dais
y no merezco.
JEZABEL Besalda, pues.
NABOT Encarezco
tanta
merced, mas no
son
dignos mis labios de
empresa
tan alta.
JEZABEL
Por uso y ley
común, a la
Reina y Rey
la mano el
vasallo besa.
NABOT Es ansí, mas no en secreto,
que es vuestra Alteza mujer
y está
sola.
JEZABEL
Al real poder
se le
guarda este respeto
solo
como acompañado.
Su reino en
mí renunció
Acab.
NABOT No
lo niego yo.
JEZABEL Palestina
me ha besado
la mano
como a señora.
NABOT ¡Ojalá todo
el Oriente!
JEZABEL Vos no,
Nabot, solamente.
NABOT Temí...
JEZABEL
Pues, besalda agora.
NABOT
Reverenciaros procura
mi fe, mas
considerad
lenguas.
JEZABEL
Una Majestad
por sí
mesma está segura;
tendré
a poca reverencia
la cortedad
que mostráis.
¿Qué es
esto? ¿Vos me negáis
sólo,
Nabot, la obediencia?
NABOT No lo
permitan los Cielos
si en eso
mi lealtad toca;
honre este
marfil mi boca.
Besa una mano.
RAQUEL (Besóla la
mano. ¡Celos, Aparte
transformaos en desengaños!
¿Cómo de aquí no me arrojo?
¿Cómo
consiente mi enojo
deslealtades entre engaños?
Daré
voces. Diré al Rey
lo que le
ofenden los dos,
a la gente,
al Cielo, a Dios
y a su
profanada ley.)
JEZABEL Ahora
sí, que esa lealtad
desmiente
recelos míos.
Alzad del
suelo, cubríos,
pedid
mercedes, llegad.
NABOT Yo,
gran señora, estoy bien.
JEZABEL Haced lo
que os mando yo.
Levántase y
cúbrese
NABOT Ya, señora, me cubrió
vuestro
favor.
JEZABEL
Quiéroos bien.
RAQUEL
(Cubrióse delante della, Aparte
del suelo se
ha levantado;
mi agravio
ha certificado,
con su
lealtad atropella.
Si no
es que finja despierta
sueños
aquesta mujer
¿cómo puede
responder
y hablando
no desconcierta?
¿Qué es
eso, Cielos?)
JEZABEL Pedid
mercedes
que recibáis.
NABOT Si vos,
señora, aumentáis
mi
cortedad, advertid
lo
primero que os suplico.
JEZABEL Decid, no
tengáis temor.
NABOT Tiembla de
vuestro rigor
este
imperio noble y rico,
siente
el ver que en tal belleza
puede caber tal crueldad;
en los reyes la piedad
acrecienta la grandeza.
Habéis
mandado dar muerte
a los profetas sagrados
que nuestros antepasados
reverenciaban, de suerte
que, oráculos
de Israel,
su dicha
estribó en oírlos.
Si vos dais
en perseguirlos
y el reino
por Jezabel
pierde
favores del Cielo
¿que mucho
que os quieran mal?
JEZABEL Sirva Israel
a Baal,
que es más
piadoso este celo;
servilde vos y tendréis
acción que
al Rey os iguale;
lo que su
corona vale,
y más que
ella, gozaréis.
Frecuentad su culto vos,
que en su
bosque y espesura
os aguarda
una ventura
que no os
dará vuestro Dios.
Deidad
que gusta y dispensa
imposibles
de otro modo
que a todos
iguala en todo,
quien
menospreciarla piensa
no es
cuerdo. Yo os amo mucho,
amadme otro
tanto vos,
que os
importo más que el Dios
que
adoráis.
NABOT ¿Qué es lo que escucho?
Antes
que la ley olvide,
que en
Sinaí nos dio Moisén,
que a
idólatras quiera bien,
que cumpla
lo que me pide
quien
el tálamo sagrado
de su
esposo trata mal,
que me
llame desleal
Raquel, a
quien he adorado;
por un
falso testimonio
me juzgue
mi patria aleve,
me saque al
campo la plebe,
me usurpe mi patrimonio
y
apedreado de todos,
en vez de
alabastro pulcro
montones me
den sepulcro
de piedras
de varios modos.
Mi ley,
mi Rey natural
reverencio,
esto profeso.
JEZABEL Pues,
cumpliráse todo eso,
no siendo a
mi amor leal.
NABOT ¿Gran
señora? Vuestra Alteza
algo sin
duda ha soñado
que la
altera.
JEZABEL
Hame alterado
vuestra
mucha rustiqueza.
Industria para deciros
lo que os
quiero me fingió
dormida;
juzgaba yo
que entre
sueños mis suspiros
hicieran en vos señales
de estima que agradecer,
pues no
entibian su poder,
por dormir, suspiros reales.
Mas vos, cuyo corazón
desprecia tales empeños,
diréis, porque os amo en sueños,
que los sueños sueños son.
NABOT A
resolución, señora,
tan
extraña...
Quiérese ir,
levántase la Reina [JEZABEL] como
que despierta y detiénele
JEZABEL Deteneos
y estimad más mis empleos.
RAQUEL (La Reina a
su Rey traidora, Aparte
como a
nuestro Dios, pretende
obligar a
su regalo
a mis
esposo; menos mal
es, pues de
ella se defiende.)
Entrase Raquel
NABOT Vuestra Majestad repare...
JEZABEL No hay reparos en amor.
NABOT ...que soy leal.
JEZABEL Sois traidor
a mis llamas.
NABOT
Quien juzgare
sin pasión lo que al Rey debo,
JEZABEL Amor es dios si él es Rey.
NABOT ...a mi
Dios y ley.
JEZABEL No hay ley
ni hay dios
sino el que os doy nuevo,
Baal,
que me améis permite;
por eso os
mando adorarle.
NABOT ¿Y vuestro
esposo?
JEZABEL Matarle.
NABOT ¡Gran
señora!
JEZABEL
Cuando imite
a
Semíramis que a Nino
(en tres
días que la dio
el reino
que le pidió)
a ser su
homicida vino,
en su
ejemplo hallaré excusa;
no soy yo
de mi hijo amante
como ella,
causa bastante
doy a la
llama difusa
que me abrasa. ¡Baal vive,
que ejemplo
de desdichados,
si
despreciáis mis cuidados,
habéis de ser!
NABOT Pues derribe
mi cabeza la crueldad
que, torpe,
me asombra en vos,
Reina. Que vive mi Dios,
que contra
la Majestad
del Rey
que obedezco fiel,
de la
esposa a quien adoro,
ni el
interés de un tesoro,
ni el
castigo más cruel,
ha de
hacer mella en mi honor
porque a
vuestra culpa iguale.
Vase
JEZABEL Sabes,
bárbaro...
Sale primero
CRISELIA y luego el Rey [ACAB], JEHÚ,
ABDÍAS, JOSEPHO y otros
CRISELIA El Rey sale.
JEZABEL Yo me
vengaré, traidor.
ACAB No como
Rey, hermosa prenda mía,
como
ministro vuestro solamente,
de Israel
desterré la hipocresía
que ciega amotinaba
nuestra gente.
Trescientos
y más son los que este día
en Samaria,
llamándome inclemente,
porque los pueblos predicando
engañan,
las aras de Baal en sangre bañan.
Si alguno queda vivo, que
lo dudo,
él mismo,
temeroso, se destierra
y el falso
Elías, que ofenderos pudo,
desembaraza, huyendo, nuestra tierra.
Bosques
consagro, en sus altares mudo
la adoración
que sola Judá encierra.
Célebre
templo al dios Baal dedico,
en fábrica
admirable, en rentas rico.
Mandado
he convocar el reino nuestro
para que,
junto con él, quien la rodilla
no postrare
a Baal, por gusto vuestro,
sujete la
cerviz a la cuchilla.
De esta
manera lo que os amo muestro;
Baal is dios, vos sois la maravilla
de la beldad mayor que Apolo
alienta;
piérdase el
reino y téngaos yo contenta.
JEZABEL ¡Los
brazos, no la lengua, han de premiaros,
que de
ellos, caro esposo, he de quereros!
¡Huya
Elías, que vino a amenazaros,
perezcan
sus secuaces agoreros!
Ya no podrán, mi Acab, pronosticaros
trágicos
fines de peligros fieros.
Gracias al
cielo, que nos deja Elías
limpio a
Israel de sus hipocresías.
ELÁAS muy
venerable a lo penitente.
ELÍAS No blasones
impiedades,
lascivo y
bárbaro Rey,
hijo del
esclavo Amrí,
consorte de
Jezabel.
No blasones
impiedades
contra el
Cielo, a quien infiel
provocas contra
tu vida,
yo su
profeta, El tu juez.
Afemina tu
diadema,
no en la
cabeza, en los pies,
pues
indigno de ser hombre
te gobierna
una mujer.
Sigue
idólatras engaños
del primero
que a Israel
apartó del
culto pío
que Dios
intimó en Oreb.
Simulacros
del demonio
erige,
porque después
que Samaria
te obedezca
la
transformes en Babel.
Que pues
blasfemas del templo
que adora
Jerusalén,
receptáculo
del Arca
del Dios de
Melquisedec,
nombre y
fama adquirirás
del príncipe
más cruel
que tendrán
las tribus doce
de Saúl a
Manasés.
Ni el torpe
Jeroboán,
que ingrato
al Cielo y su Rey,
hizo que el pueblo adorase
los becerros de Betel,
en los insultos te iguala,
ni los cinco que tras él
infamaron
la corona
que ciñe
las tribus diez.
Bebe la
sangre inocente
de tanto
profeta Abel,
que en el
seno de Abrahán
clamando
los cielos ven.
Sigue las
supersticiones,
por no
irritar su desdén,
de esa
harpía de Sidón,
de esa
Parca de Israel;
que pues
por ella te riges,
yo,
imitador de Finés,
de parte de
Dios te anuncio,
pues ciego
blasfemas dél,
que
mientras a ruegos míos
no me
abriere su poder,
los tesoros
de esas nubes,
que el
campo vuelven vergel,
con llave
de acero y bronce
cerrados,
no han de llover
sobre tu
mísero reino;
porque
perezcáis tú y él,
rayos de
adusto calor
yesca tienen que volver
las más fértiles riberas
que en vuestros valles tenéis.
Ni el ganado ha de hallar
pastos,
ni los
hombres que comer,
porque
vuestras rebeldías
se castiguen de una vez.
Esto os
intimo de parte
del Dios
que adoró Israel;
o a
tragedias te apercibe,
o vuelve a
abrazar su ley.
ACAB ¡O rígido
anunciador
de agüeros,
por más que estés
en ese Dios
confiado
que en mi
vida adorare,
no te
librarás agora
de la
muerte más soez
que dio
escarmiento al delito
y al engaño que temer...
Saca el Rey
[ACAB] la daga, va a herir
a ELÍAS y vuela
¡Aguarda,
profeta falso,
blasfemo,
bárbaro, infiel!
ELÍAS Ansí sabe
Dios guardar
a los que
esperan en El.
JEZABEL ¡Seguilde,
vasallos míos,
si vengarme
pretendéis!
ACAB Flechalde
por esos aires
y al vuelo
le mataréis.
JEZABEL O
hechicero encantador!
No sosiegue
Jezabel
mientras no
beba tu sangre,
mientras no bañes mis pies.
Baal te pondrá en mis
manos
¡Hebreos,
volad tras él!
Alas lleva
la venganza,
con ellas
le alcanzaréis.
ACAB Ministros de
mi justicia
he de despachar tras él;
por cuanto circunda el mar
no se me
podrá esconder.
JEZABEL Yo desharé tus hechizos.
ACAB Quien su
cabeza me dé
será en mi
reino el segundo.
JEZABEL Quien le
ampare, guárdese.
Vanse
JOSEPHO ¿Qué sentís de estas crueldades?
ABDÍAS Que es fuerza el obedecer.
JEHÚ Yo parto en
su busca al punto,
que temo y
respeto al Rey.
JOSEPHO ¿Qué
importan sus amenazas
si vuelve
el Cielo por él?
JEHÚ Esto y mucho más peligra
reino en que manda mujer.
Vanse
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