Sale ELÍAS con
báculo, cansado
ELÍAS La
vital respiración
me falta, rendido vengo.
Porque
tengo
celo a
vuestra adoración
¿es razón
que rigores,
de blasfemos pecadores
perseguido,
me den
penas por regalos,
triunfando
siempre los malos
y siempre
el justo afligido?
¿Cómo,
omnipotente Dios,
permite
vuestro poder
que una
mujer
ose
competir con Vos?
De los dos,
Vos
suprema
Majestad,
ella blasfema;
su malicia
persiguiendo a la inocencia
y ¿basta
vuestra clemencia
a templar
vuestra justicia?
Otra vez en
el desierto,
peregrinando horizontes,
por sus
montes
muero vivo
y peno muerto.
¡Ay, qué
incierto
es el
descanso
del mundo,
céfiro manso,
pues me
asombra
de una
mujer el furor!
Recread Vos
mi temor,
y déme este
enebro sombra.
Siéntese al pie
de un enebro
¿Vuestra
providencia suma
querrá,
acaso, el plato hacerme
con
volverme
mis
maestresalas de pluma?
No presuma
mi
hambrienta necesidad
a la
crueldad
de Jezabel
dar hoy venganza cruel;
pues
profeta
soy
vuestro, sepan, protervos,
que aquí me
alimentan cuervos
y allá una
viuda en Sarepta.
Mas
permitidme que os pida
mercedes de
más recreo,
yo deseo
salir ya de
aquesta vida
perseguida;
me
aflige. No soy mejor,
gran Señor,
que mis
pasados;
si en las
canas y cuidados
los imito,
desear
morir con ellos
por
gozarlos y por vellos,
no será, mi
Dios, delito.
El
cansancio y la tristeza
padrinos
del sueño son;
mi aflicción
quiere
aliviar mi flaqueza,
la cabeza
en este
tronco reclino;
al fin
vino,
si no
propia,
la muerte
en retrato y copia.
¡Bien
llegada!
pues, al
fin, en sus empeños
gozaré la
muerte en sueños,
que es lo
mismo que pintada.
Recuéstase y
duerme. Baja un ÁNGEL y déjale
a la cabecera un vaso de agua y una
tortilla de pan, y vuela
ÁNGEL
Despierta y come.
ELÍAS ¿Qué es esto?
Quimeras mi
sueño fragua;
pero un pan
y un vaso de agua
a mi
cabecera han puesto;
reciente está, entre ceniza
parece que
se coció,
Come
el Cielo le
sazonó
pues
sabroso le suaviza;
comeré
una parte dél
y guardaré
lo demás.
Bebe
No gusté cosa jamás
como ésta,
amarga es la miel
con su
sabor comparada:
el agua es
néctar divino.
Dichoso fue
mi camino,
venturosa
mi jornada,
restituyóme
el aliento.
Otra vez me
ha provocado
el sueño;
dormid cuidado,
pues nos da
el Cielo sustento.
Duérmese y de
dentro dice el ÁNGEL
ÁNGEL
Despierta y come, que tienes
mucho
camino que andar.
ELÍAS Bien puedo
con tal manjar,
ya mis males juzgo bienes.
Despierta, come
y bebe
Vuelvo
a comer, su apetito
de nuevo me
fortalece;
vuelvo a
beber, ya parece,
desmayos, que resucito.
Recobraos, pues, fuerzas mías,
que en virtud de este
manjar
bien
podremos caminar
cuarenta
noches y días.
Al
monte Oreb siento yo,
mi Dios, que me encamináis;
Moisés,
cuando ley le dais,
cara a cara
en él os vio.
Sinaí y
Oreb, todo es uno;
el ánimo al
temor venza.
Caminemos,
que hoy comienza,
como el de Moisés, mi ayuno.
Vase. Salen ACAB y JEZABEL
ACAB Déjame,
esposa, fenecer la vida,
pues,
siendo Rey, cumplir no puedo un gusto.
Un
menosprecio ha sido mi homicida,
un sentimiento
mata al más robusto.
¡Que yo a
Nabot visite, que le pida
una mísera
viña, y por ser justo
no se la
quite, y que Nabot se atreva
negársela a
su Rey, injuria es nueva!
No es
Rey, ni este blasón gozar merece,
quien halla
resistencia en su apetito.
¿Quién duda
que Israel no me obedece,
pues cuando
de un vasallo necesito,
rebelde mis
deseos desvanece?
De lesa
majestad fue su delito;
no la
corona ya mis sienes ciña,
pues aun no
tengo imperio en una viña.
Reine Nabot, pues ya se me rebela,
quite la vida a Acab, pues me
desama;
que pues
ninguno mis agravios cela,
más estiman
su gusto que mi fama.
No quiero
más vivir; nadie se duela
de ver que
(en vez del solio) en una cama,
sin comer,
mis congojas multiplique
y a sola
una pared las comunique.
JEZABEL Por
cierto que tus penas ocasionas
por
pérdidas notables. Razón tienes,
injurias grandes son las que
pregonas,
todo el mundo te priva de tus
bienes.
¡Oh, qué
bien que triunfaras de coronas
enemigas, honrándose en tus
sienes,
si aun no como mujer, como
una niña,
lloras por
el juguete de una viña!
No por
eso te mueras; yo me atrevo
a que
cumplas en breve con tu antojo.
Come y
sosiega, que antes que de Febo
peine la
aurora su cabello rojo,
en ti
tendrá la viña señor nuevo,
Nabot
castigo, fin, en fin, tu enojo.
Entrégame
el anillo con que sellas
y fía de mi
industria tus querellas.
Dásele
ACAB No su
heredad me altera, su desprecio.
¡Que un
hombre...!
JEZABEL ¡Basta, basta, no
prosigas!
Vete y
déjame hacer.
ACAB Púsela en precio...
JEZABEL Vete ya y
otra cosa no me digas.
ACAB Más valor
que yo tienes.
Vase el Rey
JEZABEL Nabot
necio:
si mi amor
desdeñoso desobligas
y hoy no otorgas tu dicha a mis
deseos,
satisfarán venganzas tus empleos.
Sale Nabot
NABOT
Criselia me ha dado aviso
que vuestra
Alteza me llama.
JEZABEL Nabot, si
es fuego esa llama,
deciros mis llamas quiso.
NABOT No
entiendo eso, gran señora.
JEZABEL Siempre fue
el encogimiento
mendigo de
entendimiento.
Quien las
palabras ignora,
mal,
Nabot, podrá entender
el lenguaje de los ojos,
donde sus
gustos o enojos
a quien los
sabe leer
escribe
el alma.
NABOT
Remota
esa ciencia
está de mí.
JEZABEL Créolo, que
ya yo os vi
en cosas de
amar idiota;
pero
quiéroos yo enseñar
a que
enigmas acertéis
para que
sabio quedéis,
si bien os
ha de costar
mucho
el errar la lición.
NABOT Explíquese
vuestra Alteza.
JEZABEL A no ser la
rustiqueza
vuestra
tanta, en ocasión
os puse
yo cuando os vi,
y vuestra
dicha expliqué,
que os
obligara.
NABOT
No sé,
señora.
JEZABEL
Esperadme aquí,
que si
la presencia real
os tiene o
necio o turbado,
medio la
industria me ha dado
que os ha
de estar bien o mal.
Vase
NABOT ¿Qué es
esto, fortuna mía?
¿Qué
pretende esta mujer?
Pero ¿qué
ha de pretender
quien es
toda tiranía,
quien a
Dios tiene osadía
de
oponerse, quien reprueba
la ley que
a los Cielos lleva
y vive
(esperanza en Vos),
atreviéndose a su Dios?
¿Qué mucho
que al Rey se atreva?
Pues
fulmine contra mí
tempestades
Jezabel,
que a Dios,
al Rey, a Raquel
fidelidad prometí.
Ser traidor, no; morir, sí,
pues cuando a furor se incite
y la cabeza
me quite,
si nombre a
matronas da
castas la fama, en mí habrá
un hombre
que las imite.
Sale Criselia
CRISELIA La
Reina, Nabot, os manda
primero que
os ausentéis
de esta
sala, que estudiéis
(pues el favor no os ablanda)
vuestra dicha o vuestro
daño,
aunque es
nueva la doctrina.
Corred
aquesa cortina
y dad lugar
a su engaño.
Vase
NABOT
¡Jeroglíficos confusos,
ya os descifra mi temor!
¡Enigmas torpes de amor,
no admito vuestros abusos!
Dicha o daño me ofrecéis:
si la dicha
ha de costarme
tan cara,
que despeñarme
porque la
elija queréis
(puesto
que en mi mal reparo),
si acabada
de alcanzar
me pesa, no
he de comprar
(Cielos) el
pesar tan caro.
Dicha
que por mano vienes
de Jezabel,
toda engaños,
no te admito. ¡Honrosos daños,
vuestros males traen mis bienes!
Daño que al Cielo
encamina
no es bien
que daño se llame;
dicha que
ha de hacerme infame,
no
honor. Corro la cortina.
Corre una
cortina y sobre un bufete estarán tres
fuentes de plata y en ellas lo
que aquí se va diciendo
Tres
fuentes sobre una mesa
(en lo que
ofrecen contrarias)
muestran
con insignias varias
lo que cada
cual profesa.
En ésta
está una corona
y envuelto
en ella un cordel,
plato, en
fin, de Jezabel
que
dignidades pregona
porque
en patíbulos paren.
Un rótulo
dice ansí:
Lee
"La
corona es para ti
como miedos
se reparen."
Libre
está de estos combates
mi honor,
hasta aquí felice.
Este sobre
el cordel dice:
Lee
"Para
que a tu Raquel mates."
¡Ay,
Cielos! ¡Ay, prenda mía!
Si vive un
alma en los dos,
dándoos yo
la muerte a vos,
verdugo de
mí sería.
Sobre
la fuente segunda
una espada
y una toca
a confusión
me provoca.
¿En qué
este enigma se funda?
Dice el
mote de esta suerte,
que está en
la espada a esta parte:
Lee
"Hierro para castigarte
y toca para
quererte."
Fácil
se deja entender,
pues
muestra desenfrenada
que es
Reina y que tiene espada
y en la toca que es mujer;
que si
me arrojo a querella
me
satisfará amorosa,
pero fiera
y rigurosa
si mi
desdén la atropella.
¿Hay
tal desalumbramiento?
La torpeza
¿qué no hará?
Lleno el
tercer plato está
de piedras
y de sangriento
licor;
la letra me admira
y me causa
confusión:
Lee
"No son piedras, rayos son,
mi desprecio te las
tira."
¡Ay,
Cielos! ¿A qué banquete
Jezabel me
ha convidado,
que moriré
apedreado
si no la
amo me promete?
¡Piedras,
en vuestra firmeza
quiere
aprender mi constancia!
¡Fulmínelas
la arrogancia
del poder y
la torpeza!
Por mi
ley y mi Rey pierda
la vida
Nabot, que es fiel;
que pues
tira Jezabel
piedras a
Dios, no está cuerda.
Espada
de su malicia,
dad al Juez
Supremo cuenta,
pues,
lasciva y torpe, afrenta
la espada
de la justicia.
Corona, si en su cabello
servistes
de insignia real,
bajaos y
seréis dogal
con que
suspendáis su cuello.
Cordel,
servid de escarmiento
a los
idólatras, vos,
mientras
que a mi Rey y a Dios
confieso,
al darme tormento
(que a
la muerte me apercibo),
no a su
llama deshonesta;
y para dar
la respuesta
la vil
corona derribo,
Derríbala y la
pisa
porque
su interés desprecio
y como
infame la piso.
JEZABEL Llorarás tu
poco aviso; De dentro
apedrear nte por necio.
NABOT Por
necio no, por fiel sí.
No temo tus
amenazas;
túmulo
eterno me trazas,
éste sólo
apetecí.
Laureles logro, leales,
que
inmortalicen mis medras.
¡Labra,
tirana, las piedras
y junta los materiales,
que,
desdeñando tus vicios
mientras la
muerte me dan,
piedras
preciosas serán
de
inmortales edificios!
Vase y cúbrese
la mesa. Salen dos CIUDADANOS viejos,
leyendo el uno este papel
Los vasallos que
sin averiguar secretos de su Príncipe
guardan sus
órdenes, merecen que en su privanza se prefieran
a los demás:
Nabot, jezraelita, vecino vuestro, y poderoso
en vuestra
República, me tiene criminalmente ofendido;
buscad, pues, dos testigos que las dádivas
cohechen, y
éstos afirmen que le oyeron
blasfemar de su Dios y de su
Rey y,
examinados, publicad general ayuno (como en Israel
se acostumbra
cuando se espera algún castigo riguroso).
Llamad luego a
Nabot a vuestro tribunal y presentados los
testigos, sin
admitirle descargos, le condenad por público
blasfemo,
sacándole al campo, donde muera (como la ley
dispone)
apedreado, aplicando sus bienes todos a nuestro
fisco; que
ejecutada con toda disimulación esta sentencia,
yo me daré por
bien servido y vosotros quedaréis premiados.
De nuestro
palacio real de Jezrael. Yo el Rey.
CIUDADANO 1
Esto el Rey, nuestro señor,
manda.
CIUDADANO 2
¿Quién creyera tal?
CIUDADANO 1 No vive
más el leal
de lo
que quiere el traidor.
De
vos y de mí confía
la ejecución
de este insulto.
CIUDADANO 2 Para
Dios no le hay oculto.
CIUDADANO 1
Sacrílega tiranía.
CIUDADANO 2
Nabot es en Jezrael,
aunque
el más rico, el más santo.
CIUDADANO 1 Y aun
por saber que lo es tanto
le
persigue Jezabel.
Pero ¿en qué os resolvéis vos?
CIUDADANO 2 Temo a
dios, mas también temo
a un
Rey tirano y blasfemo.
CIUDADANO 1 En
dando en temer a Dios
será
el Rey vuestro homicida,
mandando que muerte os den.
CIUDADANO 2 ¡Ay,
Cielos!
CIUDADANO 1
Nabot también
le teme
y pierde la vida;
dad en vuestros riesgos corte.
CIUDADANO 2 ¿Y
habrá para estos sucesos
testigos falsos?
CIUDADANO 1 Pues ¿ésos
pueden
faltar en la Corte?
Dos pide el Rey y otros dos
tengo,
que lo son a prueba.
CIUDADANO 2 Fuerza
ha de ser que me atreva,
primero
que al Rey, a Dios:
tirano uno, otro clemente.
CIUDADANO 1
Busquemos otro testigo,
que
habiendo tres yo me obligo
a hacer el caso evidente.
CIUDADANO 2
¡Con qué de temores lucho!
¡Oh Rey impío! ¡Oh vil mujer!
CIUDADANO 1 O morir
o obedecer,
porque
un "Yo el Rey" puede mucho.
Vanse. Sale RAQUEL congojada
RAQUEL No
sosiego, no reposo,
no hay
descanso para mí.
¿Qué tengo?
¿Son celos? Sí;
pero no,
más riguroso
es mi
mal. ¡Ay, caro esposo!
¡Y qué caro
me has de
costar si reparo
en un
sueño
que de mis
potencias dueño,
tragedias
representaba,
cuando en
sangre te bañaba
una
serpiente
que
venenosa, inclemente,
en tus carnes se cebaba!
Mas quien a sueños da fe
provoca a
enojo a los Cielos.
Dormíme
llena de celos,
sierpes en
ellos soñé.
Jezabel el áspid
fue
que,
lasciva,
mientras de
lealtad te priva,
Circe
nueva,
en tus
entrañas se ceba,
pues tu
posesión la diste;
pero mal
acierto hiciste,
pensamiento,
que Nabot
la ama contento
y yo le vi
muerto ¡ay, triste!
Asiéntase
Sentar
me quiero por ver
si sosiego
de este modo.
¡Todo
penas! ¡Ansias todo!
¡Todo
llorar y temer!
Más es esto
que querer,
más pesar
es esto que
sospechar.
¡Ay, desvelos!
¡Ojalá, Nabot, sean celos!
que a trueco que no
recibas
penas (que
han soñado vivas
mis
quimeras)
yo sufriré
que otra quieras
en
albricias de que vivas.
Menos
quietud asentada
tengo.
Levántase y
paséase
¡Ay,
quinta! Quiera Dios
que no me
venga por vos
más mal que
no ser amada.
Ya vuestra
vista me enfada;
más temores
tengo yo que tenéis flores.
Penas veo
seguirme si
me paseo,
penas si me
asiento apenas
entre rosas
y azucenas.
¿Qué he de
hacer?
Infierno
debo de ser,
pues no hay
en mí sino penas.
Dicen de dentro
CIUDADANO 1 A
Nabot han condenado
y le
llevan a apedrear.
RAQUEL ¿Qué
escucho? ¡Ay, Cielo! ¡Ay, pesar!
¡Ay, desdichas! ¡Ay, cuidado!
CIUDADANO 2 Pues
¿por qué le han sentenciado?
CIUDADANO Por
blasfemo.
RAQUEL
¿Por qué vivo? ¿Por qué temo
el ir a
morir con él?
CIUDADANO 1 Justo y
fiel
fue a
Dios y al Rey.
CIUDADANO 2 Y aun por eso.
RAQUEL ¡Qué bien dijo: ya es exceso
ser
leal!
Perderé
con muerte igual
la
vida, pues perdí el seso.
Vase. A la ventana de una torre JEZABEL y ACAB
JEZABEL Goza ya
la posesión,
Rey, que tanto has deseado.
Vuelve en ti, si
desmayado
te tuvo su
privación.
Ya
murió Nabot; no impida
tu gusto
esa pena ingrata;
comprado la
has bien barata,
pues sólo
cuesta una vida.
ACAB ¡Ay,
esposa de mis ojos!
¿Es posible
que murió
quien mi
agravio ocasionó?
JEZABEL Ansí vengues mis enojos
como yo los tuyos vengo.
Por blasfemo apedreado
y en su
sangre revolcado,
tu
satisfacción prevengo.
Mira
bañadas las piedras
desde aquí
en su sangre vil.
ACAB ¡Qué pecho
tan varonil
te dio el cielo! Cuantas medras
me
vienen son, cara esposa,
por tu
causa.
JEZABEL
Ve a tomar
posesión a
su pesar
de su viña
deleitosa.
Recréate
en su vergel,
que cuando
imposibles pidas,
ya sabe, a
costa de vidas,
comprar
vidas Jezabel.
Vanse. Sale RAQUEL, sueltos los cabellos y enlutada,
y deteniéndola ABDÍAS y JOSEPHO
RAQUEL
¡Dejadme, idólatras torpes!
¡Soltadme,
aleves vecinos
de la más
impía ciudad
que a
bárbaros dio edificios!
¡Sacrílegos
envidiosos,
de un Rey
tirano ministros,
de una blasfema vasallos,
de una
falsedad testigos,
de un Abel
Caínes fieros,
de un
cordero lobos impíos,
de un justo
perseguidores,
de un
inocente enemigos!
¡Soltadme, o haréos pedazos!
Ojos tengo
basiliscos,
víbora soy
ponzoñosa,
veneno son
mis suspiros.
¡Soltadme,
o abrasaréos!
Suéltase
ABDÍAS ¡Qué
lástima!
JOSEPHO Compasivo,
lloro
suspenso.
ABDÍAS
Sosiega,
señora, que
son indignos
de tu honor
esos extremos.
RAQUEL ¿Qué honor?
Si lo fuera el mío
¿no me le
hubiera quitado
ese Rey
torpe y lascivo,
esa Reina
hambrienta de honras?
Con ellos
no hay honor limpio.
¿Qué fama
no han asolado?
¿Qué
opinión no han destruído?
¿Qué
castidad no profanan?
Honor aquí
ya es delito,
virtud aquí
ya es infamia,
vergüenza
aquí ya es castigo.
ABDÍAS Si al pie
del alcázar real
das en estos campos gritos,
provocarás a los Reyes,
pues es forzoso el oírlos.
RAQUEL Pues ¿qué
es lo que yo pretendo?
A voces
¡Acab
sangriento, vil hijo
de Amrí,
que a su Rey traidor
le forzó a
abrasarse vivo!
¡Adúltera Jezabel,
que al
demonio sacrificios
ofreces,
para que en ellos
licencia
des a tus vicios!
La esposa
soy de Nabot,
el que
porque nunca quiso
consentir en
tus torpezas
es de tu
crueldad prodigio.
Mandad con
él darme muerte,
acompañe un
rigor mismo
dos almas,
que en tiernos lazos
reciprocó
un amor limpio.
¿Por qué,
decid, le matastes,
cohechando
falsos testigos?
Pues,
cuando blasfemo fuera
(como
afirman fementidos),
imitador de
sus Reyes,
mereciera
por seguiros
la
sacrílega privanza
de vuestros favorecidos.
¿Qué más
blasfemias, tiranos,
que las que habéis los dos dicho
a Dios? y no os apedrean,
siendo común el delito.
Díganlo
tantos profetas
consagrados
al martirio
por
vosotros, cuya sangre
está dando
al Cielo gritos.
Dígalo el
gran Celador
de nuestra
ley, perseguido
de vuestra
impiedad tirana
por sierras, montes y riscos.
Díganlo
tantos altares
arruinados,
destruídos
por
vosotros, que erigieron
a Dios los padres antiguos.
¡Blasfemos, en fin, reinando
vosotros y
el dueño mío
muerto! ¿En
vasallos y Reyes
serán acaso
distintos
los
insultos generales,
siendo en
sustancia los mismos?
¿Por qué si
afectáis rigores
no os ofende
lo que os digo?
¿Por qué no
hacéis apedrearme?
Cantos hay
en este sitio
que en la
sangre de mi esposo
se han
bañado. Si os irrito,
mandad que
mezclen con ella
la que a
Nabot sacrifico.
Báñense
unas mismas piedras
en la
esposa y el marido;
serán
tálamo de sangre
las que su
túmulo han sido.
Pero ¿para
qué doy voces?
pues, tan crueles os miro
que, por más atormentarme,
negáis la muerte que os pido.
¡Ansias! mostradme el teatro
de mis tragedias!
ABDÍAS Dos ríos
son, de lágrimas, mis ojos.
JOSEPHO En
sentimientos la imito.
Vanse.
Descúbrese tendido en el suelo NABOT, muerto,
en camisa y calzones de lienzo;
él y el vestido manchado de sangre,
entre un montón de piedras
también ensangrentadas
RAQUEL ¡Ay, dueño
de mi esperanza,
regalo de
mis sentidos,
consuelo de
mis congojas,
de mis
tormentos alivio!
celosa
lloraba yo
engaños y
desatinos.
¡Qué caras
satisfacciones
a costa de entrambos miro!
¡Mi Abel,
mi justo, mi santo!
¡Pisad
climas más benignos,
pues
colocado entre estrellas,
mártir os
honra el Olimpo!
Altar de
piedra, estas piedras,
rubíes y
granates finos,
al
simulacro del cuerpo
holocaustos
os dedico.
Más valen
que los diamantes,
crisólitos
y jacintos;
diadema os
labran mejores
que
esmeraldas y zafiros.
Por reliquias las venero,
por sagradas las estimo;
las beso por sangre vuestra,
Bésalas
por mis joyas las recibo.
¡Plegue a Dios, tigres de
Hircania,
Acab, del
Cielo maldito,
idólatra
Jezabel,
oprobrio en
Samaria y Tiro,
que no
quede de vosotros
memoria al
futuro siglo,
vasallo que
no os desprecie,
rigor que no os dé castigo!
¡Quíteos la
vida y el reino
el más
confidente amigo,
destruyendo
en vuestra sangre
desde el
decrépito al niño!
Si el Rey
marchare a la guerra,
flecha de acero prolijo
le
atreviese las entrañas,
de tanta
blasfemia asido.
Si Jezabel
enviudare,
despedácenla a sus hijos,
sin
permitirla llorarlos,
quien blasonaba servirlos.
Ese alcázar
desde donde
morir mi
inocente ha visto
(cuando más
entronizada)
la sirva de
precipicio.
Desde el
más alto homenaje
mida el
aire hasta este sitio,
y antes que
le ocupe, muera,
oprobrio a
grandes y a chicos.
Lebreles la
despedacen,
arrastrándola los mismos,
cuarto a
cuarto por los campos,
miembro a miembro por los riscos.
No dejen
reliquias de ella
de carne,
hueso o vestidos,
sino la
cabeza sola,
para
acuerdo de delitos.
¡Cielos
píos!
¡Justicia en
tanto mal, justicia pido!
¡Vengad,
piadosos Cielos,
mi esposo,
mis agravios y los vuestros!
Sale ABDÍAS
ABDÍAS Enjugad,
señora, el llanto,
que si es
la venganza alivio
con que descansan
ofensas,
por mandado
de Dios vino
el profeta
del Carmelo
y de su
parte le dijo
(cuando iba
el Rey a tomar
la posesión
presumido
de la viña
de Nabot)
que con los
mesmos castigos
morirán él
y la Reina,
que al
Cielo le habéis pedido.
Llevad a
enterrar el cuerpo;
será,
muerto, ejemplo vivo
del mal que
a los reinos viene
por una
mujer regidos.
Vanse y
encúbrese el cuerpo. Salen ZABULÓN y
DORBÁN y LISARINA, pastores, y a
lo soldado gracioso,
CORIOLÍN
CORIOLÍN
¿Cuidáis vosotros que es barro
ser
sueldado?
ZABULÓN ¿Que el lugar
dejas solo
y sin llorar?
CORIOLÍN Tengo el
alma de guijarro.
¿La
sierra no me quintó?
¿No vo por
ella a la guerra?
Pues llore
por mí la sierra,
que no pienso
llorar yo;
aqueste
oficio me cuadra.
LISARINA ¿No mos
verás más de vero?
CORIOLÍN No, hasta
ser Emperadero
o si no,
cabo de escuadra.
LISARINA ¿Cabo
de qué?
DORBÁN
De cochillo.
CORIOLÍN Eso mesmo
pescudó
una vieja
que alojó
en casa a
un medio caudillo.
Estaba
una compañía
en la su
aldea hendo gente
(y aun
hurtos) y ella inocente,
de manera
le servía
que
decentó una tinaja
de un
tinto, que con pies rojos
diz que
saltaba a los ojos.
Era tahur
de ventaja
en esto
de alzar de codo
el tal cabo, su alojado,
y del tinto
enamorado
le
requebraba de modo
que en
el alma le metía;
pero,
porque no se hallaba
bebiendo
solo, brindaba
a toda la
compañía.
Llevábalos a su casa
dos a dos y tres a tres;
estuvioren allí un mes,
andaba el
brindis sin tasa.
Sospiraba cada instante
la vieja el
daño presente,
viendo la
sed en creciente
y la tinaja
en menguante.
Mas
¿qué mucho que el sentido
perdiese,
si aquel licor
suplía con
su calor
las faltas
de su marido?
Huese
el huésped importuno,
tocando a
marchar la caja,
que el
espirar la tinaja
y ellos
irse hue todo uno.
"¡Vaya con la maldición!"
la viuda pobre
decía.
"¡Guai
de vos, tinaja mía,
agotada
hasta el hondón!
Sin vos
¿qué ha de ser de mí?
¿Quién
habrá que me mantenga?
¡Que mala
pascua le venga
a quien vos
ha puesto así!"
"Tratad al soldado bien,"
dijo uno
muy presumido,
"que
el huésped que habéis tenido
es cabo de
escuadra." "¿Quién?"
"Quien sirve al Rey y trabaja
y es cabo
de escuadra." "Igual,"
respondió,
"dirá ese tal
que es cabo
de mi tinaja."
Y
porque no es para más,
adiós, que
me vo a romper.
LISARINA Pues, ven
acá. ¿Sabrás ser
suelgado
tú?
CORIOLÍN
Buena estás;
yo sé tocar las baquetas,
comerme un horno de bollos,
hurtar
gallinas y pollos,
vender un
par de boletas,
echar catorce reniegos,
arrojar treinta '¡por vidas!',
acoger hembras perdidas,
sacar barato en los juegos,
y en batallas y rebatos
cuando se
toman conmigo,
sé
enseñarle al enemigo
las suelas
de mis zapatos.
ZABULÓN Eso es
ser gallina, en suma.
CORIOLÍN Decís,
Zabulón, lo vero.
¿Por qué
pensáis que el sombrero
llena el
suelgado de pruma
si,
porque huyendo después
que la
batalla se empieza,
volando con
la cabeza
corre mijor
con los pies?
Esta es
de gallo, y trabajo
por darla
aquí en somo estima,
que como el
gallo va encima
y la
gallina debajo,
soy
gallina en esta empresa,
que sabré
cacarear
porque al
comer y al cenar
haya
gallina en mi mesa.
LISARINA Dios te
vuelva a nuestros ojos.
LOS DOS ¡Coriolín,
adiós!
CORIOLÍN
Adiós.
LISARINA Acordaos de
mí.
CORIOLÍN
¿De vos?
Dejadme
agarrar despojos,
que yo
os llenaré el corral
de las
gallinas que hurtare,
y si en la
guerra finare...
Llora
LISARINA ¿Lloras?
CORIOLÍN Y
cuemo en señal
de que
mi alma se condena;
antes del
amanecer
prometo de iros
a ver
en fegura
de alma en pena.
LISARINA No,
Coriolín, eso no;
yo os
perdono la vesita.
CORIOLÍN Quiéroos
yo, que sois bonita;
de allá os
pienso llevar yo
dos
diablitos como un oro,
que vos
barran, que vos rieguen,
que vos
guisen, que vos frieguen.
LISARINA ¡Tirte
ahuera!
CORIOLÍN
¡Ay, cómo lloro!
¿Pensáis que la guerra es paja?
Embracijadme, y adiós.
LISARINA ¿Qué os me vais el zagal,vos?
CORIOLÍN A ser cabo
de tinaja.
Vanse. Salen dos SOLDADOS tras un profeta que huye.
Salen también JEHÍ con bastón
SOLDADO 1 ¡Corred
tras él, tenelde, que pues huye,
algún delito ha hecho!
SOLDADO 2 Al viento excede.
SOLDADO 1 ¡Que nunca
aquesta seta el Rey destruye!
¿Cuándo
podré yo ver que el Reino quede
libre de
estos hipócritas taimados
que el mal
nos profetizan que sucede?
Traelde
preso.
JEHÚ
Sosegad, soldados;
dejalde,
que es de Dios justo profeta
y fiel ejecutor de sus mandados.
SOLDADO 2 Si tú
acreditas esta mala seta,
príncipe
del ejército y segundo
después del
Rey ¿qué mucho se prometa
engañar, no a Israel, a todo el mundo?
JEHÚ No
blasfeméis de Dios, que me provoco
a enojo,
cuando en El mis dichas fundo.
Acab
murió como lascivo y loco
en la
batalla cuando pretendía
presidiar a
Ramot (castigo poco
a su
bárbara y ciega idolatría);
una flecha
desmanda el Cielo airado
que le pasó
el pulmón ¡dichosa día!
los
perros en su sangre se han cebado:
venganza es
de Nabot. Reinó su hijo,
Ocozías,
como él desatinado;
murió
como el profeta lo predijo,
precipitado
de unos corredores
después de
la pensión de un mal prolijo.
En
carroza de eternos resplandores
arrebató
una nube al del Carmelo,
Elías, luz de santos celadores.
Reina Jorán agora, cuyo
celo
idólatra, a
su padre semejante
y hermano
de su vicio, es paralelo;
Dios
intenta asolar este arrogante.
A Dios por justo y por Señor invoco:
nadie blasfeme de El de aquí
adelante.
SOLDADO 1 ¿Qué te
quería a solas este loco?
JEHÚ
¿Conocístele acaso? ¨Habéis sabido
lo que me
dijo?
SOLDADO 1
Importaráte poco.
SOLDADO 2
Mentiras serán suyas. Mas ¿qué ha habido?
Cuéntanoslo.
JEHÚ
Llamándome en secreto,
cerró la
puerta.
SOLDADO 1
¡Qué desvanecido!
JEHÚ Y
llegándose a mí con real respeto,
una ampolla
derrama en mi cabeza
de óleo
sacro (milagroso efeto).
"Eso dice el Señor de eterna alteza,
Dios de
Israel," prosigue, "'Yo te elijo
por Rey del
pueblo mío y su grandeza;
severo
destruirás (como predijo
el
Tesbites) de Acab la torpe casa,
aunque fue
tu señor y lo es su hijo.
Yo
vengaré por ti, pues que te abrasa
mi celo y
ley, la sangre que vertida
de mis
profetas hasta el Cielo pasa:
la de
mis siervos todos, cuya vida,
a manos de
la impía y deshonesta
Jezabel,
fue de tantos perseguida.
Por ti
he de hacer venganza manifiesta
de cuantos
propagó la sangre suya
(si primero
triunfante, ya funesta);
no ha
de dejar en pie la espada tuya
persona de
su ingrata descendencia:
toda
perezca, toda se destruya,
desde
la senectud a la inocencia,
desde el más retirado y recogido
hasta el
que en vicios tiene más licencia:
su
nombre quedará en perpetuo olvido,
como el de
Jeroboán y Basa, fieros,
cuya
familia toda ha destruído.
Jezabel, de profetas verdaderos
verdugo,
por los campos arrastrada
de Jezrael,
castigos más severos
ha de
pasar por tu furiosa espada:
perros su
cuerpo comerán, hambrientos,
en nombre
de Nabot despedazada.
Cuantos
la vieren estarán contentos,
mofando de
su idólatra locura
y en gustos
convirtiendo sus lamentos.
Ninguno
osará darla sepultura;
las
entrañas de torpes animales
el tálamo
serán de su locura.
Goza, Jehú, de las insignias
Reales.'"
Dijo y huyó. Soldados, pues, valientes,
ved si a Jorán o a Dios sois hoy
leales.
Cerco en persona puso con
sus gentes
a esta
ciudad; Ramot es su apellido,
sus muros
escalamos eminentes.
Retiróse a Samaria el Rey herido,
dejóme en
su lugar mientras que sana.
Dios de
Israel me llama Rey ungido:
juzgad
si esta esperanza saldrá vana,
o si es
razón que el cetro real reciba
contra
Jorán y Jezabel tirana.
Salen los que
pudieren
SOLDADO 1 ¡Viva
Jehú, soldados!
SOLDADO 2 ¡Jehú viva!
SOLDADO 1 Trono le
hagamos todos de la ropa;
desnúdome
también de medio arriba.
Hácenle trono
de sus ropas y con música le besan
la mano
JEHÚ Pues
Dios me elige, el viento llevo en popa.
SOLDADO 2 Las manos,
por su Príncipe, te besa
el Asia y
Palestina. ¡Tiemble Europa!
SOLDADO 1 Deja,
Rey, a Ramot, deja su empresa;
el cuello
de Jorán tu planta pise.
Parte a Samaria,
marcha, date priesa.
JEHÚ Ese
consejo proponeros quise:
marche a
Samaria el campo.
TODOS Marche el
campo.
JEHÚ Ninguno
salga de él, porque no avise
al mísero Jorán.
Sale CORIOLÍN
CORIOLÍN Con él me zampo,
¡que de
esta vez soy cabo de tinajas!
JEHÚ ¡Yo os
vengaré, mi Dios! Marchen las
cajas.
Vanse. Sale JEZABEL de viuda bizarra y CRISELIA
JEZABEL Ya Jorán
se ha levantado.
CRISELIA Peligrosa
fue la herida,
pero pues
queda con vida
y tu Alteza
sin cuidado,
albricias, señora, han dado
reinas en tal ocasión.
JEZABEL Pídelas,
pues.
CRISELIA
De prisión
a la viuda
Raquel saca,
que una
buena nueva aplaca
la más
fiera indignación.
JEZABEL ¿Qué
dices, bárbara?
CRISELIA Advierte...
JEZABEL No prosigas, que estás necia;
quien a sus
reyes desprecia
poco en su
peligro advierte:
apresurarás
su muerte
si eso
vuelves a pedir.
CRISELIA ¿Que más
muerte que vivir
sin dueño
que tanto ha amado?
JEZABEL Por eso no
se la he dado.
Pene y
viva, que es morir.
Albricias de poco fruto
intentas,
necia estás hoy.
Cansada,
Criselia, estoy
de tanta
viudez y luto.
Tres años
pagó tributo
al llanto
la pena mía;
de sí mesma
ser podría
verdugo
quien mucho llora.
Festejemos
(pues mejora
mi hijo) su
mejoría.
Vuelvan
a hacer mis cabellos
con los del
sol competencia;
que yo sé
que en mi presencia
su luz se
corrió de vellos.
Riguridad
es tenellos
en prisión
mientras que lloro;
esta tocas
sin decoro
son cárcel
que los maltrata;
no es bien
que linos de plata
escondan
madejas de oro.
Acerca
ese tocador.
Asiéntase a
tocar en él
Ponme sobre
él ese espejo;
con su
cristal me aconsejo,
que es
sumiller del amor.
Ve, y el
vestido mejor
me saca,
mientras divido
los cabellos que he ofendido
y el Asia toda celebra;
Destócase
ensartaré
en cada hebra
perlas que
al Oriente pido.
Golfos
de luz surcará
el marfil
de aqueste peine,
porque en
campos de oro reine
mientras sobre ellos está.
CRISELIA El de
verdemar será
mejor, que
adorna y alienta.
JEZABEL Verdemar no
me contenta,
que
esperanza puesta en mar
o se tiene
que anegar,
o ha de
padecer tormenta.
Ya
sabes que soy cruel:
el pajizo y
encarnado
me pondré.
CRISELIA
Desesperado
y
sangriento.
JEZABEL
Llore en él
su amor
difunto, Raquel.
CRISELIA ¡Qué
locura!
JEZABEL
No hay mudanza
en su pena
y mi venganza.
CRISELIA Voy. (¡Qué
bárbara! ¡Qué fiera!) Aparte
Vase CRISELIA
JEZABEL Si verdemar
me vistiera
ya fuera
darla esperanza.
Tengamos, espejo, aviso,
no demos
segundo ejemplo,
mientras en
vos me contemplo,
a locuras
de Narciso.
Murió,
porque no me quiso,
Nabot;
justa fue mi queja:
deje la
vida quien deja
de adorar
ventura tanta.
Alguno allá
dentro canta
que
adulador me festeja.
Cante de dentro
una mujer
[VOZ] "En
la prisión de unos hierros
lloraba
la tortolilla
los mal
logrados amores
de su
muerta compañía."
Peinándose
JEZABEL
"Mal
hubiera la crueldad
de la
águila cuya envidia
dividió,
si no dos almas,
los arrullos de dos vidas."
JEZABEL Parece que
de Nabot
y Raquel la
historia misma,
quien
dellos se compadece,
me canta y
alegoriza.
Los dos las tórtolas fueron,
yo el águila vengativa
que, celosa
de su amor,
su tálamo
tiraniza.
"En la
prisión de unos hierros
lloraba la
tortolilla."
Cuando a
Raquel tengo presa
mi crueldad
metaforizan.
¡Basta! que
ya en versos anda
su
tragedia, pero digna
es que
escarmientos la canten
si
traidores la lastiman.
Tiémbleme
el mundo, eso quiero:
venganzas me regocijan,
riguridades me alegran,
severidades me animan.
Tocándose
[VOZ] "Reciprocando
requiebros
en el
nido de una viña,
fertilidad le promete
de amor
su cosecha opima.
Nunca
nacieran los celos
que
amores esterilizan,
corazones desenlazan
y
esperanzas descaminan."
JEZABEL ¿Qué hay que
hablar? Su historia canta,
amores,
celos y viña;
En su favor
me condenan
y en mi
crueldad se averiguan.
Pero si le
amé en secreto
¿cómo mis
celos publican
versos que mi
fama ofenden,
canción que
la satiriza?
Raquel los
habrá contado.
Raquel
llorará este día
desatinos
de su lengua,
efetos de
sus desdichas.
[VOZ] "Perdió
la tórtola amante,
a manos
de la malicia,
epitalamios consortes.
¡Ay de
quien los desperdicia!
Como era
el águila Reina
(mejor
la llamara harpía),
cuando
ejecute crueldades
¿quién
osara resistirla?"
JEZABEL Ya pasa de
desacato
el que
escucho; su osadía
mi agravio
y furia provoca,
llamas
añade a mis iras.
Levántase
¡Hola!
¿Quién es la que canta
allá
dentro? ¿Quién me indigna
sin recelar
mis rigores,
sin
respetar mi justicia?
Mas mi
autoridad ofendo,
dándome por
ententida.
¿Quién pudo
enfrenar las lenguas
del vulgo,
ni reprimirlas?
Vuélvese a
asentar
Canten,
llámenme cruel;
que podrá
ser que algún día
las viles cabezas corte,
por más que son de esta hidra.
[VOZ] "¿Qué
importan las amenazas
de
águila ejecutiva,
si ya el
león coronado
venganzas contra ella intima?
Humillará su soberbia,
caerá el
águila atrevida,
siendo
presa a los voraces
lebreles
que la dividan."
JEZABEL ¿Qué león,
cielos, es este
que
sangriento me derriba?
Levántase
tocada
Yo ¿presa
de brutos fieros?
Yo ¿en pedazos
dividida?
¡Hola,
vasallos, Criselia!
¡Ay,
cielos!
Sale Criselia
CRISELIA
¡Señora mía!
¿Qué
sientes? ¨Por qué das voces?
La color
tienes perdida.
JEZABEL Y con ella
la paciencia.
Mírase al
espejo
¡Muerta
soy! Aparta, quita
ese espejo
que me enseña
a Nabot, lleno de heridas;
un hombre armado amenaza
con la
desnuda cuchilla
mi trágico fin.
CRISELIA
¿Qué es esto?
JEZABEL Su corte en
mi cuello afila.
¿No lo ves?
CRISELIA
No, gran señora.
Vuelve en
ti.
Toquen cajas
JEZABEL
No desatina
mi
temor. Pero ¿qué es esto?
Dentro
[VOCES] ¡Viva Jehú!
TODOS
¡Reine y viva!
Sale ABDÍAS
ABDÍAS Huye castigos, señora,
del Cielo que pronostican
trágico fin
a tu casa.
(Mas del
Cielo ¿quién se libra?)
Jehú se te
ha rebelado,
de Samaria
está a la vista;
Jorán le
salió al encuentro,
Jehú una
flecha le tira
que el
corazón le traspasa,
y vitorioso
encamina
el ejército
y deseos
a esta
ciudad.
JEZABEL
¡Ea, desdichas,
acabad
conmigo todas!
Pero la
industria me avisa
remedios
con que dilate,
si no
venturas, la vida.
Fïada de mi
belleza,
haré al
engaño que finja
amor a Jehú
tirano.
Pondréme a
un balcón festiva;
mostraré
que estoy gozosa
que, de
Jorán homicida,
su diadema
le corone
y el solio
le dé su silla.
Prometeréle
mi esposo,
y si la
belleza hechiza
¿quién
dudará que ha de escaparse?
¿quién
dudará que me admita?
Dame,
Criselia, esas joyas;
galas el
cuerpo se vista
y el alma
lutos secretos,
pues son sustancias distintas.
Vase
ABDÍAS No sé yo que tus crueldades
se prometan tantas dichas,
que es
vengador de inocentes
Jehú.
CRISELIA ¡Ay,
mujer perdida!
Vanse. Salen soldados marchando, entre ellos
CORIOLÍN
y JEHÚ, con bastón, detrás; y al
mismo tiempo del
vestuario, con música, los más
que pudieren y ABDÍAS;
detrás de todos RAQUEL,
acompañada de CRISELIA, de viuda, y
sobre un balcón JEZABEL, muy
bizarra. JEHÚ y los suyos
suben al tablado por un palenque;
RAQUEL, que le recibe con los
demás, saca una corona de oro
sobre una fuente de plata;
tócanse chirimías, cajas y clarines
RAQUEL En nombre de Jezrael,
ciudad tuya, patria mía,
que por
consolar mis penas
generosa me
autoriza,
te ofrece
(¡oh gran vengador
de la
Majestad divina,
por Acab
menospreciada,
por Jezabel
ofendida!)
diadema que
en paz poseas;
agora tus sienes ciña
y después por todo el orbe
los círculos del sol siga.
Corónale
Púrpura
adorna a los reyes,
púrpura,
señor, te vista
de sangre
idólatra aleve,
que altares
sagrados pisa.
Venga
inocentes, Monarca,
profetas,
huérfanos, viudas,
mozos que
estraga el engaño,
viejos que
el temor lastima.
Teatro este
sitio fue
de la impiedad
más lasciva,
la más
bárbara tragedia,
la crueldad
más inaudita
que el
tiempo escribió en anales,
que puso
horror a provincias,
que
verdades afirmaron,
que
fabularon mentiras.
Aquí mi
Nabot fue muerto:
Nabot, cuya
fama limpia
coronaba su
inocencia,
celebraba
su justicia.
Falsos
testigos cohechó
contra él
el oro y la envidia,
el poder y
la soberbia,
la ambición
y la malicia.
Una viña le
dio muerte,
que quien
reinos tiraniza
sangre
vende de leales
por el
precio de una viña.
Testigos de
su inocencia
pueden ser
(no lenguas vivas,
que éstas
tal vez se apasionan)
las piedras
sí, fidedignas.
Haz
información con éstas;
la sangre
en que se matizan
presento en tu tribunal,
testigos
fueron de vista.
De rodillas
¡Venganza,
Rey poderoso
antes que
estas piedras mismas,
si agora
testigos claman,
jueces
después te persigan!
JEHÚ Basta,
Raquel. Cese el llanto,
alzad,
consolad desdichas:
sesenta
hijos Acab deja,
todos
setenta en un día
satisfarán
vuestro agravio.
Deudos,
amigos, familias
de Acab y de Jezabel,
mueran.
RAQUEL Y
tú eterno vivas.
JEHÚ En vuestra
ciudad entremos,
pues su lealtad nos obliga.
Al entrar, dice
JEZABEL desde el balcón
JEZABEL Goce Jehú,
mi señor,
con la
corona israelita
la paz que
todos desean,
juntando al
laurel la oliva;
que si a su
Rey dio la muerte,
al padre de
Acab imita,
que a su Príncipe
obligó
a
resolverse en ceniza.
JEHÚ ¿Quién es
esta aduladora?
ABDÍAS Esta es
Jezabel maldita.
JEHÚ ¡Derribalda
de la torre!
CORIOLÍN ¡Soldados,
subir arriba!
que para
esto so valiente.
Suben a la
torre CORIOLÍN y SOLDADOS
RAQUEL ¡Ah,
bárbara! Ansí castiga
el justo
Cielo tiranos,
que si
tarda, nunca olvida.
Arriba,
defendiéndose, JEZABEL, y al cabo la echan
abajo
JEZABEL ¿A vuestra
Reina alevosos?
¡Favor,
cielos!
CORIOLÍN
Eso, sí: pida
favor al
Cielo, que está
muy bien
con sus obras pías.
¡Vaya abajo
la borracha!
JEZABEL ¡Muerta
soy!
Cae hacia
dentro
CORIOLÍN
¡Ha de allá! ¡Asilda!
¡No se os
vaya, que tendrá,
como gato,
siete vidas!
SOLDADO 1 Perros
salen a comerla.
CORIOLÍN Cada cual
la descuartiza
y,
herederos de sus carnes,
van
haciendo la partija.
SOLDADO 1 Arrastrando
se la llevan.
CORIOLÍN Al alma
tened manzilla,
que con
ella juegan diabros,
dizque a
"salga la parida".
RAQUEL Ya se acabaron
mis penas,
dulce
esposo, prenda mía.
Tu Raquel
en tu venganza
esta sangre
te dedica.
JEHÚ Alce Israel
la cabeza,
pues de
Jezabel se libra,
y
escarmiente desde hoy más
quien
reinare: no permita
que su
mujer le gobierne,
pues
destruye honras y vidas
la mujer
que manda en casa,
como este
ejemplo lo afirma.
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