ACTO PRIMERO
Salen NINEUCIO,
LIBERIO y LÁZARO
NINEUCIO: ¿En
fin, en mi competencia
amáis
los dos á Felicia?
LIBERIO: No
siempre guarda justicia
el juez
que ciego sentencia;
y
siendo ciego el Amor,
cuando te
venga a escoger
Felicia, por ser mujer,
vendrá
a escoger lo peor.
NINEUCIO: No
imagines que me afrento
de tu
loca mocedad;
que
yerra tu voluntad,
pero no
tu entendimiento;
que
éste, por torpe que sea,
confesará, aunque forzado,
que no
hay hombre afortunado
que el
bien que gozo posea.
No
hay caudal ni posesión
que en
Palestina pretenda
ser
réditos de mi hacienda;
casi mis vasallos son
cuantos en Jerusalén
saben mis bienes inmensos,
sus casas me pagan censos,
sus posesiones también.
Desde el Nilo hasta el
Jordán
Ceres
me rinde tributo;
cada
año a Baco disfruto
desde
Bersabé hasta Dan.
¿No
cubren estas comarcas
vellocinos apacibles
para el
número imposibles
respetados por mis marcas?
Los vientos me engendran potros
que brotan aquesos cerros,
en sus crías los becerros
se impiden unos a otros.
A la
aritmética afrenta
la suma
de mi tesoro,
pues
entre mi plata y mi oro
se
halla alcanzada de cuenta.
De
suerte el planeta real
con diamantes me enriquece
y
esmeraldas, que parece
que
traigo el sol a jornal.
Las
ondas del mar, si a verlas
llego,
son tan liberales,
que en
nácares y en corales
me ofrecen púrpura y perlas;
con
las unas y otras quiso
honrarme el cielo, que trata
mi
dicha, visto escarlata,
gasto
cambray, rompo biso.
Mi
mesa es la cifra y suma
donde
el gusto no preserva
desde
el arbol a la hierba,
desde
la escama a la pluma.
Bríndo a la sed que desprecia
vides
que poda Tesalia,
ya con
Falernos de Italia,
y ya
con Candias de Grecia;
y a
tal gloria me provoco,
que
conforme a lo que escucho,
para
rey me sobra mucho,
para
dios me falta poco.
Si de
esto tenéis noticia,
¿no
será temeridad,
viendo
mi felicidad,
que
pretendáis a Felicia?
LIBERIO:
Ponderativo has estado,
rico y
poderoso eres,
mas no
es razón que exageres
con tal
soberbia tu estado.
Arrogante, a Dios te igualas,
y a
nadie te comunicas;
caudaloso te publicas
y a ti
solo te regalas.
El
bien es comunicable,
Dios es bien universal;
tú para
ti liberal,
para
todos miserable;
mira
cuán diversos modos
distinto de Dios te han hecho:
tú a
ninguno de provecho,
y Dios
todo para todos.
Podremos sacar de aquí,
aunque te injuries, los dos,
que no es bueno para Dios
quien
es todo para sí.
Yo en las riquezas no fundo
la pretensión de mi amor,
que en
fin soy hijo menor,
pues me
hizo el cielo segundo,
en
las partes personales
con que
me aventajo, sí;
de
ilustre sangre nací,
dotes
tengo naturales;
juventud y gentileza
es el
tesoro mayor
para
los gustos de amor,
cuyo
objeto es la belleza.
En
esta felicidad
hallarás tus desengaños.
No quita el oro los años
que ya han mediado tu
edad;
ya
en la tela de tu vida
teje la
vejez ingrata
hilos
de peinada plata
que
traen la muerte escondida;
ya con arrugas procura
tu cara
desengañarte,
pues te
dobla por guardarte
el
tiempo en la sepultura.
Disforme estás para amante,
que la
gula corpulenta,
en fe
que en ti se aposenta,
te hizo
su semejante.
Si
Amor se pinta con alas,
porque
siempre es ágil, ¿cómo
siendo
tú un monstruo de plomo,
a mi
agilidad te igualas?
Anda,
que ése es barbarismo.
Come,
bebe y atesora,
de ti
mismo te enamora,
pues
eres dios de ti mismo.
Procura desvanecer
el
fuego que te estimula,
y pues adoras la Gula,
no busques otra mujer.
NINEUCIO: Eres loco y te desprecio.
A LÁZARO
Sólo,
sobrino, de ti
me
admiro por ver que así
intentes como este necio,
haciéndome oposición,
desacreditar la fama
que
sabio y cuerdo te llama.
LÁZARO:
Sobrárate la razón
si
estribara la esperanza
que en
Felicia tengo puesta
en la
riqueza molesta,
que es tu bienaventuranza.
Si
es causa la voluntad
del
amor, y ésta potencia
del
alma, cuya excelencia
goza de
inmortalidad,
no
creo yo, siendo tan sabia
Felicia,
que hará elección
de tus
riquezas, blasón
caduco
que el alma agravia.
Menos rico que tú soy,
aunque
con bastante hacienda
para
que esposa pretenda
a quien
inclinado estoy.
Y
advierte, porque deshagas
la
rueda sobre que estribas,
más
considerado vivas,
y menos
te satisfagas,
que
imitó Naturaleza
a una
madre que ha crïado
dos
hijas a quien da estado,
una de
extraña belleza,
y
ofra fea, y que acomoda,
porque
casarlas desea,
toda su
hacienda a la fea,
y a la
otra su gracia toda.
Entre sabios e indiscretos
Dios
sus dones repartió;
ingenio
a los sabios dió
y
hacienda a los imperfetos;
que
por eso es pobre el sabio,
y el
ignorante es tan rico.
Pon el
ejemplo que aplico
en los
dos, aunque en tu agravio,
que
si para tu desprecio
la
sabia Naturaleza
reparte
hacienda y riqueza
a la
medida del necio,
de
estos dos diversos modos
la
cuenta podrás hacer,
que tan
necio vendrá a ser
el que
es más rico de todos.
NINEUCIO:
Consuélete esa opinión,
que no
por eso me agravio;
tan rico fue como sabio
Job,
David y Salomón.
No
es bien que por eso cobre
desestima de mi estado.
Siempre
el rico es murmurado
y
desvergonzado el pobre.
Llamados hemos venido
por
Felicia todos tres;
si es
hermosa, discreta es;
escoger
quiere marido.
Al
más digno ha de nombrar
por
esposo de nosotros.
Ésta es.
¡Pobres de vosotros,
cuáles os he de dejar!
Sale FELICIA
FELICIA:
Reconocida al amor
que todos tres me mostráis,
y aunque confusa en la
deuda,
deseosa
de pagar,
os
permito, caballeros,
que
agora merced me hagáis,
honrando esta casa vuestra,
que
ufana en veros está.
Si yo tuviera tres almas
en tres cuerpos que lograr,
entre sujetos tan nobles
diera
en amorosa paz
fin a
vuestra competencia,
brío a
vuestra voluntad,
quietud
a mi confusión
y a mi
sangre calidad.
Mas
siendo vosotros tres,
y una
sola la que amáis,
fuerza
es que entre vuestro amor
viva mi
elección neutral.
Desvelos me habéis costado
con que
el cuidado, a pesar
del
sueño, diversas noches,
ya
abogado, ya fiscal,
os
abona y os condena.
Ved
como sentenciará
quien
es juez en causa propia,
si es
pasión su tribunal.
Reconozco de Liberio
que es
ilustre, que es galán,
que es
discreto, que es hermoso,
que es
cortés, que es liberal;
y
cuando voy a elegir,
hallo
que alegando está
Lázaro
merecimientos
de
valor y estima igual.
Considérole apacible,
virtuoso y principal,
bienhechor de sus vecinos,
amado
en esta ciudad.
Bien
pudieran tantas partes
reducir mi libertad,
si no
la contrapusiera
Nineucio, prosperidad
de este
siglo, mayorazgo
de la Fortuna, caudal
del
contento y la riqueza,
que en
él colmados están.
A LIBERIO
En fin,
halla en vos el gusto
gentileza y mocedad;
A LÁZARO
en vos,
prudencia y virtud;
A NINEUCIO
Y en
vos halla autoridad
y riqueza
el interés.
Colegid
cuál estará
quien
ha de escoger al uno,
y perder a los demás.
Pero, pues ha de ser
fuerza,
y
Felicia me llamáis
la
inclinación determino
con el
nombre conformar.
Felicia
soy; solamente
aquel
mi dueño será
que
poseyere en su estado
la
humana felicidad.
Vos,
Liberio, mientras vive
vuestro
padre y a él estáis
sujeto
hijo de familia,
tasándoos la cortedad
de su
vejez alimentos,
mal os
podréis alabar
de ser
feliz, pues consiste
el serlo,
en la libertad.
Juventud y bizarría
son
venturas al quitar
que, o
el tiempo las tiraniza,
o
postra la enfermedad.
Felicidad de futuro,
sujeta
a la variedad
de
mudanzas y accidentes,
mientras llega, pena da;
en
espera, sois dichoso,
martirio es el esperar;
dichas
presentes procuro,
pues
que tardan, perdonad.
Y vos, Lázaro también,
que
puesto que sea verdad
que os den fama las virtudes
que piadoso ejercitáis,
ya
remediando pobrezas,
componiendo pleito ya,
con que os llama todo el reino
su
socorro universal,
entretanto que adquirís
a costa
de la mortal
la
felicidad eterna,
a que
piadoso aspiráis
disipando vuestra hacienda
y
faltándoos el caudal,
fuerza
es, casando con vos,
que
también falte la paz.
En la
casa de Nineucio
no
halló la necesidad
puerta franca,
ni hasta ahora
ha
entrado en ella el pesar.
La
abundancia es quien la habita,
y hasta
ella corriendo van
los
deleites como ríos,
por ser
Nineucio su mar.
Llámale rico avariento
la
murmuración vulgar,
porque
con ellos no gasta
los
bienes que Dios le da.
miente
el vulgo, que el avaro,
sólo
por acrecentar
riqueza
a riqueza, es
verdugo
de sí mortal.
Cuando
más rico, es más pobre.
No come
por no gastar,
no
viste por no romper,
no
duerme por no soñar.
En la
casa de Nineucio,
desde
el retrete al zaguán
toda
güele a ostentación,
toda sabe a majestad.
Sus paredes cubren telas,
sus artesones están
compitiendo en sus labores
con la esfera celestial.
Biso
delicado viste,
arrastra púrpura real,
sobre
blandas plumas duerme,
en
carrozas fuera va.
¿Qué
invención el apetito
ha inventado,
qué manjar,
que no
registre su mesa?
¿Qué
licor tan cordïal
que su
sed no satisfaga,
si su
prodigalidad
empadrono para el gusto
cuanto
abraza tierra y mar?
Luego
no será avariento
quien,
consigo liberal,
no
malogra sus riquezas
y
bienes con los demás.
Si es
Nineucio, pues, tan rico,
discreto sois, sentenciad
el
pleito de vuestro amor,
que
entretanto que envidiáis
mí
elección y su poder,
él y yo
con yugo igual
al
triunfo de Amor unidos
consagraremos su altar.
Danse las manos
NINEUCIO y FELICIA
NINEUCIO:
Consolaos el uno al otro,
y uno
de otro me vengad.
Rico
soy, Felicia es mía;
cuerdos
seréis si sacáis
en mi
abono y vuestra afrenta,
que
aunque el bien partido está
en honesto y deleitable,
no hay bien sin utilidad.
Vanse los dos
LIBERIO: No fueras tú mujer, y no eligieras
interesables gustos. Si tú
amaras,
mis dotes naturales abrazaras,
sus miserables bienes
pospusieras.
Adora a un monstruo de oro;
lisonjeras
mentiras apetece, estima avaras
felicidades torpes, pues reparas
en lo que esconden montes, pisan
fieras.
Riquezas, de tu amor
apetecidas,
herede
yo, si así te satisfaces,
que
premiaran tu amor; pero más justo
es,
que imitando en la elección a Midas,
tengas, cuando en tu esposo el oro abraces,
con sed
al interés, con hambre al gusto.
Vase LIBERIO
LÁZARO: Tan
lejos de formar quejas ni celos
estoy
de ti, Felicia interesable,
que mil gracias te doy porque
mudable,
tus desengaños curan mis
recelos.
¡Qué contrarios que
son nuestros desvelos!
Tú en deleites humanos varïable,
felicidad elijes; yo, inmutable,
agregación de bienes en los cielos.
No es gloria la que
teme a la mudanza
y
amenaza en peligros de la vida;
mas
funda en ella tu razón de estado,
pondré yo en Dios mi bienaventuranza
y
veremos los dos a la partida
cuál de
los dos es bienaventurado.
Vase
LÁZARO. Salen CLEMENTE, viejo, y
MODESTO, su
hijo
MODESTO: No
te espante de que viva
Liberio
tan sueltamente,
señor, si en tu amor estriba
de sus
vicios la corriente
que su
juventud derriba.
Si
por ser hijo menor
te ha
de ocasionar tu amor
a
consentir lo que pasa,
sin que
tenga a nadie en casa
ni
respeto, ni temor,
cuando disipe tu hacienda,
tu fama
desacredite,
juegue,
desperdicie, venda,
llórelo
quien lo permite
y le da
tan larga rienda;
que
yo, cumpliendo con esto,
y a
obedecerte dispuesto,
aunque
soy hijo mayor,
me
quejaré de tu amor
y sus
locuras.
CLEMENTE:
Modesto,
hasta que padre hayas sido
y con
tierna sucesión
hayas
cuerdo repartido
en
hijos el corazón,
de sí
mismo dividido,
no
culpes lo que no alcanzas.
La
juventud en mudanzas
gasta
la flor de sus años,
y el
tiempo con desengaños
suele
lograr esperanzas.
Cuerdas amonestaciones
doy a
Liberio; no puedo
violentar inclinaciones.
Que es
travieso te concedo;
mas, si
no excusas razones,
¿he
de ser con él tirano?
¿No
puso Dios en su mano
su
libertad y albedrío?
Rompa
la presa este río
cual avenida en verano.
Quien ve un arroyo pequeño
crecer
con la tempestad,
hacerse
del campo dueño,
inundar
una ciudad,
y en
breve espacio pequeño,
el
que antes imitó el mar,
dejarse
humilde pisar
sin
barco o vado a pie enjuto,
de un
simple niño, de un bruto,
pues así has de comparar.
La juventud
licenciosa,
borrasca
es en el estío
de la
edad, que presurosa
saca de
madre este río,
cuya
creciente furiosa
rompe peñas y edificios,
pero
como son los vicios
que
causaban sus crecientes,
bienes no más que aparentes,
dan de su violencia
indicios;
y
empalagando el descanso
que en
ellos creyó tener,
se
reduce a su remanso,
y vuelve
luego a correr
seguro,
apacible y manso.
MODESTO:
Pudiérate replicar
mil
cosas, a no mirar
lo que
obedecerte estimo.
De mi
hermano me lastimo;
el
cielo le dé lugar
para que ataje prudente
su
juvenil desvarío,
que es
mar la muerte inclemente,
y suele
sorberse un río
en
Mitad de su corriente.
Sale GULÍN, con
una caja de joyas escondida
GULÍN:
¡Alto! Mi gozo en el pozo:
en las brasas hemos dado.
CLEMENTE: ¿Qué es
esto?
MODESTO:
Éste es su criado.
¡Cual el amo, tal el mozo!
CLEMENTE:
¿Dónde te vuelves? Espera.
GULÍN: Un poco se me olvidaba
allá
dentro. (¡Angustia brava!) Aparte
CLEMENTE:
Detente.
GULÍN:
(¡Quién se escurriera!) Aparte
MODESTO: ¿Qué
es lo que escondes, turbado,
con la
capa?
GULÍN: ¿Yo qué escondo?
CLEMENTE: ¿No
respondes?
GULÍN:
Ya respondo.
CLEMENTE: ¿Qué
llevas?
GULÍN:
Cierto recado.
CLEMENTE:
Muestra.
GULÍN:
Camisas y un cuello
con ropa sucia es.
CLEMENTE: Espera.
GULÍN: Llévolo
a la lavandera.
CLEMENTE: ¿Pues
yo por qué no he de vello?
GULÍN:
¿Para qué has de ver andrajos,
señor,
de un salario corto?
CLEMENTE:
Reporta.
GULÍN:
Ya me reporto.
MODESTo: Enseña.
GULÍN:
¿Cuatro estropajos,
por mejor decir, rodillas,
quieres ver?
MODESTO:
Yo sé que mientes.
CLEMENTE: Enseña.
GULÍN:
No están decentes,
porque
algunas seguidillas
que
causó cierta fiambrera,
me
forzaron sin razón
a hacer
versos a traición
que
borre la lavandera.
MODESTO:
Cualquiera bellaquería
se
puede esperar de ti.
¿Qué es
lo que cubres aquí?
Descúbrele la
caja
CLEMENTE: Toda
esta es hacienda mía.
Traidor, ¿mis joyas me llevas?
¿Hay atrevimiento igual?
GULÍN: Yo soy lacayo leal.
CLEMENTE: Muy
bien con esto lo pruebas,
pues me robas.
GULÍN: ¿Yo?
MODESTO: ¿A excusar
te atreves?
GULÍN: ¿Y es maravilla,
si aun el basto y la
espadilla
no
robo, por no robar?
Mi
señor, que enamorado
colige,
por ser galán,
que
amor del tribu de Dan
sale mejor despachado,
no
cesa de dar jamás,
porque
so pena de olvido,
Cupido
se acaba en "pido,"
y sus damas en "da más."
Anoche descerrajó
tus
escritorios por ver
si el
interés mercader
en amor
se transformó;
y
perdido por Felicia,
para
comprar su hermosura
hizo
esta tarde postura,
mas
pujando la codicia,
venció su competidor.
Quiso
despicarse luego
jugando, que en fin el juego
es
triaca contra el amor;
perdió el dinero en diez pintas,
de
tabardillo serán,
y según prisa le dan,
ya no
debe tener cintas.
Mandóme en fin que viniere
por el
oro, que escondido
guardó
anoche, prevenido
que
nadie en casa me viese.
Es
mi amo, y yo soy fiel,
pues
dice el refrán que anda,
"Haz lo que tu amo te manda
si
quieres cenar con él."
CLEMENTE: Vos
sois un...
GULÍN: Dirás, bellaco.
CLEMENTE: ¡Qué á
su medida os halló
vuestro
buen amo!
GULÍN: Si yo,
lo que
él hurta a plaza saco,
¿en
qué peco, o qué te asombra?
Sombra
es el crïado fiel
de su
señor; voy tras él.
¿No
imita el cuerpo a su sombra?
¿Si él roba, he yo de rezar?
En casa del tamborilero,
el mozo
baila el primero.
Mozo soy, y he de bailar.
CLEMENTE: No has
de estar más un instante
en
casa. Las faltriqueras
le
mira, que son terceras
de sus
hurtos.
GULÍN:
¿No es bastante
disculpa la que te he dado?
Riguroso estás.
Regístranle y
le hallan una taba
CLEMENTE:
¿Qué es eso?
MODESTO: No sé
-- ¡por Dios! -- este güeso
hallé
sólo en este lado.
CLEMENTE:
Enseña. ¿Pues para qué
traes
este hechizo contigo?
GULÍN: ¿Yo,
hechizo?
CLEMENTE:
Habla, enemigo.
GULÍN: ¿Brujo
yo?
CLEMENTE:
¿Pues no se ve?
GULÍN:
Solamente te faltaba
para
formarme procesos
desenterrarme los güesos.
CLEMENTE: ¿Pues
qué es aquesto?
GULÍN: Una taba;
juego desacreditado
para
andar entre esportillas,
aunque
libre de pandillas
y sin
artificio hallado.
Juega con la
taba
Échase así. Si hacia arriba
cae la
carne, que es ésta,
gana el
que tira la apuesta;
pero si
sobre ella estriba
éste, cuyo nombre oculto
para callar es mejor,
pierde
al punto el tirador.
MODESTO: No es
honesto.
GULÍN:
Juego culto,
pero
entretiene cuidados.
CLEMENTE:
Provechosa ocupación.
¿Qué es eso?
MODESTO: Tres dados son.
GULÍN: Nunca
los busco prestados.
CLEMENTE: Con
oraciones devotas
a los
demás te aventajas.
MODESTO: Aquí
tienes dos barajas.
Sácaselas
GULÍN: Siempre
me persiguen sotas.
MODESTO:
¡Buen libro! ¡devoción buena!
GULÍN: Y tal, que suele obligar
las más veces a ayunar
esta santa cuarentena.
CLEMENTE: ¡Qué
hable éste tan sin empacho,
y su
vicio no le asombre!
GULÍN: Si tú
jugaras al hombre
y
supieras dar un chacho,
lograr la espada y bastillo
con la
malilla y enfolla,
hacer
reponer la polla,
llevártela de codillo,
valdándote de un manjar,
y los
reyes escoger,
te
olvidaras de comer
y de
dormir por jugar.
CLEMENTE: No
olvidaré de daros,
yo al
menos, el galardón
digno de la ocupación
en que
sabéis emplearos.
¡Hola!
Salen dos
CRIADOS
GULÍN:
(En habiendo oleadas, Aparte
tormenta promete el mar.)
A los CRIADOS
CLEMENTE: Atadme
éste.
GULÍN: (Salmonar Aparte
me quieren las dos lunadas.)
Señor, desde hoy
pondré fin
al
juego y hurtos.
Sale LIBERIO
LIBERIO: ¿Qué es esto?
CLEMENTE: ¿Qué ha de ser?
GULÍN: Acude presto,
que
corre riesgo Gulín.
CLEMENTE: Dos
grillos y una cadena
le
echad.
LIBERIO:
¡A Gulín! ¿por qué?
GULÍN: ¿Comílo
yo? Mi amo fue.
CLEMENTE:
Llevalde.
GULÍN:
¿A dónde?
CRIADO 1: A la trena.
Vanse los dos
CRIADOS con GULÍN
CLEMENTE: Mal,
Liberio, te aprovechas
del
amor con que te trato.
A Dios y
a tu padre ingrato,
consejos cuerdos desechas,
y haciendo ya mis sospechas
verdades, porque te
adoro,
osas
perderme el decoro,
y eres,
por vivir sin rienda,
ladrón de
tu misma hacienda,
pirata
de tu tesoro.
Aun
si en nobles ejercicios
mozo la
desperdiciaras,
o
amigos con él ganaras,
en la
adversidad propicios,
colorearas los vicios
con que
darme muerte quieres;
pero en
juegos y mujeres,
peste
de la juventud,
hospital de la salud,
del
infierno mercaderes...
¡Ay,
de ti! que al mismo paso
que a
engaños vicios enlazas,
tu
perdición misma abrazas
corriendo, ciego, a tu ocaso.
De tu
edad verde haz más caso,
que el
que en torpezas livianas
gasta las flores tempranas
de su juventud florida,
plazos acorta a su vida
y al
tiempo adelanta canas.
LIBERIO: No
ha estado malo el sermón
para el
humor con que vengo.
Sabio
David en ti tengo
cuando
ser quiero Absalón.
¿Tan, torpes mis vicios son?
¿Tan adeudado te dejo
para
que llores perplejo
culpas que finges en mí,
que en cada maravedí
me has
de dar siempre un consejo?
Gentil modo has inventado
de
ahorrar por no persuadirte;
siempre
que llego a pedirte,
me
riñes adelantado.
Ya yo
estuviera casado,
si
menos guardoso fueras,
con
quien honrarme pudieras,
y mi
sosiego alabaras,
en
nietos te conservaras
y noble en ellos vivieras.
Mas como dura el invierno
de tu
larga vejez tanto,
me
tienen, y no me espanto,
por
hijo del Padre Eterno.
De tu
cansado gobierno
es ya
mártir mi paciencia,
edad tengo
y experiencia.
Padre,
acaba, o muérete,
o la
parte se me dé
que me
toca de mi herencia.
El
dote que, caudaloso
de mi
madre te enriquece,
la
mitad me pertenece;
por
esto te soy odioso.
No es
mi edad para el reposo
que me
aconsejas molesto.
Mucho
vives, mas supuesto
que al
alma te ha de llegar
el
querértela sacar,
así
morirás más presto.
MODESTO:
Atrevido, ¿así es razón
que
hables a quien el ser debes?
¿Asi a
tu padre te atreves?
LIBERIO: Empieza
tú otro sermón,
hipócrita en la opinión
de quien tiene entendimiento;
encarece sobre el viento
la
virtud que no acreditas,
díme
que a mi padre imitas,
por ser
cual él avariento.
Alábate que no juegas,
que
nunca serviste damas,
que si
Modesto te llamas,
modesta
vida sosiegas;
que si
soberbio me alegas
que
eres mi hermano mayor,
te
probaré yo, en rigor,
que del justo Abel en fin
fue
hermano mayor Caín,
vino a
ser el peor.
Si,
en los primeros que el mundo
tuvo,
el mayorazgo fue
tan
malo, ¿es justo que esté
sujeto a ti por segundo?
En no
estimarte me fundo,
por ser
de ti tan distinto,
que si
obediente te pinto,
será
hipócrita avariento
para
que en su testamento
te mejore en tercio y quinto.
Por huir de él y de ti
pienso partirme tan lejos
que os
espante. Tus consejos
y tu
ambición huyo así.
Liberio
soy; pues aquí
oprimes mi libertad,
excuse
mi libre edad
vuestra
avara hipocresía
y
busque en Alejandría
la
humana felicidad.
Corte soberbia es Egipto;
lograré
en ella mi hacienda,
soltaré
al deleite rienda
y
presas al apetito.
Con el
mismo sol compito
en
gentileza; a mi amor
la dama
de más valor,
más
rica, sabia y hermosa,
rendiré. Será mi esposa,
y yo de
Egipto señor.
Triunfará mi mocedad,
sin
perdonar juego o fiesta,
convite, prado, o floresta,
deleite
o prosperidad.
Ésta es
la felicidad
por
quien me dejó Felicia,
ésta mi
gusto codicia,
y ésta
sola me destierra
de mi
casa y de mi tierra,
y en
fin, de vuestra avaricia.
Venme, padre, a entregar luego
lo que
heredé de mi madre,
saca el
testamento, padre,
o
pondré a tu casa fuego.
CLEMENTE:
Liberio, ten más sosiego;
considéralo mejor;
no uses tan mal de mi amor,
que ya
tu perdición lloro.
Llora
LIBERIO: Mejor
dirás popotl oro,
de
quien soy tu ejecutor.
Como
guardas el dinero,
guarda
lágrimas también,
y haz que mi hacienda me den;
que
partirme a Egipto quiero.
Ni me
repliques severo,
ni
amoroso me persuadas.
A
romper voy aceradas
arcas y
cofres que adoras;
no me
enterneces, que lloras
lágrimas, padre, doradas.
Dame
mi hacienda y no intentes
que
mala vejez te dé.
CLEMENTE:
Oye. Eso y más te daré,
como de
mí no te ausentes.
MODESTO: Respeta
canas prudentes,
y si
estás de mí ofendido,
perdón
y brazos te pido.
LIBERIO: Aparta
engañosos lazos.
Dinero
quiero, y no abrazos.
Tus
engaños he entendido.
Todo
es por lo que sentís
que a
los dos el oro os lleve;
ni
vuestro llanto me mueve,
ni con
él me persuadís.
¡Vive
Dios! Si me impedís
la
hacienda que me usurpáis
y el tesoro
me negáis
en que
idolatráis avaros,
que en
casa no he de dejaros
un sólo
pan que comáis.
Vase LIBERIO
MODESTO:
Dásela, corra este río,
como
dices, caro padre,
sin presas; salga de madre
su juvenil desvarío.
CLEMENTE: ¡Ay, engañado hijo mío!
Experimenta mortales
peligros que a buscar sales,
si el
desengaño previenes;
que
nunca estimó los bienes
quien
nunca probó los males.
Vanse lo
dos. Salen NINEUCIO, vistiéndose y
lavándose con
música de chirimías; CRIADOS
dándole de
vestir y DINA se hinca de rodillas y
dice
DINA:
Señor, si en tiempo de bodas
los reyes hacen mercedes,
y tú aventajarte puedes
entre las personas todas
que coronan sus cabezas,
casándote hoy, no hay
dudar
que te
hayas de aventajar
a todos, como en riquezas.
Mayordomo tuyo ha sido
mi
esposo; dió mala cuenta
de su
oficio y de tu renta,
en
deleites divertido.
Disculpa en parte merece,
pues en
ellos te ha imitado,
que
todo leal crïado
a su
señor se parece.
Vase paseando y
vistiendo NINEUCIO
En
mil ducados le alcanzas,
y le has hecho encarcelar;
no te ha de poder pagar,
si no
le das esperanzas.
Deudo es tuyo y yo mujer;
si uno y otro no es
bastante
a
enternecer un diamante,
tu
misma sangre, tu ser
cifro en dos ángeles bellos,
partes
de mi corazón.
Haz
crüel ejecución
en tu
sangre y cobra de ellos,
o da
lugar a su padre
para
pagarte después,
siquiera
porque a tus pies
está su
afligida madre.
NINEUCIO:
Cantadme algún nuevo tono.
DINA: Quien
vale mucho, hace mucho.
NINEUCIO: Cantad.
DINA:
Escucha.
NINEUCIO: No escucho.
DINA:
Perdónale.
NINEUCIO:
No perdono.
DINA: Si
no le das libertad,
¿cómo
ha de satisfacer?
NINEUCIO: Los
hijos podéis vender
para
pagarme. Cantad.
Cantan
MÚSICOS: "Si
el poder
estriba sólo en tener,
y es
más el que tiene más,
tú
que das
tus
bienes, que son tu ser,
serás tu propio homicida;
pues
mientras gastas sin rienda,
cuanto dieres de tu hacienda
tanto acortas de tu vida."
NINEUCIO:
¿Cúya es esa letra?
MÚSICO 1: Es
de un
poeta corpulento
en verdades avariento
y en los versos calabrés.
Miente más que da por
Dios;
tahur en naipes y engaños,
viejo en pleitos, como en años,
y es en la cara de a dos.
NINEUCIO: Ése
ha de estar en mi casa;
gajes desde hoy le señalo.
MÚSICO 1: Este
medra porque es malo,
que
aquí la virtud no pasa.
Sale SIMÓN
SIMÓN:
Señor, mi esposa y tu prima,
espiró
ahora, y es cierto
que más
la hambre la ha muerto
que la
enfermedad; si estima
tu
sangre la compasión
que a
los difuntos se debe;
si el
ser tu deudo te mueve,
si
obliga la religión
que
adoras y profesaste
y con
tu piedad concierta,
dame
con que entierre muerta
a quien
viva no amparaste.
No
tengo con que le dar
mortaja
ni sepultura.
NINEUCIO: Los
pobres y la basura
echarlos al muladar.
En Job esta verdad fundo,
pues, luego que
empobreció,
en un
muladar paró,
por ser
basura del mundo.
SIMÓN: ¿No
fue sangre tuya?
NINEUCIO: Si,
mas fue
sangre aborrecida,
por ser
pobre corrompida,
y
echéla fuera de mí.
Sangre que no es nutrimento
del
cuerpo que en ella espera,
de su
oficio degenera.
Quien
me pidiere sustento,
no
se llame sangre mía,
pues mi
sustancia empobrece.
La
sangre mala enflaquece,
la
buena alimenta y cría.
De parientes me he sangrado
pobres,
que me dan congoja,
pues al
muladar arroja
su
sangre el que la ha sacado.
Haz
a los cuervos con ella
plato,
en que sepulcro cobre,
si por
ser carne de pobre,
los
cuervos osan comella.
Hase acabado de
vestir
SIMÓN: ¡Señor!
NINEUCIO: No seas importuno.
Cántad. Echadlos de aquí.
SIMÓN: ¡Que el oro enloquezca así!
Sale FELICIA
con una caja en un plato.
Chirimías y
CRIADOS con toalla y platos y bebida
NINEUCIO: ¿Qué es
esto? ¡Hola!
MAYORDOMO: El desayuno.
FELICIA.
Porque te sepa mejor,
quise
yo servirte el plato.
NINEUCIO:
Invídieme el aparato
el
monarca que hay mayor;
pues
ninguno mereció
el
banquete que hoy recibo
en
fuentes de cristal vivo,
mas
tengo más dicha yo.
¿Qué hacéis? Cantad mi ventura.
Cantan
MÚSICOS: "En
la casa del placer
ha
convidado a comer
al
apetito la hartura."
NINEUCIO:
Felicia es quien la procura,
pues a
pesar del pesar,
al
gusto ofrece manjar
y a los
ojos hermosura.
MÚSICOS: "Aunque
en diversos extremos
plato franco hace el amor."
Salen cuatro
POBRES e híncanse de rodillas
POBRE 1:
Danos limosna, señor,
que de
hambre perecemos.
MÚSICOS: "Satisfecho
el gusto vemos,
pues
que le sirve la hartura."
POBRE 2:
Señor, nuestra desventura
manda
por Dios remediar.
MÚSICOS: "Al
gusto sirve el manjar,
y a los ojos la hermosura."
A los mendigos
NINEUCIO: ¡Oh, asqueroso y vil enjambre
de moscas, que licenciosas,
en las mesas más preciosas
osáis matar vuestra hambre!
Después que aquí habéis entrado
el alma
me habéis revuelto;
¿de qué
infierno os habéis suelto,
o qué
peste os ha brotado?
¡Qué presto olistes mis bodas,
harpías de mis regalos!
Echádmelos de aquí a palos;
cerradme esas puertas todas.
Quieren
echarlos y sale LÁZARO al encuentro
y tiénelos
LÁZARO: ¿Con
tal desalumbramiento,
tío,
los pobres maltratas,
que del crédito de Dios
son abonadas libranzas?
Dichoso pretendes ser,
y cuando se te entra en
casa
el
bien, le cierras las puertas,
porque a los vicios las abras.
Ya que niegas buenas
obras,
no
niegues buenas palabras,
siquiera porque en el mundo
son la
moneda que pasa.
¿Cómo
ajustarás tus cuentas
con
Dios, que al más santo alcanza,
si en
el registro del cielo
las
cartas de pago rasgas?
Si
felicidades buscas,
mayor
bienaventuranza
es dar
que no recibir,
que
esta sirve, aquella manda.
Aprende
de las criaturas,
que
unas con otras contratan,
ya
dando, ya recibiendo,
con
trabazón soberana. No
fuera,
augusto planeta
el sol
si su luz negara,
pues no
se alumbra a sí mismo,
y
alumbra a todos de gracia.
Si
sutiliza vapores
que le
da la tierra, paga
en
nubes, que fertilizan
sus
verdes campos con agua.
Recibe
el fuego materia
en que
conserva sus llamas,
y paga
con el calor
que nos
alienta y ampara.
Recibe
el aire impresiones
peregrinas, que rehusara
si en respiración vital
las
vidas no conservara.
Recibe
el aire hospedaje
en la
tierra, que es su casa,
y
págale, agradecido,
en dar
humor a sus plantas.
La tierra que toma a usura
los granos a sus entrañas,
de los tres vivientes
es
generosa tributaria.
Todos
pagan, si reciben;
tú
solamente te apartas
de esta
ley, pues que de todos
recibes, y a nadie pagas.
¿Quieres ver cuán triste
cosa es
recibir? Pues repara
en el
invierno encogido,
que es
cuando, necesitada,
mendiga
la humilde tierra,
ya la
nieve, ya la escarcha,
el sol,
la lluvia, el calor,
la
sementera y labranza,
y verás
que, porque a todos
pide,
¡qué desaliñada,
qué
melancólica está!
Mas
recibe ¿qué me espanta?
Considérala después
que a
sus acreedores llama
desde
el abril al octubre,
verás
qué hermosa y bizarra
al mayo
corre cortinas,
las
primaveras que arrastra,
los
tabíes que entapiza,
los
plumajes que la agracian.
¡Ayer
triste, hoy tan alegre!
¡Válgame Dios! ¿qué mudanza
es esta?
Ayer recibió;
recibir
es cosa baja.
Hoy
paga, hoy tiene que dar,
y el dar es de reyes. Salga
cuando
hace mercedes, reina;
cuando
las recibe, esclava.
Da a tus
deudos, da a los pobres,
y no
serás semejanza
de
estéril tierra en invierno,
ni
malograrás tu fama.
NINEUCIO:
Desairado persuades
sofísticamente engañas;
para
conclüirte, quiero
valerme
de tus palabras.
Prodigaliza la tierra
cuando
tras pobrezas largas,
en
invierno padecidas,
se le
sigue la abundancia.
Pero
mira tú después
que desnuda y esquilmada
desperdició sus riquezas,
si en
el invierno se holgara
de
guardar, por no pedir,
y luego
a la hormiga alaba,
que no
mendiga en enero,
porque
en el agosto guarda.
Será
bien que en el estío
de mi
edad, necio reparta
bienes
que eche después menos
en la
senectud helada?
Si yo
limosna a estos diera,
otros pobres
convocaran,
porque
siempre se eslabonan
los pobres y las desgracias.
Tengo mucho que vivir,
sustento familia y casa;
saducea
es mi opinión;
la
inmortalidad del alma
niego;
en muriéndose el hombre,
todo
para él se acaba.
Ni
espero premios del cielo,
ni el
infierno me amenaza.
Tú, que
en opinión distinta,
quimérica gloria aguardas,
deposita en pobres toscos
bienes
que con ellos gastas;
y si en
el mundo, mendigo
vieres
a la hambre la cara,
por la
hartura que esperas,
muy buen
provecho te haga.
LÁZARO: ¡Qué
ciego estás! Ven acá.
A tu
mayordomo alcanzas
en mil
ducados; por ellos
te
quiero dar una granja
que
orillas del Jordán tengo.
NINEUCIO: Ya la he
visto.
LÁZARO:
Soltar manda
por
ella a tu mayordomo.
NINEUCIO: Hazme,
pues la entrega, y salga.
DINA: Dame
esos piadosos pies,
amparo
de pobres.
LÁZARO: Alza.
A SIMÓN
¿Qué pides tú?
SIMÓN:
Con que entierre
mi
esposa, mitad del alma.
LÁZARO: Sangre
es mía; en el sepulcro
donde
mis padres descansan
esté, y
para sus obsequias,
si cien
escudos no bastan
Dale un
bolsillo
que
aquí llevas, ven por más.
SIMÓN: Pisen mis labios tus plantas.
NINEUCIO: ¡Oh,
sepulturero loco!
Mientras que tu hacienda gastas
en la basura del mundo,
yo con
acciones contrarias
quiero
sepultar deleites
en mí
mismo. Haz que me traigan
para
cenar esta noche
el ave
Fénix, si Arabia
se
atreve a ponerla en precio.
En la escena
aparecerán a un lado LÁZARO
con los pobres,
y a otro NINEUCIO con sus criados
POBRE 1: Yo,
señor, pido frazadas
para el
hospital, que hay muchos,
y casi
no tienen camas.
LÁZARO: ¡Ay agentes de Dios vivo!
Todo es
pagar libranzas.
Ve a la
noche, y te daré
cuanta
ropa tengo en casa.
NINEUCIO: ¡Hola! Haced a mis caballos
y a mis yeguas nuevas mantas;
cortadlas de paño azul
y
guarnecedlas de grana.
LÁZARO: Cenad
conmigo vosotros
esta
noche, que empalaga
el
manjar comido a solas.
NINEUCIO: Estén
mis puertas cerradas
mientras me asiento a cenar,
que no
es mi mesa villana
para
que a otros pague pechos.
SIMÓN: ¡Qué vidas tan encontradas!
Suena un clarín
y salen a caballo, bizarramente de camino,
LIBERIO, y en
una mula de alquiler, tras él, GULÍN
a lo gracioso
LIBERIO:
Mucho me huelgo de hallaros
juntos
cuando me despido.
Ya de
menor he salido;
ya no
tengo que envidiaros.
De los
tesoros avaros
que mi
padre encarceló,
la
parte que me tocó
pone a
mi apetito espuelas;
de
alimentos y tutelas
mi
libertad me sacó.
A la Babilonia egipcia,
de
Alejandro fundación,
me destierra la elección
bárbara
que hizo Felicia.
Juzgue
agora su codicia,
si da
lugar al consejo,
mientras que de ella me quejo,
cuál es
más cumplido gozo,
o el gusto
en brazos de un mozo,
o el
pesar en los de un viejo.
Que
aunque el tesoro le sobre,
¿qué
importa, si ya publica
que al
paso que triunfa rica,
llora
el gusto triste y pobre?
De su
felicidad cobre
réditos
el interés,
y
compitamos los tres
sobre
quién es en su estado,
sólo el
bienaventurado
reinará en los dos después.
A NINEUCIO
Gasta tú solo contigo,
regálate, come, bebe;
y tú,
empobreciendo en breve,
A LÁZARO
gana el
cielo por amigo;
que yo,
que otro extremo sigo,
sin que
perdone mi edad
fiesta,
deleite, beldad,
galas, convites, placeres,
sólo en juegos y en mujeres
pongo mi felicidad.
Tocan el clarín
y vase LIBERIO
GULÍN: Yo,
lacayo Gandalín,
y el primero que anda a mula,
trompetero de la gula,
que por
eso soy Gulín,
ya en jumento, ya en rocín,
ya de portante, ya al
trote,
comiendo a pasto o a escote,
daré a venteros venganza,
no me
llamen Sancho Panza,
que se
enoja don Quijote.
Vase GULÍN
NINEUCIO: ¿Un
loco me desafía
a
deleites? ¡Vive Dios,
mi bien,
que hemos de ir los dos
a la
egipcia Alejandría!
Hasta
allí la hacienda mía
llega. Hasta Menfis alcanza
mi
poder. Déme venganza
quien
soberbio me resiste,
y sépase en qué consiste
esta
bienaventuranza.
LÁZARO: En
vosotros, pobres míos,
la suya
ha puesto mi fe.
Venid y
os regalaré;
corran
al mar estos ríos;
pues
sois del cielo navíos,
mi
hacienda al cielo llevad,
que en
él mi felicidad
tengo
solamente puesta.
NINEUCIO: Este
necio me molesta.
Triste
estoy. ¡Hola! Cantad.
Tocan
chirimías, y vanse unos por un lado y
otros por otro
FIN DEL ACTO PRIMERO
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