ACTO PRIMERO
Salen AMÓN, de
camino, ELIAZER y JONADAB,
hebreos
AMÓN: Quitadme aquestas espuelas
y
descalzadme estas botas.
ELIAZER: Ya de ver murallas rotas,
por
cuyas escalas vuelas,
debes
de venir cansado.
AMÓN: Es mí padre pertinaz;
ni viejo admite la paz,
ni mozo quita del lado
el acero que desciño.
JONADAB: De eso, señor, no te espantes
quien descabezó gigantes
y comenzó a vencer niño,
si es otra
naturaleza
la poderosa costumbre,
viejo, tendrá pesadumbre
con la paz.
ELIAZER: A la grandeza
del reino que le corona
por sus hazañas subió.
AMÓN: No soy tan soldado yo
cual de él la fama pregona.
De
los amonitas cerque
David
su idólatra corte;
máquinas la industria corte
con que a sus muros se acerque;
que si en
eso se halla bien
porque sus reinos mejora,
más quiero, Eliazer, una hora
de nuestra Jerusalén,
que
cuantas victorias dan
a
su nombre eterna fama.
ELIAZER: Si fueras de alguna dama
alambicado galán,
no me espanto que la ausencia
te hiciera la guerra odiosa;
que, amor que en la paz reposa,
pierde armado la paciencia.
Mas, no
amando, aborrecer
las armas, que de pesadas
suelen ser desamoradas,
cosa es nueva.
AMÓN: Sí, Eliazer;
nueva es, por eso la apruebo;
en todo soy singular;
que no es digno de estimar
el que no inventa algo nuevo.
Salen ABSALÓN, ADONÍAS y otros, de
camino
ABSALÓN: No gozaremos las treguas
que el rey da al contrario bien,
no estando en Jerusalén.
ADONÍAS: Corrido habemos las leguas
que hay de Rabata hasta aquí,
volando.
ABSALÓN: ¡Qué bien pensó
quien las postas inventó!
ELIAZER: No, a lo menos para mí.
Doylas a la maldición
que, batanando jornadas,
me han puesto las dos lunadas
como ruedas de salmón.
ABSALÓN: ¡Oh, Eliazer! ¿También tú
gozas
treguas acá?
ELIAZER:
¿Qué
querías?
AMÓN: ¡Oh, mi Absalón, mi Adonías!
¿Aquí?
ABSALÓN: Travesuras mozas
nunca, hermano, están despacio;
troquemos en nuestra tierra
por las tiendas de la guerra
los salones de palacio.
Diez
días que han de durar
las treguas que al Amonita
David da, el Amor permita
sus
murallas escalar.
AMÓN: ¿Murallas de Amor?
ABSALÓN: Bien puedes
permitirles
este nombre.
Amando
de noche un hombre,
¿no asalta también paredes?
¿Ventanas altas no escala?
¿No
ronda? ¿El nombre no da?
¿Trazando ardides no está?
Luego
Amor, a Marte iguala.
AMÓN: No te quiero replicar;
ya sé que tiene gran parte
Amor,
que es hijo de Marte,
y lo que hay de Marte a amar.
ABSALÓN: En ti, príncipe, infinito;
pues, con ser tan gran soldado,
nunca fuiste enamorado.
AMÓN: Poco sus llamas permito.
No
sé ser tan conversable
como mi hermano Absalón.
ABSALÓN: La hermosura es perfección,
y lo perfecto es amable.
Hízome hermoso mi
suerte
y a todas me comunico.
AMÓN: Estás de cabellos rico
y así
puedes atreverte;
que, a
guedeja que les des
las que
muertas, por las tiendas
te
porfían que los vendas,
tendrán en ti su interés;
pues, si no miente la fama,
tanto tu cabeza vale,
que me afirman que te sale
a cabello cada dama.
ELIAZER: Si así sus defectos salvas
¿qué
mucho te quieran bien,
pues toda Jerusalén
te
llama Socorre-calvas?
Y las muchas que compones
debiéndote
sus bellezas,
hacen
que haya en las cabezas
infinitos
Absalones.
Ristros puedes hacer de ellas.
ABSALÓN: Eliazer, conceptos bajos
dices.
ELIAZER: Fueran ristros de ajos,
si no es por ti, las más bellas.
ABSALÓN: En fin, ¿el príncipe da
en no querer a ninguna?
AMÓN: Hasta encontrar con alguna
perfecta, no me verá
en su minuta el Amor.
ABSALÓN: Elisabet, ¿no es hermosa?
AMÓN: De cerca no, que es ojosa.
ADONÍAS: ¿Y Ester?
AMÓN: Tiene buen color,
pero
mala dentadura.
ELIAZER: ¿Delvora?
AMÓN: Es grande de boca.
JONADAB: ¿Atalía?
AMÓN: Ésa es muy loca,
y pequeña de estatura.
ABSALÓN: No tiene falta María.
AMÓN: ¿Ser melindrosa no es falta?
ADONÍAS: ¿Dina?
AMÓN: Enfádame por alta.
ELIAZER: ¿Rut?
AMÓN: Es negra.
JONADAB: ¿Raquel?
AMÓN: Fría.
ABSALÓN: ¿Aristóbola?
AMÓN: Es común;
habla con ciento en un año.
ABSALÓN: ¿Judit?
AMÓN: Tiene mucho paño,
y
huele siempre a betún.
ADONÍAS: ¿Marta?
AMÓN: Encubre muchos
granos.
ELIAZER: ¿Alejandra?
AMÓN:
Es
algo espesa.
JONADAB: ¿Jezabel?
AMÓN: Dícenme que ésa
trae juanetes en las manos.
ABSALÓN: ¿Zilene?
AMÓN: Rostro bizarro,
mas, flaca e impertinente.
ELIAZER: Pues no hallas quien te
contente,
haz
una dama de barro.
ABSALÓN: ¡Válgate Dios por Amón!
¡Qué satírico que estás!
AMÓN: No has de verme amar jamás;
tengo mala condición.
ADONÍAS: ¿Luego no querrás mañana
en la noche, ir a la fiesta
y boda que a Elisa apresta
la mocedad cortesana?
AMÓN: ¿Con quién se casa?
ADONÍAS: ¿Eso
ignoras?
Con Josefo de Isacar.
AMÓN: Bella mujer le han de dar.
ABSALÓN: Tú que nunca te enamoras,
no la tendrás por muy bella.
¿Piensas ir allá?
AMÓN: No sé.
ADONÍAS: Hay bravo sarao.
AMÓN: Iré
a danzar, más que no a vella.
Pero
ha de ser disfrazado
si es que máscaras se admiten.
ADONÍAS: En los saraos se permiten.
AMÓN: ¡Lástima tengo al casado
con una mujer a cuestas!
ELIAZER: Poco en eso te pareces
a tu padre.
AMÓN: Muchas veces
de ese modo me molestas.
Ya
sé que a David, mi padre,
no le han
parecido mal,
testigo la de Nabal
y Bersabé, hermosa madre
del risueño Salomón.
ADONÍAS: Y las muchas concubinas,
cuyas
bellezas divinas
milagro
del mundo son.
ABSALÓN: Gana he tenido de verlas
AMÓN: Guárdalas el rey, de suerte
que aun no ha de poder la muerte
hallar por donde vencerlas.
ABSALÓN: El recato de palacio
y poca seguridad
de la femenil beldad
no las deja ver despacio.
Mas,
por Dios, que ha pocos días
que a una muchacha que vi
entre ellas, Amón, le di
toda el alma.
AMÓN: Oye, Adonías,
del modo que está Absalón.
¿A la mujer de tu padre?
ABSALÓN: Sólo perdono a mi madre.
Tengo
tal inclinación,
que con quien celebra bodas,
envidiando su
vejez,
me enamoro, y habrá vez
en que he de gozarlas todas.
AMÓN: La belleza y la locura
son hermanas. Eres bello
y estás
loco.
ADONÍAS: A tu cabello
atribuye tu ventura
y no digas desatinos.
Ya es de noche, ¿qué has de
hacer?
ABSALÓN: Cierta dama he de ir a ver,
en durmiendo sus vecinos.
ADONÍAS: Yo me pierdo por jugar.
AMÓN: Yo que ni adoro ni juego
leeré versos.
ABSALÓN: Buen sosiego.
AMÓN: En esto quiero imitar
a David, pues no le imito
en amar, ni quiero tanto.
ABSALÓN:
Serás poeta a lo santo.
AMÓN: Los psalmos en verso ha
escrito;
que es Dios la musa perfeta,
que en él influyendo está.
ADONÍAS: Misterios escribirá,
que es guerrero y es profeta.
Vanse ABSALÓN y ADONÍAS
ELIAZER: ¿Qué habemos de hacer agora?
AMÓN: No sé qué se me ha antojado.
ELIAZER: ¿Mas si estuvieres preñado?
AMÓN: Tanta mujer que enamora
a mi padre, ausente y viejo,
¿qué
puede hacer encerrada?
pues, es cosa averiguada
que la que es de honor espejo
en la lealtad y opinión,
en fin, es frágil sujeto
Y un
animal imperfeto.
JONADAB: Si toda la privación
es del apetito madre,
deseará su liviandad
el hombre, que es su mitad;
y no estando ya tu padre
para fiestas, ya lo ves...
ELIAZER: Iráseles en deseos
todo el
tiempo, sin empleos
de su gusto.
JONADAB: Rigor es
digno de mirar despacio.
AMÓN: Bien filosofáis los dos.
ELIAZER: Lástima tengo, por Dios,
a las damas de palacio
encerradas
como en hucha.
AMÓN: El
tiempo está algo pesado,
y con
la noche y nublado
la
oscuridad que hace, es mucha.
¿Quién duda que en el jardín
pedirán
limosna al fresco
las
damas? Lo que apetezco
he de
ejecutar, en fin.
Curioso tengo hoy de ser.
ELIAZER: ¿Pues
qué intentas?
AMÓN: ¿Qué? Saltar
aqueste
muro y entrar
dentro
del parque, Eliazer,
y
ver qué conversación
a las
damas entretiene
de
palacio.
ELIAZER:
Si el rey viene
a
saberlo, no es razón
que le enojes; pues no ignoras
que al
que aquí dentro cogiese,
por más principal que fuese
viviría pocas horas;
que las casas de los reyes
gozan de la inmunidad
de los templos.
AMÓN: Es verdad;
mas no se entienden las leyes
con el príncipe
heredero.
Príncipe soy de Israel,
el
calor que hace es crüel,
y así
divertirme quiero.
En
dando yo en una cosa,
ya
sabes que he de salir
con
ella.
JONADAB:
Empieza a subir;
mas
siendo tan peligrosa
y de
tan poco provecho
no me parece que es justo.
AMÓN:
Provecho es hacer mi gusto.
ELIAZER: ¿Y
después que le hayas hecho?
AMÓN: Esto
ha de ser, ¡vive Dios!
Vamos los tres a buscar
por donde poder entrar.
ELIAZER: ¿Entrar, quién?
AMÓN: Yo, que los dos
fuera me esperaréis.
ELIAZER: Alto.
AMÓN: Hacia
allí he visto unas hiedras,
que abrazadas a sus piedras,
aunque el muro está bien alto,
de
escala me servirán.
ELIAZER: Vamos,
y a subir empieza.
En
dándole en la cabeza
una
cosa, no podrán
persuadirle a lo contrario
catorce predicadores.
JONADAB: ¡Qué extraños son los señores!
ELIAZER: Y el
nuestro, ¡qué temerario!
Vanse
todos. Salen DINA con guitarra, y TAMAR
TAMAR:
¿Viste jamás tal calor?
Aunque
tú mejor lo pasas
que yo.
DINA:
¿Pues por qué mejor?
TAMAR: Porque no juntas las brasas
del tiempo, al fuego de
amor.
Mas
yo, que no puedo más;
y a mi
amor junto el bochorno
que
hace.
DINA:
¡Donosa estás!
TAMAR: ¿Qué
seré?
DINA:
Serás un horno,
en que
a Joab cocerás
pan
de tiernos pensamientos,
a
sustentarle bastantes
contra
recelos violentos.
TAMAR: Sí, que
en eso a los amantes
paga
Amor en alimentos.
DINA:
¡Notable calma! No mueve
una
hoja el viento siquiera.
TAMAR: Si
aquesta fuente se atreve
a
aplacar su furia fiera
que en
la taza de oro bebe
de
su arena aqueste prado,
dénos
su margen asiento.
DINA: En
cojines de brocado
sus
flores de ciento en ciento
te ofrecen
su real estrado;
que,
en fin, como eres infanta
no te
contentas con menos.
TAMAR: Pues traes instrumentos, canta;
que en los jardines
amenos
así
Amor su mal espanta.
DINA: Yo no tengo que espantar,
que no
estoy enamorada;
ni al
viento puedes llamar;
pues
siendo tan celebrada
en la
música Tamar
como
en la belleza, a oírte
correrá
el céfiro manso,
alegre
por divertirte.
TAMAR:
¿Lisonjéasme?
DINA:
Descanso
si
amores llego a decirte.
Sale AMÓN, sin
ser visto por ellas
AMÓN: La
mocedad no repara
en cuanto intenta y procura;
la
noche mi gusto ampara,
cuanto
me entristece oscura
me
alegra esta fuente clara.
Como
no sé dónde estoy,
en
cuanto topo tropiezo.
....................
[-oy]
DINA: Cuando
yo a cantar empiezo,
treguas
a mis penas doy.
TAMAR:
Dame, pues, ese instrumento.
AMÓN: Mi
deseo se cumplió.
Aquí
hablar mujeres siento.
TAMAR: La música
se inventó
en
alivio del tormento.
AMÓN:
Cantar quieren; no pudiera
venir a
tiempo mejor.
TAMAR: ¡Ay si
mi amante me oyera!
AMÓN: No hay
parte en que no entre amor.
Hasta
aquí llegó su esfera.
Canta
TAMAR: "Ligero
pensamiento,
del
amor, pájaro alegre,
que
viste la esperanza
de
plumas y alas verdes;
si
fuente de tus gustos
es
mi querido ausente,
donde amoroso asistes,
donde sediento bebes,
tu
vuelta no dilates
cuando a su vista llegues,
que
me darán tus dichas
envidia si no vuelves.
Pajarito
que vas a la fuente,
bebe
y vente.
Correo de mis quejas
serás cuando le lleves
en
pliegos de suspiros
sospechas impacientes
Con
tu amoroso pico;
si en mi memoria duerme,
del
sueño de su olvido
es
bien que le despiertes;
castígale descuidos,
amores le agradece,
preséntale firmezas,
favores le promete.
Pajarito que vas a la fuente,
bebe y vente."
AMÓN: ¡Qué voz tan apacible!
¡Qué quejas tan ardientes!
¡Qué acentos tan süaves!
¡Ay, Dios! ¿Qué hechizo
es éste?
A su meliflüo canto,
corrido
el viento vuelve,
que en
fe que se detuvo,
muy
bicn puede correrse;
y por
acompañar
su voz,
la hace que temple
los tiples de estas hojas,
los bajos de estas fuentes,
Amor, no sé qué os diga,
si
vuestro rigor viene
a
oscuras y de noche
porque
los ojos cierre,
como a
la voz iguale
la
belleza que suele
ser
ángel en acentos
y en
rostro ser serpiente
¡Triunfad, niño absoluto,
de un
corazón rebelde,
si
rústico, ya noble,
si
libre, ya obediente!
DINA:
Vuelve a cantar, señora,
que por
oírte y verte
el sol,
músico ilustre,
anticiparse quiere.
AMÓN: Si por
verla y oirla
sus
rayos amanecen,
¿quién
duda que es hermosa?
¿Quién
duda que conviene
su cara
con su canto?
¡Ay,
Dios, quién mereciese
atestiguar de vista
lo que
de oídos siente!
TAMAR: ¡Qué he
de cantar, si lloro!
AMÓN: Entrad, celos crüeles;
servid de rudimentos
con que mi amor comience.
¿Mujer
ausente y firme?
¿Celoso
yo y presente?
¿Sin
ver enamorado?
¿Hoy
libre y hoy con leyes?
¡Oh,
milagrosa fuerza
de un
ciego dios que vence,
sin
ojos y con alas,
cuanto
desnudo, fuerte!
DINA: Así tu
amante goces,
y de tus años cuentes
los lustros a millares
en primavera siempre,
que,
prosiguiendo, alivies
el
calor que suspendes
y
olvidas con oírte.
TAMAR: Va,
pues que tú lo quieres.
Canta
"¡Ay,
pensarniento mío,
cuanto allá te detienes!
¡Qué
leve que te partes!
¡Con
qué pereza vuelves!
¡Celosa estoy que goces
de
mi adorado ausente
la
vista con que aplacas
la
ardiente sed de verle!
Si
acaso de sus labios
el
dulce néctar bebes,
que
labran sus palabras
y
hurtarle algunas puedes.
Pajarito que vas a la fuente,
bebe y vente."
AMÓN: ¿Hay más apacible rato?
¡Espíritus celestiales,
si
entre músicas mortales,
ver
queréis vuestro retrato,
venid conmigo! Acercarme
quiero
un poco; mas caí.
Cae
TAMAR: ¡Ay,
cielos! ¿Quién está ahí?
AMÓN: Ya es
imposible ocultarme,
aunque la noche es de suerte
que
mentir mi nombre puedo;
pues
con su oscuridad
quedo
seguro que nadie acierte
y
vea el traje en que estoy.
TAMAR: ¿Qué es
esto?
AMÓN:
Déme la mano;
hijo
soy del hortelano,
que he
caído. Al diablo doy
la
música, que ella hué
ocasión
que tropezase
en un
tronco y me quebrase
la
espinilla, ¿no me ve?
DINA: ¿No
veis vos por dónde andáis,
y os
hemos de ver nosotras?
AMÓN:
¡Pardios, damas o quillotras,
lindamente lo cantáis!
Oyéraos yo doce días
sin dormir.
TAMAR:
¿Haos contentado?
AMÓN:
¡Pardiós, que lo habéis cantado
como un
gigante Golías!
Dadme la mano, que peso
un
monte. [(Se la tomé. Aparte
Juro
que cuando besé]
Bésasela
que a
la miel me supo el beso.)
TAMAR:
Atrevido sois, villano.
AMÓN: ¿Qué
quiere? Siempre se vido,
ser
dichoso el atrevido.
TAMAR: Al fin,
¿sois el hortelano?
AMÓN: ¡Sí,
pardiez, e inficionado
a
músicas!
DINA:
¡Buen modorro!
AMÓN:
¡Pardios, vos tenéis buen chorro!
Si en
la cara os ha ayudado
como
en la voz la ventura,
con
todo os podéis alzar;
aunque
no se suele hallar
con
buena voz la hermosura.
TAMAR:
Tosco pensamiento es ése.
AMÓN: ¿No
suele, aunque esto os espanta,
decirse
a la que bien canta,
"quién te oyese y no te viese?"
TAMAR:
Cumpliráos ese deseo
la
oscuridad que hace agora.
AMÓN: Antes
me aburro, señora,
pues ya
que os oí no os veo.
TAMAR:
Pues, ¿no me habéis conocido?
AMÓN: Sois tantas las que aquí estáis,
y de día y noche andáis
pasando
el jardín florido,
que
como no me expliquéis
vueso
nombre, no me espanto
que no
os conozca en el canto;
porque
aunque tal vez lleguéis
a
retozarme, y me quejo
de más
de un pellizco y dos
que me dais, quizá
-- ¡pardiós! --
porque
el rey, que ya está viejo,
os
cumple mal de josticia,
tiniendo tanta mujer,
soy
rudo en el conocer.
TAMAR: ¡Qué
villano!
DINA:
¡Y qué malicia!
TAMAR:
¡Fïad burlas de esta gente!
AMÓN: ¿Quiere
decirme quién es
y
llevaréla después
de flor
y fruta un presente?
TAMAR: Sois muy hablador.
AMÓN: (El guante
Aparte
de la mano le quité
Quítale el
guante de la mano
cuando
a besarla llegué.)
TAMAR: Vamos.
AMÓN:
No se vaya, cante;
¡Así
le remoce el cielo
a David,
si es su marido!
TAMAR: Mi
guante se me ha caído.
AMÓN: Debe de
estar en el suelo.
Halléle -- ¡pardiós! --
que gano
en hallazgos mucho ya.
TAMAR: ¿Qué es de él?
AMÓN: Tome.
TAMAR: Dadle acá.
AMÓN: (Beséla
otra vez la mano.) Aparte
Bésasela
TAMAR:
¿Quién tanta licencia os dió?
Villano.
AMÓN:
Mi dicha sola.
TAMAR: Dadme
acá el guante.
AMÓN: Mamóla.
Vásele a dar y
búrlala
TAMAR: ¿Luego
no le hallaste?
AMÓN: No.
TAMAR: ¿No
gustas de lo que pasa?
DINA: Buen
jardinero.
AMÓN: (De Amor) Aparte
¿Que
pensáis todo esto es flor?
TAMAR: Yo haré
que os echen de casa.
¡Vamos!
DINA:
¿Has de ver mañana
la boda
de Elisa?
TAMAR:
Sí.
DINA: ¿Qué
vestido?
TAMAR:
Carmesí.
AMÓN: Seréis
un clavel de grana.
(De
aquí mis venturas saco.) Aparte
Qué,
¿sin cantar más se van?
¿Sus
nombres no me dirán?
DINA: No, que
sois un gran bellaco.
Vanse
AMÓN:
Agora, noche, sí que a oscuras quedo,
pues un
sol hasta aquí tuve delante;
libre
de amor entré, ya salgo amante;
reíame antes de él, ya llorar puedo.
¡Ay, amorosa voz,
oscuro enredo!
¡Cifrad
vuestra ventura en solo un guante,
que si
iguala a su música el semblante
victorioso
quedáis, yo os lo concedo!
¡Cuando más descuidado, más rendido!
Sin
saber a quien quiero, enamorado;
asaltando murallas y vencido!
Mas
dichoso, rapaz, vuestro cuidado,
si
sacando quién es por el vestido,
la
suerte echáis no en blanco, en encarnado.
Vase. Salen ABSALÓN, ADONÍAS,
ABIGAÍL, reina, y BERSABÉ
ABIGAÍL:
¿Quedaba el rey, mi señor,
bueno?
ABSALÓN:
Alegre salud goza;
que en
el bélico furor
parece
que se remoza
y le da
sangre el valor.
ABIGAÍL:
Quitarále la memoria
de
nosotras, el deseo
del
triunfo de esa victoria.
ADONÍAS: Amaros
es su trofeo;
conservaros es su gloria.
ABSALÓN: Poca
ocasión habrá dado
a que
su olvido os espante;
pues no
sé que se haya hallado,
ni en
guerra, más firme amante,
ni en
paz, más diestro soldado.
En
la más ardua victoria
es
vuestro amor buen testigo
que
tiene, en fe de su gloria,
la
espada en el enemigo
y en
vosotras la memoria.
ADONÍAS:
Bien sabe eso Bersabé
y
Abigail no lo ignora.
ABIGAÍL: Que
estoy triste sin él, sé.
BERSABÉ: Y yo
que en su ausencia llora
quien
vive cuando le ve.
ABIGAÍL:
¿Pensáis volveros tan presto
al
cerco?
ADONÍAS:
Las treguas son
tan
breves, que el rey ha puesto
que no
sufran dilación.
ABSALÓN: Yo,
mañana, estoy dispuesto
a
partirme.
ADONÍAS: Y yo también.
ABIGAÍL:
Escribiré con los dos
al rey,
que si quiere bien
dedique psalmos a Dios,
seguro en Jerusalén,
y en la guerra no
consuma
la
plata que peina helada,
que,
aunque en su esfuerzo presuma,
el
viejo cuelga la espada
y el
sabio juega la pluma.
ABSALÓN: A
ambas cosas se acomoda
mi
padre.
BERSABÉ: Galán venís,
Absalón.
ABSALÓN: Soy hoy de boda.
BERSABÉ: Y vos,
infante, salís
para
que la corte toda
se
vaya tras vos perdida.
ADONÍAS:
Autorizamos la fiesta
que es
la novia conocida.
Salen AMÓN, muy triste, y JONADAB y
ELIAZER
ELIAZER: ¿Qué
novedad será ésta,
señor?
AMÓN:
Es mudar de vida.
JONADAB: ¿Qué
te sucedió que así
desde
que el jardín entraste,
ni
duermes, ni estás en ti?
ELIAZER: ¿Qué
viste cuando llegaste?
AMÓN: Triste
estoy porque no vi.
Dejadme, que de opinión
y vida,
mudar pretendo;
no
quiero conversación,
porque
va, con quien me entiendo
sólo es
mi imaginación.
(¡Ay, encarnado vestido, Aparte
si a
verme salieses ya!
ABSALÓN: ¡Oh,
príncipe!
ABIGAÍL: ¡Amón querido!
AMÓN: Las
treguas que David da
a veros
nos han traído.
ADONÍAS: Y
agora el casarse Elisa,
nuevas
fiestas ocasiona
que dan
a las galas prisa.
AMÓN:
Merécelo su persona.
ABSALÓN: Para
vos cosa de risa
son
casamientos y amores.
AMÓN: No sé
lo que en eso os diga.
Sale un CRIADO
CRIADO: Josefo
espera, señores,
que le
honréis.
ADONÍAS: Y él nos obliga
a que
le hagamos favores.
ABSALÓN:
¿Venís, príncipe?
AMÓN: Después,
que
tengo qué hacer agora.
ABSALÓN: Adonías, vamos pues.
Vanse todos menos AMÓN
AMÓN: Salid
ya, encarnada aurora,
prostraréme a vuestros pies,
salid, celeste armonía
que en
la voz enamoráis,
vea
vuestro sol mi día,
y sepa
yo si igualáis
la cara
a la melodía.
¿Si mudará
parecer?
¿Si
trocará la color
que mi
remedio ha de ser?
¿Si
querrá vengarse Amor
de mi
libre proceder?
No
lo permitáis, dios ciego;
sepa
yo, pues que me abraso,
quién
es la que enciende el fuego;
no
hagáis de arrogancias caso,
pues las armas os entrego.
Ya salen acompañando
a los desposados, todos.
Salen la MÚSICA y toda la
compañía de dos
en dos muy bizarros; y saca TAMAR
un vestido rico
de carmesí, y los novios detrás;
dan una vuelta
y éntranse
Dudo,
alegre, terno amando;
¡ay, Amor! ¡Por qué de modos
almas estáis abrasando!
Quiero, escondido, de
aquí,
ver sin
ser visto, si pasa
quien
me tiraniza así.
¡Ay
Dios, ya el fuego me abrasa
de un
vestido carmesí!
¿No
es ésta de lo encarnado
mi
hermana? ¿No es ésta, cielos,
Tamar?
¡Buena suerte he echado!
¡Ay,
imposibles desvelos!
¿De mi
hermana enamorado?
¡Malhaya el jardín, amén;
la noche
triste y oscura,
mi
vuelta a Jerusalén;
malhaya, amén, mi locura,
que
para mal de mi bien,
libre me obligó a saltar
los
muros de Amor tirano!
¡Alma,
morir y callar,
que
siendo amante y hermano
lo
mejor es olvidar!
Más
vale, cielos, que muera
dentro
mi pecho esta llama
sin que
salga el fuego afuera;
ausente, olvida quien ama,
amor es
pasión ligera.
Al
cerco quiero partirme,
que a
los principios se aplaca
la
pasión que no es tan firme.
¡Eliazer!
Salen ELIAZER y JONADAB
ELIAZER: Gran señor.
AMÓN: Saca...
ELIAZER: ¿Qué
quieres?
AMÓN:
Quiero vestirme
de
camino y al campo ir.
Preven tus botas y espuelas.
JONADAB: Postas
voy a prevenir.
AMÓN: Pero
ciego y con pigüelas,
¿cómo
podrá el sacre huír?
Deja
eso; dame un vaquero
de
tela, sácame un rostro,
Vanse ELIAZER y
JONADAB
que
hallarme en el sarao quiero.
De
imposibles soy un mostro;
esperando desespero.
Ame
el delfín al cantor,
al
plátano el persa adore
a la
estatua tenga amor
el
otro, el bruto enamore
la asiria de más valor;
que
de mi locura vana
el
tormento es más atroz
y la
pasión más tirana,
pues me
enamoró una voz
y adoro
a mi misma hermana.
Salen ELIAZER y JONADAB
JONADAB: Aquí están rostro y difraz.
AMÓN:
Vístemé, pues; pero quita
que
este rigor pertinaz
con la
razón precipita
de mi
sosiego la paz
¡Dejadme solo! ¿No os vais?
ELIAZER: (¿Qué
le habrá dado a este loco? Aparte
Vanse ELIAZER y
JONADAB
AMÓN: Penas,
si esto amor llamáis,
en
distancia y tiempo poco
su
infierno experimentáis.
No
quiera Dios que un deseo
desatinado y crüel
venza
con amor tan feo
a un
príncipe de Israel.
Morir
es noble trofeo.
Incurable es mi dolor;
pues ya
soy vuestro vasallo
ciego
dios, dadme favor
por que
adorar y callallo
son imposibles de amor.
Vase. Salen todos los de la boda, y TAMAR
con
ellos, y siéntanse
TAMAR: Gocéis, Josefo, el estado
con Elisa, años prolijos,
con la
vejez coronado
de nobles y hermosos hijos,
fruto de amor sazonado.
JOSEFO: Si
vuestra alteza nos da
tan
felices parabienes
¿quién
duda que gozará
nuestra ventura los bienes
que nos
prometemos ya?
ELISA: A lo
menos descaremos
toda
esa dicha, señora,
porque
con ella paguemos
lo
mucho que desde agora
a
vuestra alteza debemos.
Sale un CRIADO
CRIADO:
Máscaras quieren danzar.
TAMAR: Dése
principio a la fiesta.
Sale AMÓN de
máscara
JOSEFO: El
cielo pintó en Tamar
con una
hermosura honesta
un
donaire singular.
Danzan y
entretanto AMÓN, de máscara,
hinca la
rodilla al lado de TAMAR
AMÓN: (¿De
qué sirve entre los dos Aparte
mi
rebelde resistencia,
Amor,
si en fuerzas sois Dios
y
tiráis con tal violencia
que al
fin me lleváis tras vos?
Desocupado está el puesto
de mi
imposible tirana;
deudor
os soy solo en esto.
¡Qué de
estorbos, crüel hermana,
en mi
amor el cielo ha puesto!)
Habla a TAMAR
Por
gozar tal coyuntura
bien
me holgara yo, señora,
que
casara mi ventura
una
dama cada hora;
puesto
que la noche oscura
también
voluntades casa,
hecho tálamo un jardín,
donde,
cuando el tiempo abrasa,
con
voces de un serafin
hizo
cielo vuestra casa.
.................. [-ín].
Yo
sé quien, antes de veros,
enamorado de oíros,
los árboles lisonjeros
movió anoche con suspiros
y a vos
no pudo moveros.
Yo
sé quien besó una mano
dos veces -- ¡fueran dos mil! --
yo
sé...
TAMAR:
Fingido hortelano,
para
vuestro mal sutil
y para
mi honor villano;
ya el engaño he colegido,
que en fe de su
oscuridad,
os hizo
anoche atrevido.
La
sagrada inmunidad
del
palacio habéis rompido;
pero, agradeced que intento
no dar
a esta fiesta fin
que
lastime su contento;
que hoy
os sirviera el jardin
de
castigo y escarmiento.
AMÓN: De
castigo, cosa es clara,
que
vuestro gusto cumplió
mi
fortuna siempre avara,
pero de
escarmiento no.
¡Ojalá
que escarmentara
yo
en mí mismo! Más no temo
castigos, que el cielo me hizo
sin
temor, con tanto extremo
que yo
mismo el fuego atizo
y
brasas en que me quemo.
TAMAR:
¿Quién sois vos, que habláis ansí?
AMÓN: Un
compuesto de contrarios,
que
desde el punto que os vi,
me
atormentan, temerarios,
y todos son contra mí.
Una
quimera encantada;
soy una
esfinge en quien lucho,
un
volcán en nieve helada,
y, en
fin, por ser con vos mucho,
no
vengo, infanta, a ser nada.
TAMAR:
¿Vióse loco semejante?
AMÓN: Yo sé
que anoche perdistes,
porque yo ganase, un guante;
la mano
que a un pastor distes
dadla
agora a un firme amante.
TAMAR:
Máscara descomedida,
levantáos luego de aquí,
que
haré quitaros la vida.
AMÓN: Esa anoche la perdí;
tarde
vendrá quien la pida.
Mas,
pues no es bien que un villano
más
favor de noche hagáis
que a
un ilustre cortesano,
que
queráis o no queráis
os he de besar la mano.
Bésala y vase
TAMAR:
¡Ola, matadme ese hombre!
Levántanse
todos
¡Dejad
la fiesta, seguidle!
JOSEFO: ¿Qué
tienes? ¿Qué hay que te asombre?
TAMAR: ¡No me repliquéis, heridle.
¡Dadle muerte o dadme nombre
de
desdichada!
ELIAZER: Dejemos
el
sarao, que hacer es justo
lo que
manda.
JOSEFO:
Siempre vemos
que del
más cumplido gusto
son
pesares los extremos.
FIN DE LA
PRIMERA JORNADA
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