ACTO TERCERO
Salen AMÓN echando a empellones a
TAMAR,
ELIAZER y JONADAB
AMÓN: ¡Vete de aquí; salte fuera,
veneno
en taza dorada,
sepulcro hermoso de fuera,
arpía
que en rostro agrada,
siendo
una asquerosa fiera!
Al
basilisco retratas,
ponzoña mirando arrojas.
¡No me
mires, que me matas!
¡Vete,
monstruo, que me aojas
y mi
juventud maltratas!
¿Que yo te quise? ¿Es posible
que yo te tuve afición?
Fruta de Sodoma horrible,
en la
médula carbón
si en
la corteza apacible.
¡Sal
fuera, que eres horror
de mi
vida y su escarmiento!
¡Vete,
que me das temor!
Más es
mi aborrecimiento,
que fue
primero mi amor.
¡Hola, echádmela de aquí!
TAMAR: Mayor
ofensa e injuria
es la
que haces contra mí,
que fue
la amorosa furia
de tu
torpe frenesí.
¡Tirano de aqueste talle,
doblar
mi agravio procura
hasta
que pueda vengalle!
Mujer
gozada es basura;
haz que
me echen a la calle.
Ya que así me has deshonrado,
lama el plato en que has
comido,
un
perro, al suelo arrojado.
Di que
se ponga el vestido,
que has
roto ya, algún crïado.
Honra con tales despojos
a quien
se empleó en servirte,
y a mi
dame más enojos.
AMÓN: ¡Quién
por no verte ni oírte,
sordo
naciera y sin ojos!
¿No
te quieres ir, mujer?
TAMAR: ¿Dónde
iré sin honra, ingrato,
ni quién
me querrá acoger
siendo
mercader, sin trato,
deshonrada una mujer?
Haz
de tu hermana más cuenta,
ya que
de ti no la has dado;
no
añadas afrenta a afrenta,
que en
cadenas del pecado,
perece
quien las aumenta.
Tahur de mi honor has sido;
ganado
has, por falso modo,
joyas
que en vano te pido.
Quítame
la vida y todo,
pues ya
lo más he perdido.
No
te levantes tan presto,
pues es
mi pérdida tanta,
que
aunque el que pierde es molesto,
el
noble no se levanta
mientras en la mesa hay resto.
Resto hay de la vida, ingrato;
pero es
vida sin honor,
y así
de perderla trato.
Acaba
el juego, traidor;
dame la
muerte en barato.
AMÓN:
¡Infierno, ya no de fuego,
pues
helando me atormnentas!
¡Sierpe, monstruo, vete luego!
TAMAR: El que
pierde, sufre afrentas
porque
le mantengan juego.
¡Mantenme juego, tirano,
hasta
acabar de perder
lo que queda.
Alza, villano,
la
mano; quítame el ser,
y
ganarás por la mano.
AMÓN:
¿Vióse tormento como éste?
¡Hola! ¿No hay ninguno ahí?
¡Que esto un desatino
cueste!
ELIAZER: ¿Llamas?
AMÓN: Echadme de aquí
esta víbora, esta peste.
ELIAZER:
¿Víbora, peste? ¿Qué es de ella?
AMÓN:
Llevadme aquesta mujer,
cerrad
la puerta tras ella.
JONADAB: Carta,
Tamar, viene a ser;
leyóla
y quiere rompella.
AMÓN:
Echadla a la calle.
TAMAR: Ansí
estaré
bien, que es razón,
ya que
el delito fue aquí,
que por
ellas dé un pregón,
mi
deshonra, contra ti.
AMÓN:
Voyme por no te escuchar.
Vase AMÓN
JONADAB:
¡Extraño caso, Eliazer,
tal
odio tras tanto amar!
TAMAR: Presto,
villano, has de ver
la
venganza de Tamar.
Vanse
todos. Salen ABSALÓN y
ADONÍAS
ABSALÓN: Si
no fueras mi hermano, o no estuvieras
en
palacio, ambicioso, brevemente
hoy,
con la vida bárbara, perdieras
el
deseo atrevido e imprudente.
ADONÍAS: Si en
tus venas la sangre no tuvieras
con que
te honró mi padre indignamente,
yo
hiciera que quedándose vacías,
de
púrpura calzáran a Adonías.
ABSALÓN: ¿Tú
pretendes reinar, loco villano?
¿Tú,
muerto Amón del mal que le consume,
subir
al trono, aspiras, soberano
que en
doce tribus su valor resume?
¿Que
soy no sabes tu mayor hermano?
¿Quién
competir con Absalón presume,
a cuyos
pies ha puesto la ventura
el
valor, la riqueza y la hermosura?
ADONÍAS: Si
el reino israelita se heredara
por el
más delicado, tierno y bello,
aunque
no soy yo monstruo en cuerpo y cara,
a tu
yugo humillara el reino el cuello;
cada
tribu hechizada se enhilara
en el
oro de Ofir de tu cabello,
y convirtiendo hazañas en deleites
te pecharan en cintas y en
afeites.
Redujeras a darnas tu
consejo,
a
trenzas tu corona, y a un estrado
el
solio de tu ilustre padre viejo;
las
armas a la holanda y al brocado;
por
escudo tomaras un espejo,
y de tu
misma vista enamorado,
en
lugar de la espada a que me aplico,
esgrimieras, tal vez, el abanico.
Mayorazgo te dió Naturaleza
con que
los ojos de Israel suspendes;
el
cielo ha puesto renta en tu cabeza,
pues sus madejas a las damas vendes;
cada año, haciendo
esquilmos tu belleza,
cuando
aliviarla de su peso entiendes,
repartiendo
por tierras su tesoro
se
compran en doscientos siclos de oro.
De
tu belleza ser el rey procura;
déjame
a mí, Israel, que haces agravio
a tu
delicadeza, a tu blandura.
ABSALÓN: Cierra, villano, el atrevido labio;
que el
reino se debía a la hermosura,
a pesar
de tu envidia, dijo un sabio,
señal
que es noble el alma que está en ella,
que el
huésped bello habita en casa bella.
Cuando mi padre al enemigo asalta
no me
quedo en la corte, dando al ocio
lascivos años, ni el valor les falta
que,
con mis hechos, quilatar negocio;
mi
acero incircuncisa sangre esmalta;
la
guerra, que jubila al sacerdocio,
en mis
hazañas enseñar procura
cuán
bien dice el valor con la hermosura.
Mas,
¿para qué lo que es tan cierto he puesto
en duda con razones? Haga alarde
la
espada contra quien te has descompuesto,
si
porque soy hermoso soy cobarde.
ADONÍAS: Por
adorno no más te la habrás puesto.
No la
saques así, el amor te guarde,
que te
desmayarás si la ves fuera.
ABSALÓN: ¡Si no
saliera el rey!
ADONÍAS: ¡Si no saliera!
Salen el rey
DAVID y SALOMÓN
DAVID:
Bersabé, vuestra madre me ha pedido
por
vos, mi Salomón; creced, sed hombre,
que si
amado de Dios sois, y querido,
conforme significa vuestro nombre,
yo
espero en él, que al trono real subido,
futuros
siglos vuestra fama asombre.
SALOMÓN: Vendráme, gran señor, esa alabanza
por ser
de vos retrato y semejanza.
DAVID:
Príncipes...
ABSALÓN:
Gran señor....
DAVID: ¿En qué se
entiende?
ADONÍAS: La paz
ocupa el tiempo en novedades;
galas
la mocedad al gusto vende,
si el
desengaño a la vejez verdades.
ABSALÓN: La
caza, que del ocio nos defiende,
nos
convida a correr sus soledades;
ésta
tragamos y tras ella fiestas.
DAVID:
¡Válgame Dios! ¿Qué voces serán éstas?
Sale TAMAR
descabellada y de luto
TAMAR: Gran
monarca de Israel,
descendiente del León,
que
para vengar injurias
dio a Judá el viejo Jacob,
si lágrimas, si suspiros,
si mi
compasiva voz,
si
lutos, si menosprecios
te
mueven a compasión,
y
cuando aquesto no baste,
si el
ser hija tuya yo
a que castigues te incita
al que
tu sangre afrentó,
por los
ojos vierto el alma,
luto
traigo por mi honor,
suspiros al cielo envío,
de
inocencias vengador.
Cubierta está mi cabeza
de
ceniza; que un amor
desatinado, si es fuego,
sólo
deja en galardón
cenizas
que lleva el aire;
mas,
aunque cenizas son,
no
quitarán mancha de honra,
sangre
sí, que es buen jabón.
La
mortal enfermedad
del
torpe príncipe Amón,
peste
de la honra fue;
pegóme
su contagión.
Que le
guisase mandaste,
alguna cosa a sabor
de su
postrado apetito...
¡Ponzoña fuera mejor!
Sazónele una sustancia;
mas las
sustancias no son
de
provecho, si se oponen
accidentes de afición.
Estaba
el hambre en el alma,
y en mi
desdicha, guisó
su
desvergüenza mi agravio;
sazonóle la ocasión,
y sin advertir mis quejas,
ni el proponerle que soy
tu
hija, rey, y su hermana,
su
estado, su ley, su Dios,
echando
la gente fuera
a
puerta cerrada entró
en el
templo de la fama
y
sagrado del honor.
Aborrecióme ofendida;
no me
espanto; que al fin son
enemigas declaradas
la
esperanza y posesión.
Echóme
injuriosainente
de su
casa el violador,
oprobios por gustos dando.
¡Paga,
en fin, de tal señor!
Deshonrada por sus calles
tu
corte mi llanto oyó.
Sus
piedras se compadecen,
cubre
sus rayos el sol
entre
nubes, por no ver
caso
tan fiero y atroz.
Todos
te piden justicia.
¡Justicia, invicto señor!
Dirás
que es Amón tu sangre.
El
vicio la corrompió,
sángrate de ella, si quieres,
dejar vivo tu valor.
Hijos tienes herederos;
semejanza tuya son
en el esfuerzo y virtudes;
no dejes por sucesor
quien,
deshonrando a su hermana,
menoscaba tu opinión;
pues mejor afrentará
los que tus vasallos son.
Ea, sangre generosa
de
Abrahán si su valor
contra
el inocente hijo
el
cuchillo levantó,
uno
tuvo, muchos tienes;
inocente fue, Amón no;
a Dios
sirvió así Abrahán,
ansí
servirás a Dios.
Véncete, rey, a ti mismo;
la
justicia, a la pasión
se anteponga; que es más gloria
que
hacer piezas al león.
Hermanos, pedid conmigo
justicia. Bello Absalón,
un
padre nos ha engendrado,
una
madre nos parió;
a los demás no les cabe
de mi
deshonra y baldón
sino
sola la mitad;
mis
medios hermanos son;
vos lo
sois de padre y madre;
entera
satisfacción
tomad,
o en eterna afrenta
vivid
sin fama desde hoy.
¡Padre,
hermanos, israelitas,
calles,
puertas, cielos, sol,
brutos,
peces, aves, plantas,
elementos, campos, Dios...!
¡Justicia
os pido a todos de un traidor,
de su
ley y su hermana vïolador!
DAVID: Alzad,
infanta, del suelo.
Llamadme al príncipe Amón.
¿Esto
es, cielos, tener hijos?
Mudo me
deja el dolor;
hablad
ojos si podéis,
sentid
mi mal, lenguas sois.
¡Lágrimas serán palabras
que
expliquen al corazón!
Rey me
llama la justicia;
padre
me llama el amor,
uno obliga y otro impele,
¿cual
vencerá de los dos?
ABSALÓN: Hermana -- ¡nunca lo fueras! --
da
lugar a la razón;
pues no
le halla la venganza;
freno a tus lágrimas pon.
Amón es tu hermano y
sangre;
a sí
mismo se afrentó;
puertas
adentro se quede
mi
agravio y tu deshonor.
Mi
hacienda está en Efraín.
granjas tengo en Bahalasor:
casas fueron de placer,
ya son casas de dolor.
Vivirás conmigo en ellas
que,
mujer sin opinión,
no es
bien que en cortes habite,
muerta
su reputación.
Vamos a
ver si los tiempos
tan
sabios médicos son
que,
con remedios de olvido,
den
alivio a tu dolor.
TAMAR: Bien
dices; viva entre fieras
quien
entre hombres se perdió;
que a
estar con ellas, yo sé
que no
muriera mi honor.
Vase TAMAR
ABSALÓN:
(Incestüoso tirano,
Aparte
pronto
cobrará Absalón,
quitándote vida y reino,
debida
satisfacción.)
Vase ABSALÓN
ADONÍAS: A tan
portentoso caso,
no hay
palabras, no hay razón
que
aconsejen y consuelen;
triste
y confuso me voy.
Vase ADONÍAS
SALOMÓN: La Infanta es hermana mía,
del
príncipe hermano soy;
la
afrenta de Tamar siento,
temo el
peligro de Amón.
El rey
es santo y prudente,
el
suceso causa horror;
más
vale dar con el tiempo
lugar a
la admiración.
Vase SALOMÓN. Sale temeroso AMÓN;
DAVID está
llorando
AMÓN: El rey,
mi señor, me llama.
¿Iré
ante el rey, mi señor?
¿Su
cara osaré mirar
sin
vergüeriza ni temor?
Temblando estoy a la nieve
de aquestas canas; que son
los pecados, frías cenizas
del fuego que encendió amor.
¡Qué animoso, antes del
vicio,
anda
siempre el pecador!
¡Cometido, qué cobarde!
DAVID: Príncipe...
AMÓN: A tus pies estoy.
De rodillas,
lejos
DAVID: (¿No ha
de poder la justicia Aparte
aquí,
más que la afición?
Soy
padre, también soy rey
es mi
hijo, fue agresor;
piedad sus ojos me piden,
la infanta satisfacción.
Prenderéle en escarmiento
de este
insulto. Pero, no;
levántase de la cama
de su
pálido color
sus temores conjeturo.
Pero
¿qué es de mi valor?
¿Qué
dirá de mí Israel
con tan
necia remisión?
Viva la
justicia, y muera
el
principe violador.)
A AMÓN
Amón.
AMÓN:
Amoroso padre.
DAVID: (El
alma me traspasó. Aparte
Padre
amoroso me llama.
Socorro
pide a mi amor...
Pero,
muera...) ¿Cómo estás?
Vuélvese a AMÓN
furioso, y en
viéndole se
enternece
AMÓN: Piadoso
padre, mejor.
DAVID: (En
mirándole, es de cera Aparte
mi
enojo, y su cara es sol.
El
adulterio homicida,
con ser
rey, me perdonó
el
Justo Juez, porque dije
un
pequé de corazón.
Venció
en Él a la jusiicia
la
piedad; su imagen soy;
el
castigo es mano izquierda,
mano es
derecha el perdón,
pues ser izquierdo es defecto...)
A AMÓN
Mirad,
príncipe, por vos;
cuidad
de vuestro regalo.
(¡Ay,
prenda del corazón!) Aparte
Vase el rey
DAVID
AMÓN: ¡Oh
poderosas hazañas
del
Amor, único dios
que hoy
a David ha vencido
siendo
rey y vencedor!
Que
mirase por mí, dijo;
blandamente me avisó;
el
castigo del prudente
es la
tácita objeción.
Temió darme pesadumbre;
por
entendido me doy;
yo
pagaré amor tan grande
con no
ofenderle desde hoy.
Vase. Sale ABSALÓN, solo
ABSALÓN: ¿Que
una razón no le dijo
en señal de sus enojos?
¡Ni un severo mirar de
ojos!
Hija es
Tamar, si él es hijo.
Mas, no
importa; que ya elijo
la
justa satisfacción
que a
mi padre la pasión
de Amor
ciega, pues no ve.
Con su
muerte cumpliré
la
justicia y mi ambición.
No
es bien que reine en el mundo
quien
no reina en su apetito.
En mi
dicha y su delito
todo mi
derecho fundo.
Hijo
soy del rey, segundo.
Ha por
sus culpas primero;
hablar
a mi padre quiero
y del
sueño despertarle
con que
ha podido hechizarle
Amor,
siempre lisonjero.
Aquí
está. Pero ¿qué es esto?
Tira una
cortina y descúbrese un bufete, y
sobre él una
fuente y en ella una corona de oro de
rey
¿La
corona en una fuente
con que
ciñe la real frente
mi padre, grave y compuesto?
La mesa
el plato me ha puesto
que ha
tanto que he deseado;
debo de
ser convidado;
si el
reinar es tan sabroso
como
afirma el ambicioso,
no es de perder tal bocado.
Amón
no os ha de gozar,
cerco,
en quien mi dicha encierro;
que
sois vos de oro, y fue hierro
el que
deshonró a Tamar.
Mi
cabeza quiero honrar
con vuestro círculo bello;
mas
rehusaréis el hacello,
pues
aunque en ella os encumbre,
temblaréis de que os deslumbre
el oro
de mi cabello.
Corónase
Bien
me estáis; vendréisme ansí
nacida,
y no digo mal,
pues nací de sangre real
y vos nacéis para mí.
¿Sabréos merecer yo? Sí.
¿Y conservaros? También.
¿Quién
hay en Jerusalén
que lo estorbe? Amón. ¡Matarle!
Mi
padre que ha de vengarle...
¡Matar
a mi padre!
Sale el rey
DAVID
DAVID: ¿A quién?
Saca la espada
ABSALÓN, sálele al en-
cuentro DAVID y
hállale coronado
ABSALÓN: ¡Ay,
cielos! A quien no es
vasallo
de vuestra alteza.
Arrodíllase
DAVID:
Coronada tu cabeza,
no dices bien a mis pies.
ABSALÓN: Pienso
heredarte después;
que
anda el príncipe indispuesto.
DAVID: Hástela
puesto muy presto.
No
serás sucesor suyo;
que de
esa corona arguyo,
que
como llega a valer
un
talento, ha menester
mayor
talento que el tuyo.
En
fin, ¿me quieres matar?
ABSALÓN: ¿Yo?
DAVID:
¿No acabas de decirlo?
ABSALÓN: Si
llegaras bien a oirlo,
mi fe
habías de premiar;
si
vengo, dije, a reinar
vivo tú en Jerusalén,
mi
enojo probará quien
fama
por traidor adquiere,
y por
ser tirano, quiere
matar a
mi padre.
DAVID: Bien.
¿Pues quién hay a quien le cuadre
tal
tíiulo?
ABSALÓN:
No sé yo...
Quien a
su hermana forzó
también
matará a su padre.
DAVID: Por ser
los dos de una madre,
contra Amón te has indignado;
pues ten por averiguado
que
quien fuere su enemigo
no ha
de tener paz conmigo.
ABSALÓN: Sin razón te has enojado.
¡Sólo yo, te hallo
crüel!
DAVID: ¿Qué
mucho, si tú lo estás
con Amón?
ABSALÓN:
No le ama más
que yo,
nadie en Israel;
antes,
gran señor, con él
y los
príncipes quisiera
que
vuestra alteza viniera
al
esquilmo, que ha empezado
en
Balhasor mi ganado,
y que
esta merced me hiciera.
Tan
lejos de desatinos
y
venganzas necias vengo,
que
allí banquetes prevengo
de
tales personas dinos;
honre nuestros vellocinos
vuestra
presencia, señor,
y
divierta allí el dolor
que le
causa este suceso;
conocerá que intereso
granjear sólo su amor.
DAVID: Tú fueras el fénix de él,
si estas cosas olvidaras,
y al
príncipe perdonaras,
no vil
Caín, sino Abel.
ABSALÓN: Si
hiciera venganza en él,
plegue
a Dios que me haga guerra
cuanto
el sol dora y encierra,
y
contra ti rebelado,
de mis
cabellos colgado
muera,
entre el cielo y la tierra.
DAVID: Si
eso cumples, Absalón,
mocedades te perdono;
con los brazos te corono,
si mejor corona son.
ABSALÓN: En mis labios los pies pon,
y añade a tantas mercedes,
porque satisfecho quedes,
señor, el venir a honrar
mi
esquilmo, pues da lugar
la paz
y alegrarte puedes.
DAVID:
Harémoste mucho gasto.
No,
hijo, goza tu hacienda;
al
reino pide que atienda
la
vejez que en canas gasto.
ABSALÓN: Pues a
obligarte no basto
a esta
merced, da licencia,
que,
supliendo tu presencia
Adonías, Salomón,
hagan,
yendo con Amón,
de mi
amor noble experiencia.
DAVID:
¿Amón? Eso no hijo mío.
ABSALÓN: Si
melancólico está,
sus
penas divertirá
el
ganado, el campo, el río.
DAVID: Temo
que algún desvarío
dé
nueva causa a mi llanto.
ABSALÓN: De la
poca fe me espanto
que tiene mi amor contigo.
DAVID: La
experiencia en esto sigo,
que
cuando con el disfraz
viene
el agravio, de paz,
es el mayor enemigo.
ABSALÓN: Antes el gusto y regalo
que he de hacerle ha de
abonarme;
en esto
pienso esmerarme.
DAVID: Nunca
el recelar fue malo.
ABSALÓN: ¡Plegue
al cielo que sea un palo
alguacil que me suspenda
cuando
yo al príncipe ofenda!
No me alzaré de tus pies,
padre,
hasta que a Amón me des.
DAVID: Del
alma es la mejor prenda.
Pero
en fe de que confío
en tí,
yo te lo concedo.
ABSALÓN: Cierto
ya de tu amor quedo.
DAVID: (¿De qué dudáis, temor frío?) Aparte
ABSALÓN: Voyle a avisar.
DAVID: Hijo mío,
en olvido agravio pon.
ABSALÓN: No
temas.
DAVID:
¡Ay, mi Absalón!
¡Lo
mucho que te amo pruebas!
ABSALÓN: Adiós.
DAVID:
Mira que me llevas
la
mitad del corazón.
Vanse los
dos. Salen TIRSO, BRAULIO, ALISO,
RISELO,
ARDELIO, ganaderos, y TAMAR de pastora, rebozada la cara
con la
toca. Cantan
UNOS: "Al
esquilmo, ganaderos
que balan las ovejas y los
carneros."
OTROS: "Ganaderos,
a esquilmar,
que
llama los pastores el mayoral."
UNO: "El
Amor trasquila
la
lana que dan,
los amantes mansos
que
a su aprisco van,
trasquila la dama
al
pobre galán,
aunque no es su oficio
sino
repelar.
Trasquiia el alcalde
al
que preso está,
y si
entró con lana
en
puribus va.
Pela
el escriben,
porque escribanar
con
pluma con pelo
de
comer le da.
Pela
el alguacil
hasta no dejar
vellón en la bolsa,
plata, otro que tal.
El
letrado pela,
pela
el oficial,
que
hay mil peladores.
si
pelones hay."
TODOS: "Al
esquilmo, ganaderos,
que balan las ovejas y los carneros;
ganaderos, a esquilmar,
que
llama a los zagales el mayoral."
TIRSO: Dichosas serán desde hoy
las reses que en el Jordán
cristales líquidos beben,
y en tomillos pacen sal.
Ya con vuestra hermosa
vista
yerba
el prado brotará,
por más
que la seque el sol,
pues vos sus campos pisáis.
¿De qué estáis melanconiosa
hermosísima Tamar,
pues con vuestros ojos bellos
estos montes alegráis?
Si dicen que está la
corte
do
quiera que el rey está,
y vos sois reina en belleza,
la corte es ésta, no hay
más.
La
infantica, entretenéos,
vuesa
hermosura mirad
en las aguas que os ofrecen
por espejo su cristal.
TAMAR: Temo de
mirarme a ellas.
BRAULIO: Si es
por no os enamorar
de vos
misma, bien hacéis,
que a
la he que quillotráis
desde
ell alma a la asadura
a
cuantos viéndoos están,
y que
para mal de muchos
el
dimuño os trujo acá.
Mas,
asomáos con todo eso,
veréis
cómo os retratáis
en la
tabla de este río
si en
ella a vos os miráis;
y
haréis un cuadro valiente,
que porque le guarnezcáis,
las
flores de oro y azul
de
marco le servirán.
¡Honradla, miráos a ella!
TAMAR: Aunque
hermosa me llamáis,
tengo
una mancha afrentosa.
Si la
veo he de llorar.
ALISO:
¿Manchas tenéis? Y aun por eso,
que
aquí los espejos que hay,
si
manchas muestran, las quitan,
enseñando al amistad.
Allá los espejos son
sólo para señalar
faltas, que viéndose en
vidrio,
con
ellas en rostro dan;
acá,
son espejos de agua
que a
los que a mirarse van,
muestran manchas y las quitan,
en llegándose a lavar.
TAMAR: Si agua
esta mancha quitara,
harta
agua mis ojos dan;
sólo a
borrarla es bastante
la
sangre de un desleal.
RISELO: No vi
en mi vida tal muda.
Miel
virgen afeita acá,
que ya
hasta las caras venden
postiza
virginidad.
¿Son pecas?
TAMAR: Pecados son.
ARDELIO:
Cubrirlas con solimán.
TAMAR: No
queda, pastor, por eso;
toda yo
soy rejalgar.
TIRSO: ¿Es
algún lunar, acaso,
que con
la toca tapáis?
TAMAR: No se
muda cual la luna,
ni es
la deshonra lunar.
TIRSO: Pues
sea lo que se huere,
pardiez, que hemos de cantar
y
aliviar la pesadumbre;
que es
locura lo demás.
Cantan
TODOS: "Que
si estáis triste, la Infanta,
todo
el tiempo lo acaba;
desdenes de amor,
la
ausencia los sana;
para
desengaños
buena es la mudanza;
si
atormentan celos
darlos a quien ama;
para
la vejez,
arrimar las armas;
para
mujer pobre,
gastar
lo que basta;
para mal de ausencia,
juegos hay y cazas;
para excusar penas,
estudiar en casa;
para
agravios de honra,
perdón o venganza,
que
si triste estáis, la infanta,
todo
el tiempo lo acaba."
Sale LAURETA
con un tabaque de
flores
LAURETA: Todas estas flores
bellas
a la primavera he
hurtado;
que pues de Amor sois el prado,
competir podéis con ellas.
Lleno viene este cestillo
de las más frescas y hermosas,
yerbas, jazmines y rosas,
desde el clavel al tomillo.
Aquí está la manutisa,
la estrella mar turquesada,
con la
violeta morada
que
Amor, porque huela, pisa;
el
sándalo, el pajarillo,
alelíes, siete ramas,
azucenas y retamas,
madreselva e hisopillo.
Tomadlos, que son despojos
del campo, y juntad con ellos
labios, aliento y cabellos,
pechos, frente, cejas y ojos.
TAMAR: Todas las que abril esmalta,
pierden en mí su valor,
Laureta, porque la flor
que más
me importa, me falta.
Dale unas
violetas y póneselas TAMAR en los
pechos
TIRSO: Ya
vendréis a adivinar
sueños
o cosas de risa;
que, como sois pitonisa,
consolaréis a Tamar.
Laureta, diz que tratáis
con el
diablo.
ARDELIO:
Ya han venido
los
príncipes, que han querido
honrarnos hoy.
TIRSO:
¿Qué aguardáis?
ARDELIO:
Mientras el convite pasa,
al soto apacible vamos,
y de flores, yerba y ramos
entapicemos la casa.
TIRSO:
Ardelio, tenéis razón;
démonos prisa, pastores;
pero,
¿qué ramos ni flores
hay
como ver á Absalón?
Vanse los
pastores
TAMAR:
Vámonos de aquí, Laureta.
LAURETA: ¿Para
qué? Bien disfrazada
estás.
TAMAR: Di mal injuriada.
LAURETA: Olvida,
si eres discreta.
TAMAR: Bien
dijo, aunque ése es buen medio,
un
ingenio singular,
"El remedio era olvidar,
y olvidóseme el remedio."
Salen AMÓN, ABSALÓN, ADONÍAS y
SALOMÓN
AMÓN:
Bello está el campo.
ABSALÓN: Es el Mayo,
el mes galán, todo flor.
ADONÍAS: A lo
menos labrador,
segun
agirona el sayo.
AMÓN: Oid,
que hay aquí serranas,
y no de mal aire y brío.
ABSALÓN: De mi
hacienda son, y os fío
que
envidien las cortesanas
su
no ayudada hermosura.
AMÓN: ¡Bien
haya quien la belleza
debe a
la naturaleza,
no al
afeite y compostura!
ABSALÓN: Ésta
es mujer tan curiosa,
que de
lo futuro avisa;
tiénenla por pitonisa
estos
rústicos.
SALOMÓN:
Y, ¿es cosa
de
importancia?
AMÓN: De esta gente
hacer
caso es vanidad;
tal vez
dirá la verdad,
y
después mentiras veinte,
Mas,
¿quién es la rebozada?
ABSALÓN: Es una
hermosa pastora,
que
injurias de su honra llora
y
espera verse vengada.
AMÓN: Ella
tiene buena flema.
¿No la
veremos?
ABSALÓN:
No quiere,
mientras
sin honra estuviere,
descubrirse.
AMÓN:
Linda flema.
A LAURETA
Ahora bien, con vos me entiendo.
Llegáos, mi serrana, acá.
LAURETA: Su
alteza pretenderá,
y después iráse huyendo.
AMÓN: Bien parecéis adivina.
Llena de flores venís;
¿cómo no las repartís,
si el
ser cortés os inclina?
LAURETA:
Estos prados son teatro
do
representa Amaltea.
¡Mas, porque no os quejéis, ea,
a cada cual de los cuatro
tengo de dar una flor.
AMÓN: Y
esotra serrana, ¿es muda?
Quita
el rebozo
LAURETA: Está en muda.
AMÓN: ¿Mudas hay acá?
LAURETA: De honor.
AMÓN: Y, ¿hay honor entre villanas?
LAURETA: Y con
más firmeza está;
que no
hay príncipes acá
ni
fáciles cortesanas.
Pero dejémonos de esto,
y va de flor.
AMÓN: ¿Cuál me cabe?
Aparte a cada
uno
LAURETA: Ésta
azucena süave.
AMÓN: Eso es
picarme de honesto.
LAURETA: Yo
sé que olerla os agrada
pero no la deshojéis,
que la
espadaña que veis,
tiene
la forma de espada;
Dale una
azucena con una espadaña
y
aquesos granillos de oro,
aunque
a la vista recrean,
manchan
si los manosean,
porque
estriba su tesoro
en ser intactos; dejáos,
Amón, de deshojar flor
con espadañas de honor
y si la
ofendéis, guardáos.
AMÓN: Yo
estimo vuestro consejo.
(¡Demonio es esta mujer!)
Aparte
SALOMÓN: ¿Qué os
ha dicho?
AMÓN: No hay que hacer
caso;
por loca la dejo.
ADONÍAS: ¿Qué flor me cabe a mí?
LAURETA:
Extraña;
espuela
de caballero.
ADONÍAS: Bien
por el nombre la quiero.
LAURETA: A veces
la espuela daña.
ADONÍAS:
Diestro soy.
LAURETA:
Si lo sois, alto;
pero
guardáos, si os agrada
de una
doncella casada,
no os
perdáis por picar alto.
ADONÍAS: No
os entiendo.
ABSALÓN: Yo me quedo
postrero; id, hermanos, vos.
SALOMÓN:
Confusos vienen los dos.
A LAURETA
Si
acaso obligaros puedo,
más conmigo os declarad.
LAURETA: Ésta es corona de rey,
flor de vista, olor y ley;
sus propiedades gozad,
que aunque rey seréis espejo,
y el mayor de los mejores,
temo que os perdáis por
flores
de
Amor, si sois mozo viejo.
AMÓN:
¡Buena flor!
SALOMÓN:
Con su pimienta.
ABSALÓN: ¿Cábeme
a mí?
LAURETA:
Este narciso.
ABSALÓN: Ése a
sí mismo se quiso.
LAURETA: Pues
tened, Absalón, cuenta
con
él, y no os queráis tanto;
que de
puro engrandeceros,
estimaros y quereros,
de Israel seáis espanto.
Vuestra hermosura enloquece
a toda
vuestra nación.
Narciso
sois, Absalón,
que
también os desvanece.
Cortáos esos hilos bellos,
que si
los dejáis crecer
os
habéis presto de ver
en alto
por los cabellos.
Vase LAURETA
ABSALÓN:
Espera. Fuese. (Si en alto Aparte
por los cabellos me veo,
cumpliráse mi deseo.
Al reino he de dar asalto.
¿En
alto por los cabellos?
Mi
hermosura ha de obligar
a
Israel, que a coronar
me
venga, loco por ellos.)
AMÓN:
Confuso os habéis quedado.
ABSALÓN:
¡Príncipes, alto, a comer!
(Sobre
el trono me han de ver, Aparte
de mi
padre, coronado.
Muera en el convite Amón,
quede
vengada Tamar;
dé la
corona lugar
a que la herede Absalón.
Sale un CRIADO
CRIADO: La
comida que se enfría,
a
vuestras altezas llama.
AMÓN: (De
aquesta serrana dama Aparte
ver la
cara gustaría.
A ABSALÓN
Idos, hermano, con ellos.
ABSALÓN: No nos
hagáis esperar.
(Reinando, vengo a quedar
Aparte
en alto
por los cabellos.
Vanse todos, menos AMÓN y TAMAR
AMÓN: Yo,
serrana, estoy picado
de esos ojos lisonjeros,
que
deben de ser fulleros,
pues el
alma me han ganado.
¿Queréisme, vos, despicar?
TAMAR:
Cansaraos el juego presto,
y en
ganando el primer resto
luego os querréis levantar.
AMÓN:
¡Buenas manos!
TAMAR: De pastora.
AMÓN: Dadme
una.
TAMAR:
Será en vano
dar
mano a quien da de mano
y ya aborrece, ya adora.
AMÓN:
Llégaréosla yo a tomar,
pues su
hermosura me esfuerza.
TAMAR: ¿A
tomar? ¿Cómo?
AMÓN: Por fuerza.
TAMAR: ¡Qué
amigo sois de forzar!
AMÓN:
Basta; que aquí todas dais
en
adivinas.
TAMAR:
Queremos
estudiar, cómo sabremos
burlaros, pues nos burláis.
AMÓN: ¿Flores traéis vos también?
TAMAR: Cada
cual, humilde o alta,
busca
aquello que le falta.
AMÓN:
Serrana, yo os quiero bien.
Dadme una flor.
TAMAR: ¡Buen floreo
os traéis! Creed, señor,
que a no perder yo una flor,
no sintiera el mal que
veo.
AMÓN: Una flor he de tomar.
TAMAR: Flor de Tamar, diréis bien.
AMÓN:
Forzaréos. Dadla por bien.
TAMAR: ¡Qué
amigo sois de forzar!
Pero, tomad, si os agrada.
AMÓN:
¿Violetas?
Dale las
violetas
TAMAR:
Para alegraros;
porque
yo no puedo daros,
Amón,
sino flor violada.
AMÓN: ¡Eso
es mucho adivinar!
Destapáos.
TAMAR:
Apártese.
AMÓN: Por
fuerza os descubriré.
Descúbrela
TAMAR: ¡Qué
amigo sois de forzar!
AMÓN: ¡Ay, cielos! Monstruo. ¿Tú eres?
¡Quién los ojos se sacara
primero
que te mirara,
afrenta
de las mujeres!
Voyme, y pienso que sin vida;
que tu
vista me mató.
No
esperaba, cielos, yo,
tal
principio de comida.
Vase AMÓN
TAMAR: Peor
postre te han de dar,
¡bárbaro,
crüel, ingrato,
pues
será el último plato
la
venganza de Tamar!
Vase
TAMAR. Salen los PASTORES con ramos y
cantando
TODOS: "A las puertas de nuesos
amos
vamos, vamos,
vamos
a poner ramos."
UNO: "A
Absalón el bello,
alamico negro,
cinamono y cedro,
y
palma ofrezcamos."
TODOS: "Vamos,
vamos,
vamos a poner ramos."
OTRO: "Al
mozo Adonías
dé las maravillas
rosa y clavellinas,
guirnaldas tejamos."
TODOS: "Vamos, vamos,
vamos a poner
ramos."
UNO: "Al
príncipe nueso
de
ciprés funesto
y taray espeso
coronas tejamos."
TODOS: "Vamos,
vamos,
vamos a poner ramos."
OTRO: "Salomón
prudente
ceñirá su frente
del
laurel valiente
que
alegres cortamos."
TODOS: "Vamos, vamos,
vamos a poner ramos."
Gritan desde adentro, y hacen ruido
de golpes y
cáense mesas y vajillas, y luego
salen huyendo
SALOMÓN y
ADONÍAS
ABSALÓN: La
comida has de pagar Dentro
dándote muerte, villano.
AMÓN: ¿Por
qué me matas, hermano? Dentro
ABSALÓN: Por dar
venganza a Tamar. Dentro
AMÓN:
¡Cielos, piedad! ¡Muerto soy! Dentro
SALOMÓN: Huye.
ADONÍAS:
¡Oh, bárbaro sin ley;
todos los hijos del rey
por reinar perecen hoy!
Vanse huyendo ADONÍAS y SALOMÓN
TIRSO: ¡0xté puto! Esto va malo.
ARDELIO:
Huyamos, no nos alcance
algún
golpe en este lance.
BRAULIO: Mirad
qué negro regalo
de
convite.
TIRSO:
¡Oh, mi cebolla!
¡Más os
quiero que Absalón
sus
pavos!
ARDELIO:
Tirso, chitón,
que nos
darán en la cholla.
Vanse los PASTORES. Descúbrense aparadores
de plata, caídas las vajillas, y una
mesa llena de
manjares y
descompuesta; los manteles ensangrentados, y
AMÓN sobre la
mesa, asentado y caído de espaldas en
ella, con un a
daga en una mano y un cuchillo en la otra,
atravesada por
la garganta una daga; y salen ABSALÓN
TAMAR
ABSALÓN: Para
tí, hermana, se ha hecho
el
convite; aqueste plato,
aunque
de manjar ingrato,
nuestro
agravio ha satisfecho.
Hágate
muy buen provecho.
Bebe su
sangre, Tamar;
procura
en ella lavar
tu
fama, hasta aquí manchada;
caliente, está la colada,
fácil
la puedes sacar.
A Gesur huyendo voy,
que es
su rey mi abuelo y padre
de
nuestra injuriada madre.
TAMAR: Gracias
a los cielos doy,
que no
lloraré desde hoy
mi
agravio, hermano váliente;
ya podré mirar la gente,
resucitando mi honor;
que la
sangre del traidor
es
blasón del inocente.
Quédate, bárbaro, ingrato,
que en
buen túmulo te han puesto;
sepulcro del deshonesto
es la
mesa, taza y plato.
ABSALÓN: Heredar
el reino trato.
TAMAR:
¿Déntele los cielos bellos!
ABSALÓN: Amigos
tengo, y por ellos,
como
dijo la mujer,
todo
Israel me ha de ver
en alto
por los cabellos.
Vanse los dos y
encúbrese la apariencia.
Sale el rey
DAVID solo
DAVID:
¡Amón, príncipe, hijo mío!
Si eres
tú, pide al deseo
albricias, que los instantes
juzga por siglos eternos.
Gracias
a Dios que a pesar
de
sospechas y recelos,
con tu
vista restituyo
la vida
que sin ti pierdo.
¿Cómo
vienes? ¿Cómo estás?
¿Podré, enlazando tu cuello,
imprimir lirios en rosas;
guarnecer oro en acero?
Va a abrazarle
y solo encuentra el vacío
Dame los amados brazos.
¡Ay, engaños lisonjeros!
¿Por qué con burlas pesadas
me
hacéis abrazar los vientos?
Como la
madre acallando
al hijo
que tiene al pecho,
¿me
enseñas la joya de oro
para
escondérmela luego?
Como en
la navegación
prolija, ¿en celajes negros
fingidos montes me pintas,
siendo
mentiras de lejos?
Como
fruta de pincel,
como
hermosura en espejo,
como
tesoro soñado,
como la
fuente al enfermo,
¿burladoras esperanzas
engañáis mis pensamientos
para
acrecentar pesares,
para
atormentar desvelos?
¡Amón
mío! ¿Dónde estás?
Deshaga el temor los celos,
el sol
de tu cara, hermoso,
remoce
tu vista a un viejo.
¿Si se
habrá Absalón vengado?
¿Si
habréis sido, como temo,
hijo
caro de mis ojos,
de sus esquilmos cordero?
No.
¡Que es vuestro hermano en fin!
La
sangre hierve sin fuego.
¡Mas, ay! Que es sangre heredada
de quien a su hermano
mesmo
vendió,
y llorará David
como
Jacob, en sabiendo
si a
Josef mató la envidia,
que a
Amón la venganza ha muerto.
Absalón, ¿no me juró
no
agraviarlo? ¿De qué tiemblo?
Pero,
el amor y el agravio
nunca
guardan juramento.
La
esperanza y el temor,
en este confuso pleito,
alegan en pro y en contra.
¡Sentenciad en favor, cielos!
Caballos suenan, ¿si serán
mis amados hijos éstos?
Alma, asomaos a los ojos.
Ojos, abríos para verlos.
Grillos echa el temor frío
a los pies, cuando el
deseo
se
arroja por las ventanas.
Salen muy tristes ADONÍAS y SALOMÓN
DAVID: ¡Hijos!
ADONÍAS: Señor...
DAVID: ¿Venis buenos?
¿Qué es de vuestros dos
hermanos?
¿Calláis? Siempre fue el silencio
embajador de desgracias.
¿Lloráis? Hartos mensajeros
mis sospechas certifican.
¡Ay, adivinos recelos!
¿Mató Absalón a su
hermano?
SALOMÓN: Sí,
señor.
DAVID:
Pierda el consuelo
la
esperanza de volver
al
alma, pues a Amón pierdo.
Tome
eterna posesión
el
llanto, porque sea eterno
de mis
infelices ojos
hasta
que los deje ciegos.
Lástimas hable mi lengua.
No
escuchen sino lamentos
mis
oídos lastimosos
¡Ay, mi
Amón! ¡Ay, mi heredero!
Llore
tu padre con Jacob diciendo:
¡Hijo,
una fiera pésima te ha muerto!
AUTOR: Y de
Tamar la historia prodigiosa
acaba
aquí en tragedia lastimosa.
FIN DE LA COMEDIA
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