ACTO SEGUNDO
Sale
don RODRIGO de camino y don GASPAR, y sale
también
DELGADO
GASPAR: Dadme otra vez los brazos.
RODRIGO:
Acortó, don Gaspar, la
ausencia plazos.
Pues aquí veros
puedo,
no echo menos amigos de
Toledo.
Juzgábaos yo embarcado.
GASPAR: Mejor que imaginaba he negociado;
el cargo de un navío
me daba el rey, mas como
vi a mi tío
que a Portugal venía,
del rey Fernando
embajador, el día
que supe que llegaba
la embarcación dejé.
RODRIGO: Mal os
estaba.
Surquen hijos
segundos
golfos de sales, midan sus
profundos,
y gocen herederos
mayorazgos en paz, pues
son primeros.
En fin, ¿os tiene en casa
don Íñigo de Cárdenas?
[GASPAR]: Y
pasa
su favor adelante
de deudo y huésped;
permisión de amante
tengo también en ella.
Dueño me intenta hacer de
su hija bella,
y es doña Estefanía
competencia del sol que
luz le envía.
Dice que, pues heredo
a su hermano y mi padre, y
en Toledo
mi mayorazgo tiene
su antigüedad y casa, no
conviene,
pudiendo eslabonarla
con nuevo parentesco,
desmembrarla;
que mientras se mitiga
el rey contra mí airado, a
que se obliga,
a cargo suyo toma
nuestra dispensación, que ya
está en Roma.
Ved si es razón que pierda
la buena suerte de
elección tan cuerda.
RODRIGO: Quedárades culpado,
si no de ingrato, de desalumbrado,
principalmente agora
que, desposada, vuestra
dama adora
a don Jaime Centellas.
GASPAR: Las de mis celos aumentara en
ellas
si no las apagara
la prenda hermosa que mi
amor repara.
Ya el suyo en mí es olvido;
logre doña Micaela el que ha tenido
de mí, creyendo engaños,
y gócense los dos felices
años,
que yo desde Sevilla,
informado de nuevas de
Castilla,
aunque no verdaderas,
conservaba en el alma ya
quimeras,
si hasta agora esperanzas.
Agradecido estoy a sus
mudanzas.
(¿Quién la dama sería Aparte
que me habló en el Alcázar
aquel día?
No hay que hacer caso
desto;
pues mis dichas los cielos han
dispuesto
por tan nuevos caminos,
trocaré por aciertos
desatinos.)
Pues, señor don Rodrigo,
¿a qué venís acá?
RODRIGO: La corte sigo
del rey Manuel, fïado
en que como Castilla le ha
jurado
por príncipe heredero
y la casa que pone, a lo
que infiero,
será a lo castellano,
respeto de favores, tenga
mano
con su Alteza, y en ella
algún título honroso.
GASPAR: Buena
estrella
os dé vuestra ventura,
que en los palacios todo
es coyuntura.
RODRIGO: El creer que la hallara
en Lisboa y en ella negociara,
fue causa de un rodeo
bien cansado; mas, ya que
aquí le veo
sin muestras de mudanza,
asentará mis cosas la
esperanza.
GASPAR: Pica la peste tanto
en Lisboa que a todos pone
espanto;
y en riesgo tan terrible
es ciudad saludable y
apacible
Coïmbra, celebrada
por la fama presente y la
pasada;
benévolo su clima,
fértil su territorio, en
cuya estima
cristales del Mondego
compiten con el Tajo, y el
sosiego
convidando a las Musas,
que donde hay multitud
viven confusas,
aquí hallan puerta franca
sin envidiar Coïmbra a
Salamanca,
que es este lugar
solo
habitación de Amor, Marte
y Apolo.
RODRIGO: Ilustre le hizo al mundo
la asistencia del rey don
Juan Segundo,
que lo más de su vida
en él tuvo su corte
entretenida.
Sale
TELLO
TELLO: ¿Oyes, señor? Te llama
la embajatriz doncella
nuestra dama
y su padre con ella,
que desea aliviarla de
doncella.
GASPAR: ¿Queréisla ver, Rodrigo?
RODRIGO: Y a don Íñigo hablar, que es muy
mi amigo,
y podrá, a vuestra
instancia,
su favor con el rey ser de
importancia.
GASPAR Ése yo os le prometo.
Venid y admiraréis en un sujeto
discreción y hermosura,
llaneza, gravedad, valor,
cordura,
donaire y cortesía;
veréis, en fin, a doña
Estefanía.
Vanse
los dos
DELGADO: ¡Tello!
TELLO: ¡Oh Delgado, y no
hilo!
¿Acá también?
DELGADO: ¿Qué hay de nuevo?
TELLO: En Portugal todo es sebo
hasta quedarse en pabilo;
todo bota, todo
lua;
todo fidalgo
valente,
pao mimoso, fava quente,
sardinha e manteiga crua.
No hay poderlos entender;
la olla llaman panela
y a la ventana janela;
para darme de comer,
Dai-ca, me dijo
una vieja,
tigelas. Yo, que entendí
tijeras, unas le di
y ella los guisados deja,
diciendo que de Castilla
un hombre la iba a matar,
hasta que vine a
sacar
que tigela es
escudilla.
Un viernes la
pregunté,
"¿Qué tengo que cenar
yo?,"
"Cagados,"
me respondió.
"Cómalos vuesa
mercé,"
la dije, "y
pullas a un lado,
que tiene muchas
arrugas."
Y supe que eran tortugas
los cagados.
DELGADO: ¡Buen guisado!
TELLO: La embajatriz mi señora,
que es digna de todo amor
y me hace mucho favor,
por no decir me enamora,
da en hablar a lo
seboso,
porque en nuestra tierra
es fama
que en esta lengua una
dama
tiene aire
garabatoso.
Y entre cosas
peregrinas
que suele mandarme hacer,
"Trazei-me,"
me dijo ayer,
"do jardim umas
boninas;
olhai, e un ramo de
cravos."
"¿Para qué diablos
querrá,"
dije, "si loca no está,
olla, boñigas y
clavos?"
El tiempo anda enfermo
y éste
altera nuestra salud;
deben de tener virtud,
sin duda, contra la peste.
Compré una olla vidrïada,
al campo salí, llenéla
de clavos,
emboñiguéla,
y llevándola tapada
con la capa, la hallé
hablando
con su padre y mi señor;
no era muy fino el olor
con que me iba
prefumando.
Llegué y díjela al
oído,
"Aquí aquel recado
está."
Y respondióme, "dai ca."
"¿Estás fuera de
sentido,
señora, que a esto me
obligas?"
repliqué. ¡Gentil humor,
sacarle a un embajador
un puchero de boñigas!
Mandó que lo
descubriese
y vino a causar su
prisa
a unos asco y a otros
risa,
y a que mi amo se corriese
y tuviésemos mohinas.
Averigüe Garibay
que es aquí mirad, olhai.
que las flores son boninas
y cravos
claveles son.
En fin, yo que su humor sigo,
porque se huelgue conmigo,
paso plaza de bufón.
Vanse
TELLO y DELGADO. Salen doña
ESTEFANÍA,
don ÍÑIGO, viejo; don
MARTÍN,
don GASPAR y don RODRIGO
ÍÑIGO: Huélgome infinito yo
de veros por esta tierra,
que el que en la suya se
encierra
y nunca se divirtió
en las demás no
merece
de discreto estimación.
Historias los reinos son
y el que verlos apetece,
estudiando en la
experiencia
que a tantos renombre ha
dado,
vuelve a casa consumado
y es para todo. No hay
ciencia
en libros como en los
ojos,
porque en la prática
estriba
la más especulativa.
La ociosidad causa enojos;
mozo sois, y en
Portugal,
que es una común escala
de cuanto el orbe señala,
yo sé que no os halléis
mal.
RODRIGO: Ni ya menos echaré
a Castilla ni a Toledo,
si con vueselencia quedo
acreditado.
ÍÑIGO: Hablaré
hoy al rey que se
dispone,
según la voz común pasa,
a poner segunda casa
castellana; y si la pone,
sabiendo vuestro
valor,
no tiene dificultad
que os honre su Majestad.
RODRIGO: Siendo vos mi protector,
señor, ya la dicha mía
asegura mi cuidado.
A
ella
Añadirá otro crïado
en casa vueseñoría
y seré yo venturoso
en acertarla a servir.
ESTEFANÍA: Yo os quisiera ver lucir,
señor, algún cargo
honroso
con que en Portugal quedaran
satisfechos de Castilla.
MARTÍN: Al que en Portugal se humilla
por forastero le amparan
fidalgos y
caballeros,
porque siempre llevó mal
presunciones Portugal
de arrogantes forasteros;
mas vos, señor don
Rodrigo,
que sois tan cuerdo y cortés,
en cualquiera portugués
tendréis hermano y amigo,
y en mí un nuevo
servidor.
RODRIGO: Por mi señor os elijo
que, en fin, en todo sois
hijo
de quien, siendo
embajador
de nuestros reyes
aquí,
tiene la opinión en pie
castellana.
ÍÑIGO: Hoy hablaré
al rey, que audiencia pedí.
Paréceme, Estefanía,
que estás triste.
ESTEFANÍA: Causarálo,
señor, el tiempo que es
malo
y engendra melancolía;
dicen que la peste
asombra
todo este reino.
ÍÑIGO: Si das
en eso, no vivirás
segura, que a quien la
nombra
maltrata su contagión,
y en todo temor
mortal
no hace tanto daño el mal
como su imaginación.
Coïmbra tiene
frescuras,
su río alegres riberas;
cuando divertirte
quieras,
si frecuentarlas procuras,
podrás divertir
cuidados
que aumenta la ociosidad.
ESTEFANÍA: Antes con su soledad
suelen dar pena doblados.
Yo procuraré, señor,
ocupar mis pensamientos
donde no puedan violentos
acrecentar su rigor,
cuando no por otra cosa,
por no darte pena a ti.
GASPAR: El alma, prima, que os di,
viéndoos triste, está
quejosa,
porque como por vos
vive
juzga, y no sin propiedad,
que no tiene voluntad
quien triste al huésped
recibe;
siquiera por forastera
tratarle bien será justo.
ESTEFANÍA: Quien vive donde no hay gusto,
¿qué es, don Gaspar, lo
que espera?
La tristeza me
entretiene;
no sé yo que haya posada
que al huésped esté
obligada
a darle lo que no tiene.
Mudarla será mejor
si no se halla bien en
ella.
GASPAR: No fuérades vos tan bella
a mostrar menos rigor;
no lo dije yo por tanto,
ni ya podré hacer mudanza;
el amor, que es semejanza,
llorará con vuestro llanto
y, alegrándoos, estará
alegre, que el mar y
amor
no tienen otro color
que el que su objeto les
da.
ESTEFANÍA: Hoy me habéis de perdonar
si dejo de responderos.
GASPAR: Serviros y no ofenderos
pretendo yo.
ÍÑIGO: Don Gaspar,
dejémosla, que es
costumbre
que de su madre heredó
la tristeza; dila yo
muchas veces
pesadumbre,
aunque tanto me
quería,
si a consolarla llegaba
cuando desta suerte
estaba.
RODRIGO: (¡Qué hermosa es la Estefanía!) Aparte
ÍÑIGO: Haz que te pongan el
coche;
sal a pasearte al río.
GASPAR: (¡Qué presto, recelo mío, Aparte
os muestra mi sol su
noche!
¿Apenas salió el aurora
del favor cuando ya
veo
nublados en mi deseo?)
ÍÑIGO: Venid, que debe ser hora
de ir a palacio y
querría,
don Rodrigo, hablar por vos
hoy al rey.
RODRIGO: (¡Válgame Dios, Aparte
qué bella es la Estefanía!)
Vanse
sino es la dama
ESTEFANÍA: Imaginación tirana,
pues con vos sola me
dejan,
decidme ¿qué os aconsejan
penas que os hacen
liviana?;
¿de cuándo acá sois tan
vana
que dais audiencia a
locuras?;
¿cómo acertaréis a escuras
donde yerran claridades?;
¿por qué amáis
desigualdades
ni posibles ni seguras?
¿Este fin será razón
que tengan mis altiveces?
Libertad, que tantas veces
triunfó vuestra
presunción,
ya que imitáis a Faetón
cayendo, no os despeñéis
sin que en todo le
imitéis,
pues, aunque de seso
falto,
Faetón se perdió por
alto
y vos por baja os perdéis.
¿A un médico amáis?
Callad,
que el publicarlo es
locura.
¿Para qué se llama cura
si es la misma
enfermedad?
Destruye la voluntad,
¿y a curar cuerpos se
allana?
¿Qué medicina inhumana,
qué médico amor es este
que cura pestes y es
peste,
que enferma al mismo que
sana?
¡Nunca en casa le
admitiera
mi padre, nunca llevara
salarios con que matara
a la visita primera,
nunca yo el pulso le
diera,
pues para mi perdición,
en fe de ser contagión
de tanta efímera loca,
apenas la arteria
toca
cuando abrasa el corazón!
Salen
todos los que primero se entraron y
TELLO
ÍÑIGO: Está indispuesto su Alteza
y no despacha este día.
Quiero mucho a Estefanía,
don Gaspar, y su
tristeza
obliga a volverme a
casa.
GASPAR: ¿A quién no dará cuidado
el ver el sol eclipsado,
señor, que entre nieve
abrasa?
RODRIGO: Todos participaremos
de su mal si no mejora.
GASPAR: Y más quien cual yo la adora.
TELLO: ¡Gentil hospital tendremos!
ÍÑIGO: Hija, mientras sola estés,
tu tristeza
aumentarás;
¿por qué al campo no
saldrás,
si en él la eficacia ves
con que divierten
sus flores
y alegran sus aires puros?
ESTEFANÍA: No son remedios seguros
los que acrecientan
rigores;
el campo al triste
entristece
como la música.
ÍÑIGO: ¿En qué
fundas la tuya?
ESTEFANÍA: No sé;
nada mi gusto
apetece.
ÍÑIGO: Quebrada estás de color.
TELLO: (Pues poco valen, o nada, Aparte
vasija y virgen quebrada.)
ESTEFANÍA: Mala me siento, señor;
por solo no darte
pena
disimulo mis pasiones;
si duermo, imaginaciones
me despiertan; estoy llena
de disgustos, como
mal;
aprietos del corazón
me angustian.
TELLO: ¿Palpitación?
Ramo es de gota coral.
ÍÑIGO: Tello, tu alegrar solías
sus tristezas con
frialdades;
di algunas.
TELLO: Las navidades
entretienen y son frías.
Pónganla encima del
bazo
diez o doce y sanará;
aunque navidades ya
son en viejas embarazo,
porque aborrecen
verdades
y oyen de terrible gana
que digan, "Doña
Fulana
tiene muchas
navidades."
El más eficaz remedio
de toda doncella ha sido
cuatro arrobas de marido
sin suegra que se entre en
medio.
Récipe que desto coma;
que son muchas
dilaciones
esperar dispensaciones
por el prototo de Roma.
ESTEFANÍA: ¡Échenme de aquí este necio!
TELLO: ¿Escocióla?
ESTEFANÍA: ¡Idos de aquí
o iréme!
TELLO: En el punto di.
No tiene mi ciencia
precio;
mas si no sanan
fatigas
las recetas que la doy,
tengan, que a buscarla voy
olla, clavos y boñigas.
Vase. Sale un PAJE
PAJE El médico está, señor,
a la puerta.
ESTEFANÍA: Entre, y advierta
que al doctor nunca la
puerta
se le cierra.
ÍÑIGO: Entre el dotor.
Vase
el PAJE. Sale doña GERÓNIMA de
médico,
cuello abierto pequeño, sotanilla larga,
capa
de gorgorán con capilla y guantes
GERÓNIMA: Dios sea en aquesta casa.
ÍÑIGO: Vengáis, doctor, en buen hora;
no está buena Estefanía.
GERÓNIMA: ¿Qué mucho, si es tan hermosa?
GASPAR: ¿Pues repugna la salud
a la hermosura?
GERÓNIMA: ¿Eso ignora
vuesa merced? Claro está;
que cuando se proporcionan
de las cuatro calidades
los cuatro humores, dan
forma
a
la belleza apacible,
buen talle y gentil
persona.
Esto es lo que llama ad
pondus
nuestro Galeno, y dél
consta
la igualdad y simetría,
saludable y
deleitosa.
De aquí nace la belleza,
y esta tal consiste toda
en la sangre delicada
y tiene su esfera propia
en el hígado, y de
allí,
blanca entrando, sale roja
a nutrir todos los
miembros
con los cuales se
conforma,
siendo carne con la carne,
hueso con el hueso, y
toma
de la sustancia que nutre
color, calidad y forma,
porque cada miembro busca
su semejanza amorosa;
de modo que cuanto
más
fuere elegante una cosa
tanto más tendrá la sangre
delicada y, si se nota,
por esta causa estará
más expuesta y
peligrosa
a cualquiera alteración
que la destemple y
corrompa.
Por esto niños y damas
tan fácilmente se aojan;
porque la fascinación
halla resistencia poca
en la sangre que penetra
y ansí al punto que la
toca
le pega su calidad,
lo que no hiciera en la
tosca.
¿Ve, señor, vuesa
merced,
cómo toda dama hermosa
está sujeta a accidentes,
que llama el griego simptomas?
GASPAR: Ello está muy bien probado.
GERÓNIMA:
Esta calidad morbosa,
que de malas influencias
aires y gente inficiona,
produce melancolías
y, aunque no enferme,
congoja
cualquiera disposición,
si bien unas más que
otras,
porque aumenta el atrabilis,
térrea, fría y que provoca
a retiros
intratables.
Si vueseñoría, señora,
no procura divertirse,
y imagina, estando sola,
tristezas, enfermará,
que imaginatio
es axioma
general que facit
casum;
y ansí será bien que ponga
con medios preservativos
atajos a esta ponzoña.
ESTEFANÍA: No gastéis, señor dotor,
de aforismos tanta copia,
que es almacén ordinario
de todo médico broma;
ved si tengo calentura.
Dale
el pulso
GERÓNIMA: No es confirmada hasta agora,
pero dispónese a serlo;
pesado pulso.
ESTEFANÍA: (Amorosa Aparte
sangre, decilde mi
mal;
sirva la arteria de boca,
pues viene del
corazón.)
GERÓNIMA: Vena obtusa; dadme
esotra.
Dale
el otro pulso
GASPAR: (¡Que tenga un dotor
licencia Aparte
tan amplia que lo que goza
el tacto a mí se me
niegue!
¡Oh facultad
venturosa!)
RODRIGO: (Por Dios que debe de ser Aparte
su enfermedad contagiosa,
porque se me va pegando;
¿qué es esto, inclinación
loca?)
GERÓNIMA: ¿Duéleos algo?
ESTEFANÍA: El corazón.
GERÓNIMA: ¿Agora?
ESTEFANÍA: No, estando sola...
(Iba a decirle "sin
veros".) Aparte
GERÓNIMA: ¿Y qué sentís más?
ESTEFANÍA: Me ahoga...
(Mi secreto iba a
decirle.) Aparte
...no sé yo qué, que me
estorba...
GERÓNIMA: ¿El escupir?
ESTEFANÍA: No, el hablar.
GERÓNIMA: Mucílago es pituitosa.
ESTEFANÍA: Abrásanseme las palmas
de las manos; cuanto tocan
encienden. Tentad, tentad.
Dale
las dos manos
GERÓNIMA: ¡Brava intemperies!
ESTEFANÍA: Soy Troya.
GERÓNIMA: Tenéis toda la región
del hígado, por la cólera,
lesa, que con la pituita
quemándola se
incorpora.
Ahora bien, señora mía,
vuesiría se disponga
a preservar accidentes
que la experiencia
diagnóstica
nos indica. Lo
primero,
con dieta flemagoga
y algo colagoga, enfrene
cualidades licenciosas.
ESTEFANÍA: Dotor, habladme en romance.
GERÓNIMA: Digo que vusía coma
manjar entre húmedo y
seco,
pan con anís, y éste en
roscas;
carnes, no del todo
asadas,
verbi gratia,
pavos, pollas,
perdices, lechones,
liebres,
ternera, mas no palomas.
Si apeteciere cocido,
mandará echar en las ollas
cilantro verde, mastuerzo,
verdolagas o blugosa,
borrajas y yerbabuena,
que mezcladas unas y otras
templarán lo seco y
frío;
mas no han de llevar
cebolla.
Los peces secos y asados,
de corrientes pedregosas,
no de estanques ni
lagunas,
y las salsas olorosas,
sin pimienta ni canela.
Cene a la noche
escarolas
cocidas, peras asadas,
huevos frescos y dos gotas
de clarete bien linfato.
Guardarse de estar ociosa,
hacer mediano ejercicio
y echar aparte congojas;
con esto y unos jarabes
que alteren, cuezan, dispongan
esos humores rebeldes,
y cinco píldoras solas,
espero en Dios de dejarla
sana en distancia tan
corta
que restituya alegrías
y a sus mejillas sus rosas.
ESTEFANÍA: Haced vos eso, dotor,
si mi salud os importa,
que si gustáis, bien
podéis,
y de cuanto soy señora
dispondréis a vuestro
arbitrio.
(¡Ay, si me
entendiese!) Aparte
GERÓNIMA: Sobran
voluntad y medicinas,
pero falta que se pongan
en ejercicio.
ESTEFANÍA: Por mí
recetad, que desde agora
estoy puesta en vuestras
manos.
ÍÑIGO: ¿Cómo te sientes?
ESTEFANÍA: Mejoran
los enfermos de mi humor
solo con ver de hora en
hora
al médico junto a sí.
GASPAR: Aunque breve de persona,
sin autoridad de barba
y la edad no muy dotora,
suple lo limpio y pulido
las letras, que serán pocas,
de quien en lugar de
textos
gasta el estipendio en ropa.
GERÓNIMA: No dan las ciencias los años,
ni es tanta la que le sobra,
señor, a vuesa merced,
que por mí no le
responda
el filósofo monarca
en sus problemas curiosas.
Pregunta, "¿Por qué
el ingenio
es mayor en la edad
moza?."
Y respóndele el poeta
Ausonio, "No porque
goza
mil años de vida el Fénix
será razón que se oponga
a los cien ojos con que
Argos
alcanza todas las
cosas,
que éste en vela siempre
estudia
y aquel vive muerte
ociosa.
Cedimus ingenium
quantum
praecedimus aevo." Ausonia
sentencia, en fin; que
Minerva
niña se pinta y hermosa.
Nerva y Celso, de quince
años,
la jurisprudencia en Roma
honraron; de diez y nueve,
Augusto triunfó
vitorias;
de treinta y dos alcanzó
Galeno el lauro y corona
de Apolo. Felix
ingenium
non gaudet aetate longa,
-- díjolo Filón judío -- .
Ni de mi estatura corta
menor alabanza espero,
cuando el sabio las abona:
Platón toda corpulencia
hace al ingenio
enfadosa;
de aquí el adagio amens
longus;
de aquí el filósofo axioma
fortior est virtus
unita
se ipsa dispersa; y oiga
la causa en que esto se
funda
porque o se enmiende o se
corra.
La humedad dilata miembros
cuya obediencia es más
propia
para el calor natural
que con su aumento la
honra.
Por esto el muy corpulento
es muy húmedo, y no hay
cosa
de las cuatro cualidades
que así destruya las obras
de la ánima racional
como la humedad, que borra
las imágenes y especies
del discurso y la memoria.
Esto no hay en los pequeños,
cuya sequedad
corpórea
no permite que la carne
se dilate correosa,
y no pudiendo extenderse,
queda en su estrechez
angosta
el ánima más unida;
porque es cualidad heroica
que sutiliza el ingenio
la sequedad, de tal forma
que dijo Heráclito della
esta sentencia famosa:
Est animus
sapientissimus
splendor siccus, de forma
que la falta de mi cuerpo
en el espíritu es sobra.
La curiosidad del traje,
ni afectada ni pomposa
sino limpia y aliñada,
en el médico ocasiona
autoridad y respeto,
y más cuando se
acomoda
con ella cara apacible,
que praestantissima
forma
digna est imperio; y así,
entre seis o siete cosas
que el médico ha de
tener,
con que Hipócrates le adorna
en sus Epidemias,
pide
que el vestido corresponda
al buen rostro: quod
est pulchrum
amicum est; y es forzosa
circunstancia en la
belleza
la curiosidad sin costa,
el despejo, buena gracia,
buen olor y buena prosa.
ESTEFANÍA: Decidme esas condiciones
que al médico
perficionan,
que me entretiene el
oíros.
GERÓNIMA: Agrado, lenguaje, forma,
vestido, limpieza, olor,
disminuyen las
congojas
del enfermo, si las tiene
el médico, mi señora.
De grosero y desabrido
Galeno a Caliantes nota,
porque entraba
desahuciando
y así fue su medra poca.
Primero se han de curar
los afectos que apasionan
el alma que los del
cuerpo,
sol aquella, estotro
sombra;
pues si entra a ver al
paciente
un dotor, presencia tosca,
mal vestido, peor hablado,
¿cómo es posible que ponga
buen ánimo en sus
enfermos?
ESTEFANÍA: Es esa verdad tan propia
que de haberos solo oído,
aliviada, me siento otra.
Tornad a verme estos
pulsos.
Dáselos
GERÓNIMA: ¡Jesús, su mudanza asombra!
ESTEFANÍA: ¿Qué os parece?
GERÓNIMA: Que estáis buena.
ESTEFANÍA: ¿La color?
GERÓNIMA: Jazmín y rosa.
ESTEFANÍA: ¿Las palmas?
GERÓNIMA: Refrigeradas.
ESTEFANÍA: ¿El aliento?
[GERÓNIMA]: Azahar en pomas.
ESTEFANÍA: ¿La disposición?
GERÓNIMA: Divina.
ESTEFANÍA: ¿Y la igualdad?
GERÓNIMA: Milagrosa.
ESTEFANÍA: Tomad estos dos diamantes.
Dáselos
GASPAR: (Por Dios que soy, si se
nombra Aparte
medicina y no amor esto,
en uno y en otro
idiota.)
GERÓNIMA: Volveré a la noche a veros.
ESTEFANÍA: Pues ¿adónde vais agora?
GERÓNIMA: A recebir una hermana,
que por no estar en
Lisboa,
donde muere tanta
gente,
quiere ser habitadora
de Coïmbra.
ESTEFANÍA: ¿Hermana vuestra?
GERÓNIMA: Mía, y vuestra servidora.
ESTEFANÍA: ¿Y ha de llegar hoy?
GERÓNIMA: Sospecho
que estará ya en casa.
ESTEFANÍA: ¿Moza?
GERÓNIMA: Y de cara razonable.
ESTEFANÍA: ¿Doncella?
GERÓNIMA: Y escrupulosa.
ESTEFANÍA: ¿Pues, yo no tengo de verla?
GERÓNIMA: Si esa merced se le otorga,
en descansando unos
días
vendrá a serviros.
ESTEFANÍA: ¿Se nombra?
GERÓNIMA: Doña Marta de Barcelos.
ESTEFANÍA:
Y vos el dotor Barbosa.
GERÓNIMA: Como el moreno Juan Blanco,
ellas saldrán por la
posta.
Al
padre [don ÍÑIGO]
Vueselencia ha de
ampararme
en una ocasión forzosa,
donde me va por lo menos
opinión, interés y honra.
ÍÑIGO: ¿Y es la ocasión?
GERÓNIMA: Heme
opuesto,
por los que se me
apasionan,
a la cátedra de vísperas
de Medicina.
ÍÑIGO: ¡Animosa
resolución!
GERÓNIMA: Sígueme
la juventud que me
abona
y algunos graves del
claustro
que son los que solos
votan.
De oposición leo mañana;
apadríneme aquella hora
vueselencia y sus
amigos;
será cierta mi vitoria.
ESTEFANÍA: ¿Pues qué hará mi padre en eso?
ÍÑIGO Iré yo, mi casa toda
y cuantos títulos tiene
esta corte; y si os
importa
hablar votos...
GERÓNIMA: Eso no;
mi justicia, señor, sola
es de quien he de valerme,
que los sabios no
sobornan.
Guarde Dios a vueselencia
en vida de mi señora
y del señor don Martín.
Al
padre [don ÍÑIGO]
Una palabra aquí a solas.
Vueselencia no la trate
en este tiempo de
bodas
que, aunque a don Gaspar
se inclina,
cualquiera acción
imperiosa,
en tiempo que es tan
enfermo
y en complexión
melancólica,
censa la imaginativa,
y es fuerza que
descomponga
la sangre y dañe el
celebro.
Alma quieta y vida ociosa
piden tiempos apestados.
ÍÑIGO: Pondráse todo por obra;
volved a la noche a verla.
GERÓNIMA: Lo que he dicho cene y coma;
y adiós.
ESTEFANÍA: Traed vuestra hermana
a verme, doctor Barbosa.
Vanse las dos, y don MARTÍN
ÍÑIGO: Es notable habilidad.
RODRIGO: Lucidos años, por cierto,
en tal juventud.
ÍÑIGO: Su acierto
es tanto en esta
ciudad
que a él solo se le
atribuye
la común salud que
goza.
GASPAR: Con todo eso, edad tan moza
en medicina no arguye
seguridad al temor,
si es adagio verdadero
que ha de ser mozo el
barbero
y con canas el dotor.
ÍÑIGO: Dícenlo por la experiencia
que adquieren maduros años;
pero excusan de esos daños
el estudio y la
asistencia;
todo el ingenio lo
pasa.
El tiene grande opinión
aquí y yo satisfación
de que visite mi casa;
ved en doña
Estefanía
comprobada esta verdad.
RODRIGO: Mucho hace la voluntad
del enfermo cuando fía
del médico su salud
si tiene fe en él.
GASPAR: Pues yo
no le diera el pulso.
ÍÑIGO: ¿No?
¿Por qué?
GASPAR: Es mucha juventud
para el estudio y desvelos
que pide su ciencia.
ÍÑIGO: Mal
le queréis.
GASPAR: (Será señal Aparte
de que me abrasa de
celos.)
ÍÑIGO: ¿Qué os ha hecho?
GASPAR: ¿Qué? ¿Pues
puede
hacerme a mí mal, señor,
una pizca de dotor?
ÍÑIGO: ¡Y cómo!
GASPAR: ¿A mí?
ÍÑIGO: Cuando os
vede
la cosa que más amáis
conoceréis que es crüel.
GASPAR:
Si no me curo con él
¿qué ha de vedarme?
ÍÑIGO: No estáis
en el caso y es
forzoso
el notificaros yo
lo que aparte me ordenó.
El tiempo anda peligroso
y todo ánimo ocupado
la salud llega a
ofender;
ya sabéis que la mujer
no tiene mayor cuidado
que el casamentero.
GASPAR: Sí.
ÍÑIGO: En llegando a tratar desto
hasta el sueño le es
molesto.
Dice, pues, que como os di
palabra de yerno, en
ella,
puesto que os tiene
afición,
aquesta imaginación
con su sosiego
atropella,
y que la sangre que
cría,
como es sutil y ligera,
y el tiempo enfermo, se
altera
y para en melancolía;
que mientras la peste
pasa
desta pena la excusemos,
en divertirla tratemos
y que vos la habléis con
tasa;
que ociosa y
entretenida
podrá conservar mejor
para otro tiempo su amor.
Ya veis, si estimáis su vida,
que esta receta es
forzosa;
así lo podéis hacer
porque yo he de
obedecer
en todo al dotor Barbosa.
Vase
RODRIGO: Y yo por esa receta
mil gracias a darle voy;
con celos amando estoy,
pasión, si loca,
discreta.
Pues hablarla le
limita
ya le debo este favor;
visitemos al dotor,
celos, que a mi bien
visita.
A
don GASPAR
Todo lo que se
dilata
en amor de prometido
trae, don Gaspar, añadido
de gusto; curarse trata,
triste, vuestra prenda
hermosa;
si su dueño habéis de
ser,
paciencia y obedecer
en todo al dotor Barbosa.
Vase
GASPAR: Para confirmar temores
desta sospecha homicida
basta y sobra el ver que
impida
el médico mis amores.
Mi dama es toda
rigores,
puesto que afable y
piadosa
premiaba mi fe amorosa;
¿qué mucho? es al fin
mujer.
Celos, ya empieza a temer
mi amor al dotor Barbosa.
Cuando no le ve, está
triste,
y en viéndole, toda es gozo;
él es despejado y
mozo;
cúrala, a su pulso asiste;
poco la sangre resiste
si la ocasión la provoca;
si llega y arterias toca,
comunicarále penas;
¿quién vio que amor por
las venas
hablase y no por la boca?
Que la vaya a ver me
quita
porque de mí se divierta;
patente para él la
puerta
que para mí se limita;
¿él una y otra visita
y a mí tanta privación?
Médica jurisdición,
malicioso estoy; ¿qué
quieres
de ocasiones y mujeres,
ella mujer, tú ocasión?
¡Oh médicos, que
inhumanos
con los cuerpos sois,
dejad
las almas con
libertad,
que ya perseguís tiranos!
Dos veces le dio las manos
y a tocarlas le importuna;
envidie amor su fortuna
y llorad desdicha
vos;
él manos de dos en dos,
yo con celos y ni aun una.
Forzaránme mis
desvelos
a hablarle y, no
dispensando
retiros que estoy
dudando,
vengaránse mis recelos.
No hay médicos para celos,
que es incurable y furiosa
la pena que los acosa;
parta visitas conmigo
o llámeme su enemigo
desde hoy el dotor Barbosa.
Vase. Doña GERÓNIMA, de mujer, y
QUITERIA,
con mantos
GERÓNIMA: Quiteria mía, esto pasa.
Solo descanso contigo;
nuevamente mi enemigo
por dama nueva se abrasa;
nuevamente está por mí
loca doña Estefanía,
y, nueva la pena mía,
es viejo mi frenesí.
Todo se imposibilita;
don Gaspar, ciego, apetece
voluntad que le aborrece;
su dama en esto le imita,
pues amándome, ya
ves
cuán incurable es su mal;
amo yo con pena igual
y engañámonos los tres.
¿Cómo hallaré la
salida
de tan encantada
Creta?
QUITERIA: Si no la da algún poeta,
no la esperes en tu vida.
¡Buen fin a
nuestro vïaje
ha dado tu ciego amor,
buena disculpa a tu
honor,
buen fin a nuestro vïaje!
Don Gonzalo está en
Pamplona
peleando y cuanto gana
echando a perder su
hermana.
Yo no sé de qué
blasona
la ciencia en que te
señalas
si a tal locura te obliga;
pero diré que a la hormiga
por su mal le nacen alas.
Tú en Coimbra en
opinión
de otro Galeno; no hay
hombre
que en viéndote no te
nombre
el Hipócrates capón.
Visitas a bulto y
ganas
dineros restituibles;
haces curas imposibles,
matas veinte, cuatro sanas;
ya sabes andar a mula;
ya tiras, que es lo mejor,
gajes de un embajador;
ya en paredes te rotula,
-- aunque en
esto decir puedes
que a la vergüenza te
saca -- ,
tu fama y de puro flaca
la pegan a las paredes.
Das en querer catedrar
de vísperas, o maitines,
con que médicos rüines
no te acaban de envidiar,
sin que haya en ellos
quien hable
en favor de tus recetas,
que en médicos y en poetas
la envidia es sarna
incurable;
y para aliñarlo agora
finges que una hermana
tienes
y que a recibirla vienes;
quiere verla tu señora
y, aunque a todos satisfaces,
nunca acabas de mirar
que en alguno te has de
errar
si tantos papeles haces.
GERÓNIMA: ¿Ves todo eso? Pues de todo
habemos de salir bien.
QUITERIA: Ruego al cielo que no den
con nosotras en el
lodo.
¿Dónde vamos de
mujeres?
GERÓNIMA: A ver a la Estefanía,
causa de la pena mía.
QUITERIA: ¿Pues, qué es lo que enredar
quieres?
GERÓNIMA: Ello dirá.
QUITERIA: Don Gaspar
es aquel, y su crïado.
GERÓNIMA: Tápate.
Tápanse
QUITERIA: Ya me he tapado.
Salen
don GASPAR y TELLO
TELLO: ...sospecho que ha de posar
allí, de donde
salieron
las sebosas
embozadas.
GASPAR: ¿También hay acá tapadas?
TELLO: De Castilla lo aprendieron.
QUITERIA: Nuevas tramoyas comienzan.
[TELLO]: Ya aguardan; hablarlas puedes.
GASPAR: Dios guarde a vuesas
mercedes.
GERÓNIMA: Fidalgo, os anjos vos bençam.
TELLO: ¿Los ajos han de vencer?
¿Pues aquí somos villanos?
GASPAR: Calla.
TELLO: Somos castellanos
y allá no se usa
comer,
sino entre rústicos
bajos,
ese cavador manjar.
GASPAR: En fin, ¿no quieres callar?
TELLO: ¿Por qué han de vencer los ajos?
GASPAR: Los ángeles, majadero,
nos bendigan, dice.
TELLO: Ansí...
¿Los ángeles? Eso sí.
Saca
una mano sin guante doña
GERÓNIMA
GASPAR: ¡Ay, qué mano!
TELLO: De mortero.
Ensébanlas las
hermosas
que en nuestra Castilla
están;
considera tu qué harán
siendo aquí todas sebosas.
GERÓNIMA: Deixai-nos passar diante,
que temos pressa.
GASPAR: Esperad,
y primero me avisad
si es la cara semejante
a esa mano, que ha mil
días
que no la he visto tan
bella.
GERÓNIMA: Ainda melhor.
GASPAR: ¿Mejor que ella?
GERÓNIMA: Nao; me enjeitam zombarias;
ficai, fidalgo, com
Deus;
que nao falo a castelhanos.
GASPAR: Ni yo busco sino manos
que ansí hechizan los deseos;
si es igual vuestra hermosura,
deme esa mano un favor.
TELLO: Come manos mi señor,
que es amante de grosura.
GASPAR: Calla, necio.
[A
GERÓNIMA]
Demos
traza
de que yo dos dedos vea
de cara, que me recrea
vuestro aire.
GERÓNIMA: ¡Tamanha graça!
¿Vindes doido?
GASPAR: Loco vengo
y de pérdida, por Dios.
¿Queréis despicarme
vos?
Amor a una dama tengo
con muchos
inconvenientes.
GERÓNIMA: Se fore desengraçada,
enfadadiza, escoimada,
vós lhe arreganhai os
dentes
a agachar-se-vos-há
logo,
porque com mimos ninguém
de nosoutras quere bem.
Assentai com ela o jogo
desde hoje assim, e
nao cureis
de mais cà nem de mais là.
GASPAR: Quien tales consejos da
diestra está en amar.
¿Queréis
autorizar con la cara
tan sazonado consejo?
GERÓNIMA: ¡Ó, que enfadonho e sobejo!
A
QUITERIA
TELLO: Quitemos esa antipara
también acá, y muestre
a ratos
ribetes vuestra hermosura.
Destápate, ninfa
escura.
QUITERIA: Tirai-vos là, esfola-gatos.
TELLO: Afrentóme; hola, señor,
en lenguaje portugués
esfolagatos ¿qué es?
GERÓNIMA: Dexai-nos ir.
GASPAR: A un dotor
buscaba que vive aquí,
mas después que os llegué
a ver
pienso que no es menester.
De cuantas bellezas vi
en esta corte
ninguna
cuidado de amor me da
y no sé qué me hace acá
vuestro donaire; solo una
hablé en Sevilla,
tapada,
que se os parece no
poco
en el talle; mi amor loco
de medios ojos se agrada.
¡Ay, si fuésedes tan
bella
como voy conjeturando!
¡Si por vos fuese
olvidando
el desdén que me
atropella;
si mi amor, que a
ciegas anda,
se quedase en Portugal;
si fuésedes principal,
si cariñosa, si
blanda!
¡Qué bien mi suerte se
aliña!
¡Qué bien mi amor se
mejora!
Descubrid el sol, señora;
acabad.
A
QUITERIA
GERÓNIMA: Ai mana minha.
GASPAR: Perdonad mi desvarío.
GERÓNIMA: Nao me deis enfadamento.
GASPAR: Lastimaos de mi tormento.
GERÓNIMA: ¿Pois eu, fidalgo, pari-o?
GASPAR: No me paristes, mas sé
que habéis de ser
contrayerba
de una voluntad proterva
que desconoce mi fe.
Su despego me desmaya,
en desdén favores trueca
y, aunque es hermosa, es
muy seca.
GERÓNIMA: ¿É seca? Pois vós regai-a.
GASPAR: Haced lo que os tengo dicho,
que si deste golfo salgo
por vos, a fe de fidalgo
y caballero...
GERÓNIMA: ¡Bom bicho!
GASPAR: ...que si al talle y al olor
la calidad y belleza
corresponde, si nobleza
tenéis, que mude de amor
y de un mayorazgo os
haga
dueño, que en Castilla
heredo.
GERÓNIMA: ¿Morgado tendes?
GASPAR: Toledo
de sus propios me le paga.
GERÓNIMA: De maneira esconjurando
falais, que por
derradeiro,
a fazer o que nao queiro
forçais; vinde-vos
chegando.
Apártanse
los dos
TELLO: (¡Miren allí qué
meollo! Aparte
Tantas quiere cuantas ve.)
A
QUITERIA
¿Yo contigo no podré
tantico?
GERÓNIMA: Catai-me este olho.
A
GASPAR
TELLO: ¿Ojos catas? ¿Es melón?
GASPAR: ¡Qué hermoso negro rasgado,
qué risueño, qué alentado!
No tiene comparación
el sol con él.
GERÓNIMA: Pois catai
estoutro.
De
medio ojo le enseña el otro
GASPAR: Entre dos hermanos
tan bellos y en tales
manos
me pierda yo.
GERÓNIMA: Pois olhai...
mas nao, que é meu
irmao aquele.
Martinha , entremos em
casa.
GASPAR:
¿Vuestro hermano?
GERÓNIMA: Olhai, là pasa.
GASPAR: ¿El dotor?
GERÓNIMA: Meu irmao é ele.
GASPAR: ¿Hay tal cosa?
GERÓNIMA: Cavaleiro,
se nao cuidais d'outra
boda
mostro-vos a cara toda;
olhai, que muito vos
queiro.
Descúbresele
toda la cara y vase
GASPAR: Cara con tal circunstancia
de mi amor es piedra
imán.
TELLO: ¿Vaste?
QUITERIA: A ruar.
Vase
QUITERIA
TELLO: ¿A Ruan?
Esos son pueblos en Francia.
GASPAR: Tello, esta mujer me ha muerto;
desde el punto que la vi
tapada el alma la di
y, ya que se ha
descubierto,
mil almas tener
quisiera
que ofrecerle cada día.
TELLO: ¿Pues de nuestra Estefanía,
qué has de hacer?
GASPAR: Echarla fuera.
TELLO: ¿Y de doña Micaela?
GASPAR: Desterrarla por tirana.
TELLO: ¿Y de nuestra sevillana?
GASPAR: Ni la vi, ni me desvela.
TELLO: ¿Y estotra?
GASPAR: Triunfa imperiosa;
es serafín, no es mujer.
TELLO: Luego habremos menester
desde hoy al dotor
Barbosa.
GASPAR: A darle quejas venía,
mas ya gracias le daré
por la hermana en quien
mudé
memorias de Estefanía.
¿Hay tal mano, rostro
tal,
tal lengua, tanto donaire?
Todo lo demás es aire
con damas de
Portugal.
TELLO:
Del de tus cascos
me avisas,
según a todas acudes;
¡bueno es que en un año
mudes
tres mujeres? ¿Son camisas?
GASPAR: Ellas ocasión me han
dado.
TELLO: ¿Y haste de casar con esta?
GASPAR: ¿Qué sé yo? Si es tan honesta
como hermosa...
TELLO: Estás picado.
Duerme primero sobre
ello
y advierta tu ciego
amor
que es hermana de un
dotor.
GASPAR: Mejor dirás, ángel, Tello.
Sale
doña GERÓNIMA, de dotor, y don
RODRIGO
con ella
GERÓNIMA: También es enfermedad
el amor y, aunque es afecto
del alma cuyo sujeto
es, señor, la voluntad,
como obra por
instrumentos
corporales y es pasión
que asiste en el corazón,
suelen los
medicamentos
hallar cura en la
experiencia,
que el alma espiritual
presa en el cuerpo mortal
obra siempre a su
presencia.
Tómale
el pulso
El pulso tenéis
amante;
si Erasístrato viviera,
fácilmente os conociera;
mas si el mal fuere
adelante,
medios refrigerativos
habrá que ese daño
aplaquen,
sangrías que el fuego
saquen
y antídotos curativos.
RODRIGO: En la pasión que me abrasa,
guardad silencio, dotor.
GERÓNIMA: El médico y confesor
son mudos. ¿Junto a mi
casa
tal bien, señor don
Gaspar?
Téngase por venturosa.
¿Qué mandáis?
GASPAR: Dotor Barbosa...
TELLO: (Barbosa, mas sin barbar.) Aparte
GASPAR: ...de vos sola mi esperanza,
mi vida y mi amor se fía.
GERÓNIMA: Eso a doña Estefanía.
A
TELLO
GASPAR: (No he visto tal semejanza.)
TELLO: (Si son hermanos, ¿qué
mucho?)
GERÓNIMA: Mataréisla si este mes
la habláis; tiempo habrá
después.
GASPAR: Tengo que hablaros.
GERÓNIMA: Ya escucho.
GASPAR: Pero imposibles intento,
que os tengo por
enemigo.
¿Tiene también don Rodrigo
que le curéis?
RODRIGO: No me siento
bien dispuesto de hoy
acá.
GASPAR: La peste pone temor.
RODRIGO: (¿Qué peste como el amor?) Aparte
GASPAR: ¿Vais a casa?
GERÓNIMA: Voy allá.
GASPAR: ¡Qué dello os he menester!
GERÓNIMA: La Estefanía os
apura.
GASPAR: No, dotor, mi muerte y cura
tenéis en casa.
GERÓNIMA: A entender
os dad.
GASPAR: Son ansias
secretas.
TELLO: Deben de ser almorranas.
GERÓNIMA: Drogas enfermas y sanas
tiene mi ciencia en
recetas.
Mirad que me habéis de
honrar
los dos en mi oposición,
porque me va la opinión.
RODRIGO: ¿Pues eso habéis de dudar?
GERÓNIMA: Venid.
GASPAR: ¡Notables sucesos!
TELLO: Sepa, señor dotor tilde,
que en la parte más
humilde
me matan nueve diviesos.
GERÓNIMA: Pues luego al punto se sangre.
TELLO: ¿Son postemas?
GERÓNIMA: Sospechosas.
Echaos luego cien
ventosas,
sacaos veinte onzas de
sangre.
TELLO: ¿Esas son onzas o tigres?
¿Veinte? ¿Y cien ventosas?
GERÓNIMA: Sí.
TELLO: ¿Soy yo buey?
GASPAR: Ello, hazlo ansí
si quieres que no peligres.
TELLO: ¡Cuerpo de Dios! ¡Veinte y
ciento!
No habrá, recetas
barbosas,
viento para cien ventosas
en cien molinos de viento.
Vanse
FIN
DEL ACTO SEGUNDO
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