Índice | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
Carlos Garulo
El latido del bosque

IntraText CT - Texto

  • G É N E S I S LIBRO DE ORÍGENES Y GERMINACIONES
    • PORQUE ANTES EL AMOR YA ALUMBRÓ SU MILAGRO Llegan los hijos
      • [EN LA ORILLA DEL LAGO]
Anterior - Siguiente

Pulse aquí para desactivar los vínculos a las concordancias

- 67 -


[EN LA ORILLA DEL LAGO]

 

 

UNA VEZ FUE A LA ORILLA DE UN LAGO17, CON LAS REDES

de pescar en las manos y la brisa, envidiosa

de la luz que invadía las puertas de unos ojos

cerrados mudamente ante el misterio:

una voz desde fuera que caminaba dentro,

un nombre pronunciado –como un rumor de pasos

que te siguen de cerca, y tú te giras–,

una señal discreta –como un guiño–,

y un silencio denso esperando respuesta.

 

De abandono murieron los aperos

de pescar en la arena.

 

                       

    AL RETOMAR el paso,

se oía el movimiento de la luz

en el temblor del alma y en el crujir del miedo.

Con la ansiedad, que iba purificando

la espesura de bosques interiores

al fuego lento de la incertidumbre,

se eclipsaban recuerdos de un pasado

escrito con rutinas de barcas y de peces,

y las cuatro monedas de su venta.

 

Fingía la verdad jugar al escondite

con las nubes y la naranja a gajos

de la luna en el lago, distraída.

Sin embargo, la vida acrecentada

reventaba por sus capullos nuevos.

 


- 68 -


El mar ya no era un cuerpo que se aferra

a unos misterios náufragos, cosidos

tantas veces con los hilos del agua

y una aguja de quillas vacilantes.

Era camino de palabra cierta

como la herida abierta de su estela.

Testamento –de redención y alivio

que entregar a otras manos con las propias.

Mirada que persigue al horizonte

y taladra su cuerpo, como el cuerpo amoroso

de la tarde que insiste perpetuándose

en la nobleza oscura de la noche.

 

Fatigas y tristezas que reposan en fiesta,

abundante de cítaras y música,

y en el banquete espléndido de ritos

con el crujir del pan recién cocido

y el vino redimido en los lagares

por la precocidad del sufrimiento.

En la ebriedad, parecería justo

sentirse como dioses con la azada

y el sudor por los trabajos ímprobos

de redimir al mundo del vacío

–de redimir al mundo del silencio,

de ponerle en la boca una palabra–,

y sentarse a la mesa de invitados

a recordar con ellos los tiempos más remotos,

aquellos cuando todo surgía de la nada,

 

cuando había un clamor irrefrenable

 

pidiendo redención en todas las instancias.






17 (pág. 61) Invitación de Jesús a sus primeros discípulos a seguirle: cfr. Evangelios de Mateo 4, 1822; Marcos 1,1620; Lucas 5, 111.

 





Anterior - Siguiente

Índice | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2008 EuloTech SRL