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[PROCESIÓN]
LAS
CALLES SON TRAZADO INCONFUNDIBLE
del andar
conmovido de este cauce
de fe que
serpentea. En cada esquina
se confirma y se
acrece la certeza
que proclaman los
labios insistentes del fuego:
Auxilium
christianorum.
Todo es mar de
milagros encendidos
y señales de
alerta
en esta sinfonía
peregrina:
los pasos que
caminan al compás
de historias
redivivas, la garganta
del gozo, los
innúmeros ojos a la orilla
que baten alas
blancas como en éxtasis,
los labios que
musitan –ellos sabrán qué salmos–
al ritmo solitario
de los propios
pensamientos y
amores, estandartes
al viento,
primavera con diluvio de pétalos
estallando por
todas las ventanas,
las luces
infinitas que alimentan
sus voces con la
miel de la abeja y que vacilan
en las manos del
fervor y del viento,
la letanía propia
de un reguero
de cera por las
calles como certificado
de un latido
incesante:
Ora pro nobis.
Las calles traen
trazos de un aliento
que cunde y que
conforma unos nuevos paisajes
en la ciudad26
con rostros de color, con inédita
música de
lenguajes, de costumbres
de gueto, de
sospechas. - 75 -
Auxilium christianorum:
insistente es el
eco desde el lecho del río.
El sabor,
impreciso. La incertidumbre, nueva.
Tan sólo el
terciopelo de este atardecer
apaga con sordina
los contrastes,
y el filo cruel de
sus aristas lima.
Marea de
indigencia persistente
deja en estas
orillas a los hijos
del naufragio de
naves incendiadas
en Lepanto27,
del fiero poderío
de guerreros
frenados ante Viena.
Abriendo el
horizonte a futuros inéditos,
las antiguas
victorias y derrotas
insisten como
rueda de molino.
VIVAN
LIBRES DEL fuego y de la espada
los recuerdos28.
Invoquen las heridas
el abrazo del
bálsamo y la paz.
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