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[VELA DE
ARMAS]
VIVEN EN EL VENERO
DE SUS OJOS
las
redes de pescar hirviendo siempre en olas.
Basta
la voz vibrante de un heraldo o profeta34
y
despierta la urdimbre de sus hilos:
se
aprestan las espadas y rezuma
el
encanto como en paredes húmedas.
Lo demás está
escrito en los antiguos
libros de
caballeros: el decidido sí
de
un generoso alistamiento en filas,
el
rito del adiós como una vela de armas,
la
proclama y consigna de nobles ideales,
el
seco espaldarazo del acero,
fascinación
en todas las miradas y abrazos,
la
imagen del momento consagrada al recuerdo35.
Los
jóvenes jinetes se encaraman
a
la altura incendiada de las crines
de
corceles que parten con la furia
de
los rayos.
El viaje será largo.
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