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[SÚPLICA]
REGRESA
EN VIDA, RÍO, A LA VERDAD
de tu lejana
fuente. Cálzate las sandalias.
Acelera tus pasos.
–Porque aún refresca el salto.
A cuestas con su
tienda, que se curte
con frágiles
fragmentos pasajeros
del agua, aún
camina
despierto y
disponible como un nómada.
Nadie muere de sed
porque su entraña
de canto
balbuciente
le dude entre las
manos al lecho que lo ciñe
sin refrenarle el
brío o, ajena, se distraiga
con la moneda
falsa del ensimismamiento.
Sentir en el
transcurso de la noche
la desnuda
respuesta del «volver a nacer»8,
como un milagro
atípico, desenmascara siempre
el cinismo de
búsquedas andadas
sin demasiada y
clara convicción
al amparo seguro
del sigilo
y de la oscuridad:
se hace patente
el miedo que
disuade de aventuras:
mejor seguir en
pie con los maderos
que apuntalen los
techos y paredes,
con andamios que
exhiban la apariencia
de unas alas que
crecen y la gloria
de ropa remendada
tendida en los balcones
que arriesgarse al
parto y al milagro
de comenzar de
nuevo de la nada
para que brille
nítida
la mano misteriosa
que lo rige
sin que distraigan
ritos
con virutas de
gloria
y volutas de
incienso pero muertos.–
REGRESA,
RÍO, a la verdad y deja
que los juglares
vivan de tu historia.
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SÓLO
UN VIENTRE se abría pronunciando
una firme
esperanza con sus labios.
NO
DEJES QUE te ignore la
esperanza.
Suplica que te
habite en lo más íntimo.
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