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Carlos Garulo
El latido del bosque

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  • G É N E S I S LIBRO DE ORÍGENES Y GERMINACIONES
    • EL CIELO FINALMENTE SE HACE TECHO Se abre casa
      • [PASCUA]
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[PASCUA]

 

 

QUE SE FRENE EN LA PUERTA EL ALBOROZO

atropellado, ansioso, de esa chiquillería,

de tanta flor silvestre desterrada

que pugna por entrar en una patria.

 

Que descalce su duda temprana de vivir.

 

Que deje la sandalia errante en el umbral:

¡tierra sagrada es ésta!

 

       Y así  el voto encendido

de una puerta abierta será zarza

ardiendo para siempre sin que nadie

nos explique el milagro inexplicable.

 

 

AHORA ES EL MOMENTO de la voz de lo alto

que confirma: hoy es Pascua,

el gran día del triunfo, del milagro,

 

cuando el cielo, finalmente, se hace techo.12






12 (pág. 53) El fortuito encuentro con Bartolomé Garelli el 8 de diciembre del 1841 confirmó a Don Bosco en la idea de crear su propio oratorio o centro juvenil no vinculado a una parroquia concreta: había tantos muchachos como Bartolomé que ni siquiera se asomaban a las iglesias o a sus organizaciones... Pasando por las calles y plazas del centro de Turín, invitaba a todos los chicos que encontraba a reunirse con él y con otros muchachos. Se daban cita en algún sitio para el domingo siguiente. Perseguía así su objetivo social y educativo de liberarlos de la soledad y del anonimato en los que la ciudad les sumergía, de tratarlos como personas, de enseñarles los fundamentos de la fe con palabras comprensibles: todo ello a partir de la compañía, el juego y la amistad.

Desde el otoño de 1844 Don Bosco los reunió donde pudo y le dejaron: a la sombra de un centro de asistencia social en el que él mismo prestaba sus servicios, junto a las tapias de un cementerio, en unos molinos o en los prados a las afueras de la ciudad. Pero en ningún sitio eran bien recibidos y de todas partes los echaban como algo inaguantable.

Por eso el día de Pascua del año 1846 se recordará como una victoria. Don Bosco había conseguido alquilar a un tal Pinardi el cobertizo de una casucha de campo, fuera de la ciudad, junto a la ronda donde se ahorcaba a los ajusticiados y, por más señas, entre una casa de citas y un cementerio por compañías más próximas. Pero, por fin, podía poner allí los pies con sus chavales. Bien poca cosa era, mas en adelante nadie les echaría de allí.

No será difícil imaginar el contento que les invadió. Era como un anticipo de casa para quien casa quería dar a los que no tenían. Primero se trae del pueblo a su madre Margarita para que le eche una mano y les haga de madre. Al año siguiente hospeda como puede al primer chaval que pide ser acogido. En 1851 acaba comprando la casa entera porque todo va resultando pequeño. Con tan mala fortuna que un año más tarde se viene parcialmente abajo a causa de la explosión de un polvorín cercano.

La nueva construcción, sobre la horma de sencillez de la primera, verá crecer la obra de Don Bosco, primero en Valdocco, luego en otros barrios de la ciudad de Turín, más tarde en el Piamonte y en Italia, en algunos países de Europa y América, hoy en todo el mundo. Desde entonces y para siempre, en el argot salesiano se habrá aquilatado la palabra «casa» como sinónimo más preciso para designar cualquier otra obra de carácter social, educativo o pastoral. La Casa Pinardi se hace casa de familia, porque la educación ha de ser cosa del corazón.

 





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