Salen
el PUPILO y MANUELA Escamilla
MANUELA: ¡Deténgase, por Dios!
PUPILO: Pierdo
el sentido.
¿A
quién esta desgracia ha sucedido?
¡Vive
Dios!
MANUELA: ¡Bueno está, por vida
mía!
PUPILO: ¡Qué cuando con mi pobre
compañía,
vengo a Madrid ufano,
a recibir mil honras de su mano,
me suceda este azar!
MANUELA: Diga ¿qué
ha sido?
PUPILO:
Loco estoy, ciego
estoy, estoy corrido.
MANUELA: Sepa la causa pues.
PUPILO: No sé
decilla.
MANUELA: ¿Es por qué le ha faltado
Malaguilla,
que por estar el arpa algo achacosa,
la primavera la purgó con Rosa?
PUPILO: ¡Peor!
MANUELA: Ya yo adivino su cuidado;
es porque el buen Gaspar nos ha faltado,
que siendo de los tonos el contraste,
con mil letras de cambio ha dado al traste;
que está ya que se arruga,
en un tono que puso hizo esta fuga.
PUPILO: ¡Mucho peor!
MANUELA: Pues, diga ¿en qué topa?
¿Es porque le hace falta
Pocarropa?
Que aunque nos ha dejado
ya la pena pago de su pecado,
como es Melocotón, si bien lo advierte,
por poco no te manda.
PUPILO: ¿Quién?
MANUELA: La
muerte.
PUPILO: Mayor mi pena es.
MANUELA: Si no me
engaño,
de Francisca Verdugo el mal extraño,
le tendrá de esa suerte.
PUPILO: Nada de eso.
MANUELA: ¡El demonio que lo
acierte!
PUPILO: Lo que me trae absorto, loco y
ciego
es ver que, apenas a esta corte llego,
cuando Juan de la
Calle y Juan González,
y, en fin, mis compañeros, aunque pocos,
en un ensayo se me han vuelto locos.
MANUELA: ¿Locos? ¿Qué dice?
PUPILO: ¡Oh, pese a mi
ventura!
Con el
más raro modo de locura
que se ha visto jamás, porque Escamilla
ha dado en que es Maestro de Capilla;
Juan de
la Calle,
loco mas profundo,
que es Felipe Segundo
y Juan González, que es en todo extraño,
en que ha se ser autor aqueste año.
Porque
afirma que dice el calendario,
no mirado lo poco que aprovecha,
que este año habrá de autores gran cosecha;
de suerte que los chicos y los
grandes,
los
mozos de hato y los apuntadores,
están
rabiando ya por ser autores.
¡Esto me desespera!
Y el
frenesí ha cundido, de manera
que hasta el Capón me dijo el otro día
que ya no puede estar sin compañía.
Pero
Juan González ha llegado.
Sale Juan GONZÁLEZ contando por los dedos
MANUELA: ¡Bravo rato tendremos!
PUPILO: ¡Extremado!
Amigo
Juan González, ¡bienvenido!
¿Qué
tenéis que venís tan divertido?
Decidme, ¿no hay más quimeras, más enredos?
MANUELA: Hay que viene rezando por los
dedos.
GONZÁLEZ: Primera dama es ésta, lindamente;
para segunda, estotra es excelente;
tercera es
cosa clara...
MANUELA: ¡Linda
flema!
Hombre,
éste es dedo y esa dama es yema.
GONZÁLEZ: ...primer galán, segundo...
PUPILO: ¿Hay
tal porfía?
MANUELA: ¿Quién habrá, que de verle no se
ría?
GONZÁLEZ: ...pequeños son
de cuerpo...
MANUELA: ¡Eso
está llano!
Que son
como los dedos de la mano.
PUPILO: ¡González, oíd por vida mía!
GONZÁLEZ:
¡Jesús, que poderosa
compañía,
vive Dios que hará raya!
PUPILO: ¿Hay
tal enfado?
MANUELA: Oiga, que agora lo verá cantado.
Canta
Que
hará raya no dudo,
si le repara
en que a su compañía
la trae en palmas.
PUPILO: ¿Es posible que deis amigo mío
en tan gran desvarío,
cuando todos se están riendo?
GONZÁLEZ: Señor mío de mi alma, yo me
entiendo
PUPILO: ¿Qué locura es aquesta? ¿Hay tal
porfía?
Vos, en tan malos tiempos
compañía,
mirad
que es la verdad ésta que os pinto,
dejad esta locura.
GONZÁLEZ: Carlos Quinto,
la vanidad te engaña.
Ser hoy autor
es la mayor hazaña.
Vase
PUPILO: ¡Juan González, amigo!
MANUELA: Linda
traza
para volver, dejalde.
Dentro
VOCES: ¡Plaza,
plaza!
Sale VILLALVA de alabardero delante y detrás
Juan de la CALLE
MANUELA: Otro loco tenemos, ¿hay figura
más extraña? Qué paso, qué mesura.
PUPILO: ¡Juan de la Calle, amigo!
MANUELA: Verle es
vicio.
PUPILO: ¡Ea! ¡Por Dios, volved en
vuestro juicio!
Dejad,
pues a esos pies estoy postrado,
esa locura.
CALLE: Yo tendré cuidado.
PUPILO: Tened, por vida mía,
lástima de esta pobre compañía,
que en vosotros su remedio estriba.
CALLE: Yo haré que suba la consulta
arriba.
Canta
MANUELA: Siempre aquestos papeles
le gustan mucho,
pues haciendo terceros,
hace segundos.
Dentro
ESCAMILLA: ¡Dejadme entrar!
MANUELA: Aquéste es
Escamilla.
Sale ESCAMILLA de estudiantón sucio con un
bonete grande
ESCAMILLA: ¿Quién impide a un Maestro de
Capilla,
que hace doctos a tantos escolares?
Vaya un poco de solfa andares:
sol, fa, mi, re.
PUPILO: Donoso
majadero.
Posible
es que aprenda, el buen Romero,
sólo un punto de solfa; es un neciazo,
un idiota, un mastín, un gorronazo.
Habla
en tiple
¡Oye usted, señor mío! Menos
quejas,
mas que le alargo un palmo las orejas.
Ninguno
de nosotros está diestro.
Habla en tiple
ESCAMILLA: Aprendan, noramala, del maestro,
porque un sol, fa, mi, re, lindos despachos,
es cosa que cantan los muchachos.
Canta
En la calle de Atocha
vive mi dama,
sol, fa, mi, re.
Yo me llamo Bartolo
y ella Catania.
sol, fa, mi, re.
PUPILO: ¡Escamilla!
ESCAMILLA: ¿Quién es?
PUPILO: ¿Hay
desvarío
semejante? El Pupilo.
ESCAMILLA: Señor mío,
si quiere acomodarse, y eso pasa,
yo recibo pupilos en mi casa.
Canta
MANUELA: Ya no hará buen gracioso,
si de esta libra,
porque tiene sus gracias
en capilla.
Salen ISABEL de Gálvez, JERÓNIMA de
Olmedo y toda la compañía menos los tres locos
ISABEL: Señor Francisco García
escúcheme un rato atento
y no se
canse, porque
algo apasionada vengo.
Yo soy Isabel de Gálvez;
fuera
de Madrid, he
hecho
primeras
damas, tan bien,
como cuantas las hicieran
antiguamente en Palencia
y en Burgos. Mi nombre eterno
tiene esculpido la fama
en las láminas del tiempo,
si piensa que, ahora, en Madrid,
he de perder mi derecho,
y que a Francisca
Verdugo
se ha de rendir mi ardimiento,
mi vanidad y mi orgullo.
Se engaña, porque, primero,
a los celestes cambiantes,
ese hermoso pavimento
a quien tachona la noche
de estrellas y de luceros,
de sus ejes desasido
se moverá de su centro,
que me rinda su brío,
su gala, su despejo.
Y, si,
acaso, sus achaques
le dan lugar para ello,
y no es muerta, como dicen,
salga y verá, cuerpo a cuerpo,
que yo sola, con mis gracias,
competir con ella puedo.
Mire Francisco García,
lo que
se ha de hacer en esto
y respóndame al punto,
porque la
Gálvez
basta que supla ausencias,
no enfermedades.
JERÓNIMA: Digo que tiene razón,
pues si miramos al duelo,
fuera de Madrid conmigo
hace papeles primeros
y lo he tenido por bien
tocándome a mí el hacerlos.
Esto,
según la Gálvez,
tiene buen pleito,
pues le ha dado
la gala
la flor de Olmedo.
PUPILO: Señora Isabel de Gálvez,
Francisca Verdugo es cierto
que está muy mala y así,
desde aquí, juro y protesto
que haga usted primeras damas,
pero, aunque yo venga en ello,
hay un grande inconveniente.
ISABEL: ¿Cuál es?
PUPILO: ¡Que mis compañeros,
están locos!
ISABEL: Nada tema,
que yo me
obligo a volverlos
a su antiguo ser a todos,
con mi voz y su instrumento.
PUPILO: Pues, ¡viva Isabel de Gálvez!
MANUELA: ¡Yo lo afirmo!
JERÓNIMA: ¡Yo lo apruebo!
Suena en el patio un clarín
PUPILO: ¡Mas qué sonoro clarín
turba en repetidos ecos,
con mal formados avisos,
la monarquía del viento!
TODOS: ¡Isabel de Gálvez viva,
por primera te queremos!
Sale por el patio a caballo FRANCISCA Verdugo con
espada y
sombrero de plumas
FRANCISCA: ¡Esperad viles cobardes,
que hay mucho que hacer en eso!
Fementidos compañeros
que, con alevoso estilo,
para sepultarme en vida
tomáis por achaque el mío.
Ya estoy buena, ya mis males
cesaron,
que, en mi cariño,
para servir a Madrid
son las
congojas alivios.
¡Aleves, falsos, traidores!
Escuchad, que a todos digo,
y,
sin ser don Diego Ordóñez,
os reto y os desafío,
de sol a sol en campaña,
con este acero que ciño.
Os
espero, salid todos
a combatiros conmigo
y, si el temor os detiene,
si os acobarda el peligro,
bien podéis meter socorro
de autores ultramarinos.
Traed a
Castro y a Juan Pérez,
"Los conformes" y a Francisco
de la Calle,
venga Acuña,
que pesa por todos cinco.
Y, si os pareciere pocos,
salgan los fuertes caudillos,
los
primeros, los mejores,
que
en aqueste pueblo mismo,
con tan grandes compañías,
igualmente han competido.
Reto a
Rosa solimán,
aunque venga prevenido
contra
el veneno que exhalo,
y el contagio que respiro
de la virtud del Romero.
Reto al
mismo Osorio, al mismo
Hadrián
y a todos cuantos
con sus parciales y amigos;
aunque la
Quiñones sea
general nunca vencido
de sus tropas, y la
Prado
rija con igual dominio
sus escuadrones, que son
poco embarazoso a mis bríos
un ejercito de Rosas
de Osorios, y Pupilos.
Y tú,
oh Gálvez, que te pones
en competencias conmigo
y quieres con mis papeles
llevarte el aplauso mío,
¡sal a
campaña! que en ella
darte a entender solicito,
que yo sola en estas tablas
el amparo he merecido
de Madrid, y que te engaña
tu arrogancia y tu capricho.
¡Ea! Valientes mosqueteros,
mis
agravios os intimo.
¡Ea! Honor de Capadocia
de ti mi venganza fío.
Mueran aquestos rebeldes,
que yo,
por vuestro caudillo,
me
pondré delante al riesgo,
si me aplaudís con un vítor.
PUPILO: Francisca Verdugo heroica,
¡escuchadme!
FRANCISCA: ¡No he de oíros!
PUPILO: ¡Advierte!
FRANCISCA: Es cansarte en vano.
.................. [ -i-o].
PUPILO: En Valladolid, me dieron
de tu enfermedad la nueva
y ésta la ocasión ha sido
de dar a Isabel de Gálvez
tus papeles.
ISABEL: No me rindo
a
dejarlos, que con ellos,
en Burgos, he merecido,
Palencia y Valladolid,
mil aplausos, y confío
de Madrid y su grandeza
lograr los favores mismos,
y en señal de que sabré
defenderte lo que he dicho:
toma aquese guante.
FRANCISCA: Espera,
Apease del caballo y sube al tablado por un palenque
que ha de haber
desde los taburetes
que ya previene mi brío,
con la razón y el acero,
vengar los agravios míos.
ISABEL: ¡En este sitio te aguardo!
FRANCISCA: ¡En el verás tu castigo!
Llega FRANCISCA Verdugo con la
espada en la mano e
ISABEL de Gálvez le saca la
espada al PUPILO, riñen
y él se mete en
medio
ISABEL: Este acero te responde.
PUPILO: ¿Hay tan gran desatino?
¡Francisca!, ¡Isabel!, ¿Qué es esto?
FRANCISCA: Pues, ¿cómo traidor Pupilo
te opones a mi venganza?
ISABEL: ¿Tú, que la culpa has tenido,
embarazas nuestros duelos?
Péganle ambas
PUPILO: ¡También han perdido el juicio!
Canta MANUELA
MANUELA: Tengan que esta pendencia
sin duda ha sido,
más que sobre su duelo,
sobre el Pupilo.
JERÓNIMA: Cesen ya vuestras contiendas
y escuchadme.
ISABEL: Sólo elijo
hacer
las primeras damas
o
reñir.
PUPILO: Pues no he podido
obligaros,
ved que espera
con su amparo, y con el mismo
favor y aplauso que siempre
nuestra fe lo ha merecido,
la gran Madrid.
Salen los locos
TODOS: Ese hombre
nos ha vuelto nuestros juicios
para echarnos a sus pies.
ISABEL: Y yo, a sus plantas, confirmo
tu
amistad y los papeles
te vuelvo.
FRANCISCA: Yo los admito
para servir a Madrid,
y humilde le sacrifico
mi voluntad, mis deseos,
mi atención y mi albedrío.
Canta ISABEL de Gálvez
ISABEL: Aunque el juicio en su nombre
cobramos todos,
de
Madrid los favores
nos
vuelven locos.
PUPILO: Corte insigne.
FRANCISCA: Heroica villa.
GONZÁLEZ: Centro...
JERÓNIMA: Esfera...
ESCAMILLA: Albergue...
CALLE: Archivo...
PUPILO: ...de la hermosura y la gala,
FRANCISCA: ...de las armas y los libros.
ESCAMILLA: Carísimos mosqueteros,
que muy rectos y ministros
al semblante de los bancos,
juzgáis nuestra causa a gritos:
Canta MANUELA
MANUELA: Si le dais apellido
a la
Compañía,
sea el de las victorias
no el de los silbos.
PUPILO: Cazuela, donde mil damas,
de menos de veinte y cinco,
se hacen mujeres de llaves
con que nos abren a silbos.
Canta MANUELA
MANUELA: Dejen los llaveros
todos en casa,
que jugar
esa pieza
no es de las damas.
FRANCISCA: Grada, aposentos, desvanes,
donde muerde sin rüido
la censura entre dos luces,
de medio ojo el capricho.
Canta ISABEL
ISABEL: Nadie con los desvanes
se ponga en quintas,
porque lo que censura
viene de arriba.
PUPILO: Con la misma compañía
que salí, vuelvo a serviros.
En
lugar de Malaguilla,
Melocotón y su amigo
Gaspar,
todos tres bermejos,
que por eso me han vendido,
viene conmigo Gregorio,
su voz habéis aplaudido
mil veces en estas tablas.
La
falta de los amigos,
por serviros, supliremos
entre todos, persuadidos
que, en vuestra grande clemencia,
hallará amparo y asilo
esta humilde compañía.
Y así
postrados,...
FRANCISCA: ...rendidos,
ISABEL: ...al sabor,
GONZÁLEZ: ...a la piedad,
ESCAMILLA: ...al amparo,
JERÓNIMA: ...al patrocinio
PUPILO: ...de vuestros heroicos pechos,
FRANCISCA: ...os rogamos,
PUPILO: ...os pedimos,
TODOS: ...que perdonéis nuestras
faltas
y admitáis nuestros servicios.
FIN DE LA LOA
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