SEGUNDA JORNADA
Salen MICOL y ANA, criada
MICOL: En
efecto, ¿es pastor
quien al
gigante ha vencido?
ANA: Mostró
singular valor.
MICOL: Mi
inclinación ha traído
en
competencias Amor.
Oyendo
una voz divina,
cobré
afición peregrina
a un pastor que sol me llama;
y, oyendo
de éste la fama,
Amor con
ella me inclina.
¡Mira,
qué ciegos errores!
ANA: Digo que
son tus amores...
mas dije, amores andados...
de linaje de ganados
que anda en poder de
pastores.
MICOL: ¿El
nombre del que venció
acaso te
ha dicho alguno?
ANA: Pienso,
señora, que no;
mas, ¡si
fuesen ambos uno?
MICOL: No soy tan
dichosa yo.
ANA: Una hija ha prometido
a este
pastor que ha vencido
el rey.
MICOL:
Amor me acobarda.
ANA: Y capitán
de la guarda
es ya.
MICOL:
Bien lo ha merecido.
ANA: Jonatás
sale acá fuera;
retírate.
MICOL:
¡Quien supiera
el nombre
de este serrano!
Salen JONATÁS y DAVID
JONATÁS: El vestido
cortesano
te está
bien.
DAVID:
Si tuyo era,
¿cómo
puede estarme mal?
JONATÁS: Miro en tu
fisonomía,
David, aspecto real;
si fueses rey, yo sería,
pues soy tu amigo, tu igual.
DAVID: Si el
reino te está guardado,
yo debe
ser tu crïado.
JONATÁS: Si te
miro, me suspendo,
y el alma
me está diciendo
que has de
verte en alto estado.
MICOL: (Amor,
¿qué es esto? Yo creo
Aparte
que im genes son y antojos
formados de mi deseo,
o son espejos mis ojos
en que mi
propia alma veo.
Éste es
sin duda el que espanta
al mundo y
quien la garganta
cortó del
gigante ya,
y éste
mismo es quien me da
gloria y pena
cuando canta.
Loco de
placer estoy;
mi alma
siento lozana).
JONATÁS: David,
pues tu amigo soy,
y el rey
te ofreció a mi hermana,
a
suplicárselo voy
de tu
parte.
DAVID: Si me obligas
con
acciones tan amigas,
hacerme tu
esclavo intentas.
JONATÁS: Amor manda
que lo sientas,
pero que
no me lo digas.
DAVID: Soy tu
imán, tú eres mi polo.
JONATÁS: Deja razones sutiles.
Vase
JONATÁS
ANA: Ya tu
pastor queda solo.
MICOL: Si le
vieran los gentiles,
pensaran
que era su Apolo.
ANA:
Gallardo es su talle, a fe;
merece que
el rey le dé
en su casa
un grande cargo.
MICOL: Si a
mostrarle amor me alargo,
hazme
señas.
ANA:
Toseré.
MICOL: ¿Sois
acaso el vencedor
de los gigantes?
DAVID: (Amor, Aparte
pues que me diste ventura
para ver
esta hermosura,
dame tu
aliento y favor).
Señora,
entre mis trofeos
más fuerte
y dichoso fuera,
si
venciendo filisteos,
mis enemigos venciera.
MICOL: ¿Y cuáles son?
DAVID:
Mis deseos,
pensamientos arrogantes,
al que
maté semejantes
a sentir
en mí comienzo,
y en tanto
que estos no venzo,
yo no he
vencido gigantes.
Creciendo van cada día
con el
alma en la memoria,
que los engendra y los cría
un casto amor en la gloria
que
vuestro cielo me envía.
ANA: No
respondas a eso, calla.
MICOL: Es el
vencer mucha gloria.
DAVID: Si eso es
gloria, es vos se halla.
MICOL: ¿Cómo?
DAVID:
Porque es la victoria
el precio
de la batalla.
Para
verse coronado
suele
embestir el soldado
como furiosa leona,
y así es
el premio y corona
que en la
victoria le ha dado.
Por
ganar vuestro favor
mató al
gigante la diestra
de este
músico pastor,
y así la
victoria es vuestra
aunque he
sido el vencedor.
MICOL: Ninguna
parte me dio
el cielo
en esta victoria.
Póngase a los pies ANA para toser
DAVID: Tenéis más
parte que yo,
porque en
efecto es más gloria
el vencer a quien venció.
Tose ANA
MICOL: ¿Hablé
palabra yo agora?
¿Para qué
toses?
ANA:
Señora,
la mujer
que escucha amores
cerca está
de dar favores.
MICOL: Con
modestias enamora.
No es
escucharle favor.
¿Cómo vos,
siendo un serrano,
habláis y
sentís mejor
que el
discreto cortesano?
DAVID: Mueve mi
lengua el Amor.
Tose ANA
MICOL: Pues,
¿qué he dicho?
ANA: Es la alabanza
indicio de
ser querido,
y suele
dar esperanza.
MICOL: Mas esta
vez has tosido,
porque
ésta es buena crïanza.
¿Amor
vuestra lengua mueve?
DAVID: Todo a su
poder se debe,
que con
dulce amor süave
el hombre
bárbaro sabe
y el que
es tímido se atreve.
MICOL: Pues
ciencia y atrevimiento
del Amor
el hombre alcanza,
decid vuestro
pensamiento.
ANA: ¿Y aqueso
es buena crïanza?
MICOL: Yo lo
enmendaré al momento.
El
pensamiento decid
a mi padre
porque os den
el premio
de vuestra lid.
¿Enmendélo
bien?
ANA: Muy bien.
DAVID: Y si se
atreve David
sin
primero conquistar
vuestro
gusto, ¿no es errar
la
atrevida pretensión?
MICOL: Igual es
la inclinación.
ANA: ¿Y eso se
podrá enmendar?
DAVID: (Prendas me ha dado y señales Aparte
de
inclinaciones iguales.
¡Animo,
altivo deseo!)
Como en esos ojos veo
las esferas celestiales,
busco la estrella divina
que tanta
hermosura inclina
a cortos
merecimientos.
MICOL: Siendo
vuestros pensamientos
como mi
amor imagina,
fuerza
de méritos fue,
no de estrellas; y jüeces
los mismos ojos haré.
ANA: Si he de toser tantas veces,
con asma
pareceré.
Aunque
ya no hay que avisar,
todo el
corazón mostraste.
MICOL: No sabe el
Amor callar.
DAVID: Tu merced
inmensa baste,
que no la
sabré gozar.
MICOL: (Darle
quisiera esta banda Aparte
pero la
razón me manda
que más a
mi honor acuda.
De esta
suerte estará en duda;
si la doy,
en puntos anda
mi amor
de no ser modesto).
David,
pues el cielo os dio
discreción
y amor honesto...
Deja caer la banda
DAVID: Esta banda
se os cayó.
MICOL: Hablad a
mi padre en esto.
Ya
sabéis que tengo hermana
y de la
victoria ufana
vuestro
premio podrá ser;
y así
podéis escoger
otra luz
más soberana.
DAVID: (Así
sabré si la dio). Aparte
Esta banda
se os cay¢.
MICOL: Y también
debéis notar
que ha sido
galantear
todo
aquesto, y amor no;
porque
tengo exento el cuello
de las
licenciosas llamas
del Amor
tirano y bello...
DAVID: ¿No la
tomáis?
MICOL:
...que las damas
tratan de
amor sin tenello.
DAVID: Ésta es
vuestra.
MICOL:
Y si otro día
veros
pudiere, os veré
con la
misma cortesía.
Vase MICOL
DAVID: Pues no la
quiso y se fue,
favor
es. La banda es mía.
Fortuna, el cielo, el amor
hoy
levantan un pastor
a la
esfera de la luna;
mas, ¿qué
amor, cielo o fortuna
sino mi
eterno criador?
Gracias
te doy infinitas,
Santo Dios, por mi victoria.
Salen
SAÚL y JONATÁS
SAÚL: (Envidia y rabia vomitas Aparte
en mis ojos con la gloria
que por un
pesar me quitas.
Todo el
pueblo le bendice,
y a las hazañas que hice
las de David adelanta:
dulces
canciones le canta;
mil
alabanza le dice.
Su fama
será homicida,
pues, sin
razón y sin ley
le pienso
quitar la vida).
DAVID: Si es la
palabra del rey
ley, una
vez prometida,
señor,
a Micol me da,
pues que pacto tuyo fue.
Nobleza en mí se hallará.
Hijos soy
del gran Jesé
y del
tribu de Judá.
Si me cumples mis deseos,
traeré doscientas cabezas
de soberbios filisteos.
Despojaré las riquezas
de sus bárbaros trofeos.
Navegaré el mar profundo
por el oro
sin segundo
del
cabello de Micol.
Émulo seré
del sol
y daré
vueltas al mundo.
Traeré
a tus puertas rendido
al león
tan presumido
que en los
ásperos desiertos
duerme,
los ojos abiertos,
por no
parecer vencido.
De
incultos montes ufanos
osos te
traeré sin cuenta
que miel
hurtan los veranos,
y el
invierno los sustenta
sólo el
humor de sus manos.
Si me
cumples mi deseo,
seré tu
músico, y creo
que no me
podrá igualar
Arión en
medio del mar
ni en los
infiernos Orfeo.
Versos haré donde sean
tus hazañas soberanas
perpetuas como desean
y en las memorias humanas
se celebren y se lean.
SAÚL:
Jonatás.
JONATÁS:
¿Señor?
SAÚL:
Muy corta
será su
gloria y funesta;
mátale luego, que importa.
DAVID: ¿Qué
respondes?
SAÚL:
La respuesta
dará
Jonatás.
Vase SAÚL
DAVID:
Bien corta
la
dejas; mucho recelo
que no son mercedes largas.
JONATÁS: (En tan
triste desconsuelo, Aparte
salid,
lágrimas amargas,
pidiendo
piedad al cielo).
DAVID: Si el
rey me deja contigo,
que seré
dichoso digo.
Amigo, si
en este nombre
todo su amor muestra el hombre,
mira que
te llamo amigo.
¿Qué
dice el rey? ¿Por qué esconde
tu rostro
los ojos, donde
pudiera
ver el suceso?
Mas, ¡ay,
Jonatás!, con eso
me dices
lo que responde.
No te
entristezcas y penes;
que si el
rey no quiere darme
hija,
riquezas ni bienes,
no puede
al menos quitarme
el mucho
amor que me tienes.
Con él
viviré contento.
JONATÁS: ¡Ay David!
Mayor tormento
es el que debes tener,
y así te he querido hacer
la salva en el sentimiento;
primero
sentirle quiero
porque
llegue más templado
a tu alma.
DAVID:
Considero
que le
sentiré doblado
si tú le
sientes primero.
No des
lágrimas, despojos
del alma;
empieza a contar
rigor,
tormento y enojos,
que ya los quiero llorar
porque
descansen tus ojos.
JONATÁS: (Lleno
de envidia y crueldad Aparte
manda el
rey que David muera,
pero en la
futura edad
será mi fe
verdadera
ejemplo de
la amistad.
La
paternal reverencia
no tiene
fuerza de ley,
que el
cielo me da licencia
para que
al padre y al rey
pueda
negar la obediencia).
Como la
gala te canta
el pueblo, teme y se espanta,
y ser me
mandó traidor
que quiso
hacer a mi amor
cuchillo
de tu garganta.
Huye,
que el peligro es fuerte.
DAVID: ¡Ay, mi
Jonatás! Advierte
qué breve,
qué transitoria
es de este
mundo la gloria:
juntas andan vida y muerte,
gloria y pena,
vencimiento
victoria,
gusto y tormento.
Hoy vencí
los filisteos;
hoy
levanté mis deseos;
hoy soy
nada en un momento.
¿Cómo
procura la gente
honra, con
el desengaño
de que
pasa velozmente?
Era
símbolo del año
una
enroscada serpiente,
y es
imagen, si se advierte,
a la vida
parecida,
porque
toca de esta suerte
la cabeza,
que es la vida,
en la
cola, que es la muerte.
En un
círculo, en esfera,
anda, si
se considera,
el hombre: llorando nace,
honras busca y reinos hace,
y al fina vuelve a ser lo
que era.
Jonatás, ¿qué me aconsejas?
JONATÁS: Ningún
discurso me dejas
con tu
suerte desdichada,
que tengo el alma ocupada
de tus
desdichas y quejas.
Escóndete en mi aposento;
huye del
rey la presencia.
DAVID: Si Dios no
rige su intento,
su rigor y
su sentencia
serán humo,
serán viento.
Vase
DAVID. Salen SAÚL y URÍAS, capitán,
MICOL y
JOAB
SAÚL:
Demonios, yo soy origen
de las
penas que os corrigen.
¿Qué
buscáis?
Saca una lanza
JONATÁS:
¿Qué es esto, Urías?
URÍAS: Las locas,
melancolías
que al
alma del rey afligen,
aquel
espíritu malo
que suele
darle tormento
en medio
de su regalo.
SAÚL: Demonios,
¿qué es vuestro intento,
si en la soberbia
os regalo?
Región
de espíritus llena,
no soy yo
quien te condena
que me
afliges con recelos.
Hagamos
guerra a los cielos,
pues todos
tenemos pena.
¿Queréis
que con esta lanza
vuelva a
edificar la torre
de la
soberbia venganza?
Como Dios
no me socorre
peno yo
sin esperanza.
Tormento inmenso me dan
estos
hijos de Datán.
Si cielos y estrellas piso,
me comeré
el paraíso
y me
tragaré el Jordán.
Déjenme
todos y estén
llorando
mi mal si crece.
No vibro
esta lanza bien
porque más
gloria merece
un serrano
de Belén.
JONATÁS: Señor,
¿quieres que te cante
David y el
demonio espante
que te
atormenta?
SAÚL:
Pues, di,
¿vivo le
has dejado?
JONATÁS:
Sí.
SAÚL: Y el que
mató aquel gigante,
¿no me
puede a mí matar?
JONATÁS: No, que es
mucha su virtud.
SAÚL: Véngame
luego a cantar,
que su
arpa es la salud
que mi mal
ha de templar.
Vase JONATÁS
¿Cómo el cielo me dejó
tan breves
los intervalos
del mal,
si mi alma cayó
con los
espíritus malos,
oponiéndome a Dios yo?
En las
esferas más bellas
de la
gloria de Dios sola
ángel fui,
y dragón fui en ellas
pues
derribé con la cola
tres
partes de las estrellas.
Salen JONATÁS y DAVID
JONATÁS: David,
a mi padre ofende
el
espíritu que enciende
su alma en
fuego sin quietud.
No mires
su ingratitud;
su gran
tormento suspende.
Con esa
arpa, figura
de algún
misterio secreto,
pues puede
tanto, procura
templar el
rigor y efeto
de su tormento y locura.
DAVID:
¿Quieres que le cante aquí?
JONATÁS: Mejor será
retirado
y estarás
seguro así;
que
estando el rey enojado,
tengo
recelo de ti.
Vase DAVID
SAÚL: Digo
que el cielo es crüel
en la
justicia que ha hecho
con este
rey de Israel,
pues se
han entrado en mi pecho
los que no caben en él.
Los ojos tengo encendidos
de rabia
contra el eterno
hacedor de
mis sentidos,
pues hace
mi pecho infierno
de los
ángeles caídos.
Canta dentro un MUSICO
MÚSICO: Como el
árbol que plantado
está entre
cenefas verdes
de algún
caudaloso río
y su fruto
a tiempo ofrece,
así es el
hombre dichoso
que,
contemplando en su muerte,
teme a los
cielos divinos
y vive
templadamente;
que quien
al cielo teme
ciertas
señales de su gloria tiene.
SAÚL: Deja esa
divina voz
mis
espíritus alegres.
Las
cuerdas de este instrumento
voces del
cielo parecen;
entre su
dulce armonía
mi
tormento se suspende.
MICOL: (Y a mí me
mata de amor). Aparte
SAÚL: Cante más,
que me divierte.
MÚSICO: Recuerde
el alma dormida;
avive el
seso y despierte;
porque la
vida se pasa
como las
aguas corrientes.
Minutos son sus edades;
sus glorias son horas breves;
sueños son sus pasatiempos;
marchitas flores sus bienes;
que quien al cielo
teme,
ciertas
señas de su gloria tiene.
SAÚL: Con la
salud que me da,
mi envidia
y cólera crecen;
sanar
tengo de la envidia
aunque me
mal me atormente.
¡Tras de tantas alabanzas,
daránle el reino las gentes!
Mas no darán; como agora
con
aquésta le atraviese.
Recibe
allá aquesta lanza,
músico que
me entretienes
el alma
con gloria y pena.
Tírasela
JONATÁS: Señor,
espera, detente.
(¡Ay,
amigo de mi vida!) Aparte
MICOL: (¡Ay,
dulce dueño que tienes Aparte
las llaves
de mi albedrío!)
¿Matóle?
URÍAS:
No, velozmente
huyó del
golpe David,
y clavada
en las paredes
quedó vibrando
la lanza.
SAÚL: ¿Que no le
alcanza la muerte?
Su fortuna
es milagrosa!
Competir
conmigo puede;
mucho temo
este serrano.
JONATÁS: El dijo, y
discretamente,
que quien
al cielo teme,
ciertas señales de su gloria tiene.
De rodillas
Señor, de
tu ingratitud
podrá
admirarse la gente;
esa cólera
reprime;
basta que
a Micol le niegues.
¿Por qué
le quieres matar
y quitar del reino quieres
el hombre
más esforzado
y el
corazón más valiente?
De
rodillas
URIAS: Famoso rey, considera
que su música detiene
tu grave
mal, y su brazo
nuestros
enemigos vence.
Razón
será, gran señor,
que esa
cólera refrenes,
y no le
des a David
la muerte
que no merece.
De
rodillas
MICOL: Si son, señoras, poderosas
retóricas de mujeres
para persuadir a tiempo
la
voluntad de los reyes,
mira que
es David humilde,
benigno,
manso y pretende
servir y
amar tu persona
en
acciones diferentes.
Si en los
ejércitos mata
y en tu
palacio suspende,
con su
arpa y con su lanza,
dos
enemigos tan fuertes,
no quieras
nombre de ingrato,
ni a quien
tu vida promete
le busques
la muerte indigna.
Oye a
Dios, que dice siempre
que quien
al cielo teme,
ciertas
señales de su gloria tiene.
SAÚL: (Como mi
mal es envidia, Aparte
más con
estos ruegos crece,
porque le
alaban, pidiendo
que vivo y en paz le deje).
¿Qué es lo
que queréis?
TODOS:
Su vida.
SAÚL: ¿Qué es lo
que teméis?
TODOS:
Su muerte.
SAÚL: (Ésa
tendrá de otro modo). Aparte
Levantad, ya
se os concede.
JONATÁS: Vivas en
paz largos siglos.
SAÚL: Honrarle
quiero de suerte
que hoy
tiene de ser mi yerno.
MICOL: Aquí es
bien que el alma tiemble.
¿Si seré
yo la dichosa?
¿Si será
mi hermana?
URÍAS:
Debes
a tu
palabra el hacerlo.
SAÚL: Tráele,
Jonatás.
JONATÁS:
Alegre
voy a
buscarle.
Vase JONATÁS
MICOL:
(Confusa Aparte
el rey mi
padre me tiene.
No ha
dicho con quién le casa,
pero es
estar yo presente
hace mucho
en mi favor.
¡Dichosa,
si así sucede!)
SAÚL: (Su tálamo
será tumba. Aparte
Entre las
bodas alegres
le cogerá
descuidado
la muerte
que le previene
mi
envidia).
Salen JONATÁS y DAVID
DAVID:
Decir podemos
que juego
y burla parecen
los
sucesos de este mundo.
Sólo el cielo los entiende.
JONATÁS: Parece,
David, tu historia
un libro
de vanas suertes:
blanca una
hoja se halla
cuando
otra negra se vuelve.
Llega.
DAVID:
Postrado a tus pies
está aquél
que no se atreve
a besarlos
sin licencia.
SAÚL: Por estos
brazos se truequen.
Levanta, y
dale tu mano
a Micol,
que bien merece
ser yerno
de un rey el hombre
que tales
gigantes vence.
DAVID: Lleno de
gloria me dejas;
tus pies besaré mil veces.
Vivas más que aquellos
padres
de quien
los tribus descienden.
Hermosa
Micol, perdona,
que te
pido indignamente
la mano.
MICOL: Al
rey obedezco.
JONATÁS: Dos siglos
viváis alegres.
DAVID: ¿Quién
dijera, no ha un momento,
Micol
divina, que excedes
al sol,
tan dulce suceso?
MICOL: ¡David,
que tanto me quieres!
Danse
las manos MICOL y DAVID y vanse SAÚL y
JONATÁS
DAVID: Si la
hermosura de tus ojos veo,
Argos
holgara ser, porque creciera
la gloria
de mirarte; que tuviera
la vida de
las fábulas de Anteo.
Las lenguas de Babel tener
deseo
para alabarte más, y ser
quisiera
la trompa
de la fama bachillera;
mi
Eurídice será, yo tu Orfeo.
[..... ]
[..... ]
[..... ]
[..... ]
[..... ]
[..... ]
Vanse. Salen JESÉ,
LISARDO y
VELANIO, pastores
VELANIO: Jesé
famoso, las veces
que tus
ganados visitas,
parece que a nuestros campos
el alba
presta su risa.
Reconociendo a su dueño,
crecen y
multiplican
los rebaños, que en las faldas
del verde Líbano miras;
y si el
campo y los ganados
reciben
esta alegría,
¡Qué
gloria habrá en los pastores
que a su
dueño comunican!
LISARDO: Con la
ausencia de David,
en tristes
melancolías
campo,
ganado y zagales
su sentimiento
publican;
mas ya que
de sus victorias
las
repúblicas se admiran,
y tú nos
ves, decir puedo
que las
lágrimas no quitas.
Si acaso
estás del camino
cansado,
las sombras frías
de estos
árboles y peñas
a sueño y
ocio convidan.
Goza del
sitio apacible
que el
rumor del agua brinda
a beber de sus cristales
y a dormir en sus orillas,
y en tanto que tú descansas
o del
sueño son vencidas
esas luces
de tus ojos,
una
rústica comida
prevendremos, cuyo postre
será de
una tosca lira
la música,
a cuyas voces
Velanio
dirá poesías.
No será la
voz süave
de David
que detenía
las
corrientes de las aguas
con voz y
arpa divina.
Sus versos
sacerdotales
llenos de
sentencias ricas
de voces
ricas y ocultas
y de faces peregrinas,
claro está que han de exceder
los versos de un romancista
como
Velanio, poeta
del vulgo
de nuestra villa.
Aunque
aquí nos amenaza,
¡miren qué Apolo!, que un día
tiene de
colgar la pluma;
hacerlo
será justicia
para que
muera ahorcada
pluma tan
necia, y no escriba
cosas que necios alaben
y los hombres sabios rían.
Mas, al fin, te podrán dar,
no
admiración, pero risa
y verás de
nuestras almas
una
voluntad sencilla.
JESÉ: Todo lo
acepto, Lisardo.
En estas palmas sombrías,
que a mover sus largas hojas
blando al céfiro porfía,
ofreceré
al dulce sueño
los ojos
que solicita.
y en tanto
traeréis vosotros
pan
reciente y natas limpias.
Vanse los pastores
Inmenso Dios de Israel,
que entre
aladas jerarquías
de
espíritus, mensajeros
de vuestra
corte divina,
estáis
gobernando el mundo,
si ha de
ser para que os sirve
la
privanza de David,
su padre
os le sacrifica.
Siga la
corte y la guerra;
vuestros
ejércitos siga;
pero si no
ha de serviros,
vuelva a
sus selvas antiguas.
De los
amigos de corte,
como
sombras fugitivas,
que
desvanecen, si llega
la noche
de las desdichas,
de las
mercedes reales,
que los
linces de la envidia
están
siempre murmurando,
vuelva a sus selvas antiguas.
De las máquinas confusas
y pretensiones prolijas,
donde se
anegan al hombre
o la
paciencia o la vida;
de la
envidiada privanza,
vana y
loca, pues confía
en la
voluntad del hombre,
vuelva a
sus selvas antiguas.
Sale un ÁNGEL
ÁNGEL: Jesé, hijos de Abrahán,
si el alma casi divina
ociosa no
está en el sueño,
escucha
mis profecías.
JESÉ: Angel de Dios,
yo te escucho.
ÁNGEL: Al
esperado Mesías
llamarán
flor de Jesé.
JESÉ: ¿Luego
será de mi línea?
ÁNGEL: Tú eres el
tronco del árbol
cuyas
ramas peregrinas
darán la
divina flor.
JESÉ: ¡Oh, quién
lo viera!
ÁNGEL:
Oye y mira:
Éste que
tiene su frente
de una
corona ceñida
y una arpa
que es figura
de la cruz
sagrada y rica
bien
conoces que es tu hijo.
Rey ha de
ser en tus días
que Dios
le tiene guardadas
victorias
casi infinitas.
En esta
mujer hermosa,
esposa que
es hoy de Urías
tendrá el
hijo que la sigue,
rico de
oro y piedra fina.
Es
Salomón, y su ciencia
dará al
mundo maravilla
y a Dios
un templo famoso
de una
fábrica no vista.
El
siguiente es Roboán
y en su
tiempo divididas
serán las tribus, y el reino
dividirá su justicia.
Éste del
arco y la flecha
es Josafá
--significa
jüicio de
Dios; será
de vanas
idolotrías
gran
perseguidor, temido
de Arabia
y de Palestina.
Es el de
la jerga tosca
el santo
Rey Ezequías
--que es
fortaleza de Dios--,
temido del
rey de Asiria;
abrirá el
templo cerrado
tornando a
las ara pías
los
debidos sacrificios
de los
devotos levitas.
Es el que
le sigue y tiene
la cana
barba crecida
por larga
edad, Manasés
que el
olvido significa,
mancebo
será vicioso
y en sus
postrimeros días
hará la
gran penitencia
que
muestra su disciplina.
Y el
siguiente, que en la mano
un ramo
lleva de oliva,
señal de
paz y victoria
es el celoso Josías
--fuego
del Señor se dice--
desde su
edad primitiva
derribará
las estatuas
de las
deidades fingidas.
El de la
cadena al cuello
es el
triste Jeconías
que en Babilonia ha de ver
su persona
real cautiva.
Hasta
aqueste cautiverio
habrá de
tu recta línea
catorce
reyes, después
catorce
duques y guías
del
pueblo. Y éste que pasa
Jacob es,
que al cielo mira
llamando
la redención
por quien
los padres suspiran.
Josef es
éste, su hijo,
cuya alma
cándida y limpia
tendrá
virgen santidad
y humildad
jamás oída;
padre será
putativo
del
soberano Mesías,
esposo y
deudo de aquella
madre del
sol de justicia.
Ana es
ésta que se sigue,
y su
santidad daría
envidia al
ángel más santo
si en
ellos cupiera envidia.
Abuela
será de Dios,
alba
rosada y divina,
madre del
virgen lucero,
y como el
sol, escogida.
Este niño
penitente
que lleva
la santa insignia
del
cordero y le señala
con el
dedo, es el Bautista;
precursor
será de Cristo,
alba y
lucero del día,
primo
suyo, aunque otro tribu
dará al
padre, Zacarías.
Éste que el sol reverencia
y a sus
bellos pies se inclina
la luna, y
el cielo sirve
de manto
que la cobija,
es el
cedro levantado,
ciprés,
huerto, fuente viva,
estrella
del mar y palma,
vara de
José y María.
La flor de
Jesé a su lado
lleva su
báculo encima
y la llave
con que el cielo
abrirá por
sus heridas
Ésta es,
Jesé venturoso,
la descendencia
divina,
y el árbol cuyas raíces
son tu honestidad y vida.
Vase el ÁNGEL
JESÉ: Divino
espíritu, espera.
Dichoso el
hombre sería
que con
los ojos del cuerpo
viese
cosas tan divinas.
¡Válgame
el cielo! ¡Qué sueños,
qué
divinas fantasías,
qué
celestiales visiones
ha tenido
el alma mía!
Lleno de
gloria me siento;
el alma me
profetiza
perpetuo
gusto; en el pecho
hallo
nuevas alegrías.
Santo
Dios, santo inmortal
los
querubines os digan.
Gran
Señor, bendiga el hombre
vuestras
sombras peregrinas.
Ocio,
sueño ni descanso,
sombras,
aguas y comida
esperar no
quiero,. Adiós,
selvas sagradas y ricas,
a morir iré contento
pues que
una pintura viva
de aquel
siglo venturoso
Dios me ha
mostrado en mis días.
Vase JESÉ. Salen
DAVID y MICOL
DAVID: Agora
diré mejor
que te
quiero, pues poseo
tu
peregrino valor;
el primero
fue deseo
y éste de
agora es amor.
Amo siempre,
no faltando
amor
durmiendo o velando,
que como
el alma hermosa
en el
sueño no está ociosa,
durmiendo
te estoy amando.
MICOL: Si amas
despierto y dormido,
el sueño
imagen ha sido
de la
muerte de su dueño;
claro está que amor en sueño
es imagen del olvido.
Es amor desordenado
el que en
sueño ha de pasar
y así
Micol más ha amado,
que no
duerme por amar
con amor
más conservado.
Sale ANA, criada
ANA:
¡Señora, señora! ¡Apriesa,
esconde a
David!
MICOL:
¿Por qué?
ANA: Porque
aquí viene el rey.
MICOL: Cesa,
que ya nos
dices a qué,
si al rey
de mi bien le pesa.
ANA: Con
armada gente viene.
MICOL: Mi esposo,
matarte tiene,
si no te
escondes o vas.
DAVID: (Fortuna,
¿no me dirás Aparte
quién te
mueve o te detiene?
Gustos
me das con enojos
cual niño
tierno que aprisa
tiene
diversos antojos:
a un
tiempo, en la boca risa
y lágrimas en los ojos.
Sol de invierno me
pareces:
sales tarde, aprisa subes,
y cuando más resplandeces,
entre celajes de nubes
tus rayos, desapareces.
Comedia son tus verdades:
entran y salen figuras
haciendo más novedades
en dos horas mal seguras
que el mundo en sus tres edades).
Hermosa Micol, licencia
no te
pido, ni te abrazo,
que quiero
en esta violencia
morir más en tu regazo,
que no
morir en tu ausencia.
Si es
muerte la ausencia mía,
muera yo
en tu compañía
porque, mi
cuerpo deshecho,
puedas
mirar en mi pecho
el mucho
amor que tenía.
MICOL: Pon
encima de mi cama
un bulto
de los vestidos
de David.
Vase ANA
DAVID:
¿Por qué?
MICOL:
Quien ama
tiene
vivos los sentidos.
¡Ay, mi
bien, la gente llama!
Por esa
pared desciende
del
jardín, y desde aquí
podré
ayudarte; defiende
la dulce
vida, que así
amo yo y el rey ofende.
Mi alma va en tu
compañía,
que, como suele causar
olvido la
ausencia impía,
si tu alma
quiere olvidar,
no la
dejará la mía.
Desciende aprisa, señor.
DAVID: ¿Quién te
da fuerzas?
MICOL: Amor.
¿Te acordarás?
DAVID:
No.
MICOL:
¿Por qué?
DAVID: Porque
nunca olvidaré.
MICOL: Luego, ¿fe
tendrás?
DAVID:
Mayor.
MICOL: ¿Y la
ausencia?
DAVID:
No es ausencia
si hay
amor.
MICOL:
¿Qué amor?
DAVID:
Inmenso.
MICOL: ¿Es mi
igual?
DAVID:
Con tu licencia
diré
mayor.
MICOL:
¿Cuánto?
DAVID:
Pienso
que no
tiene competencia.
MICOL: Tenme
amor.
DAVID:
¿Cómo?
MICOL:
Presente.
DAVID: Veráslo.
MICOL:
¿En qué?
DAVID:
En mi cuidado.
MICOL: Vete y queda.
DAVID:
Queda y vente.
MICOL: Adiós,
David desdichado.
DAVID: Adiós, mi
divina ausente.
Vase DAVID y sale un SOLDADO
SOLDADO 1: ¿Dónde
está David?
MICOL:
Entiendo,
soldados, que
está durmiendo.
Desde aquí
le podéis ver.
(Yo les
quiero entretener Aparte
que así no
le irán siguiendo).
En la
cama está acostado;
dejadle
dormir, que creo
que está
enfermo y desvelado.
SOLDADO 1: (Dice
bien, allí le veo). Aparte
La cama ha
de ser sagrado;
que se
deben respetar
de Micol,
el lecho y salas.
MICOL: (Miedo,
fama, tiempo y mar,
prestadle todas las alas
para que pueda volar;
pero déselas mi amor,
que las
tiene bien crecidas.
Huye,
David, vencedor,
que a su
tiempo las hüidas
son la
victoria mayor.
Si te mostraron los cielos
de algún
muerto la visión,
huye sin
tener recelos;
que será
mi corazón
muerto de
amor y de celos.
Si te
sintieres llamar
a las
espaldas, procura
no temer,
sino pasar
porque
será mi ventura
que no te
puede alcanzar.
Si,
cuando corriendo vas,
delante
fuere un gigante,
huye sin
temer jamás,
que es mi
amor que va delante
porque al
tuyo deja atrás.
Viéndote, mi bien, partir,
suspirar
quiero y gemir,
para que
pueda mi aliento
añadir
fuerzas al viento
con que te
ayude a hüir).
Sale el rey SAÚL
SAÚL:
¿Habéisle muerto?
SOLDADO 1:
Señor,
durmiendo
está, y esperamos
que
vengas.
SAÚL:
Muera el traidor
en su
misma cama.
SOLDADO 2:
Vamos
a ejecutar
su rigor.
Entran los SOLDADOS
MICOL: Señor,
¿para qué procuras
borrar así
los matices
que
pusiste en tus pinturas?
A ti mismo
te desdices,
si deshaces tus hechuras.
En deshacer lo que has hecho
decir que hacer no supiste,
y así es
culpado tu pecho
en deshacer los que hiciste,
o en hacer lo que has
deshecho.
Salen los SOLDADOS
SOLDADO 1: Burlado
estás.
SAÚL:
¿Cómo?
SOLDADO 2:
Un bulto,
una
estatua de un vestido
es, y
David está oculto.
SAÚL: Por ese
jardín se ha ido.
¿Cómo viva
no sepulto
hija
tan mala?
MICOL:
Señor,
es mi
esposo, tengo amor;
vivo, en
él guardo mi vida.
SAÚL: ¡Que el
cielo santo me impida
la muerte
de este pastor!
Sale JONATÁS
JONATÁS: Con más
soberbios trofeos
te procuran defender
esta vez
los filisteos.
SAÚL: ¿Qué me
puede suceder
si no
logro mis deseos?
JONATÁS: ¡Armas,
señor! ¡Armas! ¡Guerra!
Que entra
talando tu tierra
el
contrario pertinaz.
SAÚL: Mal tendrá
segura paz
quien sus
soldados destierra.
Vanse y
salen el REY de los filisteos y algunos
SOLDADOS con él
REY: Agora
que la trompa y caja incita
al gran
amalaquita y filisteo,
y las montañas veo levantadas
de quien están cercadas las
ciudades,
a cuyas majestades no se atreven
los bárbaros que deben
sujetarlas,
yo pienso
derribarlas por el suelo,
si el intrépido
celo de mi pecho
de tu
valor se viere satisfecho.
SOLDADO 1: La gran
Jerusalén y Palestina
hallarán
su rüina lastimada
en la
ocasión primera, porque espero
de Golías
el fiero la venganza.
Anime mi esperanza a tu deseo,
que al
grande filisteo, a quien mataron
los mismos
que temblaron su grandeza,
del mismo
rey ofrezco la cabeza.
REY: Ejército
copioso, bravo y fuerte,
de aquesta
misma suerte habrá ya entrado
al reino
deseado que ha regido
Saúl el
atrevido, y si consiente
el cielo
que la gente marche junta,
la
grandeza difunta del gigante
restauraré
arrogante, y a sus huesos
por túmulos daré dos montes de ésos.
SOLDADO 1: La
soberbia cabeza de tu primo
a
restaurar me animo, rey famoso,
y en
túmulo pomposo de oro fino,
robado el
palestino en esta guerra,
en tu
dichosa tierra sepultada
se verá
levantada al sol que admira,
y en la
funesta pira y ara negras
la
venganza verás con que te alegras.
SOLDADO 2: Rey
famoso amalaquita,
por el
ejército altivo,
al parecer fugitivo,
pasa un
mancebo israelita.
Viéndole, afirmó un soldado
que es el
fuerte vencedor
de tu
primo.
REY
Y fuera error
no
prenderle.
SOLDADO 2: Ya está atado.
Vase
REY:
Traedle.
SOLDADO 1:
Si él dio la muerte
a Golías
el famoso
en tu
ejército famoso
sucederá
feliz suerte.
Los
altivos filisteos
están ya por la otra parte
con ánimo
de vengarte;
no tendrán
tales trofeos.
Sale
DAVID, atadas las manos
DAVID: (Salen del mar en dilatados ríos
Aparte
las aguas, y una vez con
paso lento,
haciéndonos dudoso el movimiento,
bañan los
prados y árboles sombríos;
ahora
cobrando caudalosos bríos
y en alas
de cristal curso violento,
émulos del
humano pensamiento,
del mar tornan
a ver los peces fríos.
De
tierra nace el hombre y de esta suerte
a pasos
mide el mundo peregrino,
ya con
bien, ya con mal, ya en paz, ya en guerra.
¿De qué
me sirvió,pues, el huir la muerte
si al fin el hombre por cualquier
camino,
volver
tiene a su centro que es la tierra?)
SOLDADO 2: Éste
es, rey, el fugitivo.
DAVID: (Mi muerte
es cierta sin duda Aparte
si la
industria no me ayuda).
SOLDADO 2: Aquí le
tienes cautivo.
Sin
duda es el vencedor
del
magnánimo gigante.
REY: ¿Quién
eres?
DAVID:
Un caminante
que va
siguiendo el amor.
Soy un
hombre, y no soy poco,
que un
asno pudiera ser
y también
una mujer.
SOLDADO 1: Parece que
este hombre es loco.
DAVID: Soy un
hombre con dos pies;
de mi Dios
soy el efeto;
soy un
animal discreto;
soy un
árbol al revés.
REY: ¿De
dónde vienes?
DAVID:
De dónde
vengo, de
dónde vendré,
Dios lo
sabe, no lo sé.
SOLDADO 1: Como loco
te responde.
REY: ¿A
dónde vas?
DAVID:
Claro está
que quien
no sabe ni tiene
memoria de
dónde viene
que no
sabe a dónde va.
No
preguntara un borrico
más que
vos. Dime, y perdone,
si aquéste
es rey o persona.
SOLDADO 1: Persona y
rey.
DAVID:
¿Y es muy rico?
SOLDADO 1: Treinta
mil soldados rige.
DAVID: ¿Todos de
caras redondas?
REY: En seso no
le respondas.
DAVID: Pues, yo
con seso lo dije.
Rey de bofes y livianos,
rey de entrañas y tripas,
rey de vino, rey de
pipas,
manda
desatar mis manos,
o a
todos anegaré;
que soy,
para haceros mal,
el diluvio
universal.
Soy el
arca de Noé.
Temblad
de este corazón
que si
sois rey y persona,
yo también
soy la tahona
adonde
estuvo Sansón.
Y
vosotros, mentecatos,
¿para qué
me habéís traído
ante un rey
descomedido,
rey de
negros y mulatos?
Tomad
aqueste rocío
que soy
alba que amanece.
SOLDADO 2: Digo que a
David parece,
si no es
él.
REY:
Es desvarío.
¿Cómo
un loco se os antoja
que es
David, el vencedor?
DAVID: Esta cara
de traidor
es el
necio que me enoja.
Llega y
la mano me besa,
o al cielo
en espacio poco
por tus
hombros subo. Un loco
como un monte diz que pesa;
¿es
verdad?
SOLDADO 1:
Sí.
DAVID:
Aqueste parche
al ojo
podrás traer.
REY: Libre le
dejad volver.
Marche el
ejército, marche.
Vase el REY con SOLDADOS
DAVID: Marche,
pues que otro ha marchado
que sin orden volvió ya.
SOLDADO 2: Otro te
desatará;
un loco ha
de estar atado.
Vase
DAVID: A fe,
que David se acuerde
de este locura
en que ya
es bien
que el alma recuerde.
Dulce
vida, en seso está
quien por
vos el seso pierde.
Desdichas bien dignas son
de quien dejó su ganado
por cortesana opinión;
quien vive
alegre en su estado
ése sólo
está en razón.
Bajé
tras mi confusión,
subí tras
mi pensamiento.
El que no
tiene ambición
cuerdo
está y dirá contento
que los otros locos son.
Bajan los hermanos de DAVID
Por
esta montaña veo
bajar
gente. ¡Oh si ya viera
el dulce
fin que deseo
a la vida
lastimera
en que mis
años empleo!
Dios de
Israel,. ¿hasta cuándo
he de
andar peregrinando
por varios
pasos? Detén
mi pesado
mal, o el bien
que va
para mí volando.
HERMANO
1: ¿Es David?
DAVID: Sí. ¿Quién le llama?
HERMANO 2: Quien lo
busca, quien lo estima.
DAVID: Hermanos,
que esta alma os ama,
¿dónde
vais?
HERMANO 1:
Hoy nos anima
a cosas
nuevas tu fama.
DAVID: No
pensé que érades vivos.
HERMANO 2: Con otros
muchos soldados
que aquí
viven fugitivos,
por pobres
y desdichados,
entre esos
montes altivos
deudas
nos tienen agora,
que juntos
trescientos vemos.,
Rey serás
dentro de una hora
si quieres que coronemos
esa frente
vencedora.
DAVID: ¿Son
delincuentes hüidos?
HERMANO 1: No, sino
pobres perdidos
por deudas como las mías.
DAVID: Rey seré,
como el Mesías
de tristes
y de afligidos.
La
corona acepto. Cielo,
¿qué fin
tendrán estos casos?
Nuevos
peligros recelo.
Sale un SOLDADO
SOLDADO: Siguiendo
vengo tus pasos,
con curso
no, mas con vuelo;
dame albricias.
DAVID:
Di, ¿por qué?
SOLDADO: El rey
Saúl es ya muerto.
Los montes
de Gelboé
podrán
decir cómo es muerto,
que allí
la batalla fue.
Jonatás
también murió.
DAVID: ¿Qué dices?
SOLDADO:
Murió tu amigo.
A ambos, a
dos, los mató
el
ejército enemigo.
A Saúl
encontré yo
herido
y sin esperanza
de vivir,
diciendo así:
"Dadme muerte sin tardanza;"
pero yo le
obedecí
y
atraveséle mi lanza.
La
corona le quité
y de un
brazo el armadura.
Tuyas son. Rey eres.
DAVID: Fue
su muerte mi desventura.
¡Ah,
montes de Gelboé!
¡Maldígaos Dios! El rocío
del alba
cándida frío
nunca en
vosotros descienda.
La nieve
helada os ofenda.
Secos os deje el estío.
¡Ay, Jonatás! ¡Ay, mitad
del
alma! ¡Ay, perdido bien!
Salid de vuestra ciudad,
hijas de Jerusalén;
sobre sus huesos llorad.
Rey
amigo, yo os prometo
vengaros
del enemigo;
y tú,
traidor indiscreto,
bien
mereces el castigo,
si al rey
perdiste el respeto.
¿Al
ungido de Dios diste
la
muerte? Aunque él la pedía,
¿por qué
al cielo no temiste?
Toma de la
mano mía
estas
albricias.
Le mata
SOLDADO:
¡Ay, triste!
DAVID: Jonatás
muerto, ¿y yo vivo?
Saúl
muerto, ¿y vivo yo?
¿Cómo, si
pena recibo,
la pena no
me acabó?
¡Humano
bien fugitivo!
Rasgaré
mis vestiduras,
y les daré sepulturas.
¡Tales son las majestades
de esta vida: vanidades,
sueños,
sombras y locuras!
Dios,
tu bondad me aficiona.
Justas son, mi Dios, tus leyes,
pues dándome la corona
me avisas
como a los reyes
jamás la
muerte perdona.
FIN DEL SEGUNDO ACTO
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