LOA
Sale la
LOA diciendo:
Queriendo la hermosa Dido
que
aquel padre de troyanos
le refiriese
la historia
de sus
lamentables llantos,
le dice
de aquesta suerte:
"Eneas fuerte y gallardo,
cuéntame, si acaso gustas,
aquel
desastre pasado
que entre
ti y los griegos hubo".
Él
dice: "Quiero contarlo,
con tal
que me des silencio".
Concediólo. Yo me espanto
poderlo
acabar consigo;
que las mujeres son diablos.
Yo salgo a pedir silencio,
no a
los hombres, porque es llano,
que
tienen de conocerlo.
Sólo
con mujeres hablo;
que
tienen tan largos picos
que
pretendiendo gastarlos,
están parlando continuo,
sentadas, corriendo, andando,
en sus
casas, en la iglesia,
en el sermón, en los autos,
y aun me dicen que hay
algunas
que están
durmiendo y hablando.
Y,
porque vengo mohino
de un
caso que me han contado,
referiré algunos males
de los muchos que han
causado
para que se eche de ver
que las mujeres son diablos.
Ya saben que la
primera
causa
de nuestro pecado
fue
mujer, y de mujer
la
forma en que le engañaron.
Mil
males causó la Cava
a España,
pues que duraron
sus
reliquias hasta que
el
cielo envió a Pelayo.
Y también los causó Elena
a atenienses y troyanos
y a griegos, pues que dos
veces
a dos
príncipes la hurtaron.
La
primera a Teseo,
rey de
Atenas a quien Castor
y
Apolux en campal guerra
de su
poder la sacaron;
y la
segunda, fue Paris;
que era
lo de [los] troyano[s].
Príamo,
aquéste la hurtó
a otro
rey, que es Menelao.
Ningún
bien causó tampoco
Clitimnestra, pues dando
a su
marido la muerte
fue causa
de tantos daños.
Pero, ¿qué me maravillo?
¡Que las mujeres son diablos!
La cautelosa
Semíramis,
estando
un tiempo reinando
con su
marido, el rey Nino,
le
pidió por solo espacio
de
cinco horas su poder,
y
apenas se le hubo dado
cuando
le mandó matar
por
quedar con todo el mando.
Mil más
pudiera decir;
pero
déjolo, mirando
que
vengo a pedir y el pobre
nunca
ha de ser porfïado,
y
también me mueve a ello
ver que
de allí me han mirado
dos
mujeres que por señas
me
dicen que calle, y callo;
que me
lo mandan mujeres,
que las mujeres son diablos.
Mas, si me fuera yo
agora
con el
cabello así largo
a
meterme entre mujeres,
¡cómo saliera
pelado!
Más
quiero volver la hoja
y
deshacer el agravio
y en lo
que toca a ser Eva,
causa
de nuestro pecado,
yo digo
que Adán lo fue
y sábese
de San Pablo
cuando
dice que en Adán
mueren,
y resucitamos.
Y
Cristo, nuestro maestro
nos
dice aquesto bien claro,
que
mujer nos dio el remedio
si por
mujer fue el pecado.
Y así
mal dice el que dice
que las mujeres son diablos.
Si algún mal causó la Cava
a
España, sólo [Juliano]
la
forzó, y donde hay fuerza
nunca
interviene pecado.
Si
Semíramis mató
a Nino,
fue porque estando
en sus
reinos, no quisieron
amplificar sus estados.
Después
de muerto quedó
por
reina, y en un caballo,
de
todas armas vestida,
con sus
gentes salió al campo
sujetando muchos reinos:
Etíopes, Egipcianos.
La valerosa Cenobia,
de
Palmirenos espanto,
es quien rindió a Capodacia
y a
Persia, y está enseñando
a dos
hijos que tenía
el
latín, griego y hebraico.
Las invictas amazonas
dieron poderío y mando
a dos mujeres que fueron
las que
España han envïado
reliquias de aquellos godos
que se
han ido prolongando
hasta
el tercero Filipo
que
Dios guarde muchos años.
Y así mal dice el que dice
que las mujeres son diablos.
Bien las he vuelto su
honra.
A fe
que me deben harto;
que lo
que dije al principio
era que
venía enojado,
y agora lo iré también
si no
dan lo que demando,
que es
el silencio que dio
Dido a
Eneas, y gustando
oirán
la mejor comedia
que se
haya visto en tablado.
Y
también doy la palabra
de que
aquí y en cualquier cabo,
desmentiré al que dijere
que
las mujeres son diablos.