ACTO SEGUNDO
Salen
el EMPERADOR y
acompañamiento
EMPERADOR: Dejadme a solas. Me hallo
sin
Belisario mejor.
No ha
tenido tanto amor
ningún rey
a su vasallo.
En un
memorial de tres
que mi
amor le ha consultado,
hallé que aviso
le han dado
que
enemiga suya es
una
mujer, y su vida
me es
forzoso defender.
¿Quién
será aquesta mujer
enojada y
ofendida?
Salen TEODORA, ANTONIA, MARCIA y CAMILA
TEODORA: Para
celebrar tus años
quieren las damas hacer
una comedia. A saber
tu gusto
vienen.
EMPERADOR:
Engaños
son del
tiempo nuestros días.
Sin
Belisario, en su ausencia,
no deben
tener licencia
regocijos
ni alegrías.
ANTONIA: Déte el
cielo inmortal nombre
y mida en
tu larga edad,
en su
misma eternidad,
del mayor
rey el renombre...
EMPERADOR: (Una de
éstas ha de ser Aparte
la que el
odio en su alma tray,
porque en
solas éstas hay
belleza,
industria y poder,.
¡Válgame Dios! ¿Cuál será?
Que no
puede ser Teodora,
porque si
mi pecho adora
y en él
Belisario está,
no
sentirá agravio alguno,
porque su
amor no ignoró
que ella,
Belisario y yo
morimos
muriendo el uno.
Antonia
Patricia es
la que él
un tiempo ha servido.
Si la Emperatriz no ha sido;
¿Cuál será de aquellas tres?
Marcia es noble, y no hay
pasión
que de
quien es la enajene.
Camila es su
deuda y tiene
apacible
condición.
Ya me
esfuerzo a hacer de suerte
que
discreto o ignorante
se
descubra en el semblante
la que
pretende su muerte).
¿Qué
comedia hacéis?
CAMILA: Señor,
de Píramo
y Tisbe.
EMPERADOR:
¿Y quién
hace a
Tisbe?
CAMILA:
Antonia.
ANTONIA: (Y bien, Aparte
por mi
desdichado amor).
EMPERADOR: Marcia,
¿qué hacéis?
MARCIA: La crïada.
EMPERADOR: ¿Camila?
CAMILA: La
madre haré
de Tisbe.
EMPERADOR:
Fábula fue
de los
griegos celebrada.
¿Quién
es Píramo?
CAMILA: Sin ti
elegir no
le debemos.
TEODORA: Filipo
será.
ANTONIA:
(¡Qué extremos Aparte
para
sacarme de mí!)
EMPERADOR: Mejor
le hará Belisario
si a tiempo
llega, aunque yo
imagino
que murió
a manos de
su contrario.
ANTONIA: ¿Qué
dices, señor?
TEODORA: ¿Qué dices?
ANTONIA: ¡Muerto
Belisario!
TEODORA:
¡Muerto!
EMPERADOR: (Las dos
con el caso incierto Aparte
han turbado los matices
de su rostro. Indicios son
las turbaciones que han hecho
de que tienen en el pecho
alguna
oculta pasión.
Afecto es de amor o agravios.
Enemigas son o amantes.
Pasión muestran los semblantes.
Cuidado dicen los labios.
Y bien
puede ser que sea
sentir su
adversa fortuna,
porque la
teme la una;
otra
porque la desea.
Si en
Teodora resplandece
el honor
que limpio ha sido,
Antonia es
quien le ha querido,
Teodora
quien le aborrece.
De
Belisario la suerte
vengaré
con tal furor
que se
descubra mi amor
más que en
la vida en la muerte).
La
amistad es alma fiel
que en dos
cuerpos se dilata;
quien le
mata a mí me mata,
que en mí vive y vivo en él.
El
imperio sin segundo
mostrará
este afecto bien,
aunque la
muerte le den
las cuatro
partes del mundo.
Si
algún deudo le agraviara
su propia sangre
vertiera;
si yo su
enemigo fuera
en mí
mismo me vengara.
Y
deshiciera mi ser
no siendo
el ser de los dos,
aunque
fuera, ¡vive Dios!,
o mi hijo
o mi mujer.
Vase
el EMPERADOR
ANTONIA: Ya tales desdichas son
término de mis enojos.
Alma, mostrad por los ojos
pedazos del corazón.
Vase ANTONIA
CAMILA: Nuestra
fiesta habrá cesado
si
Belisario no viene.
Vase CAMILA
MARCIA: ¡Que gusto
este fin no tiene
cuando yo
le he deseado!
Vase MARCIA
TEODORA: ¡Que
con su sangre y su ser
diga que
será tirano!
¡Que
anteponga Justiniano
un vasallo
a su mujer!
¡Más me
ha causado furor
su
amenaza! No me admira;
antes
convierte en ira
lo que
pudo ser temor.
¿Tan
flaco poder alcanza
mi
brazo? Corrida estoy.
¿De qué sirve el ser quien soy
mientras
no tomo venganza?
Sale FILIPO
FILIPO: Pienso
que dicen tus ojos,
ya que no
escuché tus labios,
que padece
el alma agravios,
que el corazón
sufre enojos.
TEODORA: ¡Oh,
Filipo! Causa es tuya
la que el
gusto me prohibe;
mientras
Belisario vive,
ha de ser
Antonia suya.
No la
puedo reducir.
Amante es
de Belisario.
FILIPO: Poderoso
es el contrario,.
TEODORA: ¿Por
qué? ¿No puede morir
un
poderoso?
FILIPO:
Señora,
yo me
atreveré a que muera
si me das
favor.
Salen NARSÉS y LEONCIO y quédense
a la puerta
NARSÉS:
Espera,
no
entremos, que está Teodora
aquí.
FILIPO:
¡Juro por los cielos,
dueños de
la humana suerte,
que he de vengar en su muerte
tus agravios y mis celos!
¿Qué importa que haya
triunfado
de varios
reinos y gentes?
Mis celos son más valientes.
Matarélo.
LEONCIO:
¿Has escuchado?
NARSÉS: Sí.
TEODORA: Mira
qué has prometido;
que
Leoncio y Narsés fueron
tan
cobardes que temieron
su valor.
FILIPO:
Nunca he temido,
y aún,
si gustaras, les diera
la muerte
a esos dos que así
no te sirven.
NARSÉS: ¿Oyes?
LEONCIO: Sí.
NARSÉS: Pues, retírate acá fuera.
Vanse LEONCIO y NARSÉS
TEODORA: La
venganza no es traición.
Mátale tú
con secreto,
que mi
favor te prometo.
Vase
TEODORA
FILIPO: Leyes tus preceptos son.
No es en el ánimos
fuertes
la vida
inmortal misterio.
Desde
César, el imperio
todo es
tragedias y muertes
de varios
principales
por
envidia o por venganza.
Teatros
son de la mudanza
los
palacios imperiales.
Paseándose
Ya que
la noche ha venido
con alguna
oscuridad,
y de
Antonia la beldad
suele a
este parque florido
dar
abriles de hermosura,
hablarla
quizá podré
porque
agradezca una fe
con
firmeza y sin ventura.
Noche
apacible y serena,
sombra y
eclipse del día,
convida a
esa galería
a la que
causa mi pena.
Salen NARSÉS y LEONCIO embozados
NARSÉS: Si
darnos muerte desea,
la
oscuridad nos ayuda.
Éste es
Filipo sin duda
que en el
parque se pasea.
Belisario es nuestro amigo;
vida le
damos si muere
el que
quitársela quiere.
LEONCIO: Aquí me
tienes contigo.
Salen BELISARIO y FLORO por otra puerta
BELISARIO: Antes
que el Emperador
sepa,
Floro, que llegamos,
entre
estas flores y ramos
sabidores
de mi amor,
que
dichoso ser solía
por singular y por mucho,
quiero ver si a Antonia
escucho
hablar en
la galería.
FLORO: Por
poderte asegurar,
te
hablara. Teme traición
y démosle
de antubión
dos libras
de rejalgar.
BELISARIO: Calla,
loco.
FILIPO:
Amantes vienen
al parque,
como es verano.
Sospecho
que meten mano
estos dos
que se detienen.
¿Qué
gente?
LEONCIO:
De mal hacer.
FILIPO: Aquí
engañados están,
porque, en
efecto, hallarán
quien se
sabrá defender.
BELISARIO: Un
hombre solo llegó,
y dos con
él se declaran.
FLORO: ¡Oh,
gallinas! ¡No toparan
con un
hombre como yo!
¿Quieres que los mate?
BELISARIO: Espera.
Riñen y cáesele la espada a FILIPO
FILIPO: ¡Oh, qué desdichado he sido!
La espada se me ha caído.
NARSÉS: ¡Muera,
mátale!
BELISARIO:
No muera;
que hay
quien le defienda.
NARSÉS: ¿Quién
un traidor
está amparando?
BELISARIO: Un hombre
que anda buscando
cómo hacer
a todos bien.
LEONCIO: No vi
furia más crüel.
Poderoso
es el contrario.
NARSÉS: A estar aquí Belisario,
pensáramos
que era él.
Vanse los dos
FILIPO: Ya
hallé la espada. A tu lado
me tienes;
mucho me obligas.
BELISARIO: No es
menester que los sigas,
que ya los
dos te han dejado.
FILIPO: Di
quién eres, porque así
conozca mi
obligación.
BELISARIO: Yo la tuve
en esta acción
y así me he obligado a mí.
No quiero
agradecimientos,
y así no
importa saber
quién soy.
FILIPO:
Es agradecer
es de
honrados pensamientos,
y es
bien que este bien merezcan
los míos.
BELISARIO: El
bien obrar
por sí
mismo se ha de amar
y no
porque lo agradezcan.
FILIPO: Si tú
no me has conocido
ni yo te
conozco ya,
el bien que has hecho será
el bien dado por perdido.
BELISARIO; No se
pierde el bien que se hace.
FILIPO: Sea esta
sortija, pues,
prenda de mi amor.
Dale una sortija
BELISARIO:
Cortés
pretendo
ser, que me place.
FILIPO: Ni yo
os conozco, ni vos
conocéis
con quién habláis.
Quédese
así pues gustáis.
BELISARIO: Adiós,
caballero.
FILIPO:
Adiós.
(Algo
la voz he fingido Aparte
porque
anduve desdichado).
Vase FILIPO
BELISARIO: La voz he
disimulado.
Ninguno me
ha conocido.
Hago bien sin ambición.
FLORO: ¿Hay para
todos diamantes?
BELISARIO:
¿Conocístelos?
FLORO:
Danzantes
de espadas
pienso que son.
Gallos
en su muladar,
valentejos
en su tierra.
¡Cuerpo de
Dios, a la guerra
donde yo
suelo pelear!
Vanse los dos.
Salen el EMPERADOR y NARSÉS
NARSÉS: Mucho
tiempo ha pasado
que el
gobierno de Italia me habéis dado,
señor, y
detenido
por el
despacho estoy.
EMPERADOR: Lo he suspendido,
por cierta
causa. Ya ha llegado el día.
Enséñale
un memorial
¿Conoces
esta letra?
NARSÉS: Letra es mía.
EMPERADOR: ¿Quién es
esa mujer tan agraviada
que
amenaza crüel con mano airada
mi amigo
Belisario? Dilo luego.
NARSÉS: Manda que
muera al punto. Esto te ruego
y no que
el nombre diga.
EMPERADOR: El negarlo
me obliga
a que
saberlo quiera
con más
afecto.
NARSÉS:
Ordena que yo muera
antes que
yo me atreva
a darte de
quién es, señor, la nueva.
Vase NARSÉS
EMPERADOR: Quién es
me ha dicho ya; que si no fuera
Teodora,
clara está que lo dijera).
Sale un CRIADO
CRIADO: Del
ejército de Africa han venido
dos soldados.
EMPERADOR: ¿Y albricias no has pedido?
¡Oh, cuánto deseaba
saber de
Belisario!
Salen FLORO y BELISARIO. Adelantándose FLORO
FLORO:
Pues, quedaba
bueno y
tiene deseo...
EMPERADOR: No prosigas.
Diciendo
que está bueno, más no digas.
LLegándose BELISARIO
BELISARIO: Pues yo
diré lo demás,
y que es
vuestro esclavo digo.
EMPERADOR: ¡Oh,
alegre voz de mi amigo!
Bien has hecho, que me das
este gozo dilatado,
si de repente
has venido;
que mata
no prevenido
siempre el
gusto demasiado.
BELISARIO; Dame la
mano.
EMPERADOR:
No quiero,
porque el
pecho es tu lugar.
que en el
alma debe estar
el amigo
verdadero.
Levanta, amigo leal;
que parece
desacato,
que esté
en el alma el retrato
y en la
tierra el original.
Pues
iguales nos formó
la
amistad, llega a abrazarme;
sube tú
para igualarme,
porque así
no baje yo,.
Amor,
amando se paga;
y será
mejor así
hacerte
César a ti
que no que
yo me deshaga.
BELISARIO: Sabe,
pues...
EMPERADOR:
¿Qué he de saber?
Cuando sé
que vivo estás,
no
pretendo saber más;
basta,
amigo, basta ver
lo que
quiere el alma cuerda.
Si te he
visto y tú me viste.
Africa no
se conquiste
y el
ejército se pierde.
BELISARIO: Las
tres palabras que oí
de Julio
César diré:
"Vine, vi y vencí," y pondré
otra
más: que al rey prendí.
EMPERADOR: Siendo
César diferente
pues fue crüel ciudadano,
y tú
vasallo cristiano
más
dichoso y más prudente,
no le
alegues, ni profanes
ese valor
verdadero,
que eres
el texto primero
que han de
alegar capitanes.
Desde
el día en que nací
el triunfo
y pompa te debo;
y será
nacer de nuevo
darte yo
glorias a ti.
(Velemos, pues, Justiniano;
Aparte
porque
será suerte dura
que me
borren una hechura
que dibujé
de mi mano).
Vase el EMPERADOR.
Salen MARCIA y CAMILA
MARCIA: Sean
muy en hora buena
la venida
y las victorias.
CAMILA: Goce de
eternas memorias
tu fama de
lenguas llena.
BELISARIO: Con
favores tan extraños,
¿quién
será mortal jamás?
MARCIA: Tres días
faltan no más
para
celebrar los años
del
Emperador.
BELISARIO:
Y pues,
¿conmigo, qué se remedia?
MARCIA: Tú has de
ser en la comedia,
Píramo.
BELISARIO:
Tisbe, ¿quién es?
MARCIA:
Antonia.
BELISARIO:
(¡Albricias, sentidos! Aparte
¡Qué buena
fiesta tenéis;
pues es fuerza que escuchéis
amores,
aunque fingidas!
Hablaréla de esta suerte
con
razones lisonjeras.
Píramo
amará de veras
y Tisbe
querrá su muerte).
Venga
el papel.
CAMILA:
Veisle aquí.
MARCIA: Floro ha
de hacer un crïado.
FLORO: Jamás he
representado,
vencido
africanos, sí.
Pero yo
lo estudiaré.
Dan un papel a cada uno
CAMILA: Antonia
viene.
MARCIA: Ensayemos,
pues que ya las tres sabemos
nuestros papeles.
Sale ANTONIA
ANTONIA:
(¿Podré Aparte
disimular el contento,
encubrir
la turbación,
alentar el corazón
y despedir
el tormento?)
En hora
buena, señor,
sea la
victoria.
BELISARIO:
Y fuera
dichoso si
así venciera
en las
guerras del amor.
MARCIA: Ensayemos, pues.
CAMILA:
Amigo,
tú comienzas y los dos
salís juntos.
FLORO:
Plegue a Dios
que sepa
lo que me digo.
Lee
"Jesús, María. Comedia de Píramo
y Tisbe.
Jornada
Primera. Sale Tirso, alborotado y
dice: Píramo y señor, escucha / el
más
extraño
suceso. Pie: dolor. Llorando quedaba Tisbe, /
que era
verla compasión. Pie: A saberlo voy
volando.
Vase. Segunda Jornada. Pie: Esperanza. ¡Ay, qué desdicha!
Que pienso
/ que está muerto mi señor. Finis".
CAMILA: Todo el
papel ha ensartado.
MARCIA: Él es
notable persona.
FLORO: Mejor haré
la leona,
que lo tengo ya estudiado.
ANTONIA:
Suspende un rato el ensayo
mientras
Teodora no viene,
pues veo
que conmigo tiene
furia y
violencia de un rayo.
CAMILA:
Advierte que la enojamos
si acaso
os llegase a ver.
BELISARIO: Buen
remedio. Responder
que la
comedia ensayamos.
ANTONIA: Gracias
al cielo, señor,
que
hablarte una vez me toca,
porque me
helaba en la boca
las
palabras el temor.
Callando
el alma su amor,
reprimiendo sus antojos,
crecieron
dándome enojos
y si los
quiero decir,
dudo que
puedan salir
por la
boca y por los ojos.
BELISARIO: No
prosigas. Di, primero,
si es eso
de tu papel,
que ser un
pecho crüel
agora tan
lisonjero
es
novedad, y así infiero
o que mi
desdicha intentas
o que a
Tisbe representas;
pues son tus formas ingratas,
de Antonia cuando me matas,
de Tisbe
cuando me alientas.
ANTONIA: ¿Yo,
crüel? ¿Yo ingrata soy?
BELISARIO: Sí, pues
mi muerte pretendes.
ANTONIA: ¿Un
honesto amor ofendes?
BELISARIO: Ejemplos
de amarte doy.
ANTONIA: ¡Ah,
mudable! Firme estoy.
BELISARIO: Firme en
estar olvidando.
Sale TEODORA a la puerta
ANTONIA: ¿Yo te
olvido, ingrato? ¿Cuándo?
BELISARIO: Cuando te
muestras infiel.
ANTONIA: Eres
falso.
BELISARIO: Eres crüel.
TEODORA: ¿Qué es
eso?
CAMILA:
Están ensayando.
BELISARIO: Aunque
tu dueño ha venido,
decir mis
quejas intento,
que no
tiene sufrimiento
amor
cuando está ofendido;
bien sé
que no he merecido
favor tuyo
levantado
sobre el
zafir estrellado,
mas no te
ofendí de suerte
que el
procurarme la muerte
te pueda
haber disculpado.
ANTONIA: Calla, necio,
que no puedo
favorecerte ni hablar.
BELISARIO: Mal te
pueden disculpar
de no amor
respeto y miedo.
ANTONIA: Ni lo
niego, ni concedo;
mas
siempre una misma fui.
BELISARIO: En
aborrecerme a mí.
ANTONIA: En ser la
que debo ser.
BELISARIO: Bien
dices, que eres mujer.
TEODORA: ¿Y esto es
de la farsa?
CAMILA: Sí.
TEODORA: (Éstos
me engañan). Prosigan. Aparte
(A hurto
pienso cogellos). Aparte
Hace que se va y escóndese TEODORA
ANTONIA: Ya que
cogí los cabellos
a la dulce
Ocasión, digan
las penas
que me fatigan
mis
labios, porque Teodora
quiere que
tenga traidora
el alma
con tal violencia
que te
olvide en su presencia
y cuando
se va te adora.
La mano
que tú mereces
por Filipo
ha conquistado.
BELISARIO: ¿Luego, tú
no ha envïado
a que me maten
dos veces?
ANTONIA:
¡Jesús! ¿Yo? ¿Siendo jüeces
los cielos
de que te adora
el
alma? Sólo Teodora
me amenaza
con crueldad.
Marcia,
Camila, ¿es verdad?
MARCIA: Sí,
señora.
CAMILA: Sí, señora.
BELISARIO: Alma,
sentid alegría;
y
procúreme la muerte
el enemigo
más fuerte
y la mayor
tiranía.
Ya no
temo, siendo mía
la que
adoro y ofendí
con mis
sospechas; y así
seré el
ejemplo mayor
de la
dicha en este amor.
Sale TEODORA a la puerta
TEODORA: ¿Todavía
ensayan?
MARCIA:
Sí.
ANTONIA: Tisbe
finjo ser.
BELISARIO:
Prosigo.
En efecto, Tisbe hermosa,
aunque
fortuna envidiosa
use
rigores conmigo,
sola
Antonia..., Tisbe digo.
FLORO: Apunten.
BELISARIO:
...sola ha de ser
la que
tengo de querer,
porque no
es bien singular,
sino
fuerza, desear
y no obliga a padecer.
ANTONIA: Píramo,
en tus dulces brazos
pudieras
ver mi persona,
si no
hubiera una leona
que nos
quiere hacer pedazos;
romper intenta los lazos
del amor
con el desdén
y en el
mal hallo mi bien
porque es
gloria para mí
morir si
muerto por ti.
TEODORA: ¿También
es farsa?
MARCIA:
También.
CAMILA: Mucho
se van declarando.
MARCIA: ¡Oh, qué
ciego el amor es!
¿Cómo,
señora, no ves
que tu
madre está escuchando?
ANTONIA: En vano
está porfïando
quien
imposibles contrasta.
Tu
intención es limpia y casta,
agradecimiento pide,
mas si el
hado no divide,
¿qué
quieres, Píramo?
TEODORA: Basta.
Dame
ese papel, que así
señal y
escarmiento doy
de que si leona soy
habéis de
temblar de mí.
Rompa la comedia
Esto os
notifico aquí.
BELISARIO: Sin razón
te has enojado.
MARCIA: ¡Qué
venganza!
CAMILA:
¡Qué cuidado!
ANTONIA: Triste
voy.
TEODORA:
Rabiosa yo.
FLORO: La comedia
se acabó.
Perdón,
ilustre senado.
Vanse todos.
Quede BELISARIO
BELISARIO: ¿Si es
Teodora la que muerto
me
desea? ¡Cosa es rara!
¡Oh, quién
se desengañara!
¡Oh, quién
supiera lo cierto!
Que es
Teodora me parece,
y ella en
efecto ha entendido,
que fue el
ensayo fingido;
y como nos
aborrece,
ha
inflamado el corazón
en ira.
Sale FILIPO
FILIPO:
(Ya prometí. Aparte
A gran
cosa me atrev¡.
Leyes las
palabras son.
Su
muerte quiere mi prima,
y hoy mis
cuidados la intentan.
Celos son
los que me alientan
y una
emperatriz me anima.
La mano
le he de pedir
lisonjero,
y bien asida,
podré
quitarle la vida
sin que él
lo pueda impedir.
Aquí
está solo, y la gente
de palacio
retirada.
La ocasión
es extremada).
Dame,
Príncipe valiente,
la
mano; que he de besar
la mano
que sabe ser
blasón,
columna y poder
del imperio.
BELISARIO:
¿Yo he de dar
mano a
Filipo, si espero
entre sus
brazos honrarme?
FILIPO: Yo no
pienso levantarme,
sin que
vos me deis primero
la
mano.
BELISARIO: Pues
yo os la doy
de
amistad, que ésta deseo.
FILIPO:
(¡Cielos! ¿Qué es esto que
veo? Aparte
Vencido y
suspenso estoy.
Mi
sortija es ésta. Él es
el que la
vida me ha dado).
BELISARIO: Filipo, ¿qué
hacéis postrado
de esa
manera a mis pies?
FILIPO: (Un
bien y una sinrazón, Aparte
un
agravio, una amistad,
un valor y
una crueldad,
una fe y
una traición
me
hacen dudar de esta suerte
siendo
contrarios sujetos.
Y han
hecho tales efetos
los ojos
viendo su muerte.
En dos distintos antojos
y dos extremos violentos
hacen mal los pensamientos
y bien han hecho los ojos.
Y así entre dos huracanes
dudando,
quiero y no quiero,
suspenso
como el acero
cuando
está entre dos imanes).
BELISARIO:
Levantad, que no os entiendo
ni sé vuestra turbación.
FILIPO: Leal soy
en la traición.
Vida os
doy cuando os ofendo.
Por la
ofensa estoy corrido,
por la
vida alegre estoy.
Los que me
disteis os doy
porque al fin
no hay bien perdido.
BELISARIO:
Sospecho que os entendí.
A matarme
habéis venido
y el acero
ha suspendido
conocer
este rubí.
FILIPO: Y aun
es acción merecida
que el
brazo piadoso y fuerte,
que anoche
excusó mi muerte
me quite
agora la vida.
Aunque
si mal no intentara
no luciera
en ese pecho
el precio
del bien que ha hecho
ni a ser
tuyo me obligara.
Ya han permitido los cielos
que de mis
intentos huya;
pues con
la presencia tuya
sin
envidia estoy ni celos.
Argos
seré de tu vida
y no
pienso obedecer
venganzas
de una mujer
poderosa y atrevida.
BELISARIO: ¿Quién
es?
FILIPO:
Decirlo quisiera
aunque mi
palabra ofendo,
pero ve tú
discurriendo.
BELISARIO: ¿Es
Camila?
FILIPO:
No es tan fiera.
BELISARIO: ¿Marcia?
FILIPO:
Piadosa es también.
BELISARIO: ¿Alcina?
FILIPO: No
lo intentó.
BELISARIO: Dime si es
Antonia.
FILIPO:
No.
BELISARIO: ¡Hágante
los cielos bien!
¿Es
Teodora?
FILIPO: Adiós, amigo.
BELISARIO: ¿Vas
callando?
FILIPO:
Hablando voy.
BELISARIO: ¿Tú eres
mi amigo?
FILIPO:
Sí, soy.
BELISARIO: Dilo,
pues.
FILIPO:
Ya te lo digo.
Vase FILIPO
BELISARIO: ¿Qué tengo más que saber?
De Teodora
es la porfía.
¡Con qué
afecto y agonía
aborrece
una mujer!
Si son un
alma y un ser
Teodora y
Justiniano,
¿cómo un
mismo cuerpo humano
inconstancia tiene tanta,
que una
mano me levanta
y me
derriba otra mano?
Bien
esta duda me explica.
De una
víbora se saca
el veneno
y la trïaca;
el sol mata
y vivifica.
Si rigores
multiplica,
¿cómo me
podré guardar?
Que si es
nube su pesar
y en conspiraciones tales
llueve sobre mí puñales,
alguno me ha de
alcanzar.
Quejarme al Emperador
es ponerme
en más cuidado,
porque el
hombre bien casado,
con
prudencia y con amor,
crédito ha
de dar mayor
a su mujer
que a su amigo.
¡Cruel
estrella, hado enemigo!
¿Vivir
temiendo es vivir?
Él viene; yo he de fingir;
que entre sueños se lo digo.
Siéntase. Salen el EMPERADOR y NARSÉS
NARSÉS:
Entrando van en efecto,
por Italia
longobardos
y talando
las campañas,
como los
soplos del Austro,
derriban
pálidas hojas,
cuando en
noviembre enojado
prende
arroyos y desata
la
hermosura de los campos.
Italia, señor,
se pierde.
Si me
hubieras despachado
quizá
naciones del norte
no
vinieran.
EMPERADOR:
Habla paso,
porque he
visto allí dormidos
los ojos
de Belisario,
y en lo
dulce de aquel sueño
yo mismo
estoy reposando.
Mientras
este varón vive,
vengan los
reyes extraños
al
imperio, que saldrán
llenos de
horror y de espanto.
Haz que se
prevenga el triunfo
para
mañana. Bizarro
triunfará
de Africa, y luego
iréis a Nápoles ambos.
Vase
NARSÉS
¡Oh, admiración de los hombres!
Del mundo fueras milagro
si
hubieras nacido rey
como
naciste vasallo.
Causándome
estás respeto;
a amor me
estás provocando.
Eres un
rasgo divino;
eres un
prodigio humano.
[Habla soñando BELISARIO]
BELISARIO: ¿Por qué, Emperatriz,
me matas?
¿Cuándo te
hicieron agravio
mi lealtad
y mis servicios?
EMPERADOR: Entre
sueños está hablando.
BELISARIO: Si para
quitarme a Antonia
homicidas
has buscado,
tu vasallo
soy leal;
no cometí
desacato
jamás
contra tu persona.
EMPERADOR: Como son
unos retratos
los sueños
de las pasiones
del alma,
en dormidos labios
vi
despierta la verdad
que saber
he deseado.
¿Cómo así
duermes seguro
cuando
tienes por contrario
mujer
bella y poderosa?
Pero date
mi palacio
la
inmunidad y el descuido.
Duerme y
vive, que velando
estoy tu
vida y tu sueño.
A mí mismo
en ti me guardo.
Pónese el EMPERADOR detrás del paño. A la otra
puerta salen TEODORA y FILIPO
TEODORA: Eres
cobarde.
FILIPO:
No pude.
Yo buscaré
más espacio
la ocasión.
TEODORA:
Dame esta daga.
Quítasela
FILIPO: No te vaya
despeñando
tu
crueldad.
TEODORA:
No me aconsejes.
FILIPO: Si yo,
señora, le mato,
¿qué más
quieres?
TEODORA: No te creo.
FILIPO: (¡Quién
pudiera despertarlo Aparte
que all¡
durmiendo le veo!)
A tu
decoro gallardo
no
conviene.
TEODORA:
No des voces.
FILIPO: Porque
despierte lo hago).
BELISARIO: (Claro
está que si durmiera Aparte
que
hubiera ya despertado.
Mucha ve
quien vela y calla).
TEODORA: Guarda la
puerta, entretanto
que yo
llego a darle muerte.
FILIPO: (¡Oh, qué
sueño tan pesado! Aparte
Quiero
tropezar). ¡Jesús!
Tropieza. Hace
ruido en una silla
TEODORA: No hagas
rumor.
FILIPO:
(¿Tan ingrato Aparte
he de ser
si me dio vida?
Parece que
es un letargo
su sueño).
Vase FILIPO
TEODORA:
¡Viven los cielos,
que pues tres hombres no osaron
vengarme del que aborrezco,
que ha de
morir a las mano
de una
mujer.
Vale a dar y sale el EMPERADOR y detiénela
EMPERADOR:
¡Tente, loca!
¿No miras
que yo le guardo?
Con sus ojos y los míos,
hacemos los dos un
Argos.
La mitad
está durmiendo
y la otra
mitad velando.
Mi imagen es y, otro día,
traerá el
acero villano
contra el
mismo original
la que se
atreve al retrato.
¿Matarme
quieres?
TEODORA:
¡Señor!
¿Yo contra
ti?
EMPERADOR:
Paso, paso;
que aun
interrumpirle el sueño
he de
sentir por agravio.
BELISARIO: (¡Oh,
señor, cuánto te debo!) Aparte
TEODORA: Yo
quise...
EMPERADOR:
Cierra los labios,
que oír no
quiero tus quejas
ni atender
a tus descargos.
Bien sé
que pasiones son,
porque sus
triunfos y lauros,
sus
victorias y trofeos,
sus pompas
y magistrados,
quisieras
para tu primo;
y es tu pecho tan ingrato,
tu
condición tan terrible,
tu humor
tan extraordinario,
que
envidias lo que debieras
estimar,
pues no es extraño
sino
propio el bien que tienen
el amigo y
el crïado.
Éste que
miras, ingrata,
es un
patricio romano,
es un
varón consular
que en los
reales y campos
del
Emperador Justino,
mi señor,
era un soldado
cuando
joven, tan valiente,
tan
animoso y bizarro,
que
mereció por sus hechos
una
estatua en el senado.
Dos veces
me dio la vida
porque
perdido el caballo
en las
guerras de Asia, viendo
que me
cercaban contrarios,
rompió por
ellos, cual suele
rasgar con
truenos un rayo
esferas de
viento y nubes
de fluecos
tornasolados.
Su caballo
me dio, y luego,
abriendo
por todos paso,
al
ejército me vuelve
con
vencedores aplausos.
Otra vez
pasando el Tigris
en sus
ondas de alabastro
me vi
perdido y, rompiendo
globos de nieve, en sus brazos
me sacó a la margen verde.
Fue capitán, y en dos años
tuvo treinta desafíos
de cuerpo
a cuerpo retando
enemigos
del imperio:
persas,
medos, griegos, partos.
Fue general
y la esfera
del
imperio ha dilatado
a los términos que tuvo
en los tiempos de Trajano.
Doce reyes ha vencido,
quince
veces ha triunfado
con el
triunfo que mañana
le están previniendo en carros
competidores del sol.
¿En qué
madera, en qué mármol
no merece
los cinceles
de Lisipo
y de Lisandro?
No fue
vencido jamás,
y en las
guerras se ha mostrado
un
prudente Julio César,
un
magnánimo Alejandro.
¿Éste
quieres deshacer?
Más es
león africano
que,
abiertos los ojos, duerme.
En sueños
está bramando.
¡Ay, de aquel que se le atreva!
cuatro
reyes, admirados
de su
fama, hasta mi corte
por verle
peregrinaron
y estando
en presencia suya
en un
éxtasis y pasmo
de admiración
se quedaban
atentos y
embelesados.
¿Cómo una
mujer se atreve,
sin
prudencia y sin recato,
sin piedad
y sin temor,
contra el
que está amenazando
allí al
mundo? ¿Son de tigre
tus
entrañas? ¿Hasta cuándo
ha de
durar la venganza
de tus
antojos livianos?
¡Vive
Dios, y por la vida
de que tú
aborreces tanto,
que a no
ser atento y cuerdo,
este
acero...! Reprimamos,
cólera,
tales razones,
que soy
príncipe cristiano,
amante de
mi mujer,
y me llama
el mundo sabio;
mas si el derecho civil
y leyes de los romanos
pongo en orden y reduzco
a un
volumen reformado,
justiciero
debo ser,
satisfacer
debo agravios,
castigar
debo delitos
y hüir
respetos humanos.
¡Hola!
Hace que despierta BELISARIO
BELISARIO:
¿Señor?
Salen FILIPO, LEONCIO y NARSÉS
NARSÉS:
¿Qué nos mandas?
EMPERADOR: A la Emperatriz le han dado
algunas
melancolías,
y parece
acuerdo sano
que se retire algún tiempo
de la
corte y de palacio.
A
Antioquía ha de irse. Allí
pasar
puede este verano
en la casa
de su padre.
Id los
tres acompañando
su persona
y, porque vea
lo que
debo a Belisario,
traedme
las imperiales
insignias.
Vase NARSÉS
TEODORA:
(Estoy temblando. Aparte
De cólera
puede ser,
no de temor).
EMPERADOR: Breve rasgo
es de Dios el rey, y así
humildes valles levanto,
soberbios montes inclino.
Batan moneda, que a un lado
tenga mi
rostro y en otro
el de
Belisario orlado
de letras
que digan" "Eacute;ste
sustenta
el imperio sacro."
A TEODORA
Muere de
envidia, crüel.
Saca NARSÉS en una fuente un bastoncillo y una corona
de laurel
dorado
NARSÉS: Aquí
están.
EMPERADOR:
Mi imperio parto
con quien
lo merece entero.
Por
sucesor te declaro
de mi
imperio. César eres.
Rey eres ya de romanos.
El bastón imperial, hoy,
dividido
en dos pedazos,
dirá que
un alma tenemos.
BELISARIO: ¡Señor...!
EMPERADOR:
No repliques.
BELISARIO: Hago
lo que
mandas.
Parten entre los dos el bastón
EMPERADOR:
El laurel
del
imperio sacrosanto
también se
ha de dividir,
que con
esto estoy mostrando
que hay un
poder en los dos.
BELISARIO: ¿Tantas
honras a un esclavo?
Parten la corona
EMPERADOR: Tantas
honras a un amigo.
¡Ea! Mandar debes algo
en señal
de posesión,
que aun yo
tus preceptos guardo.
BELISARIO: Si eso,
señor, ha de ser,
suplico...
EMPERADOR:
¿Qué dices?
BELISARIO: Mando
en tu
presencia, señor,
(esta voz
me causa empacho), Aparte
mando que la Emperatriz,
mi
señora...
TEODORA:
¡Ah, crüel villano!
BELISARIO: ...no se
vaya de la corte
ni salga
de tu palacio,
y este
bastón y laurel
pongo a
sus pies soberanos
porque
todo es suyo, y yo
soy un
pequeño traslado,
Pone
a sus pies laurel y bastón
un borrón, una pintura
de su poderosa mano.
TEODORA: (Vencióme
la cortesía. Aparte
Venciéronme los halagos
de su
modestia. Ya siento
el pecho
desenojado).
EMPERADOR: Obedecido serás
y ya en lugares tan altos
serás el mayor ejemplo
de la dicha.
BELISARIO:
(El postrer paso Aparte
de la
fortuna di agora.
No hay más
que subir. Vivamos,
corazón,
con gran cordura,
con modestia y con recato).
FILIPO: ¿Quién vio
tan grande ventura?
LEONCIO: ¿Quién vio
tan feliz soldado?
NARSÉS: ¿Quién oyó
tales favores?
EMPERADOR: ¿Quién
tuvo tan buen vasallo?
TEODORA: ¿Quién no
venció sus enojos?
BELISARIO: ¿Quién
subió a lugar tan alto?
Fortuna,
tente. Fortuna,
pon en
esta rueda un clavo.
Vanse todos
FIN DEL ACTO SEGUNDO