ACTO SEGUNDO
Salen PORCIA e ISABELA
PORCIA:
Margarita ha presumido
que las
dos nos inclinamos
a los sobrinos
del rey,
yo a
Federico y tú a Carlos.
ISABELA: ¿Qué
remedio, Porcia?
PORCIA: ¿Qué?
No
habemos de amar en vano,
Isabela. Industrias hay.
Un
papel escrito traigo
para
Federico aquí.
En él
mi amor declaro.
Si una
vez con él me veo,
tú
verás que los aparto
de amar
a la Infanta.
ISABELA: Aquí
viene el rústico villano
que los
sirve. Con él puedes
a
Federico envïarlo.
Sale DOMINGO
DOMINGO: (Yo
estoy fuera de mi centro. Aparte
Yo
estoy vendido en palacio.
Las dueñas con alfileres,
los meninos con sus mazos
y con gargajos los pajes
me tienen muy acosado.)
PORCIA:
¡Domingo!
DOMINGO:
¿Señora mía?
PORCIA: ¿Sabrás
llevar un recado?
DOMINGO: ¿Qué es
el recado?
PORCIA: Un papel.
DOMINGO: Sí,
señora, y de mi amo
llevo
yo un papel a Laura
y vengo
y tomo y ... ¿qué hago?
PORCIA: ¿Cómo
le diste?
DOMINGO: Muy bien.
Carlos
me llamó y llamado,
"Lleva un papel" dijo, y dicho
yo le
respondí, "Veamos,"
y
respondido, escribiólo,
y
escribido lo ha cerrado,
y
cerrado me lo dio,
y dado yo lo he tomado,
y tomado fui con él,
e ido
quiso el dïablo
que me
topase en la calle
a su
marido, y topado
dile yo
mi cuento, y hecho
quise
echar por el hatajo
para no
buscar a Laura.
Su
marido es hombre honrado,
y sabrá
de ella mejor.
Dile el
papel. Tomó un palo
y tomado sacudióme,
y sacudido, en el sayo
no me dejó ningún polvo.
Con él,
me dio treinta y cuatro
cabales como los dedos
que tenemos en las manos.
Recibílo y recibido,
enojéme, y enojado
cogí piedras, y
cogidas
fuime a
mi casa volando.
ISABEL: Con
agudeza le diste.
PORCIA: Ahora
viene. Este topacio
te daré
si traes respuesta.
DOMINGO: Pues,
¿a quién tengo de darlo?
PORCIA: A
Federico.
DOMINGO:
Al momento
se le
pongo así en la mano.
¿Quién
diré que me envía?
PORCIA: Doña
Porcia.
DOMINGO: ¡Nombre extraño!
ISABEL: El rey
viene.
PORCIA:
Pues, Domingo,
quédate
a Dios, y cuidado.
Vanse las dos
DOMINGO: Cuidado
y quedo a Dios.
Si
ninguno de mis amos
se ha llamado "Fe-borrico",
porque
"Carlos" son entrambos,
¿a
quién he da dar aquéste?
No lo
entiendo; soy un asno.
Así el
rey diz que se llama,
"Fe-borrico". Se lo canto.
¡Pardiobre! Agora que sale
y me
darán el trapazo.
Salen el
REY y el MARQUÉS
REY: Un
sabio de Atenas dijo,
no sé
si bien o si mal
que hay
secreto natural
para conocer a un hijo.
[............... -ido
....................
.....................]
MARQUÉS: ¿Y tú el secreto has sabido,
señor?
REY: No, y encomendado
a muchos doctos lo tengo.
Todo
remedio prevengo
y no
estoy desconfïado.
DOMINGO:
Aunque soy un necio yo,
deje que bese sus pies,
y tome éste.
REY: ¿Cuyo es?
DOMINGO: Doña
Porcia me le dio.
REY: ¿A
quién le llevas?
DOMINGO: (Yo pierdo Aparte
la
memoria, de temor.)
A
Fe-borrico, señor.
Bien del nombre no me acuerdo.
Fe-borrico o Lodovico,
o
Enrico, o Tambico fue.
El
nombre puntual no sé;
sólo sé
que acaba en "-ico".
Tómele su señoría.
Lléguese acá, largue el brazo
porque
me mandó un trapazo
que en
un anillo traía.
REY: ¿Tú,
¡quién eres?
DOMINGO: Un crïado
de los dos sobrinos fui.
REY: ¿Los conoces mucho?
DOMINGO: Sí.
REY: ¿Cuál es hombre más honrado?
DOMINGO: Yo, señor, por vida mía....
REY: ¿Y cuál de los dos merece
más que el otro, y te
parece
que mejor padre tendría,
si
es que en costumbres y tratos
los dos
diferentes fueron?
DOMINGO: Pienso
que los dos tuvieron
por
padres dos mentecatos
porque dan a unos villanos
a crïar dos niños bellos,
y no saber conocellos
no es
hecho de cortesanos.
REY: (En
esto dice verdad, Aparte
y
grande mi afecto ha sido;
pues
informarme he querido
de
tanta simplicidad.)
¿Cuál con obras más honradas
tiene
más prendas?
DOMINGO: Señor,
más
prendas tiene el mayor
pero
las tiene empeñadas.
REY:
¿Cuál te agrada más?
DOMINGO: Confieso
que
ambos son quitapraceres.
REY: ¿Cómo
los murmuras, si eres
tú su
crïado?
DOMINGO:
Por eso.
REY:
Vete.
DOMINGO:
¿Responda?
REY: ¿Te dio
éste,
Porcia?
DOMINGO:
Señor, sí.
REY: Y bien
Porcia ha sido así;
pues de un bruto se fïó.
Anda.
MARQUÉS:
Su alteza ha pasado
a tu
cuarto.
REY:
Margarita
muchos
pesares me quita.
DOMINGO: Yo voy muy bien despachado.
Vase. Sale
MARGARITA
REY:
Sobrina, aqueste papel
de una
dama vuestra ha sido.
Ni le
he abierto ni leído
que no
quiero ser con él
poco
galán y grosero.
Verle podéis y mirar
si hay
algo que remediar.
En
vuestras damas no quiero
usurpar jurisdicción
que es
vuestra, no parecer
que he
dejado ya de ser
servidor de damas.
Vanse el REY y el MARQUÉS
MARGARITA: Son
ejemplo vuestras acciones
de la
juventud dichosa.
El
papel abro curiosa.
Aun no tiene
dos renglones.
Lee
"Amo y hablaros deseo,
Porcia". ¡Qué resuelto y breve
es el
papel! Ya se atreve
mucha
envidia a mi deseo.
"Para Federico" dice
el sobreescrito. Quien ama
sin
servir celos, se llama
poco
amante o muy felice.
De
los celosos desvelos
hasta
aquí fue padre Amor;
y agora
quiere el rigor
que nazca amor de los celos.
Yo
no amé. Celos tiranos,
anticipados venís;
pero si
envidia os decís,
justamente sois villanos.
¿Si
es Porcia correspondida?
¿Si
este papel es respuesta?
Pues,
que su amor manifiesta
quizá
por agora decidida.
Ahora bien, sea o no sea
correspondida afición
yo he de
mostrar ocasión
para
que mi industria vea
cuál
de los dos quiere más;
que en
el dar satisfacción
se
conoce la pasión
del
ánimo.
Sale el PRÍNCIPE
PRÍNCIPE: Sola estás,
y
mejor acompañada
contigo
misma; y así
ya que
con salud te vi,
volveréme si te agrada.
MARGARITA:
(Aquí he de mostrar enojos
Aparte
para ver en su semblante
si éste
es verdadero amante
Atended y notad, ojos.
Rigores y enojos vea
si a Porcia empieza a
querer
para
que deje de ser,
y si no, porque no sea).
Federico, atrevimiento
que
para en descortesía
y una
villana osadía
piden
un grande escarmiento,.
Dos culpas grandes tenéis,
mis damas galanteáis,
ocasión fácil les dais,
ser su
amante prometéis;
y
después en mi presencia
casi,
casi me decís
que me
amas o me servís
sin mi
gusto y mi licencia.
Rigor merece infinito
si es
verdad esto primero,
y no
siendo verdadero
aun es
segundo delito.
Escaparos no podéis;
del
rigor culpado estás;
que
sirváis o no sirváis,
que
améis a Porcia o no améis.
PRÍNCIPE: Muy
en mí, muy con paciencia
responder a eso conviene;
porque
en el ánimo tiene
esta
quietud la inocencia;
que
ni amé ni pretendí
ni
puede ser que quisiese
otra
luz que ésa no fuese,
consta
claro pues que os vi.
¿Cuál hombre en jardín ha entrado
con discurso natural
que
viendo en tosco metal
el
lirio azul y morado
junto al clavel carmesí
entre
su verde camisa
brotando púrpura y risa,
aromático
rubí,
dejara el rojo clavel
que las
abejas desean
por el
lirio aunque se vean
doradas
listas en él?
¿Quién en las ondas inquietas
de un
avariento arroyuelo
verá
sin mirar el cielo
melancólicas violetas
si
ver respira colores
cuando
el céfiro las mueve,
la rosa
de sangre y nieve
que es
monarca de las flores,
dejara por la violeta
la rosa
que en el jardín
es
estrella de carmín
fija ya
que no planeta.
De
ningún amante oí
que,
aunque es luz brillante y bella,
se
enamorase de estrella
pero de
la luna sí.
¿Como dio a vuestra alteza
amar a
dama ninguna,
siendo
clavel, rosa y luna
esa
celestial belleza
y la que fuere más bella
comparada al rosicler
de ese
cielo, habrá de ser
violeta, lirio y estrella?
MARGARITA: ¡Ay,
que estas bachillerías
son de un
hombre que está en sí
libremente! Nunca vi
amor
con filosofías.
(Quiero hacer una experiencia;
Aparte
que
dicen que despedido
un
galán cuando ha querido
es amor
la inobediencia).
PRÍNCIPE: ¿Y
cómo pudiera ser
que si
tú, señora, estás...?
MARGARITA: Vete de aquí y no hables más.
PRÍNCIPE: (Amo y he de obedecer). Aparte
Vase el PRÍNCIPE
MARGARITA: Mudo
se va y obediente.
Ni
apeló ni ha replicado.
Amó por
razón de estado
y así
mi ausencia no siente.
Mas
si bárbaros se fueron
con
amor domesticando,
y ha habido brutos que amando
racionales parecieron,
¿qué
mucho que hombre discreto
use
bien de la razón
con
amorosa pasión?
Pero en
vano me prometo
disculpas; que la violencia
de amor
extremos parece;
al
retórico enmudece
y al
bárbaro da elocuencia.
Otra
vez quiero leer
el
papel y colegir
si se puede presumir
que es
amar y responder.
Sale el INFANTE con un lienzo en la mano
INFANTE: (Amo
a Porcia y no me agrado Aparte
de la Infanta, pero es ley
que
quien pretende ser rey
sepa
razones de estado.
Cuantas finezas oí
de
amantes pretendo usar.
La
fineza del llorar
tengo
prevenido aquí.
Las
lágrimas solicita
Amor que amante no llora.
A
Porcia mi gusto adora,
mi
ambición a Margarita).
MARGARITA:
(Aquí está Carlos. Enojos Aparte
y coléricos agravios
he de fingir en los labios
habiendo paz en los ojos.
Examinemos su amor.
Cuidado, no os descuidéis).
¿Cómo,
Carlos, os ponéis,
sin
prevenir mi rigor,
a mis ojos? Si galán
sois de las damas, ¿qué os mueve
a que siendo el pecho
nieve
deis a
entender que es volcán?
¿No
es especie de traición
decir
que es un Mongibelo
alma
cubierta de hielo
cuando carámbanos son
vuestros mismos pensamientos?
Mostráis amor, mostráis fe
pero yo castigaré
bárbaros atrevimientos.
No
digo yo que es sentido
que améis vos en otra parte;
mas fingir amor con arte,...
INFANTE: (¡Esta
mujer me ha entendido!) Aparte
MARGARITA:
...es traición y es villanía.
INFANTE: (Ella
me ha entendido el juego. Aparte
Con las lágrimas le pego.
No
desmayéis, ficción mía).
Mi
señora, el mismo Amor
estará
de mí envidioso
porque
me ve tan dichoso
que sin
esperar favor
de esas manos celestiales,
de esos
labios de rubí,
está
epilogado en mí
cuanto
amor en los mortales.
El
alma está vivificando
vuestro
objeto solamente
como sol, que en el oriente...
MARGARITA: (¡Vive
Amor! ¡Que está llorando!) Aparte
INFANTE:
...cuantas cosas hay crïadas,
vivifica con luz pura,
tomando
de él hermosura
las
cosas imaginadas.
¿Yo
amar, yo ver, yo mirar
en otra
parte, señora?
Todo es
sombra de esa aurora.
¿Yo
mirar, yo ver, yo amar?
MARGARITA:
(Lágrimas en hombre son
Aparte
gran
amor o gran flaqueza.
Ya
conozco la entereza
de su
esquiva condición.
Ya
supe su valentía
luego
no es flaqueza el llanto,
luego
amor ha sido, y tanto
que pretende
el alma mía.
Agradecer lo que llora
casi a
su afición me aplico.
Elección de Federico,
en
peligro estáis agora).
Salid, Carlos al momento
de mi cuarto.
INFANTE:
Razón es.
Asidos
siento los pies
al
suelo de este aposento,
y si
quiero obedecerte,
entre
rémoras estoy
y cada
paso que doy
es un
correr a la muerte.
Todo
es desdicha y violencia,
todo es
ansias y temores,
si me
quedo oigo rigores,
si me
voy siente tu ausencia.
Muero si estoy quedo y firme,
si me
voy muero y me aflijo.
Pienso
que por mí se dijo:
"Ir y quedar y con quedar partirme"
Vase el INFANTE
MARGARITA: Ni
acierta a salir, ni acierta
a
quedarse, y así arguyo
que es
inmenso amor el suyo.
Ya ha
encontrado con la puerta.
Afición, agora, agora
quedad. Quedad suspendida.
Si he
de ser agradecida,
Carlos
es quien me adora.
Vase MARGARITA.
Salen DOMINGO y PORCIA
PORCIA: Eres
tercero valiente.
¿Diste,
en efecto el papel?
Cuéntame el suceso de él.
DOMINGO:
Escúchame atentamente.
Si soy prolijo, perdona.
Llegué y díselo, y no hay más.
PORCIA: Algo
despejado estás.
DOMINGO:
Desásnase la persona.
PORCIA:
¿Mostró placer al tomarlo?
DOMINGO: ¡Y
cómo! Pracer mostró,
porque
unos ojos me echó
que
daban miedo al mirarlo.
PORCIA:
¿Dijo que responderá?
DOMINGO: Y la
respuesta sería
de un
tiro de artillería.
Yo no
sé qué tal será.
PORCIA:
¿Leyólo, luego?
DOMINGO: En sabiendo
quién
es la que le envïó,
muy
cerrado lo guardó.
PORCIA:
Mentecato, no te entiendo.
DOMINGO: La
mentecata ha de ser
quien es dama y es señora
y de un viejo se enamora.
Mentecata es la mujer
que
de mentecatos fía
y la
que no me entendía
hablando tan claro yo.
Mentecata quien me envía
al
rey con ese recado
y eso
vendré yo a ganar
si me
manda encorozar.
PORCIA: ¿A
quién el papel has dado?
DOMINGO: A su
majestad, así.
Pues,
¿a quién, mentecatona?
A Federico en persona.
¿Soy yo
bobo? Al rey lo di.
PORCIA: ¿A
tu señor no le has dado
que es
Federico?
DOMINGO: ¡Señora,
no
sabía yo que agora
otra
vez le han bautizado!
PORCIA:
Vete, villano, de aquí.
DOMINGO: Bien
dicen que es menester
ser
discreto para ser
alcahuete. Yo le di,
por
mi cholla y mi capricho.
PORCIA: El que
es necio, ¿qué no hará?
DOMINGO: Si me
conoce y me da
el
papel, lo dicho dicho.
Vase DOMINGO
PORCIA:
Malos principios, Amor,
¿en qué
tienes de parar?
¿Al primero
punto hay azar?
¿Hay más pena, has más rigor?
Sale el PRÍNCIPE
PRÍNCIPE:
¿Vos, señora, con enojos?
¿De qué
causa ha procedido?
PORCIA: Ya no
los hay, si habéis sido
serenidad de mis ojos.
Una
dama os escribía
un
papel y ese crïado
neciamente al rey le ha dado.
PRÍNCIPE: El
nombre le engañaría.
Si
también yerran los sabios,
disculpado estará él.
La
pluma habló en el papel,
escríbanme ya lo labios.
Lea
yo, estando presente
en su
mismo original,
papel
logrado tan mal.
PORCIA: Era un
renglón solamente.
PRÍNCIPE: Si
lo comprendioso debe
ser
discreto, yo lo creo.
PORCIA: Amo y
amaros deseo.
PRÍNCIPE: También
la respuesta es breve:
Amo
y hablaros no puedo.
PORCIA: Duda la
respuesta tiene.
PRÍNCIPE: ¿Duda
en qué?
PORCIA:
(La infanta viene. Aparte
Cuando
despreciada quedo,
yo
quiero desalumbralla,
vengarme y favorecerme.
Fiero basilisco,
duerme;
sirena
engañosa, calla).
¿De
qué nace tanto osar?
¿A mí
me habéis de decir
que me
pretendéis servir
ni que
me tenéis de amar?
Vos
con tan poco decoro,
viendo
que Porcia me llamo,
osasteis decir "Yo os amo,
Porcia hermosa, yo os
adoro?"
Si
otra vez esos agravios
repetís, y esos antojos,
será el
rigor de mis ojos
el
sello de vuestros labios.
Idos, porque tengo miedo
que
otra palabra me habléis,
sin que
cólera me deis.
PRÍNCIPE: Amo y
hablaros no puedo.
Vase el PRÍNCIPE.
Ha de haber salido
MARGARITA un poco antes a escuchar
MARGARITA: ¿Qué
es eso, Porcia?
PORCIA: No es nada,
castigar un atrevido.
MARGARITA: ¿Cómo
se ha compadecido
estar
agora enojada
y
escribirle este papel
todos
deseos y amores?
PORCIA: Antes
es todo rigores
si tú
reparas en él.
Que
amo en otra parte digo
a que
le deseo hablar
para
poderle mostrar
mi
enojo en este castigo.
MARGARITA: Bien
lo interpretas. ¿Y a quién
amas?
PORCIA:
Amor, que es discreto,
es
hermano del secreto.
MARGARITA: Si es
honesto Amor, también
virtud es. Decir se debe
que
antes le hace sospechoso
el
silencio.
PORCIA:
Amor dichoso
a decir
su mal se atreve.
Pero un amor desdichado
bien es
que en silencio esté.
MARGARITA:
Desdichado amor, ¿por qué?
PORCIA: Ni es
creído ni es pagado.
MARGARITA:
Sepamos quién es indigno
de amar
y de agradecer.
PORCIA: (¡Qué
impertinente mujer!) Aparte
Carlos
es a quien me inclino.
MARGARITA: Yo
gustaré de escucharos
materias de amor, y así
hablad
delante de mí.
PORCIA: Tus caprichos son ya raros.
MARGARITA:
Ignoro amantes desvelos
y
quiero aprender primores.
PORCIA: Antes
parecen amores
con una
punta de celos.
MARGARITA:
Venganza, Porcia. Ya viene
Carlos. Voyme retirando.
PORCIA: Isabela
está cantando
y a
escucharla se detiene.
MARGARITA: Tras
de ese cancel estoy.
Háblale, por vida mía.
Escóndese MARGARITA
PORCIA: (A tan
curiosa porfía Aparte
buen
nombre en celos la doy.)
Sale el INFANTE y canta dentro ISABELA
ISABELA:
"Filis, huye del amor
porque
es ya cosa muy cierta
que no
hay firmeza en los hombres
sino
engañosas promesas."
INFANTE: (Aquí
será bueno hacer Aparte
una
locura que tenga
nombre
de firmeza rara
porque la Infanta lo sepa).
ISABELA: "Todo amor es invención;
engaños son las finezas.
No hay hombre firme en el
mundo;
no hay
hombre que ame de veras."
INFANTE: Voz,
quienquiera que seáis,
sois mentirosa y sois necia.
Vos cantáis y vos mentís
que hay hombre que ame de
veras.
PORCIA: Carlos,
¿qué es eso?
INFANTE: Señora,
confieso que fue imprudencia
pero llevóme el afecto
como
soy ejemplo y regla
de verdaderos amantes,
de voluntades eternas.
Aunque es ángel la que
canta,
es
mentirosa la letra.
Grosero
anduve, fue impulso
de amor y fe verdadera.
PORCIA: ¿Tanto
amáis?
INFANTE:
(Ocasión tengo Aparte
para
decirle que es ella
la que
adoro y la que estimo.
¡Ésta
sí el alma me lleva!)
Porcia,
hermosa, quiero tanto
que un
idólatra pudiera
aprender de mí a adorar
deidades de bronce y piedra.
Tal es el hermoso objeto.
Deidad es y deidad bella,
pero
temo que es de bronce.
(Pienso
que amor me despeña. Aparte
Quien
miente tenga memoria;
quien
finge tenga prudencia.
Porque
estos canceles oyen
y las mujeres se precian
de que les digan amores,
no quiero que esto se
sepa.
Si rey
de Sicilia soy,
siempre
habrá ocasión que crea
mi amor
Porcia, afición mía.
Cuidado, no nos entienda).
PORCIA: ¿Qué
estará hablando entre sí?
INFANTE: Dudo y
no sé si me atreva
a
suplicarte una cosa
pero de
rodillas sea.
Intercede,
Porcia mía,
Porcia
varonil y cuerda,
más que
la Porcia
romana,
intercede por mí, ruega
a la
luz de las mujeres,
a la
deidad de las reinas,
al
fénix de la hermosura,
al
cielo de la belleza
que
permita que la adore,
que me
dé sólo licencia
para
amar, que no pretende
ser mi
alma tan soberbia
que quiera
favores suyos
ni
espero correspondencias.
Amar,
solamente amar,
es mi
intención y revienta
este
amor por boca y ojos
porque
es tanta su grandeza
que en
mi corazón no cabe;
aunque
el filósofo enseña
que el
humano corazón,
con ser
parte tan pequeña,
es
mayor que cielo y mundo.
Antes
que me des respuesta
me voy;
porque si dijeron
los
ojos que no quisiera,
no
quiero escucharte, Porcia,
esperanza mi alma lleva
de que
lo has de hacer.
PORCIA: ¿Quién es
la que quieres?
INFANTE: Hartas señas
te he
dado quién puede ser.
(Con
esto queda suspensa). Aparte
Vase el INFANTE
PORCIA: Dime
quién es la que adoras.
Sale MARGARITA
MARGARITA: Yo
soy. ¿Quién quieres que sea?
PORCIA: Si tú
eres y lo oíste,
respóndale vuestra alteza.
Vase PORCIA
MARGARITA: Este
hombre es el amante
más singular. Los poetas
que pintan amores raros
sólo de Carlos
aprendan.
Callen
Píramo y Leandro,
silencio la fama tenga
de
Apolo y Endimïón.
Yo,
aunque mejor me parezca
Federico, he de hacer rey
a este
abismo de finezas,
a este
prodigio de amor.
Federico, adiós. ¡Paciencia!
Salen el REY con un diamante, el MARQUÉS y
DOMINGO con un retrato de un hombre feroz
REY:
Sobrina, cuidado tengo.
¿Has
hecho ya la experiencia
para
conocer cuál es
el
príncipe que me hereda?
MARGARITA: Señor,
yo pienso que es Carlos.
REY: De que
lo pienses me pesa;
que a
Federico me inclino
pero
hagamos una prueba
que
refieren las historias
que
sucedió a un rey de Persia.
Poned
allí ese retrato.
Éste es
de Manfredo, el que era
mi
capital enemigo
que aun
pintado me desea
quitar
el reino y la vida.
DOMINGO: ¡Qué
catadura tan fiera!
O éste
es el gran Tamorlán
o la
gran Pantasilea.
REY:
Cuélgalo sobre este poste.
DOMINGO: Mejor
es sobre la puerta
ya que
parece salvaje.
MARGARITA: ¡Vuelve
arriba la cabeza!
¿Cómo
le pones, villano?
DOMINGO: Bien
está de esta manera
porque ponerlo hacia arriba
es cosa
cansada y vieja.
Y
también lo puse así
porque
no se la cayeran
las
bragas.
MARGARITA:
Como ordenaste
vienen
ya.
REY:
Los cielos quieran
darme
indicio y esperanzas
que parezcan evidencias.
Salen el
PRÍNCIPE y el INFANTE con dos
arcabuces
PRÍNCIPE: Aquí nos tienes, señor.
Bien nos puedes ya mandar
si
quieres examinar
la
agilidad o el valor.
De
este bélico instrumento
gobernado por mi diestra,
en esa
vega palestra,
es esa
región del viento,
ave
no habrá que no tema
verter
púrpura a tus pies
y la
garza veloz que es
mariposa que se quema
en
el mismo sol las alas
para
renovarse luego,
tiembla
de este halcón de fuego
cuyas garras son las balas.
Aun el pájaro celeste,
favor
con alma veloz,
que ni
tiene pies ni voz
seguro no
vive de éste.
INFANTE: Este
rayo, al pensamiento
en lo
veloz semejante,
ave no
deja rapante
ser
bandolera del viento.
Aun
los átomos que soles
parecen
despedazados,
granos
de oro derramados
entre
luz y tornasoles,
el
verde campo derriba
todo a
mis plantas se pone
sin que
en el aire perdone
cosa
que parezca viva.
DOMINGO: Si
quieres examinar
cuál es mejor tirador,
Carlos sin duda es mejor.
Una vez salió a matar
palomas por su solaz
y
habiendo en un verde prado
mil
palomas y ganado,
mató
una oveja torcaz,
y
después al vuelo ha muerto
un buey
bragado.
REY: Sobrinos,
tiradores peregrinos
dicen
que sois. Si esto es cierto,
tirando hoy en desafío
quiero
que os ejercitéis.
Aquel
retrato que veis
es de
un enemigo mío.
Era
su nombre Manfredo.
El que
mejor le acertare
y este
diamante ganare
llamarle mi amigo puedo.
Yo
delante no he de estar.
Tiradle, por vida mía.
(Tras
de aquella celosía Aparte
los habemos de escuchar).
Retíranse el REY y la infanta MARGARITA
DOMINGO: Aquí
me libro, por Dios,
porque
mi vida procuro
y estoy
aquí más seguro
que ya
os conozco a los dos.
Pónese DOMINGO encima del retrato
MARGARITA:
Quita, necio.
DOMINGO: No me quito
que
aquí seguro me asiento.
Tiren,
amigos.
PRÍNCIPE:
El cuento
de Dïógenes
repito.
INFANTE:
Mirando con atención,
Federico, este retrato,
me
parece desacato
tirarle. Veneración
me
causa y estimación.
¿En qué
ofende una pintura,
remedo
de la hermosura
que
pinta naturaleza?
Acertarle no es destreza;
tirarle
será locura.
PRÍNCIPE: Si
tú estimas y veneras
ese
retrato, con él
es mi pecho más crüel.
Entrañas tengo más fieras.
Ni mi
cólera moderas
ni has
de refrenar mi brío.
Hágase
este desafío.
Quién
es Manfredo no sé;
basta
que enemigo fue
del rey
para serlo mío.
INFANTE: Si
matar al descuidado
nombre
de traición nos da,
¿qué ha
de ser si este hombre está
dormido, muerto o pintado?
Por todo
le he respetado
con
secreta simpatía.
El
tirarle es cobardía.
¿Qué
gigante o tigre mato?
Tirar a
un mudo retrato
no es
valor ni bizarría.
PRÍNCIPE: Yo, Carlos,
le quiero mal
si tu
pecho le venera.
Si el
original viviera
matara
al original.
Por
secreto natural
le
aborrece el alma mía
y
parece hazañería
decir
que le has estimado.
Tirar a
un lienzo pintado
ni es
valor ni es cobardía.
INFANTE: Ni
yo le pienso tirar
ni
consentir que le tires.
PRÍNCIPE: ¿Qué no
adviertas? ¿Qué no mires?
¡Que el
rey lo pudo mandar!
INFANTE: Pongan
otro blanco, altar
es para
mí esa pintura.
PRÍNCIPE: ¿Es más
que un lienzo? Locura
no
piedad es la que miro.
Apártate, que le tiro.
Dispara
INFANTE: ¡Dura
ley, condición dura!
PRÍNCIPE:
Retrato, no me culpéis
si os
he tratado tan mal.
Por
secreto natural
mi
enemigo parecéis.
Feroz aspecto tenéis;
algún daño me habéis hecho.
Mi corazón con despecho
contra
vos salta con ira,
y
cuando pintado os mira,
se
vuelve a entrar en el pecho.
Horror
me dais sin espanto.
Ni yo
os precio ni os estimo.
Sangre
tenéis de mi primo
pues él
os venera tanto.
Ni sois
imagen de santo
ni
retrato de señor
célebre por su valor.
Un
lienzo sois solamente.
Ni en
dejaros soy valiente,
ni en
romperos soy traidor.
INFANTE:
Retrato bueno y perfeto,
yo no
sé quién vos seáis,
sólo sé que me causáis
estimación y respeto.
Hablad, romped el secreto.
¿Quién sois que tenéis en
mí
que estimo después que os
vi
más ese
grave semblante
que los
visos del diamante
que por
amaros perdí?
Perdone el rey, que ésa es
piedad
en mí generosa.
Este
rayo, arma furiosa
postrar
quiero a vuestros pies.
Diga o no diga el marqués
que no
le quise tirar;
pues,
si siempre el perdonar
valor
de hombre se ha llamado,
cuando
un muerto he perdonado
hombre
me debo llamar.
Echa el INFANTE el
arcabuz a los pies del retrato.
Salen el REY y la INFANTA
REY:
Salir podemos de aquí
y que
es, afirmarte puedo,
Carlos,
hijo de Manfredo.
MARGARITA: No me
lo parece a mí;
que si tú eres generoso
y tan
magnánimo has sido,
sólo a
ti te ha parecido
en ser
agora piadoso.
Ésta
es frívola experiencia.
Ni la
niega, ni asegura.
REY: Es valiente conjetura
ya que
no ha sido evidencia.
Por
secreto natural
Carlos
le ha sido fïel.
MARGARITA:
Federico fue crüel.
REY: ¿No ves
que en quererle mal
me parece?
MARGARITA:
Si elección
fuera y
no acaso, pensara
que es así.
REY: También declara
la secreta inclinación
su
sangre.
MARGARITA:
Engaño verás
en la
inclinación contino.
REY: A
Federico me inclino.
MARGARITA: Yo
también le quiero más.
(Carlos, soy agradecida,
Aparte
y así
me esfuerzo y peleo
contra
mi mismo deseo,
aunque
me cueste la vida).
REY:
Federico, este diamante
al que
acertase ofrecí.
Dásele
PRÍNCIPE: Aunque
no le merecí,
por
tener nombre de amante
y
ser prenda de tal dueño
lo
estimaré de manera
que
todo el orbe y la esfera
de este
mundo es don pequeño.
En
éste sirve lo breve,
con este
hemisferio en quien
los
rayos del sol se ven
haciendo visos de nieve.
REY: Esa
piedra hermosa os di
porque
al retrato acertasteis.
MARGARITA: Y a
vos, porque no tirasteis,
os doy aqueste rubí.
INFANTE:
Símbolo fue de alegría
y
amatista lo quisiera
porque
del amor lo fuera.
MARGARITA:
(Sospecho que es tiranía
Aparte
que
con Federico uso
dar a su competidor
en su
presencia favor.
¡Qué
dudoso y confuso
el favor! Duden también
los dos de quién soy amante).
Federico, ese diamante
me ha parecido muy bien.
PRÍNCIPE: Más
visos del tornasol
tendrá,
señora, en tu mano,
y el
diamante soberano
de los
cielos que es. El sol
tan
brillante no será.
INFANTE:
(¡Válgate Dios la mujer!
Aparte
Cuál es
al favorecer.
A uno
quita y a otro da).
MARGARITA:
Adivinad, primos, hoy
cuál es
el favorecido.
El
diamante al uno pido
y mi rubí al otro doy.
PRÍNCIPE: No
tengo que adivinar.
Pedir
sujección parece.
INFANTE: Quien
nos da nos favorece.
(Más
vale fingir que amar). Aparte
Vanse todos por diferentes puertas
FIN DEL ACTO SEGUNDO