ACTO PRIMERO
Salen PORCIA y SERAFINA
PORCIA:
Desde que murió tu hermano
el
silencio y la tristeza
dan
sombras a la belleza
de ese rostro soberano.
Cuando a Mantua has heredado
¡vives
con melancolía?
SERAFINA: Sí, que
es grande la porfía
de un
desvelo y de un cuidado.
PORCIA:
Dime, ¿qué cuidado esfuerza
tu
desvelo y tu pesar?
SERAFINA: El no
inclinarme a casar
y
haberlo de hacer por fuerza.
PORCIA:
Mudable es la inclinación.
SERAFINA: Hombres y bodas me ofenden.
Son muchos los que pretenden
y temo errar la elección.
Sale ELISA
ELISA: Un
loquillo de buen gusto
llevan
a Florencia, y fuera
quien
algún placer te diera.
SERAFINA:
Cualquier loco me da susto;
que pienso cada momento
que se
enfurece.
ELISA: Imagino
que es
simple por un camino
que te
habrá de dar contento.
De
aquí no quiere pasar
y aquésta es locura nueva
dice el
hombre que le lleva.
Si
gustas le haré quedar.
Toda
su locura es
decir
de españoles mal,
siendo apacible y leal
a los suyos, que es francés.
Jugar sabe al ajedrez
y jugar
contigo puede.
SERAFINA: Si no
es furioso, se quede.
Vase ELISA
PORCIA: Ya
habrá quien alguna vez
te
divertirá.
SERAFINA: Si el casarse
es un
vivir con morirse,
¿por
qué muerte ha de decirse
aquello
que es cautivarse?
Mal
mi cuidado se olvida
porque
es una acción incierta
que se yerra o que se acierta
por el
tiempo de la vida.
El
errar en otra acción
disculpa puede tener,
y así en ésta es menester
más cuidado y atención.
[Salen ELISA] y FLORES, gracioso
FLORES:
Guarde Dios la buena gente
y
guarde también la mala,
por si
hay de ella en esta sala.
Pero mi
malicia miente,
que
entre damas tan hermosas
cosa mala no se halló.
¡Pardiez, a ser Paris yo,
fuérades las tres las diosas!
SERAFINA: La
manzana a quién se diera?
FLORES: Para
quitarme de dudas...
si
Paris las vio desnudas,
¡ropa fuera! ¡Ropa fuera!
SERAFINA:
¿Cómo te llamas?
FLORES: ¿Quién vio
tan
necia pregunta, di?
Otros
me llaman a mí
que no
he de llamarme yo.
SERAFINA: Tu nombre pregunto, amigo.
FLORES: ¿Quién
es un santo varón
con
esclavina y bordón
que
trae un perro consigo,
con
un pan, sin que le asombre
el
verle una llaga aquí?
SERAFINA: San
Roque.
FLORES:
San Roque, sí.
Luego,
ya sabías mi nombre.
SERAFINA: ¿Y
de dónde eres?
FLORES: No soy
de la
tierra; sólo he sido
pues de
la tierra he salido,
y a
ella caminando voy.
SERAFINA:
Sentencioso quiere ser.
ELISA: Dizque
es poeta, señora,
y sin
sentidos; una hora
se está
para componer
sus
metros.
SERAFINA:
¡Loco discreto!
Hazme unas coplas a mí.
FLORES:
Siéntome pues, porque así
he de
pensar un soneto.
Siéntase y escucha lo que hablan
ELISA:
Muchos pretendientes vienen;
que han llegado de camino
el de
Ferrara y Urbino.
SERAFINA: Con
pesadumbre me tienen.
PORCIA: ¿Si
vino el de Parma ayer?
ELISA: Sí.
PORCIA:
Tres potentados son.
ELISA: Don
Fadrique de Aragón
también
vino a pretender.
PORCIA:
¿Quién es ese caballero?
SERAFINA: Pobre,
pero celebrado,
noble,
pero desgraciado.
PORCIA: ¡Oh,
que mal es ese "pero!"
SERAFINA:
Deudo dicen que es cercano
del rey de Nápoles, sol
de
Italia.
ELISA:
¡Medio español
y medio
napolitano!
Presumido y codicioso
tu
estado pretenderá.
SERAFINA: Hacer
imagino ya
un
examen riguroso
de
todos mi pretendientes;
¿ese
loco nos ha oído?
ELISA: Él está
muy divertido
y
rumiando allá entre dientes
sus consonantes.
SERAFINA: Despeje.
FLORES: Consonantes hay a
boca:
toca, loca, enboca,
choca.
ELISA: ¿Qué
importará que le deje
si
es loco y se divirtió?
SERAFINA: Dices
bien, que no embaraza.
FLORES: Plaza,
caza, calabaza,
carroza... ¡Carroza, no!
SERAFINA:
Digo, Porcia, que me ofende
ver que
mis estados sean
lo que
esos hombres desean
pues
ninguno me pretende
a mí
por mí solamente.
Cuando
mi hermano vivía,
¿cómo
entonces no tenía
amante
ni pretendiente?
Ello
es codicia y no amor
lo que
a estos cuatro ha traído;
imaginar que yo he sido
la
deseada es error.
Una
industria percibí:
caprichosa pienso ser.
Yo he de examinar y ver
quién me quiere a mí por
mí
y no
por mi grave estado.
PORCIA:
Dificultoso será
pues
cada cual mostrará
que ha
venido enamorado.
Servir y galantear
es
fácil al que enamora
y
muchas veces, señora,
vale más fingir que amar.
¿Quién penetra la intención
ni
cuáles ojos discretos
son linces de los secretos
que están en el corazón?
SERAFINA:
Porcia, muy posible es todo;
humano lince he de ser.
Yo le tengo de saber.
Escuchad ambas el modo:
las
dos en grave clausura
siempre
encerradas nos vimos,
y, como
dicen, vivimos
en hermosa sepultura.
Nadie me vio en la ciudad.
Si mis
crïados prevengo,
logrado
el capricho tengo
con
mucha facilidad.
Piense cualquier que hoy
ser mi pretensor profesa
a que
eres, Porcia, la duquesa,
y que
yo la Porcia
soy.
El
papel de Serafina
has de
hacer cuando nos vean
esos
que a Mantua desean
y si
alguno se me inclina
como
a Porcia y como a pobre,
será
amante verdadero
y
tendrá el lugar primero
aunque
hacienda no le sobre
en
aquesta pretención.
PORCIA: ¿Podrá
estar secreto?
SERAFINA: Sí;
porque
los hombres que a mí
me
conocen pocos son,
y no
saliendo de casa,
con
cuidado viviremos
y más,
que nos parecemos
algo
las dos.
ELISA:
¿Y si pasa
de
nosotras el secreto?
SERAFINA: Cuando
esto se haya sabido,
como
dicen, ¿qué hay perdido
sino
sólo este conceto
que formé? Pero verás
como le
he de conseguir.
PORCIA: Desde
hoy comienzo a fingir.
SERAFINA: Más he
pensado. Oye más.
Podré en cualquier ocasión
que
ellos se juntan aquí
ser yo más dueño de mí
siendo
la conversación
contigo. Escuchando yo,
podré
notar en efeto
cuál es
más cuerdo y discreto.
Y hasta
agora no se vio
condición como la mía.
El que
inclinarme quisiere
será
sólo el que tuviere
gala,
ingenio y valentía.
Con
eminencia "galán"
quiero
que el amante sea
que en
él la virtud se vea
que en
los diamantes que están
cuando brutos deslucidos
como
piedras ordinarias,
y visos
de luces varias
exhalan
cuando pulidos.
También lo quiero "valiente"
que el
ánimo y corazón
muestran quien es el varón
que
debe ser eminente.
Con
estas dos calidades
satisfechos y advertidos
quedan los ojos y oídos;
pero si el ingenio añades
cesará el conocimiento
de mi
noble inclinación,
pues
será la "discreción"
la luz
del entendimiento.
PORCIA: Y,
¿cómo ha de ser --me di--
que esa
noticia tengamos?
SERAFINA: Quiero
que un festín hagamos
en casa
esta noche. Así,
cogiéndolos sin pensar
quién
es más galán veremos
y para
los dos extremos
que faltan, habrá lugar.
FLORES: El
soneto acabé. Plaza,
que mi
musa no está loca.
. . . .
. . . . . . . .
. . . .
. . . . . . . .
A la
duquesa alabará mi boca
si el cielo me la libra de
mordaza.
¿Quién
vio pálida flor de calabaza
trepando por las puntas de una roca?....
SERAFINA: En
verso medido empieza.
Id
delante y proseguid.
PORCIA: Elisa y Porcia venid.
SERAFINA: Vaya al
jardín vuestra alteza.
Vanse. Salen
URBINO, FERRARA y PARMA
FERRARA:
Hermosa es Mantua.
PARMA: Es empeño
de
quien la fama ha salido.
URBINO: Mi imán poderoso ha sido
la
belleza de su dueño;
ella
me trae solamente.
PARMA: ¿La
habéis visto?
URBINO: Nunca.
FERRARA: ¿Pues?
URBINO: Tan grande
su fama es
que si
en cuatro partes miente
le
ha de quedar hermosura
para
ser la más hermosa
Venus
que tiñó la rosa
de
carmín y sangre pura.
No
ha sido la antigüedad
tan
celebrada; de modo
que
aunque no la imite en todo
será inmensa su beldad.
Las cosas grandes no pueden
ser pintadas como son
porque
la misma opinión
las mismas cosas exceden.
Un ciego ver deseaba
el hermoso rosicler
del
sol, y para saber
a todos
lo preguntaba
cuál
la pintaba y decía
que era un orbe de luz varia
y
singular luminaria,
padre y
principio del día;
cual
le exageraba que era
una luz
con movimiento
que a
faltar conocimiento
de Dios, adorado fuera.
Vio
después el arrebol
celeste, y con regocijo
"Nadie supo pintar", dijo
"cómo es el sol sino el sol".
Así
cuando contemplemos
la hermosura
y sol divino
de la
duquesa, imagino
que
admirándola diremos:
"¡Oh, Venus humana! ¡Oh, dama
nacida de otras espumas!
Mudas lenguas, toscas plumas
han sido las de la Fama.
De la elocuencia y el
arte
poco
encaercida fuiste.
Sólo tú
misma supiste
describirte y alabarte."
FERRARA: Vos,
señor duque de Urbino,
ya tendréis
noticia de ella;
yo
alabara su luz bella
por
diferente camino.
Un
hombre que deseaba
casarse
en otra ciudad
si no
con curiosidad
con
afecto preguntaba
a cuantos de allá venían
si era
gallarda y hermosa
la que
eligió para esposa
y todos
le respondían:
"Señor, no la conocemos."
Y esto
que pudo templar
su amor, le pudo aumentar
con
singulares extremos
diciendo: "Si no es hermosa
para
que el gusto la goce,
mujer
que nadie conoce
es
honrada y virtüosa."
Esto me acontece a mí;
si es
hermosa e preguntado
y
ninguno me ha informado
todos
dicen: "No la vi."
Y yo
a tanta novedad
digo
admirado: "Mujer
que no se
ha dejado ver
mucho
tiene de deidad."
PARMA:
Duque de Ferrara, o sea
malicia
o atrevimiento
yo saco
de ese argumento
por
consecuencia que es fea.
La
luz no puede encubrir
visos
de púrpura y nieve
que aun
en un átomo breve
suele
brillar y lucir.
Confieso mi desvarío.
Ni
dudando ni creyendo
por
otra razón pretendo:
su estado cae junto al mío.
Soy
amante en apariencia
y
vuestro competidor;
lo que
me falta de amor
me
sobra de conveniencia.
URBINO:
Confesando esta verdad
el de Parma nos confiesa,
sin
ofender la duquesa,
que es
mucha nuestra amistad;
y así, pues amor honesto
celos ni envidias permite,
cada cual se
solicite
su dicha sin que por esto
el
que más acepto fuere
tenga
emulación ninguna.
Dé el
Amor o la Fortuna
esta
dicha a quien quisiere.
FERRARA: Sin
dar envidias el sol
sus
rayos da de rubís.
PARMA: Y los
dos, ¿qué me decís
de este
arrogante español
que
sin hacienda ni estado
a
título de pariente
del rey
don Alfonso intente
lo que
habemos deseado?
URBINO: Casi
solo se ha venido
y así en nuestros galanteos,
en festines y en torneos,
ha de quedar deslucido.
PARMA:
Pues, amigos, torneémos
y la sortija
corramos,
justa y
máscas hagamos,
deslucido le dejemos.
FERRARA: Él
viene y querrá tratarse
con
nosotros igualmente.
URBINO: Por
agora es conveniente
sufrirse y disimularse;
mas
estando en la presencia
de la
hermosa Serafina,
sufrillo no determina
mi
cordura o mi paciencia.
FERRARA:
Lleve desaires iguales
a la
soberbia que tiene.
PARMA: Aquí a
propóstio viene.
Hablarle en impersonales.
Salen FADRIQUE y RAMÓN, su criado
FADRIQUE:
Guarde Dios a vueselencias
con
salud y larga vida.
URBINO: Guarde
al señor don Fadrique.
PARMA: ¿Quién
dudará que le obligan
venir a
Mantua retratos
de la
hermosa Serafina?
FADRIQUE: Bien
puede dudarlo el duque
porque
no tengo noticia
que
haya retrato ninguno
de beldad tan exquisita.
Y si
dicen que a Alejandro
retratarle no podía
sino
Apeles, ¿qué pincel
a los
perfiles y líneas
de esta
deidad se atreviera,
sin temblar en la osadía
la mano
al tieno arrimada,
y sin
turbarse la vista
a los
rayos de sus ojos;
mayormente si se imitan
mal dos
cosas con el arte,
agua y
luz? Cosa es sabida
que los vivos y excelentes
objetos turban o quitan
nuestros sentidos; al
sol,
cuando
llega al mediodía,
¿qué ojos de águilas y linces
hay que sus rayos
resistan?
Cuando
por las siete bocas
el Nilo
se precipita,
sordos
deja a los que moran
en las
riberas vecinas.
La
nieve que en los riscos
está,
en tálamo antigua
el
tacto humano entorpece;
la oriental especería
y los aromas süaves
que en la Arabia fructifica,
el
olfato alteran siempre
a quien
por ella camina.
El
néctar dulce que labra,
chupando flores en Hibla,
la
avejuela estraga el gusto.
Siendo
esto así, ¿quién podía
retratar rayos de luz
mirando
nieve tan viva,
atendiendo y resistiendo
los
aromas que respiran,
las
razones que pronuncian
de
elocuencia peregrina?
¿Quién
a un objeto tan alto
reducir
pudo a medida
y
proporción con el arte,
copiando luz tan divina?
URBINO: ¡Oh,
qué afectado discurso!
PARMA:
Dejémosle que prosiga
con su
escudero.
FERRARA: El señor
don Fadrique se publica
enamorado y leído.
PARMA: Bien
dijimos que venía
con
pretenciones a Mantua.
Vanse los duques
FADRIQUE:
Discretos son si adivinan
eso los señores duques.
RAMON: Éstos con celosa envidia
te han hablado
descorteses.
FADRIQUE: Con
igual descortesía
serán tratados de mí.
Sale
FLORES, de galán gracioso
FLORES: Hallaros solos es dicha.
FADRIQUE: Seas, Flores, bienvenido,
¿qué tenemos?
FLORES:
Que la vida
pienso
dar en tu servicio.
Salió
bien la industria mía.
Fingíme
loco, mandóme
que en
su casa y corte asista
y así
de su pensamiento
tengo
de ser una espía.
Advierte en pocas palabras
que a
Porcia manda que finja
ser la
duquesa, porque ella
fingirse quiere su prima
para
ver si de esta suerte
a su
hermosura se inclinan.
FADRIQUE: ¿Es
hermosa?
FLORES:
¡El mismo sol!
Es la
aurora y es el día;
es la
tarde y no es la noche.
Mujer
es que se encapricha.
Esta
noche hay un sarao
y en
ella Porcia fingida
quiere
examinar quién es
el más
galán; no se vista
aquel
pájaro que dicen
que nace de sus cenizas
más
galán que tú, señor.
Ven,
pues, y al abril imita,
duque
de Mantua has de ser.
Y
alerta, mira que sirvas
a la
que se llama Porcia.
Advierte que es Serafina.
No
enamores la duquesa.
FADRIQUE: Si me
industrias, si me avisas
de lo
que pasa en palacio,
la
duquesa será mía.
FLORES: Será
tuya la más bella
que los
campos vieron ninfa.
A mi
sayo gironado
y a mi
ignorancia y malicia
me
vuelvo; queda con Dios,
y de mi
ingenio te fía.
Vanse y sale SERAFINA.
Decoración de
jardín
SERAFINA: Este jardín ameno
de flores, plantas y de frutas
lleno,
los cielos nos retrata;
ese
estanque de plata
el
cielo es cristalino.
Las
ruedas de esa azuda que es camino
del agua artificioso
son
móbiles primeros;
las rosas son luceros
del firmamento hermoso;
las otras flores bellas
el numeroso ejército de
estrellas.
El
girasol que mira
al
poniente una vez y otra al levante,
el sol,
que el cielo gira,
y la
luna menguante,
o ya de
su luz llena
la
cándida azucena;
estrellas, luna, sol, fuentes y flores
todo me
enseña amores,
y yo
sola me hallo
sin
saber qué es amor ni deseallo.
Esa
hiedra se enlaza
y el
tronco de dos álamos abrasa;
allí la
flor de Clicie pena amando,
a Apolo
va buscando;
trepar
quiere la muerta por la parra,
y
amando la violeta a la pizarra
besándola ha nacido;
allí
canta en su nido
el ruiseñor amores;
allí rayos del sol aman las
flores;
allí las fuentes quiebran
su
cristal, y celebran
la
jornada que hacen
al mar
de donde nacen,
y a quien, enamoradas
se vuelven despeñadas;
las hiedras, Clicie, murta,
fuentes y flores
todo me enseña amores,
y yo
sola me hallo
sin
querello aprender ni deseallo.
Sale PORCIA
PORCIA:
¿Sola vuestra alteza?
SERAFINA: Sí;
aunque
no estoy sola digo
las
veces que estoy contigo.
PORCIA: Un
sabio me dijo así.
Ya están los competidores
avisado y vendrán.
SERAFINA: Di,
Porcia, ¿qué fingirán?
¿Que
vienen muertos de amores?
PORCIA:
¿Dónde ha de ser el festín?
SERAFINA:
Paréceme que es mejor
en
aqueste cenador,
palacio
de ese jardín.
Sale FLORES, de loco
FLORES:
Alerta, madama mía,
que hay
marranos en campaña.
PORCIA: ¡Todo
es tema con España!
Mira,
Roque, yo querría
que me
digas la ocasión
de
querella mal.
FLORES: Diréla:
Yo
anduve con una muela
cantarillo y caretón.
"Amolar cuchí," decía,
y con
esto eché sin cuenta
a perder cuanta herramienta
en la
pobre España había.
De
un lugar a otro pasaba
y un
español encontré,
gallego
pienso que fue
pues
descalzo caminaba.
Con un río nos topamos
y el
que descalzo venía
dijo
que me pasaría
con que
en la venta bebamos
a mi
costa. Yo acepté,
y
estando en medio del río
díjome
el caballo mío:
"¿Francés?" Respondíle
"¿Qué?"
Replicóme, "Di, ¿cuál es
-- sin mentir ni estar medroso --
cuál es rey más poderoso,
el español o el
francés?"
Yo le dijo con temor:
"Tu rey tiene más poder."
Y
dejándome caer,
me
dijo: "¿A tu rey traidor?"
Escapéme de ahogado
y cuantos así me veían,
me tiraban y decían:
"Gabacho, pollo mojado."
PORCIA: Ya
no me espanto que tengan
enojado
a Roque así.
Porcia,
traigan luz aquí.
SERAFINA:
¿Vendrán los músicos?
PORCIA: Vengan.
Vanse
las damas
FLORES: Heme aquí loco en jüicio,
muy falso y muy socarrón,
como muchos que lo son
por
holgar y andar al vicio.
En
las cortes y palacios
usan mucho de esta treta.
Uno
haciéndose poeta
y
borrando cartapacios
si
no de Apolo de Baco,
hace versos de horizontes,
ecos, relaciones, montes,
y no es loco, que es
bellaco.
Otro
insulso majadero
cargado
de hábitos hay,
tan sin
donaire que trae
en la
boca al mismo enero.
Otro
que anda todo el día
lleno
de ocio y de pereza,
la
capilla en la cabeza
con
presunciones de espía.
Otro
locuras fingía
y a sus
bodas convidaba,
diciendo que se casaba
con
cierta señora. Un día
con
doscientas le amagaron,
y a su
seso se volvió.
Ya la
músico salió
y los
tres duques llegaron.
Sale URBINO
URBINO:
Bello jardín, tu belleza,
aunque
irracional y muda,
remedando está sin duda
la
hermosura de su alteza;
que al
pintar naturaleza
sus
divinos resplandores
la
tabla de sus colores
con el pincel
arrojó,
y con
esto derramó
nieve y
carmín en las flores.
Sale FERRARA
FERRARA:
Cristal, que un mármol pequeño
estás
siempre retratando,
bien sé
que estás envidiando
la hermosura de tu dueño;
porque
el alba con el ceño
de ver
su rostro excedido
y que
Serafina ha sido
más
hermosa, ella lo siente;
y así
forman esta fuente
las lágrimas que ha vertido.
Sale PARMA
PARMA:
Murtas, que en Chipre habéis sido
de
Venus verde guirnalda
remedando a la esmeralda,
que su
color no ha perdido;
si la
madre de Cupido
hallasteis allá envidiosa,
aquí estaréis más hermosa,
pues hallaréis más divina
la planta de Serafina
que el
cabello de la diosa.
Sale don FADRIQUE
FADRIQUE: Murtas,
rosas y cristales,
en
quien ese jardín llueve
copos y
aromos de nieve,
si sois
rasgos y señales
de los rayos celestiales
de vuestro dueño, hermosas
son las sombras tenebrosas.
¿Qué será la luz divina?
Sombra
sois de Serafina,
cristales, murtas y rosas.
FLORES: Majaderos cortesanos
los cuatro me parecéis,
pues todos cuatro queréis
ser
duquesos mantuanos.
Y a
uno solo dirán sí.
¡Par
diez, si duquesa fuera
bien sé
yo quién escogiera!
URBINO: ¿A
quién, loco?
FLORES: Cuerdo, a mí.
Salen damas, PORCIA, la duquesa [SERAFINA], y un
maestro, y siéntase Porcia en una silla, y los tres
duques
en un banco y cantan
MUSICOS:
"Al festín de la hermosa duquesa
de
Mantua gentil
los galanes
vienen apriesa;
cada
cual servirla profesa
galán
como abril."
FLORES:
Escoged, señora duca,
linda
como almoradux,
duco
que pueda ser dux
de
Venecia y aun de Luca,
y
siacaso le queréis
hombre
robusto, voz gruesa,
escoged
aquél, duquesa,
que
publica le queréis.
A
éste el sí se ha de decir;
pero si
queréis enano
al
duquino mantuano,
aquéste
habéis de elegir.
Con
el español no hablo
que,
aunque es galán como el sol,
es en
efecto español
y me
parece al diablo.
Urbina, Parma, Ferrara,
ésta la
duquesa es.
Merece
un delfín francés,
grande
estado, linda cara.
Ésta
es Porcia, y no dichosa,
pobre,
mas dama perfeta
que, sin ser fea, es discreta,
y sin
ser necia, es hermosa.
Y
advertid, amantes nuevos
que
ésta, ni dueña ni dama,
yo no
sé cómo se llama.
Sé que
se sorbe cien huevos
como quien hace una trova;
y ésta
que se llama Elisa
tiene
una cara de risa,
ni sé
si de alegre o boba.
Yo
soy loco de estas doñas,
y éste
que empieza a barbar
es maestro de danzar,
y
también de ceremonias,
y
para decirlo en suma,
estos mentecatos son
ruiseñores de canción,
con barbas en vez de
pluma.
Agora,
Roque, sentaos,
porque
el festín ha de ser.
PORCIA: Diga lo
que se ha de hacer
el
maestro de saraos.
FADRIQUE: (La
falsa Porcia promete Aparte
con su
hermosura rigores.
Advertido anduvo Flores.)
MAESTRO: Traiga
un paje un ramillete.
PORCIA: Dad,
maestro, aquestas flores.
MAESTRO: A quien
yo las llegue a dar,
una
dama ha de danzar;
pero la
dama, señores,
danza una vez.
URBINO:
Siendo así,
[a mí]
las habéis de dar.
FERRARA: El
festín he de empezar.
FADRIQUE: Dadme
el ramillete a mí.
MAESTRO: A
una cuestión les provoco,
y no me
atrevo. Señora,
dad vos las flores agora.
PORCIA: Dé el
ramillete este loco
a
quien le quisiere dar.
Cesará
la competencia
y
tengan los tres paciencia.
URBINO:
Volvámonos a sentar.
FLORES: A mí las flores me dan
y loco en darlas seré.
¿A quién, a quién las daré?
Dóyselas al más galán.
Dáselas
a FADRIQUE
SERAFINA:
¿Cómo, di, si es español,
el ramillete
le diste?
FLORES: Luego,
¿no entendéis el chiste?
Porque
le peguen los tres.
FADRIQUE: No
atribuya vuestra alteza
lo que
hiciere a grosería.
Yo
confieso que venía
adorando
esa belleza;
Pero
amor, naturaleza
segunda, mi inclinación
forzó
con tanta pasión
después
que otra dama vi,
que,
estando fuera de mí,
no supe
hacer la elección.
Amor, deidad poderosa,
en mí
su fuerza mostró.
Una
cosa pensé yo
y el
Amor hizo otra cosa.
Ir
suele a coger la rosa
un
galán en el jardín,
y encontrándose el jazmín,
sus cándidas flores coge
sin que la rosa se enoje
pues se
queda rosa en fin.
Adorando las estrellas,
muchos hay que al sol
negaron;
las estrellas envidiaron
entre tantas luces bellas.
Sois el sol, alba son ellas,
y alba la que mi alma
adora.
Perdonadme, gran señora,
si se
atreve un español
a negar flores al sol
por dárselas al aurora.
Porcia tome el verde
ramo,
haciéndola celestial,
y
recíbalo en señal
de que
su amante me llamo;
Del
alma la riqueza amo,
las del
mundo son extremos
que
españoles no queremos.
Si la
inclinación bajé
danzar
el alta no sé.
Porcia,
la baja dancemos.
Danzan los dos y cantan los MÚSICOS
MUSICOS:
"Al festín de la hermosa duquesa
de
Mantua gentil,
los
galanes vienen aprisa,
cada
cual servilla profesa,
galán
como abril."
SERAFINA: Su
alteza es dueño y juez;
de ella
el ramillete, diga
que el
festín otro prosiga.
PORCIA: Délas
Roquillo otra vez.
FLORES:
Duquesa, esos son errores
mayores
que mi locura.
¿Soy yo
mayo por ventura
para andarme dando flores?
A
ninguno más se den.
Ya no
es fiesta, pues empieza
otra
dama, y no su alteza.
URBINO: Este
loco ha dicho bien
porque su alteza debía
ser suplicada primero.
PORCIA: Basta,
ningún caballero
salga a
la defensa mía
que
me enojaré. Y agora
cese el
festín.
FADRIQUE: Del error
de mi
no pasado amor
ya os
pedí perdón, señora.
Vase y queda la duquesa [SERAFINA] la postrera y
FLORES
FLORES: Señora Porcia, escuchad;
al español que está fuera
una
burla hacer quisiera.
No os vais
tan presto, esperad.
SERAFINA: ¿Aún
el enojo te dura?
FLORES: Ce,
español, ce, que te llama
aquí
fuera cierta dama
con más
dicha que hermosura.
Ven,
español, me dirás
unos requiebros
aquí.
(¡Ay,
que viene tras de mí! Aparte
Yo me
escondo aquí detrás.)
Sale don FADRIQUE, y FLORES se esconde
detrás de la duquesa [SERAFINA]
FADRIQUE: ¿Quién me llamó? Ya he notado
que voz de un ángel ha sido.
¡Oh
quien fuera el escogido!
Porcia,
como fui llamado
con
gusto vengo y forzado,
que si
el fuego artificial
va en
forma piramidal
a su
elemento, así yo
busco
la voz que llamó
como a
centro natural.
SERAFINA: No
fui...
FADRIQUE:
Si muero yo,
a ese
"no," en rigor extraño,
mátame
tu dulce engaño,
no me desengañes, no.
Quien
cosa alegre gozó
en el
sueño --¡pasión fuerte!--
que es
ensayo de la muerte,
disgusto suele tener,
con ser
soñado el placer
de que
alguno le despierte.
Un
enfermo deliraba
y
grande rey se fingía.
Imperios y monarquía
en su
locura gozaba.
Sanó, y
alegre no andaba,
diciendo, "Gracias no doy
a quien me da salud hoy,
pues
era rey soberano
enfermo, y estando sano,
un
hombre ordinario soy."
Soñé
que me habías llamado,
y en mi
altiva fantasía,
pudo causarme
alegría
este
bien, aunque soñado.
Deliré,
sol me he juzgado
que
llamó a la hermosa aurora;
si este
sueño mi alma adora
y esta
locura que veis,
señora,
no me sanéis.
No me
despertéis, señora.
SERAFINA: Este
loco os ha llamado.
Vete de
ahí.
Vase FLORES
FADRIQUE:
Loco fuera
quien a
la voz no viniera
de un
loco, que me ha tornado
cuerdo
a mí, pues digo osado
que
hallé en este jardín verde
quien
mis delirios acuerde
si los
otros locos son;
porque
sólo está en razón
quien por
vos el seso pierde.
SERAFINA:
Amante de Serafina
habéis
venido, señor.
No es de buen gusto el amor
que a otra hermosura os
inclina.
¿Quién
deja la clavelina
por el
pálido alhelí?
¿Quién
menosprecia el rubí
por la
morada amatista?
Sea
vuestro amor con vista.
No esté
vendado por mí.
Vos
pobre, yo sin estado,
seremos
sin duda alguna
delirios de la Fortuna,
risa y
fábula del hado.
Festejad, enamorado,
la
belleza singular
de
Serafina; mudar
objeto
no es prudente.
¿Quién
se admira de una fuente,
viendo
el piélago del mar?
FADRIQUE: No
os lo niega mi osadía
ni mi
locura lo crea.
Amor
pompas no desea
si yo
soy vuestro y vos mía.
. . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . .
Ricos fuéramos los dos:
yo de amor, vos de hermosura,
vos de luz, yo de
ventura.
Hazlo, Amor, pues eres dios.
Si fuente os habéis
llamado,
permitid que sin aviso
me
mire, comoNarciso
en vos,
de mí enamorado.
Ya no
soy yo sino vos,
y
estuviéramos los dos:
yo
Narciso si vos fuente
viéndonos eternamente.
Hazlo,
Amor, pues eres dios.
SERAFINA:
Daros licencia no quiero.
FADRIQUE:
¿Palabras tan rigurosas?
SERAFINA: Sí, que
me faltan dos cosas
que he
de examinar primero.
FADRIQUE: Siendo
así, la vida espero.
SERAFINA: Son difíciles las dos.
FADRIQUE: Y vencidas, ¿queréis vos?
SERAFINA: ¿Qué he
de querer?
FADRIQUE: ¿Qué? ¡Querer!
SERAFINA: ¿Podrá
ser?
FADRIQUE: Sí, puede ser.
Hazlo, Amor, pues eres dios.
FIN DE LA
PRIMERA JORNADA