ACTO SEGUNDO
[Salón de palacio].
Salen PORCIA y
SERAFINA
PORCIA:
¿Amas, señora?
SERAFINA: Ésa fue
inútil
curiosidad.
Dueño de mi voluntad
eternamente seré.
PORCIA: Si
el español se te inclina
y viste
que es más galán,
tus
afectos estarán
movidos.
SERAFINA:
Soy Serafina.
Cuatro cosas, es verdad,
quise
examinar y ver
y agora
para querer
tengo
andada la mitad.
Mas soy tan dueño de mí
que he de vencerme y no amar;
del amor he de triunfar.
No quiero [amar].
PORCIA: Siendo así
dame
para amar licencia.
SERAFINA: Amor
sin licencia viene.
PORCIA: Tu
respeto me detiene.
SERAFINA: Ama, pero
con prudencia;
no
deslustres mi figura.
Pues
Serafina te llamo,
ya que
saben que no amo
no
sepan que ama mi hechura.
Pero, ¿a quién te has inclinado?
PORCIA: A don
Fadrique, señora,
que me
desprecia y te adora
y eso
mismo me ha obligado.
SERAFINA: ¡Qué
mujeril condición!
Mira,
Porcia, yo quisiera
que tu
voluntad tuviera
ese
amor o inclinación
a
uno de esos duques, pues
todos
te muestran amores,
siendo
tan ricos señores;
don
Fadrique es pobre, aunque es
de
ilustre genealogía.
PORCIA: No
importa, obligada estoy,
si ama
a Porcia y Porcia soy.
SERAFINA: Extraña
sofistería.
¿Ama
el nombre o la persona?
PORCIA:
Paréceme que te pesa.
SERAFINA: Porcia,
gran malicia es ésa;
pero en efecto me abona
permitirte que ames; ama,
mira,
inquiere, favorece
con la
atención que merece
la
obligación de una dama.
PORCIA: Ésa
consigo la tray
mi decoro
y advertencia.
Amo,
pues, con tu licencia.
¡Hola!
Sale FLORES
FLORES: ¿Señora?
PORCIA: ¿Quién hay
en
la antecámara?
FLORES: Está
un
hombre que no quisiera
verle
jamás allá fuera.
SERAFINA: Su loca
tema será.
FLORES: Pues, Porcia, de mí
enfadada,
Porcia, males me desea,
plega a
Dios que yo te vea
con el español casada
que
es la mayor maldición.
PORCIA: ¿Está
don Fadrique ahí?
FLORES: ¿Don
Fa... quién?
PORCIA: Fadrique.
FLORES: Sí.
porque
es pera de Aragón.
PORCIA: Dile
que entre.
FLORES:
Alfeñique,
entrad muy hombre; que yo
no sé vuestro nombre, no;
sólo sé
que acaba en --ique.
Sale don FADRIQUE
FADRIQUE: Si
me manda vuestra alteza
en qué
la sirva, seré
tan
dichoso que tendré
por
imperio, por grandeza,
por
noble timbre y blasón
de mis armas
de servilla
con
éste, que maravilla
y rayo
fue de Aragón.
PORCIA:
(Embarazada me veo. Aparte
¿Cómo
diré mi cuidado?)
SERAFINA: (Parece
que me ha pesado. Aparte
Eso no,
grande trofeo
yo
misma he de ser de mí.
Corazón, no sintáis pena
ame
Porcia norabuena.
Vámonos, alma, de aquí).
Vase [SERAFINA]
FADRIQUE:
(¡Ay, que se va la duquesa! Aparte
¿Si el
verme le da pesar?
Mas, pues me volvió a mirar,
sin duda que no le pesa).
PORCIA: (O
este fausto o la grandeza Aparte
que
fingida represento
no le dan
atrevimiento
o no ve
en mí la belleza
de
Serafina. Crüel
ha sido
mi inclinación;
mas
dígale mi pasión
al
descuido este papel).
Deja caer un papel
FADRIQUE: Ya
que no me habéis honrado
mandándome, mi señora,
licencia me dad agora
para
volver desdichado.
PORCIA:
(Pienso que no me ha entendido,
Aparte
o que
el papel no miró).
Ese
papel se cayó.
FADRIQUE: A mí no
se me ha caído.
PORCIA:
Levantadle.
FADRIQUE:
No es fineza,
y
desacato se llama.
¡Señores! ¿Hay una dama
que dé
un papel a su alteza?
Sale SERAFINA
SERAFINA: Sí,
daré. Yo estoy aquí.
PORCIA: Poco tu
cuidado tarda.
SERAFINA: Señora,
si soy de guarda,
fuerza
es que me toque a mí.
[Habla aparte con la duquesa]
...................... [ -endo]
..........................
..........................
PORCIA: Señora,
si estás queriendo
¿para qué me permitiste
amar?
SERAFINA: ¿Yo, querer?
¿Yo, amar?
Te
engañas. vuélvome a entrar.
Mentiste, Porcia, mentiste.
Vase SERAFINA
FADRIQUE: (¿Qué
serán estas salidas Aparte
de
Serafina? Sospecho
que
proceden de su pecho
mis
esperanzas y vidas).
PORCIA:
¿Cómo os va en Mantua?
FADRIQUE: Señora,
¿cómo
me puede ir a mí
en una
tierra en quien vi
dos cielos
junto agora,
aunque el uno se encubrió
ya con las nubes de ausencia?
PORCIA: No os
doy para eso licencia,
hablando conmigo.
FADRIQUE: Yo
pienso que sentís enojos
de
aquél mi pasado error.
PORCIA: Si en
los labios hay rigor,
piedades hay en los ojos.
Sale SERAFINA
SERAFINA:
(Allá dentro no sosiego,
Aparte
sin
saber de qué me aflijo,
pienso
que por mí se dijo
"gustoso desasosiego").
FADRIQUE: Ya
podré decir, señora,
que el
cielo sin nubes vi,
ya el
sol, fénix de rubí,
entre
perlas de la aurora.
PORCIA: (Ya
pienso que me ha entendido Aparte
y me
quiere.
Vuelve a mirar y ve a SERAFINA
¡Ay, infelice!
Por la
duquesa lo dice.
No
pensé que había salido).
¿Qué queréis, Porcia?
SERAFINA: Pretendo,
y bien,
que sola no estés.
PORCIA: Necio
advertimiento es,
pero ya
tu intento entiendo.
SERAFINA: Ven
a escribir.
PORCIA: Luego iré.
SERAFINA: (Yo la
mando, y la porfío. Aparte
Si sabe
el engaño mío,
¿qué he
de hacer? La sufriré).
Hablan aparte las dos
¿Para qué estás porfïando
si ves que ya no te quiere?
PORCIA: Yo sé
que por mí se muere
aunque
tú le estés negando.
Ya
verás como no lo ignora.
SERAFINA: El
papel no alzó.
PORCIA: Fue necio,
o no le
vio.
SERAFINA:
Fue desprecio,
y si
no, míralo agora.
Deja caer un guante, y vase poco a poco
FADRIQUE: (O
con cuidado o acaso, Aparte
cayó un
guante de mi cielo,
por dar
estrellas al suelo,
yéndose
el sol a su ocaso.
Alzarle quiero del suelo).
Este
guante se os cayó.
SERAFINA:
¿Queréis que lo tome yo?
Vos
mismo habéis dicho al vuelo
que no es decente primor
llegar
a prendas de dama.
FADRIQUE: (Ella
se ha enojado, o ama). Aparte
SERAFINA: (Favor es y no es favor). Aparte
Vanse SERAFINA y PORCIA
FADRIQUE:
Corazón, buenos quedamos,
sin saber si es mal o es bien,
si fue
favor o desdén.
¡Ea,
ingenio, discurramos.
Ella
no ha querido el guante
porque
a mi mano llegó.
Luego,
a mí me despreció;
luego,
en vano soy su amante.
Ella
el guante no ha querido
por
dejarme a mí con él.
Luego,
no ha sido crüel;
luego, estoy favorecido.
Ambos argumentos son,
que están en balanza
igual.
No
espero el bien, dudo el mal.
¡Oh,
bárbara confusión!
¿No
dijera, airada y fiera,
que
allí el guante no quería?
¿Si a
mí me favorecía?
No,
dijera.... Sí, dijera...
¿No
dejara, antes tomara,
el
guante enojada allí
si me
despreciara a mí?
No,
dejara... Sí, dejara...
La
duda se queda en pie,
confuso
está mi albedrío.
Ya
temo, ya desconfío.
Mujer o
monstruo, ¿qué haré?
Aquel emblema eminente
del
fauno, que convidó
al
hombre y manjar le dio
uno
helado, otro caliente
bien
a propósito estaba.
El
fauno considerando
que el
manjar que estaba helando
con sus
soplos calentaba
el
hombre, y también notó,
aunque
bárbaro imprudente,
que el
manjar que era caliente
con sus
soplos enfrió.
"Vete" -- le dice --"al momento,
que no
quiero compañía
con quien
calienta y enfría
con
sólo su mismo aliento."
Lo
mismo diré, aunque amante.
Vete,
mujer singular,
porque
no quiero adorar
a quien
da en un mismo guante
calor de bien celestial,
hielos de mortal desdén,
guante que parece bien,
guante
que parece mal.
Sale
FLORES
FLORES: ¿Qué tenemos? ¿Hay mohina?
FADRIQUE: ¡Que esfinges los hombres amen!
FLORES: Esta noche hay otro examen;
Saber quiere Serafina,
cuál
es más cuerdo y discreto
en aquese cenador.
Hay conclusiones de amor.
Ven prevenido en efeto;
que sepas más que el dïablo.
No
hables a tiento ni a bulto.
No hables afeitado y culto.
No me juegues del
vocablo.
No
hables a prisa, ni a espacio.
Di valimiento,
desaire
de buen
gusto, de buen aire;
que es
lenguaje del palacio.
Di
antonomasia, bien suena.
Di
crepúsculos del día.
Habla
con antipatía.
Di perífrasis,
que es buena.
Di
versos claros y graves
aunque
no importa saber
sino
embustes para hacer
que
entiendan todos que sabes.
Vete, señor, a estudiar.
FADRIQUE: Flores,
no hay arte en efeto
para
parecer discreto
si no
es el serlo o callar.
FLORES: Mucho hablar de locos es,
y de bobos callar mucho.
Vete, pues, que un
avechucho
ha llegado
de los tres.
FADRIQUE:
Flores, mira, bueno fuera
que
leyera este papel.
Vase [FADRIQUE]
FLORES: Yo haré
que responda a él,
aunque
responder no quiera.
Sale URBINO
URBINO: Si tórtola
en verde ramo
arrulla, y cada gemido
alma
irracional ha sido,
que
está diciendo, "yo amo",
si a la
música y reclamo
que de
su consorte alcanza,
rayo de
pluma se lanza,
ama y
espera favor,
teniendo yo más amor
tengo
menos esperanza.
Si
la leona más fiera
en los
ásperos desiertos
pare
sus hijuelos muertos
y darles la vida espera
bramando, de la manera
que su
bruto amor alcanza,
si
espera tener mudanza
en sus
ansias y dolor,
teniendo yo más amor,
tengo
menos esperanza.
FLORES: ¿Qué
estáis glosando entre vos?
URBINO: Roque,
valerme podéis.
FLORES: ¿Cómo
de un loco os valéis?
URBINO: Como lo
somos los dos.
Cuerdo serás si me trais
de este
papel la respuesta
y otra
tendrás como aquésta.
FLORES: ¿Nada
de contado dais?
Como
pagáis el traer,
pagad
también el llevar,
porque
son simple el fïar
y embustero
el prometer.
URBINO: Bien
has dicho, Roque, toma.
Haz que
lea ese papel.
[Dale una cadena a FLORES]
FLORES: Yo haré
que responda a él.
Idos
luego, porque asoma
otro
moro en la estacada.
Vase URBINO
Cadena
al cuello me puso;
mi
locura será al uso
si es
locura aprovechada.
Sale FERRARA
FERRARA: El
tiempo todo lo cría,
todo el
tiempo lo deshace.
El sol hermoso renace
y
después fenece el día.
Rayos
Júpiter envía,
el
semblante negro y fiero,
del
aire pasa ligero.
Sale el
iris de color
y
solamente en amor
no hay
mudanza ni la espero.
FLORES: ¿Qué
hay, duqueso de Ferrara?
FERRARA: (Si
este loco un papel diera Aparte
a la
duquesa, ya fuera
quien
mi temor consolara).
¿Sabrás hacer que éste lea
la
duquesa?
FLORES:
Sí, sabré,
pero no
se le daré.
FERRARA: Si le
das, habrá presea,
y aun otros premios mayores
si respuesta Roque tray.
FLORES: Mirad, tres oficios hay
en España de señores,
y a mí se me han
olvidado.
Referidlos al instante.
FERRARA: Pienso
que son almirante,
condestable, adelantado.
Estos tres pienso que sí.
FLORES:
Agrádame ese postrero;
con ese
oficio le quiero.
FERRARA: Un
diamante y un rubí
que
son de Ceilán, dirán
mi amor
con su estimación.
FLORES: ¿No son vuestros?
FERRARA: Míos son.
FLORES: Decís que son de Ceilán.
Yo tendré cuidado,
adiós.
FERRARA: Mira,
Roque, que le lea.
FLORES: Parma
viene; no nos vea
hablar a solas los dos.
[Vase FERRARA y] sale PARMA
PARMA: Tal
vez fácil instrumento,
que
nunca se imaginó
dificultades venció,
pudo
más que el agua y viento;
en el
húmedo elemento
la nave más impelida
de un
pequeño pez asida
suspensa en su curso está.
Quizá
este necio será
instrumento de mi vida.
Roque, ¿sabrás -- no lo dudo --
decirle
bienes de mí
a la
duquesa?
FLORES: Sor, sí;
que en efeto no soy mudo.
PARMA: Mira
que me has de alabar
a mí
más en su presencia.
FLORES: Pues, ¿no tienes más prudencia?
¿De un loco te has de
fïar?
Haz
cuento que ya lo digo
pero
sólo no diré
que
eres liberal.
PARMA: ¿Por qué?
FLORES: Porque
no lo eres conmigo.
PARMA:
Diamantes hay.
FLORES: No los quiero,
porque
las piedras perecen,
si los
hombres amanecen
cuerdos
de una vez. Dinero
es
el punto y es el centro
donde
todo va a parar.
PARMA: Esta
bolsa has de tomar.
[Dale una bolsa]
FLORES: ¿Qué
caballos corren dentro?
¿Rucios, bayos o castaños?
PARMA: La
diferencia no ignoro.
Bayos son, pues que son oro.
FLORES:
Guárdete el cielo mil años,
y a
Serafina también,
porque
si tu amor la agarra,
habrá
una duquesa Sarra
y un
duque Matusalén.
Vase. Salen URBINO
y FERRARA
URBINO: Como
a centro natural
a este
palacio venimos.
PARMA: De esa
suerte bien veréis
que
estoy en el centro mío.
FERRARA: Don
Fadrique no le pierde.
PARMA: Cortés
fue, pues no ha querido
competencias con nosotros.
URBINO:
Blasonando a Mantua vino
que
adoraba a la duquesa,
mas
sucedióle lo mismo
que a
silvestre mariposa.
A una
rosa pone sitio,
cercándola alrededor
para
beberle el rocío
del
alba, menudo aljófar
en
aquel carmesí vivo,
y luego
viene a sentarse
en la
malva o el espino,
o en otra hierba más vil.
FERRARA: Si es
arrogante, y no rico.
Ama a
Porcia que es tan pobre
o de
vano perdió el juicio
y
enamora una crïada.
PARMA: De vano
ha perdido el juicio.
Si con Porcia se desposa
y la
duquesa conmigo,
escudero es de mi casa.
PARMA: Para
verle deslucido
pues
que caballo no tiene,
corramos mañana, digo,
la
sortija.
FERRARA:
Él viene ya.
Corrámosla. ¡Bien has dicho!
Sale FADRIQUE
FADRIQUE: Señores
duques, si un tiempo
competidores nos vimos,
ya les
dejo el campo solo.
De la
pretensión desisto
de la
duquesa.
URBINO:
Bien hace,
porque
ése es mejor camino
para no
quedar burlado
de su
esperanza.
FERRARA: Y bien hizo
que aunque es Porcia una crïada
que
habrá de estar en servicio
de uno
de nosotros, tiene
buena
cara, hermoso brío.
FADRIQUE: La Porcia que adoro yo,
y la
dama que yo sirvo,
los dos imperios del mundo
por
quienes ha merecido,
ni en
discreción, ni en belleza,
ni en
la sangre, ni el aviso
la
iguala dama ninguna.
Y con
los tres no compito
porque son mis pensamientos
los orbes, los epiciclos
por donde van los
planetas
siguiendo el cabello rizo
del
sol.
URBINO:
Por muchos respetos
a la
duquesa debidos,
esto no
ha de reducirse
a duelo
ni a desafío;
mantened vos una justa
en ese
célebre circo
sustentando esa opinión.
FADRIQUE: Si,
mantendré.
FERRARA:
Pues, Urbino,
vamos,
que para mañana
esa
fiesta real publico.
Vanse los tres
FADRIQUE: La
cólera me ha cegado.
No sé
lo que he prometido;
que como
estoy en desgracia
del rey
Alfonso mi tío,
ni
caballo, ni dineros
tengo
agora. ¡Ah, desvaríos
de la Fortuna crüel!
Que los montes y el abismo
de las aguas encerradas,
tengan
tesoros tan ricos
y en el
hombre viva anhelando,
con
hidrópicos designios,
sediento de sus entrañas;
y que
el humano artificio
de los
cóncavos del mar,
de las
bóvedas y riscos
de los
montes, sus tesoros
saque a
la luz de los siglos;
y que
luego la Fortuna
los
reparta a su albedrío,
siendo loca y miserable
con los varones más ricos.
Sale
FLORES
FLORES: Aun no he dado tu papel.
Tristeza en tu aspecto
miro,
¿qué
tienes? Di.
FADRIQUE: Que una justa
en ese
célebre circo
prometí
mantener, siendo,
por lo
que tú sabes Iro,
el
pobre más celebrado
de los
poetas antiguos.
FLORES: ¿Tú
pobre, siendo mi dueño?
¿Pobre
tú, mientras yo vivo?
Te has engañado, señor;
dos
sortijas, un bolsillo
y esta
cadena te entrego,
de valor tan excesivo
que puedes comprar libreas
y caballos; esos mismos
que te motejan de pobre
esto te han contribuído
porque
compitas con ellos;
gasta
bien y sal lucido,
que más
han de dar, si puedo.
FADRIQUE: Eres,
Flores, un prodigio
de
lealtad. Eres las flores
sobre quien llueve el rocío
la aurora, brindando al
sol
porque
en los prados floridos
beba en
búcaros de rosas
las
lágrimas que ha vertido.
FLORES: Soy español, y esto basta,
porque
con la lealtad te sirvo
tanto,
que, con ser crïado,
no soy,
señor, tu enemigo.
Vanse. Salen
PORCIA y SERAFINA
PORCIA: Pues
sola te puedo hablar,
mis quejas pretendo darte.
SERAFINA: Dilo,
que quiero escucharte,
.................... [ -ar].
PORCIA:
¿Habrá quien pueda parar
un
caballo en la carrera,
águila
que va ligera.
o delfín que corta el mar?
Pues, ¿cómo – di -- será bueno
que tú
detener pretendas
caballo
que va sin riendas
y que
no sabe de freno;
ni
al águila más suprema
que volando caudalosa
hecha
del sol mariposa
las
alas en él requema;
ni
el delfín, ave sin plumas,
que en
los piélagos del norte
no
habrá rayo que así corte
montes de nieve y espumas?
Si es amor águila, en
fin,
que alas tiene y es veloz,
si es un caballo feroz,
si es
un ligero delfín
que
nada en llanto y en fuego,
¿por qué amar me permitiste
y en el
centro me pusiste
para
detenerme luego?
SERAFINA:
Escucha, Porcia. ¿Qué río
en sus
principios no es fuente
que se
pasa fácilmente?
¿Qué árbol, pompa del estío,
y
majestad singular
que en
la campaña se ve,
en su
principio no fue
vara
fácil de arrancar?
Amor
como planta crece,
árbol
coposo y sombrío;
amor
crece como río
abismo
del mar parece;
pero
en su principio honesto
es
fuente breve y escasa,
que
fácilmente se pasa,
vara
que se arranca presto.
Impedir quise tu mal,
victorias de amor enseño,
cuando
es un árbol pequeño,
cuando
es un breve cristal.
Sale
FLORES [con tres papeles]
FLORES: Señoras muy principales,
Roque el secretario viene
y aquí las consultas tiene.
Despachemos memoriales.
Solos estamos los tres.
Despachemos. Estos dos
son,
duquesa, para vos,
y éste para Porcia es.
PORCIA: ¿Papeles me traes a mí?
FLORES: Dejad, duquesa, quereros
de esos duques majaderos.
PORCIA:
Responderéles así.
Rásgalos
Porcia, romped ese papel.
SERAFINA: Sin
verle, ¿no es tiranía?
PORCIA:
Rómpele, por vida mía.
SERAFINA: ¿No he
de responder a él?
[Lee]
"Amo sin ser entendido,
gimo
sin ser escuchado,
lloro
sin ser consolado,
muero
sin ser socorrido".
FLORES: ¡Qué
lástima, a ser yo dama!
SERAFINA: ¿Quién
le escribió?
FLORES: Ese bausán,
ése que
es el más galán
que no sé
cómo se llama.
SERAFINA:
¡Bien cantada ha de sonar
la
letra!
PORCIA:
¿Respondes?
SERAFINA: No;
dos
versos añado yo
para
poderlos cantar.
[Escribe]
FLORES:
¡Hola, músicos! ¿No veis
que
entran los duques y es hora?
SERAFINA: La
duquesa, mi señora
manda
que esto le cantéis.
Salen
los MÚSICOS y los tres duques y don
FADRIQUE
y siéntanse
FLORES: Sin cuatro amantes tan fieles
no podemos tener fiesta.
A mis
duques la respuesta
darán
aquellos papeles;
y a
ti, español, la darán
los músicos.
PORCIA: Deseosas
de saber algunas cosas
todas mis damas están.
URBINO:
Discurramos bien o mal.
Proponed.
PORCIA:
Si una mujer
sola
hubiese de tener
una cosa
buena, ¿cuál
más
conveniente sería?
URBINO: Si le
da naturaleza
ilustre
sangre y nobleza,
la
parte mejor tendría;
que
lo noble y generoso
da
estimación y ventura,
aunque
no tenga hermosura
y
aunque le falte lo hermoso.
FERRARA: ¿Qué
imperio, qué nación fiera,
la
hermosura no ha vencido?
Si
hermosa hubiera nacido,
reinos,
imperios tuviera.
Todo
lo saber vencer
una
belleza preciosa,
sin ser
noble, siendo hermosa,
feliz
fuera esa mujer.
PARMA: ¿Qué
importa beldad perfeta,
ni
nobleza más seguras
cuando
vive el alma a escuras
en
mujer que no es discreta?
Como
tenga discreción,
tendrá
todo lucimiento,
porque
es el entendimiento
palacio
de la razón.
FADRIQUE: El
hombre no tiene puesto
en la
honestidad su honor,
pues
puede ser gran señor,
gran
varón, sin ser honesto,
porque tiene a qué apelar,
a
virtud y bizarría,
discreción y valentía,
otra
virtud singular.
Siempre el hombre será honrado
si
afrenta no ha recibido;
la
mujer así no ha sido
que
sólo tiene librado
su honor en su honestidad,
de
suerte que si a una dama
le
faltase buena fama,
¿qué le
importa la beldad
ni
el ser en todo perfeta,
ni la
humana discreción?
Con tener una buena opinión
es noble, hermosa y discreta.
FLORES:
¡[Víctor] con lindo conceto!
¡Víctor, víctor le dijera!
¡Pardiez, si español no fuera!
Él es galán y discreto.
Cantan [los MÚSICOS]
MUSICOS:
"Amo sin ser entendido,
gimo
sin ser escuchado,
lloro
sin ser consolado,
muero
sin ser entendido.
Ame,
gima, llore y muera
quien vida
y favor espera".
FADRIQUE: (Ya
tengo más confusiones. Aparte
"Ame, gima, llore y muera
quien
vida y favor espera".
¡Oh,
qué equívocas razones!)
SERAFINA:
¿Cuál amante elegirá
una mujer si es prudente?
¿Al más
galán o valiente,
o
discreto?
URBINO:
Claro está
que
al valiente elegiría
que la
estimación segura
da a la
mujer la hermosura,
y al
hombre la valentía.
La
delicada belleza
hace a
la mujer mujer,
y al
hombre hace hombre el tener
espíritu y fortaleza.
FERRARA:
Galán y amante felice
se
confunden; no se llama
el
valiente de la dama,
sino
que el galán se dice,
porque es virtud de más peso;
y así, en los festines dan
el primero de más galán
las
mismas damas por eso.
PARMA: Si
galas estimación
con el
dios de amor tuvieran,
sus alas del Fénix fueran
y sus plumas del pavón.
Desnudo amor y con
alas,
sólo en sus flechas se fía.
luego quiere valentía,
luego
amor no quiere galas.
FERRARA: Alas
de colores tiene.
URBINO: Por las
flechas es temido,
que sus
alas son su olvido.
FLORES: Luego,
¿lo errará el que viene?
FADRIQUE: La discreción es unión
de todas las virtudes; que es
cuerdo, prudente y
cortés
el que
tiene discreción.
Si en él virtud de prudente
y de
cortesano están,
sabrá a
tiempo ser galán,
sabrá a
tiempo ser valiente.
Si
es valentía, en efeto,
guardar
la vida y honor,
¿quién
ha de saber mejor
ser
valiente que el discreto?
Principalmente, señora,
que la
gala pertenece
a la
edad, y ésta florece
como en
el tiempo la hora.
A la
fuerte juventud
es dada
la valentía,
y en la
vejez se resfría
esta
gallarda virtud.
La
discreción, la cordura
bien se
ve que son verdades;
virtud
de todas edades
hasta
la vejez nos dura.
El
hombre joven se engaña
si en
verdes años se fía.
¡Oh,
qué bien que lo decía
un gran
poeta de España
en
un soneto, que advierte
que
pasa la vida así
como
rosa y alhelí.
SERAFINA: ¿Cómo
dice?
FADRIQUE:
De esta suerte:
Flores que fueron pompa y alegría,
despertando el albor de la mañana,
a la
tarde serán lástima vana,
muriendo a manos de la noche fría.
Aquel carmín que al cielo desafía,
iris
listado de oro, nieve y grana,
será
escarmiento de la vida humana.
¡Tanto
comprende el término de un día!
A florecer las rosas madrugaron,
y para envejecerse
florecieron;
cuna y
sepulcro en un botón hallaron.
Tales los hombres sus fortunas
vieron.
En un día nacieron y
expiraron
que pasado los siglos, horas fueron
FLORES:
Aunque soy loco en palacio,
cuerdo
otros tiempos he sido;
y así
una cosa he leído
en las
obras del Bocacio
que
quiero experimentar.
Duquesa, una flor me dé
del
cabello.
PORCIA:
¿Para qué?
[Dale una flor]
PORCIA: A
Urbino se la he de dar.
[Dásela]
Tomad. ¿quién tiene una banda?
PARMA: No la
traigo.
FERRARA:
Fue mi olvido.
FLORES: Al
español se la pido;
haced
lo que Roque manda.
FADRIQUE:
Toma, pues.
[Dale una banda]
FLORES: Tómala vos.
Dásela a SERAFINA
Doña
Porcia, mi señora,
sin
escrúpulos, y agora
disputen cuál de los dos
es
el más favorecido.
FERRARA:
Ninguno, pues son favores
dados
de loco errores.
URBINO: Ninguno
favor ha sido
pues
la dama no los da.
FERRARA:
Supóngase si los diera.
URBINO: Mas
favorecido fuera
si en
mi mano propia está
lo
que en su cabello estuvo.
FADRIQUE: Mío es
el mayor trofeo
si en
manos de Porcia veo
banda
que mi pecho tuvo.
URBINO: Esta
rosa es favor, pues
diré que
fue luz del día.
FADRIQUE: Y la
banda que fue mía,
pero ya
de Porcia es.
URBINO: Favores las damas dan,
y el favor le trae quien
ama.
FADRIQUE: ¿No es
más que tenga la dama
prenda alguna
del galán?
URBINO:
Desde hoy me empieza a esforzar.
FADRIQUE: Desde
hoy empieza a vivir.
URBINO: Gloria
ha sido el recibir.
FADRIQUE: Más
glorioso ha sido el dar.
URBINO:
Prendas a quien adoró
da el sujeto que es amado.
FADRIQUE: Luego, ¿soy galanteado
pues que doy las prendas yo?
PORCIA: (¡Celos exhalan mis ojos! Aparte
Si la
ocasión tengo asida
de ser
duquesa fingida,
templar puedo mis enojos).
Grande enfado he recibido;
no
entres, loco, más aquí
¿Qué
flor no fenece así?
¿Qué
flor engaño no ha sido?
Tomad vuestra banda vos.
Idos, duques, en buen hora.
SERAFINA: Muy
terrible estás, señora.
FERRARA: Sin
favor quedan los dos.
Vanse [todos menos SERAFINA y FADRIQUE
SERAFINA: ¡Ah,
español!
FADRIQUE: ¡Oh, qué alegría!
Vueseñoría, ¿qué manda?
SERAFINA: Que no
os pongáis esa banda,
proponiendo que fue mía;
sin
voluntad la tenía
que no
fue antojo liviano
tomarlo
de vuestra mano
.....................
....................
................... [ -ano].
Rompedla como la flor
de la
duquesa.
FADRIQUE:
Señora,
si es
que pretendéis agora
que no parezca favor
trayéndola, ¿no es mejor
que os
la vuelva? No lo digo
porque
así favor consigo,
sino
porque claro está
que más
segura estará
de mí con
vos que conmigo.
Tomadla, señora mía,
rómpala
vuestra belleza
que así
lo hizo su alteza
con la
flor que no quería.
Banda
que fue luz del día
en
vuestra mano, un instante
no ha
de ser estrella errante,
pasando
del soberano
oriente
de vuestra mano
a las
sombras de un amante.
SERAFINA:
¿Otra vez en mi poder?
Hacedla
pedazos vos.
FADRIQUE:
Partámosla entre los dos
que es
lo mismo que romper,
y no la
podré traer,
señora,
si está partida,
y a mi
vida parecida,
cuando
entera no la digo;
que el alma no está conmigo
desde
vos me da la vida.
SERAFINA: Por
rompella, lo consiento.
FADRIQUE: El alma
y el cuerpo son
un
compuesto y una unión
de una
vida y un aliento,
pues vida sin alma siento
porque
ella o mi voluntad
están
en vuestra deidad,
sin
partirme ni morir.
Esta
banda ha de vivir
con
virtud de esta mitad.
[Saca la daga], rómpela [y cada uno se queda
con su parte]
SERAFINA:
Flores y sombra ligera
vuestras esperanzas son.
FADRIQUE: ¿No
decís en la canción:
"Ame, gima, llora, muera,
quien
vida y favor espera"?
SERAFINA: Quien
espera, dije yo,
pero no
quien no esperó.
FADRIQUE: ¿Que
esperar no he de poder?
SERAFINA: Falta
un examen que hacer.
FADRIQUE: ¿Y
esperaré entonces?
SERAFINA: No.
FADRIQUE: Ese
"no" mi muerte ha sido;
que
esperanza has de negar.
SERAFINA: Sí, que
quien dice esperar,
dice no
haber conseguido.
FADRIQUE: Luego,
¿ya dicha he tenido?
SERAFINA: Aún
esperar no os consiente
mi
rigor.
FADRIQUE:
(Amor, detente, Aparte
pues tantas dudas nos dan).
SERAFINA: (Él es
discreto y galán; Aparte
quiera
Amor que sea valiente).
FIN DEL SEGUNDO ACTO