ACTO SEGUNDO
Salen el REY don Ordoño y PORCELLOS
REY: Después
que el reino poseo
con
imperio singular,
por
tenerte más que dar
tener más
reinos deseo;
que
como vives en mí
una misma cosa fuera
que para
mí los tuviera
o tenerlos
para ti.
PORCELLOS: A
tantas obligaciones
responda
por mí el silencio.
Tu
esclavitud reverencio;
hierros en
el alma pones.
Mas ya
que está generoso
una merced me has de hacer,
para que yo pueda ser
de todo
punto dichoso.
Sírvate
don Vela, que es
el más
noble caballero
de
Castilla.
REY:
Consejero
sois de mi
estado, Marqués.
PORCELLOS: Títulos
has inventado
para
darme. ¿Partiré
con él,
gran señor?
REY:
A fe,
que me dan
nuevo cuidado
los
moros de Andalucía.
PORCELLOS: Ya que
servirte no quieres
de don
Vela, si le hicieres
algunas
mercedes, fía
que
serán agradecidas
de los
castellanos luego.
REY: Burgos es
vuestra, don Diego.
PORCELLOS: Déte
edades repetidas
el
cielo, que ha coronado
de dicha
tu majestad;
pero,
señor, la amistad
me obliga
a ser porfïado.
Vase
el REY y tras él PORCELLOS
Vuélvase libre a su tierra
don Vela,
y preso no esté
un hombre
ilustre que fue
rayo fatal
en la guerra
A la puerta
REY: Volver
quiero para dar
satisfacción al deseo
con que
anhelando te veo
por vencer y porfïar.
¿Don Vela es muy noble?
PORCELLOS: Sí.
REY: ¿Con qué amor y bizarría
el que sirvió a don García
me podrá
servir a mí?
Siendo
noble, claro está
que viendo
preso a su Rey
no me ha
de servir con ley.
Siempre a
su dueño tendrá
más
inclinación, y darle
la
libertad no conviene;
que si
amor a su Rey tiene,
ha de
procurar sacarle
de la
prisión en que está
como noble y de valor.
Y así, don Diego, es mejor
que esté preso. Bastará
por
merced que tú le tengas
con su
homenaje en León.
Tu casa es
noble prisión;
si anda
libre, no prevengas
más
honra, más libertad.
Si en mi
servicio reparas,
hasta
tocar en mis aras
ha de
llegar tu amistad.
Vase el REY
PORCELLOS: Entre
dos imanes sigo
la luz de
un norte pequeño,
entre el
gusto de mi dueño
y el
provecho de mi amigo.
Partido
está el corazón
y vivo
estando partido,
porque
milagros han sido
de amistad
y obligación.
Sale don VELA
VELA: Amigo y
señor, ¿podré
dar a mi
mismo cuidado
parabién
de que ha llegado
mi
libertad?
PORCELLOS:
No lo sé
porque
haciendo los dos
un cuidado
y un tormento
con el grave sentimiento
ni sé de
mí ni de vos.
Sé a lo
menos estos días
que en
fortunas tan siniestras
mis
mercedes serán vuestras
y vuestras
prisiones mías.
VELA: Pues,
ya, amigo, no pretendo
libertad. Otra prisión
padece mi
corazón.
PORCELLOS: Declárate,
no te entiendo.
VELA: Leonor
hermosa es su dueño
y ojalá de
César fuera
para que
imperios le diera.
Aunque él
es mundo pequeño,
preso
pobre, y desdichado,
¿quién
dijera que podía
tener tan
alta osadía?
Parece que te has turbado.
Si amas, don Diego, al
momento
abrasaré
mis antojos,
negaré luz
a mis ojos,
borraré mi
pensamiento.
PORCELLOS: No,
amigo, pero sentí
que ames
imposibles.
VELA:
Hoy
sólo en
esto feliz soy.
Favores
tengo.
PORCELLOS:
(¡Ay, de mí!) [Aparte]
VELA: Pienso
que mi amor te inquieta.
PORCELLOS: No, el
favor me maravilla.
VELA: ¿Conoces
una esclavilla
que por
hermosa y discreta
es el
gusto de Leonor?
PORCELLOS: Sí, la
conozco.
VELA:
Ella ha sido
la que un
papel me ha traído.
PORCELLOS: Eso es ya más que favor.
VELA: Ella
sale, yo me voy.
No piense
que te he contado
este
amoroso cuidado
viendo que
tu amigo soy.
Vase don VELA
PORCELLOS: ¿A
quién habrán sucedido
a un mismo
punto dos muertes?
Vela,
troquemos las suertes.
Sea yo el
favorecido
de
Leonor y tú del Rey.
Amé a
Leonor y pensaba
que amado
también estaba.
Olvidar
debo, que es ley
de la
amistad. Declaró
su amor y dicha conmigo.
Fue
primero, soy su amigo.
Mi lengua
y ojos selló.
Mas si
ya tiene favores,
¿Cómo
Leonor me ha engañado?
Pene y
calle mi cuidado
sin celos
y sin rigores.
Salen
LEONOR y BRIANDA
BRIANDA: Señora,
el Conde está aquí.
LEONOR: Bien al
alma lo decía
una
secreta alegría
que antes
de verle sentí.
¡Don
Diego, amigo!
PORCELLOS: Ese nombre
ya es indigno de tus labios.
No injuries, no, con
agravios
merecimientos de un hombre.
(¿Qué
digo? A don Vela ofendo [Aparte]
si su
secreto publico.
Si mis
celos significo,
también su
agravio pretendo.
¿Qué he
de hacer? Sólo no hablar.
¿Qué he de
hacer? Sólo sentir.
¿Qué he de
hacer? Sólo morir.
Sentir,
morir y callar
cosas
son que han menester
fortaleza
y discreción.
LEONOR: ¿Qué
accidente, qué pasión
te
divierten del placer
que en
mi presencia tenías?
PORCELLOS: Siempre
estuve en tu presencia
con
respeto y reverencia.
LEONOR: ¿Cuándo,
don Diego, solías
hablar
tú con sequedad?
¿Tú no me
llamabas dueño?
¿Cómo me
miras con ceño?
¿Es mudanza? ¿Es gravedad?
PORCELLOS: Es desdicha y es respeto,
es ley y es obligación.
(¡Ah, fuerza de mi pasión!
¡Ah,
fuerza de su secreto!) [Aparte]
LEONOR:
¿Respeto y desdicha han sido
los que
causan tu mudanza?
PORCELLOS: No hay
amor sin esperanza;
donde hubo amor, hay olvido.
LEONOR: ¡Que
lenguaje tan grosero
y tan
extraño de ti!
PORCELLOS: (Perdido
dentro de mí, [Aparte]
como en un
desierto, muero.
Por vía
de dar consejo,
con la
amistad cumpliré,
con mis
celos y mi fe.
Ni lo digo
ni me quejo).
La REINA a la puerta oyendo
Señora,
no he merecido
el bien y
favor pasado.
Mejórate
de cuidado
y perdona
si atrevido
te doy consejo. En León
hay varones singulares
que abrasen en tus altares,
víctimas del corazón.
Estima
a alguno por quien,
de la
mejora del gusto,
de lo
acertado y lo justo,
te vengo a
dar parabién.
Vela
atenta en tu cuidado,
vela bien
en tu deseo,
vela en tu
mejor empleo.
(Ya lo he
dicho y lo he callado). [Aparte]
Vase don Diego PORCELLOS
LEONOR: ¿Qué
dices?
BRIANDA:
(Culpas son mías; [Aparte]
amores y
engaños son
de mi mala
condición).
LEONOR: Ingrato, esas villanías
bien
merecidas están
de aquella
que favorece
hombre que
no lo merece.
¿Agradecimientos dan
los
hombres de esta manera
a quien los ama y adora?
BRIANDA: La Reina está aquí, señora.
LEONOR: Para que
callando muera...
Sale le REINA
REINA: Esto
importa remediar.
Entra,
Brïanda, a pedir
recado
para escribir.
BRIANDA: (Miedo tengo
y no pesar [Aparte]
de lo
hecho. Amo a don Vela,
y así, en
nombre de Leonor
le engaño
con mi favor.
El amor
todo es cautela).
Vase BRIANDA
REINA: Quisiera
no haber oído
los enojos
con que estás,
aunque
nunca oyera más,
aunque
perdiera un sentido.
¡Qué mejor
le hubiera sido
a quien
oyó la sirena
nacer
sordo si en la arena
el alma deja en despojos!
¿De qué
nos sirven los ojos
si es el
ver para más pena?
¿Tú
confiesas que has amado
y tú
favores confiesas?
¿Son
propias acciones ésas
de quien
la sangre ha heredado
de reyes
que han coronado
sus
escudos de leones?
¿Cuándo a
villanas pasiones
se abatió
cual mariposa
el águila
caudalosa
coronada
de blasones?
Leonor, Leonor, aunque sea
honesto el
amor, lo debe
cubrir con
montes de nieve
la que ser
buena desea.
Si el
Conde te galantea,
consentirlo tú y callar
por favor
pudo bastar.
Pero amor,
quejas y agravios
ni al
corazón ni a los labios
los debe
el alma fïar.
LEONOR: Negarte
lo que has oído
fuera loco
atrevimiento.
Amé en
Navarra.
REINA: Ya siento
el
disgusto repetido,
que
negarlo hubiera sido
respeto y
virtud más clara;
y negando
se repara
lo que a
saberse comienza;
que es
ramo de desvergüenza
el confesar cara a cara.
Sale
BRIANDA con recado de escribir
BRIANDA: Aquí
está la escribanía.
REINA: Déjala en
ese bufete,
porque
quiero escribir. Vete.
BRIANDA: (¡Oh, si
ya volase el día, [Aparte]
para
hablar con esperanza
al que mi
amor engañó!
Cautivo
está como yo;
amor da la
semejanza).
Vase BRIANDA
REINA: Lo que
yo dictaré, escribe.
Quiero
enmendar tus errores,
borrar
quiero los favores
que el
Conde de ti recibe.
LEONOR: Un
error tan acertado
difícil es
enmendar.
(Y mal se
pueden borrar [Aparte]
favores
que amor ha dado).
REINA: Meditar
se debe el modo
de
escribir este papel.
LEONOR: (Y plega a
Dios que con él [Aparte]
no vengas
a errarlo todo).
El
REY don Ordoño a la puerta
REY: La
Reina está con Leonor.
Escribir
querrá a Navarra.
¡Ah, mujer
cuerda y bizarra,
dulce
objeto de mi amor!
Desde
aquí pienso mirarte;
rayos tus
ojos serán.
Desde aquí
soy tu galán;
a hurto
quiero adorarte.
Una
cadena y rubí
que el Rey
de Toledo, Azar,
me envió,
te vengo a dar.
¿Qué
imperio no es para ti?
Last updated November 7, 1997
LEONOR: ¿Haslo
ya pensado?
REINA: Di...
REY: Al Rey su
padre responde.
REINA:
"Conde Porcellos"...
REY:
¿Al Conde
escribe la Reina? Sí,
algo le
querrá mandar.
LEONOR: "Porcellos"...
REINA:
"...si te he estimado...
REY:
Discretamente lo ha honrado;
ella me
quiere imitar.
LEONOR:
"Amado"...
REINA:
¡De esa razón
tu loca
pasión colijo!
"¡Amado!" La boca dijo
lo que
está en el corazón.
"Estimado", dije.
LEONOR: Así
va
escrito.
REY:
Bien lo advirtió.
Aun el eco
la ofendió.
¡Qué
honestidad!
REINA:
Por aquí
ese
papel no va bueno.
Otro toma.
REY:
¡Qué atajada
se ve la
mujer honrada!
Escribiendo a un hombre ajeno
todo es
recato y temor,
todo es pesar y medir
la razón
que ha de escribir,
porque no
parezca amor.
REINA:
"Conde don Diego Porcellos",...
REY: Dejarla
quiero, mas no,
que quizá
es cosa que yo
a su
instancia he de hacer.
LEONOR
"...cellos".
REINA:
"No niego que te he estimado
y que
favores te di..."
REY: ¡Dios me
valga! ¿Estoy en mí?
¡Oh, necio
desconfïado!
¿Los
reyes no favorecen?
De estos
favores habló,
claro
está.
LEONOR:
"...di..."
REINA: "...pero yo
siempre te
amé..."
REY:
Aquí padecen
ilusïones mis oídos,
engaños mi entendimiento,
mi corazón
desaliento,
miedo y
horror mis sentidos.
¿Cómo
es esto? ¿Yo dudar?
¿Yo
temer? Mas, ¡qué imprudencia!
¿Por qué
no tenga paciencia
para
atender y escuchar?
LEONOR:
"Amé..."
REINA:
"...con sola intención
de no
pasar adelante".
REY: ¿Qué es lo
que escucho?
REINA:
"Y tú, amante
atrevido,
¿aún en León
pretendes más mis favores?"
REY: Pasos a mi
muerte doy.
Herido de
un rayo estoy.
Aspides
piso entre flores.
REINA:
"Ama en otra parte, pues;
no me
mires ni me escribas".
REY: Ya son injurias
más vivas.
Parasismo
fatal es
el que
siento. Pero mienten
mis
oídos. Ilusiones
son de
equívocas razones.
Mienten
mis ojos; no alienten
contra
mí mortales flechas.
Vive Dios
que estoy corrido
de que
hayan en mí cabido
sombras de
viles sospechas.
El
Conde fue mi trofeo.
La Reina es ángel divino.
Miento yo
si lo imagino.
Mataréme
si lo creo.
Vase el REY
LEONOR:
Acabemos ya, señora,
que
atormentándome estás.
REINA: No quiero
que escribas más.
Quédese el
papel agora.
Peor
será que tu letra
llegue a
sus manos, y así
tú misma
te enmienda a ti
con mi
ejemplo. Mal penetra
su
obligación quien no sabe
disimular
sus pasiones
y dirigir
sus acciones
a virtud
con rostro grave.
Los
libros de devoción
de noche
me has de leer.
Borrar
quiero y deshacer
esa fácil
impresión
de tus
afectos.
LEONOR:
Señora,...
REINA: No
repliques; sangre mía
no tendrás
si bizarría
no
muestras al Conde agora
en
desprecios. Si crüel
no rompes
amantes lazos,
Rompe el papel la REINA
yo misma te haré pedazos
más que he
hecho a este papel.
No
puedo, no, consentirlo,
soy
esquiva y singular.
LEONOR: ¿Tanto
delito es amar?
REINA: Tanto
delito es decirlo.
Vanse las
dos. Salen CARRASCO y MONGANA
CARRASCO: ¿Cómo
no me ve, Mongana?
Una vez de
cuando en cuando
véame; que
yo le mando
un
vestido.
MONGANA:
Esta villana
Fortunilla me ha cansado.
¡Qué
grosera es y qué necia!
¡Cuántos
méritos desprecia!
¡Cuántos
sin partes ha honrado!
CARRASCO:
Envidia, envidia común,
es tal
queja y tal razón
de los que
bribones son.
MONGANA: No se
acaba el mundo aún.
CARRASCO: ¿Qué es
aún?
MONGANA:
¿Aún no podemos
hablar
bien los pobres?
CARRASCO:
No.
MONGANA: Sólo está
este parque, y yo
vengo
picado. Juguemos,
Carrasco, y la gravedad
quédese a
un lado esta tarde.
CARRASCO: Juguemos,
aunque me aguarde
el Rey.
MONGANA:
¿Quién?
CARRASCO:
Su majestad.
MONGANA: ¡Pícara
dicha importuna!
¿Eso veo y
sin remedio?
¿Qué he de
ver con ojo y medio
sino
tuertos de Fortuna?
CARRASCO: Tiende
tu capa en el suelo.
MONGANA: ¿Es porque
está más roída?
Hela aquí;
que está tendida
y en
efecto me consuelo
que hace calor.
CARRASCO:
¿Qué caudal
alcanza,
Mongana?
MONGANA:
Aquí
sacaré
cuanto hay en mí.
CARRASCO: Y sacará
un hospital.
Ahora
bien, el naipe es mío.
Pare Mongana.
MONGANA:
Esta espada
como el
sombrero me enfada.
Quítasele
todo MONGANA
CARRASCO: Pues
perderá, yo lo fío.
MONGANA: ¿Dicha
hasta aquí se promete>
¡A dos y
dos!
CARRASCO:
Cobarde es,
sota y
rey.
MONGANA:
Una, dos, tres.
¡Ay!,
cuatro cinco, seis, siete.
Doblé
mi parte.
CARRASCO:
¿Y celebra
de esa
manera el ganar?
¿Cómo
tengo de jugar
si así un
rosario me enebra
de
pintas?
Arroja los
naipes y mientras los recoge MONGANA, se va CARRASCO
con todo
MONGANA: No
regañemos.
Ni arroje naipes, soez.
Yo los
cogeré esta vez,
y con
paciencia juguemos.
¿Por
una suerte los muerde
y gruñe
más que un lechón?
Naipes,
tened compasión
de un
desdichado que pierde
eternamente. Mi parte
dejé
doblada. Un real
era todo
mi caudal.
Dos he de
hallar. De este arte
pudiera
medrar. ¿Qué? ¿Qué?
¿Espada,
capa, sombrero,
mi dinero y su dinero?
¡Ah,
Carrasco! Él se me fue
con
todo. ¡Demonio! ¡Caco!
¡Ah,
señores, por mi amor!
¿Hay quién
me enseñe una flor
para ganar
a un bellaco?
¡Que
sea yo tan pobrete
y bestia
tan desmañada
que no
sepa la puñada,
las niñas
ni el panderete!
Sale don VELA
VELA: (Acaba
ya de llegar, [Aparte]
noche, de
la luz trofeo,
agradéceme
el deseo,
pues te sé
lisonjear.
En este
parque te espero
como quien
te desafía.
Sepulten
la luz del día
los mares
de este hemisfero).
MONGANA: Mi amo
es éste. ¿Qué he de hacer?
Que
parezco jugador
de pelota
o nadador,
el jüicio
he de perder.
Al agua
me he de arrojar.
Échase en el
suelo y hace que nada en el tablado
¡Oh, qué buena está y templada!
¡Fu,
fu! Lindamente nada
quien nada
sabe ganar.
A la
garganta me llega;
no nada el
cisne mejor.
VELA: ¿Estás
loco?
MONGANA:
Sí, señor,
y aun borracho. Hombre que juega
sin
ramilletes de flores
no es
hombre de habilidad.
Pégasme la
adversidad,
que sólo
dan los señores
su
desdicha a los crïados.
Vete, pesia
a mi linaje,
de León.
VELA: ¿Y
el homenaje?
MONGANA: ¿A dónde
más desdichados
que
aquí?
VELA:
No me has de llamar
infeliz de
esa manera.
En palacio
hay quien me quiera.
Ya
anochece y he de hablar
a
cierta dama.
MONGANA:
¿Quién es?
VELA: No lo has
de saber.
MONGANA:
Reviento
por
saberlo y aun lo cuento
desde
agora.
VELA:
Toma, pues,
tu
capa.
MONGANA:
¿Qué capa?
VELA: (Espero,
dulce
amor, en la estacada).
Toma tu
espada.
MONGANA:
¿Qué espada?
VELA: Cúbrete.
MONGANA:
¿Con qué sombrero?
VELA:
¿Jugaste?
MONGANA: Y
están perdidos.
Di, ¿quién es la dama ya?
Alguna
dueña será,
viuda de
siete maridos.
VELA: Pues,
necio infame, decid:
¿La espada
se ha de jugar?
¿Cómo
habéis de acompañar?
MONGANA: Con
piedras como David.
Vase
MONGANA. Sale PORCELLOS
PORCELLOS:
(Vientos que movéis las flores
[Aparte]
de este
parque sin sosiego,
templad
agora mi fuego
y llevadme
los rigores
del
pensamiento. Templad
y haced
apacibles sean
tres cosas
que en mí pelean:
celos,
amor y amistad).
VELA: ¿Es don
Diego?
PORCELLOS:
Amigo mío,
es el que
vuestro ha de ser.
El aura
vengo a coger
de este
parque hermoso y frío.
VELA: Yo,
amigo, vengo a esperar
la noche
que va llegando.
Amando
estoy y esperando;
a Leonor
tengo de hablar,
porque
así me lo mandó
en este
papel. No sé
si a
leerlo acertaré
como la
luz se ausentó.
PORCELLOS:
Distintamente se ven
las
letras. (En hielos ardo). [Aparte]
Lee
"Vela, esta noche os aguardo"...
Considera,
amigo, bien
que
ésta no es su letra. (Y yo [Aparte]
penas del
alma desato).
VELA: Quizá para
más recato
la letra
disimuló.
PORCELLOS: Pudo
ser. (Vuelva mi pena [Aparte]
a afligir
mi corazón).
VELA: Ya que
está de confusión
y sombras la noche llena,
amigo
Conde, perdona,
¿este
puesto guardarás?
PORCELLOS: No te
negaré jamás,
vida,
caudal y persona.
(¿A qué
de cosas me obligo [Aparte]
de dudas y
de tormento?
Y sólo
siento que siento
los amores
de mi amigo).
Sale el
REY don Ordoño por el otro lado
REY: (Ni el
corazón en mi pecho, [Aparte]
ni yo en
mi casa he cabido.
A los campos he salido
a dar
voces a despecho.
De mi
recato y decoro
oiga la
noche mi llanto.
¡Que un
hombre que estimo en tanto
y una
mujer que yo adoro
puedan
ofenderme! Error
será de mi
fantasía.
¿Y la Reina notaría
aquel
papel a Leonor
para el
Conde y quizá
la sirve y
galantea?
Esto fue,
y aunque no sea,
me he de
vencer y será).
Sale
BRIANDA a la ventana
PORCELLOS: Ya
abrieron esa ventana.
Leonor
será.
VELA:
Llego, pues.
REY: (Aquí hay
gente. Galán es [Aparte]
de alguna
dama).
PORCELLOS:
(Inhumana [Aparte]
es la Fortuna conmigo,
que ha
dado pies de pavón
a mi
bizarra ambición
en la
envidia de un amigo).
VELA: ¿Es
Leonor la que al aurora
ha
anticipado?
BRIANDA:
Leonor
es la que
os habla, señor,
y Leonor
la que os adora.
REY: (Leonor
pienso que nombró). [Aparte]
PORCELLOS: (Adora
dijo. ¡Ay, de mí! [Aparte]
si no es
que bien no entendí,
ella en
efecto olvidó).
REY: (Oír
quisiera si es ella). [Aparte]
VELA: Mi Leonor,
si os he obligado,
diré que
no me ha olvidado
de todo
punto mi estrella.
REY:
("Mi Leonor", dijo sin duda.
[Aparte]
¡Oh, si
fuese éste don Diego!
Dame,
noche, tu sosiego;
habla por
mí, noche muda).
BRIANDA: Don
Vela, testigos son
los cielos
de mis favores.
REY:
(¿"Don Vela" ha dicho?
¡Ah, rigores [Aparte]
de mi pena
y confusión!)
PORCELLOS: (Un
hombre está allí parado. [Aparte]
A
reconocerle voy,
que yo
mismo ampara soy
de mi injuria y mi cuidado).
Caballero, en cortesía
pedirle y
rogarle quiero
que
desocupe el terrero.
REY: (Cierto es
la desdicha mía, [Aparte]
que no
es quien habla a Leonor
Porcellos. Antes le guarda
las
espaldas. ¡Oh, bastarda
naturaleza
de amor!
Quiérole bien, ¿y me ofende?
Mataréle).
PORCELLOS:
Caballero,
pues otro
llegó primero,
váyase si no pretende...
REY: (Él
es. No quiere a Leonor,
y pues al
otro acompaña,
aquí hay
traición. No me engaña
mi
sospecha. Lo mejor
es
retirarme y pensar
bien mis
dudas y sospechas.
Agravio,
detén tus flechas,
afloja el
arco al pesar).
Vase el REY
BRIANDA: Don
Vela, como es temprano,
anda gente
en el terrero,
Más tarde
y otra noche espero.
Vase BRIANDA
VELA: Adiós,
ángel soberano.
PORCELLOS: (Mal
hice en no conocer [Aparte]
quién era,
que un poderoso
fuerza es
que tenga envidioso.
Mi enemigo puede ser.
Sígole).
Vase PORCELLOS y sale
MONGANA con un asador, embozado con
una rodilla
y una cazuela por sombrero
VELA:
¿Quién va? ¿Quién es?
MONGANA: Un fiel
crïado que tienes.
VELA: ¿Cómo de
esa suerte vienes?
MONGANA: Vengo del
modo que ves
a
guardarte las espaldas.
por si te
buscan traidores.
¿Qué te
han dado?
VELA:
Mil favores.
MONGANA: Más
valieran esmeraldas,
y aun
cuartos. Yo lo primero
que en las
cocinas topé,
me vestí,
por qué no sé,
de espada,
capa y sombrero.
VELA: Esa es
gracia necia y fría.
MONGANA: ¿Yo
gracejo para mí?
Si no me vistes, así
te he de
acompañar de día.
¿Quién
es la dama tan blanda
que quiere
a un pobre?
VELA: Es un cielo.
MONGANA: Bien lo
mereces. Sabrélo
aunque
muera en la demanda.
Vanse
MONGANA y don VELA. Sale el REY
REY: Poned
las luces ahí
y dejadme
solo. (Estoy [Aparte]
tan fuera
de mí que soy
una sombra
del que fui.
¿De qué
me sirve reinar
si mi
poder es tan breve
que el
agravio se me atreve
como a
hombre particular?
Y en
medio de este tormento
lo que más
he de sentir
es el no
poder decir
a ninguno lo que siento).
¡Hola!
Sale PORCELLOS
PORCELLOS:
¿Señor?
REY:
Conde, amigo.
PORCELLOS: No me
honréis así, señor.
REY: (¿Vos
contra mí? ¿Vos traidor?
Yo me
engaño, sombras sigo.
¿Contra
mí mi propia hechura?
No puede
ser. ¿Contra mí
hombre a
quien el ser le di?
No puede
ser. Es locura.
¿Contra
mí, atrevido vos,
levantándoos yo del suelo?
Mas, ¿qué
mucho si en el cielo
sucedió lo
mismo a Dios?
Vencerme tengo y en vez
de
matarle, le daré
esta
cadena que fue
hermoso
labor de Fez).
Dos
joyas me han presentado.
Ésta, don
Diego, es la una.
Con vos
parto.
PORCELLOS:
A mi fortuna
estoy,
Rey, muy obligado.
REY: Decid
al merecimiento
y a mi
amor.
PORCELLOS:
Prendas de esclavo
son las
cadenas.
REY:
Alabo
la
humildad y el rendimiento.
Don
Diego, dime verdad.
¿Amas?
PORCELLOS: Señor,
galanteo.
Doy
prisiones al deseo
y enfreno
la voluntad.
Que
amaba podré decir
y mi dama
está crüel.
Muerte me
ha dado un papel.
Fuerza es
no amar y sentir.
Un papel que hoy he leído,
aunque no
era de su letra,
vida y
alma me penetra.
REY: (¿Qué
escucho? Estoy sin sentido). [Aparte]
Si de
su letra no fue,
¿cómo
recibes pasiones?
PORCELLOS: Eran suyas
las razones.
REY: (Mis dudas
averigüé.
"Un papel que hoy he leído,
[Aparte]
aunque no
era de su letra,
vida y
alma me penetra".
Ello está
bien entendido.
La
letra fue de Leonor,
de la Reina las razones.
¿Qué
quiero? ¿Más prevenciones?
Disimulemos, rigor).
Conde,
casaros deseo.
Leonor mi
prima ha de ser,
si
gustáis, vuestra mujer.
PORCELLOS: (En gran
turbación me veo.
Decir
quisiera de sí.
En medio
don Vela está,
y si
favores le da,
me ofendo
también a mí.)
Sí,
gustara yo, señor,
y agora
estoy de tal arte
que... mas
no.
REY: Si
en otra parte
tenéis,
don Diego, el amor,
no os
casaré, no os turbéis.
PORCELLOS: Amo y para
no agraviar
a un
amigo, el olvidar
es forzoso.
REY:
Bien hacéis
y bien
claro habéis hablado.
Idos y
pensadlo bien.
PORCELLOS: Vida los
cielos os den.
Vase PORCELLOS
REY: No os
casáis. No vais turbado.
Sale la REINA
REINA: Rey,
señor y dueño mío,
veros mis
ojos desean.
No os he
visto en todo el día
que es un
siglo en vuestra ausencia.
REY: Huelgo,
señora, de veros.
(Quiero
juntar esta puerta [Aparte]
y tomar
resolución
en el
golfo de mis penas).
REINA: Con
inquietud está el Rey). [Aparte]
REY:
Violante...
REINA:
¿No decís Reina?
REY: (Vizcaíno
es el agravio. [Aparte]
Con dolor
no hay elocuencia).
Breves
razones: señora,
a Navarra
es bien te vuelvas;
luego has
de partirte. (Tente, [Aparte]
no te
descubras más, lengua).
REINA: Mal que
nunca se previno
hiere,
señor, con más fuerza.
Amagos
tenéis de rayo,
da la
muerte y después truena.
Mudanzas
tan de repente
sólo el
tiempo las hiciera.
Sólo el
mar, varón insigne,
varios
semblantes no muestra.
¿Vos con
ceño? ¿Vos callando?
¿Vos con
profunda tristeza?
¿Vos
decirme que me vaya?
¿Qué
novedades son éstas?
Si es que
os canso, dueño mío,
por
esclava humilde vuestra
podéis
dejarme en palacio
si no por
esposa y Reina.
¿Cuándo al
can que se ha crïado,
aunque más
inútil sea,
se echa de
casa, señor?
Mi amor y
lealtad merezcan
los
privilegios de un bruto.
Si alguna
mortal belleza
os da
cuidado y amor,
bien sé y
estoy satisfecha
de que no
os amará tanto,
aunque
mayor dicha tenga.
Pues ser
ingrato por ser
amante,
¿no es excelencia
en hombre
particular?
¡Cuánto
más en la grandeza
de un Rey,
semejante a Dios
que con
justicia gobierna
sus acciones y vasallos!
¡Ea!,
señor, resistencia,
resistencia a las pasiones.
Como han
estado secretas
hasta
agora, proseguid
con el
silencio y modestia.
Hija soy
de un rey famoso,
de
antiguos reyes soy nieta,
no
desmerezca por mí.
¡Que dirán
ajenas lenguas
de que a
modo de repudio
así a mi
padre me vuelva
baldonada
y ofendida!
Eso no,
Dios no lo quiera,
o al menos
sepa la causa
por qué,
señor, me destierran
vuestros
ojos de su luz,
que sin
vos todo es tinieblas.
Vuelve
las espaldas el REY
¿Por qué,
por qué, señor mío?
¿Aun no
merezco respuesta?
Morir sin
saber de qué,
mal es que
no se consuela.
Pues,
¡vive Dios!, que he de ser
en las
llamas de esta vela
como
Escévola el romano.
Toma una vela
con su candelero y amaga a quemar la mano
Abrasar
tengo con ella
esta mano
o la ocasión
de mis
desdichas y penas
tengo de
saber de vos,
porque
consolada muera.
Ya que
lástima no os doy,
horror os
daré que pueda
sacar
piedad de ese pecho.
Mejor diré
de esa piedra.
REY: Si los
ojos abrasaras
como la
mano...
Deja la vela
REINA: No
es ésta
palabra de
un rey cristiano.
No es hijo
de la prudencia
lo que esa
razón promete.
Vive el
cielo que de estrellas
se corona,
y son los ojos
de su
luminosa esfera,
que mis
pensamientos son
de más
gallarda pureza
que sus
altos rosicleres.
En
llegando a tal ofensa
no hay
humildad, no hay amor,
no hay recato,
no hay paciencia.
Tigre soy,
haré pedazos
cuanto
encuentre. Vuestra alteza
enmienda y
borre lo dicho
advirtiendo que a la lengua
con
candados de marfil
encerró
naturaleza
como a fiero animal. Pues,
si se
desata y se suelta
con
heridas incurables
en las
honras hace presa.
Animal es
prodigioso,
su
velocidad detenga,
enfrene su
curso leve,
hable con
tiento y proceda
más
advertido y más cuerdo;
porque las
palabras nuestras
son ríos
que atrás no vuelven
si no es
con infamia y mengua
diciendo
que hemos mentido.
Mis ojos, con eminencia,
símbolos
son del recato.
La nieve,
las azucenas,
los rayos
del sol no han sido
jeroglíficos y empresas
de la
virtud como ellos.
Los que
imaginan y piensan
lo
contrario son traidores.
¡Qué mucho
que me enfurezca,
considerando y sintiendo
los
misterios que en sí encierran
palabras
que son caballos
preñados
de gente griega!
"Si
los ojos abrasaras
como la
mano..." ¡Revienta
mi pecho
cólera y fuego,
es un
Mongibelo, un Etna!
Salen
a la puerta LEONOR y criados
¡Por los
cielos soberanos
que con esa espada diera
muerte a
esta vida infeliz
a no saber
que se alegra
vuestra
alteza con mi daño!
Y aun con
esa espada mesma
le diera
muerte a no ver
que es
acción villana y fea,
que es
sacrilegio, atreverse
a aquella
deidad inmensa
de los
reyes. (Ya me oyeron; [Aparte]
disimulo
pues).
Y en esta
confusión
yo desperté.
Halléme,
señor, sin fuerzas
y sin
sueño tan pesado.
¡Qué
alegre está quien despierta
de
ilusiones y fantasmas!
REY: (Violante
ha estado muy cuerda [Aparte]
disimulando con éstos.
Encubramos las sospechas).
Sale LEONOR
LEONOR: A las voces he venido
sin saber la ocasión.
REY: Esta
es piedra
contra los sueños.
Dale a la REINA una sortija
Tomadla, pues, y no crean
más en ellos vuestros ojos.
REINA: (Por disimular la aceptan [Aparte]
mis manos).
REY: (Y yo la doy [Aparte]
por hacer más experiencias).
Vanse
todos
FIN DEL ACTO SEGUNDO