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SAÚL: Dios de Israel, Dios eterno,
no me den melancolías,
con alguna inobediencia,
el ver que estoy padeciendo?
que según me martiriza,
JONATÁS: Padre, rey y señor mío,
¡Ay de mí! ¡En qué tiempo breve
que en los orbes celestiales
JONATÁS: Melancólicas pasiones
SAÚL: ¿No miras el cielo airado,
cómo estás endemoniado!
SAÚL: ¡Detente, muerte, detente!
--Pues, ¿qué pretendes de mí?
--El alma está inobediente.
--No quiero. --¡Pues, ¿qué procuras?
--Tu victoria. --¿Y me aseguras
del vencimiento? --Pues, ¿no
venceréte al fin? --¿Quién? --Yo.
SAÚL: ¡Salid, demonios, de aquí!
de mi casa!
SAÚL: ¿Cómo os apartáis de mí?
JONATÁS: Sosiega, por vida mía.
de un pobrecillo pastor;
que entre a cantar por tu bien
me causa?
JONATÁS: Sí, porque es tal
SAÚL: Entre, pues, porque si tanto
Siéntase y sale DAVID con su arpa
JOAB: Siéntate, señor, y el llanto
mi arpa me da esperanzas,
JONATÁS: Suena, dichoso pastor,
que la dulce consonancia
DAVID: Voy a cantar, y al rey pido
que perdone mi ignorancia.
SAÚL: Si el alma tiene sosiego,
Jonatás...
que a mi Dios fui inobediente,
pero es mi mal impaciente,
es insufrible mi pena.
JONATÁS: Escucha, pues, porque suena
su música dulcemente.
MÚSICOS: Corriendo hasta el mar los ríos,
y el mar creciendo y menguando,
las cosas inanimadas
con voces no articuladas
JONATÁS: Parece que el dulce sueño
con agradables despojos
JOAB: Gusto siento no pequeño.
Vanse JOAB y JONATÁS, y entre MICOL
con no aprendidas canciones
del dios de los escuadrones.
MICOL: (¡Qué suavidad! ¡Qué dulzura! Aparte
obligándome a que beba
cantar así?)
SAÚL: Pastor que sana si canta,
MICOL: (Talle y voz iguales veo. Aparte
Las cuerdas de un instrumento
son centro del pensamiento.
nos suspendió juntamente;
mas ¡ay!, que es loco accidente
JONATÁS: Quisiera entrarte en mi pecho
en las almas.
JONATÁS: Pero te quiero de suerte
que me igualas.
URÍAS: Señor, si de tus trofeos,
tus inmortales deseos,
que un palmo más de seis codos
Si ya en tus melancolías
el pretendido fin hallas,
y defiéndete.
mi enfermedad le provoca.
[¡Cierra el hueste de Israel!]
MICOL: (Alégrame, si lo miro, Aparte
y en dulce melancolía
¿cómo no os perdéis por altos?
no se inclina a hombres que son
de merecimientos faltos).
DAVID: (¿Cuándo la fresca mañana, Aparte
de humano merecimiento,
Hija es del rey la que he visto.
MICOL: Pastor, que en el verde prado
¿quién eres? Porque, de suerte,
y al blando cisne en la muerte.
DAVID: Reina que en el verde prado
David soy, que al rey pretendo
MICOL: (¡Qué gallardo! ¡Qué discreto! Aparte
DAVID: Ya que falta la presencia
MICOL: (Aquí importa resistencia).
Dicen aparte mientras se va cada uno por
su puerta
DAVID: (Hora de tu gloria ajena,
MICOL: (Voz que mata y enamora
DAVID: (El alma se deleita si la veo).
MICOL: (Crece, cuando te miro, mi locura).
DAVID: (Prisión del albedrío es su hermosura),
MICOL: (¡Cuidado! Es el amor o devaneo).
DAVID: (¿Qué siento? ¿Qué imagino? ¿Qué deseo?)
MICOL: (No me dejes, razón; tenme, cordura).
DAVID: (El mismo sol envidia luz tan pura),
MICOL: (Si vence mi pasión, ¡qué gran trofeo!)
DAVID: (Desmandados andáis, tímidos ojos).
MICOL: (Ojos, ¿por qué razón sois tan villanos?)
DAVID: (Pensamientos de honor, seréis tiranos).
MICOL: (Pensamientos de honor, seréis despojos),
MICOL: (¡Insufribles!)
y pastores
LISARDO: ¿Aún no te dejas amar?
si amores te satisfacen
Del tiempo y naturaleza,
LÍSIDA: No me vences de esa suerte,
Soy monte en aborrecerte.
LISARDO: Con eso estoy más gozoso
LÍSIDA: ¿Cómo así?
cerca de ser levantado
a prosperidad mayor,
LÍSIDA: El mejor es el primero.
Ello mismo se lo dice.
LISARDO: Dichoso, pues, vengo a ser.
que será, con tu mudanza,
este amor agradecido.
Habiéndote de mudar,
LÍSIDA: Si amiga de extremos es
quiero aborrecerte más
por quererte más después.
VELANIO: Serrana hermosa y crüel,
más que tigre y más que estrella,
¿Cómo no se mueve en ti
Mas, ¿qué me espanto, si en mí
con sus corrientes de plata.
LÍSIDA: Yo confieso que aprendí
SELVASIO: Zagala dulce y sabrosa,
más que la lumbre en invierno,
como si fueran ortigas.
que de mí mismo me olvido
y hasta la noche no como.
LISARDO: Aun los rústicos adoran
tus celestiales despojos.
VELANIO: Cuantos miran, esos ojos
LISARDO: Tres años ha que mis males,
VELANIO: Seis años ha que te adoro.
SELVASIO: Desde que anduve en pañales
LÍSIDA: Por antigüedad merece
LISARDO: Bella imagen en quien Dios,
como su autor, resplandece,
que en la hermosa frente tienes;
tan ingratas como él.
porque me libre con ellos
SELVASIO: Dame esas hojas, o algunas,
LÍSIDA: Este laurel pienso dar
SELVASIO: ¡Al león! ¡Mire qué mona
VELANIO: Más victoria puede ser
LISARDO Y yo que tu sol hermoso
reverencio, amo y respeto,
SELVASIO: No ofrezco oso ni león,
pero a fe que, si las todo,
DAVID: (Alegre campo ameno, Aparte
valle florido y monte levantado,
de libertad ajeno
vuelvo humilde pastor a mi ganado;
vieron mis ojos a Micol hermosa.
región de mi ganado y patria mía,
en las cenefas de una fuente fría
para que yo no aumente
con lágrimas su líquida corriente).
de un libre corazón y estos rebaños,
cuento las horas por prolijos años
sin ti, de sombras y tristezas lleno.
que siglos al ausente son los días,
que forman entre sí bóvedas frías,
pues si llamo a David, David responde.
entre las sombras de esas verdes plantas,
del modo que lo están cuando tú cantas;
sin duda por tu ausencia dan gemidos.
Las aves suspendían
las cantilenas dulces y süaves
pues que, saliendo al sol todas las aves,
les sirve de maestro de capilla.
tuvo la fuerza de tu voz arriba,
y en círculos de plata fugitiva,
pensando verte en tierras extranjeras.
el hermoso pastor tan deseado,
las aguas en las flores de ese prado;
cantan las aves y el ganado pace.
que alegras con tus ojos valle y río
con su luz y con cándido rocío,
un alma con palabras lisonjeras.
VELANIO: Lisardo, ¿no has mirado
SELVASIO: Pues aunque tonto so, también hay celos.
De dentro
VOCES: ¡Guarda el león furioso!
¡Guarda el león que cerca los ganados!
VELANIO: Ponga el pecho medroso
sus alas en los pies, y sus cuidados.
LISARDO: En brazos de aquel pino
que parezco una cuba movediza,
LÍSIDA: ¿Cómo
si aquel horno de cal y de ceniza
SELVASIO: Pues Lísida lo dice, en él me meto.
LÍSIDA: David, yo no he temido
al oso ni al león porque mi pecho
Animosa soy. Ya tu igual me has hecho,
esta guirnalda de laurel te guardo.
el que me tienes tú, bella pastora,
(A un imposible que en la corte mora). Aparte
mientras le mato, sin temor espera.
que a los rediles llegas del ganado,
si resistes el golpe del cayado,
David, como el Sansón de Palestina.
LÍSIDA: No sé si es mayor daño
el que puede causar el alma mía,
que la muerte crüel que dar podía
menos tirano, al fin, y más piadoso.
mi desdichado fin en verdes años,
¿para qué me defiendes
del león si me matan desengaños?
que tu ingrato desdén la de esa fiera.
si en pecho irracional, piedad se halla,
deja, volviendo a mí la cruel batalla.
dos vidas --con su vida y con su muerte.
Sale DAVID con la cabeza del LEÓN
el llanto que al temor pálido ofreces,
de tu choza verás, como otras veces
del vencido león que te espantaba.
VELANIO: David nos tiene vivos;
LISARDO: De mil victorias goces.
VELANIO: ¿Quién es el que da voces?
SELVASIO: Selvasio el inocente,
en la ceniza de este horno oscuro.
LISARDO: La cal deja caliente,
que muerto está el león. Ya estás seguro.
SELVASIO: ¿Y está del todo muerto?
SELVASIO: ¿Cierto?
LISARDO: Cierto.
SELVASIO: ¿Cierto?
LISARDO: Sí.
del riguroso amor la pesadumbre.
de Lísida.
SELVASIO: Pues no quiero salir.
SELVASIO: ¡He aquí! Ahora parezco.
LISARDO: Molinero infernal, ya arder te vimos.
SELVASIO: Pues yo se lo agradezco.
que el fuego no me abrasa sino el miedo.
LÍSIDA: Pastor que de esta fuente
tiñes con sangre diáfanos cristales,
que racimos de perlas y corales
esta guirnalda ofrece el alma mía.
Tejiéndola tu esclava,
al solo vencedor de esta leona
la verde cuanto mística corona,
y así en esto decía
que sólo para ti el laurel tejía.
de rey. ¡Viva David! Vuele su fama
VELANIO: Pronostique en tus sienes esa rama
que dan Jerusalén y Palestina.
de estos campos, ganado y pastores,
que pisas estas márgenes y flores
que es tuyo cuanto ves...
del campo de Belén los pies pidamos;
del cedro, incorruptible
a pesar de la edad, cortemos ramos,
en que reciba amor huéspedes tales.
JESÉ: Por ti vengo, David, que a tus hermanos
detiene el ejercicio de la guerra.
porque quiero que vayas con cuidado
y a guardarles alegre su ganado.
es aquésa?
LÍSIDA: El laurel de esta victoria.
JESÉ: (Secreta fortaleza Aparte
en aqueste rapaz ha puesto el cielo.
un profeta de Dios, siendo mozuelo,
fortuna le promete no pensada).
que a la guerra me voy. (El cielo quiera Aparte
sacarme de pastor, humilde esfera
que se atrevió a mirar el sol hermoso.
pueden al hombre dar merecimiento,
con ánimo de ver mis pensamientos
regido de esos ojos celestiales).
SELVASIO: Su sol llamó, o su berza,
a no sé quién. David irá con hambre.
vida pendiente del fatal estambre.
a quien, ¡oh gran dolor!, tiene y adora.
amado de mi pecho honestamente,
¿cuándo tú sueles ir alegremente?
Desengáñame bien antes que muera.
Vanse y salen SAÚL, JONATÁS, URÍAS, y JOAB. Tocan
SAÚL: ¿Qué tenebroso pecho no desmaya
viendo la multitud de filisteos
que a este pueblo de Dios guerra amenaza,
y el monstruo capitán que los gobierna,
hombre soberbio y desigual gigante?
Que parece que el monte se estremece
la vez que el brazo mueve. ¿A quién no espanta?
De mí podré decir que en las batallas
en que fui vencedor nunca he tenido
el ánimo tan falto de esperanzas
ni el corazón de ánimo tan falto.
JONATÁS: ¿Cuándo el cielo dejó desamparado
en el peligro al pueblo que le invoca?
¿Cuándo los capitanes o jüeces
del Dios de los ejércitos amigos,
de su divino amor favorecidos,
triunfando no salieron vencedores?
¿Por qué el ánimo, oh rey, ni la esperanza
en tu pecho real hace mudanza?
URÍAS: ¿Quién dijera que Dios a una serpiente
de sólido metal su virtud diera?
Los profetas le llaman admirable
y el mismo Dios es hoy, que en inmutable.
JOAB: Tu capitán he sido y tu soldado,
el tierno bozo me nació en la guerra,
que el nombre de Joab ya es conocido
y nunca vi tan bárbaro enemigo,
tan horrendo furor, tan cruel castigo.
SAÚL: Pecados son del rey, Dios, enojado,
a este gigante por azote envía.
Perdona, cielo, al pueblo lastimado;
su vida deja en paz, corta la mía.
GOLÍAS: Vosotros que miráis con ojos tímidos,
con pálido semblante y débil ánimo,
de mi grande valor las fuerzas hórridas,
vosotros que pensáis con vuestro ejército
de escuadras viles y soldados míseros
resistir el valor y fuerte máquina
de aqueste cuerpo y corazón magnánimo,
decidme, ¿no os asombra la gran máquina
de un cuerpo que parece al monte líbano?
Si temblaba mi voz los montes ásperos,
y en medio la región del aire lóbrego,
vuela mi fama sobre pardas águilas;
si en medio la región salada y húmeda
del horrísono mar dioses marítimos
conocen mi valor y fuerza indómita,
enseñada a emprender cosas difíciles,
¿cómo vosotros, rústicos y bárbaros,
intentáis resistir con fuerzas bélicas?
Si alguno, no teniéndose a sí lástima,
en singular batalla fama única
quisiere conseguir, salga y atrévase.
Pruebe conmigo aquí sus fuerzas válidas,
con pacto que, si alcanza la victórïa,
la guerra cesará con breve término
y volverá mi gente publicándose
vencida de Saúl; mas si el esférico
orbe del sol, que en mí con mano pródiga
repartió su valor, fuere negándole
la victoria, será la empresa trágica
corona de mi frente invicta y célebre.
Anímese a mirar tal espectáculo
mientras consulto a mi divino oráculo.
SAÚL: Oprobio de Israel y menosprecio
de los varones que Judá ha tenido
ha sido este soberbio desafío.
A bárbaro rigor o monstruo fiero,
¿quién puede contrastar la fortaleza?
en la común fatiga de la guerra,
Joab, Urías, Jonatás gallardo,
¿en singular batalla podrá alguno
vencer a aqueste sátrapa soberbio?
¿Quién, decidme, tendrá tan generoso
valor que se le atreva, pues publica
que si le vence el pueblo queda rico?
JONATÁS: Aunque teme al ratón el elefante,
y al gallo velador el león temido,
¿cómo quieres, señor, que este gigante
de ordinario valor esté vencido?
En Líbano, el Olimpo y el Atlante
resistirle no pueden cien personas
que el sol no ve su igual en cinco zonas.
URÍAS: ¿Cuándo se opone al mar el manso río,
y al infausto ciprés la dulce caña,
el céfiro al bochorno del estío,
el valle ameno a la áspera montaña?
Lo mismo es aceptar el desafío,
que sin seso estará quien tal hazaña
emprendiere, si ya con fin violento
honra no quiere sólo del intento.
SAÚL: Publíquese en el campo como ofrece
que venciere al gigante, en quien padece
aquél que se atreviere bien merece
ser de la hija de Saúl su esposo.
Bastante premio doy; gloria es discreta.
Publíquelo un tambor, una trompeta.
JOAB: Pase de voz en voz, de mano en mano,
que la hija del rey será su gloria
del vencedor magnánimo y ufano.
A quien facilitare esta victoria
dádiva ilustre de inmortal memoria!
el vencedor, señor, será tu yerno.
SAÚL: Dios de Abrahán e Isaac, Dios justiciero
que, servido de espíritus alados,
arrojaste al dragón soberbio y fiero
de sus hermosos cielos estrellados
el confuso rumor tan lastimero
del pueblo escucha, sordo a mis pecados.
Ya la bárbara fuerza se deshaga
de esa serpiente que tus hijos traga.
SAÚL: El cielo en tales efetos
a su piedad corresponde,
y no es mucho, si al pastor
y al rey formó Dios de un barro.
la Naturaleza iguala
Sale DAVID con zurrón, honda y cayado
DAVID: Si en lo difícil se alcanza
contra el gigante.
SAÚL: ¿Qué miro? ¿No es tu garganta
¿Quién te esfuerza, quién te anima
DAVID: Dios me anima, Dios me esfuerza,
los montes tengo asombrados.
SAÚL: Mis armas te has de poner;
fuerzas de Dios traes contigo.
JONATÁS: David, amigo, que al alma
DAVID: Señor, que yo reverencio...
JONATÁS: De verde laurel y palma
SAÚL: Arma el pecho y la cabeza.
DAVID: Aunque es la armadura fina,
la militar disciplina.
para mí no es de provecho,
siempre acierta; errar no puede.
este vencimiento apoyo,
y en las piedras de ese arroyo
SAÚL: Vuelvas a mis ojos vivo;
JONATÁS: No sé qué fuerza divina
y así en ara transparente
que, dando un golpe en los pies,
pues contra nosotros viene
y que en pies de vidrio estribe
claro está, pues que es del suelo.
que en la redención del hombre
las que han de formar el nombre
que Jesús ha de tener.
de oro y plata y vidrio tierno.
GOLÍAS: Nación tímida, cobarde,
que no tiemble y no se asombre
DAVID: Monte de soberbia, trueno
GOLÍAS: Pobre que tu mal no sabes,
[........ ]
[........ ]
[........ -aves].
DAVID: Aquéstas mis armas son.
GOLÍAS: Yo espero. ¿Qué me acobardo
GOLÍAS: ¡Que se atreva mortal hombre
DAVID: En nombre de la doncella
que ha de ser cándida estrella,
ésta te tiro.
Se cae
DAVID: Cayó el soberbio dragón,
prevaleceré en la honda.
Salen SAÚL, URÍAS y JONATÁS. Vase
SAÚL: No hiciera violencia tanta
JONATÁS: Cantarle pueden la gala
URÍAS: De esta sin igual victoria
Ya con su mismo cuchillo
[...... ]
[...... ]
[...... -alla].
con músicos instrumentos.
Lógrense tus pensamientos;
Salen los MÚSICOS cantando y los demás
en orden
MÚSICOS: Saúl ha vencido a mil
y con dulces cantinelas
SAÚL: Si estas canciones le cantan,
MÚSICOS: Tejan las damas guirnaldas
SAÚL: Creciendo va su alabanza.
DAVID: Hermosa Micol, ya puedo
contemplar despacio en ti
Vanse entrando y cantan los MUSICOS
MÚSICOS: Saúl ha vencido a mil