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ALEJANDRO: ¿Cuándo al riguroso hado
Tres máquinas dio, infernales,
contra el hombre el cruel infierno
ROQUE: ¿Siempre has de ser Jeremías,
ALEJANDRO: Juramentos he de hacer
ROQUE: Un ladrón de esa manera,
después que por varios casos
¿Arrójolo...? ¿No lo arrojo...?,
vendrá a ser como este cuento,
pues haces el juramento
cuando ya no hay qué jugar.
ALEJANDRO: ¡Ay, Roque! En tantas fatigas
ROQUE: ¿Y es?
ALEJANDRO: El ángel de mi cielo.
¿Mostró el rostro alegre o triste?
ROQUE: Agora se me ha ofrecido
de un albéitar la he aprendido.
En dos distancias iguales
de una ni otra. Así estará
tu inclinación con sosiego.
Pondrémoste en una parte
ALEJANDRO: A ser bufón te condeno.
ROQUE: ¿Tan necio soy y tan frío
¿Por qué agora...?
de Ángela.
y con mucha cortesía
que no ha visto en hombre agrado
este amor disimulado.
No ha de hablarte en su presencia,
y también se ha de enojar
(¡Sáqueme Dios de este enredo Aparte
ALEJANDRO: En algo
No había de ser en todo
desdichado; si hoy apenas
Antes, con descortesía,
ALEJANDRO: Un papel le he prevenido,
con este me despiqué,
y lo has de llevar.
mi mentira ha de ir creciendo,
ALEJANDRO: Roque, el vestido bordado
ROQUE: (¿Hay perdición como aquésta? Aparte
ALEJANDRO: Y no vengas sin respuesta.
ROQUE: Yo la traeré. (Mas notada Aparte
ALEJANDRO: Amor, desde hoy importuno
y, ¿qué mucho que si el juego
vuestra vida que es la mía.
que es de vuestro entendimiento
ALEJANDRO: ¡Ángela, tantos agravios!
ISABELA: ¿Ángela soy? No es bien hecho
que el ángel que está en el pecho
ALEJANDRO: ¿Llamarte Ángela es tormento?
ALEJANDRO: Déjame ya de enfadar.
ALEJANDRO: ¿Cómo no?
ISABELA: ¿Qué he de hacer si no lo tengo?
ALEJANDRO: ¡Buscarlo! (¿Qué disparate Aparte
no ha de hacer un jugador
ISABELA: ¿Daga para mí has sacado?
¿Esto es honra? ¿Esto es amor?
imágenes hermosas de los cielos,
desdichas de mujer que llora celos,
en el abril florido de sus años.
que tres veces al mes mudas semblante,
de una simple mujer, tórtola amante
que en menos tiempo más mudable ha sido.
Sale MARCELO y quédase a la puerta escuchando
en eterna prisión mientras que viva,
mis músicas serán penas y llanto.
materia con dolor y sin sosiego,
mis lágrimas al mar, mi amor al fuego,
pálidos huesos y cenizas frías.
consuelo de mi edad, serena el llanto.
que no el cándido sol del cielo santo.
el cielo no, que en círculos se mueve.
soles hermanos y animados cielos,
ISABELA: Alejandro, señor, tras darme celos,
vestidos y dineros, mal me trata.
me pidió de comer, no lo tenía,
Que los "buscase" dijo, ¡oh, tiranía!
¿Que me manda el honor que ansí la llame!
un hombre sin honor, que al ocio y gula
que a su incasta mujer le disimula
el invisible peso de la afrenta?
la pródiga pasión de aquel ingrato.
El fénix te traeré para tu plato,
servirán de penachos en tus galas.
de humana estimación guardadas tengo.
racimos de diamantes te prevengo,
y para tu tesoro
dará perlas el mar, los montes oro.
el mayo no tendrá cuando desata
rosas de sangre da, y lirios de plata
beben aljófar las pintadas aves.
que diadema de rey le da osadía,
cien ojos de jacintos y esmeraldas.
y prevénle un espléndida comida.
Tu sentimiento doma
alegre has de mostrarte. Está advertida
mas no sepa que soy el dueño de ellas.
que te dijo, remedio han descubierto
Los celos del honor, es caso cierto,
remediarán el daño,
y a mi cargo estará su desengaño.
MARCELO: ¿Llevábasle tú agora
para jugarlo?
ROQUE: Sea lo que sea;
si la cadena de diamantes pierdo.
porque tú la estimaste.
para ver a este pródigo enmendado.
para ver si matamos la ternera.
podrán estar jugando. Sube y mira
Vase [CARLOS]. Salen don DIEGO y don LUIS
en casa de don Pedro, ¡por mi vida!,
que no llegó su cólera a palabra
Si juegan en la casa de don Pedro,
ROQUE: (Vi pasar a don Diego Aparte
y sin aliento llego). Una palabra,
que le des la cadena de diamantes,
tomando su valor en oro o plata
que la gané, la di a cierta señora
a que ella la guardase, y grosería
parecerá el pedírsela tan presto.
ROQUE: (¿Luego al punto Aparte
a señora la dio? Pues que me maten
si no la tiene aquella sevillana
en los amores de Alejandro. Quiero
esperar a que baje de esta casa
para darle un papel muy lisonjero
de doña Ángela... no, de su escudero).
DOMINGO: Acaso, sor galán, ¿está su dueño
con ganas de hugar veinte reales
que me comen aquí.
Yo tengo naipes, que estos son percances
de aquellos que servimos a tahures.
DOMINGO: ¡Vaya para roín el gran dïablo!
Quítase la capa ROQUE y pónela para jugar encima y
ROQUE: Esta capa ha de ser el sobresuelo
pues que no puede ser la sobremesa.
ROQUE: Siempre acostumbro
jugar cómodamente. Espada mía,
DOMINGO: ¿A qué se ha de jugar?
DOMINGO: Un caballo; el naipe es mío.
ROQUE: Correr y pararse cuatro reales.
DOMINGO: Un as y un siete. La de Guadalupe,
DOMINGO: ¿Qué me para?
DOMINGO: Dos y caballo. ¡Arre acá, Babieca!
ROQUE: El niño entre dos palos. ¡Oh Cupido!
Va gan[an]do ROQUE y juntando el dinero que se vea bien
DOMINGO: Otros cuatro he perdido.
ROQUE: Pues, los ocho le paro.
Quinas de Portugal, vendréis un día.
al paso que Alejandro va perdiendo...
DOMINGO: Hasta hacer una suerte el naipe es mío.
tantas desdichas el mayor cornudo!
Arroja los naipes DOMINGO detrás de ROQUE y él se levanta
a cogerlos y entretanto [DOMINGO] le lleva capa, espada, dineros y
ROQUE: ¿Coléricas, no habiendo más barajas,
mi señor sevillano? Poco a poco
los naipes cogeré esta vez, mas otras
los coja un sacaporras;
que a fe que juega con tahur, que sabe
perder el sol que sale y se pone.
Párame largo, esquitaráse presto.
¡Ah, señor andaluzo, es burla! ¡Acaba!
Anda ROQUE entrando y saliendo, buscando
¡Ah, borracho lacayo, rascamulas,
que no limpiacaballos!
Hecho me deja un Juan Paulín en cueros.
¡Ay, de vosotros! ¡Ay, capa y espada,
¡Un albís me dejó el de la hugada!
ALEJANDRO: No hay hado ni fortuna,
ni dicha ni desdicha en este mundo.
El bien y el mal, en mérito y castigo,
Mi hacienda perdí ya, juego enemigo,
y sobre mi palabra
agora perdí más. Yo me condeno
a que la tierra sus gargantas abra.
Los dos para los dos. Vengan pelotas.
¡Jugar! ¡Venga! ¡Ya va! ¡Falta! ¡No es falta!
¡Choza, muchacho, allí! ¡Vale! ¡Lo quiero!
¡Pelotas! Oh, qué floja! ¡Envida, envida!
¡Chis, chis! ¡Cómo está buena!
¡Jugar! ¡Qué bien! ¡Tener quince! ¡No es quince!
¡Señor don [Berenjena], una atraviesa
sacó la vuestra! ¡Primo con vusía!
¡No quiero atravesar, por vida mía!
ALEJANDRO: ¿Estás borracho o loco?
ROQUE: Todo.
¿qué haces?
¿Qué jugador has visto de pelota
que sombrero ni capa tenga encima?
ALEJANDRO: Dime, Roquillo, ¿cómo estás en cuerpo?
ROQUE: Dormíme en ese poyo y llegó Caco.
ALEJANDRO: ¿Y en mi negocio, te has dormido?
Como estoy sin cadenas y sin joyas,
a vistarla no me atrevo. Vióme
ROQUE: Un arbitrio he de darte a ese propósito.
Cayó, por sus pecados, una zorra
en una trampa que un pastor le puso.
cortada se quedó en la trampa aguda.
como mona la pobre. Al fin propuso
a su zorruno rey que hiciese cortes,
que a toda la república importaba
Juntáronse las zorras a consejo
y ella sentada, por cubrir su falta,
que sin hopos viviesen, pues el hopo
a ninguna servía
sino de pelo y lazo a ser cogidas;
ser descoladas. Pero a tal consejo,
respondió: "Levantaos, que ver queremos
si acaso tenéis cola." Levantóse
Tú puedes, mi señor, a los galanes
de la corte decir, que les conviene
que cadenas y joyas no se pongan,
y a las damas también la causa incita.
Y yo juntaré a cortes mis lacayos,
y a todos propondré no traigan capas
y en cuerpo acompañemos
y a los pajes del rey imitaremos.
ROQUE: ¿Y tú, de dolor siempre?
ALEJANDRO: Dame el papel, y mira si un bocado
hallas en casa, porque no he comido.
ROQUE: Toma el papel, saeta de Cupido.
ALEJANDRO: ¡Ah, nema, tú que guardas el secreto
de mi dichoso amor! Rómpese luego.
me tiene vuestra gran descortesía,
pues amándoos yo tanto
mi palabra y mi fe. ¡Qué grosería!
De vuestra discreción sola me espanto,
pues habiéndoos pedido
que no juguéis, ¿me habéis obedecido?"
En efecto ha sabido que he jugado
después que me mandó que no jugase.
de doña Ángela soy! A visitarla
La casa está de bodas. Unos manteles,
que al ampo de la nieve se aventajan,
cubren la mesa, que con varias flores
un banquete de mayo representan.
Un pavillo, un capón y dos pe[r]dices
arremetieron luego a mis narices
con olor aromático, y de vino,
la cantimplora llena y sepultada
en la nieve mejor que vio Granada.
Y aquello que me espanta, en un bufete,
como olvidados, vi muchos doblones
ROQUE: Ni alegre más la vi, ni más hermosa.
ella da prisa a todo en la cocina.
ALEJANDRO: ¿A quién habrá pedido
al menos, a tu padre; que hoy me dijo,
"Adviértele a mi hijo
que conserve su hacienda, y que no espere
de mí cosa ninguna."
ALEJANDRO: Vamos, pues, a comer; que la Fortuna
Un veloz pensamiento,
con las alas, hirió mi fantasía,
y de ella resultó al entendimiento
de la desdicha mía.
¡Ay, ilusión fantástica, detente!
Imaginado mal, antojo o sombra,
afecto que no sé cómo se nombra,
no incites la memoria a infame guerra.
¿Isabela está alegre con agravios?
¿Mi casa regalada con pobreza?
¿Isabela sin deudos, sin amigos,
¡Ah, nunca yo dijera una palabra
¡Ay, ilusión fantástica detente!
Que lo buscase dije. ¡Oh, lengua necia!
Mas, ¡cómo, si es Lucrecia,
si es Porcia, si es Penélope, la agravio?
Corazón infïel, no llegue al labio
tan sutil pensamiento,
que aun no conviene que lo escuche el viento.
¿me sabrás ayudar en cierto engaño?
FABIÁN: ¿De provecho o de daño?
FABIÁN: ¡Y cómo que sabré, como te importe!
para entrar acá.
MADRE: ¿Quién es?
GÓMEZ: Un hombre que yo quisiera
MADRE: Entre persona tan rica;
que nos querrá, si es su intento,
tratar algún casamiento
MARCELO: (Aunque finja que hay en mí Aparte
que Alejandro no entre aquí).
GÓMEZ: Algo sorda es mi señora;
MARCELO: Tenedme por servidor.
MADRE: Yo soy vuestra servidora.
MARCELO: Los que en la veloz edad
MADRE: (Esto huele a casamiento). Aparte
MARCELO: Gracias al cielo, yo tengo
MARCELO: De ese modo, excusaré
ya que con otros me veo.
y, pues, mi edad no lo impide...
MADRE: (¿De esta trecha me la pide? Aparte
MARCELO: Elegir pretendo estado,
MADRE: (¡Lindo caudal! Plega a Dios Aparte
MARCELO: Hice elección, informado
mi intención, y ansí os suplico...
MADRE: (¡Qué casamiento tan rico! Aparte
MARCELO: ...que os suplico, digo pues,
de mi casa?
MADRE: (¡Jesús! ¡Sueño! Aparte
¡Si me pide a mí!) ¿Quién es
a mi propósito.
Tanta la hipocresía
MARCELO: Pues, señora, si ansí pasa,
que demás de ser malinos,
MADRE: Un monasterio, señor,
ha de ser de aquí adelante
mi casa. (Si es importante Aparte
hasta ver en lo que para).
MARCELO: Pues, ya mi dicha está clara.
MARCELO: (¡Y mi abuela! Aparte
¿qué no intenta un padre bueno?)
¡Angelica!
MADRE: No es mucha
para tan gran casamiento.
ya han cesado. Hay gran misterio.
Esta casa es monasterio
ÁNGELA: ¿Con quién?
ÁNGELA: Yo me casaré a esa cuenta
con veinte y doscientas mil.
FABIÁN: El que serviros codicia.
ÁNGELA: ¡Ay! ¿En casa la justicia?
FABIÁN: Don Diego Osorio me envía,
que por eso me ha enviado.
Saca la cabeza por el vestuario ROQUE
ROQUE: (No te turbes, mentecato).
ÁNGELA: A él mismo le pienso dar.
FABIÁN: Yo soy hombre de fïar.
Picón es mi sobrenombre.
ROQUE: ¡Vive Dios, que no hay tal hombre
en todos los alguaciles
FABIÁN: ¿Es posible que no soy
FABIÁN: La justicia nunca engaña.
ÁNGELA: Decid, señor, a don Diego,
que es mucha descortesía,
Saca de la manga la cadena y dála
FABIÁN: Temió el pobre algún engaño.
MADRE: ¡Descortés, pícaro vil!
de cortesanos amantes!
ÁNGELA: ¡Ay, mis perdidos diamantes!
MADRE: ¿Ya verás que es conveniente
que despidamos de casa
ÁNGELA: Fue necio aquel fanfarrón.
Sale ALEJANDRO con un papel en la mano
ALEJANDRO: (Amor y melancolía,
Perdonad si aquí me he entrado
porque amor, todo es violencia,
ÁNGELA: Bien se pudiera excusar,
porque no es casa la mía
ALEJANDRO: (Todavía está enojada).
ÁNGELA: Principalmente, quien es
conmigo tan descortés,
ALEJANDRO: (Lo mismo que escribe aquí
ÁNGELA: No quiero disculpa agora.
ALEJANDRO: (Como su madre está allí,
quiere decir que no hablemos).
ÁNGELA: ¡A enojos no me provoque;
ALEJANDRO: Por mí y Roquillo lo dice.
ÁNGELA: Yo lo doy por disculpado
ALEJANDRO: (Lindamente me ha avisado
de su madre). Inobediente
y ley ha de ser en mí
tu palabra eternamente.
En eso que me mandaste,
ALEJANDRO: Tu gusto efecto merece.
A su hija
MADRE: Dice que ya te obedece,
¡Qué tantos enfados haya
ÁNGELA: No he visto hombre más pesado.
[A él]
dejar tanta obstinación?
ALEJANDRO: Cuerdamente me predica
que no juegue. ¡Oh, grande amor!)
ÁNGELA: ¿No me entiendes? ¡Linda flor!
ALEJANDRO: La flor de diamantes rica
me alaba). Todo es muy poco
para lo que yo deseo.
Entre ellas
ÁNGELA: ¿Hay hombre tan necio?
[A él]
ALEJANDRO: El vestido me ha alabado).
ÁNGELA: ¡Ea! No porfíes. Vete.
¿Qué? ¿No me entiendes? Arguyo:
manda que entre un criado tuyo
que mi lengua interprete.
ALEJANDRO: (Dice que a Roque le envíe
para escribirme con él,
que es intérprete el papel
de quien ama).
ALEJANDRO: Adiós, ángel en que vi
(No me llamen desdichado
MADRE: ¡En hora mala o en buena!
ÁNGELA: Pues, ¡a fe que me cogía
ÁNGELA: El nombre del alguacil,
DIEGO: Sabe que Ángela me adora
por ella. Entonces salió
y ha de haber melancolía
LUIS: (¿Hay necio más engañado
DIEGO: Como vuelve el agua al mar
sube el fuego artificial,
ÁNGELA: ¡Rómpese aquí sufrimiento
haciendo lo que hoy has hecho?
con falsas desconfïanzas?
Si sabes la estimación
con que el mundo mi honor paga,
para llevártela a casa?
DIEGO: Oye y sabrás lo que pasa.
ÁNGELA: No tengo ya qué saber.
DIEGO: Ángela, escucha y advierte
ÁNGELA: No quiero disculpas, no.
No hay en los hombres respeto.
LUIS: (¡Que esto he venido a escuchar!
ÁNGELA: Colérica estoy. ¡Ah, cielos!
¡Picón a mí!
ÁNGELA: ¿Más que a mí precia y codicia,
DIEGO: Piensa que aquella mujer
ÁNGELA: El que de mí no se fía,
DIEGO: Ángela, siempre te estimo
a disculparme.
ÁNGELA: Vete, don Diego, de aquí.
tu alguacil.
A ella
ÁNGELA: Pues, ¿a mí, dame cuidado
que el no tener confïanza
de mí siento.
Vete, que tu error me espanta.
DIEGO: Aun la madre, siendo santa,
A ellas estos dos versos y vase con cortesía
MADRE: ¡Hoy es día de pesados!
A LUIS
ÁNGELA: ¿Qué te ha parecido de esto?
LUIS: Que he derribado muy presto
que yo cual él te tratara,
Pluguiera a Dios que otro tanto
lo mismo que él. Podrá ser
[A su MADRE]
ÁNGELA: No lo entiendo. ¡Ay, infelice!
[A la hija]
MADRE: Pide también su cadena.
Éstos son dos bellacones
de alguacil y porquerones.
públicamente en la plaza.
[A él]
ÁNGELA: ¡Vil, descortés, apocado,
que con vana presunción
finge amor y honra ha mostrado!
que a tanta infamia se humilla.
Arroja la cadena y vase ÁNGELA
MADRE: No entres más en esta casa.
LUIS: ¿Qué súbita alteración,
Don Diego, al fin, es querido,
yo vilmente despreciado.
ALEJANDRO: Noche apacible y serena,
cubre a un hombre que se abrasa
y de amores en la ajena.
¿Qué infierno iguala a mi pena
Yo mismo a mí me argumento,
de no mal entendimiento,
lleve con buen sufrimientos
que con tanta brevedad
para esta necesidad?
Siendo ansí, ¿qué me atormenta?
que nuestra imaginación
errores nos representa.
Pero adviérteme el temor
ROQUE: Pues, ¿aquí en la calle estás?
ALEJANDRO: Me alegra a las veces más
Siempre ALEJANDRO melancólico y pensativo
un recado para ti.
CARLOS: ¿Quién ha visto devaneo
la enfermedad que no sabe.
ALEJANDRO: Mirando a nuestros balcones,
¿Le ves?
ROQUE: Sí.
ALEJANDRO: ¡Vive Dios, que suspira!
ROQUE: Ha perdido o va cansado.
ALEJANDRO: Ve a conocerle embozado,
con pensamiento leal
Salen MARCELO, embozado, y FABIÁN
que está Alejandro en la calle.
ALEJANDRO: ¡Otros también se han parado!
como el otro y si es ansí
ALEJANDRO: ¡Vive Dios, que llaman!
y ha podido conocellos.
Vanse MARCELO y FABIÁN y encuéntranse con ROQUE
ROQUE: Bien te conozco, señor.
ROQUE: Sí.
ALEJANDRO: ¿Quién era el primero, di?
ROQUE: Carlos de Villamayor,
aquel sevillano.
¿Y éste?
ALEJANDRO: Tiempo habrá que el valor vea
¡Mordiéndome estoy los labios
con risa!)
Sale por otra puerta MARCELO, hablando alto
que ya a tus pies, hechos ríos
pues que tanto me ha pesado
sospecho que pierdo. ¡Ay, triste!
Que tú también me lo diste.
MARCELO: (Ansí, ansí, morder el freno
ALEJANDRO: Cúyas son le he preguntado,
te dice con experiencia
el gusto al vicio, y no juegue,
pero tú no has de hacer cosa
como de tahur, en fin,
ALEJANDRO: ¡Oh, hijos del Amor, reyes tiranos!
Envidia, confusión, rabia, tormento,
verdugos del valor, del pensamiento;
infiernos, inquietud, temores vanos;
pensión sobre los ánimos humanos,
espuelas del prudente sufrimiento,
guerra entre voluntad y entendimiento
a quien nunca dan paz consejos sanos;
ciegas sospechas, locas fantasías,
quiméricos antojos y desvelos,
inmortal presunción, sombras, engaño;
confusa oscuridad, desdicha[s] mía[s],
o la muerte me dad o el desengaño.