ACTO SEGUNDO
Salen CAMILA: y LEONELA:
LEONELA:
Mucho le amaste.
CAMILA: Es verdad,
pero de
mi honor el brío
venció,
con libre albedrío,
la cautiva
voluntad.
LEONELA: `¿Ya no
lloras?
CAMILA:
Ya no lloro.
LEONELA: ¿Y
quieres a tu esposo?
CAMILA: Sí.
LEONELA:
¿Tibiamente?
CAMILA:
Como a mí.
LEONELA: ¿Tanto le quieres?
CAMILA: Le adoro.
LEONELA:
Milagro del cielo ha sido
haberse
tu amor pasado
de un
querido a un desdeñado,
y de un
galán a un marido.
CAMILA: ¿Para
eso fue menester
milagro? Si es natural
ir al
bien, hüir del mal
la que
es honrada mujer.
Este
honrado pensamiento
tuvo
principio en mi honor.
Luego
el discurso mejor
alumbró
el entendimiento.
Vi
que amor de un solo día
al de
mil se adelantaba,
en uno
que me dejaba
y en
otro que me queria.
Y con causas de olvidar,
y efectos de agradecer,
pude al uno no querer
y pude
al otro adorar;
y
como el cielo me dio
un
marido sin segundo,
no
tiene mujer el mundo
con más
contento que yo.
LEONELA: A
verte vienen los dos.
Pon límite a tus antojos.
CAMILA: ¡Con
qué diferentes ojos
les
miro, gracias a Dios!
Salen LOTARIO y ANSELMO
ANSELMO: No
se os puede perdonar
tan larga ausencia.
LOTARIO: Sí haréis,
pues en
vuestras cosas veis
que
yerro por acertar.
ANSELMO: Con
todo muy mal me trata.
Sale CULEBRO
¿Qué
hay, Culebro?
LOTARIO: Escuchamé.
Háblanse al oído
Como en
mal de amores sé
que el
ausencia cura o mata,
puse
la vida en su mano
para
curar o morir,
y en no
muriendo al partir,
era
cierto el volver sano.
CAMILA: Ya
llegan.
LEONELA:
Y pienso ya
que tu
sangre se alborota.
CAMILA: No por
cierto, ni una gota.
Como
antes se estaba, está.
ANSELMO: Llegad, que también mi esposa
me ha
de ayudar a reñiros.
LOTARIO: A los
dos he de serviros.
(Siempre me parece hermosa;
Aparte
con
todo, en mi fantasía,
a
contemplalla me obligo
como a
mujer de mi amigo
y no
como dama mía.)
CAMILA:
Amigo, esposo, señor.
ANSELMO: Cielo
hermoso y soberano.
CAMILA: Deja
besarte la mano.
ANSELMO: Eso a
mí me está mejor.
LEONELA: Español,
y vos ¿qué hacéis?
CULEBRO: Por
hacer estoy perdido.
CAMILA: Seas,
Lotario, bien venido.
LOTARIO: Cien
mil años os gocéis.
¿Tienes salud?
CAMILA: Salud tengo.
LOTARIO: Ya tu
contento da indicio.
CAMILA: ¿Vienes
bueno?
LOTARIO:
A tu servicio.
Me fui
malo y bueno vengo.
ANSELMO:
Camila, riñe a Lotario
el
dejarnos tantos días.
CAMILA: Bien
merece quejas mías
quien de tu gusto es contrario.
Mal
lo ha hecho, ya eso pasa
de ser
ingrato, sabiendo
lo que
a ti te debe, y viendo
lo que
le debe esta casa.
ANSELMO: Sólo
se me debe a mí
pagar con intentos buenos
mil
deudas.
CAMILA:
Yo, por lo menos,
le debo
el tenerte a ti.
LOTARIO: Con
el gusto que me toca
de
veros, quedo pagado
y
contento.
ANSELMO:
Habéisme dado
mil
gustos con cada boca
y
quedo bien satisfecho
de ver
con cuánta hermandad
este
amor y esta amistad
pueden
caber en mi pecho.
CAMILA: Que soy tu esclava imagina.
LOTARIO: Y yo
sombra de tu sol.
LEONELA:
¡Determinado español!
CULEBRO:
¡Juguetona florentina!
Mirándose
por detrás de sus amos los dos
LEONELA: ¡Qué
tierna correspondencia
de
vista!
CULEBRO:
¡Qué colear
de
ojos, dulce mirar.
Parece
España Florencia!
ANSELMO: Y en
el viaje, ¿os ha ido
bien?
LOTARIO:
Muy bien, pues lo he pasado
con el
donaire extremado
de
Culebro.
CULEBRO:
Hete servido,
y sé
lo que en ello gano,
comiendo todo el camino
cansalata,
que es tocino.
LOTARIO: Con su
hablar italiano
alborota una posada.
ANSELMO: Bravo
italiano estás.
CULEBRO: De
español no tengo más
que las
plumas y la espada.
Sé
que es piñata la olla,
y tiano
la cazuela,
y que
es la sartén padela,
vino el
vin, las berzas folla,
y la
ensalada, ensalata,
y pane
tosto el pan duro,
y la
manteca, baturo,
y el
medio azumbre, canata.
Caso
el queso, brodio el caldo,
y presutos los perniles,
y luchernas los candiles,
y el pillatelo,
tomaldo.
Cama
el leto, y blanda mola,
y bujarrón
el ventero.
CAMILA: Gracia tiene.
LOTARIO:
Bien le quiero.
(Brava
nación la española.) Aparte
CAMILA: Esa
lengua has de aprender,
que
está muy bien en tu boca.
CULEBRO: Lo que
al ministerio toca
del dormir y del comer
aprendí en suma tan corta,
que
como este fin consiga,
si en
lo demás que les diga
no me
entienden, poco importa.
LOTARIO: Bien
dice.
ANSELMO:
Dice rebién.
Hace una reverencia CAMILA a su marido y a LOTARIO
para irse
Camila,
¿queréis dejarme?
CAMILA: Porque
tengo en qué ocuparme,
y
porque es justo también
que
hablen solos dos amigos
que ha tanto verse esperan.
ANSELMO:
Vuestros ojos no pudieran
ser
enojosos testigos.
A CULEBRO, de paso
LEONELA:
Mucho gustaré de hablarte.
CULEBRO: Y yo
más de responderte.
Vanse todos, dejando a LOTARIO y ANSELMO solos
ANSELMO: ¡Ay,
cielos!
LOTARIO:
¿En vez de verte
contento, te oigo quejarte?
ANSELMO: ¿Ves
que tengo en esta casa
tan
arrogante apariencia
de
gustos no imaginados
y de no vistas riquezas,
en estos techos labores
artificiosas y bellas,
y en
estos cuadros vencida
la
humana naturaleza,
por estos suelos alfombras,
por estas paredes telas,
brocados en estas camas,
plata y oro en estas
mesas,
cristal
en estas ventanas,
por
estos rincones perlas,
diamantes en unas manos
y en
ellas mismas belleza,
en
aquel rostro deidad
y en
este pecho firmeza,
y ves
que a mi esposa adoro
y soy
adorado de ella?
Pues no
estoy contento.
LOTARIO: ¿Cómo?
ANSELMO: Una locura, una fuerza
fatal
me obliga y me pierde,
me
descompone y me ciega.
Celos
me abrasan el alma
y en
Camila me dan pena
hasta
el sol si alegre mira,
y el
viento si manso llega,
sin
tener otra ocasión,
porque
ella es honrada, es cuerda,
recogida, recatada,
prudente, sabia y discreta.
LOTARIO: Eso,
perdóname, Anselmo,
más parece
impertinencia
que
celos.
ANSELMO:
No está en mi mano,
y
escúchame, porque adviertas
que
esto todo son temores
o
desdichas venideras,
que tan
con tiempo las pasa
quien
tan sin tiempo las piensa.
Pienso,
aunque es buena mi esposa,
que
podría no ser buena,
y este
solo "puede ser"
me
aflige como si fuera;
que si
el que estima una espada
no se
atreve a fïar de ella,
sin ver
que en mil ocasiones
ni se
tuerce ni se quiebra,
y en la
espada, que es de acero,
son
menester estas pruebas,
cuanto
y más en la mujer,
que es
de lana la más cuerda.
Mataráme esta congoja,
si con
curiosa experiencia
no
acrisolo su valor
y doy
toque a su firmeza.
Ésta,
siendo con mi honor,
sólo
otro yo puede hacerla,
que
eres tú, Lotario, amigo,
de
quien fío esta flaqueza.
Tú has
de probar si es mi esposa
tan
honrada como bella,
dándole
a tu amor fingido
extremadas apariencias,
que si
de ti se resiste,
a quien
quiso, cosa es cierta
que
podré vivir el hombre
más
contento de la tierra,
y si se
rindiese a ti,
que nunca el cielo tal quiera,
a sólo
su pensamiento
podría
llegar mi ofensa,
y
escondida en tu secreto
estaría, y yo, aunque muerta
la
vida, con el ciudado
podría
excusar la afrenta.
LOTARIO: ¡Jesús,
qué extraña ilusión!
¿Búrlaste, Anselmo, o deseas
hacer las pruebas en mí?
¿Que aún no las tienes bien
hechas?
¿Quién te ha llenado el
sentido
de fantásticas quimeras?
¿Qué te han hecho? ¿Qué
te han dado?
¿Qué
hacer quieres? ¿Qué hacer piensas?
ANSELMO:
Lotario, no me repliques.
LOTARIO:
Escúchame y considera
en mis
fundadas razones
tan
curiosa impertinencia.
Si,
como has dicho, imaginas
que es
tu esposa honrada y cuerda,
recogida y recatada,
prudente, sabia y discreta,
¿qué
quieres más? Pues te basta
el
ignorar que no es buena,
para
dejar lo demás
del
cielo a la providencia.
O no
piensas lo que haces,
o no
has dicho lo que piensas,
o ese
propósito en ti
es
locura manifiesta.
Cuando
salgan en tu esposa
finísimas esas pruebas,
no sé
yo qué entonces más
que
tienes agora tengas;
mas si
fuesen en tu agravio,
y viésemos su firmeza
vencida
de la ocasión,
¿en qué
darían tus penas?
¿Qué
sería de tu vida?
Si así
te tratan sospechas,
verdades averiguadas
tan
contra tu honor, ¿qué hicieran?
Considera que no es justo
que se
ponga en competencia
de
pérdida que es tan grande
ganancia que aun no es pequeña.
ANSELMO: No me
digas más, Lotario,
pues
eres discreto, piensa
que a
un hombre determinado
le mata
quien le aconseja.
Caber
razones en quien
la
razón está tan ciega,
es
pedirle a la Fortuna
que en
sus mudanzas la tenga.
Esto ha
mil noches, Lotario,
que me
aflige y me desvela,
pensando en muchos desvíos
que mi
sinrazón vencieran,
a no
ser hechizo loco,
que a
pura fuerza de estrella
a mi
discurso se opone,
y en mis entrañas revienta.
Haz, por Dios, lo que te
ruego,
haciendo, para que pueda
con
algo engañarme a mí,
no más
de sola una prueba
en mi
esposa, que no es tal
que se
rinda a la primera.
LOTARIO: Tú
mismo, Anselmo, te agravias,
tú
mismo, amigo, te afrentas.
Mira, por Dios
ANSELMO: Ya me enojas,
ya mi amistad verdadera
pagas
mal. Si tú no quieres
sacarme
de esta sospecha,
ya
estoy resuelto en buscar
quien
lo haga y quien lo entienda,
fïando
mi honor de alguno
que del todo me le pierda.
Recógele en tu sagrado,
asegúrale en mi ausencia
por...
LOTARIO:
Basta, no digas más.
A voluntad tan resuelta,
obedecer y callar...
ANSELMO: Dios te
guarde, el cielo quiera
que te
sirva entre mis brazos,
a mi
corazón te llega.
LOTARIO: ¿Cuándo
ha de ser el servirte?
ANSELMO: Luego,
agora.
LOTARIO:
Luego sea
el divertir con mi engano
tu
curiosa impertinencia.
ANSELMO:
¡Hola!
Sale CULEBRO
CULEBRO:
¡Señor!
ANSELMO: Corre y di
a
Camila que la espero.
Vase CULEBRO
¡Ay, amigo verdadero,
mi honor he fundado en ti!
Prueba mi esposa
querida,
y del
suyo satisfecho
asegúrame este pecho,
vuélvele el alma a esta vida.
LOTARIO:
Sosiégate, confïado
en mi
fe. (¡Extraño accidente! Aparte
Ser
curioso impertinente
es ser
celoso el honrado;
que
el que es discreto curioso,
por más
valor ha tenido
dar venganzas de ofendido
que
evidencias de celoso.)
Sale CAMILA
CAMILA: Ya
que me mandéis espero.
ANSELMO: Yo que mercedes me hagáis,
que a Lotario
entretengáis,
mientras voy y vengo, quiero,
que
el gran Duque me ha llamado
y habré
de ir aunque me pese.
LOTARIO:
Gracioso melindre es ése.
Pues
¿eso os daba cuidado?
¿No
pudiera esperar yo,
y
excusar tal cortesía?
CAMILA: Y
acompañaros podría
ANSELMO: Que
fuése solo mandó,
y
habéis de esperarme aquí.
LOTARIO:
Cumplimientos escusados.
ANSELMO: Hasta
que os deje sentados
no he
de partirme.
CAMILA: Sea ansí.
Volved luego.
ANSELMO: Luego vuelvo.
CAMILA: (¡Qué
notable confïanza Aparte
de
amistad!)
ANSELMO:
(¿A qué esperanza Aparte
me encamino y me resuelvo?)
LOTARIO: (¡En
qué estacada me veo!) Aparte
CAMILA: (Mi
valor queda conmigo.) Aparte
ANSELMO: (Para
escuchar si mi amigo Aparte
prueba
a lograr mi deseo
lugar me dará esta llave.)
Vase ANSELMO
CAMILA: (No sé
qué piense o qué diga.) Aparte
LOTARIO: (Amigo
que a tal obliga Aparte
mucho
ofende y poco sabe.)
CAMILA:
(¿Quién del tiempo imaginara Aparte
que a
este estado me trujera?)
LOTARIO: (¿Quién
entonces me dijera Aparte
que,
pudiendo, no la hablara?)
CAMILA: (De
mis honrados despojos Aparte
tengo
el corazón contento.)
LOTARIO: (Mucho
vuela el pensamiento Aparte
y mucho miran los ojos.
Como que duermo he de
hacer,
para
poderlos cerrar,
y
dejaré de pensar,
quizá,
con dejar de ver.)
CAMILA: (A
no hablarme se ha forzado, Aparte
por no
verme se ha dormido:
mucho
obliga a ser querido
un
hombre que es tan honrado
Se
entiende sin que al honor
se
pierda un punto el decoro.)
Hasta aquí han hablado todo aparte, y salen
por un lado CULEBRO y LEONELA
CULEBRO: Joya
mía, yo te adoro.
LEONELA: Y yo a
ti te tengo amor.
CULEBRO: Pues
encaja.
LEONELA
Aún es temprano,
soy
doncella.
CULEBRO:
Acaba, llega.
¿Ese
duende de bodega
por
ventura está en tu mano?
El
alma sí que estará
en la
palma que me has dado,
que ese
punto imaginado
en otro
lugar está.
LEONELA: Toma
el alma.
CAMILA:
(A pensar llego Aparte
que es
mejor no estar aquí.)
Vase CAMILA
LOTARIO: (¡Qué
bien dicen -- ¡ay de mí! -- Aparte
que más
imagina el ciego!
Amistad, valedme agora.)
LEONELA: Tuya he
de ser.
CULEBRO:
Yo soy tuyo.
Sale ANSELMO
ANSELMO: (A mi
suerte lo atribuyo.) Aparte
LEONELA: Voyme,
que se va señora.
Vase LEONELA
ANSELMO:
(Bien vi que el intento mío
Aparte
emprendió con gusto poco.)
CULEBRO: (Esta
moza me trae loco, Aparte
su
sombra soy, sin ser frío.)
Vase CULEBRO
ANSELMO: (Ni
una palabra le ha hablado, Aparte
de su
engaño estoy corrido.)
LOTARIO: Presto,
Anselmo, habéis venido.
ANSELMO: Y aun
pienso que habré tardado.
LOTARIO: (¿Si
es que sospecha mi engaño? Aparte
ANSELMO: ¿Que
hay de nuevo en mi quimera?
LOTARIO: Que fue
a la ocasión primera
tan
resuelto el desengaño,
que
ya no hay más que probar,
ni
tienes más que temer
de una
mujer que es mujer
que acierta a desengañar.
Comencé a hablarla, y compuesta
y hecha
una brasa escuchóme,
admiróme, fuése y diome
las espaldas por respuesta;
que la mujer que se
admira,
si a
desdeñar se resuelve,
con las
espaldas que vuelve
vuelve
el seso a quien la mira.
Y
pues tan buena ocasión
te
obliga, a tu esposa precia,
que
excede a Porcia y Lucrecia
y se
iguala a cuantas son.
ANSELMO: ¡Ah,
Lotario! ¡Quién creyera,
al cabo
de tantos años,
que yo
seguro de engaños
en tu
amistad no estuviera!
Ya
he visto lo que ha pasado,
porque
este engaño temí
desde
el punto que te oí
desalabar mi cuidado;
y
del retrete a la puerta
me
puse, donde he podido
ver en
tu pecho dormido
quedar
mi esperanza muerta.
Mal
mi amistad has pagado.
LOTARIO: (¿Hase
visto tal exceso?) Aparte
Anselmo, yo te confieso
que
estoy corrido y turbado,
aunque puedo, por la fe
de
nuestra amistad jurarte
que el
atreverme a engañarte
por
desengañarte fue.
Pero
pues culpado estoy,
de tu
pensamiento extraño,
de
servirte sin engaño
de hoy
más palabra te doy.
ANSELMO: Mil
veces me has de abrazar.
Tanto,
tanto, amigo mío,
de
nuestra amistad confío,
que por
darte más lugar
de
conquistar a mi esposa,
fingiré
cierta partida
de
Florencia. De mi vida
te
lastima.
LOTARIO:
(¡Extraña cosa!) Aparte
ANSELMO: Es
pensamiento extremado
para el
intento que sigo.
Sale CULEBRO
¡Culebro!
CULEBRO:
¡Señor!
ANSELMO: Amigo,
escucha
lo que he trazado.
Un
secreto se ha ofrecido
que ha
de fïarse de ti.
CULEBRO: Estará
enterrado en mí.
Callado
soy, y atrevido.
ANSELMO: Yo
he de fingir que me voy
aprisa,
para volver
volando; tú has de saber
que en
casa Lotario estoy,
adonde de cierta dama
he de
gozar la hermosura,
porque
tenga más segura
en mi
secreto su fama.
Si
mi esposa, porque tardo,
me
enviase algún papel,
tómale
tú y ven con él
donde sabrás que te aguardo.
CULEBRO: Fía
que serás servido.
ANSELMO: Y tú vete y vuelve aquí.
LOTARIO:
¿Despídeste agora?
ANSELMO: Sí.
LOTARIO: El seso
tienes perdido.
¿Que
no adviertes?
ANSELMO: Tu disgusto
me le
pierde y me le apura.
Deja.
LOTARIO: No
más. Tu locura
sigo a
costa de mi gusto.
ANSELMO:
Vuelve luego.
LOTARIO: Que me place.
ANSELMO: ¿Vas
con gusto?
LOTARIO: Voy contento
a ser
uno de los ciento
que
dicen que un loco hace.
Vase LOTARIO. Sale CAMILA
CAMILA: ¿Que
ya mi esposo volvió?
ANSELMO: Con
disgusto, por tu vida.
Como es
la primer partida
no es
mucho la sienta yo.
CAMILA:
Luego, ¿habéisos de partir?
ANSELMO: El
duque me lo ha mandado,
y estoy
algo consolado
con que a Pisa tengo de ir,
que
es tan cerca.
CAMILA: ¿Cuándo?
ANSELMO: Ya
me
parto en una carroza
por la
posta.
CAMILA: Quien os goza,
si os
pierde, ¿qué sentirá?
ANSELMO: Aun
mudarme el vestido
no me
consiente el cuidado
del
duque. ¿Que habéis llorado?
¿Que a mis cielos he ofendido?
CAMILA: ¿Que tan presto os queréis ir?
¿Tan
presto os he de perder?
ANSELMO: El
deseo de volver
me
precipita el partir.
CAMILA:
¿Será presto?
ANSELMO: Sí será,
pero
aunque lo sea, creo
que, en
vuestra ausencia, el deseo
siglos
de pena tendrá.
Lotario vendrá a mirar
por
vuestro regalo.
CAMILA: ¡Ay, Dios!
¿Pues
con otro que con vos
en
vuestra ausencia he de estar?
ANSELMO: Con
Lotario sí, a quien fío
de mi
honor todo el decoro.
¿Eso
ignoráis?
CAMILA:
No lo ignoro,
y de su
valor confío.
Mas como es mozo y galán,
y yo nueva en vuestro
amor,
atemorizan mi honor
recelos
del qué dirán.
ANSELMO: Ya a
todo el mundo, testigo
de
nuestra amistad, le acuerdo
que si es tan mozo, es tan cuerdo,
si tan
galán, tan mi amigo.
CAMILA: Yo
confieso que me pesa.
ANSELMO: Pues
divierte ese cuidado,
y
recíbele en tu estrado,
y
convídale a tu mesa.
Y en esta casa ha de hacerse
lo que
él ordenare en todo.
CAMILA: Será
ansí. (¡Notable modo Aparte
de
engañarse y de ofenderse!)
ANSELMO: De
la buena diligencia
de Culebro has de fïar,
si a escribir puede
obligar
esta
brevedad de ausencia.
Los
brazos... ¿Lloráis, señora?
CAMILA: ¿Pues
no tengo de llorar?
CULEBRO: (Él se
va de aquí a gozar Aparte
de otra
dama, y ella llora.)
ANSELMO: Alégranme estos enojos;
adiós.
CAMILA:
Dejáisme muriendo.
Vase ANSELMO
CULEBRO: (Y será
el llorar fingiendo, Aparte
que son de mujer los ojos.
El casamiento, a mi ver,
cuando
bien lo estoy mirando,
no es
más que estarse engañando
un
hombre y una mujer.)
Vase CULEBRO
CAMILA: No
me acobardan los gallardos bríos
de este ciego que mira con antojos,
ni temo
al pensamiento ni a los ojos
que se
han visto mil veces en los míos,
pues
cuando el uno arroje ardores fríos,
y el
otro siga inútiles despojos,
para vencer cuidados tengo enojos,
y tengo
honor para buscar desvíos.
El
verle a la ocasión blandir la espada,
que en
mí, aunque piedra, tan de toque he sido,
mi
propio esposo la dejó afilada,
tiene en mi pecho el ánimo encogido;
que
ponen grima a la mujer casada
las
ocasiones que da el marido.
Sale LEONELA
LEONELA:
Estarás muy afligida
de que
tu esposo ha partido.
CAMILA: No
siento el haberse ido,
sino el
dejarme ofendida.
Lotario aquí ha de quedar,
y
conmigo ha de comer.
LEONELA: ¿Pues
él lo quiere querer
y tú lo
quieres llorar?
CAMILA:
Corre peligro mi fama.
LEONELA: ¿De
eso, señora, te pesa?
Pues él
le ofrece la mesa
ofrécele tú la cama.
CAMILA:
Calla, muy necia has andado,
y no te
partas de aquí
un punto.
LEONELA:
¿Luego, por mí,
será el
otro recatado?
Por
ti lo será, y por él,
siendo
de tu esposo amigo;
que yo,
de su amor testigo,
tres
años que hablé con él,
de
noche por las ventanas,
y en las iglesias de día,
esperanzas le daría
antes
que hacérselas vanas.
CAMILA: Con
todo, mucho aprovecha
el no
estar sola, de mí
no partas.
LEONELA:
Harélo así.
(Quien
se teme, algo sospecha.) Aparte
Sale un PAJE
PAJE:
Lotario pide licencia.
LEONELA: Aquí,
para entre las dos,
no te
pese.
CAMILA: (Plegue a Dios Aparte
que no
me cueste esta ausencia.
Mas,
valor tengo y nobleza,
sentaréme... ) Entre al momento.
(...porque de mi poco asiento
Aparte
no le
arguya ligereza.)
Sale LOTARIO
¿Pues Lotario ha menester
licencia? Sin ella venga.
LOTARIO: Razón
es que, aunque la tenga,
la haya
querido tener,
pues
ido Anselmo, ya pasa
la que hasta agora he tenido.
CAMILA: Antes,
después que él es ido
mandáis
más en esta casa;
que
antes mandabais los dos
en
ella, como era justo,
y
agora, porque es su gusto,
la mandaréis sólo vos.
LOTARIO:
Guárdeos el cielo. (¡Ay de mí!) Aparte
CAMILA:
(Turbado tiembla. ¿Qué haré?)
Aparte
LOTARIO: (¡Qué
desafio aplacé, Aparte
a qué
campaña salí!)
CAMILA: Sentaos, señor.
LOTARIO: Ya me siento.
Siéntanse LOTARIO en una silla y CAMILA en
una almohada
CAMILA: (¡Qué
notable confusión!) Aparte
LOTARIO:
(Fuertes enemigos son
Aparte
los
ojos y el pensamiento.)
Sale CULEBRO
CULEBRO: ¡Oh,
qué bien nos ha venido
el irse
Anselmo! Responde.
LEONELA: Sí, muy
bien. ¿Y sabes dónde
es ido?
CULEBRO:
Es ido y no es ido.
LEONELA: No entiendo esa quesicosa.
CULEBRO: Ven y a
solas lo sabrás.
LEONELA:
¡Guarte!
CULEBRO:
¿Pues agora das
en
cobarde y melindrosa?
Ven,
por mi vida, ¿no quieres?
Y
sabrásla.
LEONELA:
Iré, en efeto,
que por
saber un secreto
se
pierden muchas mujeres.
Vanse LEONELA y CULEBRO
CAMILA:
(¡Qué de veces me ha mirado
Aparte
y qué
de veces ha hüido
de
verme!)
LOTARIO:
(¡Qué arrepentido Aparte
estoy
de haber llegado!
¿Iréme? ¿Cielos, qué haré?)
CAMILA: (¡Qué
ansias señala, qué penas!) Aparte
LOTARIO: (No hay
sangre, en todas mis venas,Aparte
que en
mi corazón no esté.
No
creí que en tanto estrecho
me
pusieran sus antojos.
Con
cada volver los ojos
mil
vueltas me da el pecho.
¿Cerraré los míos? No,
que ya
no puedo, aunque quiera.)
CAMILA: ¿Tenéis
sueño? ¿Persevera
el que
tan sin tiempo os dio?
LOTARIO: No,
señora, antes pensaba
en lo
que soñado había,
cuando
soñando dormía,
y así
velando soñaba.
No
es muy bueno, que soñé
que
atrás en el tiempo volvía,
y
gozaba del mismo día
que en
tus ojos me abrasé,
y
llegando al corazón
con tus
manos milagrosas...
CAMILA: No
digas más, que esas cosas
sueño han sido y sueños son.
LOTARIO: Y
viendo que viento en popa,
mi
bien...
CAMILA:
Bueno está, Lotario.
LOTARIO: (¡Cómo
se esfuerza el contrario Aparte
cuando
en resistencia topa!)
¿No
me escuchas?
CAMILA: Basta agora
el
haberte respondido
que esas cosas sueño han sido
y sueños son.
LOTARIO:
Di, señora,
fuego han sido y fuego son,
que me
abraso y que me abrasa.
CAMILA: ¡Ay,
cuitada! Ya esto pasa
el
límite a la razón.
¿Son burlas esas quimeras?
LOTARIO:
Burlando las comencé,
pero ya
muero, y no sé
si son
burlas o son veras.
CAMILA:
Lotario, corrida estoy
de que
haberme conocido
tan de
atrás, no haya servido
para
que sepas quién soy.
No
sé qué sienta o qué diga
de tu
infame proceder.
¡Dísteme para mujer
y
búscasme para amiga!
¿Es
buena amistad, traidor,
noble
pecho, trato justo,
al
amigo darle el gusto
para
quitarle el honor?
¿Y
es...? Pero quiero dejarte,
por no
oírte y por no verte,
y
porque es favorecerte
el
pararme a desdeñarte.
LOTARIO:
Señora, no escandalices.
Perdóname, escucha, ten.
(Con
este honrado desdén Aparte
me
abrasa.)
Sale un PAJE cuando CAMILA se va a entrar
PAJE:
El duque.
CAMILA: ¿Qué dices?
PAJE: Que
el duque pide licencia.
CAMILA: (Esto
agora me faltó. Aparte
¡Ay, cielos!, bien digo yo
que ha de costarme, esta
ausencia.)
LOTARIO: No
se le puede negar.
CAMILA: ¿Dónde
Leonela se ha ido?
Sale LEONELA
LEONELA: El
duque, el duque ha venido.
LOTARIO:
Volveos, señora, a sentar.
(¡Ay, amistad!) Aparte
CAMILA: (¡Ay, honor; Aparte
qué forzada estoy
contigo!)
LOTARIO: (¡Que
haga tan necio amigo Aparte
tan
grande amigo traidor!
Mas
¡quién pudiera mirar
sin abrasarse y morir
tan
discretro resistir,
tan
honrado desdeñar!)
A CAMILA
LEONELA: ¡No
sé de ti qué sospecho!
CAMILA:
Leonela, ¡quién me dejara!
LEONELA: Quien
tiene sangre en la cara,
fuego señala en el pecho.
CAMILA: De
cólera pudo ser.
LEONELA: ¿Luego
no ha sido de amor?
Sale el gran DUQUE con el, el CAMARERO y TORCATO, y
acompañamiento
CAMILA: ¡Jesús!
DUQUE:
¿Camila?
CAMILA: ¡Señor!
DUQUE: ¡Con
qué miedo os vengo a ver!
CAMILA: ¿Es
de que me quejo yo
del
ausentarme el marido?
DUQUE
¿Ausente está? ¿Dónde ha ido?
CAMILA: ¿Luego
no se lo mandó
vuestra alteza?
LOTARIO: (Agora advierte Aparte
su
engaño.)
DUQUE:
No mandé tal.
CAMILA: (A su
trato desleal Aparte
da
colores de esta suerte,
pues
él debió de envïarlo
porque
quiso a solas verme
y
luego, por no ofenderme,
se
obliga a disimularlo.)
DUQUE: Yo,
que hasta aquí no sabía
esa
ausencia, en mis antojos,
miedo
de verme en tus ojos
era
sólo el que traía.
CAMILA: Mal
a entender me acomodo
esos miedos.
DUQUE: Ya me acaban.
LOTARIO: (Estos
celos me faltaban Aparte
para
abrasarme del todo.)
CAMILA: (¿En
qué está puesto mi honor? Aparte
¡Peligro corre mi vida!)
DUQUE: Como
está el alma encogida,
siempre
opuesta a tu rigor,
son los miedos engendrados
de antojos y devaneos,
contrarios a los deseos.
LOTARIO: Serán
en tu pecho honrados,
porque el de Anselmo les dio
mil
causas de ser ansí.
DUQUE: ¿Quién
te mete en esto a ti?
LOTARIO: Porque soy Anselmo yo.
CAMILA: (Al
menos quisiera serlo, Aparte
en
todo.)
DUQUE:
Y cuando eso fuera
¿qué me
importaba?
LOTARIO: Partiera
el más
delgado cabello
en materia de honor suyo,
a no ser tuyo el agravio.
DUQUE: Guarda
el cuello y cierra el labio.
LOTARIO: Soy tu
vasallo y es tuyo.
DUQUE:
Cortaréte la cabeza,
por
vida de...
LOTARIO:
En mí hay valor
para
perderla.
CAMILA:
Señor,
repórtese vuestra alteza.
¿Tú
me defiendes, Lotario?
¿Es
bien que de mí se crea
que yo
no basto, aunque sea
tan
poderoso el contrario?
DUQUE:
Vete, vete.
LOTARIO:
Donde estoy
me
manda, señor, matar.
CAMILA: Tú, que
me sueles honrar,
¿no te
acuerdas de quién soy?
Tu
exceso a injusticia pasa.
Mal de mis cosas arguyes.
¿Así mi opinión
destruyes?
¿Así
afrentas esta casa?
De
Lotario acompañada
saldré
de ella.
DUQUE: (Muerto quedo.) Aparte
CAMILA: Que con
justicia la puedo
dejar,
por dejarla honrada.
Acogeréme al sagrado
de la
tuya.
DUQUE:
Bueno fuera.
Sosiega,
Camila, espera,
perdona
el andar sobrado,
pues
que ya con irme enmiendo
los
enojos que te di.
Tus
pies beso.
LOTARIO:
Agora sí
te iré
yo, señor, sirviendo.
DUQUE: (Así
quiero asegurarla.) Aparte
TORCATO:
¡Extraño suceso!
CAMARERO: Extraño.
DUQUE: (Y
podré, con el engaño Aparte
de no
seguirla, alcanzarla.)
Vanse todos, y quedan CAMILA y LEONELA solas
CAMILA: ¡Qué
bueno queda mi honor,
perseguido y acosado
de este
príncipe arrojado,
y de
este amigo traidor!
En
este trance, ¿qué aguarda?
En este
daño, ¿a qué llega,
pues
quien me manda me ruega,
y me
roba quien me guarda?
Bien
será llamar a quien
dé más
fuerza a mi flaqueza;
que en
mujer no hay fortaleza
que sin alcaide esté bien.
Recado para escribir
me
trae, Leoncla, al momento.
Saque LEONELA una mesica y recado para escribir
Este
honrado pensamiento
quiero
alabar y seguir.
Sabrá Anselmo lo que pasa,
y
agraviado y satisfecho,
qué
mujer lleva en su pecho,
qué
amigo deja en su casa.
Llama a Culebro, ¿podré
Vase LEONELA
acertar, Dios soberano?
Bien es
que guíe la mano
quien
ha esforzado la fe.
Escribe. Salen
CULEBRO y LEONELA
LEONELA:
Pienso que te quiere dar
una
carta que le lleves.
Volando
harás lo que debes.
CULEBRO: Poco
tendré que volar.
LEONELA:
Finge que al viento te igualas.
CULEBRO: Ya yo
sé en tales fracasos
hurtarle al viento los pasos,
y a la
mentira las alas.
CAMILA:
¡Culebro!
CULEBRO: ¿Señora?
CAMILA: Ve,
Cierra la carta y dásela
toma
postas para dar
esta
carta. Has de volar.
CULEBRO: Como un
cernícalo iré.
CAMILA:
(Honra, a las voces que das
Aparte
respondo con lo que hago.
Lo que
te debo te pago,
haga el
cielo lo demás.)
Vanse los tres.
Sale ANSELMO
ANSELMO: Como
espera, como siente,
uno
cera, otro diamante,
los
favores el amante,
el
cuchilllo el delincuente,
la
tierna niña el esposo,
el
viejo enfermo la muerte,
el
desdichado la suerte,
y la
desdicha el dichoso,
así
yo, con este extremo
de
cuidado y de disgusto
me
prevengo al mayor gusto,
la
mayor desdicha temo.
Sale LOTARIO
¡Lotario!
LOTARIO:
¡Anselmo!
ANSELMO: ¿Qué ha sido?
De tus
tristezas, ¿qué siento?
LOTARIO: Por tu
causa estoy contento,
y por
la mía corrido.
ANSELMO:
¿Cómo?
LOTARIO:
Fue tanto el rigor,
en tu
Camila enojada,
que haciendo prueba de honrada
me ha
tratado de traidor.
Dio
fuerza al conocimiento
de su
inmensa honestidad,
advirtióme tu amistad
y afeó
mi pensamiento.
Huyó, en fin, de mi locura,
y
sospecho que mandara
matarme, si no mezclara
con el
honor la cordura.
Tú
tienes honrada esposa.
Por
notable dicha ten
haber
salido tan bien
de
prueba tan peligrosa.
Salga CULEBRO con una carta
ANSELMO:
Lotario, Culebro.
CULEBRO: A un lado
toma y
lee.
ANSELMO:
Así lo haré.
Lee ANSELMO la carta
LOTARIO: (¿Qué
será? Lo que pasé Aparte
con el
duque le he callado,
porque el que quisiere honrar
a su
amigo, ha de querer
en su
ausencia responder
y a sus
oídos callar.)
ANSELMO: ¡Ay,
mi esposa, ay, mi alegría!
Oye,
amigo. Escucha un poco.
LOTARIO: Alegre
estás.
ANSELMO
Estoy loco.
¡Ay,
firma del alma mía!
Lee alto la carta
"Yo me hallo tan imposibilitada de
sufrir
esta ausencia, que si no venís
luego
me habré de ir a entretener en
casa de
mis padres, aunque deje sin
guarda
la vuestra, porque la que me
dejasteis,
si es que quedo con tal
título,
mira más por su gusto que
por lo
que a vos toca. -- Camila."
¿Puede haber gusto mayor?
¡Qué de
glorias me aseguro!
LOTARIO: Con tal
carta de seguro,
seguro
queda tu honor.
¿Qué
quieres más? Tus temores
vencidos, mil palmas llevas.
ANSELMO: Quiero hacer mayores pruebas,
por tener gustos mayores.
LOTARIO: ¿Qué me dices? ¿Qué te
escucho?
¿A qué
aspiras? ¿Estás loco?
ANSELMO: Las
palabras pesan poco
donde el honor pesó mucho,
y no estará bien
probado
el de
Camila, hasta ver
en las
obras qué ha de hacer
del
oro, que es más pesado.
Prueba si puedes rendir
con
joyas de estimación
esta
fuerza, que ellas son
bravas
piezas de batir,
y si
batiéndola ansí
queda en pie esta fortaleza,
mi
honor tendré, en su belleza,
aún más
seguro que en mí.
Para
esto te prevengo,
en mi
escritorio cerrados,
en oro
diez mil ducados,
y aún más, prevenidos tengo.
Y
compónle algún soneto,
y otros
versos, que cerrado
un
pecho algo interesado
abre
puerta a lo discreto.
Diréle que andas perdido
de cierta dama extremada,
y en tus versos celebrada,
es Clori nombre fingido.
Ya
sombras de esta mentira
podrá
verlos mi mujer,
yo
presente, y podré ver
con qué
semblante los mira.
Y
prevénla tú después
que los
hiciste por ella.
Permita, amigo, mi estrella
que
tantos gustos me des.
LOTARIO:
Anselmo, de hielo soy
cuando
advierto tu cuidado.
¿Que
con lo que te ha pasado
no
estás seguro?
ANSELMO: Sí estoy,
mas
lo que digo se intente,
por
curiosidad no más.
LOTARIO: Por
Dios, que pasando vas
de
curioso a impertinente.
¿Y
no adviertes, vuelve en ti,
que es
tu Camila muy bella,
y si tú
te fías de ella
yo no
me fío de mí?
Mira
que la tuve amor,
y que
no es justo perderme,
ni
honrada amistad ponerme
a pique
de ser traidor.
¿No
ves que mudar podría
tu
ocasión a mi esperanza?
ANSELMO: Con eso
más confïanza
me has dado que yo tenía,
pues demás de ver las veras
en nuestra amistad tan
claras,
pienso
que no me avisaras
cuando
ofenderme quisieras.
Sigue mi gusto y no des
en eso.
LOTARIO:
Basta, en buen hora.
ANSELMO: Yo voy
a mi casa agora
y tú puedes ir después.
LOTARIO: Dios
te guíe. (Con mi amor, Aparte
y con tus locos extremos,
precipitados corremos
tú a
infelice y yo a traidor.)
Vanse. Salen CAMILA y LEONELA
CAMILA:
Mucho tarda, el esperar
me
aflige. ¿Fue por la posta
el
español?
LEONELA:
Sé que a posta
habrá querido tardar,
pues
donde el papel llevó
bien
pocos pasos está.
CAMILA: ¿Luego,
Anselmo no estará
fuera
de Florencia?
LEONELA: No.
CAMILA: ¿Y
por qué lo has sospechado?
LEONELA: De
Culebro lo he sabido,
que su
secretario ha sido
y está
de mi amor picado.
Llegó a decirme el efeto
de su
amante corazón,
y de
una en otra razón
fue
deslizando el secreto.
De
cierta dama que adora
está
bebiendo el aliento
tu
esposo.
CAMILA:
¡Ay, cielo! ¿Qué siento?
LEONELA:
Muéreste por él, señora,
y estás su sombra adorando,
mientras él te está ofendiendo.
CAMILA: Pues
cuando estoy defendiendo
su
honor, muriendo y matando,
¿me
ofende con otro amor?
¿Ya qué
habrá que no me asombre?
¡Ah, traidor! ¡Ay, hombre, ay,
hombre,
que es lo mismo que
traidor!
De
ti formo justas quejas,
pues ya
contra la ocasión,
perdida
la obligación,
con
sólo el honor me dejas.
¡Qué
cobarde me has dejado
con lo
que me has ofendido!
¡A este
fuerte defendido,
qué de
fuerzas le has quitado!
Porque hay en la más honrada
diferencia
conocida
del no
arrojarse, ofendida,
al
defenderse, obligada.
Sale ANSELMO
LEONELA: Tu
Anselmo viene.
ANSELMO: ¡Mis ojos,
mi
bien, señora!
CAMILA:
¡Señor!
ANSELMO: ¿Cómo
tan tibio calor
en la
boca y en los ojos?
Con
un "Señor" desabrido,
con un
mirar enfadado,
los
brazos me habéis negado.
CAMILA:
(¿Diréle que me ha ofendido
Aparte
con
celos? Mas callarélos,
porque
acaba la vergüenza
del
marido quien comienza
a darle
o pedirle celos.)
Si
habéis leído mi carta
ella os
dirá mi razón.
ANSELMO: ¿Y ésa
es bastante ocasión
de esos
enojos?
CAMILA:
¿No es harta?
ANSELMO: No,
porque yo asegurado
pienso,
sin duda, que ha sido
algún
no haber entendido,
en sombras imaginado,
y en
vos, mi bien, se levanta
hasta
quedar espantoso;
que al
honor escrupuloso
cualquiera sombra le espanta.
Demás de estar satisfecho
de amistad que es tan famosa,
sé que
a Lotario otra cosa
le
tiene ocupado el pecho.
Con
su hacienda pretendida
y en
sus versos celebrada,
sirve a
esta dama casada,
y de lo demás se olvida,
cuatro años ha. En esto ve
si te
engañas.
CAMILA:
No hay dudar
que me
debí de engañar.
Conozco
que me engañé.
ANSELMO: Mas
ya Lotario ha llegado
y
desengañarte espero.
Sale LOTARIO
¿No me
abrazas?
LOTARIO: Eso quiero.
¡Bien
venido!
ANSELMO:
¡Bien hallado!
CAMILA:
(¡Jesús, que engañada estuve
Aparte
y en
qué tiempo! Mas, ¡ay cielos!
¿Cómo
agora tengo celos
del
amor que entonces tuve?
¿Que
cuando a mí me servía,
a otra mujer adoraba?
¡Ah, traidor, cómo engañaba!
¡Ah, falso, cómo fingía!)
ANSELMO:
¿Traes algo escrito?
LOTARIO: Sí traigo.
CAMILA:
(Líbreme Dios de mi afrenta,
Aparte
pues
cuando caigo en la cuenta,
en redes de celos caigo.)
LOTARIO:
Gocéis mil años, señora,
este
gusto.
CAMILA:
Grande ha sido.
(¿Que
en tal cuerpo haya podido Aparte
caber
un alma traidora?)
LOTARIO:
¿Bien allá lo habéis pasado?
ANSELMO: Sí
pasara, si estuviera
con mi
bien.
CAMILA:
(¡Quién os creyera! Aparte
¡Qué
traición!)
ANSELMO:
¿Habéis dudado
en lo que os adoro, amores?
LOTARIO: Testigo
bastante soy.
CAMILA: No lo
dudo. (Buena estoy Aparte
metida
entre dos traidores.
Toda
el alma se desvela,
que por sus traiciones pasa,
mas la del uno me abrasa
y la
del otro me hiela.)
LOTARIO:
(¡Qué rigor, ay, ojos tristes,
Aparte
en su
cielo habéis mirado!)
A LOTARIO
ANSELMO: Pienso
que aún no le ha pasado
el enojo que le distes.
Vos
acá, Lotario amigo,
¿qué
hicistes? ¿Vivís quejoso?
¿Daos
un punto de reposo
cuidado
que es tan antiguo?
LOTARIO:
¿Luego habéis dicho su efeto
a Camila?
ANSELMO:
¿Pues no? Sí,
que en
Camila, en vos y en mí
es
común cualquier secreto.
Bien
pueden fïarse de ella
LOTARIO: (Y más
los del alma mía.) Aparte
ANSELMO: Porque
a su melancolía
deparo
de entretenella,
de
los versos que enviáis
a
vuestra Clori. Llé
algunos.
CAMILA:
Yo gustaré
de
verlos.
LOTARIO: Si vos gustáis,
será
disculpa bastante
del
disparate en que doy.
Oíd,
advirtiendo que soy
mal
poeta y buen amante.
Lee este soneto
Volaste, pensamiento, loco y ciego,
causando invidia al águila ligera,
y como
el sol te recibió en su esfera
volviste al alma convertido en fuego;
y
agora que me abraso y que no llego
del
aire bajo a la región primera,
vive en
mí, porque viviendo muera
cobarde
al gusto, inexorable al ruego.
Pues no me has de dejar, por donde
subes
me guía, pensamiento,
arriba, arriba,
al
cielo he de llegar, tu gloria espero.
No
temo rayos ni reparo en nubes,
que
pues quisiste que el fuego viva,
aunque
muera en el aire, subir quiero.
ANSELMO: Bien
por Dios, guarda el decoro
al
arte, y sigue el concepto;
mereció, en fin, el soneto,
las llaves de plata y oro.
CAMILA: El
soneto es extremado
(pero
el poeta es traidor). Aparte
ANSELMO: (¡Con
qué cordura y valor Aparte
se le
ha oído y alabado!)
Ella
es honrada y discreta.
LOTARIO: Quedara
agora corrido
a no
haberos prevenido
que era
amante y no poeta,
y
exhala mi fantasía,
sin otro estudio o primor
de sólo
el fuego de amor,
estos
humos de poesía.
CAMILA:
(¡Que este traidor me engañase!)Aparte
ANSELMO: (¡Que
este cielo a quien bendigo Aparte
es mi
esposa!)
LOTARIO:
(¡Que este amigo Aparte
me
perdiese y me afrentase!)
Sale CULEBRO
CULEBRO: Acá
fuera un hombre honrado,
sin
nombre, te espera y llama.
CAMILA: (¿Hay
tal maldad? De la dama Aparte
debe de
ser el recado.)
A CULEBRO
ANSELMO: ¡Qué
bien lo fingiste!
CAMILA: (¡Ay, cielos!) Aparte
ANSELMO: Por
fuerza he de salir.
CAMILA: (¿Cómo
se pueden sufrir Aparte
aquí
ofensas y allí celos?)
A LOTARIO
ANSELMO:
Amigo, dale otro tiento,
granjea, ofrece, importuna.
Vase ANSELMO
LOTARIO: (Tú
tientas a la
Fortuna Aparte
y yo
abrazo el pensamiento.
¡Con
cuántas razones lloro,
muerta
en mi amor, nuestra fe!)
CAMILA:
(Enamorada olvidé
Aparte
y
celosa me enamoro.
¿Qué has hecho, Amor? Mas, ¡ay,
cielos!
¿Qué pregunto, si he
sabido
que
amor que acabó en olvido,
si
vuelve, comienza en celos?)
LOTARIO:
(Hablaréla, que es en vano
Aparte
resistirme.) Cielo hermoso,
de tus
rayos temeroso
llego a
ti.
CAMILA:
Quita, villano;
no
te me pongas delante.
LOTARIO:
Escucha.
CAMILA:
Vete, enemigo,
que
siendo traidor amigo,
aun no
eres leal amante.
Cuando tu intento no fuera
tan
contrario de mi honor,
por
mudable, por traidor,
pintado
te aborreciera.
En
el tiempo que fingías
que
hasta mi sombra adorabas,
¿a otra
mujer obligabas
y a
otra esperanza seguías?
¿Es posible que a las dos
engañó tu lengua y mano?
¿Qué
Clori es ésta, villano?
¡Ah,
infame!
LOTARIO:
Escucha, por Dios.
(Ya
animan mi corazón Aparte
ese
enojo y esas furias;
que
siempre son las injurias
pronóstico de perdón.)
CAMILA:
¿Quién me hiela?
LOTARIO: Si has pensado
que en
mi pecho hubo mudanza,
es que
el engaño te alcanza
de tu
marido, engañado;
que
yo he fingido con él
otro
amor, otras quimeras,
para
obligarte a que oyeras
las
lenguas de este papel.
En
lo escrito, en el conceto
de la
consecuencia suya,
advierte mejor que es tuya
el alma
de este soneto.
Mira
que en él me lastimo
cuando
te pinto en el viento
un
cobarde pensamiento
a
quien, porque suba, animo.
Demás de esto, cuando engaños
en mí
pudieran caber,
¿pudiéralos esconder
de tus ojos tantos años?
Pierde esa injusta
sospecha,
y en lo
demás de mi vida,
aunque
te dejé ofendida,
te
dejará satisfecha.
Camila, Anselmo te vio,
y en
fin, por mi desventura,
quedó
muerto en tu hermosura,
y como
lo supe yo,
quise con una amistad
esforzar una violencia;
probé después
con la ausencia,
a curar
la voluntad,
y
entendí volver con vida;
pero al
verte luego vi
que
estaba, señora, en mí,
sobresanada, la herida.
Con
forzarme a que te viera
Anselmo
me dio ocasión,
y como
mi corazón
no era
mío, y tuyo era,
no
pude darle sosiego
a las
alas con que atiza,
y así
voló la ceniza
y volvió a encender el fuego,
cuyo
rigor refrené
con
resistencia de honrado,
y medio
determinado,
a
decírtelo empecé.
Crecióle tu resistencia y
avivóle
tu desdén,
y
ofreciéndose también
pedir
el duque licencia,
subió, entró y, con alabar
y
pretender esos cielos,
sentí
agravios, tuve celos
y
acabéme de abrasar;
bajóse el seso a los pies,
amé,
celé, pretendí,
lloré,
congojéme y di
con la
amistad al través;
y
agora, al ver los enojos,
como te
ofendes y engañas,
da más fuego a las entrañas
y da
más agua a los ojos.
Vuelve el severo semblante
si te
ofendes y te obligas,
lo que
en un traidor castigas
favorece en un amante;
pues
si el verme tan rendido,
el ser
traidor no me quita,
por lo
menos acredita
mi amor
el haberlo sido.
CAMILA: (¿Es
hechizo o es locura? Aparte
¿Qué
siento? ¿Qué se me antoja?
¿Quién
me detiene y me arroja
me
amenaza y me asegura?
Mal
resisto esta terneza;
pero
para no moverme
con
ella, pudiera hacerme
de
bronce naturaleza.
¿Yo
soy quien era? ¡Ay de mí!
Pero ya
mía no soy.
Resuelta, resuelta estoy,
para
Lotario nací.)
LOTARIO: ¿No
me respondes? Temblando
me
miras, crüel estás.
CAMILA:
Lotario ¿Qué quieres más,
pues te
respondo callando?
Mi
desdicha fue forzosa.
Venciste, yo estoy rendida,
de
agravios me vi ofendida,
celos
me hicieron furiosa.
Tuve ocasiones de verte,
no pude
hüirlas de hablarte,
y en
parándome a escucharte
era sin
duda el quererte.
Bajóse el seso a los pies,
dudé,
recelé, temí,
probé, resolvíme y di
con el
honor al través,
y ya en mí puedes mandar,
que una mujer de valor,
en
dando el primer favor,
ninguno
puede negar.
Tuya
soy.
LOTARIO:
Dame los pies
y no me
niegues la mano.
CAMILA: Temo.
LOTARIO:
¡Cielo soberano!
CAMILA:
Hablaremos después.
Queda en paz.
LOTARIO:
Camila hermosa,
¿ya te
vas?
CAMILA:
Estoy turbada,
que
hasta que me vi culpada
no me
he visto recelosa.
LOTARIO:
Gócete el alma, aunque muera
el
corazón donde estás.
Sale ANSELMO
ANSELMO: ¡Ah,
Lotario! ¿Dónde vas?
Escucha, Camila, espera.
Pienso que enojada estás.
LOTARIO: ¿No la
ves, que sangre vierte
por los
ojos?
ANSELMO:
¡Suma suerte!
LOTARIO: Como roca al viento está.
A CAMILA
ANSELMO: ¡Que
siempre tan triste estés!
CAMILA: Siempre
a tu servicio estoy.
ANSELMO: A comer nos vamos, que hoy
comemos juntos los tres.
Venid, comeremos luego.
LOTARIO: Merced
en eso recibo.
ANSELMO: (¡Qué
seguro agora vivo!) Aparte
CAMILA: (Está
engañado.) Aparte
LOTARIO:
(Está ciego.) Aparte
CAMILA:
(¡Qué mal lo que siento siente!)
Aparte
LOTARIO: (¡Qué
afrenta se ha procurado!) Aparte
CAMILA: (¡Ah,
marido desdichado!) Aparte
LOTARIO: (¡Ah,
curioso impertinente!) Aparte
FIN DEL ACTO SEGUNDO
|