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Tocan cajas y clarines, y salen, empuñando
las espadas, ARCENIO, CLAUSO, y EMILIO,
ARCENIO: Sucesor pide el imperio;
CLAUSO: Cásese o pierda estos reinos.
EMILIO: Esperad; razón os sobra.
ARCENIO: Pues si nos sobra razón,
el reino en quien nos gobierne.
EMILIO: Rosaura es vuestra Señora
Tocan al arma y salen ROSAURA y ALDORA, y en
ROSAURA: Motín injusto, tened...
¿dónde váis?
ARCENIO: Yo, no...
ROSAURA: ¿No habláis? ¿no me respondéis?
¿qué es esto? ¿quién os enoja?
¿quién vuestro sosiego inquieta?
Pues, ¿cómo de mi palacio
¿Hay acaso en nuestras costas
envidiosos de mis glorias?
Decidme qué es; porque yo,
con vosotros, imitando
con resolución heroica,
porque vosotros gocéis
ociosa la razón de vuestro enojo,
ROSAURA: No me neguéis la ocasión
del disgusto.
ROSAURA: Sea agravio, sea lisonja
de vuestro amor, el ser yo,
la intención mientras la ignoro;
Ya sabéis la obligación
con que de estos reinos gozas,
y que por ella es preciso
tampoco que te ha pedido
el de Chipre y Transilvania,
de tu edad tierna, aguardando
Ésta es inolvidable ley,
que, a no de ejecutarla, dicen
y arriesgada tu persona.
porque, de no hacerlo así,
a defenderse de un vulgo,
conspirado en causa propia.
tú, emperatriz, mira ahora
si te importa el libre estado,
ROSAURA: (No sé cómo responderle; Aparte
¡Hay tan grande atrevimiento!
¡Que así a mi valor se opongan!
la obediencia y la corona...
defenderme? y no les falta
¿qué haré?
a su elección.
ROSAURA: (¡Ah vasallos! Aparte
si sois traidores, ¿qué importa
rendiros con beneficios
EMILIO: Gran Señora, ¿qué respondes?
quiero que escuchéis, vasallos,
porque os quiero hacer notoria
generoso esplendor del hemisferio,
de su real y antigua descendencia.
También sabréis cómo mi madre hermosa
estuvo largo tiempo, y que los cielos
los dos importunaban,
mas, ¡justas peticiones que no acaban!
ya se ve, pues hicieron tanto efecto
las generosas quejas de su afecto,
que el cielo o compasivo o obligado,
les vino a dar el fruto deseado;
mas, fue con la pensión, ¡Oh infeliz suerte
del Puzol. Rosimunda, mi Señora,
que de mi tierna vida, al primer paso
la luz oscureció en mortal ocaso,
dando causa a comunes sentimientos.
Ya lo sabéis, pues, escuchadme atentos.
Quedó el Emperador, mi padre amado,
ajeno de alegría;
a pique de perderse en la experiencia
dio al pesar, ni bien muerto ni bien vivo,
ser su mismo homicida,
no pudiendo animar la muerta vida
suspendió, en fin, la pena lastimosa,
y quiso, de mis dichas mal seguro,
investigar del tiempo lo futuro.
miró el influjo de sus luces bellas,
el benévolo aspecto, o riguroso
de Venus, Marte, Júpiter, Dïana,
antorchas de esa esfera soberana,
o llamas de ese globo turquesado,
que, es de varios astrólogos mirado,
me pronostican de opinión iguales,
y todos dan por verdadero anuncio,
--¡Con qué temor, ay cielos, lo pronuncio!--
que un hombre, --¡fiero daño!--
le trataría a mi verdad engaño,
rompiéndome la fe por él jurada,
y que si en este tiempo reparada
no fuese por mi industria esta corona,
riesgo corrían ella y mi persona;
quebrantando después la fe debida,
el fin ocasionara de mi vida.
Supe después, --¡ay triste!-- de sus labios,
de mi adversa fortuna los agravios;
y así, por no perderos y perderme,
no he querido, vasallos, resolverme
Mas ya, que me ponéis en este empeño
--sea o no sea justo--,
Sepa el de Transilvania,
que me podré rendir, mas no por guerra;
sólo ha de conseguirse con la vista
de una firme asistencia,
blandura, agrado, amor, correspondencia;
escriban, hablen, sirvan y paseen;
rendirán mi desdén con su porfía,
y en tanto, yo, advertida y desvelada,
huiré aquella amenaza anticipada,
examinando el más constante y firme;
por sólo asegurar vuestro cuidado.
Alcance, pues, mi amor en vuestro agrado,
para determinarme
sólo un año de término preciso;
y si al fin de él halláredes remiso
o me obligad por fuerza al casamiento,
.....................................
Todos sois nobles y vasallos míos;
ayudadme a vencer los desvaríos
pues soy vuestra Señora soberana.
Examinemos quién será el ingrato,
que ha de engañarme con perjuro trato;
para huír el influjo adverso y fuerte
de aquella profecía esquiva, acerba
cuyo rigor cobarde el alma observa.
éste es mi pensamiento;
éste mi ruego y estos mis temores;
estos, de mi fortuna los rigores;
y ésta, la ejecución con que restaura
tan triste amago, la infeliz Rosaura.
y así, tu majestad haga su gusto,
y en él haga experiencia
de la fe, la lealtad y la obediencia
con que ha de hallar rendidas,
de sus vasallos las honradas vidas.
Aqueste parecer de mi fe arguyo;
ahora vuestra alteza diga el suyo;
ROSAURA: Sea como os he dicho.
estoy con esto, el reino se restaura;
¡Viva la emperatriz, viva Rosaura!
¡Tu nombre en bronce eterno el tiempo escriba!
¡Viva la emperatriz! ¡Rosaura viva!
ALDORA: Suspensa, prima, has quedado.
ROSAURA: No tengo, Aldora, no tengo
satisfacción de mi suerte.
sea bárbaro instrumento.
Quisiera yo, prima mía,
estos caballeros que
mis vasallos me han propuesto,
y si de alguno me agrada
penetrarle la intención,
Mas, si nada de esto puedo
de elegir por dueño a un hombre
cuando, --¡ay Dios!-- me considero
ALDORA: Discretamente discurres;
estos príncipes propuestos;
viendo en lo que se ejercitan,
será fácil presupuesto
y así mismo es contingente
inclinarte a alguno de ellos
antes que con sus presencias
no atreviéndose a elegir.
ROSAURA: ¡Oh Aldora, cuánto te debo!
si hacer quieres lo que dices,
presto, prima, presto, presto;
ALDORA: Presto lo verás; atiende.
ROSAURA: Con toda el alma te atiendo.
que juntos mostréis a un tiempo,
de la suerte que estuvieren,
de Transilvania a Roberto,
de Escocia a Eduardo, de Francia
Partinuplés..., ¿bastan estos?
ROSAURA: Sí, prima; admirada estoy.
ALDORA: Ea, haced que en breve tiempo,
Vuélvese el teatro y descúbrense los
cuatro de la manera que los nombra
ROSAURA: Válgame el cielo, ¿qué miro,
traslada las perfecciones
príncipe de Transilvania.
es Partinuplés famoso,
que le ofrece en casamiento
a Lisbella, prima suya;
Éste es más digno de ser
entre los demás, tu dueño,
a no estar, --como te he dicho--
con Lisbella.
por eso, Aldora, por eso
me lleva la inclinación
aquel hombre.
ROSAURA: ¡Ay Aldora! a no tenerlo,
otro me agradara, otro
de importancia su elección;
pero, si lo miro ajeno,
¿cómo es posible dejar,
Vuélvase el teatro como antes y
cúbrese todo
de su ausencia y de mis celos.
ALDORA: No sé si le llame amor,
Rosaura, a tu arrojamiento,
ROSAURA: Que es desatino confieso.
ALDORA: ¿No es galán el de Polonia?
¿no es el de Escocia discreto,
gallardo el de Transilvania?
ROSAURA: Si consulta con su espejo
y está de ellas satisfecho;
¿cómo podra para mí
tener, Aldora, requiebros?
¿cómo podrá acariciarme,
y el tiempo siempre en estudio?
siendo quizá el monstruo fiero
ALDORA: ¿No es peor estar rendida
a otra beldad?
que no halla el común proverbio
lo fácil es para todos.
ALDORA: Pues, emperatriz, supuesto
que Partinuplés te agrada,
sea brevemente objeto
ven conmigo.
desde hoy en tu dulce incendio
Vanse y suena ruido de cazay sale el REY de Francia,
LISBELLA y el CONDE de Partinuplés y
GAULÍN y criados de caza todos
DENTRO: Al arroyo van ligeros.
OTRO: Por esa otra parte, Enrico,
CONDE: Al valle, al valle, monteros.
o del fuego exhalación.
CONDE: Descanse, Señor tu alteza;
REY: ¿Vienes cansada, Lisbella?
LISBELLA: Como siguiendo la estrella
LISBELLA: Tú, pues en tu luz animo
GAULÍN: ¿No es nada
de quien a ser suyo aspira?
Mas, si es justo, ¿qué me admira?
REY: Habla, pues tienes licencia,
Partinuplés, a tu esposa.
CONDE: Cuando sabe que soy suyo,
porque, a mi entender, no hay mengua
El que explica libremente
quien dice bien lo que siente.
Yo, que la luz reverencio
del sol que en Lisbella adoro,
sobrino, tu sentimiento.
LISBELLA: Y yo, de oirte contenta,
también primo, en mí será
Salen dos PESCADORES asidos de una caja
tengo a su valor, no hay duda,
pues te la enseñé; y así,
PESCADOR 1: Saquemos de esta porfía,
REY: ¿Qué es esto?
Rompen la caja y sacan un retrato de ROSAURA
veremos qué es.
un retrato.
CONDE: Echó el cielo todo el resto
en su hermosura.
PESCADOR 1: Calla; que estoy hecho un mozo
de rabia.
CONDE: Por Dios, beldad peregrina
LISBELLA: ¿Es gusto o curiosidad,
curiosidad puede ser;
LISBELLA: Ya parece lisonjero;
tiene aquí; ignoro el sentido.
GAULÍN: Pues que me escuches te pido.
LISBELLA: Si habla cualquiera por sí,
y en la A...
Puede ser...
la conclusión de la cifra.
GAULÍN: Pues, ¿mas que no la descifra
con más elegancia?
me está dando el conde ingrato,
CONDE: (¿Qué es esto que he visto cielos? Aparte
GAULÍN: Muy buena hacienda han traïdo
los amigos pescadores;
su hallazgo.
GAULÍN: Mira que de exceso pasa
tu locura.
LISBELLA: (¡Qué pague de esta manera Aparte
mi amor el Conde!... ¿qué haré
su ocasión.)
REY: Aquella voz me convida...
REY: Da el retrato, por tu vida,
a quien le guarde. Después
tendréis los dos premio justo.
PESCADOR 1: El saber que es de tu gusto,
CONDE: De mi brazo y de mi aliento
Sale el CONDE tras una fiera vestida de pieles vale
a dar y vuélvese una tramoya y aparece ROSAURA como
CONDE: Espera, monstruo circero.
GAULÍN: ¡Señor, que es gran disparate!
¡Hombre, que te precipitas
a morir!
esto ha de ser; ¡todo el cielo
me valga!
¡Y que yo nunca me halle,
si no es cuatro que me engañen,
cuatrocientos que me estafen!
y en vez de un talego, un fraile.
Mas, ¿qué es aquello? mi amo
o que a lo de resurrexit,
de suspensiones tan grandes;
que, si no me engaño, ya
pero ya descubre en ti
pues cuando de tu fiereza
pues de esta o de aquella suerte,
por tuyo excede, ¿en qué parte
ROSAURA: Si me buscas, me hallarás.
CONDE: Voy con el alma a buscarte.
¿Por qué a mis ojos te niegas,
GAULÍN: Vive Cristo, que a mi amo
le han dado con la del martes.
CONDE: ¿Por qué te escondes y dejas
¡Qué haré, cielos! ¿qué he de hacer?
o respóndedme, o mátadme.
GAULÍN: En tanto que el Conde está
que será posible, pues,
fortunilla los cortijos,
Busca, mira por el tablado y sale el CONDE
¡Vive el cielo, que estoy loco!
GAULÍN: Apostaré que dice alguien,
que esto es andar por las ramas;
Descúbrese ALDORA al otro lado entre unos
de todos los animales!
CONDE: Aquí he perdido mi bien,
y aquí, cielos, he de hallarle.
campos, prados, montes, valles,
GAULÍN: Orlando furioso, tate;
Pues antes, reina, pues antes,
que me dé otro trascantón.
Vala a coger y vuela y sale un león y coge a
CONDE: ¿Qué es esto?
Al ir a embestirle se desaparece el
CONDE: ¡Oh fiero león, espera!
desvaneció en un instante
que por estos arrabales
CONDE: No estás herido, sosiega.
pero no el olfato a mí;
no acabo de santiguarme;
¡Qué tierra de Barrabases
es esta donde no hallamos
pues mira que truenecitos;
de nubes y exhalaciones.
CONDE: ¿Cómo es posible alejarme
GAULÍN: Déjala toda y partamos;
A estos cuerpos miserables
y han de estar perdiendo el juicio
CONDE: ¿Dónde podrás ocultarte
de la inclemencia del tiempo?
GAULÍN: Del tiempo, en ninguna parte;
que debieron de dejar
surta allí los temporales,
para navegar, al menos
podrá, esta noche albergarte
CONDE: Tus miedos han de obligarme
a perderme.
CONDE: Fiera hermosa, aunque me voy,