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Funciones
El Capítulo General ordinario tiene las funciones siguientes:
elegir al Hermano
Superior General, al Hermano Vicario General y a los miembros del Consejo
General según el derecho propio;
estudiar los asuntos
de mayor importancia relacionados con la naturaleza, fin y espíritu del
Instituto y promueve la renovación y adaptación del mismo, salvaguardando
siempre su patrimonio espiritual;
elaborar los
Estatutos para todo el Instituto;
proponer a la Santa
Sede eventuales modificaciones de algún punto de las Constituciones (C
139).
·
Una tarea importante de cualquier Capítulo es conocer y
analizar la situación del Instituto. Esto implica tomar conciencia de nuestra
postura concreta frente al mundo y de nuestra cercanía a los jóvenes a quienes
nos proponemos amar y servir. No es fácil hacer este análisis sin tomar
contacto especial con el mundo y la Iglesia para conocer mejor su realidad.
La sociedad es el escenario de cambios y corrientes, en los que suelen
mezclarse elementos muy dispares. La Iglesia, la vida religiosa y el Instituto
marista estamos en ese escenario. No depende de nosotros evitar esa realidad,
ni tampoco hemos de huir de ella. Somos una caja de resonancia de cuanto ocurre
en el mundo y en ese medio hemos de vivir y realizar nuestra misión. Lo
importante es saberla afrontar a la luz del evangelio y con actitud profética,
a veces de desacuerdo, pero ofreciendo caminos de esperanza.
Hecho ese análisis, el Capítulo
tendrá que evaluar los medios con que contamos y en qué medida están sirviendo
a los objetivos preferentes que nos proponemos. Lo que hoy está en juego no es
la continuidad de las obras ni su calidad material, sino la vitalidad y el
dinamismo de nuestro carisma.
Esta reflexión requiere del
Instituto en general, y de los capitulares más particularmente, espíritu y
actitud de discernimiento para estar atentos al mundo de hoy y a los impulsos
del Espíritu.
·
Una
consecuencia de lo anterior es hacer los reajustes que sean necesarios para
orientar el futuro del Instituto, tanto en las prioridades como en nuestra
praxis, en los medios y recursos y adaptando la animación y gobierno del
Instituto. Esto último puede merecer especial reflexión teniendo en cuenta la
nueva configuración de unidades administrativas que se completará en el
postcapítulo.
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