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Hermano Benito Arbués
Circular Convocatoria Capítulo General

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  • 3. Mirando al futuro:
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3. Mirando al futuro:

He querido recordar brevemente la trayectoria histórica de los últimos cuatro Capítulos generales que guarda estrecha relación con el impulso que el Concilio Vaticano II imprimió a la Iglesia y a la vida consagrada. Son "sueños" que tuvieron nuestros antepasados, que tuvimos muchos hermanos. Tal vez para más de un delegado capitular todo eso es poco conocido pero creo conveniente tenerlo "in mente". Conocer esa trayectoria significativa de nuestra historia puede ayudarnos a ser más realistas en los análisis y en el discernimiento que hemos de hacer en este nuevo período capitular. La memoria histórica alienta la esperanza y puede acelerar el ritmo de nuestro caminar. Sin memoria no puede darse la profecía.

Hay temas que se vienen repitiendo desde 1967. Y siguen siendo reto y punto neurálgico de la vitalidad de nuestro Instituto. Se diría que a pesar de la claridad de los documentos, se da un atasco a la hora de transferirlos a la realidad y de encarnarlos en la vida. Son temas que hoy no suelen generar la tensión que generaban años atrás, pero tampoco han suscitado las opciones que se esperaban a nivel institucional.

No sé en qué medida este desfase entre el común sentir en torno a retos fundamentales (los planteamientos) y la transferencia a la vida real, puede hacernos nostálgicos y añorar la vuelta a otros tiempos o a tomarnos un descanso. Pero sería más preocupante si esto lo motiváramos con un espiritualismo que esconda nuestra debilidad y cansancio. Pongo algunos ejemplos:

a) Sentimos necesidad de acercarnos a los jóvenes, de mostrarnos sus amigos y caminar con ellos. Pero, en la práctica, mantenemos y promovemos proyectos e instituciones que dificultan la presencia y el encuentro directo con la juventud. Y en ocasiones, nos aislamos en nuestra casa y optamos, en nuestras tareas (derivadas de la misión), por roles de directividad y burocracia, roles de planificar y animar un reducido grupo de animadores.

b) Progresivamente hemos aceptado la llamada de evangelizar y dejarnos evangelizar por los pobres, de crecer en solidaridad con el mundo. Pero, por otra parte, consideramos imprescindible un estilo de vida confortable y disponer de medios de calidad para estar a la altura. Lo preocupante es que no solemos discernir en qué medida todo eso impulsa la vitalidad de nuestro carisma y misión o es más bien un muro que nos aleja del ideal, un caparazón que camufla la inadaptación e irrelevancia de nuestra vida religiosa. Lo cierto es que no hemos mostrado demasiada creatividad ni audacia para evaluar nuestras presencias, nuestras obras y tomar decisiones.

c) Desde hace años venimos deseando transformar un estilo comunitario basado en la observancia y presencia formal, pero no hemos aprendido a construir comunidades humanas, de relaciones interpersonales que ofrezcan un clima para compartir abiertamente nuestra experiencia de vida y de fe en torno a la Palabra de Dios y a nuestro carisma. Externamente no siempre es visible la centralidad de Jesús y de María. No sé en qué medida la dispersión de tareas, el trabajo excesivo, el influjo del medio social o un mal entendido reencuentro con nosotros mismos, generan individualismo, soledad afectiva y nos incapacitan para hacer visible el sentido de la consagración vivida en una fraternidad de "hombres de Dios".

d) También ha sido objeto de reflexión y de documentos, nuestra identidad de hermanos-consagrados-para-la-misión. Es cierto que nuestra identidad laical y marista se ha fortalecido y a ello ha contribuido nuestro conocimiento y amor a Marcelino. Su canonización ha llegado en un momento oportuno y ha reforzado nuestra unidad carismática y congregacional. Nuestra consagración y espiritualidad están más entendidas en referencia a Jesús y su Evangelio con lo que se refuerza su sentido más profundo y auténtico. No obstante eso, una identificación excesiva con tareas que habiendo sido ejercidas en el pasado solamente o mayoritariamente por nosotros y que hoy las realizan mayoritariamente los seglares, puede provocar otra crisis de identidad. ¿Por qué y para qué ser Hermanos Maristas hoy? ¿Qué significa realmente la consagración religiosa? ¿Qué diferencia hay entre el Hermano y el seglar? ¿Cómo vivir unificados para que crezcamos en fe, esperanza y amor e irradiemos con nuestra vida el Reino de Dios?

e) La pastoral de vocaciones: es un asunto importante y en el que noto esfuerzos, interés y en ocasiones dolor pero, en la forma de afrontarlo percibo grandes desfases y una cierta ambigüedad. No vivo tensionado por la disminución numérica, pero sí preocupado de que no afrontemos con mayor profundidad este asunto que está relacionado y es consecuencia de otros factores. Algunos son externos y no podemos controlarlos, pero hay otros internos que dependen de nosotros.

En los encuentros de pastoral de vocaciones que he tenido con Hermanos y seglares de algunas regiones les he compartido inquietudes como las siguientes: ¿Por qué y para qué queremos vocaciones de Hermanos?

También he insistido en que necesitamos una pastoral vocacional nueva y que esto requiere de nuestra parte, un cambio de mentalidad, un nuevo talante de vida religiosa y situarnos con más realismo y entusiasmo en el mundo de la juventud.

Además, en clave de pastoral vocacional, de lo que actualmente hacemos ¿qué nos puede servir y qué hemos de dejar? ¿Qué hemos hecho de la propuesta capitular de promover comunidades abiertas, capaces de ofrecer experiencia de Dios a los jóvenes?

Las cifras solas no expresan la vitalidad de nuestra familia religiosa; ésta se esconde tras el nombre de cada Hermano. Pero hay datos estadísticos que nos alertan de que algo importante ocurre. Por si os ayuda os ofrezco esta sencilla información de los Hermanos que han hecho los primeros votos, por regiones y en el período 1990-1999. En la década 1980-1989 hicieron la primera profesión 1173 Hermanos, mientras que en los últimos diez años han sido 841. Como podéis ver hay un 28.3% de disminución en primeras profesiones. Para mejor ilustrar esta realidad os invito a examinar el Anexo III.




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