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Hermano Benito Arbués
Circular Convocatoria Capítulo General

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  • Mi Credo
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Mi Credo

Muchas veces hemos empleado la expresión CREO como sinónimo de una convicción tan profunda que permite afrontar la vida con decisión y entusiasmo. Evidentemente, puede tener una connotación de tipo estrictamente religioso: «Creo en Dios... creo en Jesucristo... creo en el Espíritu...» Pero hay también una fe (un credo) que, pudiendo tener referencias religiosas, expresa esas certezas del corazón como producto de una experiencia. En su enunciado hay un fuerte contenido de utopía. La realidad de la vida nos muestra que sin utopía no suele darse entusiasmo, innovación, ni una fe esperanzada que nos impulse a "optar por la vida". Quiero terminar esta circular expresándoos "mi credo":

·         Creo que el Espíritu encendió en Marcelino un amor apasionado a Jesucristo y un celo ardiente en propagar su Reino. Creo que éste es el fundamento de nuestro origen como familia religiosa, porque «cada vez que veo un niño me asalta el deseo de decirle cuánto lo ama Jesucristo». Y creo que ésta será siempre la medida de nuestra razón de ser.

·         Creo que Marcelino aprendió en la escuela de María el amor a la voluntad de Dios y que quiso, como Ella, hacer el bien sin ruido, desde la sencillez y la humildad.

·         Creo que también hoy el Espíritu y María sostienen nuestra vida marista, acompañándonos en nuestro peregrinar, en nuestra fidelidad y en nuestras incertidumbres. Creo que Ellos nos inspiran gestos y acciones que recrean lo más auténtico del carisma que confiaron a Marcelino.

·         Creo que en este caminar colectivo seguimos recibiendo el regalo de Hermanos y de mártires que, por inspiración del Espíritu y en docilidad a Él, nos señalan nuevos horizontes de evangelio comprometido. Son los profetas de los que siempre estaremos necesitados.

·         Creo que los Hermanos de Africa, América, Asia, Europa y Oceanía, somos unos para otros, un don del Señor. Nos sentimos llamados a vivir la herencia espiritual de san Marcelino en la diversidad cultural, pero con «un solo corazón y un mismo espíritu». En comunión de oración y de vida fraterna.

·         Creo que hay más riqueza en el Instituto de la que aparentemente podemos percibir y que, gracias a muchas vidas generosas, aunque a veces ocultas, podemos esperar serena y gozosamente un nuevo amanecer.

·         Creo en el poder evangelizador de una comunidad que testimonia la fraternidad y que se abre a la más amplia comunidad eclesial. Es como levadura en la masa que actúa silenciosamente.

·         Creo que los jóvenes y los pobres son imprescindibles en nuestra vida. Para estar junto a ellos, para ser presencia de Jesús en medio de ellos, nos fundó Champagnat. Sin cultivar, mediante hechos, el amor a ellos, dejaríamos de ser «sal que sazona y luz que alumbra».

·         Creo que la persona de san Marcelino está llenando de sentido muchas vidas de Hermanos y de personas seglares. Con su canonización nos hemos hecho más conscientes de que él es un modelo de vida evangélica para la Iglesia universal. Creo que hay motivos para esperar que nuevas formas de «ser marista» serán realidad.

 

Queridos Hermanos, pongamos nuestra confianza en María, nuestra Buena Madre, y pidámosle que bendiga nuestro Instituto y nos acompañe en este nuevo período capitular que hoy comenzamos.

Hno. Benito Arbués

Superior General




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