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Comisión Internacional Marista de Educación
Misión Educativa

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Un educador para nuestro tiempo

Un hombre con visión práctica, innovador

18. Desde joven, Marcelino demostró su capacidad de iniciativa y previsión. Siendo adolescente, deseaba labrarse un porvenir como granjero y se interesó activamente por la crianza y venta de corderos. 11 Una vez que escuchó la llamada de Dios, trasladó ese entusiasmo y energía a la preparación de su misión como sacerdote.

19. Cercano a la gente de su región, y advirtiendo su desventaja ante un mundo que cambiaba, Marcelino se atrevió a imaginar otras posibilidades más allá de lo que contemplaban los responsables de la Iglesia y los gobernantes de su tiempo. Su empeño y dinamismo le llevaron a reunir seguidores para fundar una nueva comunidad religiosa a los seis meses de su ordenación. El origen de este vigor apostólico era su inagotable confianza en Dios y en María.

20. Fue también realista y práctico. Con el fin de afianzar la obra de los Hermanos no dudó en actuar como hombre emprendedor, comprando terrenos y casas, construyendo, renovando y ampliando edificios para adecuarlos a la vida y formación de la comunidad religiosa. 12 Asimismo, fue práctico a la hora de afrontar los problemas, como puede apreciarse, por ejemplo, en sus esfuerzos por lograr el reconocimiento oficial para su Congregación y buscar soluciones para los hermanos jóvenes en edad de ser llamados a filas.

21. La clave de su éxito como líder residía en su habilidad para relacionarse y comunicarse con los demás. Su personalidad y su proyecto atraían a los jóvenes, y tenían el don de extraer de ellos las mejores cualidades para que se convirtieran en embajadores de su obra. Es más, a través de sus cartas y llamamientos personales a la Iglesia y a las autoridades del gobierno, y mediante la cuidadosa preparación de estatutos y prospectos, presentó, defendió y promovió el proyecto que había recibido de Dios. 13

Educador de niños y jóvenes

22. Marcelino era un educador nato. En Marlhes, durante sus vacaciones de seminarista, atraía a niños y adultos que venían de lejos para asistir a sus lecciones de catecismo. 14 Le escuchaban con interés, a veces durante más de dos horas. En La Valla, el joven coadjutor transformó la parroquia con su sentido de acogida, su sencillez afable y la preparación esmerada del catecismo o los sermones del domingo, uniendo así fe y vida. 15

23. También demostró ser un educador experto de la juventud, como puede apreciarse en su acierto al convertir jóvenes con muy poca formación que aspiraban a ser Hermanos en buenos maestros y educadores religiosos. Marcelino vivía con ellos, les daba ejemplo y les ayudaba a desarrollarse humana y espiritualmente. El secreto de su éxito como educador estaba en la gran sencillez con la que se relacionaba con sus jóvenes discípulos y en la enorme confianza que supo depositar en ellos.

24. Con ellos elaboró y perfeccionó un sistema de valores educativos tomando como modelo a María, la sierva de Dios y educadora de Jesús en Nazaret. 16 De la misma manera, demostró espíritu emprendedor al incorporar a la enseñanza los métodos pedagógicos más efectivos de su tiempo. 17

Formador de jóvenes apóstoles

25. Marcelino manifestaba un interés personal por cada uno de sus jóvenes Hermanos, les guiaba espiritualmente, les animaba a prepararse adecuadamente, y les confiaba responsabilidades apostólicas. Visitaba sus escuelas y acompañaba a cada Hermano en su misión como maestro y catequista. 18

26. Inspiró en ellos una espiritualidad apostólica sustentada en la idea de la presencia de un Dios amoroso y fiel, 19 en un compromiso de vida que tenía a María como modelo y Madre, 20 y una actitud fraternal vivida en comunidad. Les presentaba el amor de Jesús en Belén, la Cruz y el Altar, 21 no sólo como motivo de meditación personal sino como recuerdo de que estaban llamados a manifestar ese mismo amor en la tierra. El amor que Marcelino sentía por los pobres es un modelo para aquellos que responden al nombre de "Marista". 22

27. Marcelino elaboró un sistema de formación permanente que incluía tanto teoría como experiencia práctica y que se basaba en la comunidad. Especialmente durante los primeros años, las vacaciones de verano se aprovechaban para mejorar los conocimientos de los Hermanos y sus métodos educativos mediante el trabajo individual y por grupos, exámenes y conferencias. 23

28. Estableció un sistema similar para la formación de responsables, especialmente los directores de las escuelas, en áreas como la administración, la contabilidad, el ejercicio de la corresponsabilidad, la relación con los otros hermanos, y el trabajo en consejo o en equipo. 24




11 Vida, I, p.7



12 Ibid, X, p.104, XII, pp. 124-127; Cartas 109



13 Cartas 59, 34; cf. Estatutos 1825, 15



14 Vida, III, p.24



15 ibid, IV, pp. 45-47



16 Cf. Cap. 5, "Con un peculiar estilo marista"



17 Prólogo de La Guía del Maestro (1853), escrito por el H. Francisco, pp. 5-6; cf. Vida, pp. XVI, p. 168; H. A. Balko, "Marcelino Champagnat, Educador", Cuadernos Maristas, n.1, 1990, pp. 35-46



18 Cartas 19, 24



19 Vida, V, pp. 324-326, 329



20 ibid, XII, 129; V, 348-349; cf. H. Jean Roche, "Maria, nuestra Buena Madre", Cuadernos Maristas, n.2, 1991



21 Sentencias. Enseñanzas Espirituales, Traducción y notas criíticas: H. Aníbal Cañón Presa. Talleres de la Crónicas Maristas III, Editorial Luis Vives, Zaragoza, 1989, VI, pp. 58-59. ("Avis, Leçons, Sentences", H. Juan Bautista Furet, 1868. En esta obra se recoge el pensamiento y las enseñanzas de Marcelino Champagnat.)



22 Vida, XXI, p. 522



23 Annales du F. Avit, Frères Maristes, Rome, 1993, p. 96; H. Maurice Bergeret, "La Tradición Pedagógica Marista", Cuadernos Maristas, n. 4, 1993, pp. 54- 55



24 Vida, XVII, pp. 462-463; cf. Bergeret, Cuadernos Maristas, n.4, pp. 78 - 79






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