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Comisión Internacional Marista de Educación
Misión Educativa

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Notas Explicativas

1          Discípulos de Marcelino Champagnat

1.1      Primer día en la escuela

Su madre y su tía apenas consiguieron enseñarle a leer. Por eso lo mandaron a la escuela para que el maestro le ayudase a perfeccionar su lectura le enseñara a escribir. El primer día de clase, el maestro lo llamó a su lado para que leyera. Como era muy tímido y no salía del puesto que le habían asignado, otro niño más avispado se le adelantó. Entonces el maestro, malhumorado, y tal vez también para congraciarse con Marcelino, dio un bofetón al intruso que pretendía leer antes que él y lo mandó sollozando al fondo del aula. Aquel método no era el más apropiado para dar seguridad al recién llegado y sacarle de su timidez. Más tarde afirmaría que llegó a temblar y que tuvo más ganas de llorar que de leer. Su espíritu juicioso se rebeló contra a aquella muestra de brutalidad y se dijo: "No volveré a la escuela de un maestro así. El castigo que sin razón ha aplicado a ese chico me da a entender qué puedo esperar de él. En cualquier momento hará lo mismo conmigo. Así que no quiero ni sus lecciones ni menos aún sus castigos." A pesar de los ruegos de sus padres, se negó a volver a la escuela.

Vida, I, pp. 5-6

1.2       El llamado de Marcelino

La decisión de estudiar latín que acababa de tomar Marcelino fue flor de un día. Sus padres, conscientes de las escasas aptitudes de su hijo, intentaron disuadirlo recordándole las dificultades que había tenido para aprender a leer y el poco interés que había mostrado por el estudio. Todo cuanto pudieron argumentar fue inútil. Ya no le interesaba el trabajo de la granja, ni el negocio al que con tanto entusiasmo se había dedicado. . .

Estuvo un año con su tío, que no escatimó esfuerzos, pero sin conseguir progresos. Al final del año, sacó la conclusión de que su sobrino no debía ir al seminario. "Vuestro hijo se empeña en estudiar, dijo a sus padres. Si se lo permitís, tendréis que arrepentiros: no es suficientemente inteligente". . . Marcelino, que había orado y reflexionado largamente, no vaciló ante las reflexiones de su tío ni ante las observaciones de sus padres. "Preparad las cosas, dijo, acertaré, ya que Dios me llama." Y, ante las dificultades para adquirir su ajuar, añadió: "No os preocupe lo que pueda costar. Tengo dinero sufiente para pagarlo." En efecto, su vestuario fue costeado con el dinero de sus ahorros.

Vida, II, pp. 11-12

1.3       La Sociedad de María

Por entonces (1812 - 1815) se pusieron los cimientos de la Sociedad de los Maristas. Unos cuantos seminaristas, al frente de los cuales se encontraban los señores Colin y Champagnat, se reunían regularmente para animarse en la piedad y en la prática de las virtudes sacerdotales. El celo por la salvación de las almas y los medios para conseguirla eran el tema habitual de sus conversaciones. Del mutuo intercambio de sus sentimientos y proyectos sobre los medios más idóneos para alcanzar ese objetivo surgió la idea de fundar una Sociedad de sacerdotes. . . La especial devoción que este grupo selecto profesaba a la Santísima Virgen les inspiró la idea de poner la nueva Sociedad bajo el patrocinio de la Madre de Dios y darle el nombre de María. . . En una de esas reuniones determinaron que irían todos juntos en peregrinación a Fourvière para poner su proyecto a los pies de María. . .

Pero en el proyecto de la nueva Sociedad nadie había pensado en Hermanos educadores. Sólo el señor Champagnat tuvo la idea de su creación y sólo él la llevó a cabo. Decía con frecuencia a sus compañeros: Necesitamos Hermanos. Necesitamos Hermanos para impartir catequesis, ayudar a los misioneros y dar clase a los niños.

Vida, III, pp. 28-30

1.4       ¿Por qué Hermanos?

Nacido en el cantón de St. Genest-Malifaux (Loire) sentí por los trabajos infinitos que yo había experimentado para aprender a leer y escribir la urgente necesidad de crear una sociedad que pudiese con poco gasto procurar en el campo la buena enseñanza que los Hermanos de las Escuelas Cristianas dan en las ciudades.

Carta 159, Ministro Ins. Pub., 1837

1.6       La experiencia Montagne

Un día lo llamaron para confesar a un niño enfermo y, según su costumbre, se puso inmediatamente en camino. Antes de confesar al muchacho., le hizo algunas preguntas para saber si tenía las disposiciones necesarias para recibir los sacramentos. ¡Cuál no fue su sorpresa al comprobar que ignoraba los principales misterios y que ni siquiera tenia noción de la existencia de Dios! Profundamente afligido al encontrar a un niño de doce años en tan absoluta ignorancia, y asustado al verlo morir en esta situación, se sentó a su lado para enseñarle las verdades y los misterios fundamentales de la salvación. Dos horas empleó en instruirlo y sólo con gran esfuerzo consiguió enseñarle lo indispensable, pues el niño estaba tan enfermo que apenas comprendió lo que le estaba diciendo.

Después de confesarlo y haberle sugerido actos de amor de Dios y contrición para disponerlo a bien morir, lo dejó para atender a otro enfermo que se hallaba en la casa vecina. Al salir, quiso saber cómo se encontraba el muchacho. "Falleció poco después de dejarlo usted." dijeron sus padres sollozando. Un sentimiento de alegría por haber llegado tan oportunamente se mezcló en su alma con otro de temor al comprobar el peligro que había corrido el pobre chico. . .

Regresó embebido en estos pensamientos y repitiendo en su interior: " ¡Cuántos niños se encontrarán a diario en la misma situación y correrán los mismos riesgos por no tener a nadie que les enseñe las verdades de la fe!" Y la idea de fundar una Sociedad de Hermanos, dedicados a impedir este peligro por medio de la educación cristiana, se hizo en él tan obsesiva que fue a buscar a Juan María Granjon y le expuso sus planes.

Vida, VI, pp. 60-61

1.7       Formó a los primeros Hermanos jóvenes en Lavalla

El señor Champagnat. . . esperaba ansiosamente el momento en que los Hermanos pudieran encargarse de la clase. Pero al verlos sin suficiente preparación, se decidió a llamar a un maestro. Con ello pretendía un doble objetivo: a su juicio, se necesitaba un maestro ante todo para dar la instrucción primaria a los niños de la parroquia; pero también para perfeccionar a los Hermanos en sus conocimientos e iniciarlos en el método de enseñanza. . .

El maestro vivía en comunidad con los Hermanos. Puso escuela en la misma casita, que pronto se llenó de niños. Los Hermanos lo ayudaban en las clases. lo veían actuar, lo iban imitando y captaban su metodología. Además, entre clase y clase, recibían lecciones particulares sobre distintos aspectos de la enseñanza.

Vida, VII, pp. 73-74

1.8       Escogieron vivir frugalmente

El Superior de la asociación de los Hermanitos de María . . . tiene el honor de exponer a Su Excelencia que siendo el fin de esta asociación el facilitar a los municipios rurales de procurar a muy bajo precio a los niños las ventajas de las instrucción, ha reducido al mínimo el salario de cada Hermano maestro.

Ministro Ins. Pub., 1837, Carta 113

 

...Los sacrificios que nosotros sentimos que deberíamos hacer para ofrecer los beneficios de la educación a la amplia y necesitada población rural, de una manera más conveniente, nos permiten salir adelante pero solamente mediante una economía ajustada...

Carta 173

El importe . . . es ya muy bajo hacer frente a los que exige el mantenimiento de tres Hermanos en un municipio. Reducirlo más es, me parece, arrancarles no ya el triste salario del más ingrato y penoso empleo de un ciudadano, sino hasta su pobre y poco apetitosa alimentación.

Alcaide de Bourg-Argental, 1827, Carta O8

1.9       Espíritu Misionero

El Padre Champagnat . . .(p)idió al reverendo Padre Colin la gracia de formar parte de la expedición que embarcaba rumbo a Oceanía, para consagrar sus últimos días y las pocas fuerzas que le quedaban a la instrucción y santificación de los infieles. El reverendo Padre Colin, edificado en extremo de tanto celo y abnegación, le respondió: "Usted está haciendo más bien en Francia que el que podría hacer en Oceanía. Su misión no es ir personalmente a evangelizar aquellos pueblos, sino prepararles apóstoles llenos de celo y espíritu de sacrificio."

Por obediencia no quiso insistir el buen Padre, y su humildad llegó incluso a hacerle creer que era indigno de ese favor; pero, aunque resignado, no pudo dejar de traslucir el deseo que llevaba en su interior.

(Nota: Con el Obispo Pompallier fueron hacia allá el 24 de diciembre de 1836: los Padres Servant, Bataillon, Bret y Chanel; y los Hermanos Marie-Nizier, Michel y Joseph Xavier.)

Vida, XX, pp. 209-210

1.11     Joven emprendedor

. . Sus padres, que veían con buenos ojos aquel afán de orden y ahorro, le regalaron dos o tres corderos con autorización para venderlos en su provecho cuando estuvieran criados. Los cuidó, efectivamente, con mucho esmero y los vendió. . . Con este pequeño negocio y los sucesivos ahorros llegó a acumular un capital de seiscientos francos. Era una cantidad importante para un muchacho de dieciseis años, de modo que si no se consideró rico, pensó al menos que podía llegar a serlo. Hacía cábalas sobre el futuro de su negocio. Se le asoció uno de sus hermanos y convinieron en que harían bolsa común y seguirían unidos toda la vida.

Vida, I, p. 7

1.12     Marcelino constructor

Los postulantes seguían durmiendo en el granero. Para sacarlos de allí, el señor Champagnat trabajó más de ocho días en adecentar el desván de la casa para convertirlo en dormitorio. Con unos cuantos tablones hizo él mismo las camas. . . La casa, a todas luces, no era suficiente para albergar a tanta gente y urgía levantar una nueva construcción. El señor Champagnat no dudó en acometerla. . . El señor Champagnat era el arquitecto de la nueva obra; él lo organizaba y dirigía todo.

Vida, X, p. 104

Cuando bajaba a Saint-Chamond, el Padre Champagnat se había fijado muchas veces en el valle donde hoy se levanta el Hermitage, y en muchas ocasiones había pensado: "Un noviciado aquí estaría muy tranquilo. . . ". Sin embargo, antes de decidirse por este lugar, recorrió los alrededores con dos de los principales Hermanos para ver si existía algún sitio mejor. . .

"Ese loco de Champagnat, decían algunos de sus compañeros sacerdotes y muchas otras personas, ha perdido la cabeza. ¿Cómo se las arreglará para esa casa? " . . .El Padre Champagnat no ignoraba lo que la gente pensaba y decía de él. Pero le tenían sin cuidado las habladurías de los hombres y nunca tomó como norma de conducta los criterios de la prudencia humana. Por eso, aunque tenía a su cargo una numerosa comunidad, aunque pesaba sobre él una deuda de cuatro mil francos y estaba sin dinero, fiado sólo en Dios, en quien confiaba sin límites, emprendió sin miedo la construcción de una casa con su capilla, capaz para albergar a ciento cincuenta personas.

Vida, XII, pp. 124, 126, 127

Seguimos metidos en reparaciones o construcciones y, sin embargo, nos falta sitio. No damos paz ni tregua a las rocas del Hermitage, roturamos, plantamos viñas, procuramos fertilizarlo todo.

Carta 109

1.13     Por qué fundó el Instituto

Elevado al sacerdocio en 1816, fui enviado a un municipio del cantón de St. Chamond (Loire). Lo que vi con mis propios ojos en este nuevo puesto, referente a la educación de los jóvenes, me recordó las dificultades que yo mismo había experimentado a su edad, por falta de maestro.

A la Reina María Amelia, Carta 59

Una educación cristiana y religiosa es el medio más rápido y eficaz para procurar buenos sujetos a la sociedad y fervorosos cristianos a la religión... Desgraciadamente falta este medio a la mayoría de los ayuntamientos rurales: la insuficiencia de los recursos municipales, la penuria de los habitantes no les permiten confiar la educación de los jóvenes a los Hermanos de las Escuelas Cristianas, cuyo mérito y capacidad son conocidos de todos. De ahí la triste necesidad o de dejar a los niños abandonados en la ignorancia más completa o, lo que sería todavía peor, entregarlos a instructores mercenarios, muy poco capaces de formarlos en las virtudes que les son necesarias. Movidos por estas consideraciones, personas piadosas han formado en la Diócesis de Lyon una nueva congregación, conocida con el nombre de Congregación de los Hermanitos de María.

ALuis Felipe, Rey de Francia, Carta 34

1.14     Marcelino enseñaba a los niños

A menudo reunía en su habitación a los chicos de la aldea para enseñarles el catecismo y las oraciones. Los domingos convocaba incluso a los mayores y les daba una corta pero emotiva instrucción sobre los misterios de la religión, los deberes del cristiano y el modo de asistir provechosamente a misa y a los oficios sagrados.

Vida, III, p.24

1.15     Éxito de Marcelino como educador y predicador

Las catequesis del señor Champagnat eran tan interesantes que muy pronto llamaron la atención en la parroquia. También los mayores querían escucharlo, y acudían en masa los domingos. El nuevo auditorio lo obligó a modificar ligeramente el método de enseñanza. Después de explicar el texto de la lección del día, por medio de preguntas concisas, sencillas y al alcance de las inteligencias menos dotadas, sacaba algunas conclusiones morales y las aplicaba a la vida concreta. Exponía luego algunas consideraciones encaminadas a conmover el corazón y llevarlo a la prática de la virtud.

Vida, IV-V, pp. 45-47

1.17     Innovaciones pedagógicas de Marcelino

Huelga deciros que en la redacción de este Tratado, hemos seguido fielmente las normas y enseñanzas que nuestro piadoso Fundador nos legó acerca de la educación de la juventud. Ante todo, hemos procurado imbuirnos de su espíritu, hacerlo revivir, reproducirlo en cuanto ha sido posible, a fin de trasmitíroslo y perpetuarlo entre nosotros. Tal era, a juicio nuestro, el deber y la labor que nos incumbía.

Por espacio de largos años y en especial durante los dos meses de vacaciones, nuestro bondadoso Padre se consagró a formarnos en la enseñanza, a instruirnos en el modo de hacer la catequesis y a inculcarnos los invariables principios de la buena educación. Los que tuvieron la suerte de oírle, recordarán, sin duda, que al tratar esos asuntos descendía a los más minuciosos pormenores, nos daba prolijas enseñanzas acerca de los varios aspectos de la educación del niño. ¿Qué no nos dijo, por ejemplo, acerca de la clase de párvulos, cuya importancia, a su juicio, es superior a la de las demás clases? ¿Qué de los cuidados que los Hermanos que la dirigen deben tener de esos tiernos niños a quienes él llamaba a boca llena "angelitos" a causa de su inocencia? ¿Qué de los medios adecuados para grabar en ellos las primeras verdades de la religión, para infundirles la piedad, para allanarles las dificultades de la lectura ?

Lleno del espíritu de Dios, de compasivo amor a los niños, descubrió las necesidades de su edad y los medios de aliviarlas, los secretos de ganar sus corazones, de encaminarlos al bien, de hacerles amar la piedad y formar las facultades de su alma. Ese talento que sin sospecharlo en tan alto grado poseía; ese ardiente celo que le animaba para procurar la santificación de los niños y que se esforzaba en comunicar a sus Hermanos en las cotidianas instrucciones que les daba, van compendiados en la obra que hoy os presentamos.

El Rmo. Hno. Francisco menciona a renglón seguido cinco cosas que, en el método de enseñanza del Instituto, son obra personal del Venerable Marcelino Champagnat, a saber:

1) El método de lectura, basado en el moderno deletreo de las consonantes, método nuevo en aquella época, que, además de mostrar la agudeza y precisión de su juicio, probó su entereza por salir de la rutina.

2) Las cualidades de la buena disciplina, que cifra él en la autoridad moral y en la bondad, en una época en que se usaban generalmente los castigos aflictivos.

3) La importancia que dio a la catequesis y el cuidado que puso en formar buenos catequistas.

4) La enseñanza del canto, desconocida entonces en las Escuelas primarias.

5) Las reglas concernientes a la formación pedagógica de los Hermanos jóvenes que tanta uniformidad han producido y tanta cohesión han dado a nuestro modo de enseñar y educar a la juventud.

Carta del Rmo. Hno Francisco, Superior General , al presentar la primera edición de la "Guía del Maestro", Guía, pp. 5-6

1.18     Su preocupación por los Hermanos

Muy querido Hermano Bartolomé:

            No tenga la menor duda de que al mirarlos a todos como a mis queridos hijos en Jesús y María, por el dulce nombre de padre que ustedes me dan, los llevo a todos, con mucho cariño, en mi corazón. Soy muy sensible a los buenos deseos que me expresa, no los olvidaré. Encomendaré en mis oraciones a quien me expresa tan hermosos deseos. Comparto intensamente todas las molestias que le puedan causar las indisposiciones que padecen sus colaboradores. Cuídese mucho para que pueda cumplir su difícil tarea. Todos los Padres y Hermanos se encuentran bien. Les comunicaré sus deseos de un feliz año.

            ¡Mucho ánimo! Vea, mi querido amigo, cuán precioso es su trabajo a los ojos de Dios. Grandes santos y grandes hombres se felicitaban por un trabajo tan valioso ante Jesús y María. Dejad que los niños vengan a mí, pues de ellos es el reino de los Cielos.

            Tiene en sus manos el precio de la sangre de Jesús. Después de a Dios, sus numerosos niños le deberán a usted su salvación. Su vida entera será el eco de lo que usted les haya enseñado. Esfuércese, no escatime nada para formar sus tiernos corazones en la virtud; hágales sentir que sin la virtud, sin la piedad, sin el temor de Dios, no serán nunca felices; que no hay paz para el impío. Que sólo Dios puede hacerlos felices, que han sido creados sólo para él. ¡Cuánto bien puede hacer mi querido amigo!

            Sus padres están bien. Su hermano, el que estaba en el ejército, ha muerto en París de una grave enfermedad en la cabeza. Rece por él, los lamentos de nada le pueden servir; sólo necesita oraciones.

            Tendría aún muchas cosas que decirle; espero que dentro de poco se las podré decir de viva voz. Los dejo a los dos en los Sagrados Corazones de Jesús y de María, ya ve qué buenos lugares !

            Tengo el honor de ser su afectísimo Padre en Jesús y María.

Champagnat,

Sup. de los Hnos, Nuestra Señora de l'Hermitage, 3 de enero de 1831.

Carta 19

Muy querido Hermano Bartolomé :

Le prometo que en el primer viaje que haga a Lyon iré a verlos. Animo, amigo mío, basta con que tenga la voluntad de enseñar a un gran número de niños en compañía de su valiente colaborador. Aunque no tuviera ninguno, su recompensa sería la misma. No se inquiete por el escaso número de los que ahora tiene. Dios tiene en sus manos los corazones de todos los hombres y los enviará numerosos cuando lo crea oportuno, basta no oponerse, con su infidelidad. Está usted donde Dios quiere que esté, pues está donde los superiores han decidido. No dudo de que el Señor se lo recompensará con abundancia de gracias.

Carta 24

1.19     La Fe de Marcelino

El modo como el Padre Champagnat practicaba el ejercicio de la presencia de Dios, consistía en creer con fe viva y actualizada en Dios, presente en todo, que llena el universo con su inmensidad, con las obras de su bondad, con su misericordia y su gloria... Todo le movía a elevar su espíritu a Dios y a bendecirlo; de modo que continuamente prorrumpía en actos de amor, alabanza y acción de gracias...

La vivencia de la presencia de Dios mantenía su alma en una paz y tranquilidad inalterables. Su máxima favorita era que nada hay que temer cuando se tiene a Dios consigo, pues ningún daño pueden recibir quienes se abandonan a su divina Providencia...

Vida, V, pp. 324-326, 329

1.20     María nuestro Modelo y nuestra Buena Madre

A todas estas prácticas establecidas en el Instituto para honrar a la Madre de Dios, era deseo del piadoso Fundador - y así lo prescribió - que se añadiesen dos cosas indispensables, y que, según él, deben ser el complemento del culto a María, y consecuencia de la devoción que se le profesa.

La primera es la imitación de sus virtudes. Desea el Fundador que el amor de los Hermanos a María los mueva sobre todo a asimilar su espíritu y a imitar su humildad, modestia, pureza y amor a Jesucristo. La vida pobre y oculta de la divina Madre y los ejemplos sublimes que nos dejó deben ser la norma de conducta de los Hermanos, y de tal modo deben esforzarse en parecerse a ella que todo, en sus actos y persona, recuerde a María y reproduzca su espíritu y sus virtudes.

La segunda es que los Hermanos se sientan especialmente obligados a hacerla conocer y amar, extender su culto e inspirar su devoción a los niños.

Vida, VII, pp. 348-349

1.21     El Pesebre, la Cruz y el Altar

Mi anhelo es que los hermanos de María sean los familiares íntimos de Jesús en la cuna de Belén, de Jesús en el Calvario y de Jesús en el altar. Han de ser sus palaciegos en todos los misterios de su vida, en todas sus acciones y sufrimientos: ese ha de ser el tema principal de todas las meditaciones que hagan...

¿Sabéis, queridos hermanos, por qué anhelo que seáis los familiares de Jesús en el portal de Belén, en el Calvario y en el altar? Porque esos tres sitios son las tres fuentes más abundantes de la gracia, y desde ellos Jesús la derrama copiosamente sobre sus elegidos.

Sí, Dios es caridad en todas partes, pero singularmente en la cuna, la cruz y el altar, tres lugares donde se manifiesta su amor infinito...

Jesús vino a traer el fuego sagrado a la tierra y lo difunde por el mundo entero; pero puso tres fraguas a las que vienen a abrasarse todos los santos, todas las almas fervorosas: el portal de Belen, el monte Calvario y el altar. ¡Oh hermanos, id a las fuentes del Salvador, sacad de ellas con gozo aguas abundantes!

ALS, VI, pp. 58-59

1.22     Compasión de Marcelino por los pobres

Un día vinieron a llamarle para asistir a un enfermo. Acudió inmediatamente a visitarlo y encontró al desdichado cubierto de úlceras, echado sobre unas pajas y con sólo unos andrajos para cubrir su desnudez y sus llagas. Movido a profunda compasión ante tanto sufrimiento y desamparo, primero dirigió al enfermo unas palabras de consuelo. Luego se apresuró a llamar al Hermano administrador y le ordenó que enviara inmediatamente un jergón, sábanas y manta para el enfermo.

- Pero, Padre - le advirtió el Hermano -, no disponemos de ningún jergón en este momento.

-¡Cómo! - repuso el Padre - ¿qué no hay un solo jergón en toda la casa?

- Estoy seguro de que no queda ni uno. Recuerde que el último lo entregué hace pocos días.

- Pues vaya y tome el de mi cama, y lléveselo inmediatamente a este pobre enfermo.

Eso de quitarse de lo suyo para socorrer a los pobres o para dárselo a los Hermanos le ocurría con cierta frecuencia.

Vida, XXI, p. 522

1.23     Ver la nota 1.17

1.24     Formación de líderes

Durante los meses de vacaciones daba frecuentes charlas a los Hermanos Directores sobre el gobierno de las comunidades, la administración de las temporalidades y la dirección de las clases. En estas conferencias trataba exhaustivamente de las virtudes imprescindibles a un buen Superior y de los medios para conseguirlas; de las obligaciones del educador y del Hermano Director, y del modo de cumplirlas.

En dichas conferencias, el piadoso Fundador daba a los Hermanos total libertad para que le plantearan las dificultades, le expusieran las dudas y cuanto les preocupaba en el ejercicio de sus funciones. Los Hermanos aprovechaban ampliamente dicha libertad y cada uno hacía sus observaciones, manifestaba sus sentimientos y escrúpulos sobre numerosos aspectos de la administración y dirección de las casas y le preguntaba cuál era, en determinados casos, la solución más conforme con la Regla y con el espíritu del Instituto, y cómo debían actuar en infinidad de asuntos propios del Hermano Director.

Con frecuencia admitía en su Consejo a los principales Hermanos y casi nunca resolvía nada sin consultarlos. Opinaba que iniciar a los Hermanos en los problemas del Instituto y consultarlos sobre las Reglas que estaba elaborando y sobre el método pedagógico que iba a adoptar, era una manera segura de ir formando su pensamiento, rectificar sus ideas, desarrollar sus criterios, hacerles adquirir experiencia y enseñarles a enjuiciar y apreciar las cosas para poder realizarlas luego con competencia y acierto. A veces, después de haber discutido en Consejo las ventajas e inconvenientes de alguna decisión o de un asunto, encomendaba su ejecución a un Hermano, dejando a su criterio realizarla como mejor le pareciera. Concluída la tarea, le pedía cuenta de cómo la había realizado; elogiaba y aprobaba lo que consideraba acertado; indicaba qué medios habían podido utilizarse para obviar tal dificultad, vencer un obstáculo, conciliar una discrepancia; o bien se limitaba a decir que, si se hubiera seguido otro camino, podría haber resultado mejor.

Vida, XVII, p. 462-463

 

2.      Hermanos y Seglares, juntos en la misión, en la Iglesia y en el mundo

 

2.1          Marcelino animó a quienes se interesaban en la Educación Cristiana de la Juventud

Que nuestra Buena Madre bendiga todas sus empresas, le bendiga a usted y le conserve largo tiempo en la buena obra que usted dirige . . .

Al Sr. François Mazelier, 1837, Carta 122

Teniendo el mismo fin y trabajando para el mismo dueño, deseamos estar siempre unidos a usted y trabajar de común acuerdo.

Al Sr. François Mazelier, 1837, Carta 141

Deseo, queridísimos Hermanos míos, que esta caridad, que debe uniros a todos, como miembros de un mismo cuerpo, alcance a las demás Congregaciones. Os conjuro, por la caridad sin límites de Jesucristo, que no envidiéis jamás a nadie, y menos aún a quienes Dios llama al estado religioso para trabajar, como vosotros, en la educación de la juventud. Sed los primeros en alegraros de sus éxitos y apenaros por sus fracasos. Encomendadlos a menudo a Dios y a la divina Madre. Dadles con gusto la preferencia. Jamás prestéis oídos a los dichos que pudieran perjudicarlos. Que la gloria de Dios y el honor de María sean vuestro único fin y vuestra sola ambición.

Testamento Espiritual, Constituciones y Estatutos, 1985

2.4           Diversos educadores del niño.

Son educadores del niño: los padres, el sacerdote y el Maestro.

1° Los padres son los educadores natos colocados por Dios junto a la cuna de todo bebé; poseen en el más alto grado el cariño y la autoridad, factores ambos los más importantes en la obra de la educación.

2° El sacerdote representa a la Iglesia que de su divino Fundador hereda la sublime misión de educar a los pueblos, según estas palabras: "Id, pues, e instruíd a todas las naciones... enseñándolas a observar cuanto yo os he mandado."

Mas, aparte de su misión directa, tiene la Iglesia la de inspeccionar la enseñanza religiosa y moral que se da en la familia y en la escuela.

3° El Maestro, auxiliar y sustituto de los padres y sacerdote, ocupa después de ellos el primer lugar en la educación, pues su influencia se ejerce metódicamente por espacio de varios años cuando el niño es más susceptible de toda impresión que parta de los que se hallan en inmediato contacto con él.

Guía (1928), pp. 167-168

2.5       La Iglesia es Comunión

¿ Quién tiene pues, la misión de evangelizar ? El Concilio Vaticano II ha dado una respuesta clara: "Incumbe a la Iglesia por mandato divino ir por todo el mundo y anunciar el Evangelio a toda criatura". Y en otro texto afirma: "La Iglesia entera es misionera, la obra de evangelización es un deber fundamental del Pueblo de Dios."

Cuando la Iglesia anuncia el reino de Dios y lo construye, ella se implanta en el corazón del mundo como signo instrumento de ese reino que está ya presente y que viene.                 

Evangelii Nuntiandi, 59

Toda la Iglesia está pues llamada a evangelizar y sin embargo en su seno tenemos que realizar diferentes tareas evangelizadoras. Esta diversidad de servicios en la unidad de la misma misión constituye la riqueza y la belleza de la evangelización.

                                               Evangelii Nuntiandi, 66

Comunión misionera

. . . . La comunión con Jesús, de la cual deriva la comunión de los cristianos entre sí, es condición absolutamente indispensable para dar fruto: "Separados de mí no podéis hacer nada" (Jn 15, 5). . . La comunión y la misión están profundamente unidas entre sí, se compenetran y se implican mutuamente, hasta tal punto que la comunión representa a la vez la fuente y el fruto de la misión. . .

Christifideles Laici, 32

2.9       Todos los Bautizados están llamados a la Misión

Los fieles laicos, precisamente por ser miembros de la Iglesia, tienen la vocación y misión de ser anunciadores del Evangelio: son habilitados y comprometidos en esta tarea por los sacramentos de la iniciación cristiana y por los dones del Espíritu Santo. (33)

. . .Abrir de par en par las puertas a Cristo, acogerlo en el ámbito de la propia humanidad no es en absoluto una amenaza para el hombre, sino que es, más bien, el único camino a recorrer si se quiere reconocer al hombre en su entera verdad y exaltarlo en sus valores.

La síntesis vital entre el Evangelio y los deberes cotidianos de la vida que los fieles laicos sabrán plasmar, será el más espléndido y convincente testimonio de que, no el miedo, sino la búsqueda y la adhesión a Cristo son el factor determinante para que el hombre viva y crezca, y para que se configuren nuevos modos de vida más conformes a la dignidad humana.

¡El hombre es amado por Dios! Este es el sencillísimo y sorprendente anuncio del que la Iglesia es deudora respecto del hombre. La palabra y la vida de cada cristiano pueden y deben hacer resonar este anuncio: ¡Dios te ama, Cristo ha venido por ti; para ti Cristo es "el Camino, la Verdad, y la Vida!" (Jn 14, 6) (34)             

                                                           Christifideles Laici, 33,34.

El Concilio Vaticano II ha confirmado esta tradición, poniendo de relieve el carácter misionero de todo el Pueblo de Dios, concretamente el apostolado de los laicos,(147) y subrayando la contribución específica que éstos están llamados a dar en la actividad misionera.(148) La necesidad de que todos los fieles compartan tal responsabilidad no es sólo cuestión de eficacia apostólica, sino de un deber-derecho basado en la dignidad bautismal, por la cual " los fieles laicos participan, según el modo que les es propio, en el triple oficio -sacerdotal, profético y real- de Jesucristo ".

            Redemptoris Missio, 71

Hacer verdaderamente partícipes de nuestra vida a todos aquellos que quieren compartir nuestra espiritualidad y nuestra misión. Arriesgarnos a perder ciertas formas de poder para tener la audacia de una franca colaboración con los seglares, no porque seamos pocos, sino porque reconocemos su vocación propia de bautizados llamados también a asumir responsabilidades.

19 Capítulo General. Mensaje. 19

2.10     Iglesia y personas pertenecientes a otras confesiones religiosas

En nuestros tiempos en que el género humano se une cada vez más estrechamente y aumentan los vínculos entre los su disposición con respecto a las religiones no cristianas. . . .Todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra. .

La Iglesia Católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. . . Por consiguiente, exhorta a sus hijos a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de la fe y la vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan esos bienes espirituales y morales así como los valores socio-culturales que en ellos se encuentran.

. . . La Iglesia, por consiguiente, reprueba como ajena al espíritu de Cristo cualquier discriminación o vejación realizada por motivos de raza o color, de condición o religión.         

Nostra Aetate, 1, 2, 5

A un nivel ulterior de su relación con gente de diferentes confesiones religiosas se presenta el diálogo de las obras y de la colaboración por objetivos de carácter unitario, social, económico y político que tienden a la liberación y promoción del hombre. . . cristianos y seguidores de otras religiones afrontan conjuntamente los problemas del mundo.

Diálogo y Misión, Secretariado para los no cristianos, 1984, 31

. . . .Los fieles laicos, con el ejemplo de su vida y con la propia acción, pueden favorecer la mejora de las relaciones entre los seguidores de las diversas religiones.

Christifideles Laici, 35

2.11     Los carismas

El Espíritu Santo no sólo confía diversos ministerios a la Iglesia-Comunión, sino que también la enriquece con otros dones e impulsos particulares, llamados carismas. Sean extraordinarios, sean simples y sencillos, los carismas son siempre gracias del Espíritu Santo que tienen, directa o indirectamente, una utilidad eclesial, ya que están ordenados a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo. . . Los carismas se conceden a la persona concreta; pero pueden ser participados también por otros y, de este modo, se continúan en el tiempo como viva y preciosa herencia, que genera una particular afinidad espiritual entre las personas.           

                                                           Christifideles Laici, 24

                       

2.12     Carisma del Fundador

Movido por el Espíritu, Marcelino Champagnat quedó cautivado por el amor de Jesús y María a él y a los demás. Esta experiencia, unida a su apertura a los acontecimientos y personas, se convierte en fuente de su espiritualidad y celo apostólico, y lo hace sensible a las necesidades de su tiempo, sobre todo a la ignorancia religiosa y las situaciones de pobreza de la niñez y juventud.

La fe y el deseo de cumplir la voluntad de Dios le revelan su misión: Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar. Decía con frecuencia: No puedo ver a un niño sin que me asalte el deseo de enseñarle el catecismo y decirle cuánto lo ama Jesucristo.

Con este espíritu, fundó el Instituto para educar cristianamente a los niños y jóvenes, en especial a los más desatendidos.                              

Constituciones, 2

2.13     Expresar el carisma en diferentes situaciones y culturas

La actualidad del carisma de Marcelino Champagnat nos urge, personal y comunitariamente, a encarnarlo en cualesquiera situaciones y culturas. Todos somos responsables de esta tarea.

Constituciones, 165

2.14     Tiempo para un nuevo tipo de relación entre Religiosos y Laicos

Uno de los frutos de la doctrina de la Iglesia como comunión en estos últimos años ha sido la toma de conciencia de que sus diversos miembros pueden y deben aunar esfuerzos, en actitud de colaboración e intercambio de dones, con el fin de participar más eficazmente en la misión eclesial.

. . .Debido a las nuevas situaciones, no pocos Institutos han llegado a la convicción de que su carisma puede ser compartido con los laicos. Estos son invitados por tanto a participar de manera más intensa en la espiritualidad y en la misión del Instituto mismo. En continuidad . . .se puede decir que se ha comenzado un nuevo capítulo, rico de esperanzas, en la historia de las relaciones entre las personas consagradas y el laicado.

                                               Vita Consecrata, 54

2.15     La vocación específica del Laico

Los seglares, cuya vocación específica los coloca en el corazón del mundo y a la guía de las más variadas tareas temporales deben ejercer por lo mismo una forma singular de evangelización. Su tarea primera e inmediata (es) . . sino el poner en práctica todas las posiblidades cristianas y evangélicas, escondidas pero a su vez ya presentes y activas en las cosas del mundo. El campo propio de su actividad evangelizadora, es el mundo vasto y complejo de la política, de lo social, de la economía, y también de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los medios de comunicación de masas, así como otras realidades abiertas a la evangelización como el amor, la familia, la educación de los niños y jóvenes, el trabajo profesional, el sufrimiento, etc.

Evangelii Nuntiandi, 70

En efecto, los fieles laicos, son llamados por Dios para contribuír, desde dentro a modo de fermento. . .

Todos en la Iglesia, precisamente por ser miembros de ella, reciben y, por tanto, comparten la común vocación a la santidad. Los fieles laicos están llamados, a pleno título, a esta común vocación, sin ninguna diferencia respecto de los demás miembros de la Iglesia.

Christifideles Laici, 15, 16

Como resumen puede decirse que el educador laico católico es aquel que ejercita su ministerio en la Iglesia viviendo desde la fe su vocación secular en la estructura comunitaria de la escuela, con la mayor calidad profesional posible y con una proyección apostólica de esa fe en la formación integral del hombre, en la comunicación de la cultura, en la práctica de una pedagogía de contacto directo y personal con el alumno y en la animación espiritual de la comunidad educativa a la que pertenece y de aquellos estamentos y personas con los que la comunidad educativa se relaciona. A él, como miembro de esa comunidad, confían la familia y la Iglesia la tarea educativa en la escuela. El educador laico debe estar profundamente convencido de que entra a participar en la misión santificadora y educadora de la Iglesia, y, por lo mismo, no puede considerarse al margen del conjunto eclesial.

No pueden dudar los laicos católicos que trabajan en la escuela en tareas educativas como profesores, directivos, administrativos o auxiliares, de que representan para la Iglesia una inmensa esperanza. En ellos confía, en general, la Iglesia para la progresiva configuración de las realidades temporales con el Evangelio y para hacerlo llegar a todos los hombres, y de una manera particular, para la trascendente tarea de la formación integral del hombre y la educación de la fe de la juventud, de quien depende que el mundo del futuro esté más cerca o más lejos de Jesucristo.

El Laico católico, testigo de la fe en la escuela, 24, 81

2.16     La vocación específica del Hermano

. . . Según la terminología vigente, los Institutos que, por determinación del fundador tienen características y finalidades que no comportan el ejercicio del Orden sagrado, son llamados " Institutos laicales ". En el Sínodo se ha hecho notar, no obstante, que esta terminología no expresa adecuadamente la índole peculiar de la vocación de los miembros de tales Institutos religiosos. En efecto, aunque desempeñan muchos servicios que son comunes también a los fieles laicos, ellos los realizan con su identidad de consagrados, manifestando de este modo el espíritu de entrega total a Cristo y a la Iglesia según su carisma específico.

Por este motivo los Padres sinodales, con el fin de evitar cualquier ambigüedad y confusión con la índole secular de los fieles laicos, han querido proponer el término de Institutos religiosos de Hermanos. La propuesta es significativa, sobre todo si se tiene en cuenta que el término hermano encierra una rica espiritualidad. "Estos religiosos están llamados a ser hermanos de Cristo, profundamente unidos a El, primogénito entre muchos hermanos (Rm 8, 29); hermanos entre sí por el amor mutuo y la cooperación al servicio del bien de la Iglesia; hermanos de todo hombre por el testimonio de la caridad de Cristo hacia todos, especialmente hacia los más pequeños, los más necesitados; hermanos para hacer que reine mayor fraternidad en la Iglesia. "

            Vita Consecrata, 60

2.18     Remuneración justa

Los hermanos encargados de administrar los bienes del Instituto velan para que todo el personal auxiliar reciba un salario acorde con las leyes del país y se beneficie de las prestaciones sociales, como exige la justicia.

Constituciones 156.1

Las organizaciones profesionales que se proponen proteger los intereses de cuantos trabajan en el campo educativo deben también ser consideradas dentro del cuadro de la misión específica de la Escuela Católica. Los derechos de las personas que las integran deben ser salvaguardados con verdadero sentido de justicia. Ya sea que se trate de intereses materiales o de condiciones sociales o morales que permitan el desarrollo profesional, el principio enunciado por el Concilio Vaticano II encuentra aquí una particular aplicación: "aprendan los fieles a distinguir con cuidado los derechos y deberes que les conciernen por su pertenencia a la Iglesia y los que les competen en cuanto miembros de la sociedad humana. Esfuércense en conciliarlos entre sí, teniendo presente que en cualquier asunto temporal deben guiarse por la conciencia cristiana." . . .

Por consiguiente, si organizándose en asociaciones específicas, se proponen salvaguardar los derechos de los educadores, de los padres de familia y de los alumnos, deben tener presente la misión específica de la Escuela Católica que está puesta al servicio de la educacación cristiana de la juventud.

La Escuela Católica, 79

.          

2.19     El derecho y el deber educativo de los padres

Como ha recordado el Concilio Vaticano II: "Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar a la prole, y por tanto hay que reconocerlos como los primeros y principales educadores de sus hijos. Este deber de la educación familiar es de tanta trascendencia que, cuando falta, difícilmente puede suplirse. Es, pues, deber de los padres crear un ambiente de familia animado por el amor, por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favorezca la educación íntegra personal y social de los hijos. La familia es, por tanto, la primera escuela de las virtudes sociales, que todas las sociedades necesitan".

El derecho-deber educativo de los padres se califica como esencial, relacionado como está con la transmisión de la vida humana; como original y primario, respecto al deber educativo de los demás, por la unicidad de la relación de amor que subsiste entre padres e hijos; como insustituíble e inalienable y que, por consiguiente, no puede ser totalmente delegado o usurpado por otros. (36)

. . . Así la familia de los bautizados, convocada como iglesia doméstica por la Palabra y por el Sacramento, llega a ser a la vez, como la gran Iglesia, maestra y madre. (38)

Debe asegurarse absolutamente el derecho de los padres a la elección de una educación conforme con su fe religiosa. . . Por tanto, todos aquellos que en la sociedad dirigen las escuelas, no deben olvidar nunca que los padres han sido constituídos por Dios mismo como los primeros y principales educadores de los hijos, y que su derecho es del todo inalienable. Pero como complementario al derecho, se pone el grave deber de los padres de comprometerse a fondo en una relación cordial y efectiva con los profesores y directores de las escuelas. (40)

Familiaris Consortio, 36, 38, 40

2.20     Trabajo con los Padres

Hay casos en los que conviene ver a los padres de algunos niños para ponerse de acuerdo con ellos; hay que dejar siempre entrever a los padres que sus hijos permiten esperar mucho, y que con un poco de trabajo y mucho cuidado, obrando de acuerdo, se llegará a formarlos bien.

Regla de 1837, 16

2.22     Corresponsabilidad y subsidiaridad

Esta corresponsabilidad se expresa según la diversidad de tareas y se desarrolla a través de las estructuras establecidas por el derecho propio.

Las atribuciones de cada instancia han de ser delimitadas y respetadas, según el principio de subsidiaridad. Los órganos de gobierno toman las decisiones de su competencia según las Constituciones. La instancia superior sólo interviene cuando la situación lo exige.

Constituciones, 119

2.24     Movimento Champagnat de la Familia Marista

Es fácil trazar los ejes principales del Movimiento Champagnat. Haciendo caso omiso de diferencias de vocabulario, estos ejes principales son fácilmente reconocibles en la vida de varios grupos y de muchas personas adictas a la obra de los hermanos. Existe, por ejemplo, un deseo claro de:

o        ser apóstoles de Jesús en vuestro entorno y desde vuestro estado de vida,

o        amar e imitar a la santísima Virgen,

o        reunirse en pequeños grupos para compartir la fe en Jesucristo y la experiencia en la acción apostólica,

o        dar testimonio, con vuestra manera de vivir, de la espiritualidad de Marcelino Champagnat.

H. Charles Howard, "Movimento Champagnat de la Familia Marista", Circulares, 1990, p. 415

 

3.      Entre los jóvenes, particularmente entre los más desfavorecidos

3.1       Los jóvenes a quienes Marcelino deseaba especialmente servir

Y ya que queréis entregaros a la educación cristiana de los niños - que es la finalidad de vuestra vocación - cosa que yo apruebo encantado, quisiera que dedicarais los primeros esfuerzos de vuestro celo a los niños más ignorantes y abandonados. De modo que os propongo que vayáis a dar clase a las aldeas de la parroquia.

Vida, VII, p. 74

La instrucción de los niños en general y en particular de los pobres huérfanos es el objeto de nuestra Institución. Tan pronto como hayamos terminado la casa del Hermitage y cuando nuestros medios nos permitan utilizar una buena toma de agua para hacer frente a los gastos de la construcción, recibiremos a los niños de los asilos de caridad; les daremos una profesión por medio de una educación cristiana. Aquellos de entre ellos que tengan disposición para la virtud y para la ciencia serán empleados en la casa.

Prospecto de 1824

El objeto de la Congregación es además, dirigir Orfanatos o asilos para los jóvenes que han salido de la mala vida o expuestos a perder las costumbres.

Estatutos 1828

Los Hermanos de María que tienen por objetivo principal la instrucción de los pobres enseñarán la lectura, la escritura, el cálculo, los principios de Gramática y sobre todo la práctica de la religión. Sus escuelas serán gratuitas y se pondrán de acuerdo con los ayuntamientos sobre los medios de procurarles una existencia digna y poco costosa.

Artículo primero, Estatutos 1830

 

3.2       A ejemplo del Fundador

Nuestro Fundador, que tanto amó a los pobres ha querido enviarnos preferentemente a ellos, aunque sin excluír a nadie. La vida austera de sus primeros discípulos les permitía sentirse como uno más entre aquellos a quienes se dedicaban.

Constituciones, 33

Por fidelidad a Cristo y al Fundador, amamos a los pobres: son bendecidos del Señor, atraen sobre nosotros sus bondades y nos evangelizan.

Guiados por la Iglesia y según nuestra vocación propia, nos hacemos solidarios de los pobres y de sus causas justas. Les damos preferencia allí donde nos encontremos, cualquiera que sea nuestro empleo. Apreciamos los lugares y casas que nos permiten compartir su condición y aprovechamos las ocasiones que nos ponen en contacto con la realidad de su vida cotidiana.

La preocupación por los pobres nos impulsa a descubrir las causas de su miseria y a liberarnos de todo prejuicio o indiferencia respecto de ellos. Por lo mismo, nos sentimos más responsables de los bienes que están a nuestro uso y que debemos compartir con los más necesitados. Evitamos ofenderlos con un nivel de vida más holgado de lo necesario.

Nuestra misión de educadores de la juventud nos compromete a trabajar por la promoción de la justicia.

Constituciones, 34

La experiencia enseña que la vitalidad de una familia religiosa guarda estrecha relación con su vivencia de la pobreza evangélica. . . Manifestamos preferencia por los pobres y compartimos con ellos nuestra vida y nuestro trabajo.

Constituciones, 167

3.3       Gritos de los jóvenes

Para nosotros, estos clamores se han convertido en "signos de los tiempos":

·         El clamor dolorido de tantos pobres y marginados que, en todo el mundo, son dejados de lado.

·         El clamor angustiado de los jóvenes sin empleo, cuyas cualidades son menospreciados.

·         El clamor silencioso de cuantos son despreciados, de los que viven en la soledad, de los sin voz y sin libertad.

·         El clamor desesperado de tantos jóvenes que buscan un sentido a sus vidas en paraísos artificiales.

La injusticia de estructuras capaces de engendrar tanto sufrimiento clama al cielo.

·         El clamor de los niños de la calle, abandonados, condenados a una vida inhumana.

·         El clamor de los niños, víctimas injustas del hambre y de la guerra.

·         El clamor de los niños desalentados por el fracaso escolar.

·         El clamor de los hijos del divorcio, de las familias destrozadas.

·         El clamor de los niños cuyos cuerpos se venden y se compran.

Detrás de cada uno de esos doloridos, se esconde el rostro de Jesús.

Detrás de estos gritos, resuena el grito de Jesús en la Cruz .

Pero escuchamos también los gritos de esperanza:

·         de los que luchan por los derechos humanos

·         de los que construyen la paz

·         de los que se esfuerzan por eliminar la miseria

·         de los que propugnan una sociedad más justa

·         de los que trabajan en el mundo de la educación

·         de los que defienden el respeto a la vida

·         de los que promueven la salvaguarda de la Creación

·         de los que anuncian la Buena Noticia.

En estos gritos de esperanza brota la semilla del Reino y se manifiesta la presencia del Espíritu.

19 Capítulo General, Mensaje 5,6,7,

Signos de esperanza.

·         La sed y la búsqueda de Dios y del sentido de la vida entre los jóvenes, aunque sea a veces en medio de manifestaciones equívocas.

·         * El deseo de los pobres y de los marginados de llegar a ser protagonistas de su liberación y de su desarrollo, particularmente frente a las estructuras opresivas.

·         Los ciudadanos que presionan para instaurar estructuras democráticas en sus países; para conseguir un respeto mayor de los derechos humanos y de la libertad.

·         Una mayor sensiblidad por los valores de la cultura.

·         Asociaciones no gubernamentales y organizaciones populares se constituyen en ayuda efectiva para los pueblos que sufren catástrofes, guerras, hambres y otras muchas necesidades.

·         Los jóvenes que trabajan para establecer la justicia y se comprometen en llegar a ser promotores de transformación social.

            Después del Concilio Vaticano II, la Iglesia ha modificado su imagen y se ha hecho más consciente de su misión. Entre otros, destacamos tres aspectos más significativos:

·         La conciencia de ser Pueblo de Dios.

·         La opción preferencial por los pobres.

·         La visión de un mundo donde el Espíritu actúa.

            Concretamente y a despecho de múltiples tensiones, se están generando modificiaciones en el funcionamiento y en el acercamiento a su misión:

·         Diálogo con otras religiones.

·         Respeto a otras culturas.

·         Papel y participación de los seglares, hombres y mujeres.

·         Reconocimiento de la subsidiaridad y del pluralismo.

·         Acentuación de la dimensión comunitaria.

            19 Capítulo General, Nuestra Misión 8,9,10.

3.4       Cómo tratar a los alumnos difíciles

Juan Bautista es huérfano y vive como un salvaje. El P. Champagnat, ayudado de personas piadosas, socorrió a su madre moribunda, abandonada por su marido, y en una escasez extrema. Después de la muerte de su madre, Juan Bautista no pudo vivir con los niños de familias caritativas, vecinos que le recogieron. Entonces M. Champagnat le confía a sus Hermanos. El H. Juan Bautista Furet, historiador de nuestro Fundador, escribe:

"Acostumbrado a vivir vagabundo y a merced de sus malas inclinaciones, no pudo soportar la sujeción que suponía la vida reglamentada de un centro educativo... Se fugó varias veces, pues prefería mendigar el pan y vivir en la miseria que doblegar su carácter levantisco y someterse a la disciplina de escuela. Los Hermanos... desalentados... terminaron por pedir al Padre que lo abandonara a su desdichada suerte, pues, le dijeron: 'Estamos perdiendo el tiempo con este niño, y tarde o temprano tendremos que despedirlo...' M. Champagnat tuvo que exhortar a sus Hermanos a tener paciencia y ánimo, durante mucho tiempo. Finalmente Juan Bautista Berne "cambió totalmente; se tornó manso, dócil, bueno y piadoso como un ángel." Después de hacer la primera comunión pidió ser admitido en la comunidad como Hermano. Fue un Hermano piadoso, observante y obediente, y murió como un predestinado a la edad de veintiún años, en los brazos del P. Champagnat, después de haberle agradecido cuanto había hecho por él."

Cuadernos Maristas, 4, 1993, pp. 47-48; cf. Vida, XXI, pp. 524-525

3.5       Educación y amor preferencial por los pobres

A un Hermano Director le decía: "Me pregunta qué medios debe emplear para acertar en su empleo y mejorar su escuela. Estos me parecen los mejores:...Preocúpese especialmente de los niños pobres, de los más ignorantes, de los menos capacitados. Trate a estos niños con suma bondad, pregúnteles con frecuencia y no tema manifestarles en todo momento que los quiere más porque se hallan más desprovistos de privilegios y bienes naturales. Los niños pobres son para una clase lo que los enfermos para una comunidad: causa de bendición y prosperidad cuando se los mira con ojos de fe y se los trata como a miembros dolientes de Jesucristo."

Vida, XX, pp. 519

3.6       Audaces y decididos

Creemos que participamos de la misión de Jesús "enviado a anunciar la buena noticia a los pobres". Y porque, hoy más que nunca, aumenta el número de pobres y marginados a los que no se les anuncia el evangelio. Nos sentimos llamados a recrear la experiencia Montagne por fidelidad a Cristo y al Fundador, a educar en solidaridad y para la solidaridad como poderoso instrumento de evangelización y a evangelizar puesto que es el mejor servicio que podemos prestar a la humanidad. (10)

Ha llegado la hora de asumir colectivamente, de manera decidida e inequívoca, la llamada evangélica a la solidaridad (20)

19 Capítulo General, Solidaridad, 10,20

Atentos a los jóvenes y disponibles al Espíritu

Vamos al encuentro de los jóvenes allí donde están. Somos audaces para penetrar en ambientes quizá inexplorados, donde la espera de Cristo se manifiesta en la pobreza material y espiritual. En los contactos con los jóvenes, les damos muestras de una atención impregnada de humildad, sencillez y desinterés.

Les presentamos a Cristo, Verdad liberadora, que llama a cada uno por su nombre. Los ayudamos a descubrir su propia vocación en la Iglesia y en el mundo. Permanecemos siempre abiertos al Espíritu Santo, que nos interpela a través de la realidad de sus vidas y que nos impulsa a acciones valientes.

Constituciones, 83

Discernir las llamadas

La fidelidad a nuestra misión exige atención continua a los signos de los tiempos, a las llamadas de la Iglesia y las necesidades de la juventud. Esta atención nos permite adaptar las estructuras y nos impulsa a tomar decisiones valientes, a veces inéditas.

Tomamos las opciones apostólicas en discernimiento comunitario y con la mediación de los Superiores.

Constituciones, 168

3.7       Transformar nuestras obras

. . . Pero es importante que en esa influencia no nos dominen, que no nos priven de libertad evangélica. Hay que buscar cómo transformar nuestras obras de modo que respondan a lo que la Iglesia espera y los jóvenes necesitan; de modo que nos ayuden a ser verdaderamente aquello a lo que hemos sido llamados y por lo que hemos entregado nuestra vida: apóstoles de Jesucristo, discípulos de Champagnat.

Hermano Benito Arbués, "Caminar con paz, pero de prisa", Circulares, 1997, 31

3.8       Caminar con paz pero de prisa

Es importante crear nuevas presencias que sean puntos de referencia para re-crear nuestra vida-en-misión según el carisma del P. Champagnat. La refundación del Instituto necesita estas fundaciones que hagan visible y actual la intuición del P. Champagnat, sensible ante las necesidades de su tiempo, sobre todo ante la ignorancia religiosa y las situaciones de pobreza de la niñez y de la juventud (cf C2). Sé que es difícil pensar en esto cuando se constata la limitación de los recursos humanos. Ahí es donde se establece el juicio, creo yo, de la fortaleza o debilidad de nuestra fe.

Hermano Benito Arbués, "Caminar con paz, pero de prisa", Circulares, 1997, 31

 

El Capítulo pide al Instituto que se comprometa prioritariamente con los más pobres: Cada Provincia llevará a cabo un proceso de discernimiento. Como consecuencia de dicho discernimiento, pondrá en práctica, dentro de los próximos cuatro años, al menos un proyecto significativo de presencia marista entre los niños y jóvenes más necesitados. Este proyecto será elaborado y realizado en colaboración con seglares.

19 Capítulo General, Mensaje, 27

Creemos que la opción preferencial por los pobres es un imperativo evangélico que nos compromete a trabajar en nuestra misión de educadores por la promoción de la justicia y a ser audaces para penetrar en ambientes quizá inexplorados. Y porque, hoy más que nunca, aumenta el analfabetismo, en su sentido más amplio, a pesar del avance de la técnica. Nos sentimos llamados a insistir en la solidaridad como dimensión esencial de nuestra educación y a poner nuestras obras al servicio de los pobres.

Comprometer a los responsables de cada nivel a dar preferencia a los nuevos proyectos destinados a los niños y jóvenes desfavorecidos.

Instar a todas las Unidades Administrativas a una mayor colaboración entre ellas, aumentando la movilidad de Hermanos cuando un proyecto de solidaridad lo pida.

19 Capítulo General, Solidaridad, 9, 14, 15

Nuestros pensamientos van hacia las jóvenes generaciones que están fuera de los ámbitos escolares.

Esta realidad unida a la pobreza de las familias, debería motivarles a dedicar decididamente su carisma educativo, nutrido en el fuego de la caridad, a nuevas fundaciones donde las diversas formas de pobreza son más agudas, y en respuestas pedagógicas adaptadas a los nuevos requerimientos para la formación integral de la juventud.

Congregación de la Educación Católica y de Seminarios, 1996.

3.9       Correr riesgos

Tener la audacia de perder ciertas seguridades para acercarnos más a los pequeños y a los pobres. No tener miedo de ir a situaciones de frontera.

19 Capítulo General, 20

En los tiempos modernos la actividad misionera se ha desarrollado sobre todo en regiones aisladas, distantes de los centros civilizados e inaccesibles por las dificultades de comunicación, de lengua y de clima. Hoy la imagen de la misión ad gentes quizá está cambiando: lugares privilegiados deberían ser las grandes ciudades, donde surgen nuevas costumbres y modelos de vida, nuevas formas de cultura, que luego influyen sobre la población. Es verdad que la " opción por los últimos " debe llevar a no olvidar los grupos humanos más marginados y aislados, pero también es verdad que no se pueden evangelizar las personas o los pequeños grupos descuidando, por así decir, los centros donde nace una humanidad nueva con nuevos modelos de desarrollo. El futuro de las jóvenes naciones se está formando en las ciudades.

Hablando del futuro no se puede olvidar a los jóvenes, que en numerosos países representan ya más de la mitad de la población. ¿Cómo hacer llegar el mensaje de Cristo a los jóvenes no cristianos, que son el futuro de Continentes enteros? Evidentemente ya no bastan los medios ordinarios de la pastoral; hacen falta asociaciones e instituciones, grupos y centros apropiados, iniciativas culturales y sociales para los jóvenes.

Redemptoris Missio, 37b

 

4.      Somos sembradores de la Buena Nueva

4.1       La misión del Instituto

"Dar a conocer a Jesucristo, hacer amar a Jesucristo - repetía continuamente - es el fin de vuestra vocación, el fin del Instituto. Si no trabajáramos en ello, nuestra congregación sería inútil, y Dios le retiraría su ayuda...En muchas de sus cartas les da los mismos consejos y les pide que recuerden sin cesar a los niños lo mucho que Jesucristo los ha amado, y, por consiguiente, lo mucho que tienen que amarlo.

Vida, VI, p. 341

4.2       Educamos y evangelizamos

Efectivamente no se habla aquí del profesor como de un profesional que se limita a comunicar de forma sistemática en la escuela una serie de conocimientos, sino del educador, del formador de hombres . . .

El Laico Católico Testigo de la Fe en la Escuela, 16

4.4       Formación integral de la persona humana y desarrollo social

Acogiendo y anunciando el Evangelio con la fuerza del Espíritu, la Iglesia se constituye en comunidad evangelizada y evangelizadora y, precisamente por esto, se hace sierva de los hombres. En ella los fieles laicos participan en la misión de servir a las personas y a la sociedad.. . .

Habiendo recibido el encargo de manifestar al mundo el misterio de Dios que resplandece en Cristo Jesús, al mismo tiempo la Iglesia revela el hombre al hombre, le hace conocer el sentido de su existencia, le abre a la entera verdad sobre él y sobre su destino. Desde esta perspectiva la Iglesia está llamada, a causa de su misma misión evangelizadora, a servir al hombre. Tal servicio se enraiza primariamente en el hecho prodigioso y sorprendente de que, "con la encarnación, el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a cada hombre".

Por eso el hombre "es el primer camino que la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión: él es la primera vía fundamental de la Iglesia, vía trazada por el mismo Cristo, vía que inalterablemente pasa a través de la Encarnación y de la Redención".

Christifideles Laici, 36

La formación integral del hombre como finalidad de la educación, incluye el desarrollo de todas las facultades humanas del educando, su preparación para la vida profesional, la formación de su sentido ético y social, su apertura a la trascendencia y su educación religiosa. . . (17)

Todo educador católico tiene en su vocación un trabajo de continua proyección social, ya que forma al hombre para su inserción en la sociedad, preparándolo a asumir un compromiso social ordenado a mejorar sus estructuras conformándolas con los principios evangélicos, y para hacer de la convivencia entre los hombres una relación pacífica, fraterna y comunitaria. . . Al mismo tiempo, el educador laico está llamado a aportar a esa proyeccion y sensibilidad sociales su propia vivencia y experiencia, en orden a que esa inserción del educando en la sociedad pueda alcanzar mejor la fisonomía específicamente laical que la casi totalidad de los educandos están llamados a vivir. (19)

El Laico Católico Testigo de la Fe en la Escuela, 17, 19

4.5       La Misión evangelizadora de la Iglesia

Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad. . . . Para la Iglesia no se trata solamente de predicar el Evangelio en zonas geográficas cada vez más vastas o con poblaciones cada vez más numerosas, sino de alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación.

Evangelii Nuntiandi, 18, 19

La Iglesia ha aprendido que las obras orientadas a la promoción humana y a la justicia son una parte indispensable de su misión evangelizadora. . .

Juan Pablo II a los Obispos en Puebla, 1979

El diálogo interreligioso forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia. . . .

Redemptoris Missio, 55

Conversión continua de todos

En este diálogo de salvación, los cristianos y otras personas están llamados a colaborar con el Espíritu del Señor resucitado que está universalmente presente y activo... a profundizar su compromiso religioso, a responder con creciente sinceridad al llamado personal de Dios y a su gratuita autodonación...(el fin del diálogo interreligioso) es una conversión continua hacia Dios. (Esto) implica por un lado aceptación mutua de las diferencias y aún contradicciones, y por otro, respeto hacia las decisiones libres de las personas tomadas de acuerdo a su conciencia.

Diálogo y Proclamación. Pontificio Consejo para el Diálogo interreligioso, 1991, 40, 41

4.6       El Reino de Dios

El Reino está destinado a todos los hombres, dado que todos son llamados a ser sus miembros. Para subrayar este aspecto, Jesús se ha acercado sobre todo a aquellos que estaban al margen de la sociedad, dándoles su preferencia, cuando anuncia la " Buena Nueva ". La liberación y la salvación que el Reino de Dios trae consigo alcanzan a la persona humana en su dimensión tanto física como espiritual. Dos gestos caracterizan la misión de Jesús: curar y perdonar. . . (14)

El Reino tiende a transformar las relaciones humanas y se realiza progresivamente, a medida que los hombres aprenden a amarse, a perdonarse y a servirse mutuamente. . . Por tanto la naturaleza del Reino es la comunión de todos los seres humanos entre sí y con Dios. El Reino interesa a todos: a las personas, a la sociedad, al mundo entero. Trabajar por el Reino quiere decir reconocer y favorecer el dinamismo divino, que está presente en la historia humana y la transforma. Construir el Reino significa trabajar por la liberación del mal en todas sus formas. En resumen, el Reino de Dios es la manifestación y la realización de su designio de salvación en toda su plenitud. (15)

Es verdad, pues, que la realidad incipiente del Reino puede hallarse también fuera de los confines de la Iglesia, en la humanidad entera, siempre que ésta viva los " valores evangélicos " y esté abierta a la acción del Espíritu que sopla donde y como quiere (cf. Jn 3, 8); pero además hay que decir que esta dimensión temporal del Reino es incompleta, si no está en coordinación con el Reino de Cristo, presente en la Iglesia y en tensión hacia la plenitud escatológica. . . La Iglesia, es sacramento de salvación para toda la humanidad y su acción no se limita a los que aceptan su mensaje. Es fuerza dinámica en el camino de la humanidad hacia el Reino escatológico; es signo y a la vez promotora de los valores evangélicos entre los hombres.

Redemptoris Missio, 12 - 20

4.7       Su deseo de llevar a los niños a Jesús

En los viajes, si se encontraba con niños, trababa inmediatamente conversación con ellos, y, tras un rato de charla, les preguntaba amablemente si habían hecho la primera comunión, si acudían a la catequesis parroquial, y se informaba hábilmente de si conocían los misterios y demás verdades esenciales para la salvación, preguntándoselas o enseñándoselas, sin que ellos lo advirtieran.

Se le oyó repetir a menudo: "No puedo ver a un niño sin sentir deseos de enseñarle el catecismo, de decirle cuánto lo amó Jesucristo y cuánto debe, a su vez, amar al divino Salvador."

Vida, XX, p. 504

4.8       Cómo presentar a Jesucristo

La evangelización también debe contener siempre - como base, centro y a la vez culmen de su dinamismo - una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios.

Evangelii Nuntiandii, 27

Nuestro servicio de evangelización tiende a formar auténticos discípulos de Jesucristo. Lo ejercemos sobre todo por el testimonio de vida y por los contactos en que traslucimos nuestra capacidad de escucha y diálogo. Damos preferencia a la catequesis. Nos dedicamos con entusiasmo a este ministerio, según nuestras aptitudes, confiados en la ayuda del Señor y la protección de María. Ponemos particular interés en los movimientos apostólicos de jóvenes, que constituyen un complemento de la catequesis. Teniendo en cuenta la estrecha vinculación entre evangelización y promoción humana, ayudamos a quienes padecen necesidad y cooperamos con los que trabajan por la justicia y la paz.

Constituciones, 86

4.10     Jesús nos revela lo que significa ser plenamente humanos

En realidad, el misterio del hombre no se aclara de verdad sino en el misterio del Verbo encarnado. . . (Cristo) pone de manifiesto plenamente al hombre ante sí mismo y descubre la sublimidad de su vocación. . . por su Encarnación, se ha unido en cierto modo con todos los hombres: trabajó con manos de hombre, reflexionó con inteligencia de hombre, actuó con voluntad humana y amó con humano corazón. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado.

Gaudium et Spes, 22

4.14     Apóstoles de los jóvenes

Al fundar el Instituto, el Padre Champagnat no sólo se propuso dar instrucción primaria a los niños, ni sólo enseñarles las verdades religiosas, sino, sobre todo, ofrecerles una educación en el sentido que acabamos de decir.

"Si nos limitáramos a enseñar las ciencias profanas, no tendrían razón de ser los Hermanos; eso ya lo hacen los maestros. Si sólo nos propusiéramos la instrucción religiosa, nos limitaríamos a ser simples catequistas y reunir a los niños una hora diaria para hacerles recitar el catecismo.

No, nuestro propósito es más ambicioso: queremos educar al niño, esto es, darle a conocer su deber y enseñarle a cumplirlo; inculcarle espíritu, sentimientos y costumbres religiosas, las virtudes del cristiano y del honrado ciudadano".

Vida, XXIII, p. 547

Para el Hermano, el celo es la piedra filosofal, funciona como la alquimia, convirtiendo todas las acciones realizadas con celo, en oro,.el celo que ustedes tienen al conducir a los niños a Dios, transformará en oro, esto es, en actos de virtud, sus acciones más ordinarias y todo su desempeño en la clase. ¡Oh, qué gran diferencia hay entre un Hermano que enseña con celo apostólico y otro que trabaja simplemente como un instructor que busca cumplir con su profesión!

Vida XXIII, p. 545.

El maestro participa esencialmente de lo más noble que hay en la paternidad divina. La educación es un apostolado y una especie de sacerdocio. Tal ha sido el sentir perenne de la Iglesia.                                                                                

ALS XLI, p. 385

 

4.15     Educación integral

"Educar a un niño no se reduce a enseñarle a leer, escribir y darle las primeras nociones de las materias de la enseñanza primaria. Tales conocimientos serían suficientes si el hombre hubiera nacido sólo para este mundo. Pero el hombre tiene otro destino: el cielo, Dios. Y para el cielo y para Dios hay que educarlo. Educar a un niño es, pues, hacerle consciente de ese destino maravilloso y sublime y poner a su alcance los medios de conseguirlo. En definitiva, se trata de hacer del niño un buen cristiano y un honrado ciudadano".

Vida, XXIII, p. 547.

 

4.16     Visión de la persona humana y del mundo

Toda educación está, pues, guiada por una determinada concepción del hombre. Dentro del mundo pluralista de hoy, el educador católico está llamado a guiarse conscientemente en su tarea por la concepción cristiana del hombre en comunión con el magisterio de la Iglesia.

Concepción que, incluyendo la defensa de los derechos humanos, coloca al hombre en la más alta dignidad, la de hijo de Dios; en la más plena libertad, liberado por Cristo del pecado mismo; en el más alto destino, la posesión definitiva y total del mismo Dios por el amor. Lo sitúa en la más estrecha relación de solidaridad con los demás hombres por el amor fraterno y la comunidad eclesial; lo impulsa al más alto desarrollo de todo lo humano, porque ha sido constituído señor del mundo por su proprio Creador; le da, en fin, como modelo y meta a Cristo, Hijo de Dios encarnado, perfecto Hombre. . .

El Laico católico, 18

En qué consiste la educación:

Educar al niño será, pues:

1. Darle sólidos principios religiosos.

2. Enderezar sus tendencias torcidas.

3. Moldearle el corazón.

4. Formar la conciencia del niño.

5. Formarlo en la piedad.

6. Conseguir que se encariñe con la virtud y la religión.

7. Robustecer su voluntad y acostumbrarle a obedecer.

8. Formarle el juicio.

9. Dar temple y pulido a su carácter.

10. Ejercer sobre él continua vigilancia.

11. Inculcarle amor al trabajo.

12. Darle los conocimientos e instrucción que pidan su condición y estado.

13. Mirar por su salud corporal.

14. Proporcionarle todos los medios para adquirir la perfección de su ser.

ALS, XXXV, pp. 330-338

4.17     Los alumnos sujetos activos en su propia educación

Porque el niño, para colaborar en su propia educación, necesita absolutamente la ayuda de la gracia. Lo primero que precisa para esa colaboración es la piedad. . .. . . el niño ha de oponerse con denuedo a la propia naturaleza. Se le puede ayudar y dar ánimos, pero en última instancia le toca a él desarraigar el mal, cultivar el bien, corregir los defectos y perfeccionar las cualidades                   

                                                           ALS, XLI, pp. 392

4.18     El respeto a la conciencia

Uno de los puntos más importantes en la educación de los niños es inculcarles amor a la religión e inducirlos a cumplir sus deberes con amor...

Evitar lo que sea coacción en cuestiones religiosas. La Religión no se impone a la fuerza, tiene que penetrar el corazón como una suave gota de rocío. Jesucristo mismo nunca quiso hacer nada por imposición: "si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos de Dios". Es sumamente importante entender esto plenamente, porque la coacción moral no hace a los niños virtuosos, sino hipócritas; si son hechos virtuosos a la fuerza, si son reprendidos.

Guía (1853), pp. 121-122

4.19     Con un estilo acogedor

Así pues, como experto, acoge a los alumnos con simpatía y caridad. Los acepta como son. Explica que la duda y la indiferencia son fenómenos comunes y comprensibles. Luego les invita amistosamente a buscar y descubrir juntos el mensaje evangélico, fuente de gozo y serenidad. A preparar el terreno contribuirán la personalidad y prestigio del profesor. Añádase a ello su vida interior y la oración por quienes le están confiados.                                                                                             

Dimensión Religiosa de la Educación en la Escuela Católica, 71

4.20     Libertad y responsabilidad

En la profundidad de su conciencia descubre el hombre una ley que no se da él a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz suena con claridad a los oídos del corazón cuando conviene … El hombre lleva en su corazón la ley escrita por Dios, a la que su propia dignidad le obliga a obedecer y según la cual será juzgado. La conciencia es como un núcleo recóndito, como un sagrario dentro del hombre, donde tiene sus citas a solas con Dios, cuya voz resuena en el interior.

Gaudium et Spes, 16

Es necesario hacer llegar el Evangelio de la vida al corazón de cada hombre y mujer e introducirlo en lo más recóndito de toda la sociedad. (80)

Para ser verdaderamente un pueblo al servicio de la vida debemos, con constancia y valentía, proponer estos contenidos desde el primer anuncio del Evangelio y, posteriormente, en la catequesis y en las diversas formas de predicación, en el diálogo personal y en cada actividad educativa. . . hallaremos preciosos puntos de encuentro y de diálogo incluso con los no creyentes, comprometidos todos juntos en hacer surgir una nueva cultura de la vida. (82)

                                               Evangelium Vitae, 80-82

4.21     Diálogo de vida

            El llamado "diálogo de vida" por el cual los creyentes de las diversas religiones atestiguan unos a otros en la existencia cotidiana los propios valores humanos y espirituales, y se ayudan a vivirlos para edificar una sociedad más justa y fraterna.

Redemptoris Missio, 57.

4.22     Inculturación

El proceso de inserción de la Iglesia en las culturas de los pueblos requiere largo tiempo: no se trata de una mera adaptación externa, ya que la inculturación " significa una íntima transformación de los auténticos valores culturales mediante su integración en el cristianismo y la radicación del cristianismo en las diversas culturas". Es, pues, un proceso profundo y global que abarca tanto el mensaje cristiano, como la reflexión y la praxis de la Iglesia. . . Por medio de la inculturación la Iglesia encarna el Evangelio en las diversas culturas y . . . transmite a las mismas sus propios valores, asumiendo lo que hay de bueno en ellas y renovándolas desde dentro.

Redemptoris Missio, 52, 53

4.23     Evangelizar la cultura y las culturas del hombre

. . . lo que importa es evangelizar. . . la cultura y las culturas del hombre . . . tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes las relaciones de las personas entre sí y con Dios. . . La ruptura entre Evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de nuestro tiempo, como lo fue también en otras épocas.

Evangelii Nuntiandi, 20

El servicio a la persona y a la sociedad humana se manifiesta y se actúa a través de la creación y la transmisión de la cultura . . . la cultura debe considerarse como el bien común de cada pueblo, la expresión de su dignidad, libertad y creatividad, el testimonio de su camino histórico. En concreto, sólo desde dentro y a través de la cultura, la fe cristiana llega a hacerse histórica y creadora de historia.

Frente al desarrollo de una cultura que se configura como escindida, no sólo de la fe cristiana, sino incluso de los mismos valores humanos, como también frente a una cierta cultura científica y tecnológica, impotente para dar respuesta a la apremiante exigencia de verdad y de bien que arde en el corazón de los hombres, la Iglesia es plenamente consciente de la urgencia pastoral de reservar a la cultura una especialísima atención.

Por eso la Iglesia pide que los fieles laicos estén presentes, con la insignia de la valentía y de la creatividad intelectual, en los puestos privilegiados de la cultura, como son el mundo de la escuela y de la universidad, los ambientes de investigación científica y técnica, los lugares de la creación artística y de la reflexión humanista. Tal presencia está destinada no sólo al reconocimiento y a la eventual purificación de los elementos de la cultura existente críticamente ponderados, sino también a su elevación mediante las riquezas originales del Evangelio y de la fe cristiana.

Christifideles Laici, 44

Presencia de los Religiosos en el campo de la educación

Por su especial consagración, por la peculiar experiencia de los dones del Espíritu, por la escucha asidua de la Palabra y el ejercicio del discernimiento, por el rico patrimonio de tradiciones educativas acumuladas a través del tiempo por el propio Instituto, por el profundo conocimiento de la verdad espiritual, las personas consagradas están en condiciones de llevar a cabo una acción educativa particularmente eficaz, contribuyendo específicamente a las iniciativas de los demás educadores y educadoras.

Las personas consagradas, con este carisma, pueden dar vida a ambientes educativos impregnados del espíritu evangélico de libertad y de caridad, en los que se ayude a los jóvenes a crecer en humanidad bajo la guía del Espíritu. De este modo la comunidad educativa se convierte en experiencia de comunión y lugar de gracia, en la que el proyecto pedagógico contribuye a unir en una síntesis armónica lo divino y lo humano, Evangelio y cultura, fe y vida.

                                   Vita Consecrata, 96

4.26    Los jóvenes, esperanza de la Iglesia

A los hombres y mujeres de nuestro siglo, a todos ustedes queridos jóvenes, que tienen hambre y sed de la Verdad, la Iglesia se les presenta como compañera de camino . Ella les ofrece el eterno mensaje evangélico y les confìa una exultante tarea apostolica: ser protagonistas de la Nueva Evangelización.

Como fiel depositaria y custodia de la riqueza de la fe trasmitida a ella por Cristo, está pronta a iniciar el diálogo con las nuevas generaciones, con el propósito de responder a sus necesidades y expectativas y de encontrar en un diálogo abierto y franco los caminos más apropiados para alcanza la fuente de la salvación divina.

A ustedes jóvenes les es confiada de una manera especial la tarea de llegar a ser heraldos de esperanza y constructores de paz (cf Mt 5,9) en un mundo que tiene una gran necesidad de testigos creíbles y de mensajeros coherentes. Hallen cómo hablar a los corazones de los contemporáneos que padecen sed de verdad y felicidad a través de una búsqueda constante y a menudo inconsciente de Dios.

Mensaje del Papa Juan Pablo II a los jóvenes 1993, 4, 5

El Sínodo ha querido dedicar una particular atención a los jóvenes. Y con toda razón. En tantos países del mundo, ellos representan la mitad de la entera población y, a menudo, la mitad numérica del mismo Pueblo de Dios que vive en esos países. Ya bajo este aspecto los jóvenes constituyen una fuerza excepcional y son un gran desafío para el futuro de la Iglesia.

Los jóvenes no deben considerarse simplemente como objeto de la solicitud pastoral de la Iglesia; son de hecho - y deben ser incitados a serlo - sujetos activos, protagonistas de la evangelización y artífices de la renovación social. La juventud es el tiempo de un descubrimiento particularmente intenso del propio "yo" y del propio "proyecto de vida"; es el tiempo de un crecimiento que ha de realizarse "en sabiduría, en edad y en gracia ante Dios y ante los hombres" (Lc 2, 52). La Iglesia tiene tantas cosas que decir a los jóvenes, y los jóvenes tienen tantas cosas que decir a la Iglesia.

                                                                                  Christifideles Laici, 46

4.27         La presencia de Dios en las tradiciones individuales y religiosas más allá de la Iglesia

(N)o es posible limitarse a los dos mil años transcurridos desde el nacimiento de Cristo. Hay que mirar atrás, comprender toda la acción del Espíritu Santo aún antes de Cristo: desde el principio, en todo el mundo y, especialmente, en la economía de la Antigua Alianza. En efecto, esta acción en todo lugar y tiempo, más aún, en cada hombre, se ha desarrollado según el plan eterno de salvación, por el cual está íntimamente unida al misterio de la Encarnación y de la Redención. . .

Pero, . . . debemos mirar más abiertamente y caminar " hacia el mar abierto ", conscientes de que " el viento sopla donde quiere ", según la imagen empleada por Jesús en el coloquio con Nicodemo. El Concilio Vaticano II . . . nos recuerda la acción del Espíritu Santo incluso " fuera " del cuerpo visible de la Iglesia. Nos habla justamente de " todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo visible. . .                                                               

Dominum et Vivificantem, 53

Dios llama a sí a todas las gentes en Cristo, queriendo comunicarles la plenitud de su revelación y de su amor; y no deja de hacerse presente de muchas maneras, no sólo en cada individuo sino también en los pueblos mediante sus riquezas espirituales, cuya expresión principal y esencial son las religiones, aunque contengan "lagunas, insuficiencias y errores".

                                                                       Redemptoris Missio, 55

4.28     La oración en común en pueblos de diversas confesiones religiosas

Toda auténtica oración se hace bajo la influencia del Espíritu Santo "que intercede insistentemente por nosotros, porque no sabemos el modo de rezar como nos conviene" pero El ora en nosotros con gemidos inenarrables y Aquel que escudriña en lo secreto de nuestros corazones conoce cuáles son los deseos del Espíritu (cf. Rom. 8, 26-27). Podemos realmente afirmar que toda oración auténtica es motivada por el Espíritu Santo que está misteriosamente presente en el corazón de todo ser humano.

Exhortación de Juan Pablo II, a la Curia Romana después del Día mundial de la Oración por la Paz en Asís. Boletín para el Secretariado de los no Cristianos, 1987, 11

4.29    La salvación para todos.

El misterio de salvación alcanza de una forma sólo conocida por Dios (a aquéllos que no son conscientes que Jesucristo es la fuente de su salvación) a través de la acción invisible del Espíritu Santo. Concretamente es por la práctica sincera de lo que es bueno en su tradición religiosa y por el seguimiento de los dictados de su conciencia que los miembros de otras religiones responden positivamente a la invitación de Dios y reciben la salvación en Jesucristo, aún cuando no lo reconozcan o lo acepten como su Salvador.

Diálogo y Proclamación. Consejo Pontificio para el Diálogo interreligioso, 29

 

4.30     La construcción de la unidad cristiana.

De ello resulta inequívocamente que el ecumenismo, el movimiento a favor de la unidad de los cristianos, no es sólo un mero "apéndice", que se añade a la actividad tradicional de la Iglesia. Al contrario, pertenece orgánicamente a su vida y a su acción y debe, en consecuencia, inspirarlas, y ser como el fruto de un árbol que, sano y lozano, crece hasta alcanzar su pleno desarrollo.

. . . El amor es la corriente profundisima que da vida e infunde vigor al proceso hacia la unidad. Este amor halla su expresión más plena en la oración común. . .

Ut Unum Sint, 20, 21, 22, 28

4.31     Un Dios, un Cristo, caminos convergentes.

(El diálogo) es exigido por el profundo respeto hacia todo lo que en el hombre ha obrado el Espíritu, que "sopla donde quiere". Con ello la Iglesia trata de descubrir las "semillas de la Palabra", el "destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres", semillas y destellos que se encuentran en las personas y en las tradiciones religiosas de la humanidad.        

Redemptoris Missio, 56, 57

La relación de la Iglesia con los musulmanes.

Pero el designio de salvación abarca también a aquellos que reconocen al Creador, entre los cuales están en primer lugar los musulmanes, que confesando profesar la fe de Abraham, adoran con nosotros a un solo Dios, misericordioso, que ha de juzgar a los hombres en el ultimo día.

Lumen Gentium, 16

4.32 Diversidad de situaciones religiosas.

Mirando al mundo actual, desde el punto de vista de la evangelización, se pueden distinguir tres situaciones:

En primer lugar, aquella a la cual se dirige la actividad misionera de la Iglesia: pueblos, grupos humanos, contextos socioculturales donde Cristo y su Evangelio no son conocidos, o donde faltan comunidades cristianas suficientemente maduras como para poder encarnar la fe en el propio ambiente y anunciarla a otros grupos. Esta es propiamente la misión ad gentes.

Hay también comunidades cristianas con estructuras eclesiales adecuadas y sólidas; tienen un gran fervor de fe y de vida; irradian el testimonio del Evangelio en su ambiente y sienten el compromiso de la misión universal. En ellas se desarrolla la actividad o atención pastoral de la Iglesia.

Se da, por último, una situación intermedia, especialmente en los países de antigua cristiandad, pero a veces también en las Iglesias más jóvenes, donde grupos enteros de bautizados han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio. En este caso es necesaria una "nueva evangelización" o " reevangelización "

                                                           Redemptoris Missio, 33

4.33     Los niños y el Reino de los cielos

Qué es el niño?

1. Es la más noble y perfecta de todas las criaturas visibles; "el más asombroso milagro de Dios", en expresión de san Agustín.

2. El niño está hecho a imagen y semejanza de Dios. Como Dios, es trinidad: es un ser vivo, dotado de inteligencia, razón y amor; esas cualidades constituyen el fondo de su naturaleza. A semejanza del Padre, tiene el ser; a semejanza del Hijo, tiene la inteligencia; a semejanza del Espíritu Santo, tiene el amor; a semejanza del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en el ser, en la inteligencia y en el amor, tiene una sola felicidad y vida.

3. El niño es hijo de Dios, hijo del Altísimo. Sí, por enclenque, débil y ruin que os parezca, ese niño no sólo lleva el nombre de hijo de Dios, sino que lo es, y lo es ahora mismo bajo esos harapos que le cubren.

4. El niño es la conquista y precio de la sangre del divino Salvador; es miembro y hermano de Jesucristo, templo del Espíritu Santo y objeto de las complacencias del Padre.

5. El niño es la esperanza del cielo, el amigo y hermano de los ángeles y de los santos. Es el heredero del reino celestial y de las palmas eternas.

6. "El niño es lo más amable y encantador que hay en la tierra, la flor y el adorno del género humano", dice san Macario.

7. El niño es tu hermano y semejante, hueso de tus huesos, es otro tú.

8. El niño es el campo que Dios te ha encargado que cultives: brote tierno, planta débil; pero será un día árbol frondoso cargado de los frutos de todas las virtudes, que proyectará a lo lejos sombra gloriosa y benéfica.

9. El niño es un hilillo de agua, fuente que empieza a manar; pero llegará un día a ser río caudaloso si tú, a imitación del hábil fontanero del que hablan los libros sagrados, procuras encauzar sus aguas dóciles y nunca toleras que vengan a enturbiar su curso otras corrientes extrañas, impuras y amargas.

10. El niño es el objeto de tus afanes, fatigas y ejercicios de virtud. Será tu consuelo en la hora de la muerte, tu defensa ante el Juez divino, tu corona y tu gloria en el cielo.

11. El niño es una bendición del cielo, la esperanza de la tierra, de la que ya es riqueza y tesoro, y un día será fuerza y gloria;

12. El niño, en una palabra, es el género humano, la humanidad entera, nada más y nada menos que el hombre: tiene derecho a la mayor consideración y, a su vez, la debe a los demás. Ya veis lo que es el niño al que debéis reverencia."

ALS, XXXVIII, pp. 355-358

4.35     Bajo el aliento del Espíritu

Puede decirse que el Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización: él es quien impulsa a cada uno a anunciar el Evangelio y quien en lo hondo de las conciencias hace aceptar y comprender la Palabra de salvación. Pero puede decir igualmente que él es el término de la evangelización: solamente él suscita la creación, la humanidad nueva. . . A través de él, la evangelización penetra en los corazones, ya que es quien hace discernir los signos de los tiempos - signos de Dios - que la evangelización descubre y valoriza en el interior de la historia.

Evangelii Nuntiandi, 75

4.36     Renovar la faz de la tierra.

El Espíritu es también para nuestra época el agente principal de la nueva evangelización. Será por tanto importante descubrir al Espíritu como Aquel que construye el Reino de Dios en el curso de la historia y prepara su plena manifestación en Jesucristo, animando a los hombres en su corazón y haciendo germinar dentro de la vivencia humana las semillas de la salvación definitiva que se dará al final de los tiempos.

Tertio Millenio Adveniente, 45

4.37     "He sido el sostén de la Iglesia naciente"

"La Sociedad debe iniciar una nueva Iglesia. No uso estas palabras en su sentido literal; sería impío; pero en cierta manera, sí, debemos comenzar una nueva Iglesia. La Sociedad de María, como la Iglesia, se inició con hombres sencillos, poco instruídos, y luego se desarrolló, lo abarcó todo."

P. Colin, Orígenes Maristas, Vol 2, 632

4.38    Si el Señor no construye la casa...

No hay virtud más recomendada por el Padre Champagnat que la confianza en Dios. Miles de veces comentó los dos primeros versículos del salmo, Nisi Dominus aedificaverit domum, y las explicaciones que de ellos dio llenarían volúmenes.

Vida III, p. 299.

4.39     Confianza en María.

Es tu obra, le decía; tú nos has reunido, a pesar de la oposición del mundo, para procurar la gloria de tu divino Hijo. Si no nos socorres pereceremos; nos extinguiremos como lámpara sin aceite. Pero si perece, no es nuestra obra la que perece, es la tuya, pues tú lo has hecho todo entre nosotros. Contamos, pues, contigo, con tu ayuda poderosa; en ella confiaremos siempre.

Vida, IX, p. 96

4.41     Valor de la vocación de educador

"Queridos Hermanos, nos decía en cierta ocasión, ¡qué sublime es vuestra misión a los ojos de Dios! ¡Dichosos de vosotros que habéis sido elegidos para una tarea tan noble! Estáis haciendo lo que Jesucristo en la tierra: los mismos misterios y verdades. . . Educar a un niño, es decir, instruirlo en las verdades religiosas, educarlo en la virtud y enseñarle a amar a Dios, es una misión más sublime y digna que gobernar el mundo".

Vida, XX, pp. 508-509.

El Educador colaborador de Dios.

Pablo planta, Apolo riega, los pedagogos hacen lo que pueden; pero ni el que planta ni el que riega cuentan para nada. Sólo hay uno que cuenta de veras en la educación del hombre: es el que da el crecimiento, es decir, el que desarrolla, robustece, ilumina y levanta, y ése es Dios. . . El maestro, por consiguiente, es sólo el cooperador de Dios en la obra de la educación. Es evidente que, para cooperar adecuadamente con Dios, hay que vivir en íntima unión con él y participar abundantemene de su espiritu.                                     

                                                           ALS,XLI, pp. 390-391

El niño nos es confiado por Dios.

Cuando se os confía un niño, imaginad que Jesucristo os está diciendo lo de la hija del faraón de Moisés, al que acababa de rescatar de las aguas del Nilo: Toma este niño críamele, que yo te lo pagaré (Ex 2,9). Nada más precioso hay en la tierra; te lo confío . . .

                                               ALS, XLI, pp. 391-392

 

 

5.      Con un estilo marista peculiar

5.1          La "Regla de Oro" del Educador Marista.

Para educar a los niños hay que amarlos. Y amarlos a todos por igual. Amar a los niños es entregarse totalmente a su educación, adoptar todos los medios que un celo ingenioso pueda sugerir para formarlos en la virtud y la piedad.

Vida,       XXIII, p. 550

Intenso amor a su profesión y a los niños.

Para desempeñar con acierto la noble función de pedagogo, es preciso estimarla y amar a los niños. Hay que empeñar, en el cumplimiento del deber, la propia existencia, la mente, el corazón, toda la actividad, la vida entera. No admite componendas, reparos ni divisiones. Todos los afectos, todos los afanes del maestro han de dirigirse a sus alumnos. Si no hace más que cumplir con ese oficio, a falta de otro mejor; si no se encariña con sus funciones y sus alumnos; si no se entrega totalmente a su educación, nada bueno podrá hacer.

La educación no consiste en la disciplina ni en la enseñanza; no se da mediante cursos de urbanidad, ni siquiera de religión; se transmite a través de las relaciones cotidianas, continuas, entre profesores y alumnos; de los avisos y consejos personales, los reproches y alientos, las lecciones tan diversas a que dan lugar esas relaciones ininterrumpidas.

Mas para cultivar así individualmente a esas almas jóvenes, con la solicitud que reclaman sus necesidades y flaquezas, se necesita amar a los niños. Cuanto más se les ama, tanto más se hace por ellos, tanto menos cuesta su educación y mayores son las garantías de éxito. ¿Por qué? Porque las palabras y las acciones inspiradas por un afecto de buena ley, llevan consigo una virtud especial, sutil, irresistible. El maestro que ama, puede dar avisos y consejos; el amor que revelan sus palabras les da gracia y fuerza especial, se aceptan sus moniciones como prendas de amistad y se siguen dócilmente sus consejos. El maestro que ama, puede hacer reproches y aplicar penitencias; dentro de su severidad no se advierte prevención ni rigor excesivo; de modo que al alumno le duele más haber apenado a un maestro del que se siente amado, que el castigo que ha sabido merecer.

Amad, pues, a vuestros alumnos, no ceséis en la lucha contra la indiferencia, el cansancio y los sinsabores que sus faltas provocan tan fácilmente. Sin que os desentendáis de sus faltas, que a menudo habréis de castigar, pensad también en todas las buenas cualidades que tienen vuestros muchachos: mirad la inocencia que brilla en su rostro y en su frente serena, ved con qué ingenuidad confiesan las faltas, la sinceridad de su arrepentimiento aunque no dure mucho, la franqueza de sus propósitos aun cuando falten a ellos casi inmediatamente; la generosidad de sus esfuerzos aunque rara vez los prolonguen. Daos por satisfechos con el poco bien que hacen y el mucho mal que dejan de hacer. Y, pórtense como se porten, seguid amándolos mientras estén con vosotros, ya que no hay otra manera de trabajar con provecho en su educación.

Amadlos a todos por igual: no haya proscritos ni favoritos; o más bien, siéntanse todos favorecidos y privilegiados por recibir testimonios individuales de vuestro afecto. ¿Quién os ha confiado esos niños? Dios y la familia de cada uno de ellos. Pues bien Dios es todo amor para el hombre, y todo el que gobierna en su nombre, ha de imitar su providencia y compartir su amor. Referente a los padres de los niños, ¿quién ignora que el corazón de un padre o de una madre es una inextinguible hoguera de amor? En nombre de Dios y de las familias, amad pues, a esos niños: sólo entonces seréis dignos y capaces de educarlos.

ALS, XLI, p. 395

De todas las lecciones que podéis y debéis dar a los alumnos, la primera, la principal, que es a la vez la más meritoria y la más eficaz para ellos, es el buen ejemplo. La instrucción penetra más fácilmente y se graba más hondamente por la vista que por el oído.

ALS, XLI, p. 388

5.3          Presencia entre los jóvenes.

Muy queridos Hermanos, Bartolomé y colaborador:

Me he alegrado mucho al tener noticias suyas. Estoy muy contento de saber que están bien de salud. Sé también que tienen gran número de niños, o sea, que tendrán un gran número de imitadores de sus virtudes, porque sus niños se formarán según sean ustedes, según sean sus ejemplos así ajustarán ellos su conducta. ¡Qué importante es su trabajo y qué sublime! Están continuamente con aquéllos de los que Jesús hacía sus delicias, ya que prohibía expresamente a sus discípulos impedir a los niños acercarse a él. Y ustedes, mi querido amigo, no solamente no quieren impedírselo, sino que hacen todo lo posible para llevarlos a él . Oh, qué bien recibidos serán por este divino maestro. Digan a sus niños que Jesús y María los quieren mucho a todos: a los que son buenos por que se parecen a Jesucristo, que es infinitamente bueno, a los que aún no lo son, porque llegarán a serlo. Que la Santísima Virgen los quiere también, porque es la Madre de todos los niños que están en nuestras escuelas. Díganles asimismo que yo los quiero mucho, que nunca subo al santo altar sin pensar en ustedes y en sus queridos niños. ¡Cuánto me gustaría tener la dicha de enseñar, de consagrar de una manera más directa mis desvelos en formar a estos tiernos niños!

                Todas las demás escuelas van bien. Recen por mí y toda la casa.

Tengo el honor de ser su afectísimo padre en Jesús y María.

Champagnat, Sup. de los Hnos.

Carta 14

5.4         Cercanos a los jóvenes y a su mundo.

Vamos al encuentro de los jóvenes allí donde están. Somos audaces para penetrar en ambientes quizá inexplorados, donde la espera de Cristo se manifiesta en la pobreza material y espiritual.

Constituciones, 83

5.5         La disciplina en la tradición Marista.

Prevenir las faltas

Para que los castigos sean provechosos no se debe usar de ellos sino de vez en cuando y con una gran sabiduría.

El primer deber del educador en relación con los castigos es el de prevenir por la vigilancia y por una conducta irreprochable las infracciones y las faltas, puesto que los niños casi nunca son culpables y frecuentemente es más bien falta de quienes los inducen al mal, que suya propia. Los principales medios que el educador debe emplear para prevenir las faltas son:

2. Mantenerse muy ecuánime, guardar siempre una apariencia seria y preventiva a la vez. Lo que echa a perderlo todo en una escuela es un educador voluble, que pasa de la alegría a la tristeza, que exige de un momento a otro cosas diferentes, que descuida un día lo que ha exigido en otro, que actúa como por resorte o capricho que hoy tolera todo y mañana castiga eso mismo o que perdona todo a algunos y nada a otros.

3. Nunca perder de vista a los niños y mantenerlos siempre ocupados, ser exacto para hacerlo todo a tiempo, pues nada ayuda tanto a los niños, nada los conduce tan rápida y seguramente al cumplimiento del deber en el momento en que estuvieran tentados de apartarse del mismo, como esta vigilancia y esta puntualidad.

4. Avisarles directamente, instruirlos con bondad en sus deberes, reprenderlos con dulzura y firmeza, nunca forzar a un niño que se ve de mal humor o pronto a enojarse y nunca juntar a algunos niños que podrían perjudicarse.

Guía (1853), pp. 55-56

Medios disciplinarios

La misma vigilancia que previene tantas infracciones, no logra impedirlas todas. Debe, pues, el Maestro saber influir en la voluntad del niño, sirviéndose aislada o simultáneamente de los diversos medios capaces de obrar sobre la misma, a saber: llamamiento a la razón y a la conciencia, laudable emulación, deseo de alabanzas y premios, temor de los castigos, etc.

Guía, (1928), p.114

Cualidades de la disciplina en nuestros Colegios

La disciplina es de necesidad absoluta en la Escuela, pero no basta una disciplina cualquiera para educar al niño, formar su voluntad y habituarle a la práctica del bien.

Para eso la disciplina debe ser paternal; pues de otro modo, en lugar de mejorar al niño, lo hace peor; aparte de que envilece a los que la soportan y más aún a los que la imponen. Ahora bien, para que la disciplina sea paternal, debe ir unida a la religión, al amor y la indulgencia.

1° Religión, sometiendo al niño por motivos sobrenaturales y enseñándole que la autoridad y la ley proceden de Dios.

2° El amor. El Maestro que ama puede enseñar; puede avisar y aconsejar; sus advertencias serán recibidas como favores y seguidas como oráculos. Puede amonestar, reprender y castigar si así lo exigen el orden general o el bien particular del culpado.

3° La indulgencia. Así, el Hermano enseñará a sus discípulos con todo empeño. Pero dispóngase a encontrar inteligencias obtusas en las que la ciencia penetra difícilmente y con lentitud; espíritus veleidosos que se aplican poco, olvidan pronto y no toman nada en serio, particularmente el estudio; espíritus volubles y movedizos que se distraen por una nonada y que olvidan hoy lo que les enseñaron ayer.

Ahora bien, la indulgencia que aquí se recomienda es una indulgencia basada en la razón, prudencia y caridad, y no una indulgencia de debilidad.

Guía, (1928) pp. 94-98

Castigar lo menos posible.

Hay también un gran número de faltas que es preciso perdonar...

No conviene dar castigos generales cuando ocurre una falta grave. Lo que conviene hacer en estas circunstancias es intentar descubrir a los autores del desorden y castigarlos como se lo merecen. Si no es posible conocer quiénes lo son con certeza conviene disimular. Los niños son niños, hay días en que es imposible adivinar qué es lo que los vuelve ligeros y poco aplicados. Lo mejor en estos momentos no es abrumarlos, no se conseguiría sino agriarlos e irritarlos, sino llenarse de paciencia y ocuparlos útilmente. Conduciéndose de esta manera no se compromete la propia autoridad, no se aplican castigos sino con reserva, con equidad, y los niños quedan persuadidos que se les castiga sólo cuando conviene y porque se les quiere.

Guía, (1853) 56-57

 

Dominarse al castigar

En las correcciones y castigos debe el Hermano mantener siempre su alma en paz y procurar no exteriorizar pasión alguna ni tampoco hacer demostración de mal humor. Castigar al alumno en un acceso de cólera ya no sería corrección, sino venganza. . . Por el contrario, un castigo impuesto con serenidad y exigido de la misma manera denota firmeza en el Maestro e impone respeto.

No ha de temer el Hermano decir a un niño: "No le castigo hoy o en este instante porque estoy incomodado".

                                                                                                              Guía, (1853) pp. 60-61

Cualidades de todo castigo

Los castigos, por la forma de imponerlos, deben ser raros, moderados y apacibles, que es precisamente lo que se desprende de los tres deberes que acaban de exponerse.

En sí mismo el castigo ha de ser, justo, proporcionado a la falta, caritativo y prudente.

Guía, (1853) p. 62-63

Los castigos corporales.

"¿Acaso se puede educar a un niño e inspirarle el amor a la virtud a palmetazos? Imposible: . . Es curioso que se pretenda utilizar en la educación del niño un sistema que ni siquiera se nos ocurriría emplear con los animales . . .Semejantes métodos educativos ofenden la dignidad de la persona, degradan al niño, hacen despreciable a quien los utiliza, introducen el desorden en la escuela, destruyen todo sentimiento de amor, aprecio, confianza y respeto que se deben mutuamente maestro y alumnos e inutilizan todas las atenciones prodigadas al niño.

Vida, XXII, pp. 541-542

La Expulsión

La expulsión temporal o definitiva del Colegio es el último de los castigos. Para ello se requieren motivos graves, que no haya esperanza alguna de enmienda, o que el niño que se expulsa sea peligroso para los demás.. . .

Son por lo general casos de expulsión definitiva: las faltas públicas contra las buenas costumbres, la frecuente insubordinación, el escándalo de conversaciones contra la religión, etc. . .

Cuando la expulsión llega a ser inevitable, hay que entenderse con los padres, a ser posible, indicándoles que retiren a su hijo. De esa manera se evita toda escena desagradable.

                                                                                                                             Guía, (1853) p. 72

5.6.         Ser sencillo.

En los contactos con los jóvenes les damos muestra de una atención impregnada de humildad, sencillez y desinterés.

Constituciones 83

5.7          La sencillez, el ejemplo y la coherencia.

El maestro ha de emitir del fondo de su alma ideas conformes a la verdad, sentimientos buenos, nobles, virtuosos, todo lo que constituye la vida moral. Y si todo eso se reduce sólo a palabras y no se traduce en virtud y buenos hábitos, no será más que ruido vano. letra muerta, y no vida que engendra vida, virtud que da virtud.             

                                                                                                                             ALS, XLI, p. 389

5.8          Humildad, Sencillez y Modestia

La humildad es un elemento base para la relación y la intercomunicación, porque va ligada al conocimiento de sí. Significa saber y aceptar la verdad sobre nosotros mismos, con toda honestidad, liberándonos de la vanidad y del desengaño. La sencillez tiene que ver con la manera de llevar a la vida esa verdad sobre uno mismo, manifestándonos con una transparencia personal que permite a los demás conocernos y relacionarse con nosotros tal como somos. La modestia puede entenderse como resultante de la humildad y sencillez, particularmente visible en el respeto con que tratamos a los otros, en la delicadeza que mostramos para con ellos, y en lo que decimos y hacemos. Estas virtudes características "revisten de autenticidad y bondad nuestro trato con los hermanos y demás personas".

H. Charles Howard, Espiritualidad Apostólica Marista, Circulares, 1992, pp. 509-510

5.9          Nuestro espíritu de familia.

Nuestra pedagogía de la presencia y nuestro espíritu de familia, adquieren un gran significado en una sociedad que engendra a menudo egoísmo, individualismo y soledad.

XIX Capítulo General, Mensaje 12.

               

Al llamarnos Hermanos, afirmamos que pertenecemos a una familia unida por el amor de Cristo. Nuestro espíritu de familia encuentra su modelo en el hogar de Nazaret. Está hecho de amor y de perdón, de ayuda y de apoyo, de olvido de sí y de apertura a los demás. Y de alegría.

Constituciones, 6

5.11        Construir la comunidad.

Compartimos nuestra espiritualidad y nuestra pedagogía con los padres de los alumnos, los profesores seglares y los demás miembros de la comunidad educativa. El personal no docente presta, con sus servicios, estrecha colaboración en nuestra tarea apostólica.

Con los alumnos nos comportamos como hermanos y como educadores. Ayudamos a los jóvenes a convertirse en artífices de su propia formación, creando en la escuela una atmósfera de cordialidad y participación.

Constituciones, 88

5.12        Hermanas y hermanos para los jóvenes.

El espíritu de una escuela de Hermanos debe ser un espíritu de familia. Ahora bien, en una familia bien avenida, en una familia ordenada, predominan los sentimientos de mutuo respeto, amor y confianza y no el temor del castigo.

Vida, XXII, p. 542.

5.13        Amor al trabajo.

. . . El espíritu de familia se fomenta y se expresa particularmente por el amor al trabajo, que nos ha caracterizado siempre.

Constituciones, 6

5.14        El ejemplo de Marcelino.

El trabajo nunca supuso para él una carga, y se sometió gustosamente a él desde la infancia. Ya lo vimos ejercitarse en casa de sus padres con éxito en toda clase de trabajos.. . .

Gracias a estas habilidades pudo construir la casita de Lavalla, y en gran parte la del Hermitage; y también llevar a cabo las reparaciones, el mobiliario de la casa, el cercado de la finca y su embellecimiento. . .

No hace falta añadir que se ocupaba en el trabajo manual no tanto por gusto como por necesidad, y que era ésta la última de sus ocupaciones de los Hermanos. Dedicaba largos ratos al estudio, a la instrucción y formación de los Hermanos a despachar la correspondencia, a ocuparse de los balances de la administración del Instituto, a visitar las escuelas, a elaborar, estudiar y meditar las Reglas que quería dar a la comunidad, atender a cuantas personas le consultaban sus problemas, recibir en entrevista a Hermanos y postulantes. Estas eran las ocupaciones que llenaban su jornada, o, mejor, su vida entera. . .

En sus charlas, el padre Champagnat nunca olvidaba infundir a los Hermanos el amor al trabajo y la aversión a la ociosidad. "El trabajo - les decía - es imprescindible para conservar la salud del cuerpo y la pureza del alma. . ."

"Un Hermano - decía el Padre Champagnat - debe prepararse para desempeñar todos los oficios, todos los empleos del Instituto. . ."

Vida, XIV. pp. 426-428, 430, 433

Fue, sin duda, uno de los hombres más abiertos de su tiempo; un hombre que mantuvo señalada lucha contra no pocos prejuicios de la época. Citemos, por vía de ejemplo, el caso del trabajo manual. En 1817 los Vicarios mayores de Lyon expresan oficialmente, por medio de una circular, su opinión del todo contraria al hecho de que el sacerdote se dedique a trabajos manuales. . . Cierto que el P. Champagnat no incurre en la equivocación de abandonar el apostolado por el trabajo manual, pero sabemos que dedica largas horas a éste último y lo veremos ensuciar muchas sotanas por llevar aquella "vida tan rastrera" de que hablan los vicarios mayores. No le importa gran cosa lo que digan de él. "Estoy dispuesto a recibirle a Ud. en mi escuela, si desea ser mi discípulo", dice a uno de sus amigos sacerdotes que le habla irónicamente en el lenguaje de los Vicarios a que aludimos.

Hermano Basilio Rueda, "El Espíritu del Instituto", Ciruclares, 1975, p. 208

5.15       La preparación de clase.

Aún cuando la enseñanza de la Religión sea el fin primero de los Hermanos y que deba ocupar el primer rango en sus escuelas, los otros aspectos de la enseñanza primaria no deben ser descuidados y los Hermanos se aplicarán a comunicárselos a sus alumnos con mucho cuidado y celo, pues es importante que sus clases no dejen nada que desear en la seriedad y en la buena orientación de los estudios a fin de que los padres que les dan preferencia por los principios religiosos, no tengan nada que lamentar y encuentren las ventajas que podrán desear en la instrucción de sus hijos.

Guía (1853), p. 84

5.16        Al estilo de María.

María, educadora de Jesús en Nazaret, inspira nuestra actitud con los jóvenes. Toda acción apostólica es una participación de su maternidad espiritual.

Orientamos el corazón de los jóvenes a María, discípula perfecta de Cristo, y la hacemos conocer y amar, como camino que lleva a Jesús. Confiamos nuestros educandos a esta buena Madre y los invitamos a dirigirse a menudo a ella y a imitarla.

Constituciones, 84

5.17 María, los Maristas y los marginados

En todo esto hay un trasfondo que nos habla de María como persona acostumbrada a convivir entre forasteros, adaptada en medio de extranjeros. . . Ella se relacionaba con los que sufrían la marginación en todos los aspectos, porque ella misma conocía esta experiencia. Pertenecía a ese mundo, conocía las esperanzas y desesperanzas de los pobres, su alegría y su dolor. María anduvo el camino con aquéllos cuya vida es lucha continua. Había polvo en sus pies.

Es importante que nos acerquemos a la esclava del Señor, que escucha en el silencio de la Anunciación; pero es importante igualmente que estemos cerca de ella cuando la vemos relacionarse con el que es creyente, con el refugiado que vive en la angustia, con la gente que va por la vida sin esperanza y temerosa del futuro incierto.

H. Charles Howard, Espiritualidad Apostólica Marista, p. 512

5.26        María, nuestro Recurso Ordinario

Cuando había encomendado a la Santísima Virgen algún asunto, cualquiera que fuera el cariz que tomara, permanecía sereno, totalmente confiado. . . Todo lo esperaba de su protección. MARIA ES NUESTRO RECURSO ORDINARIO era su expresión favorita. . ."Ya sabéis a quién tenemos que acudir para alcanzar favores, a nuestro Recurso ordinario. No temamos acudir demasiado a ella, pues su poder es ilimitado, e inagotables su bondad y el tesoro de sus gracias. Además, tiene la misión de atendernos, pues es nuestra Madre, patrona y superiora, y contamos con ella para todo. Esta comunidad es obra suya.

Vida, VII, pp. 352-353

El Acordaos en la nieve.

Corría el mes de febrero de 1823. Uno de los Hermanos de Bourg-Argental se hallaba gravemente enfermo. El Padre Champagnat no quería dejar morir a su hijo sin el consuelo de verlo y darle su bendición.

Hacía mal tiempo y el suelo estaba cubierto de nieve, lo que no le arredró para emprender el camino a pie e ir a la cabecera del enfermo, en cuanto se enteró de que estaba en peligro. Después de bendecirlo y consolarlo, se dispuso a regresar a Lavalla, por más que porfiaron en disuadirle, por la cantidad de nieve caída aquel día y del persistente temporal. Llevado de su audacia, el Padre decidió no hacer caso de los ruegos de los Hermanos ni de los consejos de sus amigos. Pronto se arrepentiría.

Para regresar a Lavalla, en compañía del Hermano Estanislao, tuvo que cruzar los montes Pila. Apenas habían transcurrido dos horas de marcha, se extraviaron. Incapaces de dar con rastro alguno de camino, anduvieron a la deriva o, más bien a la buena de Dios. Una fuerte cellisca les daba en la cara y les impedía ver hacia dónde caminaban, hasta el punto que no sabían si adelantaban o retrocedían. Después de varias horas de andar perdidos, el Hermano se sintió tan desfallecido, que el Padre Champagnat tuvo que tomarlo del brazo para guiarlo y mantenerlo en pie. Pero pronto, transido de frío y asfixiado por la nieve, también él se sintió desfallecer, y tuvo que detenerse. Se dirigió al Hermano y le dijo:

"Querido amigo, si la Santísima Virgen no viene en ayuda nuestra, estamos perdidos. Acudamos a ella y supliquémosle que nos saque del peligro en que nos hallamos de perder la vida cubiertos por la nieve, en medio de esos bosques".

Al decir estas palabras, sintió cómo el Hermano se le iba de las manos y se desplomaba de cansancio. Lleno de confianza, se pone de rodillas al lado del Hermano, que parecía haberse desvanecido, y reza fervorosamente el Acordaos. Después, trata de incorporar al Hermano y hacerlo caminar. Apenas habían dado diez pasos, vieron una luz que brillaba no lejos de allí, pues era de noche. Se encaminan hacia la luz y llegan a una casa, donde pasan la noche. Ambos estaban congelados de frío; y el Hermano, sobre todo, tardó en recobrarse.

El Padre Champagnat confesó en diversas ocasiones que de no haberles llegado la ayuda en el momento preciso, ambos hubieran perecido, y que la Santísima Virgen los había librado de una muerte segura.

Vida, VII, pp. 352-355

5.27        El lema de Marcelino.

Desde entonces tomó por divisa: Todo a Jesús por María, y todo a María para Jesús. Esta máxima nos manifiesta el espíritu que le guió y que fue la norma de conducta durante toda su vida.

Vida, VII, p. 342

 

6.      En la escuela

6.1         Los cuatro pilares de la Educacíón.

La educación a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser.

Aprender a conocer, combinando una cultura general suficientemente amplia con la posibilidad de profundizar los conocimientos en un pequeño número de materias. Lo que supone además: aprender a aprender para poder aprovechar las posibilidades que ofrece la educación a lo largo de la vida.

Aprender a hacer a fin de adquirir no sólo una calificación profesional sino, más generalmente, una competencia que capacite al individuo para hacer frente a gran número de situaciones y a trabajar en equipo.

Aprender a vivir juntos desarrollando la comprensión del otro y la percepción de las formas de interdependencia respetando los valores de pluralismo, comprensión mutua y paz.

Aprender a ser para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y responsabilidad personal.

Mientras los sistemas educativos formales propenden a dar prioridad a la adquisición de conocimientos en detrimento de otras formas de aprendizaje, importa concebir la educación como un todo.

La Educación encierra un tesoro. Informe de la UNESCO por J. Delors, presidente 1996.

6.2          Los fines de la educación católica.

(La escuela católica) busca, no en menor grado que las demás escuelas, los fines culturales y la formación humana de la juventud. Su nota distintiva es crear un ambiente de comunidad escolar animado por el espíritu evangélico de libertad y de caridad, ayudar a los adolescentes para que en el desarrollo de la propia persona crezcan a un tiempo según la nueva criatura que han sido constituídos por el bautismo, y ordenar toda la cultura humana según el mensaje de la salvación, de suerte que queden iluminados por la fe los conocimientos que los alumnos van adquiriendo del mundo, de la vida y del hombre. Así pues, la escuela católica a la par que se abre como conviene a las condiciones del progreso actual educa a sus alumnos para conseguir eficazmente el bien de la ciudad terrestre, y los prepara para servir a la difusión del reino de Dios, a fin de que con el ejercicio de una vida ejemplar y apostólica sean como fermento salvador de la comunidad humana.

Gravissimum Educationis, 8

Al proponerse promover entre los alumnos la síntesis entre fe y cultura a través de la enseñanza, la Escuela Católica parte de una concepción del valor del conocimiento humano como tal. Bajo ninguna circunstancia desea desviar la transmisión del conocimiento de su recto objetivo. Escuela Católica. (38)

Respecto a la autonomía de las disciplinas

En este contexto se cultivan todas las disciplinas con el debido respeto al método particular de cada una. Sería erróneo considerar estas disciplinas como simples auxiliares de la fe o como medios utilizables para fines apologéticos. Ellas permiten aprender técnicas, conocimientos, métodos intelectuales, actitudes morales y sociales que capaciten al alumno para desarrollar su propia personalidad humana. Presentan, pues, no sólo un saber que adquirir, sino también valores que asimilar y en particular verdades que descubrir. (39)

La enseñanza como búsquela de la verdad

A la luz de tal concepción global de la misión educativa de la Escuela Católica, el maestro se encuentra en las mejores condiciones para guiar al alumno a profundizar en la fe y, al mismo tiempo, para enriquecer e iluminar el saber humano con los datos de la fe. La enseñanza ofrece numerosas ocasiones para elevar al alumno a perspectivas de fe pero aparte de tales circunstancias, el educador cristiano sabe descubrir la válida aportación con que las disciplinas escolares pueden contribuir al desarrollo de la personalidad cristiana. La enseñanza puede formar el espíritu y el corazón del alumno y disponerlo a adherirse a Cristo de una manera personal y con toda la plenitud de una naturaleza humana enriquecida por la cultura. (40)

.               . . en búsqueda de la Verdad Eterna

. . . El maestro, preparado en la propia disciplina, y dotado además de sabiduría cristiana, trasmite al alumno el sentido profundo de lo mismo que enseña y lo conduce, trascendiendo las palabras, al corazón de la verdad total. (41)

. . . y de valores absolutos

El patrimonio cultural de la humanidad comprende otros valores que están más allá del ámbito específico de lo verdadero. Cuando el maestro cristiano ayuda al alumno a captar, apreciar y asimilar tales valores, lo orienta progresivamente hacia las realidades eternas. Tal dinamismo hacia su fuente explica la importancia de la enseñanza para el crecimiento de la fe. (42)

importancia del maestro cristiano

. . . Mucho dependerá de la capacidad de los maestros el que la enseñanza llegue a ser una escuela de fe, es decir, una transmisión del mensaje cristiano. La síntesis entre cultura y fe se realiza gracias a la armonía orgánica de fe y vida en la persona de los educadores. La nobleza de la tarea a la que han sido llamados reclama que, a imitación del único Maestro, Cristo, ellos revelen el misterio cristiano no sólo con la palabra sino también con sus mismas actitudes y comportamiento. Se comprende así la fundamental diferencia que existe entre una escuela en la cual la enseñanza estuviera penetrada del espíritu cristiano y otra que se limitara a incluir la religión entre las otras materias escolares.

La Escuela Católica, 1977, 38 - 43

6.3          La escuela marista, comunidad educativa

Compartimos nuestra espiritualidad y nuestra pedagogía con los padres de los alumnos, los profesores seglares y los demás miembros de la comunidad educativa. El personal no docente presta, con sus servicios, estrecha colaboración en nuestra tarea apostólica.

Constituciones, 88

6.5          El proyecto educativo

. . . a todos los responsables de la educación - padres de familia, educadores, jóvenes, autoridades escolares - a que aúnen todos los recursos y medios disponibles que permitan a la Escuela Católica desarrollar un servicio verdaderamente cívico y apostólico.

La Escuela Católica, 4

Concepto de ambiente educativo cristiano

. . . Por tanto, personas, espacios, tiempo, relaciones, enseñanza, estudio y actividades diversas son elementos que hay que considerar en una visión orgánica del ambiente educativo. (24)

Características del proyecto educativo

Se trata de un proyecto global "caracterizado", en cuanto dirigido a la consecución de unos objetivos peculiares, que se debe realizar con la colaboración de todos sus miembros. En concreto, el proyecto se configura como un cuadro de referencias que:

* define la identidad de la escuela, explicitando los valores evangélicos en que se inspira;

* precisa los objetivos en el plano educativo, cultural y didáctico;

* presenta los contenidos-valores que hay que transmitir;

* establece la organización y el funcionamiento;

* prevé algunas partes fijas, preestablecidas por los profesionales (gestores y docentes); qué se debe gestionar conjuntamente con los padres estudiantes y qué espacios se dejan a su libre iniciativa;

* indica los instrumentos de control y evaluación (100)

Se prestará especial consideración a la exposición de algunos criterios generales, que deberán inspirar y hacer homogéneo todo el proyecto, armonizándose en él las opciones culturales, didácticas, sociales, civiles y políticas:

a) Fidelidad al Evangelio anunciado por la Iglesia.

b) Rigor cuidadoso en el estudio de la cultura y en el desarrollo de un pensamiento crítico.

c) Adaptación del proceso educativo de manera que respete las circunstancias particulares de los estudiantes y de sus familias.

d) Corresponsabilidad eclesial. . .(101)

El proyecto educativo, pues, se distingue netamente del reglamento interno, de la programación didáctica y de una genérica presentación de intenciones.

Al final del período, educadores, alumnos y familias comprobarán si se han cumplido las previsiones. En caso contrario, se buscarán las causas y los remedios. (102)

Dimensión Religiosa de la Educación en la Escuela Católica, 24, 100 – 102

6.6.         El aprendizaje.

Al enseñar, el fin principal de la lección no es tanto llenar las mentes de los niños con conocimientos útiles sino comunicarles las herramientas para adquirirlos. Al hacer esto habràn desarrollado, dirigido y cultivado sus facultades intelectuales, a fin de que estén en una situación en la que puedan valerse de ellas para cualquier necesidad durante el resto de sus vidas. Pero de todas las facultades aquella a la que deben adherirse más y cultivarla mejor es el juicio. Este es esencialmente uno de los grandes objetivos de la enseñanza y de la educación.

Guía (1853), p. 113

6.7 Animar el esfuerzo de los estudiantes.

Para que una clase progrese y sea sólida la enseñanza que en ella se imparte, el maestro necesita a toda costa la colaboración de los alumnos: lo que hace por sí mismo, con su abnegación y sus lecciones, es muy poco; lo que realicen los alumnos por el estudio, la aplicación y el trabajo personal, lo es todo. La clave consiste, pues, en lograr la participación voluntaria de los alumnos. Para lograrlo, el Padre Champagnat consideraba la emulación como medio seguro y eficaz; y quería que los Hermanos hicieran todo lo posible para lograrla y mantenerla.

Vida, XXII, pp. 532-533

6.8 Buenos efectos de las recompensas.

Los premios cualesquiera que sean sus modalidades producen buenos resultados, ganan los corazones de los alumnos, les fijan el afecto hacia su escuela, hacen el trabajo fácil y placentero y los capacitan para perseverar en sus tareas. Puesto que juzgan las cosas por sus ventajas inmediatas estos premios aunque tienen algo de ligero dejan una profunda y duradera impresión en sus corazones y les posibilitan el llevar adelante sus deberes de manera animosa y alegre. El estudio no siempre será de su gusto, porque no siempre serán capaces de valorar sus efectos en el largo plazo. Sin embargo, al ofrecer premios ustedes habràn logrado cambiar su visión y lo que aparecía aburrido se volverá alegre y placentero.

Guía (1853), p. 237-238

6.9 La dimensión religiosa de la cultura escolar.

El crecimiento del cristiano sigue armónicamente el ritmo del desarrollo escolar. Con el paso de los años, se impone en la escuela católica, con exigencia creciente, la cultura humana sigue siendo cultura humana, expuesta con objetividad científica. Pero el profesor y el alumno creyentes exponen y reciben críticamente la cultura sin separarla de la fe. Si se diera esta separación sería un empobrecimiento espiritual.

La coordinación entre el universo cultural humano y el universo religioso se produce en el intelecto y en la conciencia del mismo hombre-creyente. Los dos universos no son líneas paralelas entre las que no es posible la comunicación. Cuando se buscan los puntos de contacto, que hay que individuar en la persona humana, protagonista de la cultura y sujeto de la religión, se encuentran. Hallarlos no es competencia exclusiva de la enseñanza religiosa. A ello dedica un tiempo limitado. Las otras enseñanzas disponen de muchas horas al día para ello.

Todos los profesores tienen el deber de actuar de mutuo acuerdo. Cada uno desarrollará su programa con competencia científica, mas, en el momento adecuado, ayudará a los alumnos a mirar más allá del horizonte limitado de las realidades humanas. En la escuela católica y, análogamente, en toda otra escuela Dios no puede ser el Gran Ausente o un intruso mal recibido. El Creador del universo no obstaculiza el trabajo de quien quiere conocer dicho universo, que la fe llena de significados nuevos. (51)

"Desafíos" a la fe.

La escuela católica media o secundaria prestará atención especial a los desafíos que la cultura lanza a la fe. Se ayudará a los estudiantes a conseguir la síntesis de fe y cultura, necesaria para la madurez del creyente y a identificar y refutar críticamente las deformaciones culturales, que atentan contra la persona y, por tanto, son contrarias al Evangelio. . . (52)

Fe que ilumina la cultura

En este campo es indispensable tener presente que la fe, que no se identifica con ninguna cultura y es independiente de todas ellas, está llamada a inspirar a todas: "Una fe que no se hace cultura es una fe que no ha sido recibida plenamente, ni pensada enteramente, ni vivida fielmente". (53)

Naturaleza y dimensión religiosa

Los programas y las reformas escolares de muchos países reservan cada vez más espacio a las enseñanzas científica y tecnológica. A estas enseñanzas no les puede faltar la dimensión religiosa. Se ayudará a los alumnos a comprender que el mundo de las ciencias de la naturaleza y sus respectivas tecnologías pertenecen al mundo creado por Dios. Tal comprensión acrecienta el gusto por la investigación. (54)

Estudio del hombre

La escuela católica debe esforzarse por superar la fragmentación e insuficiencia de los programas. A los profesores de etnología, biología, sicología y filosofía se les presenta la ocasión de exponer una visión unitaria del hombre, necesitado de redención, e introducir en ellas la dimensión religiosa. (55)

Dimensión Religiosa de la Educación en la Escuela Católica, 51 - 55

6.10 Los Medios de Comunicación.

Actualmente el camino privilegiado para la creación y para la transmisión de la cultura son los instrumentos de comunicación social. También el mundo de los mass media, como consecuencia del acelerado desarrollo innovador y del influjo, a la vez planetario y capilar, sobre la formación de la mentalidad y de las costumbres, representa una nueva frontera de la misión de la Iglesia.

En el uso y recepción de los instrumentos de comunicación urge tanto una labor educativa del sentido crítico animado por la pasión por la verdad, como una labor de defensa de la libertad, del respeto a la dignidad personal, de la elevación de la auténtica cultura de los pueblos, mediante el rechazo firme y valiente de toda forma de monopolización y manipulación..

Christifideles Laici, 44

6.ll. Abierto a otras confesiones cristianas.

Los hijos de los protestantes o de otras sectas serán admitidos en la escuela, pero con la condición expresa de que se sujeten al reglamento común de la clase y que no haya entre ellos y los católicos ninguna diferencia para los ejercicios religiosos que se hacen al interior de la escuela. Asistirán al catecismo sin estar obligados a aprenderlo de memoria y a recitarlo a menos que ellos mismos lo quieran. En cuanto a la Misa no se les exigirá el que vayan si sus padres no lo quieren, y en este caso se les permitirá el ir a la escuela hasta regresar de la Misa, no se ocuparán de ellos mientras están en casa de sus padres, y tampoco se les obligará a confesarse si los padres se oponen.

Guía (1853), p. 2

Dada la situación que se ha creado en varias partes del mundo - la escuela católica recibe a un contingente escolar cada vez más numeroso de credos e ideologías diversos - se hace inaplazable la necesidad de aclarar la dialéctica que es preciso establecer entre el aspecto cultural propiamente dicho y el desarrollo de la dimensión religiosa. Esta dimensión religiosa es un aspecto imprescindible y sigue siendo la tarea específica de todos los cristianos que trabajan en las instituciones educativas.

Sin embargo en tales situaciones no siempre será fácil o posible llevar a cabo el proceso de evangelización. Se deberá, entonces, atender a la pre-evangelización, esto es, a la apertura al sentido religioso de la vida. Esto conlleva la individuación y profundización de elementos positivos sobre "el cómo" y el "qué" del proceso formativo específico.

La transmisión de la cultura debe estar atenta, ante todo, a la consecución de los fines propios y a potenciar los aspectos que forman al hombre y, en particular, a la dimensión religiosa y la aparición de la exigencia ética.

Dimensión Religiosa de la Educación en la Escuela Católica, 108

 

6.12        Ver nota 5.5

6.13 Ver nota 5.5

6.14        Armonizar fe, cultura y vida.

. . . Para la Iglesia no se trata solamente de predicar el Evangelio en zonas geográficas cada vez más vastas o a través de publicaciones cada vez más numerosas, sino de alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación.

Evangelii Nuntiandi, 19

6.15 Ver notas 6.2 y 5.5

6.18        Diálogo con los estudiantes en asuntos de fe

Un medio eficaz de sintonizar con los alumnos es hablar con ellos y dejarles hablar. en una atmósfera de confianza y cordialidad podrá aflorar cierto número de cuestiones, distintas según los lugares y la edad, pero con tendencia a hacerse cada vez más universales y precoces. Son para los jóvenes cuestiones serias, que obstaculizan un estudio sereno de la fe. El profesor responderá con paciencia y humildad, sin declaraciones perentorias, que podrían ser impugnadas.

Dimensión Religiosa de la Educación en la Escuela Católica, 72

6.21        Conectarse con los programas pastorales de la Iglesia Local.

Foméntense las varias formas de apostolado y, en todas la diócesis o en regiones especiales, la coordinación e íntima conexión de todas las obras de apostolado bajo la dirección del Obispo, de suerte que todas las empresas e instituciones - catequéticas, misionales, caritativas, sociales, familares, escolares y cualesquiera otras que persigan un fin pastoral - sean reducidas a una acción concorde, por la que resplandezca al mismo tiempo más claramente la unidad de la diócesis. Esto parece indispensable para la Escuela Católica ya que se beneficia de "la cooperación apostólica de uno y otro clero, de religiosos y laicos".

La Escuela Católica, 72

Ustedes son instrumentos decisivos para la proclamación en el ámbito de la Escuela del Evangelio de Cristo... Podemos verdaderamente afirmar, por lo tanto, que sus escuelas son comunidades "misioneras". La actividad educativa específica de la Escuela Católica debe estar integrada al conjunto del ministerio pastoral de la Iglesia Local, ayudando a los alumnos a tomar una parte activa en la vida de la comunidad parroquial y diocesana y capacitándose ustedes mismos para estar presentes, tanto como sea posible en los diversos organismos eclesiales. Por otro lado la Parroquia y la Diócesis deben considerar a las Escuelas Católicas como parte integrante de sus comunidades eclesiales y deben acompañarlas a fin de que logren desarrollar su contribución particular a la educación y a la formación.

Instrucción de la Congregación para la Educación Católica, 1996

6.22        Acoger a estudiantes de todos los estratos sociales.

Porque, dado que la educación es un medio eficaz de promoción social y económica para el individuo, si la Escuela católica la impartiera exclusiva o preferentemente a elementos de una clase social ya privilegiada, contribuiría a robustecerla en una posición de ventaja sobre la otra, fomentando así un orden social injusto.

La Escuela Católica, 58

Aprender a vivir juntos.

Demasiado a menudo, la violencia que impera en el mundo contradice la esperanza que algunos habían depositado en el progreso de la humanidad. La historia humana siempre ha sido conflictiva pero hay elementos nuevos que acentúan el riesgo, en particular el extraordinario potencial de autodestrucción que la humanidad misma ha creado durante el siglo XX. A través de los medios de comunicación masiva, la opinión pública se convierte en observadora impotente y hasta en rehén, de quienes generan o mantienen vivos los conflictos. Hasta el momento, la educación no ha podido hacer mucho para modificar esta situación. ¿Sería posible concebir una educación que permitiera evitar los conflicto o solucionarlos de manera pacífica, fomentando el conocimiento de los demás, de sus culturas y espiritualidad?

Parecerá entonces adecuado dar a la educación dos orientaciones complementarias. En el primer nivel, el descubrimiento gradual del otro. En el segundo, y durante toda la vida, la participación en proyectos comunes, un método quizá eficaz para evitar o resolver los conflictos latentes.

La educación tiene una doble misión: enseñar la diversidad de la especie humana y contribuir a una toma de conciencia de las semejanzas y la interdependencia entre todos los seres humanos. Desde la primera infancia, la escuela debe, pues, aprovechar todas las oportunidades que se presenten para esa doble enseñanza. Algunas disciplinas se prestan particularmente a hacerlo, como la geografía humana desde la enseñanza primaria y, más tarde, los idiomas y literaturas extranjeros.

Por último, la forma misma de la enseñanza no debe oponerse a este reconocimiento del otro. Los profesores que, a fuerza de dogmatismo, destruyen la curiosidad o el espíritu crítico en lugar de despertarlos en sus alumnos, pueden ser más perjudiciales que benéficos. Al olvidar que son modelos para los jóvenes, su actitud puede atentar de manera permanente contra la capacidad de sus alumnos de aceptar la alteridad y hacer frente a las inevitables tensiones entre seres humanos, grupos y naciones. El enfrentamiento, mediante el diálogo y el intercambio de argumentos, será uno de los instrumentos necesarios de la educación del siglo XXI.

Tender hacia objetivos comunes.

                Cuando se trabaja mancomunadamente en proyectos motivadores que permiten escapar a la rutina, disminuyen y a veces hasta desaparecen las diferencias –e incluso los conflictos- entre los individuos. Esos proyectos que permiten superar los hábitos individuales y valorar los puntos de convergencia por encima de los aspectos que separan, dan origen a nuevo modo de identificación. Por ejemplo, gracias a la práctica del deporte, ¡cuántas tensiones entre clases sociales o nacionalidades han acabado por transformarse en solidaridad, a través de la pugna y la felicidad del esfuerzo común! Asímismo, en el trabajo, ¡cuántas realizaciones podrían no haberse concretado si los conflictos habituales de las organizaciones jerarquizadas no hubieran sido superados por un proyecto de todos!

"La educación encierra un tesoro". Informe de la UNESCO, Delors, 1996.

6.24        Solidaridad un imperativo moral.

Una lectura teológica. Todo a la luz de Dios

Solidaridad no significa compasión como sentido difuso, ni tristeza momentánea, sino una determinación firme y perseverante de comprometerse por el otro. Es un talante que mueve a los que son más influyentes a sentirse responsables de los que son más débiles, y que impulsa a los débiles a hacer lo que esté en su mano por el bien de todos.

La solidaridad es el sendero que lleva a la paz. La interdependencia exige el desmoronamiento de los bloques, el sacrifico de cualquier forma de imperialismo económico, militar o político, y reconvertir la desconfianza en colaboración. La solidaridad es la virtud cristiana de nuestro tiempo. . .

Es fácil entender que algunos de entre nosotros se sentirán perplejos, y hasta defraudados y molestos, ante la perspectiva de un desafío que tiene proporciones geopolíticas. ¿Qué parte me corresponde a mí, como individuo, en este proceso de reconversión de la historia ? . . .

Dada la gravedad de la situación, el subdesarrollado de las personas y las naciones requiere la movilización de la familia humana entera. El punto de partida de la carta de Juan Pablo es éste: no se puede alcanzar el desarrollo humano sin apelar a la conciencia y a la solidaridad moral de nuestros contemporáneos, tanto ricos como pobres; todos están implicados y comparten la responsabilidad de trabajar por el auténtico progreso de la humanidad.

H. C. Howard, Una llamada Urgente: Sollicitudo Rei Socialis, Circulares, 1990, pp. 316-317, 325

6.25        Estructuras de pecado.

A este análisis genérico de orden religioso se pueden añadir algunas consideraciones particulares, para indicar que entre las opiniones y actitudes opuestas a la voluntad divina y al bien del prójimo y las "estructuras" que conllevan, dos parecen ser las más características: el afán de ganancia exclusiva, por una parte; y por otra, la sed de poder, con el propósito de imponer a los demás la propia voluntad. A cada una de estas actitudes podría añadirse, para caracterizarlas aún mejor, la expresión: "a cualquier precio". En otras palabras, nos hallamos ante la absolutización de actitudes humanas, con todas sus posibles consecuencias.

Y como es obvio, no son solamente los individuos quienes pueden ser víctimas de estas dos actitudes de pecado pueden serlo también las Naciones y los bloques. Y esto favorece mayormente la introducción de las "estructuras de pecado", de las cuales he hablado antes. Si ciertas formas de "imperialismo" moderno se consideraran a la luz de estos criterios morales, se descubriría que bajo ciertas decisiones, aparentemente inspiradas solamente por la economía o la política, se ocultan verdaderas formas de idolatría: dinero, ideología, clase social y tecnología.

He creído oportuno señalar este tipo de análisis, ante todo para mostrar cuál es la naturaleza real del mal al que nos enfrentamos en la cuestión del desarrollo de los pueblos; es un mal moral, fruto de muchos pecados que llevan a " estructuras de pecado ". Diagnosticar el mal de esta manera es también identificar adecuadamente, a nivel de conducta humana, el camino a seguir para superarlo.

Sollicitudo Rei Socialis, 37

6.27        Educación Superior y Universidades.

Con un delicado respeto, pero con arrojo misionero, los consagrados y consagradas pongan de manifiesto que la fe en Jesucristo ilumina todo el campo de la educación sin prejuicios sobre los valores humanos, sino más bien confirmándolos y elevándolos... . Dada la importancia que revisten las Universidades y Facultades católicas y eclesiásticas en el campo de la educación y de la evangelización, los Institutos que las dirigen han de ser muy conscientes de su responsabilidad, haciendo que en ellas, a la vez que se dialoga activamente con la cultura actual, se conserve la índole católica que les es peculiar, en plena fidelidad al Magisterio de la Iglesia.

Vita Consecrata, 97

6.28        Nuevas obras escolares.

Normalmente apelamos a la conversión de las personas en espera de que, transformadas, puedan caminar en libertad de espíritu. Son menos frecuentes los procesos que afectan la "conversión de las obras" y el inicio de nuevos proyectos que sean referencia e inspiración para vivir el espíritu del XIX Capítulo General. A veces tengo la impresión de que por una parte animamos a los Hermanos a la renovación y por otra les ponemos en condiciones de asfixia y agotamiento. No es disponibilidad lo que falta. Pero es necesario fortalecer el espíritu con proyectos y estructuras que animen y sostengan la calidad de vida de nuestros Hermanos junto con la novedad evangélica inherente a nuestra misión. (10)

. . . Sí que me sorprende el pretexto de que no podemos asumir mayor número de escuelas populares al servicio de los pobres, porque las actuales obras requieren todas nuestras energías y los Hermanos que tenemos no son suficientes para atenderlas.

Es un problema delicado, una piedra de toque. Y es difícil resolverlo. Pero es cuestión de fidelidad y de vida. Aferrarnos a unas obras, ser incapaces de someterlas a evaluación y discernimiento evangélico, justificar todo sólo por inercia o por miedo, será a la larga la muerte espiritual de esas obras y, posiblemente, la muerte del entusiasmo de muchas vocaciones apostólicas de Hermanos y de seglares. (32)

Hermano Benito Arbués, Caminar con paz, pero de prisa., Circulares, 1997, 10, 32

6.30        Mantener nuestras escuelas abiertas a los pobres.

La igualdad debe ser la suprema ley en la escuela de los Hermanos. En ella no debe haber preferencia ni privilegio alguno por razón de la persona, categoría o cualquier otra cualidad externa. Todos, ricos y pobres, deben ser tratados según sus merecimientos, capacidad, virtud y conducta personal. . .

En casos así, las atenciones que tengamos para con el niño rico repercuten en favor del pobre: el interés hacia aquél es para proporcionar a éste los medios de instruirse; ya que en la mayoría de los casos, si no hubiera niños ricos para asegurar la manutención de los Hermanos, la escuela no podría sostenerse.

Vida, XXI, p. 530

 

7.      En diversos servicios sociales y pastorales.

7.1          El celo creativo de Marcelino.

El señor Champagnat, alma de la casa, que mantenía el entusiasmo, orientaba a los Hermanos y animaba a los padres a que les llevasen a sus hijos, quiso dar un nuevo impulso a la escuela. Al comprobar que no era suficiente un aula para albergar a tantos niños, abrió otra más. Esto permitió dividir a los alumnos, distribuirlos según su grado de preparación, y contribuyó notablemente a acelerar sus progresos.

Un asunto más grave atrajo su atención: algunos padres, al no conseguir albergar a sus hijos con los Hermanos, los colocaron entre los vecinos del pueblo, pero se echaban a perder, al quedar abandonados después de las clases. Para solucionar este asunto, el señor Champagnat hizo ampliar y acondicionar el local de la escuela, lo que permitió a los Hermanos acoger a los niños que se hallaban en las casas de la vecindad. Llegaron también algunos niños pobres. Los recibieron con cariño y solicitud; y la comunidad, aunque sin recursos, proveyó a todas sus necesidades.

El señor Champagnat, que tenía confianza sin límites en la Providencia, quiso tomar a su cargo incluso a varios niños huérfanos o abandonados. Les ofreció instrucción, sustento, vestido y los albergó en familias de confianza, siguiendo de cerca su conducta, orientándolos y haciendo para ellos las veces de padre. El primer año se ocupó de doce niños pobres a los que atendió en todo. . .

Para entusiasmarlos y hacerles comprender que la finalidad de su vocación era la santificación de las almas, no conforme con ejercitarlos en la catequesis de los niños de la escuela, los domingos y otros días los enviaba de dos en dos a los caseríos de la parroquia para evangelizar a la gente del campo.

Llegados a la aldea señalada, los dos Hermanos reunían a niños y mayores en una granja u otro local adecuado. Comenzaban con una oración, cantaban algún canto y luego preguntaban el catecismo a los muchachos. A continuación desarrollaban las respuestas obtenidas, por medio de preguntas secundarias, claras y concisas, y terminaban con algunos principios de moral práctica y algunas alusiones históricas. . .

El buen Hermano Lorenzo pidió durante mucho tiempo el favor de ir a dar la catequesis a Bessac. Para conseguirlo, tuvo que dar numerosas pruebas de celo, abnegación y humildad, pues esta misión era ardua y difícil. Bessac, situado en lo alto de los montes de Pila, a dos leguas de Lavalla, se encuentra cubierto de nieve seis meses al año. Por entonces, el pueblo no tenía sacerdote. Niños y adultos se hallaban sumidos en la más profunda ignorancia.

El Hermano Lorenzo llevaba consigo provisiones desde Lavalla y regresaba los jueves para convivir con los Hermanos y proveerse de lo necesario. Se alojaba en casa de un vecino de Bessac y se preparaba él mismo su comida, que consistía en una sopa, que hacía por la mañana para toda el día, patatas y queso. Dos veces al día recorría el pueblo con una campanilla para llamar a los chicos. .

Vida, VII pp. 75-76, 80-81

La instrucción de los niños en general y en particular de los pobres huérfanos es el objeto de nuestra Institución. Tan pronto como hayamos terminado la casa del Hermitage y cuando nuestros medios nos permitan utilizar una buena toma de agua para hacer frente a los gastos de la construcción, recibiremos a los niños de los asilos de caridad; les daremos una profesión por medio de una educación cristiana. Aquellos de entre ellos que tengan disposición para la virtud y para la ciencia serán empleados en la casa.

Prospecto de 1824.

7.2          Responder a las necesidades de los jóvenes en situación de riesgo.

Nos comprometemos a estar más presentes entre los niños y jóvenes marginados que se encuentran en las "fronteras" de nuestras sociedades.

Respondemos a las llamadas urgentes que nos vienen de los jóvenes en situación de riesgo: niños de la calle, víctimas de la droga o de la violencia, analfabetos .. .

XIX Capítulo General, Nuestra misión, 33

7.7          Ver nota 4.26

7.9         Acompañar a los jóvenes.

El acompañamiento (apunta a ayudar a los jóvenes) a conocerse a sí mismo y a reconocer la presencia de Dios en sus vidas, a entender lo que Dios pide de ellos; a descubrir, apreciar y asimilar los valores humanos y evangélicos y a actuar en consecuencia.. el acompañamiento personal... es llevado a cabo principalmente a través de entrevistas personales con intervalos regulares..

Guía de la Formación. Glosario, 158.

7.10        El trabajo con jóvenes adultos.

Nos comprometemos a trabajar por construir comunidades más proféticas, sencillas y abiertas especialmente a los jóvenes.

19 Capítulo General, Nuestra misión, 29

7.11        El cultivo de vocaciones.

Estamos convencidos de la actualidad y de la validez de nuestra misión en el mundo. !Es posible ser Hermano Marista hoy, y vale la pena serlo y consagrar a ello toda la vida!

Estamos convencidos de que Dios quiere Hermanos, religiosos laicos, que se hacen presentes lo más posible, especialmente entre los niños y jóvenes de una manera sencilla y acogedora.

19 Capítulo General, Nuestra misión 23, 26

7.12        Líderes Cristianos.

Ustedes los jóvenes están especialmente llamados a ser misioneros de esta nueva Evangelización dando día a día testimonio de que la Palabra nos salva. Han experimentado personalmente las angustias del actual momento histórico, preñado de esperanza y de duda en el que fácilmente podemos perder la ruta que lleva al encuentro con Cristo. Muchas son las tentaciones de nuestro tiempo, las seducciones que buscan ahogar la voz divina que resuena en el corazón de cada hombre y cada mujer.

A la gente de nuestro siglo, a todos ustedes jóvenes que tienen hambre y sed de verdad, la Iglesia se les presenta como compañera de viaje. Ella les ofrece el mensaje eterno del Evangelio y les confía en ustedes una tarea apostólica exultante, la de ser protagonistas de la Nueva Evangelización.. .

La Iglesia les confía a ustedes jóvenes la tarea de proclamar al mundo el gozo que brota del encuentro con Cristo. Queridos amigos dénse la oportunidad de dejarse atraer por Cristo, de aceptar su invitación a seguirlo. Vayan y prediquen la Buena Nueva del Evangelio que redime (cf Mt 29,19) háganlo con alegría en sus corazones, sean heraldos de esperanza en un mundo que a menudo está tentado por la desesperación, sean mensajeros de fe en una sociedad frecuentemente resignada al ateísmo, sean comunicadores de amor en los acontecimientos diarios que a menudo están marcados por un desenfrenado egoísmo.

Mensaje de Juan Pablo II a los jóvenes, 1993.

 

7.13        Cercanos a la realidad y a la vida de la gente.

Los gozos y las esperanzas, las tristezas y angustias del hombre de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son también gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón.

Gaudium et Spes, 1

7.14        Con los ojos del pobre.

Todos los Hermanos del Instituto estamos llamados a la solidaridad. No todos la viviremos de la misma forma. Como expresión de la opción por los pobres, que cada provincia asume, algunos somos llamados a trabajar directamente entre ellos y como ellos (en número tal que realmente pueda hablarse de opción preferencial), pero todos, dondequiera que nos hallemos, estamos llamados a trabajar por ellos y a organizar nuestra vida y nuestro apostolado desde la perspectiva de los pobres.

19 Capítulo General, Solidaridad, 19

               

7.15        Apoyar a los jóvenes.

Convertir al educando en sujeto, no sólo de su proprio desarrollo, sino también al servicio del desarrollo de la comunidad: educación para servicio.

Puebla, 1030

7.16        Formar a los jóvenes para que sean "levadura" en su sociedad.

La educación católica ha de producir los agentes para el cambio permanente y orgánico que requiere la sociedad de América Latina, mediante una formación cívica y política inspirada en la enseñanza social de la Iglesia.

Juan Pablo II, Discurso inaugural, Puebla, 1033

7.18        Presencia de Dios en nuestras vidas y presencia de la vida en nuestra oración.

A una oración renovada. Abierta a la realidad de la creación y de la historia, eco de una vida solidaria con los hermanos, sobre todo con los pobres y con los que sufren. Una oración apostólica que recoge las penas y alegrías, las angustias y esperanzas de quienes pone Dios en nuestro camino.

19 Capítulo General, Espiritualidad Apostólica Marista, 26.

 

8.      Miramos el futuro con audacia y esperanza

8.1          Ser pueblo profético.

Los profetas son vistos como personas íntimamente relacionadas con Dios y la humanidad al mismo tiempo. Oran en privado y en comunidad por el mundo. Al mismo tiempo están comprometidos de manera vital con sus contemporáneos, oran y luchan con ellos. Los profetas son personas religiosas que habitadas por el Espíritu de Verdad inspiran e irradian esta influencia a su alrededor; puesto que creen en un Dios salvador y liberador, son gente de su época que trata de entender el mensaje de los signos de los tiempos, son hombres con visión de futuro.

El estilo de vida de las personas que hablaron en nombre de Dios y especialmente la vida de Jesús encuentran cumplimiento concreto en la vida del Hermano. Aquí tocamos algo que compromete el núcleo central de su identidad y que le muestra el camino de la permanente autotrascendencia..

Unión de superiores Generales (USSG). El Hermano en Institutos Religiosos Laicales, Cap. 4

8.2          Llamado a la acción.

Esto nos ha permitido reconocer la vida que va surgiendo bajo diferentes formas. Es el vino nuevo de una mayor sensibilidad ante necesidades del Instituto o del mundo, que genera mayor disponibilidad. Hoy estas actitudes tienen rostros y nombres concretos de Hermanos nuestros, algunos conocidos del público y otros no.

Es el vino nuevo de los proyectos interprovinciales con comunidades internacionales, o alguna experiencia de nuevo tipo de comunidades internacionales, con participación de Hermanos y seglares, o el desplazamiento de obras y comunidades hacia la periferia donde están nuestros preferidos, etc. Y la vida (el vino nuevo) se valora, no por lo cuantitativo, sino por sí misma. Es posible que hayamos tomado conciencia de una cierta timidez en estos procesos de cambio, pero reconozcamos con alegría que existen.

H. Benito Arbués, Caminar con paz, pero de prisa, Circulares, 1997, 25

8.4          Un desafío para los jóvenes.

El futuro del mundo y de la Iglesia pertenece a las jóvenes generaciones que, nacidas en este siglo, serán maduras en el próximo, el primero del nuevo milenio. Cristo escucha a los jóvenes, como escuchó al joven que le hizo la pregunta: " ¿Qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna? " (Mt 19, 16). . . Los jóvenes, en cada situación, en cada región de la tierra no dejan de preguntar a Cristo: lo encuentran y lo buscan para interrogarlo a continuación. Si saben seguir el camino que El indica, tendrán la alegría de aportar su propia contribución para su presencia en el próximo siglo y en los sucesivos, hasta la consumación de los tiempos. "Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre".

Tertio Milennio Adveniente, 58




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