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Comisión Internacional Marista de Educación
Misión Educativa

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4. Somos sembradores de la Buena Noticia (§.69-96)

69. El centro de la misión de Marcelino Champagnat era "dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar", 1 viendo en la educación el medio de llevar a los jóvenes a la experiencia de la fe, y de hacer de ellos "buenos cristianos y buenos ciudadanos". 2

70. Nosotros, como seguidores suyos, asumimos esta misma misión, 3 y ayudamos a los jóvenes, sin importar la fe que profesen o la etapa de búsqueda espiritual en que se hallen, de manera que lleguen a ser personas integras y esperanzadas, con un profundo sentido de responsabilidad orientado a la transformación del mundo que les rodea. 4 Esta tarea de promover el crecimiento humano es inherente al proceso de evangelización. 5 Al extender los valores del Evangelio a través de todas nuestros proyectos, los educadores maristas* contribuimos a la construcción del Reino de Dios sobre la tierra. 6

71. Vamos aún más lejos. Inspirados por las palabras de Marcelino: "No puedo ver a un niño sin sentir el deseo de catequizarle, de decirle cuánto lo ama Jesús", 7 presentamos a Jesús a los jóvenes como una persona real, al que pueden llegar a conocer, amar y seguir. 8

72. En Jesús vemos a Dios que viene a nosotros para que podamos "tener vida y tenerla en plenitud" 9 Él nos revela en qué consiste la plenitud humana. 10 Sus palabras y acciones responden a nuestras aspiraciones más profundas. Nos trae a todos salud y esperanza. Perdona a los pecadores reconciliándose con la debilidad humana. Acoge con amor especial a los pobres y a los marginados. Nos enseña a orar.

73. Jesús viene "a traer fuego a la tierra", 11 denunciando las estructuras de dominación, poniéndose del lado de los oprimidos. Él no acepta la lógica del mundo. Al contrario, proclama una nueva visión de la sociedad humana que comienza con el amor de los unos a los otros, incluyendo a los enemigos, y nos invita a compartir el pan de vida, y a superar las divisiones que hemos originado a causa de la raza, la diferencia social, la riqueza, el sexo o cualquier otro motivo de exclusión. 12

74. La muerte de Jesús en la Cruz y su resurrección como el Cristo de nuestra fe revelan la profundidad del amor del Padre y el poder de Dios para desterrar el mal a favor del bien, inspirando nuestra esperanza como no lo hace ningún otro acontecimiento de la historia. Su Espíritu continúa obrando en nuestro corazón y en nuestra sociedad, redimiendo, liberando y reconciliando. Con fe respondemos a la acción de Dios en nuestra historia y nos dejamos transformar. Esta es la Buena Noticia de Jesús, "Camino, Verdad y Vida". 13




1 C.2; Vida, VI, p. 341; XX, 502



2 cf.Vida, XXIII, p. 547; Guía, (1928) p. 12



3 El Laico Católico, 16; cf. Vida XXIII, 547-560



4 Christifideles Laici, 36; El Laico Católico, 17, 19



5 Evangelii Nuntiandi, 18-19; Redemptoris Missio, 55; Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, Diálogo y Proclamación, (1991) pp. 40-41; cf. Diálogo y Misión, 13



* Para contrastar ideas en torno al sentido que tiene esta integración de todos, inclusive de los que profesan otra fe, o los que no sustentan criterios plenamente cristianos, véase nota a pie de página correspondiente al artículo 35.



6 Redemptoris Missio, 12-20



7 Vida, XX, pp. 504, 515-516



8 Evangelii Nuntiandi, 27; C. 86



9 Juan 10, 10



10 Gaudium et Spes, (Concilio Vaticano II) 22; cf. Hebreos 4, 14-15



11 Lucas 12, 49



12 Gálatas 3, 28-29



13 Juan 14,6






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