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A la manera de María 16
117. María es el modelo perfecto para el educador marista, como lo fue para Marcelino. María, mujer seglar, primera discípula de Jesús, orienta nuestro camino en la fe. Como educadora de Jesús de Nazaret inspira nuestro estilo educativo.
118. María recorrió un itinerario de fe, como el nuestro. Aunque se educó en la tradición de su pueblo, quedó cautivada por la extraordinaria intervención de Dios en su vida. A pesar de ser "elegida entre todas las mujeres" 17, conoció la dureza de dar a luz en un sitio inhóspito, lejos de su pueblo, y sufrió la vida de los refugiados. Había polvo en sus pies. 18
119. Conoció las alegrías y las penas de la vida. Se maravillaba ante la grandeza de Dios incluso cuando se sentía perpleja. Con fe dejó actuar al Espíritu Santo. Con fe ponderaba los acontecimientos de su vida y la de su Hijo. Con fe respondió de todo corazón, sin esperar a tener una respuesta a sus preguntas, desde el "Sí" en la Anunciación hasta el dolor al pie de la Cruz. 19 Con fe se convirtió en una humilde seguidora de la nueva familia de Jesús, cuyo solo deseo era hacer la voluntad del Padre. 20
120. En Nazaret, junto a José, proporcionó a Jesús la unidad familiar y el amor que necesitaba para crecer. 21 Cuando Jesús fue adolescente, le dejaron desarrollar su propia identidad. Incluso cuando esto provocó malentendidos, confiaron en Él y siguieron ayudándole a crecer "en sabiduría, edad y gracia". 22 Dentro de la comunidad cristiana y desde sus comienzos, María siguió llevando a cabo su misión de madre y educadora.
121. El aspecto mariano de nuestra espiritualidad se manifiesta, ante todo, en el deseo de imitar sus actitudes para con los demás y con Dios. Con el canto de alabanza del Magnificat, 23 María nos invita a testimoniar la solidaridad de Dios con los necesitados y los que sufren. Nos insta a hacer lo que Jesús nos diga. 24 Está en medio de nosotros como símbolo de unidad y misión, igual que lo estaba entre los apóstoles el día de Pentecostés. 25 Como Marcelino, vemos en Ella a nuestra Buena Madre y Recurso Ordinario, 26 y le expresamos nuestra devoción de manera personal, familiar, sencilla, siguiendo las prácticas de la Iglesia y las tradiciones locales.
122. Llevamos esta dimensión mariana a nuestras catequesis y momentos de oración con los jóvenes. Les enseñamos a amar y honrar a María. Procuramos que aprendan a imitarla en su ternura, su fortaleza y constancia en la fe, y les animamos a que acudan a ella frecuentemente en la oración.
123. En todo lo que hacemos nos asociamos a María, para hacer nacer a Jesús en el corazón de los niños y los jóvenes."Todo a Jesús por María. Todo a María para Jesús." 27