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Instituto de los Hermanos Maristas
XIX CAPÍTULO

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  • NUESTRA M I S I O N
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NUESTRA M I S I O N

El texto original está en español.

I. INTRODUCCIÓN

                1.- El mensaje del 19º Capítulo General nos invita con insistencia a dar un enfoque audaz y actual a nuestra misión.

                2.- Estas páginas de información y orientación les ofrecen elementos para realizar algunos planes de acción concretos en esta área. Comienzan con una reflexión sobre la realidad, los retos y desafíos que presenta el Mundo, la Iglesia y nuestro Instituto, en cuanto inciden y nos afectan en nuestra misión de Hermanos Maristas, hoy. Las llamadas lacerantes de esta realidad, estimulan nuestro vigor apostólico e iluminan y afianzan nuestras convicciones.

                3.- Destacamos, a continuación, algunos de los aspectos de la misión marista, que emergen y se reformulan según las exigencias de la nueva evangelización, a la luz de los signos de los tiempos, de final del siglo XX.

                4.- Reconocemos las urgentes necesidades que existen en el pueblo de Dios e invitamos a todos, Hermanos y seglares, a compartir nuestra espiritualidad y nuestra misión; a comprometernos desde los campos de nuestra tarea en unas líneas de acción audaces y esperanzadas. Nuestra invitación se dirige también a los Hermanos de tercera edad, para que continúen respondiendo con renovada fidelidad a las llamadas de las nuevas necesidades.

                5.- Nos conducen, finalmente, a propuestas concretas para hacerlas vida, desde los diferentes niveles de nuestra responsabilidad en la misión: nivel personal, comunitario, provincial, regional o nivel de todo el Instituto.

Nuestros planes deben impulsarnos a programar estrategias nuevas y desafiantes, y a realizarlas con medios y esfuerzos que despierten nuestra energía y eficacia creadora.

II. REALIDADES E INTERPELACIONES

                EL MUNDO

6. Desde el último Capítulo General de 1985, han sucedido cambios profundos en nuestro mundo, algunos de ellos nos interpelan como educadores:

— La caída del socialismo real y el desarrollo del neo-liberalismo.

— Las iniciativas de paz inimaginables hace algunos años,(abolición del apartheid, acuerdos entre Israel y la Olp..)

— La aparición de nuevos nacionalismos y las reivindicaciones étnicas.

— La conciencia de lo ecológico a escala planetaria ( Conferencia de Río de Janeiro).

— El increíble desarrollo de los medios de comunicación social que nos permite conocer cualquier realidad del mundo.

7. Grandes desafíos:

— La secularización que invade las raíces de nuestra sociedad y de nuestra cultura. Una de sus consecuencias es el desarrollo del ateísmo práctico.

— El desarrollo de la técnica y de la comunicación que acompaña a otros fenómenos tales como: el materialismo, el consumismo, la desper-sonalización, el desconocimiento de la realidad del otro, la falta de la solidaridad y la ausencia del sentido de trascendencia.

— Estos movimientos han provocado una crisis de valores en la sociedad mundial, en la que los niños y los jóvenes son las principales víctimas.

— Los mecanismos de exclusión de naciones y de grupos humanos (una pobreza que afecta los dos tercios de la población mundial, estructuras económicas dictadas por los países más desarrollados, los problemas de los emigrantes y de los refugiados... Una tensión continua entre los bloques económicos norte y sur).

— Los mecanismos de exclusión y de injusticia social que implican a cada ser humano en su dignidad ( racismo, paro, discriminación sexual, falta de respeto a los derechos del niño, fanatismo religioso, sectas, integrismo, etc.).

Atentados que afectan a la vida de la persona, manifestados por la violencia humana, el aborto, la eutanasia, etc.

— Los cambios culturales acelerados y radicales tienen gran repercusión en nuestra tarea de educadores cristianos, tanto en lo referente a los contenidos, como al lenguaje.

8. Signos de esperanza

— La sed y la búsqueda de Dios y del sentido de la vida entre los jóvenes, aunque sea a veces en medio de manifestaciones equívocas.

— El deseo de los pobres y de los marginados, de llegar a ser protagonistas de su liberación y de su desarrollo, particularmente frente a las estructuras opresivas.

— Los ciudadanos que presionan para instaurar estructuras democráticas en sus países; para conseguir un mayor respeto de los derechos humanos y de la libertad.

— Una mayor sensibilidad por los valores de la cultura.

Asociaciones no gubernamentales y organizaciones populares se constituyen en ayuda efectiva para los pueblos que sufren catástrofes, guerras, hambres y otras muchas necesidades.

— Los jóvenes que trabajan para establecer la justicia y se comprometen en llegar a ser promotores de transformación social.

LA IGLESIA

9. Después del Concilio Vaticano II, la Iglesia ha modificado su imagen y se ha hecho más consciente de su misión. Entre otros, destacamos tres aspectos más significativos:

— La conciencia de ser Pueblo de Dios.

— La opción preferencial por los pobres.

— La visión de un mundo donde el Espíritu actúa.

10. Concretamente y, a despecho de múltiples tensiones, se están generando modificaciones en el funcionamiento y en el acercamiento a su misión:

Diálogo con las otras religiones.

Respeto a otras culturas.

Papel y participación de los seglares, hombres y mujeres.

Reconocimiento de la subsidiariedad y del pluralismo.

Acentuación de la dimensión comunitaria.

11. La misión Evangelizadora de la Iglesia, entendida desde una opción preferencial por los pobres, ha conducido a una conciencia de que la fe debe estar al servicio de la justicia. Este Evangelio exige que la realidad sea interpretada, cada vez más, a partir del punto de vista de los pobres. De ahí el desafío para la Iglesia de ayudar a los pobres a encontrar los instrumentos necesarios para su propia transformación social y la liberación integral.

12. Un grupo importante de jóvenes se ha ido situando al márgen de la Iglesia con marcada indiferencia; otros han tomado conciencia de su fe en Jesús y se comprometen con la vida al anuncio de la Buena Noticia, en la construcción de una Iglesia más evangélica.

EL INSTITUTO

13. Nuestras preocupaciones:

— El envejecimiento en nuestras Provincias y la imposibilidad de mantener todas las obras actuales.

— La disminución real del número de Hermanos y la falta de vocaciones en algunas regiones del mundo.

—           La pérdida de vigor pastoral y catequético de algunas escuelas.

—           La difícil lucha por evitar el elitismo en la escuela católica.

—           La dificultad por parte de algunos Hermanos de aceptar la participación de los seglares en nuestra misión marista.

—           Un desafío para nuestra labor de educadores cristianos es cómo adecuar nuestra tarea educativa a una realidad cultural en profunda efervescencia, y en medio de una sensibilidad creciente hacia las exigencias de la inculturación.

—           La constatación de que aún no estamos suficientemente con los pobres.

14. Nuestras satisfacciones

— Un conocimiento cada vez más extendido y profundo del Padre Champagnat, que ha venido a ser el punto de referencia y modelo de la mayoría de los Hermanos.

—           Una mayor conciencia del significado y valor de nuestra identidad de   Hermanos, en un mundo ávido de fraternidad.

—           La práctica del discernimiento que forma, cada vez más, parte de nuestras vidas.

—           El acercamiento real de muchos de nuestros Hermanos hacia los pobres. Vemos esta opción preferencial como un imperativo evangélico que debe ser elemento esencial de nuestra fidelidad al carisma y uno de los criterios de base de nuestro discernimiento. Existe una búsqueda de la presencia pastoral entre los pobres, los marginados, especialmente de los jóvenes convertidos en víctimas de sistemas injustos, de la violencia, de la droga, de los abusos sexuales... De hecho estamos intuyendo y llevando a cabo nuevas formas de estar presentes entre los más abandonados.

                III. NUESTRAS CONVICCIONES

15. Creemos que participamos en la Misión de Jesucristo que camina con nosotros como hermano. Y creemos que nuestra Misión es anunciar el amor de Dios y construir el Reino. 1

16. Creemos que, como Jesús, que se ha hecho hombre y servidor de sus Hermanos, estamos llamados a hacernos todo para todos, y a encarnarnos en cada cultura a la que hayamos sido enviados. 2

17. Creemos que el Espíritu Santo vive con fuerza en el mundo y en la Iglesia, y que es fuente de nuestra fidelidad, por el discernimiento. 3

18. Creemos que estamos llamados a seguir a Cristo como María. Ella inspira nuestra manera de vivir y de obrar. 4

19. Creemos que nuestra misión nos sitúa en la Iglesia con todo el Pueblo de Dios: seglares, pastores, otros religiosos, 5 como consagrados a una misión específica: Evangelizar a los niños y a los jóvenes, sobre todo a los más abandonados. 6

20. Creemos que participamos del carisma de Champagnat y estamos llamados a interpretarlo hoy, allí donde nos encontremos, en unión con los seglares. 7 Las intuiciones fundacionales de Marcelino Champagnat y de los primeros Hermanos, deben estar en la base de la reformulación de nuestra misión para los tiempos presentes.

21. Creemos que nuestro testimonio personal y comunitario es más importante que nuestra acción. 8

22. Creemos en la dimensión profética de la vida religiosa vivida en comunidad. 9

23. Estamos convencidos de la actualidad y de la validez de nuestra misión en el mundo. ¡Es posible ser Hermano Marista hoy, y vale la pena serlo y consagrar a ello toda la vida! 10

24. Vivimos nuestra pertenencia al Pueblo de Dios de una manera propia y complementaria de la de otros cristianos.

25. Estamos convencidos de que una mejor inserción eclesial no es sólo una exigencia de nuestra misión de Iglesia, sino una fuente de renovación y fecundidad. 11

26. Estamos convencidos de que Dios nos quiere Hermanos, religiosos seglares, que se hacen presentes lo más posible, especialmente entre los niños y jóvenes de una manera sencilla y acogedora. 12

27. Estamos convencidos de que, si nos encerramos en nosotros mismos, somos infieles a nuestra misión, la desencarnamos y nos alejamos de las situaciones en que debiéramos vivir. 13

                IV. LLAMADOS A EVANGELIZAR.

28. Todos nosotros, Hermanos Maristas reunidos en Capítulo, después de haber analizado la situación del mundo, de la Iglesia y del Instituto, después de haber proclamado las convicciones sobre nuestra Misión, queremos compartir con vosotros, para subrayarlos, algunos aspectos de esta Misión, que nos han interpelado con especial insistencia, y que continuarán cuestionando nuestras decisiones y nuestras prioridades.

— La primacía del testimonio sobre las palabras en el anuncio de Jesucristo y de la Buena Nueva.

— La necesidad de inculturar el Mensaje evangélico y de inculturarnos nosotros mismos.

— La solidaridad en la opción por los pobres y en la lucha por la justicia, manifestada en nuestras vidas y en nuestras comunidades, así como en nuestras obras apostólicas.

— El compromiso con la Iglesia local, con todo el pueblo de Dios, para constuir la comunión en la solidaridad.

— La importancia del Laicado en la misión de la Iglesia y en nuestra misión de Hermanos Maristas. Hermanos y seglares participamos en la Misión de Jesús.

— El valor de la educación cristiana, desde la escuela, con una atención decidida a los siguientes aspectos de Evangelización: el anuncio de Jesucristo, la educación en la solidaridad y en el compromiso, la transformación de la sociedad, la integración de la fe y de la cultura, la prioridad de las acciones pastorales, la creación de espacios de fraternidad...

V. NUESTROS COMPROMISOS

29. Nos comprometemos a trabajar por construir comunidades más proféticas, sencillas y abiertas especialmente a los jóvenes (cf. Solidaridad 17, 1).

30. Nos comprometemos a evaluar la misión de nuestras Unidades Administrativas y a realizar los cambios necesarios para ser más fieles a nuestro carisma. Esto implica realizar un discernimiento concreto de cada obra, analizando de modo particular sus objetivos y destinatarios, en concordancia con las orientaciones del 19º Capítulo General.

31. Nos comprometemos a lograr una Escuela Marista más evangelizadora:

—           donde la comunidad educativa pueda compartir la fe, la celebración y los sacramentos;

—           donde los Hermanos y los seglares viven la fraternidad con los jóvenes, siendo testimonio de valores evangélicos;

—           donde se asegura una educación integral;

—           formadora de jóvenes en una fe personal en Jesús y en un compromiso por sus valores y misión;

—           que establece el diálogo entre fe, cultura y vida, según la óptica de Champagnat;

—           que presenta a María como modelo del cristiano;

—           que hace de la presencia un elemento importante de educación;

—           en la que se desarrolla una educación desde la justicia y la solidaridad, comprometiendo a los jóvenes en acciones concretas (cf Solidaridad, 16).

32. Nos comprometemos a promover la catequesis, los movimientos y otras actividades apostólicas con audacia y creatividad, implicando a Hermanos y seglares de acuerdo con su realidad.

Esto implica:

—           Conocer la realidad de la vida de los niños y jóvenes mediante un contacto directo de escucha y diálogo;

—           tener en cuenta el proceso hacia la madurez del cristiano adulto;

—           implicarles en la transformación del mundo comprometiéndolos en proyectos concretos con los pobres;

—           ayudar a los jóvenes a discernir su propia vocación en la Iglesia;

—           presentar la dimensión comunitaria como algo esencial a la vida cristiana;

—           trabajar en estrecha colaboración con la Iglesia local, sobre todo en la formación de catequistas y animadores.

33. Nos comprometemos a estar más presentes entre los niños y jóvenes marginados que se encuentran en las "fronteras" de nuestras sociedades.

Respondemos a las llamadas urgentes que nos vienen de los jóvenes en situación de riesgo: niños de la calle, víctimas de la droga o de la violencia, analfabetos,...

34. Nos comprometemos a desarrollar y a profundizar el encuentro y compromiso con los seglares, en la vida de nuestras comunidades y en nuestro trabajo apostólico.

Esto implica:

—           integrar a los seglares en todo el quehacer de nuestras obras, comprendida la dirección de las mismas;

 

VI. ACCIONES CONCRETAS

35. En el Instituto:

— El Consejo General crea una Comisión internacional que elabore una "Propuesta Educativa Marista".

— El Consejo General y las Conferencias regionales organizan equipos interprovinciales para acompañar y animar la educación marista.

36. En las Provincias:

— Cada Unidad Administrativa realizará un proceso de discernimiento de la Misión, o profundizará en el mismo, si es que ya lo hubiera realizado.

— Cada Unidad Administrativa facilita una mayor movilidad de Hermanos para el desarrollo de nuevos proyectos misioneros interprovinciales (Ad Gentes) o para el desarrollo o impulso de alguno de los proyectos ya existentes (cf Solidaridad 15).

— Cada Unidad Administrativa prepara y lleva a cabo un proyecto para impulsar el Movimiento Champagnat de la Familia Marista.

— Cada Unidad Administrativa genera proyectos para los Hermanos de edad, que les ayuden a descubrir formas propias de su misión.

— Las Unidades Administrativas instituirán programas de formación para favorecer un diálogo respetuoso con las otras religiones y culturas, así como para lograr una verdadera inculturación.

37. A nivel local:

— Cada obra educativa tendrá un "proyecto para los pobres" que comprometa a los Hermanos, a los Profesores, a los Padres de familia y a los Alumnos,... (cf Solidaridad 17).

— Cada Hermano entra en contacto con realidades de marginación. Comenta y comparte su experiencia en comunidad (Peregrinación de solidaridad) (cf Solidaridad 18).

·         La Comunidad Educativa impulsa el desarrollo de los Movimientos que existen, o su implantación allí donde no han sido iniciados.




1 C 78, 79



2 C 83,91,165



3 C 164, 83



4 C 84



5 C 80



6 C 2



7 C 3,81



8 C 82



9 C 58



10 C 164



11 C 80



12 C 3



13 C 83,88






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