Cap.

1     11| acostumbrados paseos. Era la tarde purísima y templada, y la brisa que
2     23|      alcaide de Cornatel. -¡Virgen purísima! -exclamó Millán cruzando
3     35|       salido alumbraba con una luz purísima el paisaje, y únicamente
4     35|            una entonación fresca y purísima que participaba a un tiempo
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