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Alfabética [« »] concurrido 1 concurso 3 condado 2 conde 186 condena 1 condenados 1 condenarle 1 | Frecuencia [« »] 191 poco 189 bien 187 ella 186 conde 186 muy 179 así 173 ni | Enrique Gil y Carrasco El Señor de Bembibre Concordancias conde |
Cap.
1 1| señor tan poderoso, como el conde de Lemus, sería peor que 2 1| Beatriz en más estima al tal conde que yo a un halcón viejo 3 1| el ascua a su sardina, y conde por señor nadie lo trueca. - 4 1| Pero mi amo, aunque no sea conde, es noble y rico, y lo que 5 1| sería capaz tu ponderado conde, de hacer por su mismo padre 6 2| acciones de don Alonso. El conde de Lemus había solicitado 7 2| ponzoñosos rumores sobre el conde de Lemus? ¿De cierto, de 8 3| retar a combate mortal al conde Lemus, y apartar de este 9 3| bastante alta:~ ~ -Señor, el conde no está ya en Cacabelos, 10 3| la vista de su padre. El conde de Lemus está ligado con 11 4| gran ventura en brazos del conde? -Pobre paloma sin mancilla - 12 5| más ardientes deseos. El conde de Lemus, señor el más noble 13 5| concedido. - ¿No es ese conde el mismo -repuso doña Beatriz - 14 5| apacible como una pradera. El conde de Lemus sin duda es poderoso, 15 5| no puedo ser esposa del conde de Lemus. -Alguna pasión 16 6| a llevar las armas de un conde, apenas podía contener las 17 7| tan mal caballero como el conde Lemus, y de ser el juguete 18 7| solicitaré una entrevista con el conde y le descubriré mi pecho 19 8| resolvía enviar un cartel al conde de Lemus. Ya imaginaba pedir 20 8| embargo, duró muy poco. El conde de Lemus volvió a presentarse 21 8| dejase hablar a solas con el conde, demanda a que no pudo menos 22 8| Pedro Fernández de Castro, conde de Lemus, y señor el más 23 8| superiora. La comitiva del conde, con don Alonso y algún 24 8| una ligera reverencia al conde se sentó en otro sillón 25 8| con la mayor seriedad. El conde se sentó no poco cuidadoso, 26 8| habéis de perdonar -repuso el conde -. Cierto es que no habían 27 8| Pero yo no os amo, señor conde, y creo bastante hidalga 28 8| voluntad de los padres, que el conde se pasmó al ver lo profundo 29 8| acato. Quedóse pensativo el conde un rato como si en su alma 30 8| nos volveremos a ver. El conde quiso replicar, pero le 31 8| comprendía el disimulo del conde, llegó a pensar que su discreción 32 9| como don Álvaro!, ¡pícaro conde! y otras por el estilo, 33 11| la frialdad de alma del conde, cuyos ruines propósitos 34 11| mi alma, jamás seré del conde... pero, escuchadme no me 35 11| cuando los criados del conde y del señor de Arganza fueron 36 12| vista de la insistencia del conde de Lemus, trataría tal vez 37 12| heredera de su padre, el conde don Lope, pero que, sin 38 12| indicado, los proyectos del conde de Lemus y las amarguras 39 12| nacían las persecuciones del conde que, lejos de venir a la 40 13| en términos que aun al conde, a pesar de la hospitalidad, 41 13| escapaban, y aunque el del conde se le escuchaba alguna vez, 42 13| prelado de Carracedo. El conde, por su parte, aunque momentáneamente, 43 16| proyectos favoritos. El conde de Lemus, que frecuentemente 44 16| principio había formado del conde se había ido desvaneciendo, 45 16| místicas y espirituales. El conde de Lemus, con su natural 46 17| Sin embargo, si el noble conde de Lemus no fuese ya tan 47 17| entrañas y dijo: -¡Venga el conde ahora mismo, y le daré mi 48 17| mía propia. ¿Dónde está el conde? Don Alonso hizo seña a 49 17| el enardecido monje. El conde de Lemus se llegó mesuradamente 50 17| instante, al cabo del cual el conde se inclinó profundamente 51 18| proponer a mi padre o al conde algún partido honroso para 52 18| asegurado que sois la esposa del conde de Lemus, y aun cuando no 53 18| verdad; soy la esposa del conde de Lemus. -Beatriz -exclamó 54 18| nosotras!, ¡es mi señor y el conde y todos los criados de la 55 18| ojos al sólo nombre del conde habían brillado con singular 56 19| tenía. Por casualidad, el conde y su suegro, a quienes no 57 19| reposada. Adelantóse el conde entonces con su altanera 58 19| asombro, al paso que la del conde manifestaba a un tiempo 59 19| Juan Núñez! -murmuró el conde en voz baja, víctima todavía 60 19| levantaba en su pecho, dijo al conde: -¿Es cierto lo que cuenta 61 19| de una trama infernal? El conde irritado ya con la ironía 62 19| Ah, traidor! -exclamó el conde desenvainando la espada 63 19| Defiéndete. -Deteneos, conde -le replicó don Alonso metiéndose 64 19| Esta bien -replicó el conde, conozco vuestro ardid, 65 19| pertenecían a la hueste del conde, y avezados a cumplir puntualmente 66 19| encarnizados enemigos, dijo al conde con tranquila severidad: - 67 19| Además, señora -prosiguió el conde como si no hubiese sentido 68 19| su devoción; en cuanto al conde, no se movió, porque aunque 69 19| siniestras facciones del conde, que respondió: -Allí nos 70 19| busca -, pues, aunque el conde las había dicho que los 71 19| quisieron aguardar a más. El conde, por su parte, deseoso de 72 21| impalpable. El implacable conde de Lemus juntaba ya gentes 73 21| perfidia del infante y del conde le habían reducido para 74 21| haciendo voto de desafiar al conde y al infante don Juan en 75 21| Saldaña - ha dado su mano al conde de Lemus, y esta es la verdad.~ ~ -¡ 76 21| él la negra traición del conde y del infante. Por si algo 77 23| mi amo, y el alhaja del conde y todos en fin, hemos visto 78 23| Millán con la perfidia del conde y lo negro de la trama en 79 24| mostraba la perfidia negra del conde, la triste cuanto abundante 80 24| conocida la ruindad del conde, que desde su ausencia ni 81 24| la cuenta de que por muy conde y muy señor que fuese el 82 24| obligación de juntarse con el conde y concertar con él todo 83 24| entonces con eficacia entre el conde de Lemus, el señor de Arganza 84 24| Estos dos hombres eran el conde de Lemus y el señor de Bembibre. 85 24| para mayor humillación del conde, se había negado a hacer 86 24| con sangre su ofensa. El conde, de cuya memoria no se apartaba 87 25| toda Galicia juntaba el conde de Lemus en Monforte iban 88 25| ballesteros en general. El conde era además capitán muy hábil, 89 25| Cornatel, acaudillados por el conde en persona. Este era el 90 25| rencor que abrigaba contra el conde. La afición que había cobrado 91 25| sucesivamente y dejaron al conde dueño del campo con sus 92 25| todavía. Aquí asentó el conde sus reales rodeado del trozo 93 25| comunicación con Ponferrada. El conde apareció poco después, seguido 94 25| no habiéndose purgado el conde de la ruindad de Tordehumos, 95 25| almena más alta. Aunque el conde se esperaba semejante respuesta, 96 25| una inmensa colmena. El conde descansó poco en toda aquella 97 25| delante de la tienda del conde, sobre la cual estaba enarbolada 98 25| vuelta a la caballería del conde que creyéndonos de todo 99 25| Saldaña: -¿Y pensáis que el conde esté mañana con sus lanzas? - 100 26| campamento de la caballería del conde de Lemus. Allí, cuidadosamente 101 26| punto bajo sus enseñas. El conde Lemus salió de su tienda 102 26| menos tenaz de lo que el conde aguardaba, así es que dieron 103 26| tremolar la bandera del conde en la barbacana, prorrumpió 104 26| consternados y tomando la huida. El conde que, embarazado con tanto 105 26| Entonces creyeron que ya era el conde dueño de él, y con loca 106 26| grueso de la hueste del conde, picó en pos de ellos por 107 26| matanza acertó a ver al conde que forcejeaba con sus hidalgos 108 26| para volver al Puente. -¡Conde traidor! -le gritó el comendador -, ¿ 109 26| contienda, porque cuando los del conde vieron que se las habían 110 26| barbacana y dijo con alta voz: -¡Conde de Lemus!, vuestra caballería 111 26| Bembibre, tu enemigo! Lanzó el conde un rugido como un tigre, 112 26| haceros guerra, el rey y el conde de Lemus, nuestros naturales 113 26| hecho por mí; pero si el conde os hubiera quemado vivo, 114 26| que debo a mi rey, y al conde mi señor -el comendador 115 26| No, pues ahora excusa el conde de venir con que son mágicos 116 26| esto pasaba a la vista del conde que, trepando por la agria 117 26| algún amargo gemido. El conde mismo había perdido dos 118 27| acabamos de describir, el conde mandó a pedir refuerzos 119 27| otra vez florecieron en el conde sus antiguas y risueñas 120 27| fealdades que le manchaban. El conde, conociendo harto bien la 121 27| distancia cuanto porque el conde, escarmentado con el pasado 122 27| capitulaciones honrosas con el conde. El anciano comendador dio 123 27| el campo sitiador, y el conde no dejó de aprovecharlas 124 27| lucha fratricida; pero el conde le respondió que sus órdenes 125 27| tierra y de la corona. El conde, que en el fondo no desconocía 126 27| del infierno. Frunció el conde el ceño con este importuno 127 27| esto. Y enseguida contó el conde la escena de la poterna 128 27| comendador. Mordióse el conde los labios de despecho al 129 27| recibir las instrucciones del conde, se salió de su tienda, 130 27| de las Médulas. Dormía el conde a la sazón, pero en cuanto 131 27| montañés. Hízole sentar el conde y después de ofrecerle una 132 27| presumirlo -respondió el conde, pero la impaciencia me 133 27| Y cuál? -preguntó el conde con ansiedad. -El torreón 134 27| el cazador muy ufano. El conde miró con ceño y le dijo 135 27| pasos. -¡Ah! -respondió el conde poniéndose en pie con júbilo 136 27| Quedóse como turbado el conde con tan extraña petición, 137 27| no volváis -respondió el conde con una voz ahogada por 138 27| monte con que sostenerla. El conde, aunque trémulo de despecho, 139 27| Anda con Dios -le dijo el conde, y dispón todo lo necesario 140 27| montañés enseguida y el conde exclamó entonces con irónica 141 28| ofrecía el campamento del conde en medio de aquellas profundísimas 142 28| un buen manojo, ¿pero el conde quiere ser de los primeros? - 143 28| muy especialmente la del conde. La extraña configuración 144 28| conjeturó, fundadamente, que el conde y Cosme Andrade con sus 145 28| Andrade, y por el otro el conde. Millán entonces se levantó 146 28| abrir y cerrar de ojos. El conde, temeroso de sufrir la misma 147 28| rostros con las viseras, el conde les miraba atentamente, 148 28| sus facciones. -Soy yo, conde de Lemus -le dijo don Álvaro 149 28| vivamente el semblante del conde, que mirando al señor de 150 28| escudero comenzó a mirar al conde fieramente, y no mostraba 151 28| generosidad que tanto humillaba al conde sólo sirvió para encandecer 152 28| conciencia satisfecha. Estaba el conde armado a la ligera, como 153 28| poco tardó en alcanzarle al conde un tajo en la cabeza, del 154 28| Ah traidor! -dijo el conde con la voz ahogada por la 155 28| ahora estamos iguales. El conde, más aturdido que herido, 156 28| aquí, lo tomo a mi cargo. Conde de Lemus, defendeos. -Yo 157 28| mal caballero -dijo al conde -, veremos si ahora os valen 158 28| de vosotros -replicó el conde con arrogancia -, mientras 159 28| comendador. -Mentís -contestó el conde con una voz ronca y con 160 28| ansiedad por la suerte del conde, se habían corrido por su 161 28| brazo de Saldaña, como el conde le sobrepujaba en agilidad 162 28| pero así, la espada del conde fue a dar en la muralla 163 28| súbita acometida, aferró al conde de tal modo que casi le 164 28| injustas pretensiones del conde. Por violenta que le pareciese 165 28| finezas. Por lo que hace al conde, poco tardó también en partir 166 29| ya la derrota primera del conde de Lemus, la gloriosa defensa 167 29| noble padre y de...? del conde, quise decir. -Vuestro padre 168 29| dueño de su sorpresa. El conde había traído males sin cuento 169 30| desde antes de la muerte del conde de Lemus sin interrupción 170 30| sea el haber arrancado al conde de vuestras manos, es la 171 30| acabó tan miserablemente el conde de Lemus, en que le mandaba 172 31| que sin cesar hablaba del conde, de su madre y de don Álvaro, 173 32| un deudo muy cercano del conde murió al golpe de una piedra 174 32| intimaciones del difunto conde, y sobre todo su muerte 175 32| tratados como quería el conde de Lemus a quien respeto, 176 32| acusación, la muerte del noble conde de Lemus... ¿Es cierto este 177 32| expedición del desgraciado conde. -¡Mentís, Beltrán de Castro! - 178 32| por los antojos de vuestro conde? ¿O piensas tú que es Andrade 179 32| mediaron entre don Álvaro y el conde al principio, y luego lo 180 32| acordándome de las mentiras del conde de Lemus y temiendo no les 181 32| mis hermanos. -Deudos del conde de Lemus -dijo en alta voz 182 32| Beltrán la caballería del conde en aquella ocasión, y envuelto 183 32| sobre vos las ofensas del conde de Lemus. A mí me encontraréis 184 33| proyectos de servir a un conde con la muerte del de Lemus, 185 34| había roto con el enlace del conde de Lemus, y que entonces 186 36| cuando me vio esposa del conde! Ella igualaba su corazón