Cap.

  1      1|              de hacerlo en cuanto su padre levante la voz, porque ella
  2      1|         conde, de hacer por su mismo padre lo que don Álvaro hizo por
  3      2|          energía que distinguía a su padre y de la dulzura y melancolía
  4      2|              el nombre y poder de su padre y cercada por todas partes
  5      2|             lo mismo pensó buscar su padre un esposo digno de su clase
  6      2|              retraimiento de vuestro padre y mi señor para conmigo? ¿
  7      2|           siempre a quien es vuestro padre; nadie daría más honra a
  8      2|              altares y delante de mi padre, moriré con el velo de las
  9      2|             heredado. -¿Y si vuestro padre os obligase a darle la mano? -
 10      2|           mano? -Mal le conocéis; mi padre nunca ha usado conmigo de
 11      2|              ambición! ¿Y si vuestro padre os hiciese violencia, qué
 12      3|          Tarifa, y, a la vista de su padre. El conde de Lemus está
 13      3|             hasta la muerte y dijo: "Padre, si puede ser, pase de mí
 14      3|             en vano soy el maestre y padre del Temple en Castilla,
 15      4|             las primeras miradas del padre del día. ¡Delicioso espectáculo,
 16      4|              a vuestra casa; vuestro padre fue uno de los pocos amigos
 17      4|         honra para su linaje? -Pero, padre mío -contestó don Álvaro -,
 18      4|          doña Beatriz? -¿Eso dudáis, padre? -contestó el caballero -;
 19      4|        segura que les señaló nuestro padre común? Por su desenfreno,
 20      4|          como el sol. Pero, en suma, padre mío, vos, que veis la hidalguía
 21      5|         abadesa a la sazón, entró su padre en el aposento, y diciéndola
 22      5|            consiguiente -continuó su padre -, te obliga a mirar por
 23      5|             honra de tu linaje. -Sí, padre mío, y bien sabe Dios que
 24      5|              Que es imposible que mi padre me  por esposo un hombre
 25      5|              hija venía a herir a su padre de rechazo, excitó su cólera
 26      5|        recibir el esposo que vuestro padre os destine. -Vuestra es
 27      5|            doña Beatriz -contestó su padre dirigiéndola escrutadoras
 28      5|            preguntó de repente. -Si, padre mío -respondió ella con
 29      5|             para no representar a su padre que si amaba a don Álvaro
 30      6|             todos los vasallos de su padre la aguardaban; sus hermosos
 31      6|             Componían la comitiva su padre, que caminaba un poco delante
 32      6|             indiscreta ternura de mi padre no me fuerce a tomar por
 33      6|            más o menos decía así: Mi padre me destierra de su presencia
 34      6|            debemos olvidar que es mi padre y, por lo tanto, si en algo
 35      7|             cuanto la ambición de su padre podía apetecer, porque la
 36      7|             cuya autoridad ejerce mi padre, porque ya os dije que yo
 37      7|              yo no desobedeceré a mi padre. -No puedo jurároslo, señora -
 38      7|     consentimiento. - No creáis a mi padre capaz de tamaña villanía. -
 39      7|            tamaña villanía. -Vuestro padre - replicó don Álvaro con
 40      7|              planes! ¡Por vida de mi padre, señora, que sin duda estáis
 41      8|              contentó con rogar a su padre que le dejase hablar a solas
 42      8|          cediese a la voz de vuestro padre y a los deberes de vuestro
 43      8|             de sus acciones, y si mi padre juzga que tan reprensible
 44      8|            no fuera honra de vuestro padre ni mía exponernos a las
 45      8|              pero al ver entrar a su padre, que a pesar de sus rigores
 46      8|             con la mayor angustia: -¡Padre mío, padre mío!, ¡no me
 47      8|         mayor angustia: -¡Padre mío, padre mío!, ¡no me entreguéis
 48      8|      cumpláis las órdenes de vuestro padre. Doña Beatriz se levantó
 49      8|           rostro divino, clavó en su padre una mirada de extraordinaria
 50      9|             lo sabes, Martina? ¡Y mi padre me ha amenazado con su maldición
 51      9|      gritando a voz en cuello: -¡Ay, padre de mi alma!, ¡pobrecita
 52      9|              que me voy a quedar sin padre! ¿Dónde está la madre abadesa
 53      9|          licencia para ir a ver a mi padre antes de que se muera? La
 54      9|              a Carracedo a ver si el padre boticario le daba algún
 55      9|              Dios depararle muchas y padre no le ha dado sino uno.
 56      9|              de Tirso? Vio caer a mi padre con el accidente que le
 57     11|            la terrible escena con su padre, y la inminencia del riesgo,
 58     11|            todo lo que emanase de su padre. La paz de aquella tierra
 59     11|            futuro sin el apoyo de su padre, sin las bendiciones de
 60     11| resentimiento que la violencia de su padre le causaba, y la frialdad
 61     11|              al testarudo de vuestro padre y al otro danzante de Galicia.
 62     11|           que me dice: "Obedece a tu padre." ¿Cómo he podido abrigar
 63     11|           con vos sin deshonrar a mi padre. Soltó él entonces la mano,
 64     11|          dijo: -Yo no obedeceré a mi padre. -Y vuestro padre os maldecirá, ¿
 65     11|     obedeceré a mi padre. -Y vuestro padre os maldecirá, ¿no lo oísteis
 66     11|              en salteador nocturno! -Padre -le interrumpió don Álvaro -,
 67     11|         serenarse le dijo: -Ya veis, padre abad, que todos los caminos
 68     11|          dijo con su dulce voz: -No, padre mío, yo he solicitado su
 69     11|       desconsuelo y exclamando: -Oh, padre mío, libradme de mi padre,
 70     11|            padre mío, libradme de mi padre, libradme de este desgraciado
 71     11|             la maldición misma de mi padre. ¡Oh, don Álvaro!, ¿por
 72     12|            Haro, como heredera de su padre, el conde don Lope, pero
 73     13|           angustias. El nombre de su padre y el de su amante eran los
 74     13|              también, tía mía! ¿Y mi padre dónde está? -Pronto vendrá -
 75     15|        muerte de su señor, verdadero padre de sus vasallos; y por la
 76     16|            tenían para estimarla. Su padre como deseoso de borrar las
 77     16|           nuevas discordias entre el padre y la hija era una especie
 78     16|         agradecer la solicitud de su padre, consolándose como ella
 79     17|              la soledad a tu anciano padre, el Señor te perdone y bendiga
 80     17|  remordimiento. Hasta el dolor de su padre parecía oprimirla con su
 81     17|               le dijo: -¿Qué dudáis, padre mío?, mi voluntad es invariable,
 82     18|            vez querrán proponer a mi padre o al conde algún partido
 83     18|              conocido familia ni más padre que mi buen tío, y vos lo
 84     19|            vais a saber. -¡Oh!, ¡no, padre mío!, ¡dejadme con sus juicios
 85     19|           arrojó en los brazos de su padre, y don Álvaro, sin detenerse
 86     19|       suavemente de los brazos de su padre, se puso a mirar el semblante
 87     19|             con seriedad -. ¿Además, padre mío, de que me serviría
 88     19|           ternura para distraer a su padre de su pesar. Por fin, ya
 89     19|        servir de infinito descanso a padre y a hija en la angustia
 90     21|             torcido: -Por vida de mi padre, que si no os amparasen
 91     22|       aflicción y la presencia de un padre ya anciano, lleno de pesares
 92     24|           menos dudas ni tropiezos. -Padre mío -le respondió -, no
 93     24|     melancólicamente y contestó a su padre con dulzura: -No fueron
 94     24|         aquella lucha fatal entre su padre y el hombre que, aunque
 95     29|            el otro el contento de su padre y la noble satisfacción
 96     29|        Cornatel? ¿Qué es de mi noble padre y de...? del conde, quise
 97     29|         conde, quise decir. -Vuestro padre disfruta salud -respondió
 98     29|        virtud divina. -Tenéis razón, padre mío -repuso ella como avergonzada
 99     30|            he echado la cuenta de mi padre, de que el que no es agradecido
100     31|        recibió del abad y de su buen padre, acerca de la suerte que
101     31|           todos los argumentos de su padre y de su tía, de manera que
102     31|            cosa aparte. Al cariño de padre, al aguijón del remordimiento
103     31|              con la resolución de su padre, porque mientras su suerte
104     31|              deseo de acompañar a su padre anciano y la seguridad de
105     31|           apoyada en Martina y en su padre que apenas se atrevía a
106     31|           deseo de esconderlas de su padre las cuajó en sus ojos, y
107     31|              propio al sosiego de su padre, emprendió sin repugnancia
108     31|         ángel del cielo -contestó su padre abrazándola -, nuestras
109     31|          prematuro por el luto de su padre, y de aquel amante arrebatado
110     32|           dos veces, y como decía mi padre, que de Dios goce, "el que
111     33|        consuelos y seguridades de su padre, la entrada de la benéfica
112     33|       distraídas miradas, llegóse su padre a ella a tiempo que sus
113     33|          cuitada se acordó de que su padre la escuchaba y volvió a
114     33|              continua para mí. -¡Oh, padre mío! -respondió la joven
115     33|         apoyándose en el brazo de su padre, bajó con él hasta el embarcadero
116     33|          gracias al Todopoderoso. Su padre fuera de sí de alborozo
117     33|             señora en compañía de su padre y de aquel portador de buenas
118     35|               había recorrido con su padre y su doncella gran parte
119     35|           ojos desencajados, pero su padre, que al ver su acción pareció
120     35|      Entonces Martina, el monje y su padre la incorporaron en el lecho
121     35|            memoria, y clavando en su padre sus ojos alterados y brillantes
122     35|            caso de las razones de su padre. -Dádsela y no la contradigáis -
123     35|            un soplo! -¿Qué queríais, padre mío? -repuso ella con dulzura -,
124     35|              debéis esperarlo. -¡Ah, padre! -contestó ella -, ¿cómo
125     35|       arrancar de mi pecho? Y luego, padre mío, considerad que ya es
126     35|             el arrepentimiento de tu padre han de poder más que la
127     35|                 en nombre de vuestro padre, de vuestro linaje y de
128     35|         viniese a hacer el oficio de padre con mi desdichada hija,
129     35|              habían dispuesto. Ni su padre ni el anciano religioso
130     35|          particular. El desventurado padre se apartaba entonces meneando
131     35|            su escudero Millán. -¡Ah, padre mío! -le dijo el apesadumbrado
132     35|             mirada los cuerpos de su padre y de Martina para descubrir
133     35|            conocéis? -¿Ah, sois vos, padre mío? -contestó la joven
134     35|              de tu lado hasta que tu padre vuelva de Francia con esa
135     35|          exclamó ella clavando en su padre una dolorosa mirada en que
136     35|              dirigieron el abad y su padre, se salieron todos de la
137     36|             menos la fisonomía de su padre. Preguntó al punto por él,
138     36|     semejantes ideas, cuando vuestro padre va a volver sin duda alguna,
139     36|       primavera de nuestro amor? -Mi padre volverá tarde -respondió
140     36|          árbol de mi juventud! Pobre padre mío, qué terriblemente habrá
141     37|         mirar el camino por donde su padre había partido, por ver si
142     37|           Álvaro!, ¡y vos, venerable padre! ¡Ah, me alegro en el alma,
143     37|             voz secreta? Que vuestro padre va a volver, y que al cabo
144     37|           tan pronto la vuelta de mi padre, cuando ha poco más de dos
145     37|             porque así ahorrará a mi padre el espectáculo de mi muerte
146     37|              orilla exclamó: -¡Es mi padre!, ¡mi padre querido! -Sí,
147     37|         exclamó: -¡Es mi padre!, ¡mi padre querido! -Sí, tu padre soy,
148     37|            mi padre querido! -Sí, tu padre soy, hija de mi alma -contestó
149     37|        porque él era en efecto -, tu padre que viene a cumplirte su
150     37|         durará es un día! -¡In feliz padre! -exclamó el abad volviéndose
151     37|       pudiera oíros. El desventurado padre calló al punto de miedo
152     37|          delirio. La aparición de su padre y la nueva que le había
153     37|       Miserable de mí! Allí viene mi padre corriendo..., miradle, don
154     38|             cama, y asiendo la de su padre, le dijo con acento sosegado: -
155     38|          vida, más me duele por vos, padre mío, por este noble y generoso
156     38|            perdonarme! -¿Eso dudáis, padre mío? -continuó doña Beatriz -,
157     38|               gracias!, ¡gracias!... Padre mío -añadió dirigiéndose
158     38|          palabra de agradecimiento. -Padre mío, a vuestra liberalidad
159     38|    igualmente a la generosidad de mi padre y de mi esposo. Aquellas
160     38|              Entonces significó a su padre y al abad por más extenso
161   Conc|            ocho después que el santo padre Clemente V, de santa memoria,
162   Conc|           hablas tantas veces con mi padre? -Sí, Beatriz mía, hija
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