Cap.

  1      2|           pues, todas sus esperanzas habían venido a cifrarse en su
  2      2|            estimadas. Los templarios habían llegado a su periodo de
  3      2|              su hija los pesares que habían acibarado su vida. Así pues,
  4      2|            en la desgracia a los que habían sido sus amigos en la fortuna,
  5      2|           delicado, pero nunca se lo habían confesado. Los afectos verdaderos
  6      2|       embebecidos en su dicha, jamás habían pensado en darle nombre,
  7      2|          pensado en darle nombre, ni habían pronunciado la palabra amor.
  8      2|             doña Beatriz -, ¿en esto habían de venir a parar tantos
  9      3|           poder del Temple, y que ya habían comenzado a producir en
 10      3|              pobreza en cuyos brazos habían dejado a la orden Hugo de
 11      4|        ardiente de San Bernardo, les habían granjeado el respeto y aplauso
 12      4|            Desde la altura a que los habían encumbrado sus hazañas y
 13      4|            las cruzadas a cuyo calor habían crecido y prosperado, su
 14      4|              la orden del Temple, se habían presentado muchas veces
 15      6|     violentos cuanto más comprimidos habían estado hasta entonces. El
 16      6|             miserias, que siempre la habían visto aparecer en sus hogares
 17      6|              pues, doña Beatriz, que habían entrado en conversación,
 18      6|            mis halcones y perros que habían de venir días como estos? -
 19      6|            de Carracedo y en el cual habían sido religiosas dos princesas
 20      8|           disensiones domésticas que habían agitado hasta entonces la
 21      8|              engrandecer su casa, no habían desperdiciado ocasión, entre
 22      8|           los encarecimientos que le habían hecho. Doña Beatriz le hizo
 23      8|            conde -. Cierto es que no habían visto mis ojos el milagro
 24      8|          discreción y tino cortesano habían dado la última mano a la
 25      9|         levantó de la cama en que la habían reclinado, con la agilidad
 26     10|       hubiera dicho que las pasiones habían ejecutado su estrago en
 27     10|            enérgico, pero de cuantas habían agitado su juventud, para
 28     10|          todas partes, sus amigos se habían convertido para él en hijos
 29     10|            varonil belleza. Hasta le habían oído hablar con una mal
 30     11|            inminencia del riesgo, le habían dado fuerzas para arrojarse
 31     11|        tierra y la propia opinión la habían determinado a semejante
 32     11|          bajo el velo de la cortesía habían llegado a encubrirse, le
 33     11|           más fácil y natural cabida habían hallado en su corazón. De
 34     11|           impetuosidad de la carrera habían comenzado a desvanecer el
 35     12|             de la menor edad del rey habían enseñado a los señores el
 36     12|              y que los caballeros se habían mantenido neutrales cuando
 37     13|             lindo y alegre semblante habían desaparecido los colores
 38     13|             de los sinsabores que la habían cercado de continuo, mientras
 39     13|             eran las lágrimas que se habían helado en sus ojos y oprimían
 40     13|             la ligera palidez que le habían causado sus vigilias y congojas,
 41     15|              gravedad de sus heridas habían reducido a don Álvaro a
 42     15|        atenciones de don Juan Núñez, habían logrado arrancarlo de la
 43     15|              en una cama que para él habían puesto en un caramanchón
 44     15|             los sollozos que por fin habían podido abrirse paso por
 45     16|              belleza de doña Beatriz habían llegado a penetrar en ella
 46     16|             alegría sucesivamente le habían dado fuerzas, y sólo cuando
 47     16|               También en su juventud habían violentado su inclinación,
 48     16|              el amor de sus hijos le habían proporcionado momentos de
 49     16|       incentivos de la vanidad nunca habían fascinado sus ojos; pero
 50     16|          pero estas disposiciones se habían fortificado en la soledad
 51     16|      impulsos de aquel alma generosa habían recibido un muy subido y
 52     16|             que sus manos y consejos habían formado, hasta convertirle
 53     17|           capilla donde largo tiempo habían estado orando, declaró doña
 54     17|        sumida su anunciada vocación, habían concurrido a cortar los
 55     18|        tantos sueños de ventura como habían mecido su florida primavera,
 56     18|      desnudez. Los días de su gloria habían pasado y la corona se había
 57     18|              los sucesos posteriores habían aumentado su ansiedad y
 58     18|       alrededor de las torres en que habían hecho su nido, se preparaban
 59     18|        lluvias de la estación que ya habían caído, amontonaban en el
 60     18|          sólo hablaban de la muerte, habían entonado un himno de alegría
 61     18|            día de su nacimiento, les habían despertado en los días de
 62     18|             escenas de dolor que las habían seguido, el sepulcro que
 63     18|         rosas mismas de sus mejillas habían perdido sus vivos matices.
 64     18|           los sinsabores y los males habían hecho en aquel semblante
 65     18|             al sólo nombre del conde habían brillado con singular expresión. -¡
 66     19|            no se esperaba aquel día, habían dado la vuelta impensadamente
 67     20|           conocer el estado a que le habían reducido. Vio la oscuridad
 68     20|           honroso, y que sus huestes habían entrado amigablemente y
 69     20|            castillos, que todavía no habían querido entregar. -¿Y es
 70     21|         trajo Millán a todo el mundo habían convencido y satisfecho,
 71     21|        primitivas virtudes de que no habían decaído, su poder, los misterios
 72     21|           del infante y del conde le habían reducido para mejor asegurar
 73     21|              igualar a la cólera que habían despertado en él la negra
 74     23|           suerte y las desdichas que habían formado el tejido de sus
 75     24|              a pesar de sus desvíos, habían acabado de debilitarla.
 76     24|             mudanza. Las monjas, que habían esperado encontrarla restituida
 77     24|     sentimientos personales, además, habían sufrido grande alteración,
 78     24|       arrancarlo; pero sus raíces se habían ahondado en el corazón de
 79     24|              con los moros a que los habían obligado las alianzas de
 80     25|         Álvaro, que por su profesión habían pasado al poder del Temple,
 81     25|           Una porción de mujeres que habían seguido a sus padres, maridos,
 82     26|      instante el puente de vigas que habían estado clavando y aderezando
 83     26|             noche anterior, y que no habían conducido, desde luego,
 84     26|        puertas del castillo. No bien habían descargado los primeros
 85     26|          hidalgos de su casa, que se habían quedado a la puerta de la
 86     26|              conde vieron que se las habían con hombres como ellos y
 87     26|        caballeros que le acompañaban habían cerrado la puerta con sus
 88     26|           llantos de las mujeres que habían perdido alguna persona querida;
 89     26|           querida; los más valientes habían perecido en la refriega,
 90     27|            propios de la empresa que habían acometido, situación para
 91     27|              en el reino de León, le habían retraído de ponerla en planta.
 92     27|        averiguar que los jinetes que habían destrozado su caballería
 93     27|             destrozado su caballería habían salido del castillo y no
 94     27|             la reja; pero no bien se habían acercado cuando una flecha
 95     28|         género de obstáculo interior habían de encontrar, claro estaba
 96     28|           sitio que con tanta sangre habían regado no hacía mucho tiempo.
 97     28|           subir sin cuidado. No bien habían dejado de oírse estas palabras
 98     28|              la suerte del conde, se habían corrido por su derecha,
 99     28|         Galicia. Los cabreireses que habían bajado de su peligrosa expedición,
100     29|           enfermedad larga y temible habían comenzado, según dejamos
101     29|             amarguísimas escenas que habían precedido su segunda entrada
102     29|             en aquel puerto sosegado habían rasgado el velo con que
103     29|            resulta de un sacrificio, habían encubierto a sus ojos el
104     29|      acontece, en el estado a que la habían conducido la profunda agitación
105     29|         hacer, bien a pesar suyo, le habían traído algún tiempo fuera
106     29|            las proezas de don Álvaro habían llegado a aquel pacífico
107     29|            hombre, sus negras tramas habían robado la libertad y hasta
108     29|     eternidad, que más de una vez se habían ofrecido a sus ojos, bien
109     29|            enfermedad y las pasiones habían dejado en aquel cuerpo y
110     29|           mirada, el metal de su voz habían llenado su imaginación de
111     30|           los del sol.~ ~ No bien se habían retirado los enemigos después
112     30|        aposento donde por orden suya habían cerrado a don Álvaro. Conociendo
113     30|         Aragón y de Castilla, que ya habían entregado algunas de sus
114     30|           superstición por otro, les habían reducido. Últimamente le
115     30|             que debían componerle le habían asegurado por escrito, contestando
116     30|         castillo que con tanto valor habían guardado. Saldaña, antes
117     30|          guerreros que sucesivamente habían dejado los demás castillos
118     31|        zozobra que tan poderosamente habían contribuido a la ruina de
119     31| presentimientos que de tiempos atrás habían llegado a posesionarse de
120     32|           ignorancia por casi todos, habían levantado contra el Temple,
121     32|    resolución de entrar en el Temple habían sido y eran todavía un doloroso
122     32|              sosiego de Castilla, le habían impedido hacer campo cerrado
123     32|        enseguida de Salamanca, donde habían encontrado el premio que
124     33|            torrentes del invierno se habían convertido en limpios y
125     33|        retraimiento en el monasterio habían trocado la natural serenidad
126     33|        dolorosa: ¡Ay, Beatriz, estas habían de ser las luminarias de
127     34|           señores con sordos manejos habían manifestado contra aquella
128     34|           sus pesares y dolencias no habían podido despojar de su singular
129     34|        tiempo y el decaimiento a que habían venido acababa de todo punto
130     34|       encuentro, pues ni un sólo día habían dejado de rezar por su feliz
131     34|           número de los soldados que habían acompañado a don Álvaro
132     35|              don Alonso y Martina la habían reclinado de nuevo al pie
133     35|           con dulzura -, mis ojos se habían cansado de llorar en la
134     35|         porciones del cordial que la habían dispuesto. Ni su padre ni
135     35|             Al ruido de los caballos habían acudido algunos criados,
136     35|      disipadas hacía tan pocas horas habían comenzado a derramar en
137     35|      nuestras catedrales. Todavía no habían desaparecido las huellas
138     36|             primeras y únicas que se habían impreso en su alma. Entonces
139     36|              frente; sus ojos garzos habían perdido su serenidad antigua,
140     37|            de la salud, que otra vez habían vuelto a sonrosear aquel
141     37|            del dolor y la enfermedad habían comenzado a florecer de
142     37|            escasas, pues a tal punto habían venido las fuerzas de la
143     37|             tanto tiempo a sus ojos, habían fecundado estas terribles
144     38|         salud, la alegría y la honra habían huido de su hogar, como
145     38|         habló de la mucha sangre que habían vertido en defensa de la
146     38|        resplandores tantos infelices habían encontrado alivio y consuelo.
147     38|            los criados, porque todos habían acudido a aquella escena
148     38|               los pájaros del jardín habían callado también, pero sus
149     38|          dádivas que en su nombre se habían de hacer, y manifestó al
150   Conc|              creía que sus reliquias habían de traer bien a este monasterio.
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