Cap.

  1      1|     enemigo? Hubiérasle pedido a Dios que te diese algo más de
  2      1|     violentan y tratan mal, sólo Dios puede con ella. -Pero hablando
  3      1|          ni mal intencionados, a Dios gracias; que, al cabo, los
  4      1|        señor, sin encomendarse a Dios ni al diablo, metió las
  5      1|        por su soberbio Almanzor, Dios sabe lo que le hubiera sucedido... ¡
  6      2|     contra el mismo cielo! -¡Oh, Dios mío! -murmuró doña Beatriz -, ¿
  7      2|          por la última vez y que Dios lee en mi corazón, yo os
  8      2|           como la que ponemos en Dios en la hora de la desdicha. -
  9      3|         y le rinden culto como a Dios, que reniegan de Cristo,
 10      3|     ellas se aparta el hombre de Dios, de quien viene la virtud
 11      3|         Te queda la confianza en Dios y en tu propio honor, de
 12      3|       los calabozos de Felipe, y Dios sabe el fin que les espera,
 13      3| destierro! Hágase la voluntad de Dios, pero cualquiera que sea
 14      4|          de los pocos amigos que Dios me concedió en mi juventud,
 15      4|   injusticia se volvieron contra Dios como vuestros templarios.
 16      4|          caminos de paz. ¡Quiera Dios que no os lo echéis en cara
 17      5|       don Alonso -, ya sabes que Dios nos privó de tus hermanos
 18      5|           padre mío, y bien sabe Dios que ni por un instante he
 19      5|          pureza era más digno de Dios, que no de mí, desdichada
 20      5|          sólo está en la mano de Dios, sosegaos, pues, y mirad
 21      6|         Y sobre todo, sea lo que Dios quiera, que yo a buen hacer
 22      6|          ahora no puedo deciros. Dios os guarde, y os  fuerzas
 23      7|         vuestra salud?~ ~ -No, a Dios gracias -respondió ella
 24      7|          iban a rendir gracias a Dios por el bien que su mano
 25      7|        me juréis aquí delante de Dios, que a nada os arrojaréis
 26      7|       don Álvaro. -Id, pues, con Dios, noble caballero, yo recurriré
 27      8|          gana mi corazón. Id con Dios, y que el cielo os guarde,
 28      8|    seréis responsable delante de Dios de mi vida y de la salvación
 29      9|         arrastrando al templo de Dios, a que mienta delante de
 30      9|          abandone también, y así Dios sólo me amparará en su gloria. -
 31      9|        su gloria. -Sosegaos, por Dios, señora -respondió la doncella
 32      9|          se remediará; pero, por Dios y la Virgen de la Encina -,
 33      9|    señora tía, porque amas puede Dios depararle muchas y padre
 34      9|      tres días me casan si vos o Dios no lo impedís. Ved lo que
 35      9|       del primer hijo que nos  Dios, me doy por pagado y contento.
 36      9|        infierno en que vivimos. -Dios lo haga -respondió la muchacha
 37     10|     aunque en voz baja: -¡Ira de Dios, señores villanos!, ¿conque
 38     10|       más sangre por la causa de Dios? ¿Dónde estaban para nosotros
 39     10|      contestó Saldaña -. ¡Quiera Dios coronar nuestros nobles
 40     11|  entrambas se marcharían a donde Dios se la deparase con sus amantes,
 41     11|          que ese caso no llegará Dios mediante! ¡Con tantos pesares
 42     11|         damos por esos campos de Dios. Una libra de cera he ofrecido
 43     11|        Martina? Esa es la voz de Dios que me dice: "Obedece a
 44     11|         Trabajo de provecho, así Dios me salve! En esto entraron
 45     11|          entonces la voluntad de Dios y la suya. Don Álvaro al
 46     11|        hábito, pero, por amor de Dios y de la paz, dejadnos ir
 47     11|         feo borrón a los ojos de Dios y de los hombres. Doña Beatriz,
 48     11|        las lanzas moras y en que Dios me concederá una muerte
 49     11|        suerte más dichosa y sólo Dios sabe cómo me atribulan tus
 50     11|         sin más amparo que el de Dios y el vuestro? El despecho
 51     11|        oído la palabra del mismo Dios. -Toca esta mano a que todos
 52     11|        encenderse en Castilla. A Dios, pues, os quedad, y rogadle
 53     11|        lo vea..., antes ha visto Dios la pureza de nuestro amor.
 54     13|       voz ronca y ahogada: -¡Oh, Dios mío; no a ella, no a ella,
 55     13|    cesaron las monjas de rogar a Dios por la salud de doña Beatriz.
 56     14|     digas. -Está bien, señor, si Dios os llama así se hará como
 57     15|    vuestro propio decoro. Id con Dios, que ni mi corazón ni mi
 58     15|       sueño, y cuando despierte, Dios mediante, se ha de encontrar
 59     15|        libre ya de todo riesgo? ¡Dios ha querido afligirme permitiendo
 60     15|        con sus mayores. ¡Válgame Dios! -exclamó en voz imperceptible ¿
 61     16|         con voz casi tranquila: -Dios me lo dio, Dios me lo quitó,
 62     16|      tranquila: -Dios me lo dio, Dios me lo quitó, sea por siempre
 63     18|   montañas en no  qué manejos. Dios me perdone, va es mi amo
 64     18|         en la horade la muerte. ¡Dios la tenga en su gloria!,
 65     18|     también el corazón. ¡Válgame Dios, y tan contentos como hubiéramos
 66     18|        les llevo la respuesta... Dios sabe lo que vendrá, porque
 67     18|        esta noble orden! ¡Quiera Dios que no sea el maestre! -
 68     18| respondió doña Beatriz -; id con Dios, y abreviad esta conversación
 69     18|         como un reflejo de la de Dios, procuraba ennoblecerme
 70     18|   prosiguió dirigiéndose a él -; Dios juzgará en su día entre
 71     18|           le dijo: -Beatriz, por Dios santo, por cuanto pueda
 72     18|         casa! ¿Qué va a suceder, Dios mío? Doña Beatriz entonces
 73     18|  llegaréis antes que ellos. ¡Oh, Dios mío!, ¿para esto lo habéis
 74     18|      vuestro orgullo! ¡Ah!, ¡por Dios, noble comendador, lleváosle,
 75     19|          cuyos agravios tienen a Dios y a los hombres por jueces.
 76     19|        nos encontraremos, y vive Dios que no os escaparéis de
 77     19|          cosas buenas consigo, y Dios nos ve sin cesar desde su
 78     19|       con nuestra suerte, porque Dios es quien nos la envía! -
 79     21|        no me asista el perdón de Dios en la hora del juicio. -
 80     21|      hará conseguir el perdón de Dios que el mío, sinceramente
 81     22|       dulces y halagüeños cuando Dios quería, tristes ya y poblados
 82     22|        sabiendo cómo agradecer a Dios este consuelo que en sus
 83     22|      miserable país!... ¡Muévale Dios contra el Temple, ahora
 84     22|        ángeles rebeldes; pero tu Dios te perdonará, y tu sangre
 85     22|      estén reñidos con la ley de Dios, y sobre todo, trabajar
 86     22|    Jerusalén celestial. Prémieme Dios en proporción de mis obras,
 87     22|        deberes que el soldado de Dios se imponía al entrar en
 88     22|        severo y grave: -¡Pero si Dios te deja de su mano para
 89     23|          contaba con el favor de Dios y sobre todo se echaba la
 90     23|      como antes, y nuestra boda ¡Dios sabe para cuándo será! -
 91     23|      corría priesa, bien lo sabe Dios nunca quise que dejaras
 92     23|         Beatriz... Pero ¡válgame Dios! -exclamó como sorprendido -, ¡
 93     23|          más lástima. -¡Vaya por Dios! -respondió Millán con un
 94     23| ocultarlo, tuvo que decírselo: -¡Dios de mi alma! -exclamó el
 95     23|    casados en paz y en gracia de Dios y libres de semejantes aprietos,
 96     23|      aprietos, en vez de que así Dios sabe lo que será de nosotros. -
 97     23|        yo allá voy, y sea lo que Dios quiera! Adiós, Martina.
 98     24|         No por la tuya, ángel de Dios -replicó el anciano -, sino
 99     24|     Vamos, vamos! ¡No me lo pida Dios en cuenta, que no hará sin
100     26|       que, dejados de la mano de Dios, poco tardarían en caer
101     26|  entonces -añadió el montañés -, Dios os lo pague, y si algún
102     26|         de toda ley! ¡Así quiera Dios darme ocasión de hacer algo
103     27|    momento. -Así, y con ayuda de Dios -concluyó el caudillo -,
104     27|        murieron aquel día. A mí, Dios sea bendito, nada me hace
105     27|  devoción hasta morir. -Anda con Dios -le dijo el conde, y dispón
106     28|        por aquellos andurriales. Dios nos la depare buena, porque
107     28|          contestó Andrade, pero, Dios mediante, entraremos juntos. -
108     29|      cerca le tocaban. -¡Válgame Dios!, ¿qué será? -dijo para
109     29|         tiempos desde entonces! ¡Dios me  fuerzas para resistir
110     29|        así de la misericordia de Dios? Sus crímenes eran grandes,
111     29|         y por la misericordia de Dios así confío que sucederá. -¡
112     29|  persuasivo: -Doña Beatriz, para Dios nunca es tarde, ni en su
113     30|        levanta contra nosotros y Dios nos ha dejado en medio del
114     30|         Por lo que hace a mí, si Dios conserva a pesar de tan
115     30|          como llaneza, le dijo: -Dios os guarde, señor comendador.
116     30|          afición me da. Anda con Dios, buen Cosme, y que su bondad
117     30|          comendador, a la paz de Dios, que dentro de tres días
118     31| religioso - está en las manos de Dios, que nos manda confiar y
119     31|          largo suspiro y dijo: -¡Dios no lo ha querido! -Dios
120     31|          Dios no lo ha querido! -Dios ha querido probarte y castigarme,
121     31|          se acercan a más andar. Dios se apiadará de tu juventud
122     32|      delante de estos varones de Dios, que si no ya mi cuchillo
123     32| cohechado aquí y para delante de Dios, porque, a decir verdad,
124     32|      como decía mi padre, que de Dios goce, "el que no es agradecido
125     32|         que los altos juicios de Dios no se enmiendan con venganzas
126     33|      hora de la noche. Espero en Dios que mi mejoría será mayor
127     33|        por fuerza. -Pero válgame Dios, ¿y qué podrá ser? -volvió
128     33|         Gracias mil sean dadas a Dios, porque los templarios han
129     35|       mayor encarecimiento: -Por Dios Santo, noble señora, que
130     35|      sabiduría está la bondad de Dios. -¿Y vos también, noble
131     35|           noble don Álvaro! ¡Oh, Dios mío, gracias mil, de que
132     36|        puedo hablaros. Gracias a Dios, estamos solos; oídme, pues,
133     36|       muerte y la deshonra? ¡Oh, Dios mío!, ¿por qué mi corazón
134     36|         lluvia bienhechora? ¡Oh, Dios mío, Dios mío!, ¡para tamaña
135     36|      bienhechora? ¡Oh, Dios mío, Dios mío!, ¡para tamaña felicidad,
136     36|        estaba solo, y nadie sino Dios era testigo de su flaqueza;
137     37|       dondequiera encontraréis a Dios llenando la inmensidad con
138     37|        verdugo? -¡Recobraos, por Dios santo! -le dijo el abad
139     37|         en vuestro manto... ¡Oh, Dios mío!, ¡de nada sirve, porque
140     38|         perdono; ¡así me perdone Dios la desesperación que me
141     38|         de nuestras bodas que el Dios que va a recibirme en su
142     38|      quedaron ya esposos ante el Dios que debía juzgar al uno
143     38|         en el Ensueño de Byron, "Dios sólo se veía en medio de
144     38|         mi esposo vuelo a los de Dios. Al acabar estas palabras
145   Conc|       ama doña Beatriz Ossorio! -Dios soberano -gritó él, por
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