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Alfabética [« »] esta 139 está 79 ésta 9 estaba 138 estabais 1 estaban 63 estabas 1 | Frecuencia [« »] 139 esta 139 voz 138 alma 138 estaba 137 este 131 parte 129 fin | Enrique Gil y Carrasco El Señor de Bembibre Concordancias estaba |
Cap.
1 2| de una mujer, el de Yáñez estaba vinculado en la de un solo 2 2| motivo, que en el fondo no estaba desnudo de razón ni de cordura, 3 2| simpatía de quien los mira. Estaba poniéndose el sol detrás 4 3| su agudeza y rico ingenio estaba exento de la común ignorancia 5 3| celda en que de ordinario estaba y cuyos muebles y atavíos 6 3| muros dan al río. La noche estaba sosegada y la luna brillaba 7 3| relámpagos, y su fisonomía estaba animada de un fuego y, energía 8 4| yedra, y todo el recinto estaba rodeado aún de una muralla 9 5| esposa, acostumbrado como estaba a verla ceder de continuo 10 5| carácter suave y bondadoso estaba acostumbrada a ceder en 11 6| orillas del Cúa, en las cuales estaba situado el convento de monjas 12 6| Villabuena, junto al cual estaba, todavía subsiste y ocupa 13 7| a don Álvaro en su carta estaba elegido con gran discreción, 14 7| que los del cielo. El coro estaba oscuro y tenebroso, y el 15 8| infante don Juan, que entonces estaba apoderado del reino de León, 16 8| Álvaro. Conoció que su suerte estaba echada irrevocablemente, 17 8| locutorio apresuradamente. Estaba la joven todavía al lado 18 9| Doña Beatriz, que también estaba allí, contestó con los ojos 19 9| que el escudero de Martina estaba ya aguardando, porque como 20 9| ella -; y enseguida, como estaba segura de la discreción 21 9| el llano. Como la noche estaba ya adelantada, por no despertar 22 9| como suele decirse, no estaba tan curiosamente echado 23 10| su inveterada costumbre, estaba en pie al romper el día, 24 10| sólo para los templarios estaba guardada tamaña empresa, 25 10| mismo torreón en que antes estaba. -¿Qué es lo que pasa? - 26 11| brazos a su hija que no estaba allí para cerrarle los ojos 27 11| don Bernardo el Gotoso, estaba toda carcomida de orín, 28 11| llegaron ya el caballero estaba de la parte de adentro. 29 11| del suelo, donde todavía estaba arrodillado, como si se 30 11| respondió el abad con reposo - estaba en una casa en que ejerzo 31 11| adiós! Y se dirigió a donde estaba su caballo con precipitados 32 11| silbido, y un monje lego, que estaba escondido tras de unas tapias, 33 12| una casa de su orden y que estaba bajo su autoridad, su vigilancia 34 12| a don Álvaro. El puente estaba fortificado, y sin orden 35 12| porque como señor mesnadero estaba obligado a servir al rey 36 13| crían por aquellos montes, estaba constantemente a su cabecera 37 13| un crucifijo que sobre él estaba y abrazándolo estrechamente 38 13| después de doña Blanca, nadie estaba tan atribulada como Martina, 39 13| verdadero reposo y a cada paso estaba enviando expresos que volvían 40 13| médico declaró que su ciencia estaba agotada y que sólo el Celestial 41 13| bufidos de la linda doncella, estaba que no cabía en su pellejo, 42 14| enemigo cuya mayor parte estaba descuidado, cayendo con 43 14| pedido no llegase. La noche estaba muy oscura, los enemigos 44 14| pie al lado de su cama, estaba observando con particular 45 14| movimientos. A los pies estaba también en pie un caballero 46 14| la mano le aseguró que no estaba sino en poder de un caballero 47 15| en España donde la orden estaba sobre sí y donde era quizá 48 15| plan que hacía tanto tiempo estaba madurando. Don Álvaro era 49 15| su castillo de Bembibre estaba guarnecido por soldados 50 15| soldados de la orden, claro estaba que si moría su dueño habrían 51 15| retrocediese; el rival de su valido estaba en manos de don Juan Núñez 52 15| naturales. Don Álvaro, que estaba íntimamente convencido de 53 15| siguiente, cuando ya el sol estaba bastante alto. Acercóse 54 15| escudero de cuya fidelidad estaba él bien seguro. -Eso no 55 16| pesadilla que continuamente la estaba oprimiendo. También en su 56 17| término de aquella vida estaba irrevocablemente marcado, 57 17| el abad de Carracedo que estaba sentado al otro lado de 58 18| para su viaje. El cielo estaba cubierto de nubes pardas 59 19| ayudarles, pero desarmado como estaba fácil hubiera sido a las 60 20| y que, sin embargo, no estaba tan desnudo de todo buen 61 20| la puerta y desapareció. ¿Estaba realmente convencido de 62 21| eterno sueño; tan cierto estaba de la profunda herida que 63 21| dudas y recelos, porque estaba seguro de que don Juan soltaría 64 21| sería buena prueba de que no estaba mi conciencia tan oscurecida 65 21| los dos precipitadamente. Estaba don Álvaro sentado tristemente 66 21| alterado: -¿No decíais que estaba libre hace un momento? ¡ 67 21| personajes, en que su trama estaba de manifiesto, pero no consiguió 68 22| sinfín de males con que estaba amagando el porvenir a la 69 22| el altar. En sus gradas estaba el maestre sentado en una 70 22| infinitas antorchas; el aire estaba embalsamado con delicado 71 23| en poco más de una hora estaba en Ponferrada. La resolución 72 23| diciéndole que su resolución estaba tomada y que no quería envolver 73 24| contienda, si bien en su ánimo estaba inclinadísimo a la religión 74 24| cuya imagen probablemente estaba esculpida en él a despecho 75 24| claridad lo que en su interior estaba pasando -. Ya sabéis que 76 24| aquella santa casa. Todo estaba en el mismo orden y animado 77 24| camino por donde quiera estaba sembrado de abrojos y sinsabores. 78 24| ciega a la Sede romana, y no estaba aquél, como vimos ya en 79 24| embargo, porque la corona estaba decidida a borrar aquella 80 24| voluntad propia, como lo estaba de sus antiguos derechos 81 25| de juzgarlos, pues claro estaba que la había arrancado la 82 25| menosprecio y denuesto en que estaba concebida le hicieron rechinar 83 25| del conde, sobre la cual estaba enarbolada la bandera de 84 25| fuesen las suyas propias, estaba entonces en uno de los más 85 26| era tal que la barbacana estaba atestada de gentes a cual 86 26| levadizo, porque el otro estaba ya medio consumido por el 87 28| habían de encontrar, claro estaba que la ventaja del número 88 28| ellos, sentado en un tronco, estaba diciendo en voz alta a sus 89 28| quedamos. Como el montañés estaba de lado no podía Millán 90 28| sin atreverse a respirar, estaba hecho todo oídos. -¿Y es 91 28| lectores, don Álvaro no estaba allí, sino como un águila 92 28| de la plataforma en que estaba don Álvaro y se agarraron 93 28| en bizarría y nobleza ya estaba vencido. Corrido pues, tanto 94 28| una conciencia satisfecha. Estaba el conde armado a la ligera, 95 28| barbacana. El comendador estaba notando con extrañeza la 96 29| de su prudencia, la orden estaba ya suspensa de todas sus 97 30| injuria que creía recibida. Estaba sentado en un rincón con 98 30| recibirlos. Nuestra orden estaba ya emplazada delante del 99 30| claramente a entender cuán mudado estaba su espíritu y cuántos pesares 100 30| del país, cuya custodia le estaba encomendada por su rey, 101 31| bajar a la capilla donde estaba enterrada doña Blanca, y 102 31| adornaban sus márgenes; el cielo estaba surcado de nubes blanquecinas 103 31| cuales el que mira a mediodía estaba cubierto de árboles, mientras 104 32| había sido víctima, libre estaba don Álvaro de los pasados 105 32| acordándose del sitio en que estaba, mantuvo a raya los ímpetus 106 33| marchita. Una tarde que estaba entregada a semejantes pensamientos 107 33| fingimiento, pero tan lejos estaba de decir lo que sentía, 108 33| día soñé que don Álvaro estaba en medio de una plaza, atado 109 33| por entre las llamas, y estaba con su ropa cada vez más 110 33| que cuando más embelesada estaba en sus ideas, unos pasos 111 33| señor de Bembibre, pero no estaba en esto la dificultad, sino 112 34| montañés no parecía sino que estaba a la vergüenza, según el 113 34| cierto enternecimiento que no estaba en su mano sofocar. Por 114 34| los padres del concilio, estaba casi cierto de que darían 115 34| la suerte de don Álvaro estaba todavía pendiente del fallo 116 34| jurada a sus hermanos. Claro estaba, por consiguiente, que si 117 34| Beatriz. Desgraciadamente, no estaba del mismo modo de pensar 118 34| puramente individual, no estaba sujeto a tiempo ni circunstancias, 119 34| con disgusto cuán mudado estaba con los pesares el semblante 120 35| un solo aldeano. El cielo estaba puro; el sol recién salido 121 35| y apostura del grupo que estaba al pie del castaño, se encaminó 122 35| su cama. Afortunadamente, estaba allí a la sazón el anciano 123 35| respirar el aire exterior. Estaba muy entrada la noche, y 124 35| no hace un instante que estaba pensando en vos. Vuestra 125 35| ellos y los hizo entrar. Estaba doña Beatriz tendida en 126 35| en su rostro, todavía no estaba borrada. En su frente pura 127 35| profundamente, pero, sin embargo, estaba maravillosamente hermosa, 128 36| opuso, y al poco tiempo ya estaba en pie. Su palidez era extraordinaria, 129 36| ansiosamente sus hojas. Estaba señalada la primera con 130 36| En tan breves palabras estaba encerrada su vida y la de 131 36| experimentaba por su suerte estaba trazada con rasgos de suma 132 36| que con tan vivos colores estaba bosquejada una dicha como 133 36| amarguísimos sollozos. Por fin estaba solo, y nadie sino Dios 134 37| aves que por allí nadaban. Estaba el cielo cargado de nubes 135 37| orilla, donde ya don Alonso estaba apeado, a tiempo que precipitándose 136 37| algunos hondos suspiros, estaba con la cabeza doblada sobre 137 38| en medio de él". El lago estaba terso y unido como un espejo, 138 Conc| la sorpresa y el terror. Estaba la cartera muy descolorida,