Cap.

  1      2|           de una mujer, el de Yáñez estaba vinculado en la de un solo
  2      2|          motivo, que en el fondo no estaba desnudo de razón ni de cordura,
  3      2|         simpatía de quien los mira. Estaba poniéndose el sol detrás
  4      3|           su agudeza y rico ingenio estaba exento de la común ignorancia
  5      3|           celda en que de ordinario estaba y cuyos muebles y atavíos
  6      3|          muros dan al río. La noche estaba sosegada y la luna brillaba
  7      3|          relámpagos, y su fisonomía estaba animada de un fuego y, energía
  8      4|            yedra, y todo el recinto estaba rodeado aún de una muralla
  9      5|           esposa, acostumbrado como estaba a verla ceder de continuo
 10      5|          carácter suave y bondadoso estaba acostumbrada a ceder en
 11      6|      orillas del Cúa, en las cuales estaba situado el convento de monjas
 12      6|           Villabuena, junto al cual estaba, todavía subsiste y ocupa
 13      7|            a don Álvaro en su carta estaba elegido con gran discreción,
 14      7|          que los del cielo. El coro estaba oscuro y tenebroso, y el
 15      8|      infante don Juan, que entonces estaba apoderado del reino de León,
 16      8|       Álvaro. Conoció que su suerte estaba echada irrevocablemente,
 17      8|          locutorio apresuradamente. Estaba la joven todavía al lado
 18      9|           Doña Beatriz, que también estaba allí, contestó con los ojos
 19      9|          que el escudero de Martina estaba ya aguardando, porque como
 20      9|           ella -; y enseguida, como estaba segura de la discreción
 21      9|             el llano. Como la noche estaba ya adelantada, por no despertar
 22      9|              como suele decirse, no estaba tan curiosamente echado
 23     10|            su inveterada costumbre, estaba en pie al romper el día,
 24     10|            sólo para los templarios estaba guardada tamaña empresa,
 25     10|          mismo torreón en que antes estaba. -¿Qué es lo que pasa? -
 26     11|             brazos a su hija que no estaba allí para cerrarle los ojos
 27     11|             don Bernardo el Gotoso, estaba toda carcomida de orín,
 28     11|            llegaron ya el caballero estaba de la parte de adentro.
 29     11|            del suelo, donde todavía estaba arrodillado, como si se
 30     11|      respondió el abad con reposo - estaba en una casa en que ejerzo
 31     11|         adiós! Y se dirigió a donde estaba su caballo con precipitados
 32     11|       silbido, y un monje lego, que estaba escondido tras de unas tapias,
 33     12|          una casa de su orden y que estaba bajo su autoridad, su vigilancia
 34     12|             a don Álvaro. El puente estaba fortificado, y sin orden
 35     12|         porque como señor mesnadero estaba obligado a servir al rey
 36     13|          crían por aquellos montes, estaba constantemente a su cabecera
 37     13|           un crucifijo que sobre él estaba y abrazándolo estrechamente
 38     13|       después de doña Blanca, nadie estaba tan atribulada como Martina,
 39     13|      verdadero reposo y a cada paso estaba enviando expresos que volvían
 40     13|       médico declaró que su ciencia estaba agotada y que sólo el Celestial
 41     13|       bufidos de la linda doncella, estaba que no cabía en su pellejo,
 42     14|            enemigo cuya mayor parte estaba descuidado, cayendo con
 43     14|         pedido no llegase. La noche estaba muy oscura, los enemigos
 44     14|             pie al lado de su cama, estaba observando con particular
 45     14|             movimientos. A los pies estaba también en pie un caballero
 46     14|           la mano le aseguró que no estaba sino en poder de un caballero
 47     15|            en España donde la orden estaba sobre sí y donde era quizá
 48     15|         plan que hacía tanto tiempo estaba madurando. Don Álvaro era
 49     15|             su castillo de Bembibre estaba guarnecido por soldados
 50     15|         soldados de la orden, claro estaba que si moría su dueño habrían
 51     15| retrocediese; el rival de su valido estaba en manos de don Juan Núñez
 52     15|          naturales. Don Álvaro, que estaba íntimamente convencido de
 53     15|         siguiente, cuando ya el sol estaba bastante alto. Acercóse
 54     15|          escudero de cuya fidelidad estaba él bien seguro. -Eso no
 55     16|      pesadilla que continuamente la estaba oprimiendo. También en su
 56     17|             término de aquella vida estaba irrevocablemente marcado,
 57     17|            el abad de Carracedo que estaba sentado al otro lado de
 58     18|             para su viaje. El cielo estaba cubierto de nubes pardas
 59     19|      ayudarles, pero desarmado como estaba fácil hubiera sido a las
 60     20|              y que, sin embargo, no estaba tan desnudo de todo buen
 61     20|           la puerta y desapareció. ¿Estaba realmente convencido de
 62     21|            eterno sueño; tan cierto estaba de la profunda herida que
 63     21|             dudas y recelos, porque estaba seguro de que don Juan soltaría
 64     21|        sería buena prueba de que no estaba mi conciencia tan oscurecida
 65     21|           los dos precipitadamente. Estaba don Álvaro sentado tristemente
 66     21|          alterado: -¿No decíais que estaba libre hace un momento? ¡
 67     21|         personajes, en que su trama estaba de manifiesto, pero no consiguió
 68     22|             sinfín de males con que estaba amagando el porvenir a la
 69     22|             el altar. En sus gradas estaba el maestre sentado en una
 70     22|        infinitas antorchas; el aire estaba embalsamado con delicado
 71     23|             en poco más de una hora estaba en Ponferrada. La resolución
 72     23|        diciéndole que su resolución estaba tomada y que no quería envolver
 73     24|      contienda, si bien en su ánimo estaba inclinadísimo a la religión
 74     24|           cuya imagen probablemente estaba esculpida en él a despecho
 75     24|      claridad lo que en su interior estaba pasando -. Ya sabéis que
 76     24|            aquella santa casa. Todo estaba en el mismo orden y animado
 77     24|             camino por donde quiera estaba sembrado de abrojos y sinsabores.
 78     24|        ciega a la Sede romana, y no estaba aquél, como vimos ya en
 79     24|           embargo, porque la corona estaba decidida a borrar aquella
 80     24|            voluntad propia, como lo estaba de sus antiguos derechos
 81     25|            de juzgarlos, pues claro estaba que la había arrancado la
 82     25|       menosprecio y denuesto en que estaba concebida le hicieron rechinar
 83     25|            del conde, sobre la cual estaba enarbolada la bandera de
 84     25|           fuesen las suyas propias, estaba entonces en uno de los más
 85     26|            era tal que la barbacana estaba atestada de gentes a cual
 86     26|            levadizo, porque el otro estaba ya medio consumido por el
 87     28|          habían de encontrar, claro estaba que la ventaja del número
 88     28|        ellos, sentado en un tronco, estaba diciendo en voz alta a sus
 89     28|          quedamos. Como el montañés estaba de lado no podía Millán
 90     28|           sin atreverse a respirar, estaba hecho todo oídos. -¿Y es
 91     28|             lectores, don Álvaro no estaba allí, sino como un águila
 92     28|             de la plataforma en que estaba don Álvaro y se agarraron
 93     28|            en bizarría y nobleza ya estaba vencido. Corrido pues, tanto
 94     28|          una conciencia satisfecha. Estaba el conde armado a la ligera,
 95     28|            barbacana. El comendador estaba notando con extrañeza la
 96     29|           de su prudencia, la orden estaba ya suspensa de todas sus
 97     30|         injuria que creía recibida. Estaba sentado en un rincón con
 98     30|           recibirlos. Nuestra orden estaba ya emplazada delante del
 99     30|   claramente a entender cuán mudado estaba su espíritu y cuántos pesares
100     30|          del país, cuya custodia le estaba encomendada por su rey,
101     31|            bajar a la capilla donde estaba enterrada doña Blanca, y
102     31|    adornaban sus márgenes; el cielo estaba surcado de nubes blanquecinas
103     31|       cuales el que mira a mediodía estaba cubierto de árboles, mientras
104     32|           había sido víctima, libre estaba don Álvaro de los pasados
105     32|        acordándose del sitio en que estaba, mantuvo a raya los ímpetus
106     33|             marchita. Una tarde que estaba entregada a semejantes pensamientos
107     33|         fingimiento, pero tan lejos estaba de decir lo que sentía,
108     33|             día soñé que don Álvaro estaba en medio de una plaza, atado
109     33|             por entre las llamas, y estaba con su ropa cada vez más
110     33|           que cuando más embelesada estaba en sus ideas, unos pasos
111     33|          señor de Bembibre, pero no estaba en esto la dificultad, sino
112     34|        montañés no parecía sino que estaba a la vergüenza, según el
113     34|       cierto enternecimiento que no estaba en su mano sofocar. Por
114     34|            los padres del concilio, estaba casi cierto de que darían
115     34|             la suerte de don Álvaro estaba todavía pendiente del fallo
116     34|        jurada a sus hermanos. Claro estaba, por consiguiente, que si
117     34|       Beatriz. Desgraciadamente, no estaba del mismo modo de pensar
118     34|            puramente individual, no estaba sujeto a tiempo ni circunstancias,
119     34|            con disgusto cuán mudado estaba con los pesares el semblante
120     35|           un solo aldeano. El cielo estaba puro; el sol recién salido
121     35|            y apostura del grupo que estaba al pie del castaño, se encaminó
122     35|           su cama. Afortunadamente, estaba allí a la sazón el anciano
123     35|          respirar el aire exterior. Estaba muy entrada la noche, y
124     35|             no hace un instante que estaba pensando en vos. Vuestra
125     35|            ellos y los hizo entrar. Estaba doña Beatriz tendida en
126     35|            en su rostro, todavía no estaba borrada. En su frente pura
127     35|   profundamente, pero, sin embargo, estaba maravillosamente hermosa,
128     36|          opuso, y al poco tiempo ya estaba en pie. Su palidez era extraordinaria,
129     36|             ansiosamente sus hojas. Estaba señalada la primera con
130     36|              En tan breves palabras estaba encerrada su vida y la de
131     36|         experimentaba por su suerte estaba trazada con rasgos de suma
132     36|           que con tan vivos colores estaba bosquejada una dicha como
133     36|      amarguísimos sollozos. Por fin estaba solo, y nadie sino Dios
134     37|          aves que por allí nadaban. Estaba el cielo cargado de nubes
135     37|         orilla, donde ya don Alonso estaba apeado, a tiempo que precipitándose
136     37|            algunos hondos suspiros, estaba con la cabeza doblada sobre
137     38|            en medio de él". El lago estaba terso y unido como un espejo,
138   Conc|            la sorpresa y el terror. Estaba la cartera muy descolorida,
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