Cap.

  1      2|         sojuzgáis y avasalláis mi alma. Nunca hasta ahora os lo
  2      2|  desenvuelto nuevas fuerzas en mi alma, y toda la gloria, todo
  3      2|           conmigo de violencia. -¡Alma pura y candorosa, que no
  4      3| sentimientos que se disputaban su alma, había uno que cuadraba
  5      3|    ambición secan las fuentes del alma, y con ellas se aparta el
  6      4|            acabó de determinar su alma vengativa a aquella atroz
  7      4|  Delicioso espectáculo, en que un alma descargada de pesares no
  8      4|        voz casi enternecida -; su alma es pura como el cristal
  9      4|     haréis algo por el bien de mi alma y, por doña Beatriz a quien
 10      4|            y os abra los ojos del alma. Enseguida le fue acompañando
 11      5|      fondo de fanatismo que en el alma del abad de Carracedo sofocaba
 12      7|          más a propósito. Aquella alma pura y generosa, pero altiva,
 13      7|       inocente y puro acrisola el alma que le recibe, y por su
 14      7|   respondió él - que leíais en mi alma, que con vuestra piedad
 15      8|       tempestad que estremecía su alma, llegó a aparecérsele la
 16      8|           frondosa y apacible. Su alma se fortificaba en la soledad
 17      8|           para suponer que sin el alma no aceptaríais la dádiva
 18      8|     vibraba ni un sólo acento del alma, con la apasionada sencillez
 19      8|       conde un rato como si en su alma luchasen encontrados afectos,
 20      8|           y de la salvación de mi alma! Don Alonso, cuyo natural
 21      9|         cuello: -¡Ay, padre de mi alma!, ¡pobrecita de mí que me
 22      9|      arbitrio inventado, su noble alma era incapaz de contribuir
 23      9|             Enterrada tengo yo el alma en los ojuelos de esa cara,
 24     10|        inquietud y desasosiego de alma que privaba a aquel noble
 25     10|       quedado por señora de aquel alma profunda e insondable como
 26     10|      España, su patria, herida su alma altiva y rebelde en lo más
 27     10|      infierno las vomitara. Aquel alma sombría y tremenda, exacerbada
 28     10|     sobraba para introducir en su alma la inquietud y el recelo.
 29     10| enternecido. -Don Álvaro, vuestra alma es noble y no hay cosa que
 30     11|         causaba, y la frialdad de alma del conde, cuyos ruines
 31     11|       adormecido que inclinaba el alma a la meditación. Difícil
 32     11|      sosegada y melancólica, y el alma de doña Beatriz tan predispuesta
 33     11|            yo os amo más que a mi alma, jamás seré del conde...
 34     11|          No queráis que manche mi alma con la sangre de un sacerdote
 35     11|        muchos días os descubrí mi alma como si os hablara en el
 36     11|         rodeada de tinieblas y mi alma se extravía en los despeñaderos
 37     11|         anciano -, los ojos de tu alma están ciegos con tu loca
 38     12|      Beatriz hubiese echado en su alma tan hondas raíces, ni que
 39     12|         de la penitencia, aquella alma pura y sin mancha se le
 40     12|          a nuestra caballería, su alma es recta y no se apartará
 41     12|       Harto conocido le tengo; su alma iracunda y soberbia se ha
 42     13|          cuando debo morirme..., ¡alma cristiana, prepara tu ropa
 43     13|         llanto: -¡Madre mía de mi alma! ¡Madre querida! Doña Blanca,
 44     14|       cabía en la doblez de aquel alma villana. Hernán Ruiz de
 45     15|           la hidalguía de vuestra alma no cabe abandonar una alianza
 46     15|     durante el cual, sin duda, su alma, naturalmente noble y recta,
 47     16|        dureza y frialdad de aquel alma, el candor y la belleza
 48     16|      discursos y pensamientos. Su alma, apasionada y tierna, pero
 49     16|       todos los impulsos de aquel alma generosa habían recibido
 50     16|           cual estuvo asomada, su alma se había iniciado en los
 51     16|              quién no amaba aquel alma divina encerrada en tan
 52     17|         arraigado más y más en mi alma esta resolución, que por
 53     17|        vacío incomensurable de mi alma. Doña Blanca se quedó como
 54     17|          perdono y bendigo yo. El alma de doña Beatriz, naturalmente
 55     17|           comenzó a atormentar su alma el torcedor del remordimiento.
 56     17|       doña Beatriz -, mi vida, mi alma entera son vuestras. ¿Qué
 57     18|           tan extraños caminos el alma generosa y esforzada de
 58     18|          desconsuelo, y que aquel alma impetuosa y ardiente, que
 59     18|           melancólico y llenan el alma de emociones desconocidas.
 60     18|       embargaban profundamente su alma. ¿Quién sabe de donde venían
 61     18|           el rastro de luz que tu alma dejó en los aires al encumbrarse
 62     18|        santo, era para mí vuestra alma, y cuando la dicha me abrió
 63     18|         espíritu sino en cuerpo y alma el que tenía delante, no
 64     18|           música fuese un eco del alma que en vano se esforzaban
 65     18|    pesares?~ ~ -¡Ay, señora de mi alma! -exclamó Martina acongojada -, ¿
 66     19|    fortuna, porque sin duda aquel alma vil se hubiera gozado en
 67     19|         presenciado con los de mi alma y no las puedo apartar de
 68     19|          orgullo las llagas de su alma; pensad que vais a hacerle
 69     20|          pudiesen abrigarse en su alma, sin embargo, no era así
 70     20|          de lejos se ocurría a su alma pura y caballerosa. Con
 71     21|           que pasaba dentro de su alma, abrió una ventana para
 72     22|        natural menos ardiente, un alma menos impetuosa que la del
 73     22|  desengaño acababa de abrir en el alma de su sobrino, y varió de
 74     22|           cabía en sí de gozo. Su alma sombría y ambiciosa, más
 75     22|        densas todavía cercarán tu alma por toda una eternidad!
 76     23|    quedaba.~ ~ -¡Ay, Millán de mi alma! -exclamó Martina, saliéndole
 77     23|             ha venido en cuerpo y alma a reclamar la mano y palabra
 78     23|          endiablada? ¿En cuerpo y alma, dices, y lo dejé yo enterrado
 79     23|           decírselo: -¡Dios de mi alma! -exclamó el mozo consternado -, ¿
 80     23|            si él quiere perder su alma yo estoy bien avenido con
 81     24|           delicada, pero no de su alma profundamente ulcerada.
 82     25|       había derramado sobre aquel alma generosa y llena de bondad,
 83     26|      tenían puestos los ojos y el alma en el drama que más arriba
 84     27|         doblez y simulación de su alma, conociendo la necesidad
 85     28|      quieres acompañarme? -Con el alma y la vida -contestó el ufano
 86     28|        una roca, parecía tener el alma pendiente de un hilo. Por
 87     29|           que siempre dejan en el alma las creencias de otro mundo
 88     29|      humillación no encontraba su alma generosa y elevada en pertenecer
 89     29|          natural delicadeza de su alma ninguna herida recibía;
 90     29|         De esta suerte perdida su alma y errante por el vacío inconmensurable
 91     29|         espectáculo suscitó en su alma llegó a ser tan doloroso
 92     29|       deseos. Yo he visto vuestra alma desnuda y sin disfraces
 93     29|          poder humano lavar aquel alma de las heces que el dolor
 94     31|   dolencia, derivada sin duda del alma en un principio, existía
 95     31|          el atractivo que para su alma pura y piadosa tenían las
 96     31|      fuego estaban impresas en su alma, le decidieron a abandonar
 97     31|       dado ver los estragos de su alma; pero ¿quién podía adivinar
 98     31|         Doña Beatriz que tenía un alma abierta, por desgracia suya
 99     31|         del sentimiento que en su alma despertaban aquellos lugares,
100     32|           él... la paz sea con su alma. Por lo que hace a la nigromancia
101     32|           siquiera, embustero sin alma? ¿No las distribuí todas
102     32|          un acento que llegaba al alma, si no mudaron las malévolas
103     33|          recibe las tintas que el alma le comunica en su alegría
104     33|           natural serenidad de su alma en una melancolía profunda
105     33|         deshojadas las flores del alma, todo se había oscurecido.
106     33|           sanaré de los males del alma y del cuerpo. La cuitada
107     33|       guardar portillos! ¡Para mi alma, que si otra vez te vuelves
108     34|         varones. La nobleza de su alma se descubrió bien a las
109     34|        que se abrigaba en aquella alma, a pesar de la notable adustez
110     34|      buena correspondencia. En su alma era donde encontraba Andrade
111     34|       vuelto a introducirse en su alma. Locos extremos, sin duda,
112     34|        todos los sufrimientos del alma. Perseverante, pues, en
113     34|   turbiamente las tinieblas de su alma. No se le ocultaba el estado
114     34|           y zozobras asaltaban el alma del anciano y privaban a
115     35|        mortífero de la helada. Su alma cansada de sufrir y su salud
116     35|   amenidad, y en él encontraba el alma tierna y apasionada de doña
117     35|         se vestía de gala como mi alma de juventud para recibir
118     36|           se habían impreso en su alma. Entonces pudo satisfacer
119     36|         naturaleza formaban en su alma doloroso contraste con la
120     36|         vos no habéis leído en mi alma! -le dijo con acento sentido
121     36|       dolorosa:~ ~ ~ ~La flor del alma su fragancia pierde;~ ~por
122     36|         violentos arrebatos de su alma, y se dejó caer sobre su
123     37|       unidos a los combates de su alma, empezaron a desmoronar
124     37|           era el reflejo de aquel alma divina, que brillaba en
125     37|       padre! ¡Ah, me alegro en el alma, porque con eso os veréis
126     37|    alegría que había iluminado el alma de doña Beatriz, se disipó
127     37|         en lo más recóndito de su alma el germen de la melancolía
128     37|       desdicha, los dolores de su alma, y de su cuerpo, y la perspectiva
129     37|      tristeza había labrado en su alma hasta trocarlo en un verdadero
130     37|          despidiera y tuviesen un alma para comprenderla, dijo
131     37|    espantado, de mi cabecera y mi alma rabiosa y sombría se extraviaría
132     37|          tu padre soy, hija de mi alma -contestó don Alonso, porque
133     37|         impenitente y perdería mi alma! Entonces se quedó de nuevo
134     38|           Deseoso de purificar su alma y sin más pensamiento que
135     38|          de que sólo era capaz un alma de tan subido temple como
136     38|      título de mi esposo? Vuestra alma me ha seguido por mi sendero
137   Conc|           Beatriz mía, hija de mi alma -exclamó su madre alzándola
138   Conc|         vuestro bienhechor. Besa, alma mía, besa el hábito de ese
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