IntraText Índice | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText | Búsqueda |
Alfabética [« »] allegados 1 allegando 1 allí 85 alma 138 almalafa 1 almanzor 6 almas 14 | Frecuencia [« »] 140 entre 139 esta 139 voz 138 alma 138 estaba 137 este 131 parte | Enrique Gil y Carrasco El Señor de Bembibre Concordancias alma |
Cap.
1 2| sojuzgáis y avasalláis mi alma. Nunca hasta ahora os lo 2 2| desenvuelto nuevas fuerzas en mi alma, y toda la gloria, todo 3 2| conmigo de violencia. -¡Alma pura y candorosa, que no 4 3| sentimientos que se disputaban su alma, había uno que cuadraba 5 3| ambición secan las fuentes del alma, y con ellas se aparta el 6 4| acabó de determinar su alma vengativa a aquella atroz 7 4| Delicioso espectáculo, en que un alma descargada de pesares no 8 4| voz casi enternecida -; su alma es pura como el cristal 9 4| haréis algo por el bien de mi alma y, por doña Beatriz a quien 10 4| y os abra los ojos del alma. Enseguida le fue acompañando 11 5| fondo de fanatismo que en el alma del abad de Carracedo sofocaba 12 7| más a propósito. Aquella alma pura y generosa, pero altiva, 13 7| inocente y puro acrisola el alma que le recibe, y por su 14 7| respondió él - que leíais en mi alma, que con vuestra piedad 15 8| tempestad que estremecía su alma, llegó a aparecérsele la 16 8| frondosa y apacible. Su alma se fortificaba en la soledad 17 8| para suponer que sin el alma no aceptaríais la dádiva 18 8| vibraba ni un sólo acento del alma, con la apasionada sencillez 19 8| conde un rato como si en su alma luchasen encontrados afectos, 20 8| y de la salvación de mi alma! Don Alonso, cuyo natural 21 9| cuello: -¡Ay, padre de mi alma!, ¡pobrecita de mí que me 22 9| arbitrio inventado, su noble alma era incapaz de contribuir 23 9| Enterrada tengo yo el alma en los ojuelos de esa cara, 24 10| inquietud y desasosiego de alma que privaba a aquel noble 25 10| quedado por señora de aquel alma profunda e insondable como 26 10| España, su patria, herida su alma altiva y rebelde en lo más 27 10| infierno las vomitara. Aquel alma sombría y tremenda, exacerbada 28 10| sobraba para introducir en su alma la inquietud y el recelo. 29 10| enternecido. -Don Álvaro, vuestra alma es noble y no hay cosa que 30 11| causaba, y la frialdad de alma del conde, cuyos ruines 31 11| adormecido que inclinaba el alma a la meditación. Difícil 32 11| sosegada y melancólica, y el alma de doña Beatriz tan predispuesta 33 11| yo os amo más que a mi alma, jamás seré del conde... 34 11| No queráis que manche mi alma con la sangre de un sacerdote 35 11| muchos días os descubrí mi alma como si os hablara en el 36 11| rodeada de tinieblas y mi alma se extravía en los despeñaderos 37 11| anciano -, los ojos de tu alma están ciegos con tu loca 38 12| Beatriz hubiese echado en su alma tan hondas raíces, ni que 39 12| de la penitencia, aquella alma pura y sin mancha se le 40 12| a nuestra caballería, su alma es recta y no se apartará 41 12| Harto conocido le tengo; su alma iracunda y soberbia se ha 42 13| cuando debo morirme..., ¡alma cristiana, prepara tu ropa 43 13| llanto: -¡Madre mía de mi alma! ¡Madre querida! Doña Blanca, 44 14| cabía en la doblez de aquel alma villana. Hernán Ruiz de 45 15| la hidalguía de vuestra alma no cabe abandonar una alianza 46 15| durante el cual, sin duda, su alma, naturalmente noble y recta, 47 16| dureza y frialdad de aquel alma, el candor y la belleza 48 16| discursos y pensamientos. Su alma, apasionada y tierna, pero 49 16| todos los impulsos de aquel alma generosa habían recibido 50 16| cual estuvo asomada, su alma se había iniciado en los 51 16| quién no amaba aquel alma divina encerrada en tan 52 17| arraigado más y más en mi alma esta resolución, que por 53 17| vacío incomensurable de mi alma. Doña Blanca se quedó como 54 17| perdono y bendigo yo. El alma de doña Beatriz, naturalmente 55 17| comenzó a atormentar su alma el torcedor del remordimiento. 56 17| doña Beatriz -, mi vida, mi alma entera son vuestras. ¿Qué 57 18| tan extraños caminos el alma generosa y esforzada de 58 18| desconsuelo, y que aquel alma impetuosa y ardiente, que 59 18| melancólico y llenan el alma de emociones desconocidas. 60 18| embargaban profundamente su alma. ¿Quién sabe de donde venían 61 18| el rastro de luz que tu alma dejó en los aires al encumbrarse 62 18| santo, era para mí vuestra alma, y cuando la dicha me abrió 63 18| espíritu sino en cuerpo y alma el que tenía delante, no 64 18| música fuese un eco del alma que en vano se esforzaban 65 18| pesares?~ ~ -¡Ay, señora de mi alma! -exclamó Martina acongojada -, ¿ 66 19| fortuna, porque sin duda aquel alma vil se hubiera gozado en 67 19| presenciado con los de mi alma y no las puedo apartar de 68 19| orgullo las llagas de su alma; pensad que vais a hacerle 69 20| pudiesen abrigarse en su alma, sin embargo, no era así 70 20| de lejos se ocurría a su alma pura y caballerosa. Con 71 21| que pasaba dentro de su alma, abrió una ventana para 72 22| natural menos ardiente, un alma menos impetuosa que la del 73 22| desengaño acababa de abrir en el alma de su sobrino, y varió de 74 22| cabía en sí de gozo. Su alma sombría y ambiciosa, más 75 22| densas todavía cercarán tu alma por toda una eternidad! 76 23| quedaba.~ ~ -¡Ay, Millán de mi alma! -exclamó Martina, saliéndole 77 23| ha venido en cuerpo y alma a reclamar la mano y palabra 78 23| endiablada? ¿En cuerpo y alma, dices, y lo dejé yo enterrado 79 23| decírselo: -¡Dios de mi alma! -exclamó el mozo consternado -, ¿ 80 23| si él quiere perder su alma yo estoy bien avenido con 81 24| delicada, pero no de su alma profundamente ulcerada. 82 25| había derramado sobre aquel alma generosa y llena de bondad, 83 26| tenían puestos los ojos y el alma en el drama que más arriba 84 27| doblez y simulación de su alma, conociendo la necesidad 85 28| quieres acompañarme? -Con el alma y la vida -contestó el ufano 86 28| una roca, parecía tener el alma pendiente de un hilo. Por 87 29| que siempre dejan en el alma las creencias de otro mundo 88 29| humillación no encontraba su alma generosa y elevada en pertenecer 89 29| natural delicadeza de su alma ninguna herida recibía; 90 29| De esta suerte perdida su alma y errante por el vacío inconmensurable 91 29| espectáculo suscitó en su alma llegó a ser tan doloroso 92 29| deseos. Yo he visto vuestra alma desnuda y sin disfraces 93 29| poder humano lavar aquel alma de las heces que el dolor 94 31| dolencia, derivada sin duda del alma en un principio, existía 95 31| el atractivo que para su alma pura y piadosa tenían las 96 31| fuego estaban impresas en su alma, le decidieron a abandonar 97 31| dado ver los estragos de su alma; pero ¿quién podía adivinar 98 31| Doña Beatriz que tenía un alma abierta, por desgracia suya 99 31| del sentimiento que en su alma despertaban aquellos lugares, 100 32| él... la paz sea con su alma. Por lo que hace a la nigromancia 101 32| siquiera, embustero sin alma? ¿No las distribuí todas 102 32| un acento que llegaba al alma, si no mudaron las malévolas 103 33| recibe las tintas que el alma le comunica en su alegría 104 33| natural serenidad de su alma en una melancolía profunda 105 33| deshojadas las flores del alma, todo se había oscurecido. 106 33| sanaré de los males del alma y del cuerpo. La cuitada 107 33| guardar portillos! ¡Para mi alma, que si otra vez te vuelves 108 34| varones. La nobleza de su alma se descubrió bien a las 109 34| que se abrigaba en aquella alma, a pesar de la notable adustez 110 34| buena correspondencia. En su alma era donde encontraba Andrade 111 34| vuelto a introducirse en su alma. Locos extremos, sin duda, 112 34| todos los sufrimientos del alma. Perseverante, pues, en 113 34| turbiamente las tinieblas de su alma. No se le ocultaba el estado 114 34| y zozobras asaltaban el alma del anciano y privaban a 115 35| mortífero de la helada. Su alma cansada de sufrir y su salud 116 35| amenidad, y en él encontraba el alma tierna y apasionada de doña 117 35| se vestía de gala como mi alma de juventud para recibir 118 36| se habían impreso en su alma. Entonces pudo satisfacer 119 36| naturaleza formaban en su alma doloroso contraste con la 120 36| vos no habéis leído en mi alma! -le dijo con acento sentido 121 36| dolorosa:~ ~ ~ ~La flor del alma su fragancia pierde;~ ~por 122 36| violentos arrebatos de su alma, y se dejó caer sobre su 123 37| unidos a los combates de su alma, empezaron a desmoronar 124 37| era el reflejo de aquel alma divina, que brillaba en 125 37| padre! ¡Ah, me alegro en el alma, porque con eso os veréis 126 37| alegría que había iluminado el alma de doña Beatriz, se disipó 127 37| en lo más recóndito de su alma el germen de la melancolía 128 37| desdicha, los dolores de su alma, y de su cuerpo, y la perspectiva 129 37| tristeza había labrado en su alma hasta trocarlo en un verdadero 130 37| despidiera y tuviesen un alma para comprenderla, dijo 131 37| espantado, de mi cabecera y mi alma rabiosa y sombría se extraviaría 132 37| tu padre soy, hija de mi alma -contestó don Alonso, porque 133 37| impenitente y perdería mi alma! Entonces se quedó de nuevo 134 38| Deseoso de purificar su alma y sin más pensamiento que 135 38| de que sólo era capaz un alma de tan subido temple como 136 38| título de mi esposo? Vuestra alma me ha seguido por mi sendero 137 Conc| Beatriz mía, hija de mi alma -exclamó su madre alzándola 138 Conc| vuestro bienhechor. Besa, alma mía, besa el hábito de ese