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Alfabética [« »] hiéreme 1 hierro 9 higueras 1 hija 123 hijas 3 hijo 18 hijos 12 | Frecuencia [« »] 131 parte 129 fin 127 sino 123 hija 122 tanto 122 vida 119 fue | Enrique Gil y Carrasco El Señor de Bembibre Concordancias hija |
Cap.
1 1| hombre, porque eso de dar la hija única y heredera de la casa 2 1| hace muy bien en no dar su hija a don Álvaro Yáñez, y en 3 1| yerno, y en permitir que su hija tratase a una persona que 4 2| había tenido dos hijos y una hija; pero de los primeros murió 5 2| venido a cifrarse en su hija doña Beatriz, que entonces 6 2| la crianza esmerada de su hija emplease su instrucción 7 2| casa y la ventura de su hija. Bien hubiera deseado don 8 2| no quería abandonar a su hija única en brazos de un hombre 9 2| ardientemente excusar a su hija los pesares que habían acibarado 10 2| propósito de violentar a su hija, si necesario fuese, para 11 2| nunca se dirá que la única hija de la casa de Arganza mancha 12 3| solicitud la criaba, que su hija había de ser el premio de 13 3| unión porque quiso que su hija te conociese antes de darte 14 3| donde quiere llevar a su hija. Yo no le hablaré sino como 15 4| Álvaro -, la paz de vuestra hija de penitencia, el amor que 16 5| afecto de don Álvaro hacia su hija, resolvió acelerar lo posible 17 5| de su desventura eterna. -Hija mía -la dijo don Alonso -, 18 5| satisfecho de la pregunta de su hija -, ¿y qué tenéis que decir 19 5| respetar tan siquiera. -Hija mía -contestó don Alonso 20 5| Lemus, que sin saberlo su hija venía a herir a su padre 21 5| enojo dejó solas a madre y a hija que, por un impulso natural 22 5| estrechamente abrazada. -Hija mía, hija mía -dijo, por 23 5| estrechamente abrazada. -Hija mía, hija mía -dijo, por fin, en cuanto 24 5| En eso verá que soy su hija y que heredo el esfuerzo 25 5| La idea de la falta de su hija, que ni un solo día se había 26 5| que el que exigían de su hija, bien quisiera indicarla 27 5| despedirse le dijo. -Pero, hija de mi vida, ¿no sería mejor 28 6| echado en el ánimo de su hija aquella malhadada pasión 29 6| menos de parte de aquella hija, dechado hasta entonces 30 6| fue la consoladora de su hija y la que supo prestarle 31 6| partió a escondidas de su hija, desconfiando de su energía 32 6| contrapeso y mediación de su hija; y por otra parte, no se 33 7| arrancar del corazón de su hija el amor que tan firmes raíces 34 7| contornos puros y airosos de la hija de Ossorio. Más fácil le 35 8| don Álvaro hostigase a su hija, siguiendo en esto los consejos 36 8| Alonso entonces intimó a su hija su última e irrevocable 37 8| las disposiciones de su hija hubiesen variado, entró 38 8| a la conversación de su hija, y aunque no se atrevía 39 8| embargo, le dijo con dulzura: -Hija mía, ya es imposible volver 40 8| los altares. -¡Atrévete, hija vil! -respondió el señor 41 11| extendiendo sus brazos a su hija que no estaba allí para 42 12| ardides. Era doña Beatriz su hija de confesión, y todas las 43 13| dolencias, y de asistir a su hija; y don Alonso, temeroso 44 13| ella, sino a mí! ¡Es mi hija única! ¡Yo no tengo otra 45 13| única! ¡Yo no tengo otra hija! ¡Vedla, Señor, tan joven, 46 13| quedaban para asistir a su hija. Surtió este consejo el 47 13| tenía a verse separada de su hija.~ ~ En tal estado se pasaron 48 13| con verdadera pasión a su hija, oprimido por el doble peso 49 13| doña Blanca del lado de su hija la noche que debía morir; 50 13| reprimirse, le respondió: -Sí, hija de mi vida, aquí estoy; 51 13| Alonso volvió a ver a su hija, pero aunque no había renunciado 52 16| enfermedad y convalecencia de su hija. El dolor y la alegría sucesivamente 53 16| discordias entre el padre y la hija era una especie de pesadilla 54 16| llamaradas de juventud, su hija no acabase por agradecer 55 16| mismo debería acontecer a su hija. Por desgracia, todos estos 56 16| resolución que distinguía a su hija. Doña Beatriz jamás se hubiera 57 16| gran sillón de brazos. Su hija acababa de dejar y tenía 58 16| a ponerse al lado de su hija, y Martina se quedó a la 59 16| se colgó del cuello de su hija y deshecha en lagrimas le 60 16| lagrimas le decía: -No, hija querida, no manifiestes 61 17| bastantes para responder: -Hija mía, los días de mi vida 62 17| necesitaba el carácter de su hija. Comoquiera, a poco se había 63 17| no cesaba de dirigir a su hija miradas muy significativas 64 17| Blanca, asiendo la mano de su hija, le dijo con voz apagada: - 65 17| Eterno contento de vuestra hija? -Ya sabes -continuó la 66 17| labrado la desdicha de tu hija única. ¡La paz sea sobre 67 19| tan leal? Don Alonso y su hija, como si asistiesen a un 68 19| aquí; ¿es cierto que yo, mi hija, y todos nosotros somos 69 19| acompañaron las bodas de mi hija? -No, a fe de caballero - 70 19| se volvió entonces a su hija y mirándole con una mezcla 71 19| humillación vuestra caída. -No, hija mía -repuso don Alonso -, 72 19| hubieran movido a entregar su hija única en los brazos de un 73 19| obra. Conociólo su generosa hija, y acercándose a él, con 74 19| tinieblas de mi conciencia! ¡Hija mía!, ¡hija de mi dolor! ¿ 75 19| conciencia! ¡Hija mía!, ¡hija de mi dolor! ¿Y soy yo el 76 19| Yo, parricida de mi única hija, ¿cómo encontraré perdón 77 19| quien nos la envía! -No, hija mía, no te esfuerces en 78 19| infinito descanso a padre y a hija en la angustia suma que 79 24| que había sembrado para su hija única. Y por colmo de desventura, 80 24| dichosa hubiera sido mi hija con nacer en una cabaña 81 24| estos valles!..." En fin, hija mía, tus deseos serán cumplidos 82 24| dejarlos. Encomendó, pues, su hija al cuidado de la abadesa 83 24| ahondado en el corazón de su hija y sólo arrancándolo con 84 27| presentaba de la suerte de su hija, con la que otra elección 85 29| de las pasiones humanas. -Hija mía -respondió el abad conmovido 86 29| semejante a la mía. -No, hija mía -respondió el religioso -, 87 29| claridad y de consuelo? -Sí, hija mía -contestó el monje, 88 29| sólo espero. -¿Por qué así, hija mía? -replicó el monje, 89 31| fuerza será que vuestra hija no vea durante algún tiempo 90 31| Él. Sin embargo, vuestra hija es joven todavía y por profunda 91 31| partió a los dos días con su hija. Algo mejor preparada ésta 92 33| columna de un sepulcro". -Hija mía -respondió el anciano -, ¿ 93 33| sus frutos! Vuelve en ti, hija mía, y piensa que tú eres 94 33| presentando la mano a su hija: -La tarde está muy hermosa 95 33| hizo embarcar con él y su hija que también se adelantó 96 34| huésped y de su interesante hija, para volverse a sus nativas 97 35| seguridad en que se adormecía su hija, pero gracias a ella sus 98 35| guardáis, que no le veo? -¡Hija mía!, ¡hija mía! -le respondió 99 35| no le veo? -¡Hija mía!, ¡hija mía! -le respondió el anciano -, 100 35| poniéndose delante de su hija con ademán resuelto respondió: -¡ 101 35| le pediré la vida de mi hija única. Mañana mismo partiré 102 35| sobre el cuerpo de vuestra hija. ¡No os apartéis de mí en 103 35| padre con mi desdichada hija, que va a quedar por algún 104 35| con los tormentos de su hija única formaba la calma de 105 35| nada nos decís de vuestra hija? -Hace un momento que dormía - 106 35| mudanza? -¿Qué ha de decir, hija mía -respondió el abad -, 107 35| este trance?... -No, no, hija mía -repuso el abad apresuradamente, 108 36| muy temprano, y cuando su hija descansaba todavía, salió 109 36| encargándoles el cuidado con su hija querida, y sobre todo que 110 36| asimismo cierta flacura, hija de las desdichas y meditaciones. 111 36| tierra los despojos de su hija única y morir después. Antes 112 36| ventura; ¿pero qué esperaba su hija?, la paz de los muertos, 113 37| querido! -Sí, tu padre soy, hija de mi alma -contestó don 114 37| precipitándose hacia su hija se encontró bañado en su 115 37| se cumpliría al fin? ¡Oh, hija mía, alegría de mi vejez 116 37| agravar el estado de su hija, pero siguió sollozando 117 38| intentado la violencia de su hija única, en Villabuena, y 118 38| nueva a los brazos de su hija, que en cortísimo espacio 119 38| los pies de la cama de su hija aguardaba, deshecho en llanto, 120 38| apartarnos de vos? -¡Oh, hija de mi dolor! -exclamó el 121 38| interesante y desdichada hija, como era de esperar de 122 Conc| padre? -Sí, Beatriz mía, hija de mi alma -exclamó su madre 123 Conc| del Valle, camarera de su hija doña Beatriz, y Millán Rodríguez,