Cap.

 1      2|     padres, y su tío, a la sazón comendador de la orden, le había criado
 2      8|       templarios y sobre todo al comendador Saldaña, alcaide de Cornatel,
 3     10|         Cornatel y hablar con el comendador Saldaña, su alcaide. Por
 4     10|        las numerosas ofertas del comendador Saldaña y ponerlas a prueba
 5     10|       cosas de aquella orden. El comendador que, según su inveterada
 6     10|        De Bembibre! -contestó el comendador como admirado -. Quiere
 7     10|      pasa? -preguntó de nuevo el comendador. El joven por única respuesta
 8     10|           Como era tan breve, el comendador la recorrió de una sola
 9     10|          traza concertada que al comendador le pareció muy bien. Quedáronse
10     10|        con un suspiro el anciano comendador -. ¡Cuánto más agradables
11     10|        nuestra orden -replicó el comendador -, y tal vez dice verdad;
12     10|     entonces a los aposentos del comendador, que eran unas cuantas cámaras
13     12|       que un miembro de ella, el comendador Martín Martínez, había entregado
14     16|          Cornatel y dio parte al comendador Saldaña de lo ocurrido.
15     16|         Cómo!, ¡cómo! -repuso el comendador, recobrándose; y luego añadió
16     16|    esperanza en las palabras del comendador, se convenció entonces de
17     18|     visera y no era otro sino el comendador Saldaña, el que parecía
18     18|    iracundo y fiero. -Señora, el comendador que veis ahí presente me
19     18|     nosotros -replicó ella -. El comendador os ha dicho la verdad; soy
20     18|            Ah!, ¡por Dios, noble comendador, lleváosle, lleváosle, porque
21     19|           Cuando don Álvaro y el comendador sintieron ya cerca el tropel,
22     19|      este sitio yo -respondió el comendador descubriendo su venerable
23     19|     Castilla; señor de Bembibre, comendador Saldaña, presos sois en
24     19|       doña Beatriz -respondió el comendador -; este debate se acabará
25     19|     tengo empeñada mi palabra al comendador. -Verdad es -repuso el anciano
26     19|        un relámpago, seguido del comendador y su escasa tropa. Cuando
27     21|        cesar. Este hombre era el comendador Saldaña, a quien una voz,
28     21|      este caballero y al anciano comendador vínculos muy estrechos de
29     21|      volcánica, no desconocía el comendador. Combatido de semejantes
30     21|         desmán y menosprecio. El comendador pidió una plática secreta
31     21|          se turbó. Advirtiólo el comendador y entonces ya se acabaron
32     21|       don Juan Núñez! -repuso el comendador -, ¡y que mal se os acomodan
33     21|         negaron a sostenerle. El comendador, conociendo lo que pasaba
34     21|           don Juan -respondió el comendador, asiéndole del brazo -,
35     21|          un brinco al cuello del comendador que, por su parte, le apretaba
36     21|        perder a doña Beatriz. El comendador, que veis presente, ha descorrido
37     21|        hebillas de mi coraza? El comendador le ayudó a armarse con gran
38     21|        salió del castillo con el comendador y sus hombres de armas,
39     21|        valer, había entregado al comendador la correspondencia de entrambos
40     22|        de llegar concertó con el comendador que se adelantase a prevenir
41     22|           Tomó, por lo tanto, el comendador el camino que mejor la pareció,
42     22|        para su determinación, el comendador sabía muy bien que los aplausos
43     22|        derramó por la tierra, el comendador Saldaña y otro caballero
44     22|        un silencio sepulcral. El comendador pidió entonces que se comenzase
45     23|          señas, que venía con el comendador Saldaña, el alcaide de Cornatel. -¡
46     25|         había que acudir; así el comendador Saldaña, que para servir
47     25|        vehemente y expresivo. El comendador recorrió enseguida el castillo
48     25|      registrar el campo, pero el comendador no se la otorgó, resuelto,
49     25|       por punto las injurias del comendador, y que con enemigo tan implacable
50     25|          diré ahora -contestó el comendador -, sólo sí que a vos reservo
51     25|    pierde cabalmente -replicó el comendador -; porque como sólo atienden
52     25|      filas, dio sus disculpas al comendador, que las recibió con su
53     25|    dejaba de ofrecer riesgos. El comendador se separó de él para dar
54     26|        su natural gravedad, y el comendador, que pensaba haberles arengado,
55     26|      Conde traidor! -le gritó el comendador -, ¿cómo tan lejos del peligro? -
56     26|         soberbia estocada que el comendador supo esquivar; y alzando
57     26|          nuevo quiso embestir al comendador; pero los suyos se lo impidieron
58     26|           infelices -les dijo el comendador -, ¿qué suerte creéis que
59     26|          y al conde mi señor -el comendador le hizo una señal afirmativa
60     27|         con el conde. El anciano comendador dio por respuesta que el
61     27|        poterna y la largueza del comendador. Mordióse el conde los labios
62     27|    cabreirés -, sino la vida del comendador en especial y de todos los
63     28|        entonces no digas nada al comendador sino del ataque manifiesto. -¿
64     28|    provecho. Anda y despierta al comendador, y dile todo menos el ataque
65     28|         se le ocurrió al anciano comendador, una salida repentina y
66     28|      salió a dar las órdenes del comendador, pero como pueden suponer
67     28|       términos que dijimos, y el comendador enviaba sus órdenes a don
68     28|    parecido por la barbacana. El comendador estaba notando con extrañeza
69     28|        ellos. Al grito volvió el comendador la cabeza y lo primero que
70     28|    despecho del mundo entero. El comendador, conociendo que la cólera
71     28|          os serviría -replicó el comendador con torcido rostro -. Sin
72     28|       huisteis de él -le dijo el comendador. -Mentís -contestó el conde
73     28|         recurso que arrojarse al comendador antes de que se recobrase,
74     28|        pareciese la conducta del comendador, no dejaba de conocer los
75     28|        pues, envió un mensaje al comendador, comedido y caballeroso,
76     30|          bien escuchó la voz del comendador saltó como un tigre de su
77     30|      mirarle de hito en hito. El comendador le miraba también, pero
78     30|      Aquí la tenéis -contestó el comendador con tono templado -, poco
79     30|   resentimiento y acercándose al comendador con interés -, ¿cómo vamos
80     30|       miembros de la Iglesia. El comendador no había querido dar a conocer
81     30|            Dios os guarde, señor comendador. Acá estamos todos. -¿Eres
82     30|           Andrade? -respondió el comendador sorprendido -. ¿Pues qué
83     30|         nosotros en Cornatel. El comendador, que no esperaba semejante
84     30| Salamanca y sufrir el juicio? El comendador le hizo señal de que así
85     30|         servir de testigo. Señor comendador, a la paz de Dios, que dentro
86     30|   caminaba entre don Álvaro y el comendador, y de todos recibía infinitas
87     32|          maestre don Rodrigo, el comendador Saldaña, su deudo Hemán
88     32|     severidad de sus miradas. El comendador Saldaña hizo harto más en
89     32|     aquella desastrosa jornada. -Comendador Saldaña -le dijo el arzobispo
90     32|          árbol caído -replicó el comendador en el mismo tono acre y
91     32|          parientes del difunto. -Comendador Saldaña -continuó Beltrán -,
92     32|      recibisteis cien doblas del comendador -replicó Beltrán un poco
93     32|         luego lo que pasó con el comendador hasta que el magnate gallego
94     32|       Ponferrada, y allí dije al comendador que yo le ocultaría en Cabrera
95     32|      hospitalidad que ofreció al comendador Saldaña. -Ya, ya -repuso
96     32|          la venenosa alusión del comendador. Tartamudeando, pues, de
97     34|        Ponferrada había hecho al comendador, pero con más ardor que
98   Conc|     hijos.~ ~ Por lo que hace al comendador Saldaña, fiel a su propósito,
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