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Alfabética [« »] ciegas 1 ciego 4 ciegos 1 cielo 87 cielos 6 cien 2 ciencia 5 | Frecuencia [« »] 89 te 88 ahora 87 arganza 87 cielo 87 mí 87 siempre 86 cual | Enrique Gil y Carrasco El Señor de Bembibre Concordancias cielo |
Cap.
1 2| sembradas acá y acullá por un cielo hermoso y purísimo, se teñían 2 2| volveré contra el mismo cielo! -¡Oh, Dios mío! -murmuró 3 2| ahora sería como caer del cielo para arrastrarse entre las 4 4| todas las estrellas del cielo, y ese reguero de maldición 5 4| doloroso -; ¡pluguiera al cielo que sólo en boca de la plebe 6 4| las manos y, los ojos al cielo -. ¡Oh vanidad de las grandezas 7 4| explanada con el azul del cielo por fondo. Un montón confuso 8 4| en cara alguna vez! -El cielo os guarde, buen caballero - 9 7| encontraban con las suyas en el cielo, mientras sus corazones 10 7| otros cuidados que los del cielo. El coro estaba oscuro y 11 7| como penaba por vos, el cielo me ha dado fuerzas. No sé 12 7| que os volváis contra el cielo, cuya autoridad ejerce mi 13 8| corazón. Id con Dios, y que el cielo os guarde, porque jamás 14 8| consumirá como fuego del cielo. Tú saldrás del techo paterno 15 10| recortan sobre el fondo del cielo parece una estrecha atalaya 16 10| limpia y sin mancha en el cielo de nuestra orden -replicó 17 10| que el primer don del cielo es el valor que todavía 18 10| quien todo el poder del cielo y del infierno apenas fue 19 11| y levantando los ojos al cielo, se volvió entonces a Martina 20 11| destinaban, levantó los ojos al cielo retorciéndose las manos, 21 11| si recibiera un aviso del cielo, y volviéndose a su criada 22 11| Lemus, cuya vida colme el cielo de prosperidad. Y con una 23 11| días baja la majestad del cielo -replicó el monje, y vete 24 11| llamaría mi esposa. -El cielo os guarde, noble don Álvaro; 25 13| tampoco la dicha baja del cielo para regocijar nuestros 26 13| ay! ¡yo he caído del cielo!... ¿quién me levantará?..., ¡ 27 13| los ojos y las manos al cielo, y dijo: -Gracias te sean 28 15| me harían dar gracias al cielo de mi prisión. -Según eso, 29 17| ha desarmado la mía... El cielo sabe que mi fin sería muy 30 18| también para su viaje. El cielo estaba cubierto de nubes 31 18| pensase subir otra vez al cielo por la escala mística del 32 18| con singular expresión. -¡Cielo Santo!, ¿estáis en vos? ¿ 33 19| dulzura -, porque sabe el cielo que ni con el pensamiento 34 19| estrellas y caer despeñadas del cielo, y quedarse el universo 35 19| sujeta! Sin embargo, el cielo sabe cuán inefable es el 36 19| los ojos y las manos al cielo -; ¡allí nos reuniremos 37 21| voz, sin duda venida del cielo, inspiró desde luego varias 38 21| mi cuello! Pluguiera al cielo que semejante paso me humillara, ¡ 39 21| pecho descubierto. Sabe el cielo, gallardo joven, que mi 40 22| entrar en el Temple, cuando cielo y Tierra parecían conjurados 41 22| en día se quebrantaba; el cielo y la tierra de consuno parecían 42 23| fuese al Purgatorio, sino al Cielo en derechura. -¿A pedir 43 23| cruzando las manos y mirando al cielo -, ¡conque vive mi señor; 44 24| dueño de sus penas y el cielo no le probaría en la escuela 45 24| sino por la mía. ¡Quiera el cielo perdonarme! Siempre le había 46 25| con los ojos alzados al cielo y con acento religioso y 47 26| exclamó él, levantando al cielo su espada que apretaba convulsivamente. - 48 27| perro de Saldaña! ¡Ni el cielo ni el infierno me lo arrancarían 49 28| entonces, dando gracias al cielo por el descubrimiento que 50 29| infortunio había disipado en el cielo de sus pensamientos los 51 29| religión y reconciliado con el cielo? -Ha muerto como había vivido - 52 29| pero su juez está en el cielo, y a su clemencia sin límites 53 29| levantando los ojos al cielo y poniendo la mano sobre 54 29| Doña Beatriz, sabe el cielo que en mi vida entera vuestro 55 29| tan menguado el don que el cielo te concede; escúchame. Cuando 56 30| inevitable de su orden que el cielo abandonaba en sus altos 57 31| adornaban sus márgenes; el cielo estaba surcado de nubes 58 31| vez en cuando sus ojos al cielo, como si le rogase que los 59 31| y castigarme, ángel del cielo -contestó su padre abrazándola -, 60 32| profeta, se había caído del cielo. ~ ~ ~ 61 33| donde hacían sus nidos, y el cielo mismo, hasta entonces encapotado 62 33| los diversos colores del cielo, así el espectáculo del 63 33| lago, levantó los brazos al cielo y enseguida se hincó de 64 35| con un solo aldeano. El cielo estaba puro; el sol recién 65 35| de doña Beatriz como el cielo de la tierra. Acabó, por 66 35| ese lago en que se mira el cielo como en un espejo, y como 67 35| mis pesares, y cuando el cielo me mostró un vislumbre de 68 35| parece que es una voz del cielo la que habla por su boca, 69 35| la luna, en la mitad del cielo, parecía al mismo tiempo 70 35| el abad -, ¡no permita el cielo que con esa tibieza acuda 71 35| brotar sangre. ¡Tenga el cielo piedad de nosotros! Volvió 72 35| pudiera amaros un ángel del cielo, o vuestra madre si la tuvierais. ¡ 73 36| conformaos con los decretos del cielo. En esa cartera escribía 74 36| que me llamaba desde el cielo y, me decía: "Beatriz, Beatriz, ¿ 75 36| siguiente pasaje:~ ~ ¡Oh, cielo santo!, ¡está absuelto de 76 36| del mundo, y yo tengo un cielo dentro de mi corazón! Yo 77 37| allí nadaban. Estaba el cielo cargado de nubes de nácar 78 37| derechura guiaba a aquel cielo que tan claro se veía allá 79 37| dirigido llorosas miradas al cielo, al lago, a las montañas 80 37| Alzad la vista y veréis el cielo; mirad a vuestros pies y 81 37| seréis mi esposa delante del cielo y de los hombres. ¡Mi esposa! ¡ 82 38| como si por un decreto del cielo el castigo siguiese inmediatamente 83 38| reflejando los accidentes del cielo, parecía de oro líquido 84 38| volverme locamente contra el cielo, hoy que se han disipado 85 38| vuestra profecía! ¡Quiera el cielo perdonarme! -¿Eso dudáis, 86 38| nuestra vida; ¡pluguiese al cielo que la muerte nos igualase 87 38| que había sembradas por el cielo se disiparon y, por último,