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Alfabética [« »] sagrados 1 sala 6 salamanca 25 saldaña 84 saldrás 1 saldré 1 saldréis 1 | Frecuencia [« »] 85 quien 85 también 85 toda 84 saldaña 84 temple 83 duda 83 otro | Enrique Gil y Carrasco El Señor de Bembibre Concordancias saldaña |
Cap.
1 8| sobre todo al comendador Saldaña, alcaide de Cornatel, que 2 10| hablar con el comendador Saldaña, su alcaide. Por fin, torciendo 3 10| numerosas ofertas del comendador Saldaña y ponerlas a prueba en aquella 4 10| tierra. Era don Gutierre de Saldaña hombre ya entrado en días; 5 10| tenéis razón -contestó Saldaña, y asiéndose de su brazo 6 10| Pues, en ese caso -replicó Saldaña -, traedla a Cornatel, porque 7 10| picachos de las Médulas. Saldaña tenía clavados los ojos 8 10| Mucho podéis hacer -contestó Saldaña -. ¡Quiera Dios coronar 9 10| que descendía a la mina. Saldaña entregó a don Álvaro la 10 10| escudero. Habíale ofrecido Saldaña algunas buenas lanzas por 11 12| senda de la verdad. Pero ¡Saldaña!... -añadió con pesadumbre -, 12 14| villana. Hernán Ruiz de Saldaña, Pero Ponce de León y algunos 13 16| dio parte al comendador Saldaña de lo ocurrido. El caballero 14 16| Lara, a los cuales no hizo Saldaña sino mover la cabeza, y 15 18| otro sino el comendador Saldaña, el que parecía pedirle 16 19| de Bembibre, comendador Saldaña, presos sois en nombre de 17 19| ahora, don villano -le dijo Saldaña con ira -, ¿qué merced esperáis 18 20| León, y don Hernán Ruiz de Saldaña, no menos solicitados de 19 21| hombre era el comendador Saldaña, a quien una voz, sin duda 20 21| caracteres vehementes como el de Saldaña, y cuyas fuerzas y arrojo 21 21| Ponce y don Hernán Ruiz de Saldaña. Ligaban a este caballero 22 21| al lado de una ventana, Saldaña dirigió su voz a Lara en 23 21| verdad de ella -respondió Saldaña -, pero sinceras todas como 24 21| propósitos y esperanzas. Saldaña, con aquel razonar inflexible 25 21| mis armas! Sí, sí, noble Saldaña, don Álvaro está en mi poder, ¿ 26 21| la melancólica efusión de Saldaña, procuró descargarse del 27 21| No es verdad, venerable Saldaña, que semejante nueva es 28 21| Doña Beatriz -respondió Saldaña - ha dado su mano al conde 29 21| propios ojos? -No -contestó Saldaña con acento antes apesarado 30 21| repente su caballo y dijo a Saldaña con voz profunda: -Si fuese 31 21| No os la acepto -replicó Saldaña -, porque... Don Álvaro 32 22| sostener su poder ya vacilante. Saldaña, que por motivos de delicadeza 33 22| la tierra, el comendador Saldaña y otro caballero muy, anciano 34 22| de desengaño -respondió Saldaña como primer padrino. Entonces 35 22| bujía con que alumbraba Saldaña, leyó su profesión concebida 36 23| venía con el comendador Saldaña, el alcaide de Cornatel. -¡ 37 24| a poco, y la conducta de Saldaña y de don Álvaro en los sotos 38 25| acudir; así el comendador Saldaña, que para servir de padrino 39 25| se volvió a dar cuenta a Saldaña de su expedición. Mientras 40 25| causa con la resistencia. Saldaña contestó, según era de esperar, 41 25| con que algo se clavaba. Saldaña, que con su vista de águila 42 25| Pobres montañeses! -repuso Saldaña, con una sonrisa y un acento 43 25| carácter y valor -contestó Saldaña -, y todos os obedecerán 44 25| cuales volvió a preguntar a Saldaña: -¿Y pensáis que el conde 45 25| barbacana del castillo. Saldaña levantó entonces la cabeza 46 26| enemigos por la espalda. Saldaña, bien informado del éxito 47 26| todavía hay más -le dijo Saldaña con voz de truene -, porque 48 26| Álvaro se oían ya muy cerca. Saldaña no juzgó prudente acometer 49 26| No es necesario -contestó Saldaña -, porque tu valor os libra 50 26| ellos! La precaución de Saldaña no podía ser más cuerda, 51 27| lo mismo envió cartas a Saldaña, noticiándole lo que pasaba, 52 27| porque las ciento que me dio Saldaña todas las he repartido entre 53 27| La vida de ese perro de Saldaña! ¡Ni el cielo ni el infierno 54 28| naturalmente concebido.~ ~ Saldaña, como experimentado capitán, 55 28| adarves no pudo distinguir Saldaña el buen orden con que venían 56 28| cargadas en hombros de otros. Saldaña comprendió al punto cuál 57 28| Álvaro -le dijo de nuevo Saldaña en cuanto llegó -, este 58 28| fuese el poder del brazo de Saldaña, como el conde le sobrepujaba 59 28| cortés y cordial, en que Saldaña le encarecía el gran consuelo 60 30| tratos en Cornatel entre Saldaña y el señor de Arganza, con 61 30| muerte de su capitán, pasó Saldaña al aposento donde por orden 62 30| el respetable carácter de Saldaña no podía figurarse que en 63 30| nuestros enemigos -respondió Saldaña procurando reprimir algunas 64 30| trayéndole hacia sí. -¡Oh, noble Saldaña! -exclamó el joven, precipitándose 65 30| tanto valor habían guardado. Saldaña, antes de salir, indicó 66 30| tiempo. Una mañana, pues, que Saldaña se paseaba por los adarves 67 32| don Rodrigo, el comendador Saldaña, su deudo Hemán Ruiz Saldaña, 68 32| Saldaña, su deudo Hemán Ruiz Saldaña, y sobre todo don Juan Núñez 69 32| el maestre don Rodrigo, Saldaña y los más ancianos caballeros 70 32| sus miradas. El comendador Saldaña hizo harto más en defenderse 71 32| templarios, y sobre todo contra Saldaña como autor de su deshonra 72 32| desastrosa jornada. -Comendador Saldaña -le dijo el arzobispo de 73 32| Y tan cierto -respondió Saldaña con una voz que retumbó 74 32| del difunto. -Comendador Saldaña -continuó Beltrán -, yo 75 32| socorros que había recibido de Saldaña y de todos los caballeros, 76 32| padres, que los acusadores de Saldaña no sólo enmudecieron, sino 77 32| que ofreció al comendador Saldaña. -Ya, ya -repuso el montañés 78 32| la del combate -le dijo Saldaña siempre con la misma amargura -, 79 34| todavía llamó aparte a Saldaña, y con las lágrimas en los 80 34| noble desprendimiento de Saldaña que, a trueque de favorecer 81 34| del abad, del maestre, de Saldaña y don Juan Núñez de Lara 82 34| sobre todo al despedirse de Saldaña, soltó la compresa a su 83 34| su tío y los abrazos de Saldaña y de sus compañeros, salió 84 Conc| lo que hace al comendador Saldaña, fiel a su propósito, abandonó